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Laporte, Juan Pedro
1992 Patrón de asentamiento y población prehispánica en el noroeste de las Montañas Mayas, Petén. . En V Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1991 (editado por J.P. Laporte, H. Escobedo y S. Brady), pp.232-245. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.
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PATRÓN DE ASENTAMIENTO Y POBLACIÓN PREHIPÁNICA
EN EL NOROESTE DE LAS MONTAÑAS MAYAS, PETÉN
Juan Pedro Laporte
Los datos que proporciona la superficie son una parte compleja y significativa del estudio de un fenómeno social y en algunos casos parte medular del mismo. Comparado a lo hecho en otras regiones de Mesoamérica y del Área Maya, el análisis del asentamiento prehispánico en Petén ha sido una actividad esporádica (Rice y Puleston 1981). Es necesario enfatizar el reconocimiento de las áreas periféricas a los centros ceremoniales y conocer las unidades habitacionales, las cuales, como grupos de actividad, son indicadores importantes del cambio social (Wilk 1983; Ashmore y Wilk 1988; Haviland 1988).
La orientación de la mayor parte de investigaciones hacia centros ceremoniales ha restringido la visión y metas del estudio del asentamiento en las Tierras Bajas Centrales, cuya principal información proviene del noreste de Petén, en base a los estudios de Tikal, Uaxactun, Dos Aguadas y Yaxha. Otra zona que aporta datos sobre los asentamientos es el área fluvial asociada al río Pasión, sobresaliendo los análisis efectuados en Ceibal y más recientemente, Petexbatun.
Importante información adicional procede de otras zonas fluviales como los ríos San Pedro Mártir, Usumacinta y Candelaria, así como del sur de Quintana Roo y de Belice, en especial de Nohmul en el norte y de Caracol y los distintos sitios del distrito Toledo al sur. Por lo tanto, es evidente que falta mucha cobertura para conocer los asentamientos en las distintas zonas ambientales de este amplio y heterogéneo territorio.
El noroeste de las Montañas Mayas comprende varias unidades geográficas en donde predominan pasos de montaña en sentido norte-sur, los cuales permiten la comunicación entre las llanuras del medio río Mopan y los valles montañosos que hacia el sur conducen a Belice, Izabal y Alta Verapaz. Esta ruta fue importante en época prehispánica, durante la colonia y también lo es en la actualidad, preferencia que debió incidir en las redes de intercambio desarrolladas en las Tierras Bajas Mayas Centrales. La posición privilegiada de estos valles permite comunicarse a no más de 40 km con Caracol, Ucanal o El Chal hacia el norte o con Poptun y Naj Tunich al sur.
A partir del límite con Belice, el noroeste de las Montañas Mayas consiste de siete secciones: Sacul, Limones, Xa´an, Mopan Abajo, Yaltutu y las que en esta ocasión se presentan, Dolores e Ixkun (Figura 1). Las fuentes del río Mopan se encuentran en esta zona, en donde no es navegable, formado por arroyos menores que corren por angostos cañones hasta su resumidero. El alto río Mopan es el elemento geográfico principal en la determinación territorial de este reconocimiento arqueológico.
El reconocimiento llevado a cabo por el Atlas Arqueológico de Guatemala y anteriormente el Proyecto Sureste de Petén, dio inicio en l985 al visitar los sitios mejor conocidos de la región, Ixkun, Ixtutz y Sacul (I. Graham 1980). En esa ocasión se reportaron nuevos asentamientos en el sector central del valle de Dolores, una meseta de 13 km norte-sur y 9 km este-oeste, es decir 120 km², uno de los mayores valles del noroeste de las Montañas Mayas. En la segunda temporada (1987-1988) fueron levantados 10 sitios, cada uno formado por un número variable de grupos arqueológicos.
Se reconocieron otras zonas fuera del valle durante las temporadas de 1989-1990, en un afán de conocer el asentamiento de la sección de mayor elevación de esta montaña.
Este avance permite generalizar sobre los principales rasgos del asentamiento de Dolores, información que puede hacerse extensiva a los valles y mesetas cercanas. Actualmente el programa realiza excavaciones en distintos centros ceremoniales y habitacionales de la zona, en especial Ixtonton, documentación que será empleada en el estudio de la relación social y política entre los distintos asentamientos, el cual esperamos presentar en alguna reunión futura.
Los grupos arqueológicos considerados en esta ocasión son 554 grupos habitacionales y 49 grupos ceremoniales, para hacer un total de 603 grupos en 12 sitios arqueológicos (Figura 2). De un sitio adicional, Curucuitz, fue incluida solamente la información sobre el área ceremonial.
Figura 1
Figura 2
Esta distribución general indica que solamente el 8% de grupos pertenecen a zonas de carácter ceremonial. Por otra parte, fueron levantadas 2,646 estructuras, de las cuales solo el 10% corresponden a áreas ceremoniales. En el Atlas Arqueológico, aunque hasta montículos aislados se registran, no se anotan localidades definidas por la mera presencia de materiales de superficie.
La ardua labor de reconocimiento, levantamiento y cálculo para obtener una clara visión de las características del asentamiento regional y de su nivel poblacional prehispánico, se enfoca hacia dos campos concretos. Por una parte, en relación al registro de sitios arqueológicos, se acelera el proceso de reconocimiento al conocer la peculiaridad de posición y ubicación de los centros. Por otra, es necesario dimensionar los sitios de las Montañas Mayas frente a los centros mayores de otras regiones de Petén con el fin de trabajar con niveles interpretativos correctos, pues aunque nuestros centros son menores en dimensión, no por ello son menos complejos a nivel socio-político y estructural.
Las tierras del valle de Dolores son fértiles según lo indica el largo tiempo en que han sido objeto de quemas y cultivo, ya que por su adecuado drenaje cuentan con mayor oxigenación y movimiento mineral. Las tierras de los valles interiores de las Montañas Mayas son aun mejores, así como también lo son las vegas formadas por el aluvión acarreado por el río Mopan.
La vegetación es de segundo crecimiento en un 86% del área, dominada por matorral y pasto, con árboles de carácter primario en áreas menores con ceiba, hormigo y ramón, así como sectores de pinar asociados con suelos arenosos y menos productivos, por lo que el valle de Dolores es un sistema mixto de sabana y bosque tropical (Figura 3).
En la porción norte aun hay bosque, principalmente en El Tzic e Ixkun, en donde existen sectores de reserva. Aunque el carácter actual de la vegetación es poco relevante al dato arqueológico, su incidencia refiere más bien al sesgo de la muestra debido a que lo cerrado y denso de la vegetación en terrenos que están en descanso impide la intensidad constante en todas las líneas de reconocimiento.
Los sitios arqueológicos de Dolores están claramente jerarquizados, compuestos por áreas ceremoniales bien definidas y zonas habitacionales amplias y complejas. De los 120 km² de esta meseta, el sistema de bosque tropical lluvioso cubrió 86 km², es decir el 72% del valle, lo cual indica que la mayoría de sitios se encuentran en este sistema: en una zona que desciende hacia el río Mopan fueron reportados Ixtonton, Moquena y Mopan 2; más al oeste se encuentran Tesik e Ix Ek´, actualmente en amplios potreros, mientras que al extremo norte del valle se ubican El Tzic e Ixkun.
Existen dos rangos en la dimensión de los asentamientos: sitios extensos promedian 8 km², como es el caso de Ixtonton, Ix Kol e Ix Ek´, los cuales incluyen abundantes grupos arqueológicos, entre 100 y 162 de éstos, que engloban de 400 a 700 estructuras (Figura 3). A su vez, los sitios menores promedian 3 km² y enmarcan de 20 a 50 grupos arqueológicos en sus áreas periféricas, con un máximo de 260 estructuras.
A su vez, la sección sur del valle de Dolores se encuentra cubierta por pinar (Pino Caribea), abarca el 28% del valle de Dolores (33 km²), en donde se ubican los sitios Ix Ak, Ixcoxol, Nocsos y Curucuitz, con un área habitada que ocupa el 13% de dicho sistema, lo cual indica menor preferencia por asentarse en la zona de pinar. Estos sitios son de dimensión más reducida que los asentamientos del resto del valle, promedian poco más de 1 km², con 10 a 35 grupos arqueológicos en el área periférica y un máximo de 140 estructuras.
Así como hubo asentamientos influenciados por la presencia de bajos en el norte de Petén y Belice, los sitios de esta región se adaptan a un sistema de cerros kársticos aislados al construir sobre ellos a los grupos arqueológicos en vez de utilizar la zonas de planicie. Del área mapeada, una buena parte no es factible para habitación humana por lo escarpado de los cerros calizos, aunque no parece afectar por igual a las tareas agrícolas. Son solamente algunos centros al sur y al este del valle de Dolores en donde se usa la planicie (Nocsos, Ix Ak y Suk Che´). En general, la preferencia es del 73% para asentarse sobre cerros, tanto áreas periféricas como ceremoniales.
Un rasgo poco determinado debido al recubrimiento secundario de muchas áreas fueron los chultunes, presentes en todos los sectores del valle, aunque solamente en el 8% de grupos. Son más usuales en el área de Ixkun, posiblemente relacionado a la presencia más restringida de los nacimientos de agua.
Otro rasgo de marcado sesgo corresponde a los recintos funerarios, cuya presencia depende de la intensidad del reconocimiento y de la actividad de depredación. Así, no es un rasgo representativo de la función de grupos ni de la condición social y política de determinados sitios respecto de los demás. Se ubicaron recintos en Ix Ak, Suk Che´ e Ixtonton, estos últimos de mayor tamaño y complejidad. En Ixkun, dado su escaso saqueo, se han reportado pocos casos.
El saqueo ha sido más fuerte al centro y sur del valle, donde hasta el 89% de grupos están depredados, mientras que ha sido menor en la sección norte, con un 38% de grupos afectados, por lo que esta ilícita actividad puede asociarse principalmente con la limpieza de bosques para la agricultura. Los sitios más depredados son Ix Kol en la población de Dolores, Tesik, Suk Che´, Ix Ek´ e Ixtonton. La depredación es relevante en el reconocimiento arqueológico principalmente por su incidencia en la recolección de materiales de superficie.
Sistemas de terrazas, ligados tanto a la agricultura como a la habitación, son conocidos en distintas zonas del área Maya y en especial en la región de las Montañas Mayas de Belice (Chase y Chase 1990). En el valle de Dolores existen terrazas en los sitios donde es predominante el asentamiento sobre los cerros, aunque su presencia no parece ser tan importante como en su contraparte beliceña. Un promedio del 32% de grupos arqueológicos se asocian a cerros terraceados, aunque este es un elemento poco representativo en los sitios del norte del valle, en donde solamente el 6% de grupos se asocian a terrazas al ser una zona en donde los cerros, mas bien que estar aislados, conforman serranías (Figura 3).
En relación a grupos arqueológicos que conforman las áreas ceremoniales de centros de rango primario predomina Ixkun con 12 grupos sobre Ixtonton con 9 grupos. En centros de rango secundario son más abundantes los grupos ceremoniales de Ix Ak y Moquena (6 cada uno), aunque la media es de 2.8 grupos por cada centro ceremonial, lo cual contrasta con la densidad de los centros primarios. El tipo de grupos que se incluyen en ellos son principalmente complejos astronómicos, acompañados por calzadas y terrenos para el juego de pelota, aunque estos últimos también suelen encontrarse en centros secundarios.
Por otra parte, hay fuerte divergencia al considerar la complejidad del sector periférico entre los dos centros primarios del valle, Ixtonton e Ixkun, con marcado predominio del primero, tal vez debido a que en Ixkun pudo existir una mayor cantidad de habitaciones no visibles atendiendo a condiciones geográficas específicas.
Entre los centros secundarios hay dos casos anómalos por la complejidad de sus zonas habitacionales, Ix Ek´ e Ix Kol, debido posiblemente a que existan otros sitios aun no descubiertos al noroeste del valle o a la débil delimitación territorial con sus vecinos.
En cuanto a los grupos periféricos de centros secundarios, tomando en consideración los casos de Ix Ek´ e Ix Kol, la media es de 43 grupos por centro. Sin considerar los casos mencionados, la media desciende a 21 grupos.
Al analizar el número de estructuras presentes por grupo arqueológico se observa una curva normal entre 2 y 17 estructuras, con la mayor concentración en 4.4 estructuras. Los grupos que incluyen mayor número de estructuras suelen pertenecer a las zonas ceremoniales.
La dimensión de los patios alrededor de los cuales se habilitaron las estructuras es variable. Por lo general, el área del patio es equivalente o mayor a la superficie total de habitación, lo cual sugiere que ésta era tan importante para la función de la unidad habitacional como lo eran las propias habitaciones.
Figura 3
En el valle de Dolores la mayoría de patios no superan los 600 m², estando la mayor concentración entre 100 y 300 m², comportamiento que incluye a todos los sitios. Plazas de mayor tamaño, entre 600 y 1000 m², se encuentran aun en los centros menores, aunque en este rango se incluyen también plazas de carácter ceremonial. La mayoría de plazas mayores a 1000 m² son áreas de carácter ceremonial, por lo que es un parámetro para considerar la función genérica de plazas de función indeterminada.
Las plazas alrededor de las cuales se conformaron complejos astronómicos muestran un amplio rango de variación (Figura 4). En el rango inferior a 1000 m² se encuentran cinco sitios; otros seis pertenecen al rango entre 1000 y 2000 m², siendo ésta la dimensión más representativa al incluir sitios primarios y secundarios. Al rango superior a 2000 m² solamente pertenece Ixtonton. No parece existir una relación directa entre la densidad del asentamiento y la dimensión del complejo astronómico, por lo que más bien podría reflejar el desarrollo del módulo estatal temprano de una región y de los otros centros que éste genera.
También deben determinarse los patrones de agrupamiento y distribución de las estructuras dentro de cada grupo arqueológico, según combinaciones de clase, posición, orden y tamaño al compartir un espacio singular y central, posiblemente derivado del status familiar dentro de una jerarquía social, económica y política (Ashmore 1981). En los sitios del valle de Dolores todos los patrones y sus variantes están representados; muestran un comportamiento bastante parecido, lo cual indica una unidad social y cultural.
Se consideraron tres variables en el estudio del patrón de plaza. Estas fueron el carácter abierto o cerrado de la plaza, la orientación de la estructura principal y por último, el punto cardinal hacia donde abren los patios (Figura 5).
En la primera de ellas es más representativo el patrón de carácter cerrado, aquél que tiene estructuras en los cuatro lados de un patio, con el 44% de la muestra. Con 38% se encuentra el patrón abierto, el cual deja un lado del patio sin habilitar estructura. Sin embargo, la preferencia del patrón cerrado sobre el abierto puede invertirse al considerar que la mayoría de casos de patrón indeterminado, el cual representa al 19% de la muestra, es también de carácter abierto.
Respecto de la orientación de la estructura principal fue más empleado el patrón Norte con 26%; sin embargo, la orientación al Este se encuentra muy cercana.
En relación al punto cardinal en donde un grupo queda abierto, existe una clara preferencia por abrir la plaza hacia el sur (32%), seguido del este y oeste, ambos con 25% y en menor frecuencia el norte.
Por otra parte, los estudios del patrón de asentamiento también permiten efectuar consideraciones sobre la población prehispánica del valle de Dolores. Los estudios poblacionales más completos efectuados en Petén han sido los realizados para Ceibal y Tikal (Tourtellot 1988, 1989; Culbert et al. 1990), apoyados por los cálculos llevados a cabo en Coba y otras comunidades de Quintana Roo (Kintz y Fletcher 1983; Denevan y Turner 1985), así como en Caracol y Nohmul, Belice (Chase y Chase 1990; Pyburn 1989). Las formas aplicables en el cálculo paleodemográfico son el conteo de grupos residenciales y el de estructuras individuales.
Al emplear el conteo de grupos habitacionales se excluyen las estructuras de función ceremonial y los anexos domésticos, lo cual hace necesario aplicar una constante de 2.72 estructuras habitacionales por cada grupo con el fin de eliminar las referidas unidades (Tourtellot 1989). En el valle de Dolores se cuenta con 554 grupos habitacionales reconocidos, es decir 1,507 estructuras habitacionales.
Al aplicar el factor de 5 personas por estructura habitacional se obtiene un total de 7,535 habitantes para el valle, lo cual indica una densidad general de 63 habitantes por km² para el valle y de 199 habitantes por km² al emplear solamente el área que ocupan los sitios arqueológicos (Figura 6).
(Ixac = Ix Ak; Ixek = Ix Ek´; Ixcol = Ix Kol; Sykche = Suk Che´)
Figura 4
En el caso del cálculo paleodemográfico basado en el conteo directo de estructuras se aplicó el promedio obtenido en el análisis del patrón de asentamiento del valle de Dolores de 4.4 estructuras por grupo a manera de obtener 2,438 estructuras (Figura 6). De esta cifra debe reducirse un 31.5% de la muestra con el fin de anular las estructuras no residenciales y las que no estuvieran en uso, con el resultado de 1,670 estructuras, las cuales representan a 8,349 habitantes, es decir 70 habitantes por km² en el valle y 221 habitantes por km² al emplear el área ocupada por los sitios arqueológicos.
En los casos anteriores, las estructuras no visibles podrían alterar las cifras, aunque al no poder determinarles tampoco se les considera, lo cual reduce el cálculo poblacional en vez de incrementarle.
Son necesarias técnicas de verificación en los cálculos paleodemográficos. Dos son las principales: la apreciación del área de soporte y el cálculo de la capacidad soporte de una determinada región. Es estudio del área de soporte para sociedades de base agrícola (Roper 1979), considera un lugar central y zona de explotación de 5 km a su alrededor, a manera de establecer el potencial de recursos dentro del área. Por la proximidad de los distintos centros ceremoniales en el valle de Dolores, no es posible definir áreas de soporte para cada asentamiento.
Solamente pueden trazarse respecto de tres centros rectores, considerados como tales por su mayor complejidad y la presencia de monumentos tallados. Con zonas de traslape entre ellos, el resultado general indica la afiliación a Ixtonton de la mayoría de los centros secundarios del valle.
El área asignada a Ixkun muestra la inclusión de solamente otro sitio, El Tzic, una situación de relativo aislamiento apoyada por su condición geográfica. El área de soporte de Ixtutz, tercer centro rector ubicado al oeste del valle de Dolores, llega a incluir varios sitios del extremo del valle (Ix Ek´, Tesik, Curucuitz), cuyas amplias zonas habitacionales son indistintas de los sitios vecinos afiliados a Ixtonton (Figura 2). Por lo anterior se considera que el área de soporte de Ixtutz no alcanza al valle de Dolores y que se desarrolla más bien hacia el oeste del núcleo ceremonial.
Figura 5
Figura 6
La segunda técnica de verificación, la capacidad soporte de la región, requiere estimar el área agrícola del valle, lo cual exige reducir el espacio ocupado por los grupos arqueológicos tanto en la zona de pinar como del bosque tropical (Brush 1975; Glassow 1978). La diferencia en la fertilidad de los suelos de ambas zonas se compensa al excluir del análisis a la vega de aluvión del río Mopan, cuyos suelos son los más productivos. No se ha considerado la reducción adicional de un 18% del área sugerida por suelos no aptos para el cultivo (Wilk 1984), por las condiciones óptimas del drenaje de este valle. De acuerdo a lo anterior, existen 82 km² de suelos útiles a la agricultura en el valle de Dolores, es decir el 68% de su área total (Figura 6).
Para este análisis se requiere información sobre productividad agrícola por unidad de tierra, su valor nutritivo, la proporción y posibilidad económica de los productos agrícolas y la duración del barbecho.
La aplicación de las técnicas de capacidad soporte en relación a la habitación prehispánica conocida indica un tamaño crítico de población de hacia 6,000 habitantes, es decir 48 habitantes por km² y 157 habitantes por km² en el área que ocupan los sitios reportados, es decir una cifra significativamente menor que la indicada al emplear los conteos de grupos y estructuras arqueológicas.
Actualmente en el valle de Dolores el sistema agrícola más importante es la milpa, no se emplea el arado y, salvo en casos críticos, tampoco se utilizan fertilizantes. El consumo estimado de una familia nuclear es de 182 quintales de maíz por año, incluyendo alimentación e intercambio por otros productos, equiparándose el consumo a los niveles de producción, lo cual indica que existe una estabilidad crítica.
La producción anual de maíz del valle de Dolores permitiría el sustento de 1,600 familias nucleares, es decir de 8,000 personas, lo que supone una densidad de 67 habitantes por km² al considerar la explotación total del valle y de 210 habitantes por km² en el área habitada (Figura 6)., cifras que responden a la concentración poblacional actual y que se aproximan a los resultados del análisis por rasgos arqueológicos, aunque son sensiblemente mayores que lo indicado por la capacidad soporte, la cual reduce las cifras en un 20%.
Por lo tanto, en los cálculos poblacionales es necesario aplicar varias técnicas y sistemas de verificación para obtener resultados que contemplen distintas variables. Es posible concluir que el valle de Dolores tuvo 6,500 habitantes durante las etapas culturales de mayor intensidad. Esta cifra puede parecer reducida para el estándar manejado en los estudios de Tikal y Nohmul, aunque es necesario recordar que las condiciones geográficas inciden en delimitar áreas más reducidas. Mayor reconocimiento regional permitirá conocer una cifra comparable con los amplios sitios del norte.
Esta disparidad en los resultados puede deberse a varios factores. Principalmente, el que en todo cálculo poblacional es fundamental la contemporaneidad de las unidades de asentamiento (Tourtellot 1989), la cual se demuestra de manera general mediante estudios cerámicos. Sin embargo, el problema real es la simultaneidad de ocupación, es decir el determinar cuántas unidades estaban ocupadas al mismo tiempo, lo cual requiere conocer cada rasgo que compone la unidad de asentamiento mediante excavaciones de sondeo.
Dada la abundancia de grupos arqueológicos producto del reconocimiento, no ha sido posible situar pozos de sondeo o recolectar material de la superficie en todos los grupos levantados por lo que la mayor parte de grupos, un 64%, no han podido datarse. La mayor parte del material recolectado por programas de reconocimiento procede de restos de depredación. Por lo tanto, todas las unidades y habitaciones se consideran contemporáneas al final de una fase o al inicio de la siguiente. La ocupación mejor conocida es del Clásico Tardío. Para períodos anteriores solo puede indicarse la presencia.
Sin embargo se considera que la época Preclásica se vio representada mediante el 8% de grupos, un alto índice al considerar que la muestra procede de rellenos y ripio en general. Del inicio de la esfera Chicanel se documentó material solamente en Ix Ek´, Ixtonton y Tesik; poco tiempo después ya existían 5 sitios más. Resalta la ausencia de tiestos preclásicos en los grupos asentados en el norte del valle, lo cual hace más sorprendente el uso ritual en varias cuevas de la región de Ixkun para esta época. También se reportó material con modo Protoclásico en localidades de cuatro sitios.
Muestras menores del Clásico Temprano solamente se conocen en tres sitios (Ixtonton, Ix Ek´ y Moquena); sin embargo, de cuevas de zonas vecinas al valle de Dolores proceden otros tiestos incisos y policromos.
Los grupos que muestran haber estado ocupados durante el Clásico Tardío son los más numerosos. Es la ocupación más representativa en todos los sitios analizados. Para entonces los centros rectores ejercen mayor influencia regional, erigiendo estelas, construyendo terrenos para el juego de pelota y formando calzadas para ingresar a las plazas ceremoniales. Los centros del valle de Dolores estuvieron plenamente involucrados en los movimientos de fragmentación política que se suceden a través de las Tierras Bajas Centrales aprovechando su dominio de distintos sectores de las Montañas Mayas y sobre las rutas de intercambio del sur de Petén.
Es interesante que materiales del Clásico Terminal se encuentren en los asentamientos mayores del valle. Su ausencia en otros sitios menores puede deberse a dificultades en el muestreo y a la falta de tipos y modos diagnósticos. El Clásico Terminal fue una etapa extensiva en la región y aparentemente, de densa población, fenómeno que debe analizarse con cautela por la posibilidad de sobreestimar la última ocupación de un sitio en base a la acumulación de desechos alrededor de las estructuras (E. Graham 1987). Recientes excavaciones en Ixtonton han revelado un fuerte desarrollo arquitectónico del Clásico Tardío y su extensión, con la misma o aun con mayor intensidad, hacia el Clásico Terminal. Estas manifestaciones incluyen estructuras piramidales con máscaras, edificios que aparentan ser palacios de varios accesos y cámaras, la reutilización de monumentos tallados y el complejo desarrollo de zonas habitacionales. Aun no puede determinarse hasta cuando se prolongó, aunque se considera que puede alcanzar el siglo XI, es decir 250 años después de concluido el Clásico Tardío.
Por las posibilidades de subsistencia de esta densa población en base a la riqueza agrícola de la región, es probable que ésta continuara hacia el Postclásico. Sin embargo, ha sido negativo el hallazgo de ocupación que refiera a esta etapa. El material Postclásico recolectado, principalmente incensarios depositados en templos de etapas anteriores, no supera el mero nivel de presencia mencionado para las etapas anteriores al Clásico Tardío.
Por lo anterior resulta evidente la necesidad de estudios cerámicos más profundos para comprender la dinámica que llevó a que las Montañas Mayas fueran una región ocupada en tiempos tardíos por grupos de la etnia Mopan, quienes fueron considerados por los frailes dominicos de los siglos XVI y XVII como grupos numerosos y organizados, todavía en control de las principales riquezas, es decir los suelos agrícolas y los pasos comerciales que definieron al sureste de Petén en el marco de las Tierras Bajas Centrales.
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