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Forsyth, Donald W.
1995 Cambios y continuidades en la cerámica arqueológica del sur de las Tierras Bajas y las implicaciones para el Colapso Maya. En VIII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1994 (editado por J.P. Laporte y H. Escobedo), pp.658-665. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).
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CAMBIOS Y CONTINUIDADES EN LA CERÁMICA ARQUEOLÓGICA DEL SUR DE LAS TIERRAS BAJAS Y
LAS IMPLICACIONES PARA EL COLAPSO MAYA
Donald W. Forsyth
Las investigaciones en las décadas recientes han indicado que el colapso Maya, el abandono de amplias regiones del sur de las Tierras Bajas, fue un proceso complicado y variable. Mientras muchos sitios ocupados desde el Preclásico se despoblaron, otros sitios no solamente continuaron siendo ocupados, sino experimentaron crecimiento y aun un auge en sus manifestaciones culturales (Freidel 1985:289-290).
Se ha reconocido por muchos años que una gran parte de los sitios de las Tierras Bajas del Norte siguió ocupada después del abandono u ocaso de muchos de los sitios de Petén y zonas circundantes al fin del Clásico Tardío. Sin embargo, pese a que la zona norteña ha sido el objeto de muchas investigaciones arqueológicas en los últimos 30 años, el fechamiento, no solamente del comienzo, sino también de la terminación de los periodos que corresponden al Clásico Terminal y Posclásico Temprano en la región norte, no continúa claro (Andrews V y Sabloff 1985). A pesar de estos problemas de interpretación arqueológica en el norte, podemos precisar que muchas de las ciudades norteñas experimentaron un periodo de crecimiento y expansión. Por consiguiente, en las Tierras Bajas del Norte, el término Colapso tal vez no debe aplicarse a esta zona hasta quizá el abandono de Chichen Itza (Andrews y Sabloff 1986:452), a una fecha aún no determinada con exactitud (Andrews V y Sabloff 1986:445-446).
Investigaciones intensificadas en el área beliceña durante las últimas décadas, también han señalado que el Colapso afectó a esta área de una forma muy distinta del área petenera (Freidel 1985:290). Algunos sitios, como Altun Ha y Colha, sufrieron desocupación (Colha fue reocupado más tarde, mientras otros, como Lamanai y Santa Rita, continuaron ocupados como centros importantes en el Postclásico.
Se desprende de eso que el Colapso propiamente dicho, fue un proceso sociopolítico de máxima envergadura en las zonas central y occidental del sur de las Tierras Bajas, aunque la zona beliceña no quedó completamente exenta de dicho proceso.
Los cambios cerámicos que coincidieron con el abandono de los sitios en el siglo IX de Petén y zonas colindantes no fueron uniformes a lo largo de esta región. A pesar de la caracterización del Clásico Tardío como un periodo de regionalización cerámica, se puede constatar que existen un número de semejanzas generales que unen los complejos cerámicos de esta época a lo largo de una zona vasta, principalmente en el centro y occidente de la zona petenera.
Las áreas del sur de las Tierras Bajas que son cerámicamente más distintas se localizan en las márgenes del área, principalmente en el noroeste, como por ejemplo Palenque, cuya trayectoria cerámica dista profundamente de las zonas centrales y en el este de las Tierras Bajas. Mientras esta última región, principalmente Belice y zonas aledañas, mantiene vínculos importantes a la zona central en cuanto a la cerámica, Belice empieza a discrepar de Petén, particularmente en cuanto a la cerámica monocroma, comenzando al menos en el Preclásico Terminal (Gifford 1976; Thompson 1939, 1940).
Pero los complejos del Clásico Tardío se unen por un grupo de rasgos cerámicos, de los cuales lo más importante es la policromía. Esta cerámica consiste de vasijas que llevan un fondo naranja o crema con diseños en rojo y negro (y a veces otros colores; los Grupos Cerámicos Saxche, Palmar y Zacatal o tipos del mismo estilo general) y que presentan superficies brillantes portando escenas de la vida y mitología de los Mayas, como también dibujos geométricos. Hay también tipos con otros colores de fondo, pero los tipos de polícromo naranja y crema son los más conocidos. Las formas principales son las fuentes trípodes (Smith 1955:Figs.53, 56), fuentes hondas sin soportes y bases planas (Smith 1955:Figs.60-63), platos trípodes con ceja lateral (Smith 1955:Fig.36), cuencos con paredes redondeadas (Smith 1955:Fig.33) y vasos cilíndricos (Smith 1955:Figs.39-40, 41a). La cerámica polícroma del Clásico Tardío es tan llamativa que ha servido como un marcador singular para alinear los complejos de varios sitios, tanto en el norte como en el sur. De hecho, la cerámica policromada muchas veces sirve del principal enlace, si no casi el único, entre los complejos en las márgenes del área central, por ejemplo, Barton Ramie, Palenque y Piedras Negras.
Sin embargo, en el área central, otra característica generalizada del Clásico Tardío es el retorno a las superficies rojas en la cerámica monocroma después de un énfasis en superficies naranjas en el Clásico Temprano. Los monocromos rojos y en una forma muy menor, los negros, dominan los complejos cerámicos del Clásico Tardío y Terminal. Las formas más salientes son los cuencos grandes con bordes invertidos (Smith 1955:Fig.48a-b), fuentes trípodes con paredes recto-divergentes (Smith 1955:Fig.51a, c) y tinajas con cuellos evertidos (Smith 1955:Fig.47a-b). Los grandes cuencos con bordes invertidos y mayormente ornados con una faja de impresiones de dedo en el exterior cerca del borde, se despliegan en gran cantidad durante esta época y, de un modo u otro, sirven de un marcador para el Clásico Tardío y Terminal casi a lo largo del sur de las Tierras Bajas (Sabloff 1975:Figs.307-310, 321-329; Smith 1955:Figs.48a-c, 49a1-10; Chase 1983a:Fig.17; Rice 1987:Fig.32a-l;
Gifford 1976:Fig.146).
Al examinar los complejos del Clásico Terminal en el área central, reconocemos que el cambio capital en comparación al Clásico Tardío es la merma drástica en la policromía. Hay otros cambios también, pero éstos no se encuentran en toda el área central, sino son regionales. Estos últimos son importantes y regresaré a tales cambios a continuación. No obstante la disminución en la cerámica policromada, particularmente la Cerámica Lustrosa [Gloss Ware] es evidente a lo largo del área Maya, aunque en el área central no desaparece completamente hasta el fin del Clásico. Dicha tradición, que empezó en la época Protoclásica y se generalizó por una zona enorme de las Tierras Bajas, inclusive en las Tierras Bajas del Norte, en el Clásico Temprano, no sobrevivió el fin del Clásico. La cerámica polícroma del Postclásico es bien distinta de la del Clásico, tanto en cuanto al acabado y los colores de fondo, como también con respecto a los motivos decorativos y su colocación en la vasija.
Por otra parte, la cerámica monocroma parece continuar en el Clásico Terminal con solamente cambios ligeros del periodo anterior, principalmente en las formas. En cuanto a esta cerámica monocroma es posible postular tres regiones grandes durante el Clásico Terminal que, a pesar de la similitud entre sus complejos cerámicos, demuestran diferencias que tal vez pueden implicar regiones distintas de suministro de cerámica. Una de ellas se localiza en la zona occidental en la región del río Usumacinta y sus afluentes río arriba. La segunda abarca la zona lacustre de Petén Central, que se extiende en una faja oeste-este más o menos en el paralelo 17❍N. La tercera se extiende al norte de la zona lacustre en la parte nor-central de Petén (Figura.1).
La cerámica monocroma de la zona occidental incluye los tipos Tinaja Rojo (Sabloff 1975:Figs.296-299), Subin Rojo (Sabloff 1975:Figs.306-310), Camarón Inciso (Sabloff 1975:Figs.341-355), Chaquiste Impreso (Sabloff 1975:Figs.321-329) y un variante de Pantano Impreso (Sabloff 1975:Figs.311-320). Los sitios que manifiestan esta cerámica incluyen Yaxchilan, Altar de Sacrificios (Adams 1971), Ceibal (Sabloff 1975), los sitios del Petexbatun, Itzan y Polol. Sumado a este conjunto de tipos en la zona es la cerámica de pasta fina (Naranja Fino y Gris Fino; Sabloff 1975:Figs.370-423), cuyo foco de concentración es el drenaje bajo del río Usumacinta en los estados mexicanos de Chiapas, Tabasco y Campeche. Se notan no solamente las nuevas pastas, sino también formas distintas, introducidas por primera vez al área Maya sureña. Esta cerámica se encuentra en cantidades considerables en casi todos los sitios ribereños del Usumacinta desde Piedras Negras hasta por lo menos Ceibal (Sabloff 1975). En la zona del río Petexbatun, esta cerámica de pasta fina del conjunto Altar, Balancan y Tres Naciones solamente se suma a la cerámica monocroma encontrada en otros sitios del Petexbatun después del abandono de los sitios clásicos y principalmente en un solo sitio. Aun así no es numéricamente preponderante.
La zona lacustre durante esta época tiene un inventario de cerámica muy parecido a la de la zona occidental en que los tipos Tinaja Rojo, Subin Rojo, Camarón Inciso, Chaquiste Impreso y Pantano Impreso, equivalentes a los mismos tipos en la zona occidental, conforman el núcleo de la cerámica monocroma. Pero en estos sitios, entre los cuales están Motul de San José, Tayasal, Flores (observación personal) y Macanche (Rice 1987), la cerámica de pasta fina es muy escasa (Chase 1983a:100; Flores, observación personal; Rice 1987:84). Se infiere de eso que, cualquiera que sean los procesos o eventos representados cerámicamente en la introducción de las pastas finas en los complejos de la zona occidental (Sabloff y Willey 1967; Adams 1973b), la zona lacustre, a pesar de ser un partícipe en la misma tradición de cerámica monocroma, no experimentó los mismos cambios cerámicos.
Además, en contraste a los sitios occidentales, que fueron despoblados al fin del Clásico Terminal, si no antes, los sitios lacustres continuaron sin evidencia de abandono. Sin embargo, no se puede discernir con certeza si la transición del Clásico Terminal al Posclásico Temprano en la zona lacustre fue una de cambio lento o reemplazo rápido. Los datos de Tayasal parecen ambiguos (Chase 1983a:101; 1983b:1216, 1275; 1986:119) en cuanto a ese punto, mientras las excavaciones hechas en Flores en 1992 tienden a indicar un cambio abrupto (observación personal). No obstante, eso podría ser un resultado del número limitado de excavaciones y el hecho de que las excavaciones fueron principalmente pozos estratigráficos. En la parte central y este de esta zona, por otra parte, hay aparentemente evidencias de continuidad (Rice 1986:282; 1987:91).
Sin embargo, lo que podemos averiguar en la zona lacustre es una reorientación en la cerámica de la zona en el Posclásico Temprano. No solamente disminuyen las vasijas polícromas, un proceso que empezó antes, sino que también desaparecen los grandes cuencos impresos con bordes invertidos y las tinajas con impresiones en la coyuntura del cuello y hombro de la vasija. Aunque las fuentes y platos trípodes continúan en otros tipos, hay una disminución notable en cuanto al tamaño de las vasijas en el Postclásico.
La reorientación es aún más notable en cuanto a los tipos policromados del Postclásico Temprano. La gran mayoría de los así llamados polícromos son en realidad tricromos. Es decir, consisten de vasijas engobadas al estilo de las monocromas, pero con una banda circunferencial, en el interior o exterior, dependiendo de la forma, que no lleva el engobe rojo (Rice 1987:Figs.42-44; Lám.VIII-IX). Esta banda puede llevar un engobe de color crema a rosado, que entonces recibe pintura, generalmente en negro o rojo, pero raramente ambos.
Los cambios a la cerámica monocroma son también significativos en cuanto a las formas, tamaños y soportes (Rice 1987:Figs.40-44). La olla con gran cuello (Rice 1987:Fig.48a-d) y los soportes en forma de caras o volutas (Rice 1987:Figs.40a-c; 41k-l; 42a-d; 47a-e); hay cambios importantes en las pastas que indican una reorientación dramática en el Postclásico.
Si añadimos a ésto la evidencia cerámica de la regionalización creciente en la zona lacustre (las diferencias entre Tayasal/Flores, Macanche y Topoxte) durante el Postclásico (Rice 1986), todo eso podría prestarse a la interpretación, aunque no la comprueba, que aun en los sitios en que la ocupación continuó ininterrumpida, procesos de cambio cultural al fin del Clásico resultaron en una sociedad significativamente transformada (Rice 1986:279ff).
En la región nor-central del Petén existía un otro conjunto de cerámica en el Clásico Terminal. Denominada la Esfera Eznab, se caracteriza por los tipos monocromos del Grupo Tinaja en formas especiales. Particularmente salientes son las fuentes y platos trípodes (Smith 1955:Fig.50b) que se asemejan o reproducen las formas de la cerámica de pasta fina en la región occidental (Smith 1955:Fig.50a12-13, b; Culbert 1973:Fig.13a, d; Sabloff 1976:Figs.355, 358-360, 373-376, 407,411, 413-416, 420-421) y platos trípodes con paredes recto-divergentes, a veces con cejas basales melladas (Smith 1955:Fig.51b, d; Culbert 1973:Fig.13f). Otras formas importantes son los cuencos grandes con bordes engrosados e invertidos (Smith 1955:Fig.49a; Culbert 1973:Fig.13g-i), que son variantes de vasijas comunes en el Clásico Tardío y las tinajas (Smith 1955:Fig.47c; Culbert 1973:Fig.13b-c). Con menos frecuencia ocurren las fuentes hondas con cejas labiales redondas, también semejantes a formas de la pasta fina en el occidente y vasijas en forma de barril con soporte pedestal (Smith 1955:Figs.3h, j, 10s, 42b8, 44f; Culbert 1973:Fig.13e). La policromía aparece en cantidades muy disminuidas en comparación a las fases anteriores. Naranja Fino y Gris Fino están presentes, pero escasos, igual al caso en la zona lacustre. Esta zona incluye los sitios de Uaxactun (Smith 1955; Smith y Gifford 1966), Tikal (observación personal) y aparentemente Yaxha (Rice 1986:270-273). La zona nor-central se extendió al norte a una distancia todavía no determinada. Pero tipos y formas de la Esfera Eznab se encontraron en entierros post-construccionales en El Mirador.
Solamente en el área de Yaxha, que se localiza a la margen oriental de la zona lacustre y sureste de la zona nor-central, hubo un ocupación importante en el Postclásico, aunque no en Yaxha mismo. Sin embargo, las investigaciones del Proyecto Nacional Tikal han demostrado que Topoxte había sido ocupado desde tiempos Preclásicos, inclusive en el Clásico Terminal. Aunque la cerámica Postclásica de Topoxte se diferencia sutilmente de la zona lacustre al oeste, se notan los mismos cambios generales en el Postclásico en cuanto a las formas, esquema de decoración y soportes.
A pesar de la variabilidad entre la cerámica monocroma de las tres zonas en el Clásico Tardío, se puede notar una unidad subyacente que indica que todas estaban participando en el mismo sistema funcional de producción cerámica. La frase sistema funcional, como la uso aquí, se refiere no a las unidades específicas del sistema Tipo:Variedad, que pueden variar considerablemente entre las tres, sino al conjunto de acabados de superficie, formas, modos decorativos y las proporciones relativas de varias clases de cerámica, que son compartidos universalmente pese a varias diferencias tipológicas o modales. Este conjunto, especialmente en la cerámica monocroma, sugiere que los usos y las funciones de la cerámica en aquel entonces eran las mismas, o al menos semejantes. Es decir, la similitud general de la cerámica a lo largo de toda la región central, implica un sistema de conducta o actuación compartido en la esfera de acciones humanas en que la cerámica juega un papel. Como ilustración, si encontráramos varias vajillas de porcelana, consistiendo de platos, platillos, tazas, etc., en distintos sitios, sería plausible deducir de esto que las vajillas se utilizaban en la vida cotidiana de una forma semejante a pesar de las diferencias de pasta, diseños, etc. En una manera paralela, podemos inferir que en el Clásico Tardío las tres zonas eran co-partícipes en un sistema funcional semejante.
Al final, o en algunos casos durante, el Clásico Terminal, por otra parte, notamos cambios diferenciales en la región central del sur de las Tierras Bajas. En el occidente, los cambios más destacados resultan de la introducción de cerámica de pasta fina que tuvo su origen, o al menos inspiración, en zonas ajenas (Sabloff 1973:121). Por consiguiente, su introducción representa por primera vez una influencia cerámica importante del noroeste y, a la vez, corresponde a la ocupación final de un gran número de los sitios de la zona. El origen de esta influencia y sus implicaciones para el abandono de la zona ha sido el objeto de mucha especulación (Adams 1973a:31-33). Una de las razones del porqué tenemos que especular es la falta, casi completa, de estudios relevantes en la región río abajo (del sistema Usumacinta). Aparte de algunas investigaciones preliminares carecemos de datos comprensivos derivados de excavaciones controladas en la región. Los análisis químicos de las pastas finas recuperadas del occidente nos han ayudado a mejor entender el problema de la producción (Sabloff et al. 1982), pero no a comprender los procesos económicos y culturales que provocaron una reorientación tan dramática en la manufactura y uso de tal cerámica. Dado el estado de desconocimiento casi total de la arqueología en la región río abajo durante los periodos relevantes, la cuestión de los procesos que trajeron la cerámica de pasta fina y otros rasgos culturales a la zona occidental es prácticamente intratable. Por consiguiente, no podemos precisar si estos procesos eran un factor activo y decisivo en el abandono de los sitios de la zona o más bien si el colapso fue un resultado de un proceso primordialmente interno del que los pueblos de la región río abajo solamente aprovecharon. Pero podemos aseverar que, lo que sea el hecho, el fin de la época Clásica se anuncia por la introducción de no solamente unos cuantos ejemplares de una cerámica extranjera, como era, por ejemplo, el caso del Grupo Chablekal anteriormente, sino por la entrada de un conjunto completo de cerámica que, hasta aquel entonces, no jugó un papel importante en el sub-sistema económico concerniente a la producción, distribución y consumo de cerámica.
Pero aun así, hay aparentes diferencias entre el efecto de la introducción de la cerámica de pasta fina. En Altar de Sacrificios, Adams (1973b:144) arguye que las pastas finas llegaron al sitio al fin del Clásico Terminal, mientras Sabloff (1973:120ff) insiste que ellas aparecieron en Ceibal en pleno Clásico Terminal. Y más al sur, la evidencia de Petexbatun indica su presencia solamente después del Colapso, algo más comprensible, dado su ubicación más al sur del núcleo de producción de las pastas finas, que en los casos de Altar de Sacrificios y Ceibal.
En la zona nor-central de Petén, la coyuntura contemporánea era bien distinta de occidente. Aquí la cerámica de pasta fina se encuentra solo ligeramente y la cerámica no exhibe cambios tan radicales. Sin embargo, muchos de los mismos tipos cerámicos que aparecieron en tanta cantidad en el occidente se encuentran en la zona nor-central también, pero en frecuencias muy pequeñas. Eso podría indicar que las transformaciones económicas que se efectuaron en este periodo tuvieron un efecto aun lejos de la zona de mayor impacto. Una prueba de eso podría ser el hecho de que en la cerámica monocroma, que exhibe continuidades robustas con el Clásico Tardío (Tepeu 1-2), las formas de esta cerámica demuestran influencias de la cerámica de pasta fina, como son las fuentes trípodes de paredes invertidas (Culbert 1973:Fig. 13a, d), los barriles con base pedestal (Culbert 1973:Fig.13e) y las fuentes hondas con cejas labiales redondas (Smith 1955:Fig.50a10-14,17). No podemos precisar si estos cambios reflejan nada más que los caprichos de la moda o si representan un conjunto funcional añadido al complejo cerámico. Pero estos elementos en la cerámica Tepeu 3 de la Esfera Eznab sugiere una interacción o influencia de la zona occidental a nivel general. No podemos descartar la posibilidad de influencia del norte, por ejemplo Becan (Ball 1977), que también tiene formas semejantes. Pero en este caso, las semejanzas al río Usumacinta parecen ser más profundas que en la zona nor-central de Petén, ya que tanto Becan como el occidente probablemente recibieron influencias del drenaje del bajo río Usumacinta (Ball 1977:163).
Esta situación contrasta fuertemente con la zona lacustre. Aquí el inventario cerámico del Clásico Terminal fue sustituido, aunque ese proceso parece ser muy variable en la zona, por un conjunto nuevo de formas, pastas y modos decorativos. Es decir, aunque la cerámica de pasta fina aparece aquí en cantidades muy pequeñas, no parece tener un impacto importante en el desarrollo de la economía de la cerámica. Al contrario, la cerámica que reemplaza a la del Clásico Terminal marca una reorientación muy fuerte, una tradición de cerámica monocroma y polícroma que continúa en la zona lacustre hasta el periodo de contacto europeo. Una reorientación de esta índole no se había manifestado en las secuencias cerámicas de las Tierras Bajas del Sur desde el fin del Preclásico, cuando también hubo evidencia de abandono o retroceso cultural en muchos sitios.
Visto desde la perspectiva de la cerámica, podemos decir que las regiones y zonas más alejadas de la zona occidental del sur de las Tierras Bajas tendieron a sobrevivir los procesos culturales que denominamos el Colapso, como la zona norteña de la península de Yucatán y la zona beliceña. Es decir, las zonas más cerca o más económicamente relacionadas a la zona occidental no lograron superar los efectos culturales del Colapso, del cual la cerámica de pasta fina y sus influencias sirven como un distintivo. Esa generalización parece estar apoyada por la evidencia del cese de erección de monumentos fechados, que también demuestran una tendencia del suroeste al noreste.
En cuanto a las varias hipótesis del Colapso Clásico, ésto podría interpretarse como una defensa de la teoría de una invasión por un grupo de extranjeros que entraron al área Maya desde Tabasco/Campeche y destruyeron las bases económicas y sociales de la cultura clásica. Sin embargo, como ya señalé, no tenemos suficiente conocimiento de los acontecimientos y la trayectoria de desarrollo cultural en la zona proyectada como el núcleo de esa invasión. Sin tales datos es muy atrevido aceptar una explicación tan tenue.
Por otra parte, cabe decir, en el mismo espíritu especulativo, que la introducción de las pastas finas y otras características culturales en la zona occidental puede interpretarse en una forma diferente, sin la necesidad de postular una invasión del norte, si efectivamente fue una invasión y no una relación de otra clase. En este caso los cambios materiales podrían haber sido el resultado y no la causa, de un fracaso o ruptura social interna. En este caso, los invasores tal vez serían nada más que oportunistas, tratando de sacarle ventaja a los reinos o señoríos en plena desintegración o quizá ya desmoronados.
La zona lacustre, a pesar de tener vínculos más estrechos con la zona occidental en el Clásico Terminal, pudo re-encaminar sus relaciones económicas, por lo menos con respecto a la cerámica, a zonas más al oriente, particularmente Belice. La capacidad de esta zona a forjar tales relaciones, solamente perceptibles borrosamente por medio de la cerámica, tal vez explica en parte porqué los efectos que provocaron un desastre cultural en el occidente y en otras partes del centro de las Tierras Bajas se superaron en la zona lacustre.
Aun así, debemos tomar en cuenta que los procesos culturales al fin del Clásico ciertamente no eran tan sencillos como se insinúa. Aun en las áreas en que no hubo colapso o abandono generalizado, como en el norte y este de la región Maya, algunos sitios sí fueron abandonados, mientras otros continuaron y en algunos casos, florecieron. Eso sugiere que el sur de las Tierras Bajas experimentó un conjunto de presiones que fueron suficientemente amenazadoras como para destruir el tejido de la sociedad. Pero otras comunidades, debido a sus recursos, tanto naturales como sociales y culturales, lograron sentar las bases de una reconfiguración de la cultura Maya que perduró hasta la llegada de los Españoles.
Figura 1 Sectores de discusión en el sur de las Tierras Bajas
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