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048 Reevaluando Río Seco, La Gomera, Escuintla.
Mariana Sánchez, Gilberto Cruz, Rodrigo Guzmán, Leticia Miguel Ros, Ana Barth y Alejandro González
XXVII Simposio de Investigaciones
Aqueológicas en Guatemala
Museo Nacional de Arqueología y Etnología
22 al 26 de julio de 2013
Editores
Bárbara Arroyo
Luis Méndez Salinas
Andrea Rojas
Referencia:
Sánchez, Mariana; Gilberto Cruz, Rodrigo Guzmán, Leticia Miguel Ros, Ana Barth y Alejandro González
2014 Reevaluando Río Seco, La Gomera, Escuintla. En XXVII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2013 (editado por B. Arroyo, L. Méndez Salinas y A. Rojas), pp. 603-614. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.
Reevaluando Río Seco, La Gomera, Escuintla
Mariana Sánchez
Gilberto Cruz
Rodrigo Guzmán
Leticia Miguel Ros
Ana Barth
Alejandro González
Palabras clave
Escuintla, Río Seco, Influencia teotihuacana, Clásico Temprano.
Abstract
Documented between 1967 and 1970 by Edwin M. Shook, the site of río Seco has a special importance, but it has gone unnoticed all this time. With evidence of occupation from the Late Preclassic, río Seco was increasing its importance in the region well into the Early Classic period when there is a special interest in the development of Teotihuacan pottery, mainly concentrated in a single structure. The occupation at the site continues and becomes more extensive during the Late Classic. Several pieces on display in museums in Guatemala and the world, some of them documented by N. Hellmuth, who claim to be from the Tiquisate area rather seem to come from the site of río Seco. That is why it is necessary to reconsider the importance of this site, and its role in the historical process of the South Coast.
Introducción
El sitio arqueológico Río Seco está localizado en la Finca San Antonio II, antiguamente conocida como San Antonio Río Seco, en el Municipio La Gomera, Escuintla (Fig.1). Se encuentra ubicado a una altura aproximada de 30 metros sobre el nivel del mar (IGN 1967),entre los ríos Coyolate y Acomé. Un tributario de este último, el Río Seco, pasa a pocos metros al norte de la finca y de allí su nombre. Entre las décadas de 1960 y 1980, se cultivó algodón y luego cambió a pastizales hasta finales de la década de 1990, cuando se introdujo el cultivo de palma africana.
A pesar que el sitio fue investigado por E.M. Shook en varios viajes cortos entre los años 1969 y 1971 y que la evidencia no fue publicada, Río Seco se ha mencionado en varias publicaciones relacionadas con la influencia teotihuacana en la Costa Sur de Guatemala. Durante este año, en los meses de mayo, junio y la primera semana de julio, el Proyecto Arqueológico Río Seco llevó a cabo la primera temporada de campo en el sitio. Actualmente se encuentra en proceso de análisis de la evidencia y preparación del informe.
Antecedentes
Las investigaciones en Río Seco han sido limitadas. Edwin M. Shook supo del sitio en 1952, por medio de Carlos H. Notteböhm, quien le proporcionó la descripción del sitio y le dio el croquis de la parte que él supuso era la más importante. Sin embargo, fue hasta 1967 cuando Shook hizo un reconocimiento del área por medio de fotografías aéreas y en 1969 llegó al sitio por primera vez.
Él visitó el sitio en cinco ocasiones, en enero y mayo de 1969; luego en marzo y abril de 1970; y la última a principios de mayo de 1971. En el transcurso de estos años elaboró un nuevo croquis del sitio donde incluyó otros montículos y replanteó la forma de la plataforma alargada (Montículo 4). También realizó varias recolecciones intensivas de superficie –donde dijo haber encontrado una alta concentración de cerámica– específicamente en tres puntos: la cima del “Montículo Taller” (Montículo 5); en la cima de una gran plataforma alargada al sur del “Montículo Taller” (Montículo 4); y el tercer punto ubicado en “una plataforma baja al noroeste de la tienda de la finca” (Shook 1967). Aunque el croquis del sitio solo incluye dieciocho montículos (Fig.2), Shook afirmó que Río Seco estaba compuesto por aproximadamente cincuenta (Berlo 1989:147), posiblemente porque tomó en cuenta los montículos que han sido nombrados de diferente forma por las fincas en las que están localizados.
Montículo 5
Este tenía alrededor de 12 x 10 m en la base y una altura aproximada de 5 m, con una cima relativamente plana.
El 7 de abril de 1970, realizó excavaciones de rescate en la cima del Montículo 5 (“Montículo Taller” o “Montículo Teotihuacán” llamado así por Berlo (1989:147). Sus excavaciones revelaron material de la segunda mitad del Clásico Temprano (400 a 600 DC), de estilo teotihuacano, incluyendo dos bases de incensario, cuatro cuencos de silueta sencilla, un cuenco trípode y un vaso cilíndrico trípode. A este conjunto de vasijas lo llamó Escondite #1. Shook describe que, como parte del Escondite #1, encontró un incensario con tapadera, en el que se encontraron restos de materiales perecederos como, carbón; ceniza; pequeñas conchas; un mosaico, probablemente de jade; granos pequeños de cristal de cuarzo; y fragmentos de pigmento de color rojo o rosado fuerte, probablemente cinabrio. Desafortunadamente, aunque Shook escribe que guardó todos los materiales, no existe evidencia de que estos hubieran sido analizados.
Según parece, 4 m al sureste del Escondite #1, encontró otro agrupamiento de vasijas, que incluía vasos cilíndricos trípodes, un cuenco con base pedestal, incensarios y otras vasijas, que denominó Escondite #2. Según parece, también encontró, en su lugar original, “una base grande de incensario con un cilindro y tapadera dentro de la base” (Shook 1970). Estos los encontró 60 cm debajo de la, ya reducida, superficie del montículo. Asociado con el Escondite #2, encontró una gran cantidad de tiestos. Sobre la superficie del Montículo 5, también encontró una gran cantidad de fragmentos de incensarios, que él mismo dijo ser “increíble”.
La visita del 3 de mayo de 1971 Shook contó con la colaboración de Marion Popenoe de Hatch, Nicholas M. Hellmuth y Gene Paull y realizaron varias excavaciones, por lo menos tres, en el Montículo 5. Lastimosamente, sólo se ha tenido acceso a la información sobre la excavación que supervisó Popenoe de Hatch. Ella menciona que la mayor concentración de tiestos de incensarios estaba localizada, entre 15 y 46 cm de la superficie (Popenoe de Hatch 1971).
Montículo 4
Es una plataforma alargada, de aproximadamente 5 m de alto, localizada al sur, del otro lado de la plaza abierta, del Montículo 5. Shook menciona que en 1970 encontró una gran cantidad de material y describe “la urna funeraria más grande y más pesada que [ha visto] en la Costa Sur de Guatemala”, que estaba fragmentada y, muy probablemente, todavía in situ en la pendiente al sur del montículo. Asimismo un cántaro Plomizo Tohil “de la más alta calidad” y un vaso polícromo de base pedestal del Postclásico Temprano, posiblemente del tipo Polícromo Nicoya. Este último fue encontrado mientras se hacía movimiento de tierra en la cima de la plataforma. Por esta razón, Shook creía que el cántaro Plomizo y el vaso Polícromo Nicoya podían haber sido parte de un mismo rasgo que estaba localizado cerca de la superficie del montículo (Shook 1970).
Durante la visita de mayo de 1971, realizaron una recolección intensiva en el Montículo 4 en el que encontraron varios tiestos de Polícromo Nicoya, una cuenta de jade, fragmentos de orejeras y algunos huesos. El relleno de la estructura tenía tiestos del Preclásico Tardío, Clásico Tardío y Postclásico (Popenoe de Hatch 1971).
Montículo 1
Es el montículo más grande del sitio y está localizado aproximadamente a 150 m al este del Montículo 5. Al oeste y norte de éste, parece haber estado el casco de la finca, con algunas casas de trabajadores y oficina administrativa. Shook no menciona si hizo o no recolección de superficie en este montículo.
Temporada 2013: información preliminar
El proyecto se organizó con varios objetivos en mente:
1. Determinar en qué momentos estuvo ocupado el sitio y la importancia que tuvo éste durante esos momentos.
2. Determinar si la ocupación durante la segunda mitad del Clásico Temprano se limitaba a un solo montículo, como fue sugerido por E.M. Shook, o si otros montículos del sitio también estuvieron ocupados durante ese momento.
3. Buscar evidencia sobre la naturaleza de la “presencia” teotihuacana en la segunda mitad del Clásico Temprano (400-600 DC) en la Costa Sur, que complemente lo que han propuesto otros investigadores.
4. Elaborar el mapa topográfico completo del sitio, ya que actualmente solo se contaba con los croquis realizados por Carlos Notteböhm (1952) y Edwin M. Shook (1967).
Reconocimiento
El sitio, según el croquis modificado por Edwin M. Shook (1967), estaba compuesto por 18 montículos, que podían haber estado arreglados en tres plazas abiertas. Actualmente, según se ha podido observar, varios de estos montículos han desaparecido por la actividad agrícola (Fig.2).
El reconocimiento se llevó a cabo en mayo de este año y fue supervisado por licenciado Ernesto Arredondo y realizado por estudiantes de la Universidad del Valle de Guatemala. Además de nombrar los montículos incluidos en el croquis de Shook (1967) (montículos 1 a 18), se realizó una recolección intensiva en los montículos más grandes del sitio y se logró identificar una plataforma relativamente baja, la Plataforma 1, que E.M. Shook no registró en sus visitas (Fig.3). En ésta también se hizo una recolección cuidadosa que proveyó mucho material cerámico diagnóstico de la segunda mitad del Clásico Temprano y Clásico Tardío y varios ejemplos de fragmentos de navajas prismáticas de obsidiana verde. Con la información recuperada se determinó que era de suma importancia investigarlo.
Asentamiento
Durante el mes de junio, el licenciado Rodrigo Guzmán realizó un meticuloso levantamiento topográfico, incluyendo los montículos y la forma del terreno. De los datos recabados se obtuvo un mapa del sitio con la información de su asentamiento, elementos modernos, topografía, excavaciones arqueológicas y datos de referencia geográfica. El croquis elaborado por Shook fue la base del mapeo arqueológico, pues las estaciones se localizaron siguiendo las ubicaciones esperadas. Además, se dio prioridad a las áreas que serían investigadas arqueológicamente y a los montículos que no aparecen en el croquis pero que fueron encontrados.
El proceso de mapeo permitió conocer la ubicación de los montículos, su forma y dimensiones reales, así como el posicionamiento relativo y proporcionado entre los elementos presentes en el terreno. Debido a que el dibujo de Shook es un croquis esquemático de la ubicación y proporción de los montículos, el nuevo mapa del sitio presenta algunas variantes en la ubicación y dimensión de éstos. Durante la temporada se localizaron e incluyeron en el mapa un total de 16 montículos, los cuales coinciden en su mayoría con el croquis antes descrito (Fig.4). Sin embargo, existen algunas variantes, pues algunos montículos descritos en el croquis no fueron hallados y se encontraron otros que no habían sido considerados.
Se observó que el asentamiento del sitio se encuentra alrededor de una depresión natural del terreno. Probablemente esta depresión constituyó el cauce o un ramal del Río Seco dentro de su zona de libertad de drenaje. Esta parte central del sitio permite la acumulación natural de agua por gravedad, lo cual pudo haber sido aprovechado por los habitantes prehispánicos. La descripción de “drenaje moderno” en el croquis de Shook se encuentra precisamente en esta depresión natural del terreno. Se destaca la presencia del Montículo 1, constituido por una construcción colosal de 8 m de altura y cuya parte superior posee una superficie de 20 x 30 m. Este es contrastante con las dimensiones de los otros 15 hallados en el sitio. Sin embargo, esta es una característica observada en sitios de la región, como Montana y Marinalá, los cuales presentan asentamientos con una estructura grande dominante.
A pesar de que el asentamiento de los montículos se encuentra condicionado a la depresión del terreno, también se puede ver una tendencia en la orientación de estos alrededor de una plaza. Se puede observar que existe una tendencia de desviación de 20° con respecto al norte. Esta desviación debe ser estudiada con más profundidad, debido a la utilización del norte magnético actual en vez de uno astronómico y a la irregularidad de los montículos que impide indicar orientaciones exactas. Sin embargo, debe tomarse en consideración que aunque el asentamiento está acondicionado a la depresión natural al centro del terreno, la topografía ofrecía libertad para la alineación de los montículos. Por lo tanto, es posible que esa declinación haya sido trazada de forma deliberada por alguna razón específica.
Excavación
Por los objetivos del proyecto y por la evidencia recuperada en el reconocimiento realizado en el mes de mayo de este año, se decidió centrarse en dos de los montículos del sitio. La Plataforma 1, una gran plataforma localizada al noroeste del sitio y con mucho material en la superficie, y el Montículo 5, el que Shook investigó y que dijo ser el único con una ocupación durante la segunda mitad del Clásico Temprano.
Plataforma 1
La recolección de superficie y la información recuperada de los pozos realizados en esta plataforma dieron información muy relevante sobre la época de interés. Según el análisis preliminar de la cerámica, esta era un área residencial elitista que estuvo ocupada durante el Clásico Temprano y Clásico Tardío.
Rasgo 3
El hallazgo principal de la Operación J-146 (Fig.5), excavada por Leticia Miguel Ros, que se ubicó al este de la Plataforma 1, consistió en el descubrimiento de dos vasos de elaboración fina. Los vasos se localizaron a una profundidad de 10 a 30 cm, bastante superficial. Debido a que ambos vasos se encontraban pegados al perfil norte, se decidió realizar una ampliación en busca de contexto relacionado y facilidad para extraer los hallazgos.
El primero en hallarse fue el Vaso 1, a una profundidad de 15 cm a 25 cm del perfil oeste y pegado al perfil norte. Este es un vaso naranja, fino, con una altura de 15 cm (la pieza completa pudo medir hasta 30 cm), ya que se encontró fragmentado casi por la mitad y con cerámica asociada en su radio que no necesariamente pertenecía a el. El Vaso 2 es rojo sobre crema con motivos diagonales que intercalan estos dos colores. Este se encontró casi completo y midió 27 cm de alto. Su ubicación dentro del pozo era a 80 cm del perfil oeste. Su diámetro superior es de 12 cm. El Vaso 2 se encontraba fragmentado en su parte superior debido a una raíz intrusiva, pero en un buen estado de conservación. Su posición no mostraba que se apoyara sobre una superficie plana, ya que se encontraba ligeramente ladeado hacia el oeste.
El estilo de estos vasos es similar a los encontrados en Palo Gordo por F. Termer en 1961, recuperados de un depósito de 14 piezas cerámicas que consistían en vasos cilíndricos finos y bien conservados (Gómez 2011:55). Dichos vasos fueron fechados para el Clásico Tardío y debido a su similitud podrían ser de la misma temporalidad. Es importante resaltar que no se encontró ningún otro elemento cultural asociado con este hallazgo, más que cerámica proveniente del nivel.
Rasgos 8 y 10
La Operación J-143 y su extensión hacia el norte, la Operación J-161 (Fig.5) fueron excavadas inicialmente por Alejandro González y luego por Ana Barth. A los 1.50 m de profundidad de la Operación J-143 se descubrió el Rasgo 8, el cual consistía de una vasija completa en posición invertida y, muy cerca de ella, se encontró un candelero fitomorfo de dos cámaras.
A una profundidad de 1.89 m apareció un piso. Debajo de éste, a una profundidad de 2.03 m, apareció el Rasgo 10 que consistió en diferentes capas de materiales con una orientación este-oeste principalmente en la sección norte de la operación (la acumulación de material no continuaba hacia el sur). Algunos de los materiales recuperados son los siguientes: varios huesos; un colmillo; un diente; un fragmento de orejera; un vaso cilíndrico trípode, al cual le hace falta un fragmento del borde; un cuenco con base anular casi completo; un fragmento de caracol de cerámica; una tortuga; y tres candeleros de dos cámaras completos y un fragmento, entre muchos otros.
Por la gran cantidad de material –cerámico, lítico y óseo– y la forma en que estaba distribuido, es muy probable que haya sido parte de un depósito de basura doméstica muy denso. Sin embargo, es muy temprano para asegurarlo ya que se tendrán que analizar cuidadosamente los materiales. Lo que si fue posible determinar en el campo es que gran parte del material corresponde a la segunda mitad del Clásico Temprano (400 al 600 DC). Desafortunadamente, por razones de tiempo, no se pudo continuar con la excavación, pero se espera poder obtener suficiente información de lo que se extrajo.
Montículo 5
Entierro 1
Fue encontrado en la Operación J-155 (Fig.5), excavada por Gilberto Cruz y ubicada en la fachada este del Montículo 5, cerca de lo que fuera su cima (Fig.6). Para exponer todo el entierro fue necesario trazar tres extensiones (operaciones J-159, J-160 y J-162), siendo el área total excavada de 2 x 4 m.
En la Operación J-155 primero se identificó un piso a 1.41 m de profundidad, el cual estaba presente solo en una parte de la operación, principalmente cerca del perfil oeste. En el resto, el suelo era suave y a una profundidad de 1.50 m se encontró el cráneo y parte de las extremidades superiores. Esto sugiere que para colocar el entierro fue necesario romper parte del piso.
El entierro (Fig.7) es primario y directo, corresponde a un individuo masculino, el cual se encuentra extendido, en posición decúbito dorsal y posee una orientación este-oeste. A pesar de la fragilidad de los huesos, el estado de conservación en general es bueno. Cerca del cuello se encontró una cuenta tubular de jade, por lo que se cree que originalmente fue colocada en la boca. Este rasgo se ha identificado escasamente en los sitios de La Gomera, pero los pocos ejemplos, sumado al entierro de Río Seco demuestran la presencia de dicha práctica, que también era común en la Mesoamérica prehispánica (Genovéz 1997: 39; Popenoe de Hatch et al. 1994: 15).
Su ajuar funerario incluye: una vasija trípode de boca restringida que presenta como decoración un personaje zoomorfo modelado; un cántaro miniatura; un plato negro de base plana; y un cuenco profundo de base plana. Junto al cántaro miniatura se encontró una espina de pez raya fragmentada en dos.
En cuanto al fechamiento, es muy probable que corresponda al Preclásico Tardío o al inicio del Clásico Temprano. Esto a juzgar por: 1) la posición del individuo, que es común para esa época y se han encontrado entierros de la misma temporalidad en varios sitios ubicados en La Gomera (Balberta, Bonampak, Bonanza y Marinalá); y 2) las vasijas encontradas y algunos tiestos diagnósticos.
El individuo era, sin duda, algún miembro importante de la sociedad de Río Seco, esto se fundamenta principalmente por la presencia de la cuenta de jade y la espina de pez raya. Éstas eran fundamentales en los rituales de autosacrificios (Chase y Chase 2010:122; Genovéz 1997: 37).
Entierro 2
El Entierro 2 fue encontrado en las operaciones J-153 y J-163 (Fig.5), excavadas por Alejandro González, las cuales se ubicaron al este de la Operación J-155, en el Montículo 5 (Fig.6). La profundidad promedio del entierro (desde el datum) fue de 2.10 m.
El entierro (Fig.8) es primario y directo, corresponde a un infante, posiblemente con deformación craneana, el cual se encuentra extendido, en posición decúbito ventral y posee una orientación este-oeste. La osamenta tenía asociadas directamente dos cuentas tubulares de piedra verde ubicadas en la región del cuello (vértebras cervicales), por lo que se infiere que este infante podía ser de una posición privilegiada dentro de la sociedad de Río Seco, ya que estos elementos son marcadores de estatus. Cerca de la mano derecha se encontró un fragmento de navaja prismática de la fuente de San Martín Jilotepeque, lo cual es bastante extraño ya que la mayoría del material de la industria de navajas prismáticas, proviene de El Chayal. La navaja no presenta mayor desgaste por uso, por lo que pudo haber sido utilizada con fines rituales.
Juzgando por la posición tan particular en la que se encuentra el cuerpo del infante y dado que ambas piernas se encontraban dispuestas de tal manera que pareciera que fueron atadas por los tobillos –además por la posición en que se encontraron la tibia y el peroné derechos, lo que sugiere que la pierna derecha estaba más elevada– se cree, aunque de forma preliminar, que el infante fue sacrificado. Otra posible interpretación sugiere que el infante accidentalmente se tropezó, fracturándose la pierna y murió debido a la gravedad del golpe. La posición en la que se encuentra podría interpretarse también como sumisión de una élite local (o extranjera) a un gobernante. Sin embargo, los análisis osteológicos pertinentes deben de realizarse con el fin de descubrir las verdaderas causas de su muerte y la naturaleza de la posición en la que fue encontrado.
La posición del infante, aunque extraña, se ha reportado en los sitios de Los Chatos (Entierros 1 y 2) y Manantial (Entierro 5). La temporalidad se extiende desde la segunda mitad del Clásico Temprano (Entierro 2 de Los Chatos y Entierro 5 de Manantial) y el Clásico Tardío (Entierro 1 de Los Chatos). Por lo que es probable que esta práctica funeraria fuese común en los entierros de los pobladores de la Costa Pacífica Central, aunque por ahora se desconocen las razones y las aplicaciones específicas de esta modalidad de enterramiento (Genovéz 1997: 22-23 y 30).
Rasgo 11
La Operación J-158 (Fig.5), excavada por Leticia Miguel Ros, localizada en la fachada sur del Montículo 5, presentó un hallazgo que consistía en una acumulación de huesos en la esquina suroeste de la misma. Esta operación no reveló una gran cantidad de cerámica, pero a 2.13 m se observó una gran concentración de carbón casi uniforme dentro de la cual se evidenciaba una agrupación de huesos relacionados con fragmentos de cerámica.
En un principio, se pensó que la acumulación era de carácter intrusiva por un cambio de tierra a los lados de un tono más amarillento, pero dicho cambio no concentró la mayoría de los huesos y no se logró identificar dentro de los perfiles. Por este motivo se planteó que la quema pudo ser de un área más extensa por lo tanto con funciones públicas más que privadas, como lo sería un fogón. Asumiendo el planteamiento anterior, se pueden interpretar los restos óseos como una ofrenda perteneciente a un cuadrúpedo. Sin embargo, al no encontrarse una estructura bien delimitada, que de indicios de las etapas constructivas, la interpretación recaería únicamente en el análisis cerámico. Aún no es posible determinar a qué animal pertenecían los huesos, y es necesario esperar a los análisis osteológicos para poder asegurar su filiación, únicamente se puede asegurar que por el tamaño no pertenecían a un animal muy grande y por la dentadura podría pertenecer a un felino.
Los huesos no estaban en un patrón ordenado y algunos presentaban rastros de quema. Un punto importante a mencionar es la ausencia de un cráneo a pesar de la presencia de dientes, vértebras y huesos de las extremidades tanto inferiores como superiores.
Análisis preliminar de la cerámica
Las investigaciones de Shook habían revelado una extensa ocupación en el sitio, la cual se remonta al Preclásico Tardío con la presencia de vasijas Usulután y se extendía hasta el Postclásico Temprano con la presencia de materiales Plomizo Tohil y Polícromo Nicoya. El “Montículo Taller” (Montículo 5) era la única construcción del sitio donde Shook encontró material de estilo teotihuacano, pero lo restringido de sus excavaciones aún no permitía comprender la intensidad de la ocupación en los distintos periodos.
Las investigaciones del Proyecto Río Seco permitieron confirmar la extensión de la ocupación en el sitio. Siendo el Preclásico Tardío la inicial y de menor intensidad, registra un aumento durante el Clásico Temprano, hasta llegar a su nivel máximo durante el Clásico Tardío, para disminuir nuevamente durante el Postclásico Temprano. El material de estilo teotihuacano se restringe principalmente a figurillas, candeleros, un vaso completo y varios fragmentos de cerámica. Por ahora no puede profundizarse más en este tema y será hasta que se realice el análisis formal, cuando pueda hablarse sobre las vajillas identificadas y su temporalidad.
Cabe mencionar únicamente que en la Operación J-163 (Fig.5) se identificó un fragmento de una vasija con decoración teotihuacana que consiste principalmente en un ave (un quetzal o una lechuza) vista de perfil. Este fragmento es muy interesante ya que la misma aparece en el vaso (56, 1.2.118.370) del Museo de las Culturas de la Costa Sur y forma parte de una escena compleja en la que interactúan personajes ataviados con los elementos del dios Tláloc. El vaso (0201) del Museo Popol Vuh exhibe la misma escena, la cual se repite tres veces y presenta soportes con jaguares vistos de frente y con tocados de plumas. El tema se torna más interesante por el hecho que el vaso del Museo de las Culturas de la Costa Sur se cree fue encontrado en Río Seco y es probable que el vaso del Museo Popol Vuh también provenga de ese sitio. Lo que recalca la importancia de Río Seco durante la segunda mitad del Clásico Temprano.
Análisis preliminar de la obsidiana
Según el análisis preliminar realizado en campo por Alejandro González, la obsidiana provino principalmente de El Chayal, con poca presencia de San Martín Jilotepeque y de Pachuca, Hidalgo.
En el caso del material proveniente de El Chayal, se encontraron desde fragmentos de navajas prismáticas hasta pequeñas lascas y núcleos agotados, lo que sugiere que estaban fabricando sus herramientas en el sitio. Cabe mencionar que todos los núcleos agotados fueron recolectados en la Plataforma 1, lo que podría significar que la élite del sitio también eran artesanos de tiempo completo altamente especializados. Asimismo se encontró sobre la superficie un bifacial, una punta de proyectil y una punta más pequeña, que podría ser de un atlatl.
En el caso del material proveniente de San Martín Jilotepeque, parece que estaba más relacionado con la producción de lascas, aunque también hay ejemplos de fragmentos de navajas. Dado que no se han recuperado núcleos de esta fuente, podría pensarse que estaban importando el producto ya terminado.
En cuanto al material proveniente de Pachuca, Hidalgo, la gran mayoría fue encontrada en la superficie y sólo se encontraron fragmentos de navajas prismáticas lo que sugiere, al igual que el material proveniente de San Martín Jilotepeque, que estaban importándolas como un producto terminado. Es también importante mencionar que los fragmentos de navajas muestran desgaste y algunos muestran uso extremo, por lo que se puede pensar que dicha obsidiana no era utilizada solamente con fines rituales, como se ha creído hasta ahora, sino que también era para utensilios de uso diario.
Este análisis, como ya se dijo, es preliminar ya que el análisis formal será realizado por la licenciada Alejandra Roche, a partir de agosto, en la Universidad del Valle.
Interpretaciones preliminares
Aunque otros investigadores como Frederick Bove (Medrano comunicación personal 2013) realizaron visitas en el sitio –y posiblemente recolecciones de superficie– las excavaciones de Edwin M. Shook son las únicas que se habían realizado en Río Seco. Sin embargo, a pesar de conocerse poco, el sitio ha sido mencionado en diferentes publicaciones relacionadas con la influencia teotihuacana en la Costa Sur y los incensarios de ese estilo en particular (Hellmuth 1975; Berlo 1980 y 1989; Medrano 1994; Popenoe de Hatch y Shook 1999; Bove 2000; Bove y Medrano 2003), dando a entender la importancia del mismo dentro de los aspectos políticos y sociales de la zona de Escuintla durante la segunda mitad del Clásico Temprano.
Los resultados preliminares demuestran que Río Seco fue un sitio importante y clave en los cambios políticos y sociales que se suscitaron durante el Clásico Temprano en la región de La Gomera. El impacto de dichos cambios y la inminente llegada de nuevos estilos y formas provenientes de México se hacen visibles en el sitio. La presencia de candeleros, fragmentos de figurillas, vasos e incensarios, así como también obsidiana verde, demuestran que Río Seco –junto con Balberta, Montana y otros sitios de la zona– jugó un papel importante en la recepción y dispersión de elementos teotihuacanos. Cabe resaltar que la “presencia” teotihuacana en la Costa Sur se concentra principalmente en Tiquisate y La Gomera, por lo que las investigaciones en Río Seco y los sitios de estas regiones son importantes para explicar el alcance e impacto de dicha “presencia”. Mucha información podrá obtenerse del análisis de los materiales obtenidos en esta temporada y la comparación de los mismos con los contextos de otros sitios de La Gomera y de Tiquisate. Se espera poder continuar las investigaciones en el futuro cercano.
Agradecimientos
La primera temporada de campo del Proyecto Arqueológico Río Seco pudo llevarse a cabo gracias al financiamiento del Departamento de Arqueología y el Centro de Investigaciones Arqueológicas y Antropológicas (CIAA) de la Universidad del Valle de Guatemala y a la autorización del Instituto de Antropología e Historia y del Ing. Oscar Molina, presidente de Las Palmas S.A., propietarios de la finca. Se agradece infinitamente la colaboración de Tomás Barrientos, la Dra. Marion Popenoe de Hatch, Luisa Escobar Galo y Oswaldo Chinchilla; y la participación de Ernesto Arredondo, Rodrigo Guzmán, Gilberto Cruz, Alejandra Roche, Ana Barth, Leticia Miguel Ros, Alejandro González Córdova, Silvia Agustín, María Belén García, Marissa López, Rubén Morales y Ricardo Rueda.
Referencias
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1967 Ficha de sitio: Río Seco. Universidad del Valle de Guatemala, Departamento de Arqueología. Con anotaciones posteriores.
1970 Notas de campo (70-9-114 a 116). Universidad del Valle de Guatemala, Departamento de Arqueología.
Fig.1: Mapa de la Costa Sur con algunos sitios relevantes representados.
El 4 corresponde a Río Seco (Popenoe de Hatch et al. 1994:11).
Fig.2: Croquis del sitio elaborado por E.M. Shook (1967) y redibujado por G. Cruz (2012).
Fig.3: Croquis del sitio realizado por E.M. Shook (1967) y actualizado por E. Arredondo (2013).
Fig.4: Mapa 3D del sitio con el área investigada delimitada. Elaborado por R. Guzmán (2013).
Fig.5: Mapa de las operaciones excavadas durante la primera temporada del Proyecto Río Seco.
Elaborado por R. Guzmán (2013).
Fig.6: Perfil del Montículo 5 mostrando la ubicación de los entierros 1 y 2. Elaborado por R. Guzmán (2013).
Fig.7: Dibujo del Entierro 1. Elaborado por G. Cruz (2013).
Fig.8: Dibujo del Entierro 2. Elaborado por A. González y G. Cruz (2013).