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058 Espacios y rituales domésticos del periodo Preclásico en Ceibal.
Jessica MacLellan
XXVII Simposio de Investigaciones
Aqueológicas en Guatemala
Museo Nacional de Arqueología y Etnología
22 al 26 de julio de 2013
Editores
Bárbara Arroyo
Luis Méndez Salinas
Andrea Rojas
Referencia:
MacLellan, Jessica
2014 Espacios y rituales domésticos del periodo Preclásico en Ceibal. En XXVII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2013 (editado por B. Arroyo, L. Méndez Salinas y A. Rojas), pp. 725-732. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.
Espacios y rituales domésticos del periodo Preclásico en Ceibal
Jessica MacLellan
Palabras clave
Ceibal, arqueología doméstica, ritual, Preclásico Medio.
Abstract
In 2012, excavations began at Platform 47-Base in Ceibal for the first time since Gair Tourtellot placed a test pit there in the 1960s. Residential platforms, activity areas, caches, and burials dated to the Middle Preclassic period (1000-400 BC) were found in these excavations. In 2013, the operations were extended in order to explore the domestic life of the most ancient residents of Ceibal. The data from Group 47-Base present an opportunity to compare domestic practices to practices that occurred in the public center of Ceibal. The earliest deposits provide new insights into how ritual and daily life changed over time in the Maya area.
Introducción
Mediante su iconografía, textos, y arquitectura, es obvio que las élites Mayas del periodo Clásico invirtieron mucho tiempo y muchos recursos en los rituales y espectáculos públicos. Es importante notar que rituales domésticos también se realizaban en todas partes de Mesoamérica, durante toda la historia de esta región, por la gente de todas las clases económicas. La investigación de los rituales realizados en áreas residenciales puede iluminar las relaciones entre lo público y lo privado, entre las élites y la gente común, y entre el centro y la periferia.
Según Catherine Bell, la ritualización es “la manera en que algunas acciones sociales se distinguen en relación a otras acciones” (Bell 1992:74, traducción por J. MacLellan). Bell sostiene que la ritualización construye agentes sociales y relaciones de poder entre una organización social (Bell 1992:141, 169-170, 197). Como argumentan muchos arqueólogos, rituales unifican a comunidades mientras facilitando el desarrollo de jerarquías socio-políticas (Pauketat et al. 2002; Hill y Clark 2001; Inomata 2006). Sin embargo, la práctica ritual es flexible y agentes sociales pueden resistirla, reinterpretarla o cambiarla (Bell 1992:197-223). Bell describe el ritual como una negociación de poder entre agentes y la estructura de la sociedad (Bell 1992:125). En realidad, sujetos que parecen controlados por el ritual pueden ganar poder entre el proceso (Bell 1992:207, 214-215). En su estudio del ritual y de la vida doméstica en Europa prehistórica, Richard Bradley adopta las ideas de Bell, y él explica que el ritual “enfatiza algunos asuntos de la vida diaria por medio de una categoría de actuación. El ritual no está en oposición a la domesticidad, y frecuentemente el ritual se crece de la domesticidad” (Bradley 2005:xiii, traducción por J. MacLellan).
Unos mayistas sostienen que los rituales domésticos proveen información sobre el surgimiento de la desigualdad social en los tiempos preclásicos (McAnany 1995; Hammond 1999; Lucero 2003). Por ejemplo, en su estudio de K’axob, un sitio pequeño en Belice, Patricia McAnany muestra que la veneración de los ancestros en la vida doméstica promovía el desarrollo de los primeros reyes Mayas (McAnany 1995). Lisa Lucero conecta el ritual doméstico con el poder político en una investigación de depósitos rituales de los periodos Preclásico, Protoclásico, y Clásico Temprano (Lucero 2003). Lucero sostiene que las élites se apropiaron de los ritos domésticos y así ganaron control de más recursos materiales a través del tiempo. Sin embargo, no hay mucha evidencia de que las élites Mayas controlaban la economía de las poblaciones locales. Más bien, los centros y las periferias eran vinculados mediante una sistema de rituales y espectáculos públicos, y las élites eran restringidas por las obligaciones asociadas con estos ritos (Inomata 2006). ¿Cómo apareció esta situación política? Como sugieren McAnany y Lucero, la solución podría radicar en las relaciones entre los rituales domésticos y los rituales públicos durante el periodo Preclásico.
Ceibal
El sitio Ceibal presenta una buena oportunidad de investigar la formación de agentes sociales y relaciones políticas durante el Preclásico Medio (1000-400 AC). Ubicado al lado del Río Pasión, en la región Petexbatún de Petén, Ceibal fue investigado por el Harvard Seibal Archaeological Project durante la década de 1960 (Willey et al. 1975; Smith 1982). Desde 2006, el Proyecto Arqueológico Ceibal-Petexbatún, dirigido por Takeshi Inomata y Daniela Triadan, ha enfocado sus excavaciones en los niveles más antiguos del sitio. Inomata y colegas descubrieron que una plaza formal fue construida en el Grupo A aproximadamente mil años antes de Cristo, y que los primeros Ceibaleños fueron influenciados por unas sociedades al oeste, en el área de Chiapas (Inomata et al. 2013; Inomata 2013). Mientras la mayoría de sitios Mayas tempranos, como Cuello, en Belice, empezaron con estructuras domésticas y desarrollaron espacios públicos a través del tiempo, Inomata sostiene que Ceibal empezó ya con una plaza pública y con rituales públicos (Inomata et al. 2013; Inomata 2013). Entonces, las relaciones sociales de la comunidad Preclásica de Ceibal eran distintas dentro del área Maya y merecen estudio más extenso. Específicamente, falta más información sobre los espacios y los rituales domésticos del periodo Preclásico en Ceibal.
En unas excavaciones muy profundas en el Grupo A, Victor Castillo y Daniela Triadan han descubierto estructuras residenciales que se fechan al periodo Preclásico Medio Temprano, o a la fase Real-Xe (1000-700 AC). Dos escondites de hachas de piedra verde encontrados por Castillo en el área de la Plataforma A-24 muestran que los ritos públicos de la fase Real-Xe tenían homólogos domésticos (Castillo y Cortave 2010). Por la profundidad de los niveles tempranos en el Grupo A, es imposible exponer áreas muy amplias de los primeros grupos domésticos. En 2012, se empezaron excavaciones en la Plataforma 47-Base para investigar más extensivamente los espacios y actividades domésticas del periodo Preclásico Medio (MacLellan y Burham 2013).
Plataforma 47-base
La Estructura 47-Base es una gran plataforma residencial ubicada a 160 m al oeste de la Plaza Central de Grupo A (Fig.1). Este grupo fue investigado por Gair Tourtellot, durante la década de 1960 (Tourtellot 1988:171-174). En la Operación 144, Tourtellot encontró cerámica de las fases Real-Xe y Escoba-Mamom. La roca madre está relativamente cerca de la superficie de esta plataforma, y por eso es posible excavar áreas amplias de los grupos residenciales que existían aquí durante el Preclásico Medio. Durante las dos primeras temporadas de excavación en la Plataforma 47-Base, se encontraron construcciones y depósitos rituales que se fechan desde el periodo Preclásico Medio Temprano hasta el periodo Clásico Terminal. Este artículo está enfocado en los niveles más tempranos.
Fase Real-Xe (1000-700 ACAC)
Todavía no han sido descubiertas estructuras del Preclásico Medio Temprano en la Plataforma 47-Base, pero un nivel de material encima de la roca madre se fecha a la fase Real-Xe 2 (850-800 AC). Como en la Plaza Central, los primeros residentes de la plataforma limpiaron y modificaron la roca madre. Un rasgo muy interesante es el Entierro 132, que se fecha a la fase Real-Xe 3 (800-700 AC). Se encontró este entierro en una intrusión bulbosa en la roca madre – posiblemente una mina de sascab o un chultun cortado (Fig.2). El Entierro 132 contenía los esqueletos de dos adultos, siete vasijas completas y los restos de un infante adentro de un cántaro. Los tres cántaros y los cuatro platos se fechan a la fase Real-Xe 3. Según Juan Manuel Palomo, uno de los adultos muestra evidencia de modificación craneal de tipo tabular erecto, el estilo de modificación preferido por los olmecas.
El Entierro 132 tiene algunas características en común con el Entierro 136, excavado por Flory Pinzón en la Plaza Central (Pinzón 2012). El Entierro 136 también se fecha a la fase Real-Xe 3. Contenía un adulto masculino con cuatro vasijas completas, depositados en una intrusión muy grande. Palomo cree que este individuo también muestra la modificación craneal de tipo tabular erecto. El Entierro 136 fue ubicado al lado este de la plataforma este del complejo de tipo Grupo E, en un espacio público. Pinzón sostiene que este entierro era de una persona importante, por su ubicación, el tamaño de la intrusión, y la cantidad de ofrendas. Sin embargo, es difícil saber la posición social del individuo, porque se tiene pocos ejemplos de entierros de este periodo, y porque el Entierro 132 contenía todavía más ofrendas.
Fase Escoba-Mamom (700-400 AC AC )
Arriba del Entierro 132, se encontró la Estructura Tz’unun (Fig.3). Esta plataforma doméstica se fecha a la fase Escoba-Mamom 2 (600-500 AC). La esquina noroeste está ubicada directamente arriba del Entierro 132. Es probable que el entierro fue descubierto, o recordado, durante la limpieza y nivelación del área, y que los Mayas deliberadamente colocaron la plataforma en el mismo lugar. Esta acción podría ser un ejemplo de la veneración de ancestros. La Estructura Tz’unun tiene más de 9 m de largo y más de 2 m de ancho. El muro de la plataforma está compuesto de una fila de bloques grandes. En el piso de la Estructura Tz’unun, se encontró parte de un plato quebrado, depositado con un navaja prismática y un núcleo de obsidiana. Esta ofrenda aparentemente fue dejada durante la terminación de la estructura.
Atrás de la plataforma, se descubrieron rasgos interesantes relacionados con T’zunun. El Entierro 128 es de un adulto sin ofrendas. Los huesos presentes estaban bien articulados, pero faltaban el cráneo, el brazo izquierdo, las dos tibias, y el fémur derecho. Según Juan Manuel Palomo, el individuo fue desarticulado cuando todavía había carne en los huesos, y el Entierro 128 podría ser un ejemplo de sacrifico humano en un contexto doméstico. Se encontró evidencia de esta práctica de sacrificio y desarticulación en la Plaza Central. Por otro lado, aunque el Entierro 128 no parece haber sido entrado ni molestado después de su deposición, se descubrió un diente en el área superior del entierro. Este diente podría indicar que el cráneo fue sacado durante una reentrada del entierro. A veces los Mayas antiguos custodiaron los cráneos y los huesos largos de humanos como trofeos, y a veces como reliquias de sus ancestros (McAnany 1995). Entonces, la interpretación del Entierro 128 todavía es preliminar.
Además, se encontraron dos basureros pequeños atrás de la Estructura Tz’unun. Los dos contenían conchas de caracoles del género Pomacea. Estos caracoles son muy comunes en contextos del periodo Preclásico Medio Tardío, y aparentemente eran una comida apreciada por los Ceibaleños de esta época. En uno de los basureros, se encontró una gran cantidad de debitage de obsidiana. Según el doctor Kazuo Aoyama, estos artefactos de obsidiana representan todas las fases de la manufactura de navajas prismáticas, y probablemente fueron depositados de una vez por un artesano quien vivía en el grupo residencial (Aoyama 2012).
Arriba de la Estructura Tz’unun, se encontraron tres versiones de otra plataforma doméstica, la Estructura Maax, que se fecha para la fase Escoba-Mamom 3 (500-400 AC). En la superficie de la segunda versión, se descubrió un depósito redondo de ceniza. Es probable que una ofrenda fuera quemada en un ritual de terminación antes de la construcción de la versión final de la estructura, Maax Primera. En el oeste, el muro de Maax Primera está muy destruido y hecho de piedras irregulares. Encima de este muro mal hecho, se descubrió una ofrenda de un omóplato humano. Más al este, el muro de Maax Primera está bien hecho de dos niveles de bloques grandes (Fig.4). Es probable que el muro más formal pertenezca al cuarto central de la estructura, y que el muro al oeste es de una ampliación o representa el límite de un área de actividad, como un patio pequeño. Según unas pruebas pequeñas de pala, el muro de bloques – del cuarto principal de Maax Primera – tiene 6 m de largo y mide menos de 0.50 m abajo de la superficie en la parte este.
Por los tamaños y las ubicaciones de las plataformas Tz’unun y Maax, es probable que las fachadas de estas estructuras estén al sur, y que cada una era parte de un patio durante la época Escoba-Mamom. En este caso, los patios preclásicos están unos metros al sur de la Sub-Operación 211B (Fig.1). En base al Entierro 132, se sabe que también hubo una ocupación de la fase Real-Xe Tardío en el área de 211B. Más evidencia de esta ocupación podría estar al sur también. Sería provechoso hacer una excavación más amplia al sur, en el eje central de Maax Primera, y donde la roca madre es muy alta, para buscar los restos de rituales y otras actividades domésticas realizadas durante el periodo Preclásico Medio.
Fase Cantutse-Chicanel (400-50 AC AC ) y Fase Xate (50 AC AC -250 DC )
Se encontró muy poca evidencia de una ocupación Preclásico Tardío (400-50 AC) en la Plataforma 47-Base. El principio del Preclásico Tardío era una época de cambios importantes en la sociedad Maya, y en Ceibal el patrón de ocupación se transformó. Los Mayas abandonaron unos grupos residenciales y construyeron muchos nuevos, extendiéndose más en la periferia.
Al fin del Preclásico Tardío, había otra época de transformación en las Tierras Bajas. Unos sitios fueron abandonados, mientras otros atravesaron una transición al periodo Clásico. En Ceibal, se movió el centro político al Grupo D. Sin embargo, la ocupación y los rituales públicos seguían en el Grupo A. En la Plataforma 47-Base, se encontraron muchos niveles de relleno fechados al periodo Protoclásico. Durante el Protoclásico Temprano, o la fase Xate 1 (50 AC – 50 DC), los Mayas pusieron una gran intrusión rectangular en el eje norte-sur en frente de la Estructura 47, que Tourtellot identificó como un templo pequeño. Al fondo, en la roca madre, los residentes depositaron el Escondite 159: 19 cuencos completos en dos niveles, unos boca a boca, con unas piedras trabajadas (pequeñas, redondas, y planas) (Fig.5). Como las vasijas de unos escondites similares, y también Protoclásicos, en la Plaza Central, las vasijas del Escondite 159 están mal cocidas, probablemente hecho para el ritual (Román 2009:74-88; Pinzón y Román 2010:79-90; Inomata et al. 2010:37-40). Más arriba en la intrusión, se encontró el Entierro 138, de un niño. Aparentemente, éste fue depositado con el escondite, probablemente como un sacrificio. Por las similitudes entre el Escondite 159 y los escondites de la Plaza Central, es probable que los residentes en este grupo fueran familiarizados e involucrados en los rituales públicos de Ceibal. El Escondite 159 es evidencia de una conexión entre los rituales públicos en la Plaza Central y los rituales domésticos de las élites menores.
Conclusiones
Adentro del contexto de la historia de Ceibal, y del área Maya en general, las prácticas ritualizadas en la Plataforma 47-Base pueden dar información sobre la formación y transformación de las relaciones sociales y políticas durante el periodo Preclásico. Como nota Lisa Lucero, los rituales públicos que unificaban las ciudades Mayas estaban estrechamente relacionados con los rituales domésticos, incluyendo los actos de dedicación, de terminación, y de la veneración de ancestros (Lucero 2003). Sin embargo, esta relación no consistía simplemente de la explotación de los rituales comunes por las élites. Más bien, las élites y la gente común estaban situadas en relaciones políticas dinámicas que se formaban por medio de los procesos de ritualización.
La mayoría de la evidencia de la ritualización durante el Preclásico Medio Temprano viene de espacios públicos, especialmente la Plaza Central (Inomata et al. 2013; Inomata 2013). En general, los rituales públicos se enfocaban en la integración de la comunidad en un espacio abierto y en la deposición de escondites en la plaza. Estos rituales formales fueron organizados por especialistas con acceso a las hachas de piedra verde del estilo olmeca. Los escondites de hachas tenían homólogos domésticos, descubiertos en el área de la Estructura A-24 (Castillo y Cortave 2010). Es posible que los especialistas en rituales fueran enterrados en una manera distinta o elaborada, pero es difícil hacer comparaciones con la muestra pequeña de los Entierros 132 y 136. Lo interesante es que esa especialización y el concepto del espacio público formal ya existían desde la fundación de Ceibal, alrededor de mil años antes de Cristo. En este respeto, Ceibal se distingue de los otros sitios Mayas tempranos, probablemente por causa de su relación con comunidades afuera del área Maya (Inomata et al. 2013; Inomata 2013).
Durante el Preclásico Medio Tardío, la veneración de los ancestros es aparente en la Plataforma 47-Base. La construcción de la Estructura Tz’unun arriba del Entierro 132 dio importancia a un lugar ancestral. Los Mayas seguían construyendo casas en la mismo área, arriba de Tz’unun. Similarmente, en Tikal, la estructura doméstica 2G-61 fue construida encima del Entierro 62, un entierro del Preclásico Medio Temprano depositado en un chultun en la roca madre (Haviland 1963:120-124, 334-336, 361, 684). La desarticulación del individuo en el Entierro 128 y la ofrenda del omóplato en la Estructura Maax Primera podrían ser otros ejemplos de la veneración de los ancestros. Como explica McAnany, comunicación con los ancestros, y la herencia de su poder, siempre está relacionada con la custodia de elementos de los esqueletos (McAnany 1995:61). Además, Lucero observa que la veneración de los ancestros empezó durante el Preclásico Medio Tardío en Tikal y Cuello (Lucero 2003). Como sostiene Inomata, en comparación con el periodo antes, durante la época Escoba-Mamom Ceibal tenía más prácticas rituales en común con otros sitios Mayas (Inomata 2013).
McAnany probablemente acierta en que la veneración de los ancestros facilitaba el desarrollo de linajes élites y reales durante el Preclásico Tardío, pero evidentemente los residentes de la Plataforma 47-Base no se beneficiaron de este proceso. Mientras otros grupos domésticos florecieron, algunos con sus propios templos piramidales, muy poca actividad ocurrió en 47-Base hasta el Protoclásico.
Aunque la plataforma 47-Base nunca se transformó en un centro menor de rituales públicos, el Escondite 159 demuestra que los residentes ocupaban una posición importante en la vida pública de Ceibal. Ellos poseían un conocimiento detallado de los escondites Protoclásicos en la Plaza Cental y crearon escondites similares en su propio grupo doméstico. Además, probablemente sacrificaron al niño del Entierro 138 como una ofrenda adentro del Escondite 159. Sacrificios de niños también ocurrieron en la Plaza Central durante esta época. Aparentemente el acceso al conocimiento ritual vino con obligaciones importantes. La manufactura y deposición de escondites costaban mucho trabajo, y los sacrificios humanos eran todavía más costosos.
A lo largo de la historia de Ceibal, los residentes de la Plataforma 47-Base estaban situados en varias relaciones de poder por medio de las acciones ritualizadas. Estas relaciones eran complejas y dinámicas. Sin duda, la construcción y la transformación de las relaciones sociales ocurrieron en maneras distintas en cada región del área Maya. La investigación de los rituales domésticos facilita el entendimiento de estos procesos en cada comunidad. Las relaciones de poder entre lo doméstico y lo público, entre la gente común y las élites, y entre la periferia y el centro nunca son unidireccional, y la información de la esfera doméstica cambia la interpretación de la esfera pública. Investigaciones más extensas de los rituales domésticos durante el periodo Preclásico podrían iluminar los procesos en que los Mayas antiguos construyeron – y fueron construidos por – su sociedad.
Referencias
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Fig.1: Mapa de las excavaciones en la Plataforma 47-Base (por J. MacLellan).
Fig.2: Entierro 132, el nivel más arriba (foto por T. Inomata).
Fig.3: Estructura T’zunun (foto por J. MacLellan).
Fig.4: Muro de la Estructura Maax Primera (foto por J. MacLellan).
Fig.5: Escondite 159 (foto por T. Inomata).