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103 Pipiles de la Costa del Bálsamo: resistencia, simbolismo y territorialidad.
Marlon V. Escamilla
XXVIII Simposio de Investigaciones
Arqueológicas en Guatemala
Museo Nacional de Arqueología y Etnología
14 al 18 de julio de 2014
Editores
Bárbara Arroyo
Luis Méndez Salinas
Lorena Paiz
Referencia:
Escamilla, Marlon V.
2015 Pipiles de la Costa del Bálsamo: resistencia, simbolismo y territorialidad. En XXVIII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2014 (editado por B. Arroyo, L. Méndez Salinas y L. Paiz), pp. 1243-1251. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.
Pipiles de la Costa del Bálsamo: resistencia, simbolismo y territorialidad
Marlon V. Escamilla
Palabras clave
El Salvador, Costa del Bálsamo, Pipiles, Paisaje Cultural, Postclásico.
Abstract
Pipill groups settled mainly in western El Salvador during the Postclassic period (850-1524 AD), establishing a pipil territory. The Costa del Bálsamo is an area that stands out in this territoriality, for its particular geomorphology and the concentration of small settlements associated with pipil group. This area is composed of strata remains of an ancient volcano that offers a complex topography and irregular small and narrow plateaus. This particular landscape was the scene of sociocultural processes of adoption, appropriation and transformation of the landscape during the Postclassic. The reasons why the Pipil settled at the top of the plateaus are probably associated with both, defensive and symbolic reasons. In this paper, new results of the 2014 field season of the Proyecto Arqueológico Cordillera del Balsamo (PACB) are presented.
Introducción
Las migraciones pipiles ocurridas durante el período Posclásico (850-1524 DC) han sido debatidas por diferentes investigadores a lo largo del tiempo. Dentro de los aspectos más discutidos destacan la afiliación cultural de estos grupos migrantes, la ubicación de sus asentamientos y la apropiación del paisaje cultural (Amaroli 1986, 1992; Batres 2009; Bove 2002; Bruhns 1980, 1986; Bruhns y Amaroli 2009; Chinchilla 1996, 1998; Escamilla 2011, 2013; Fowler 1981, 1983, 1985, 1989, 1995, 2011). Dichas migraciones, continúan planteando diferentes interrogantes relacionadas con las razones que motivaron a los pipiles a migrar y con los aspectos culturales relacionados con la forma y el proceso de este masivo movimiento migratorio. William Fowler (1989) plantea que dichas migraciones constituyen una serie de oleadas migratorias complejas las cuales involucraron el movimiento de grupos culturales desde el altiplano mexicano hasta la costa pacífica centroamericana. Otros investigadores plantean que el proceso cultural de la presencia pipil en territorio centroamericano no fue producto de movimientos migratorios o complejas oleadas (Kristan-Graham y Kowalsky 2011). Sin embargo, existen evidencias lingüísticas, arqueológicas e históricas que indican un proceso migratorio durante el Posclásico Temprano (850-1200 DC) de grupos de habla nahua a tierras centroamericanas. Para el período de la Conquista (1524), los españoles registran grupos pipiles diseminados en el sureste de la costa pacífica centroamericana, específicamente en la parte central y occidental del actual territorio salvadoreño (Fowler 1989). Lo anterior, podría indicar que la presencia de grupos pipiles en tierras salvadoreñas se remonte hacia finales del Epiclásico (600-850 DC).
Otro aspecto relevante a discutir acerca de las migraciones pipiles es la posible existencia de enclaves estratégicos en el paisaje cultural los cuales permitieron el desarrollo de dinámicas culturales locales. Probablemente los grupos pipiles que llegan a El Salvador provienen de un tronco lingüístico ancestral de la Costa del Golfo, la región de Puebla, el sur de Guerrero o una combinación de estas diferentes regiones (Fowler 2011). En el caso específico del territorio salvadoreño, los grupos pipiles se asentaron mayoritariamente en la parte central y occidental del país.
Recientes investigaciones desarrolladas en el área de la costa del Bálsamo, han permitido documentar una concentración considerable de asentamientos postclásicos en dicha área (Escamilla 2011, 2013; Méndez 2007). Fowler (1989) plantea que dentro de las principales características de estos asentamientos destacan dos aspectos: su ubicación en la parte alta de los cerros y la arquitectura amurallada. Dichos aspectos reflejan consideraciones defensivas. Sin embargo, las razones que motivaron a los pipiles a desarrollar un proceso de adopción, apropiación y transformación de ésta particular geomorfología defensiva de la Costa del Bálsamo aún son ambiguas.
En este artículo se analizará cómo los pipiles desarrollaron diversos procesos culturales de apropiación del paisaje, estableciéndose sobre las angostas crestas de las mesetas, optimizando al máximo los limitados espacios y el control visual del paisaje, aspecto que protagonizó un papel determinante en los asentamientos de estos antiguos pobladores. Las razones socioculturales que originaron la adopción, apropiación y transformación del particular paisaje de la costa del Bálsamo, probablemente estén asociadas tanto a motivos defensivos como a motivos simbólicos, definiendo y delimitando una territorialidad pipil en la parte occidental y central del actual territorio salvadoreño. Así mismo, se presentarán los nuevos resultados de la temporada 2014 del Proyecto Arqueológico Cordillera del Bálsamo (PACB), discutiendo algunas evidencias provenientes de las excavaciones del sitio arqueológico El Panteoncito.
La Costa del Bálsamo y el complejo Guazapa
Ubicada en el sector suroeste del actual territorio salvadoreño, la cordillera del Bálsamo está conformada por los restos de diversos estratos de un antiguo volcán del Cuaternario. Dicho volcán se denomina Jayaque, y según recientes investigaciones geológicas desarrolladas en el área, éste pudo haber tenido un diámetro de hasta 30 km y una altura relativa entre los 3,000 y 4,000 m, excediendo significativamente los parámetros de cualquier volcán activo de El Salvador durante el Cuaternario (Lexa et. al. 2011). El sector sur de dicha cordillera, el cual inicia en la cresta del antiguo volcán de Jayaque a 1,500 msnm y desciende hasta el nivel del mar, es lo que se denomina como costa del Bálsamo el cual ofrece una topografía irregular y compleja de pequeñas y angostas mesetas. La costa del Bálsamo posee una ubicación estratégica en términos de recursos ya que conforma una barrera montañosa que interactúa con el océano Pacífico y los valles internos del Graben Central, permitiendo accesibilidad tanto a recursos marítimos como a recursos de montaña. Dentro de la geomorfología de la zona destacan crestas con angostas mesetas, riscos y reducidas planicies entre el sistema de crestas. Así mismo, además de la riqueza de recursos del área, el particular paisaje de la zona, constituyo un elemento simbólico de suma importancia en la apropiación del paisaje cultural por los grupos culturales que habitaron durante el Posclásico.
El paisaje cultural de la costa del Bálsamo ha sido mencionado por diferentes viajeros e investigadores a lo largo del tiempo. Para el año 1853, Ephraim Squier, en su viaje por Centroamérica, hace referencia de la costa del Bálsamo y la describe como un área en la cual los grupos indígenas de la época se encontraban casi totalmente aislados, permitiendo la conservación de su lengua nativa, el antiguo nahua o mexicano, sus costumbres y sus antiguos rituales. Squier puntualiza que la conservación de estas tradiciones culturales obedece al difícil acceso a la zona de la costa del Bálsamo y al carácter hostil de los grupos indígenas que la habitaban. Una de las observaciones más importantes realizadas por Squier en relación a la apropiación del paisaje cultural, es que estos asentamientos se encontraban ubicados en las partes altas de los cerros, es decir en las angostas mesetas las cuales se localizan paralelas bajando hacia la costa.
Para el año de 1988, se desarrolló el Proyecto Izalco el cual fue dirigido por William Fowler con la participación de los arqueólogos Paul Amaroli y Bárbara Arroyo, dicho proyecto planteaba dentro de sus objetivos y metas la ubicación y el registro de sitios arqueológicos pipiles de los períodos Posclásico y Colonial en la región de los Izalcos y la costa del Bálsamo (Fowler et. al. 1989). En total visitaron 41 sitios arqueológicos, 26 de los cuales fueron registrados por primera vez; el resto fueron sitios ya registrados, los cuales se revisitaron actualizando datos. Uno de los sitios relevantes descrito a raíz de este proyecto es el sitio Cerro de Ulata, ubicado en el municipio de Teotepeque, departamento de La Libertad. Aunque este sitio fue registrado por Jorge Lardé (1926) y mencionado por Longyear (1944), es hasta la visita que realizan los investigadores del Proyecto Izalco cuando se desarrolla por primera vez una descripción detallada del sitio. En el informe preliminar del Proyecto Izalco, los autores destacan el difícil acceso al sitio y su alto grado de depredación. La interpretación del sitio Cerro de Ulata, como un asentamiento del Complejo Guazapa, se basa en la similitud en el patrón de asentamiento, la arquitectura y la cerámica con el sitio Cihuatán, por lo cual se considera que ambos sitios son contemporáneos (Fowler et. al. 1989).
El complejo cerámico Guazapa, del Posclásico Temprano, definido por Fowler (1981) en su tesis doctoral, se basó en el análisis de materiales culturales provenientes de las investigaciones arqueológicas de los sitios Cihuatán y Santa María, ubicados al noroeste del territorio salvadoreño. Sin embargo, el término complejo Guazapa se utiliza para referirse al Posclásico temprano, dentro del cual destacan sitios de la zona central y occidental de El Salvador tales como Igualtepeque, Chalchuapa, Isla El Cajete, Las Marías, Carranza, Tacuscalco, Cerro de Ulata, Jicalapa, El Panteoncito, Miramar, El Caballito, entre otros. El complejo cerámico Guazapa está conformado tipológicamente por los grupos cerámicos: Las Lajas Burdo, Tamulasco Sencillo, García Rojo, Zancudo Policromo sobre Blanco, Jején Policromo sobre Rojo, Tamoa Bayo, Tohil Plumbate y Nicoya Polícromo (Fowler 2011).
El patrón de asentamiento que presentan la mayoría de los sitios del Posclásico temprano asociados al complejo Guazapa, muestra una tendencia a estar ubicados en lugares altos como en la cima de lomas, cerros o islas seguramente asociado a una estrategia eminentemente de defensa y resguardo, con el objetivo de controlar su accesibilidad. Por lo general, estos asentamientos presentan dos características relevantes: una ubicación estratégicamente defensiva y una arquitectura con rasgos defensivos y militaristas (Fowler 1989). Probablemente estas características defensivas eran aprovechadas por los pipiles a través de procesos de apropiación del paisaje natural de ciertos rasgos geomorfológicos, construyéndolos y transformándolos en paisajes culturales.
Paisaje cultural de la Costa del Bálsamo durante el Posclásico
El Proyecto Arqueológico Cordillera del Bálsamo (PACB), desde el año 2010, ha identificado y registrado sitios arqueológicos de filiación pipil del Posclásico Temprano (850-1200 DC) en la zona geográfica de la costa del Bálsamo. En su mayoría, estos sitios son pequeños asentamientos que muestran una arquitectura y un patrón de asentamiento estratégicamente defensivos, conformado por montículos bajos, pequeñas plazuelas, plataformas y posibles puestos de vigilancia. Referente a la geomorfología, estos sitios se encuentran ubicados en las angostas planicies de las partes altas de las mesetas, optimizando al máximo el control visual del paisaje a través de la altura, la planicie y lo angosto del espacio. Actualmente la Dirección de Arqueología de la Secretaria de Cultura de la Presidencia (SEC) cuenta con un inventario aproximado de más de treinta sitios arqueológicos registrados en la cordillera del Bálsamo. Aunque se han desarrollado importantes proyectos de investigación arqueológica en el pasado, abarcando algunos sectores puntuales de la cordillera, ésta aún constituye una zona poco explorada (Fowler et. al. 1989; Escamilla 1999, 2011, 2013; Revene y Bruhns 2007; Méndez 2007; Hamilton 2009).
Durante las temporadas de campo de 2012 y 2014, el Proyecto Arqueológico Cordillera del Bálsamo (PACB), desarrolló reconocimientos arqueológicos sistemáticos en cuatro municipios del departamento de La Libertad ubicados en la costa del Bálsamo: Teotepeque, Jicalapa, Chiltiupán y Tamanique. El área de los cuatro municipios suma un total de 350 km2 aproximadamente. En base al análisis de fotografías aéreas, de mapas cartográficos, de imágenes satelitales y de los antecedentes de investigaciones en la zona, se diseñó una estrategia metodológica que permitiera optimizar recursos y a la vez potencializar el registro de nuevos sitios en el área y visitar sitios ya registrados en el pasado.
En total se han registrado y documentado diez sitios arqueológicos en el área de los cuatro municipios anteriormente mencionados. En el municipio de Teotepeque se documentaron los sitios Caballito, Texisio y Cerro de Ulata.
El sitio arqueológico Caballito se encuentra ubicado sobre la parte alta de la Loma del Caballito a una altura de 500 msnm. El asentamiento se encuentra localizado en terrenos propiedad de la Cooperativa Chiquileca. Actualmente el sitio está delimitado hacia el norte por la prolongación de la meseta, al sur por la Loma Los Encuentros. El límite Este está marcado por el Río Mizata donde la lengüeta desciende de 500 msnm a 150 msnm y el extremo oeste está marcado por el final de la lengüeta la cual desciende de 500 msnm a 259 msnm hasta la Quebrada El Tambor. Caballito está conformado por 10 montículos distribuidos en dos concentraciones las cuales se denominaron como Grupo Norte y Grupo Sur. El Grupo Norte está constituido por 4 montículos los cuales conforman una pequeña plaza. El Grupo Sur está conformado por 6 montículos los cuales están orientados sobre un eje noreste-suroeste y separado en grupos de 2 conformando al menos 3 pequeñas plazas. Al límite sur del sitio se logró identificar una pequeña área de superficie quemada formando terrones de aproximadamente el tamaño de un puño. Es difícil establecer si esta huella de quema esté asociada a prácticas desarrolladas en tiempos prehispánicos o se deba a prácticas agrícolas actuales. Lo anterior se logrará determinar solamente a través de un programa de excavaciones en el área (Escamilla 2013).
Texisio se encuentra ubicado sobre la parte alta de la meseta Texisio a una altura de 281 msnm. El asentamiento se encuentra localizado en terrenos privados. Actualmente el sitio está delimitado hacia el norte por la Loma El Cerro, al sur por el final de la lengüeta. El límite este está marcado por la Quebrada de Texisio donde la meseta desciende de 281 msnm a 50 msnm y el extremo oeste está marcado por el final de la lengüeta la cual desciende de 281 msnm a 29 msnm hasta el Río Mizata. El sitio Texisio está conformado por 3 montículos los cuales forman una pequeña plaza (Ibíd).
Cerro de Ulata se encuentra ubicado en terrenos parcelados de propiedad privada y a una altura de 410 msnm. El sitio fue registrado por Jorge Lardé (1926) y mencionado por John Longyear (1944), sin embargo, el sitio es descrito y mapeado por primera vez por los investigadores del Proyecto Izalco interpretándolo como un asentamiento de la fase Guazapa y contemporáneo al sitio Cihuatán en base a su patrón de asentamiento y a su cerámica (Fowler et. al. 1989). El sitio está conformado por al menos 25 montículos con una distribución espacial de las estructuras a lo largo de la bifurcación de una meseta en dos ejes orientados norte-sur, dicha distribución está determinada por la topografía de la cresta de la misma meseta. El sitio se divide en dos grandes concentraciones de montículos las cuales han sido denominadas como Grupo Este y Grupo Oeste. El Grupo Este fue identificado y mapeado por el Proyecto Izalco. Dicho grupo está conformado por al menos 11 montículos distribuidos sobre un eje norte-sur conformando pequeñas plazas. En base a las diferentes visitas realizadas por el equipo del Proyecto al sitio y al reconocimiento arqueológico sistemático implementado, se logró identificar una agrupación de montículos y pequeñas plazas la cual se denominó como Grupo Oeste, dicho grupo está conformado por al menos 14 montículos distribuidos sobre un eje norte-sur y conformando al menos 3 pequeñas plazas (Escamilla 2013).
En el municipio de Jicalapa se documentaron dos sitios, Jicalapa y Letrero del Diablo. El sitio arqueológico Jicalapa se encuentra ubicado al sur del actual pueblo de Jicalapa. El sitio se localiza sobre la parte alta de la Loma La Nancera a una altura de 475 msnm. El asentamiento se encuentra delimitado hacia el norte por el actual pueblo de Jicalapa, al sur por el final de la meseta conocida como Loma La Nancera la cual desciende de 475 msnm a 100 msnm hasta el lugar en el cual convergen el Río San Pedro con el Río de Cupa los cuales junto con el Río El Carrizo son afluentes del Río La Perla. Hacia el este lo limita el Río San Pedro y hacia el oeste el Río El Carrizo. El sitio está conformado por 18 estructuras de las cuales 15 son montículos y están divididos en tres grupos y distribuidos sobre tres diferentes terrazas. La distribución espacial de las estructuras se da lo largo del eje norte-sur el cual es determinado por la topografía de la angosta meseta. El grupo A, ubicado en el límite sur, presenta siete montículos distribuidos sobre la terraza uno. De igual forma el grupo B está compuesto por siete montículos ubicados sobre la Terraza dos. Finalmente en el límite norte, se encuentra ubicado el grupo C, el cual contiene un montículo asociado a una roca con una depresión cóncava a manera de cúpula en su parte superior. En su mayoría, los montículos son bajos con alturas oscilando entre 0.5 m y 1 m, a excepción del montículo 14 el cual presenta una altura aproximada de 2 m. En algunos casos se logró documentar los límites de plataformas rectangulares y alineamientos de piedras ubicadas en los límites de la angosta planicie de la cresta de la meseta (Escamilla 2011).
El sitio Letrero del Diablo se encuentra ubicado a una altura de 140 msnm. El área donde se encuentra ubicado el sitio está catalogada como área protegida por el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN). El Letrero del Diablo es un sitio de arte rupestre el cual está conformado por una concentración de manifestaciones gráfico-rupestres sobre un paredón rocoso con dimensiones de 50 m de largo por 8.5 m de alto. Los petrograbados se encuentran orientados al oeste abarcando un área de 10 m de largo y 2.7 de alto. En términos generales los petrograbados presentan un estilo abstracto destacando en su mayoría figuras geométricas y en menor porcentaje figuras antropomorfas y zoomorfas. Sin embargo el petrograbado más relevante es la representación estilizada de un Tlaloc. Cabe destacar que el sitio se encuentra ubicado al costado este de la Quebrada Iscacuyo o El Cacao. En términos de conservación, el sitio se encuentra en mal estado de conservación debido a que las incisiones de los petrograbados han sido pintadas con tiza y con pintura de aceite color rojo y blanco. Como parte del Proyecto se realizó un levantamiento fotográfico de todos los petrograbados así como un levantamiento digital en mosaico para obtener una imagen panorámica utilizando un GigaPan EPIC Pro, dicho levantamiento fue hecho con el apoyo del Dr. Fabio E. Amador, oficial de programa de National Geographic Society (Escamilla 2013).
En el municipio de Chiltiupán se documentaron dos sitios, El Letrero y Siberia. El sitio arqueológico de El Letrero se encuentra ubicado en la Finca Guadalupe Arriba del Cantón y Caserío Cuervo Abajo y a una altura de 400 msnm. Actualmente el sitio está delimitado hacia el norte por la Finca Guadalupe Arriba, al sur por el Río El Zonte. El límite este está marcado por el Río Pájaro León y el extremo Oeste está marcado por el Río El Zonte. El Letrero es un sitio de arte rupestre el cual está conformado por una concentración de manifestaciones gráfico-rupestres sobre una roca con dimensiones de 15 m de largo por 12 m de alto. Los petrograbados se encuentran orientados al este abarcando un área de 3 m de largo y 2 m de alto. En términos generales los petrograbados presentan un estilo abstracto destacando en su mayoría figuras geométricas como círculos concéntricos, espirales; así como una concentración de cúpulas. Aunque en menor porcentaje, se lograron registrar figuras antropomorfas y zoomorfas. Sin embargo, el petrograbado más relevante es la representación estilizada de un Tlaloc. Cabe destacar que el sitio se encuentra ubicado en el punto de convergencia de los Ríos Pájaro León y El Zonte. Aproximadamente a 200 m al norte de la roca con los petrograbados se registró una pequeña plataforma rectangular la cual muy probablemente sirvió como adoratorio durante las prácticas rituales desarrolladas en tiempos prehispánicos. Como parte del Proyecto se realizó un levantamiento fotográfico digital de todos los petrograbados. En términos de conservación, el sitio se encuentra en mal estado de conservación debido a que las incisiones de los petrograbados han sido pintadas con tiza y algunos petrograbados presentan daños de fractura, incluyendo un porcentaje del Tlaloc (Ibíd).
Finalmente, en el municipio de Tamanique se documentaron tres sitios, Miramar, Zinacantan, y El Panteoncito. Miramar está ubicado en los terrenos de la Cooperativa Acahuaspán. El sitio se localiza aproximadamente a 1 km al noroeste del Peñón El Cabro sobre una corta y angosta planicie alta de la Loma El Cabro a una altura de 605 msnm. El asentamiento se encuentra delimitado hacia el norte por la prolongación de la meseta, al sur nuevamente por la prolongación de la meseta y por el Peñón El Cabro. Hacia el este lo limita la Quebrada El Cusuco descendiendo de 605 msnm hasta 400 msnm y hacia el oeste con el Río Acahuaspán igualmente descendiendo hasta 400 msnm. El sitio está conformado por 14 montículos con una distribución espacial de las estructuras a lo largo del eje noroeste-sureste, el cual está determinado por la topografía de la meseta. El extremo sureste del sitio presenta una distribución de estructuras agrupadas conformada por cinco montículos la cual parece estar formando una pequeña plazuela. El resto de montículos se encuentran relativamente alineados a lo largo del eje noroeste-sureste y distribuidos sobre el sector más angosto de la meseta. En base a su ubicación, aparentemente algunas estructuras sirvieron como espacios de control o vigía. La altura de los montículos oscila entre 1 y 2 m (Escamilla 2011).
El sitio arqueológico de Zinacantan se encuentra ubicado sobre la parte alta del Cerro Pueblo Viejo a una altura de 460 msnm. El asentamiento se encuentra delimitado hacia el norte por la prolongación de la meseta y por el Cantón y Caserío Tarpeya, al sur por el Cerro Redondo o Peñol de Zinacantan. El límite este está marcado por el final de la meseta, la cual desciende de 460 msnm a 250 msnm hasta la Quebrada La Joyona o El Tacuacín y el extremo oeste está marcado por el final de la meseta, la cual desciende de 460 msnm a 250 msnm hasta la Quebrada Pozo Hondo. Durante el año 2001 y 2002 Zinacantan fue georeferenciado y mapeado con una estación total electrónica por Conard Hamilton (2009). Hamilton dividió a Zinacantan en tres sitios. El sitio 1 está conformado por 8 montículos distribuidos sobre la angosta lengüeta y formando al menos 2 pequeñas plazas. El sitio 2, ubicado al extremo sur de la lengüeta, está conformado por 7 montículos distribuidos formando al menos 3 pequeñas plazas y delimitados por una pared baja construida al contorno de la estrecha lengüeta. El sitio 3, ubicado al extremo norte, está conformado por 11 montículos formando al menos 2 plazas. En total, Zinacantan contiene al menos 26 montículos, constituyendo, junto a El Panteoncito, uno de los sitios con mayor número de estructuras registradas hasta el momento en la costa del Bálsamo. En base al análisis cerámico hecho por Hamilton, el sitio probablemente tenga ocupación posclásica tardía, sin embargo, no se puede descartar que Zinacantan sea un sitio que posea una ocupación permanente desde el Posclásico Temprano hasta el tardío (Escamilla 2013).
El Panteoncito se encuentra ubicado en los terrenos de la Cooperativa San Isidro. El sitio se localiza sobre la parte alta y en el sector norte de la Loma El Cabro a una altura de 610 msnm. El asentamiento se encuentra delimitado hacia el norte por la prolongación de la meseta y por el Cantón y Caserío San Isidro, al sur por la prolongación de la meseta. El Panteoncito se encuentra aproximadamente a 1.5 km al norte del sitio Miramar, sobre la misma meseta. El limite oeste está marcado por el final de la lengüeta la cual desciende de 610 msnm a 541 msnm y el extremo este presenta una pequeña prolongación de la meseta la cual posee un eje este-oeste y termina descendiendo de 610 msnm a 400 msnm. El sitio está conformado por 35 estructuras, constituyendo el sitio con mayor número de estructuras registradas hasta la fecha, dichas estructuras se encuentran divididas en siete grupos de montículos. La distribución espacial de las estructuras se da a lo largo de la bifurcación de una meseta en dos ejes, un eje largo orientado norte-sur y un eje corto orientado este-oeste; ambos ejes forman una L invertida la cual está determinada por la topografía de la meseta. El grupo A, ubicado en el límite norte, presenta tres montículos distribuidos sobre una plataforma formando una plazuela. El grupo B, ubicado en el límite este, está compuesto por dos montículos formando una plazuela. El grupo C, se encuentra ubicado sobre el eje norte-sur y está conformado por diez montículos los cuales forman al menos dos plazuelas. El grupo D se encuentra ubicado sobre el eje norte-sur y está conformado por dos montículos construidos sobre una plataforma formando una pequeña plaza. Aproximadamente a 0.5 km al norte del grupo D, siempre sobre el eje norte-sur, se encuentra el grupo E, el cual está conformado por ocho montículos formando una pequeña plaza. El grupo F está compuesto por cuatro montículos sobre una plataforma, formando una pequeña plaza. Finalmente el grupo G, constituye el límite sur del sitio y está conformado por tres montículos. Tanto el grupo F como el grupo G los montículos presenta una distribución similar destacando una plataforma baja frente a los montículos en el costado Oeste. Probablemente El Panteoncito fungió como un sitio cívico-ceremonial en el cual se desarrollaban practicas rituales ejerciendo control, vigilancia y poder político. Así mismo, es probable que el sitio fuese utilizado como área habitacional restringido para miembros de la elite quienes controlaban diversas prácticas culturales, tales como prácticas religiosas asociadas a rituales, prácticas agrícolas y prácticas de control de comercio.
Territorialidad y simbolismo
El paisaje cultural de la Costa del Bálsamo reúne características muy particulares. Dentro de estas características destaca la apropiación y la explotación tanto de la geomorfología como del paisaje de la zona. Probablemente las razones por las cuales los pipiles decidieron asentarse en la costa del Bálsamo estén asociadas con motivos defensivos y simbólicos. Tomando en cuenta que el número de sitios arqueológicos del complejo Guazapa registrados en la costa del Bálsamo sigue aumentando y que los mismos presentan un patrón de asentamiento consistente, esto indica que dicha área puede ser denominada como un área en la cual se desarrollaron prácticas culturales asociadas a la resistencia y a los rituales, formando y conformando parte de una territorialidad pipil tanto en el occidente como en el centro del actual territorio salvadoreño, la cual se encontraba ocupada durante el Posclásico temprano por poblaciones de habla nahua. Al hablar de territorialidad se deben incluir los conceptos de posesión y demarcación de un espacio a través del ejercicio del dominio y autoridad, además indica una estructura de organización dentro de una espacialidad demarcada (Ramírez 2006).
La perspectiva del paisaje constituye un paradigma de mucha aplicabilidad en la interpretación arqueológica el cual permite explorar diversas interpretaciones relacionadas con las prácticas y conductas de antiguas sociedades. La topografía de la costa del Bálsamo posee características defensivas, las cuales fueron explotadas por los grupos pipiles desde una perspectiva militarista, adoptando lugares estratégicamente defensivos como las crestas de las angostas mesetas. Como ejemplo se pueden mencionar los sitios Caballito, Cerro de Ulata, Texisio, Jicalapa, Siberia, Panteoncito, Miramar y Zinacantan, los cuales en su totalidad se encuentran ubicados en áreas estratégicamente defensivas en su mayoría con un control visual de 360° y en algunos casos con restos de construcciones de cimientos de posibles paredes, como por ejemplo Zinacantan. Las extremas características defensivas de estos sitios hacen suponer una actividad sociopolítica hostil en la cual los pipiles establecieron sus prácticas culturales.
Además del uso defensivo del espacio, la ubicación y distribución espacial de los asentamientos de la costa del Bálsamo, puede estar asociada a una posible connotación simbólica y ritual que los grupos pipiles aprovecharon del paisaje. Los paisajes rituales están conformados a través de la apropiación física, imaginaria y simbólica de un espacio específico durante un tiempo determinado en los cuales se desarrollaron diversas dinámicas de prácticas sociales (Montero 2008). Las apropiaciones de un paisaje determinado permiten a los grupos culturales desarrollar perspectivas particulares legitimando su territorio, su memoria histórica, su prestigio y su poder. Por lo tanto, las prácticas rituales no están limitadas a desarrollarse en las montañas o cerros más altos, cada superficie elevada ofrece múltiples escenarios los cuales fueron interpretados en tiempos prehispánicos como lugares para evocar a deidades (Arreola y Murillo 2011). Así mismo, existen construcciones cognitivas en los grupos emigrantes en la búsqueda de paisajes específicos para asentarse. Dentro de estas construcciones cognitivas destacan tres causalidades las cuales se interrelacionan entre sí: la gestación, el pasaje y el arribo a entornos que contienen remembranzas o evocaciones del lugar de origen (García 2006). En este sentido los sitios El Letrero del Diablo y El Letrero son particularmente importantes debido a los petrograbados que exhiben una representación estilizada de Tlaloc, deidad con diversas connotaciones, destacando el agua, la lluvia y la guerra. La ubicación de ambos sitios está asociada a contextos acuáticos como ríos y quebradas. Así mismo, los sitios Caballito, Cerro de Ulata, Panteoncito y Zinacantan poseen una distribución espacial que sugiere que la ocupación de los asentamientos no solamente fue habitacional, sino que pudo estar relacionada con funciones de sitio rector cívico-ceremonial desde el cual la élite controlaba tanto las prácticas políticas-ceremoniales como las comerciales. Probablemente la apropiación y modificación de este tipo de paisaje de altura esté asociada a una emulación simbólica de los grupos pipiles con relación a su lugar de origen, con el objetivo de preservar su identidad y desarrollar prácticas culturales que los diferenciaran de los demás grupos culturales contemporáneos a ellos (Escamilla 2013).
Consideraciones finales
La perspectiva del paisaje intenta abrir nuevas corrientes de interpretación que permitan interrelacionar lo material, lo social y lo ideológico en relación con la apropiación de espacios y paisajes. Existen restos arqueológicos y documentación histórica que evidencian que el paisaje del actual territorio occidental de El Salvador, para finales del siglo XVI, era producto de redes sociales económicas y simbólicas del pipil prehispánico. En base a lo anterior, se podría considerar que el complejo cerámico Guazapa constituye la evidencia material de correlaciones arqueológicas que estarían estrechamente vinculadas a movimientos migratorios de los grupos pipiles durante el Posclásico. El complejo Guazapa en territorio salvadoreño es el reflejo de materiales culturales con influencia foránea asociada a la construcción de una memoria colectiva y mítica de su lugar de origen, conformando una sólida conciencia de grupo étnico durante el Postclásico, lo cual generó relaciones problemáticas con los demás grupos étnicos (Escamilla 2011).
Los datos arqueológicos obtenidos por el Proyecto Arqueológico Cordillera del Bálsamo permiten plantear un patrón cultural de apropiación del paisaje durante el Posclásico Temprano, en el cual los pipiles se encontraban adoptando y construyendo sus asentamientos en las angostas planicies de las crestas del sistema de mesetas de la costa del Bálsamo. Con respecto a las razones socioculturales que originaron la adopción, apropiación y transformación del particular paisaje, se plantean dos posibles interpretaciones del porqué los pipiles decidieron asentarse en la cresta de las mesetas de la costa del Bálsamo: una asociada a motivos defensivos y otra asociada a motivos rituales y simbólicos (Hamilton 2009; Escamilla 2011).
Las recientes excavaciones arqueológicas, aún en proceso, en el sitio El Panteoncito permiten plantear algunas ideas sobre el uso del espacio de dicho asentamiento. Una de las principales características es el escaso material cerámico y lítico recuperado lo cual podría estar asociado, por un lado a un motivo de erosión del material hacia las partes bajas de las mesetas y por otro lado a un uso ceremonial del espacio, el cual probablemente fue utilizado temporalmente en ciertos períodos anuales para el desarrollo de diferentes prácticas rituales. Probablemente los pipiles, en su proceso migratorio, encontraron en la geomorfología de las angostas mesetas de la costa del Bálsamo el paisaje ritual deseado para evocar a sus deidades y legitimar su propia memoria histórica a través de construcciones cognitivas asociadas a su lugar de origen.
Referencias
Amaroli, Paul
1986 En la búsqueda de Cuscatlán: Un proyecto etnohistórico y arqueológico. Documento inédito presentado al Patronato Pro Patrimonio Cultural, El Salvador
1992 Linderos y Geografía Económica de Cuscatlán, provincia pipil del territorio de El Salvador. Mesoamerica 21. Guatemala
Arreola, David y Osvaldo Murillo
2011 Tiempo-espacio sacro en la montaña prehispánica. En Moradas de Tlaloc. Arqueología, historia y etnografía sobre la montaña (editado por M. Chávez y R. Cabrera), Instituto Nacional de Antropología e Historia, Mexico.
Batres, Carlos
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