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71 La cuenca baja del Cotaxtla: ¿Clásico Tardío o Epiclásico? – Annick Daneels – Simposio 11, Año 1997

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Daneels, Annick

1998        La cuenca baja del Cotaxtla: ¿Clásico Tardío o Epiclásico? En XI Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1997 (editado por J.P. Laporte y H. Escobedo), pp.982-995. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).

71

LA CUENCA BAJA DEL COTAXTLA:

¿CLÁSICO TARDÍO O EPICLÁSICO?

Annick Daneels

En esta ponencia consideraremos lo que ocurre durante el periodo 700-1000 DC en la cuenca baja del Cotaxtla, que es representativa del desarrollo de un área bastante amplia del centro-sur de Veracruz, la llamada zona semiárida. En dicha área se observa una decadencia que contrasta marcadamente con el apogeo cultural de las regiones vecinas como la Mixtequilla, el valle de Córdoba y el área de Tajín. Nos basamos principalmente en los datos obtenidos en nuestro proyecto Exploraciones en el Centro de Veracruz (Misión Arqueológica Belga), llevado a cabo desde 1981 en la cuenca baja del Jamapa-Cotaxtla, en el que estudiamos un área de aproximadamente 1000 km². Además incluimos información de áreas adyacentes, para definir la extensión del fenómeno.

Primero describimos los diagnósticos de las fases, luego comentamos sobre los problemas de su fechamiento. Considerando la amplitud de la zona de decadencia, se procede a revisar varias hipótesis sobre su causa. Finalmente discutimos la terminología que sería conveniente aplicar a esta etapa de la secuencia arqueológica.

La zona semiárida está localizada en la franja costera del centro-sur de Veracruz, a la sombra de lluvia de la Sierra de Chiconquiaco (Figura 1). La precipitación es menor de 2000 mm anuales, con mínimas de 1000 mm en la parte central. En la planicie costera las amplias terrazas aluviales están limitadas por áreas de paleodunas y bajos anegables, mientras tierra adentro el terreno sube por mesetas escalonadas, conformadas por un substrato calcáreo o sedimentario muy permeable. Estas mesetas están cortadas por los ríos que bajan de la Sierra Madre Oriental, a los márgenes de los cuales se desarrollan angostas vegas. La baja precipitación y la alta evaporación debida a las temperaturas tropicales hacen que la vegetación natural sobre suelos calcáreos sea raquítica, en contraste con la selva alta de los terrenos aluviales.

Por esta circunstancia es obvio que las riberas de río hayan sido desde muy temprano el área de ocupación predilecta. Es posible seguir el desarrollo del asentamiento en la cuenca baja del Cotaxtla, donde realizamos una prospección semi-intensiva sobre aproximadamente 500 km².

Durante el Preclásico, los sitios se encuentran casi siempre a lo largo de los ríos principales. La cerámica y las figurillas siguen de cerca los modelos olmecas en el Preclásico Inferior (1200-800 AC) y Medio (800-400 AC), aunque no hay evidencias de arquitectura ni de escultura monumental. En el Preclásico Superior (400-100 AC) y Protoclásico (100 AC-100 DC), los sitios son más numerosos y empiezan a asentarse también en áreas no aluviales. El material adquiere características propias de la región y aparecen por primera vez los yugos lisos o en forma de batracio y el estilo de volutas típicos del Centro de Veracruz, así como las primeras navajas prismáticas de plataforma lisa sobre obsidiana gris oscura o negra de los yacimientos de Zaragoza-Oyameles (junto al sitio de Cantona en el Estado de Puebla). Se localizaron centros con arquitectura monumental, que consisten en tres pirámides o plataformas que delimitan una amplia plaza de aproximadamente una hectárea (100 x 100 m), asociadas a plataformas monumentales.

En el Clásico se observa un aumento de sitios, que debe reflejar un importante crecimiento demográfico. El asentamiento se distribuye sobre todo el territorio, ocupando cada una de las subáreas ecológicas. Existe una jerarquía de cuatro niveles, con centros mayores (con una pirámide mayor de 15 a 23 m de altura), centros medianos, centros pequeños y pueblos o aldeas. El plano típico de un centro consiste en una plaza cuadrada mucho más reducida que en el Preclásico (máximo de 40 x 40 m), delimitada por la pirámide principal, plataformas laterales y muchas veces un juego de pelota frente a la pirámide. La ocupación tiene su apogeo en el Clásico Medio (300-700 DC), con 132 sitios en 477 km² o un sitio cada 2 km. Los territorios que se extienden alrededor de los centros mayores son pequeños, del orden de 60 a 120 km², de acuerdo con el tipo de terreno. Durante el Clásico Tardío el número de sitios parece bajar considerablemente, aunque como veremos adelante, es posible que algunos sitios caracterizados por el complejo cerámico Clásico Medio hayan sobrevivido hasta el periodo Clásico Tardío.

Durante el Postclásico aparece un complejo cultural nuevo, con una distribución concentrada a lo largo de los ríos principales. La planeación de sitios, la arquitectura, la cerámica (el llamado Complejo Guinda) y la lítica (obsidiana de Pico de Orizaba) son diferentes en concepto y tecnología, así como las costumbres alimenticias y las creencias religiosas. Posiblemente refleja la inmigración de grupos Nahuas del valle de Tlaxcala. Este complejo cultural se mantiene hasta el momento del contacto, cuando la región ya es una provincia tributaria del Imperio Azteca (Provincia de Cuetlaxtlan o Cotaxtla).

El periodo que nos interesa en esta ponencia es el final del Clásico. Claramente es una fase que se deriva progresivamente de las anteriores. No hay indicación de una interrupción cultural hasta el Postclásico. De los 132 sitios del Clásico Medio sobreviven cuando menos 72 (55%), pero solo la mitad de ellos con una concentración significativa. Unicamente siete sitios parecen tener una ocupación más importante que en el Clásico Medio: La Joya/Paso Colorado y Colonia Ejidal casi sin cerámica de pasta fina; Conchal Norte; La Matosa; Cerro Jesús Cortés; Cerro Tía Rosa; Mata Naranjo. Sitios con alta concentración de material Clásico Tardío (pero menor que la ocupación del Clásico Medio) son El Bayo, Salinas, Palma de Gatilleros, Mata de Jabalí y, en menor grado, Cerro Chato. Como todos los sitios también produjeron cerámica típica del Clásico Medio, no tenemos ninguna evidencia de construcción nueva.

El complejo cerámico del Clásico Medio continúa, aunque con una marcada tendencia al empobrecimiento en la calidad y la diversidad de los tipos. Los indicadores cerámicos más diagnósticos son vasijas de pasta fina naranja o gris, generalmente cajetes de paredes muy delgadas, ya sea cuencos hemisféricos (a veces con soportes globulares), sea cajetes de fondo plano, paredes cóncavas divergentes con labio evertido (Figura 2). Esta cerámica es exógena; probablemente tiene su centro de producción en el sur de Veracruz, en Los Tuxtlas y/o la cuenca del San Juan y del Coatzacoalcos y está emparentada por su pasta y forma con la anaranjada X y Z de la zona Maya (Berlin 1956; Adams 1973). Se encuentra como importación en la Mixtequilla, el valle de Córdoba y la cuenca del Cotaxtla, donde está imitada en pastas locales no caoliníticas, en una cerámica que hemos llamado Miraflores (Figura 3).

De tradición local pero por su forma y decoración diagnósticas del Clásico Tardío son los cajetes hemisféricos con reborde labial, con o sin soportes globulares, del grupo Tejar; algunos ejemplares tienen decoración en relieve (esculpida o moldeada) (Figura 4). Estas formas son típicas para el Centro de Veracruz, con una distribución que va del Papaloapan hasta Tajín y pertenecen principalmente al horizonte tardío del Clásico (los más conocidos siendo los ejemplares moldeados del llamado estilo Río Blanco; Von Winning y Gutiérrez 1996). El grupo cerámico Tejar, con acabado pulido natural (beige) o ahumado (gris oscuro), surge a partir del Protoclásico; hay ejemplares esculpidos (no moldeados) en el Clásico Temprano y Medio, a la par con la cerámica Tequisate, con la cual comparte temáticas de decapitación. Es interesante observar que para el periodo después de 800 DC, la moda de la cerámica de relieve con representaciones de escenas rituales, militares o de juego de pelota se distribuye también en parte del área Maya, donde se considera una cerámica de tradición foránea, tal vez Tabasqueña (Pabellón Molded-Carved; Adams 1973:140-148). Esta última se distingue de la cerámica centro-veracruzana por ser de pasta fina y por carecer de antecedentes locales (aunque esto se pueda deber a que en la secuencia arqueológica de Tabasco hasta ahora no existe un complejo definido para el Clásico Medio).

Otros indicadores del Clásico Tardío son los tipos tradicionales como Piñonal Guinda y Zacatal Naranja, en formas imitando tanto las cerámicas de pasta fina como las del grupo Tejar (Figura 5). En la cerámica doméstica aparecen como elementos diagnósticos las ollas de cuello muy divergente, a veces con labio enrollado, así como los acabados naranja o negro con reflejos metálicos (en ollas y apaztles). Las figurillas, muy escasas, son hechas en molde (Figura 6). Se parecen a modelos mayoides típicos para el sur de la entidad (complejo Villa Alta de San Lorenzo, Coe y Diehl 1980).

En la lítica aparecen por primera vez las navajas prismáticas de plataforma pulida, producidas todavía en obsidiana gris oscura del yacimiento de Zaragoza-Oyameles. Durante el Postclásico se seguirán haciendo navajas de plataforma pulida, pero en obsidiana gris transparente del Pico de Orizaba, obtenida por extracción minera de yacimientos profundos de alta calidad.

En un principio habíamos fechado la fase entre 650/700 y 900 DC, Clásico Tardío, con base en la comparación tipológica de la cerámica de pasta fina de la fase Epiclásica (700-900 DC) de Stark y Curet (1994) y la fase Matacapan F (650-900 DC) de Pool (1995). Sin embargo, es preciso recordar que las muestras de C-14 para el Clásico Tardío en Veracruz son muy escasas, por lo que las fechas absolutas para este periodo aún son tentativas.

Este fechamiento nos dejaba con un importante hiato, entre 900 DC, final del Clásico Tardío y 1200 DC, principio tradicionalmente aceptado del Complejo Guinda en el Altiplano, que es el que aparece en el Postclásico en nuestra área. Sin embargo, estudios recientes en el Altiplano, con fechas de C-14 calibrados, tienden a situar el principio del Complejo Guinda tan temprano como 1100 o hasta 1000 DC (Parsons, Brumfiel y Hodge 1996; McCafferty 1996; Cowgill 1996). Por otro lado, la cerámica de pasta fina y su imitación local Miraflores parece tener una duración más larga que originalmente pensada. En el valle de Córdoba se identificó el Complejo Paraje, que tipológicamente se sitúa en el Postclásico Temprano, 900-1200 DC (cajetes con soportes zoomorfos, a veces con fondos sellados, manufactura en molde, engobes metálicos, asociados a cinco fragmentos de cerámica Plomiza). Este complejo está asociado al índice de mayor frecuencia de la cerámica Miraflores, así como altos porcentajes de las pastas finas, lo que sugiere que el uso de dichas cerámicas se prolonga más allá de 900 DC, eventualidad que ya se reconocía para la Mixtequilla, Matacapan y San Lorenzo respectivamente (Stark y Curet 1994; Pool 1995; Ortiz 1995; Coe y Diehl 1980). Es entonces muy posible que el complejo Clásico Tardío haya sobrevivido hasta aproximadamente 1000 DC o más tarde, para luego ser desplazado por el Complejo Guinda, sin hiato.

En la cuenca baja del Cotaxtla hay datos que refuerzan esta hipótesis: en 18 sitios con complejo cerámico Clásico Tardío, encontramos tiestos aislados del Complejo Paraje (Figura 7: cajetes con soportes o asas zoomorfos, vasijas piriformes, Plomizo – 4 tiestos), lo que sugiere que estos sitios han sobrevivido cuando menos hasta el principio del Postclásico. Solo cuatro de estos sitios, ubicados en las terrazas aluviales, siguen ocupados en el Postclásico Tardío.

Considerando estos argumentos, tendemos ahora a fechar el complejo tardío del Clásico entre 700 y 1000 DC, parcialmente contemporáneo con la aparición del Complejo Guinda Postclásico.

Originalmente, pensábamos que durante el Clásico Tardío ocurría un despoblamiento drástico de la zona. Los 31 sitios, definidos con base en la presencia de la cerámica de pasta fina de importación, se ubicaban en las zonas de paleodunas, con un vacío notorio a lo largo de los ríos (Daneels 1997: Figura 11). Sin embargo, estudios modales posteriores permitieron definir ciertas formas representativas del Clásico Tardío en tipos cerámicos de tradición local (Tejar, Piñonal y Zacatal). El mapeo del conjunto de los indicadores sugiere una distribución mucho más parecida a la del Clásico Medio, aunque menos intensiva, con una habitación continuada en las terrazas aluviales (Figura 8). Sin embargo, como hemos visto, los tipos más diagnósticos son cerámicas finas, fenómeno de élite, generalmente representadas en menos de 1%. En sitios con bajas densidades de material o en sitios de categoría baja estos tipos podrían estar completamente invisibles o simplemente ausentes. Es por lo tanto posible que un mayor número de sitios sobreviva en el Clásico Tardío, aunque el complejo representado en superficie sea esencialmente reconocido como Clásico Medio.

Sin embargo, la posible supervivencia de un número de sitios mayor del que estimamos con base en los indicadores mencionados, no cambia nada a la interpretación global que se puede dar a la fase, la de un estancamiento marcado, con falta de creatividad y de originalidad en aspectos de arquitectura o de cerámica. Este fenómeno contrasta por un lado con las fases anteriores y por otro lado con los focos dinámicos vecinos como la Mixtequilla (inmediatamente al sur) y el valle de Córdoba (inmediatamente al oeste). Se observa una asimilación casi pasiva de escasos elementos (cerámica de pasta fina importada e imitada localmente a pequeña escala), mientras por otro lado hay una virtual ausencia de elementos de culto comunes en las zonas aledañas (figurillas, sahumerios, braseros, representaciones de divinidades o de sus símbolos).

Este fenómeno parece extenderse hacia el norte, aproximadamente hasta la cuenca del Actopan. No hay datos de recorridos extensivos, pero según la información escueta existente, prevalece una situación muy parecida hasta la orilla sur del río Antigua (en la región de Vargas: la región de la cuenca del San Juan y de la ribera meridional del Antigua: Medellín [1960], Torres y Cuevas [1960], Navarrete [1983] y Hangert [1958] y para los sitios de Tenenexpan, Cerro de Cajetes, Buzón, Remojadas, Loma de Carmona y Carrizal en el piedmont: Strebel [1885, 1889], Medellín Zenil [1950] y Cuevas [1970]).

El área afectada por este estancamiento es por lo tanto bastante considerable y corresponde a grandes rasgos a la llamada zona semiárida, área donde floreciera lo que en la literatura se conoce como la Cultura de Remojadas (Medellín 1960), entre el Protoclásico y el Clásico Medio (ca. 100 AC-700/800 DC).

Al norte del río Actopan, desde Viejón en la costa y Napatecuhtlan en la ladera noroeste del Cofre de Perote empieza un área cultural diferente, caracterizado por la presencia de la cerámica de Bandas Ásperas, las palmas y la arquitectura de piedra con talud y cornisa, realzada con pintura mural. Esta tradición se inicia en el Clásico Medio y culmina en el Clásico Tardío y Epiclásico, con Tajín, Cuajilotes e Higueras en la planicie costera, hasta Yohualichan, Xiutetelco y Napatecuhtlan en la sierra. Dentro de esta región, que podríamos llamar la esfera norte del Centro de Veracruz, se podrían observar en el Clásico Tardío subáreas culturales de acuerdo con la distribución de estilos de arquitectura (con o sin nichos) o de palmas, pero la escasez de estudios regionales en el área hace difícil determinar sus límites.

De igual manera, se podría englobar la zona desde el río Antigua hasta el Coatzacoalcos en una esfera sur, compartiendo la cerámica de pasta fina y figurillas de inspiración mayoide, pero con subáreas culturales muy diferentes. Hay áreas muy dinámicas, caracterizadas por elementos originales: (1) el valle de Córdoba (Miranda et al. 1994), como centro de procesamiento de obsidiana, (2) la Mixtequilla (Stark y Curet 1994), donde se producen las figuras sonrientes, esculturas de barro monumentales y vasijas finas, entre las cuales sobresalen las con decoración en relieve, (3) el área de distribución del complejo Villa Alta (Coe y Diehl 1980; Gómez 1996; Ceja 1997; Symonds 1997), a lo largo de los ríos San Juan y Coatzacoalcos, donde se observa una intensa actividad constructiva (entre otros San Lorenzo, Laguna de los Cerros, Las Limas, etc) y (4) la Sierra de los Tuxtlas, donde hay una producción cerámica característica (cerámica de pasta fina Tuxtlas Policromo), pero poca evidencia de construcción (Santley y Arnold 1996) (Figura 10).

Podríamos hablar de una polarización de las tradiciones culturales hacia el final del Clásico, con una tradición esencialmente local en la esfera norte y una tradición con influencia mayoide en la esfera sur. La franja intermedia comprendida entre la cuenca del Antigua y del Jamapa, aunque pertenece a la esfera meridional por carecer de ollas de Bandas Ásperas y de palmas, así como compartir las cerámicas de pasta fina del sur, parece experimentar un estancamiento y un posible despoblamiento, ya observado por Medellín Zenil para el conjunto de la zona semiárida (1960:52).

Esto nos lleva a la pregunta del porqué el estancamiento y/o posible abandono de esta región. Medellín Zenil adscribía el aparente despoblamiento al deterioro ecológico ocasionado por el exceso de roza y quema, opinión que en un tiempo compartimos (Daneels 1990:81). Sin embargo, esta explicación no está soportada por los datos de superficie encontrados en la cuenca baja del Cotaxtla. Al contrario, muchos sitios con cerámica del Clásico Tardío están en las paleodunas, terrenos particularmente vulnerables a la erosión. La hipótesis de la degradación superficial o del efecto de una posible sequía hacia 600 DC (sugerida por datos en el Altiplano), no podría haber producido dicha distribución. Al contrario, se podría especular sobre el efecto de fuertes crecidas de los ríos, de las que hay escasas indicaciones de contexto estratigráfico en la zona (sitio de Colonia Ejidal, Daneels 1988:40, capas de anegación del final del Clásico Medio y del Clásico Tardío) y fuera de la zona (región de Tajín: Wilkerson 1972:44-45, 60: capas de anegación hacia 300 DC; Wilkerson 1997a: 56-58, anegaciones en el centro-norte de Veracruz, cuencas del Nautla y del Tecolutla, entre 500 AC y 350 DC, Wilkerson 1997b:76, nota 49: anegaciones en el centro-sur de Veracruz hacia 1100 DC; Daneels 1992, anegación del área noreste del sitio de Tajín hacia 1000 DC). Sin embargo, el fenómeno parece haber sido localizado y ocasional, ya que es obvio que no afectó el asentamiento en la cuenca alta del mismo Cotaxtla (valle de Córdoba) ni en la vecina cuenca del río Blanco, afluente del Papaloapan (Mixtequilla). Una explicación de naturaleza ecológica o climatológica no parece viable.

La existencia de importantes focos dinámicos hacia el sur y el norte puede haber sido una fuente de atracción para los elementos más inquietos de la población local, que podrían haber abandonado sus hogares para acudir a los centros vecinos. Como se ha explicado arriba, es difícil evaluar la intensidad del despoblamiento, ya que no estamos seguros cuántos sitios sobrevivieron en el Clásico Tardío. Sin embargo, esto sería un efecto del estancamiento regional, no una causa, ya que no parece haber ocurrido un colapso económico. Una explicación sería que la zona se hubiera quedado al margen de las dos grandes rutas comerciales (una por Xalapa, bajando al valle del Actopan, hacia la esfera norte; la otra por Córdoba, bajando al valle del Cotaxtla y del Blanco, hacia la esfera sur), en un marco de creciente politización y control de los territorios. Sin embargo, esta explicación tampoco está sostenida por la evidencia en la cuenca baja del Cotaxtla. Los sitios del Clásico Tardío tienen proporcionalmente más obsidiana negra que en periodos anteriores, a pesar del aparente despoblamiento. Esto significa que la población no solamente tenía acceso a los productos de comercio, pero incluso tenía una producción suficiente de materiales de intercambio (algodón, cacao, hule) como para obtenerlos en mayor cantidad. Por ende no hay evidencia de una crisis económica.

Una tercera explicación para el estancamiento puede haber sido el rechazo consciente, deliberado e intencional de innovaciones religiosas. El gran conservatismo aparente en los asentamientos de la época, sobre todo la escasez de figurillas mayoides e incensarios, típicos de la esfera sur, o de relieves y palmas de la esfera norte, podría reflejar una renuencia en aceptar nuevos cultos, a integrarse a la nueva corriente cultural de moda a partir de 700/800 DC. En este aspecto es interesante señalar que la zona de estancamiento carece de la simbología asociada al culto a Quetzalcoatl (caracol cortado, greca escalonada, serpiente emplumada, máscara bucal de Ehecatl, ícono ojo de reptil, etc) que son relativamente frecuentes tanto en la esfera sur y como en la norte (por ejemplo, relieves de El Tajín, palmas; adornos de figurillas o decoraciones pintadas o en relieve en las vasijas de la esfera sur). Aunque hay evidencias de que conocían el calendario desde el Protoclásico (Estela C de Tres Zapotes), lo que sugiere que estaban familiarizados con la observación del planeta Venus y que desde el mismo periodo se practicaba el juego de pelota, asociado a un culto de fertilidad con el uso de yugos, que en El Tajín viene asociado a símbolos de Quetzalcoatl, no hay representaciones de dicha divinidad en la zona semiárida. Aunque estamos concientes que un argumento ex silentio siempre es muy débil, esta ausencia sugiere que estamos en presencia de un grupo de ortodoxos, tradicionalistas o reaccionarios, que tal vez eran adversos al militarismo que cobra mayor importancia a partir de este momento.

Un argumento que parece reforzar esta hipótesis es la distribución de la cerámica de pasta fina de importación. Como mencionado arriba, dicha cerámica se ha encontrado principalmente en los sitios las paleodunas, que son de fundación más reciente (del Clásico Medio). Su virtual ausencia es notable en los viejos centros de poder a lo largo del río Cotaxtla. Sabemos ahora que estas capitales, ocupadas sin interrupción desde el Protoclásico, estaban también ocupadas en al final del Clásico y que su situación económica era buena (a juzgar por las cantidades de obsidiana). Si estos centros hubieran querido obtener vasijas de importación, como los centros de las paleodunas, lo hubieran podido hacer. La eventualidad de que fragmentos de cerámica fina en las terrazas aluviales hubieran escapado nuestra pesquisa es poco probable, ya que el grado de visibilidad de superficie en las terrazas es mucho mayor que en las paleodunas (pastizales), debido al cultivo intensivo y a la explotación de los montículos por extracción de arcilla para la fabricación de ladrillo. La distribución diferencial de las cerámicas de importación nos parece por ende significativa y refuerza la interpretación que los viejos centros de poder rechazaban el contacto con las áreas más dinámicas del sur.

Esto nos lleva a considerar la transición al Postclásico, que refleja un cambio profundo en el conjunto cultural, desde el patrón de distribución a la arquitectura, el concepto de planeación de centros, las técnicas de manufactura cerámica y lítica, las tradiciones culinarias y religiosas. Este complejo cultural se ha interpretado como la intrusión de grupos Nahuas procedentes del valle de Puebla-Tlaxcala que se asentaron en las terrazas aluviales a lo largo de los ríos Cotaxtla y Jamapa. La reevaluación de la distribución de los asentamientos de complejo Clásico Tardío nos indica que estos grupos foráneos no penetraron en un área despoblada, como originalmente especulamos (Daneels 1997). Al contrario, se asentaron en o muy cerca de los viejos centros de poder como Colonia Ejidal o La Joya (Figura 9). Evitaron las zonas de paleodunas, pero la ocurrencia esporádica de fragmentos de cerámica de fondo sellado, típica del complejo foráneo, en algunos sitios de complejo Clásico Tardío sugiere contactos ocasionales.

No hay señales de que los pobladores locales se sintieran amenazados: los sitios permanecen abiertos, sin huellas de fortificación. Es interesante reportar aquí el comentario de Arthur Demarest, que me llamó la atención sobre el hecho que una fortificación apresurada, como una empalizada de madera, no dejaría huellas apreciables en el paisaje arqueológico de una zona tropical. La ausencia de fortificaciones visibles en efecto no es prueba que no las hubiera habido. En contraste, los nuevos sitios del Postclásico están ubicados en lugares altos y son arquitectónicamente más cerrados, aunque difícilmente se puedan tachar de fortificados; también llama la atención la aparición de algunas puntas de flecha sobre navaja prismática. Es posible que los nuevos grupos hayan sido más agresivos, lo suficiente como para subyugar a los pobladores originales de los terrenos de primera calidad.

Sin embargo, la penetración no necesariamente fue violenta. Es interesante notar que estos grupos intrusos de la cuenca baja del Cotaxtla también carecen de simbología directamente sugestiva del culto a Quetzalcoatl, a diferencia de los grupos intrusos Nahuas que les son emparentados y que ocupan la región de la Mixtequilla, por un lado y de Quauhtochco (hacia Córdoba), por el otro (motivos de xicalcolhiuquis, serpientes emplumadas en la cerámica). Este fenómeno refuerza la hipótesis de rechazo al culto de Quetzalcoatl por parte de la población del complejo Clásico Tardío y sugiere una base para el entendimiento entre población local y grupos intrusos. El hecho que durante el Postclásico las paleodunas son abandonadas, sugiere que los últimos reductos de tradición clásica se extinguieron o terminaron integrándose a la nueva sociedad.

Esta línea de razonamiento dispone desgraciadamente de pocos datos en que apoyarse, por la escasez de ilustraciones de objetos decorados y de figurillas en muchos de los reportes de sitios de la zona semiárida. Esperamos en el futuro poder obtener más información para reforzar (o invalidar) esta hipótesis.

Esto nos lleva al problema de la nomenclatura, Clásico Tardío o Epiclásico. En el caso de la cuenca baja del Cotaxtla, podríamos hablar de Epiclásico debido a la fecha tardía del complejo cultural y a su carácter decadente, que carece de originalidad y creatividad en la producción local. En este caso, el Epiclásico seguiría al Clásico Medio local, como en el caso de la Mixtequilla (Stark y Curet 1994; Para la zona de la Mojarra (Diehl et al. 1997) y el área del complejo Villa Alta (Coe y Diehl 1980), también se maneja el término Epiclásico, pero estos casos son diferentes, puesto que dichos sitios carecen de ocupación en el Clásico Medio) y en la secuencia que se está usando ahora para el valle de México, donde Xolalpan Tardío (final del Clásico Medio) está seguido por Coyotlatelco (Epiclásico). Otros autores prefieren guardar el término Clásico Tardío (Santley y Lunagómez 1991; Pool 1995; Santley y Arnold 1996; Miranda, este volumen).

Todo depende de la definición del término, en cuanto a su contenido cronológico y cultural. El término Epiclásico en el Altiplano Central se creó para designar el periodo que interviene entre la caída de Teotihuacan y el surgimiento de Tula. Por las nuevas cronologías del complejo Coyotlatelco, este periodo se volvió de bastante duración (650-1000 DC) y equivale al Clásico Tardío y Clásico Terminal de la zona Maya. Nuestra área se asemeja en términos cronológicos al Altiplano, pero en cuanto a contenido (cuando menos la esfera sur por sus afinidades con el complejo Villa Alta) se relaciona más estrechamente a los desarrollos de la zona Maya. Sin embargo, mientras tanto el Epiclásico del Altiplano, como el Clásico Terminal de la zona Maya, son caracterizados por la aparición de complejos distintos (tal vez foráneos) (Coyotlatelco para el uno y Chontal o Putun para el otro), el Epiclásico en todo el Centro de Veracruz representa un desarrollo local, con un cambio cultural hasta el Postclásico, hacia 1000/1100 DC.

En el caso de la zona semiárida, nos parece pues válido hablar por ahora de un Epiclásico, aunque estamos conscientes que esto provoca un problema en la secuencia normal mesoamericana, por la desaparición de la etapa Clásico Tardío. Este fenómeno no está restringido a nuestra área. Como vimos, esta secuencia sincopada también se está usando ahora en el Altiplano Central. Está claro que en un futuro cercano se tendrá que llegar a un consenso en cuanto a la definición de las etapas y reajustar la terminología en consecuencia. Estamos a la víspera de una nueva reestructuración conceptual de la historia de Mesoamérica.

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Figura 1 Plano del centro y sur de Veracruz, con la delimitación de la zona semiárida, así como los

principales sitios y elementos geográficos mencionados en el texto

Figura 2 (superior izquierda) Cerámica Naranja Fino y Gris Fino (la vasija de la hilera superior es común

en Naranja Fino, las de la hilera inferior en Gris Fino, la de en medio en ambos tipos)

Figura 3 (superior derecha) Cerámica Miraflores

Figura 4 (inferior izquierda) Cerámica Tejar

Figura 5 (inferior derecha) Cerámica Piñonal y Zacatal

Figura 6 (superior izquierda) Figurillas moldeadas

Figura 7 (superior derecha) Fragmentos de cerámica del complejo Paraje (valle de Córdoba)

encontrados en la cuenca baja del río Cotaxtla

Figura 8 (inferior izquierda) Distribución de los sitios del Clásico Tardío con base en el conjunto de

indicadores arqueológicos

Figura 9 (inferior derecha) Distribución de los sitios del Postclásico

 

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