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Arredondo Leiva, Ernesto
1999 Patrón funerario en el sitio arqueológico Ujuxte, Retalhuleu: Temporadas 1995-1997, resultados preliminares. En XII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1998 (editado por J.P. Laporte y H.L. Escobedo), pp.556-561. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.
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PATRÓN FUNERARIO EN EL SITIO ARQUEOLÓGICO UJUXTE, RETALHULEU:
TEMPORADAS 1995-1997, RESULTADOS PRELIMINARES
Ernesto Arredondo Leiva
Desde los orígenes de la antropología moderna en el siglo pasado, los ritos relacionados a la muerte y el simbolismo e implicaciones sociales que ésta conlleva, han sido fuente de interés constante. Sin embargo, en el caso de la arqueología Maya, el tema no ha sido explotado en su total dimensión y en todas sus posibilidades. Una de ellas es el estudio del patrón funerario. Cuando hablamos de la Costa Sur de Guatemala la situación se agudiza.
En esta región son pocos los trabajos específicos relacionados al patrón funerario y debido a lo casi siempre limitado de su material objetivo -es decir número de entierros disponibles-, éstos aún no nos permiten hacer afirmaciones concluyentes y mucho menos lograr hacer comparaciones regionales realmente sólidas. Esto no quiere decir que los esfuerzos realizados a la fecha no sean valiosos, por el contrario, éstos son importantísimos pues establecerán los pasos a seguir por futuros proyectos.
En la Costa Sur de Guatemala tres han sido los más importantes aportes en el campo del patrón funerario: los enterramientos en Balberta (Arroyo 1990), los de varios sitios de la Costa Sur (Genovez 1997) y los de Sin Cabezas, Escuintla (S. Colby s.f.). Estos autores han producido una serie de escritos posteriores sobre sus particulares experiencias y son el grueso de la literatura referente a patrón funerario en la región.
La presente ponencia muestra los resultados preliminares obtenidos de los restos funerarios encontrados en las temporadas de campo del Proyecto Arqueológico Ujuxte en un esfuerzo por aportar más datos sobre el tema a la arqueología de la región. Por lo tanto no presentaremos datos concluyentes por el momento. Esta investigación comenzó formalmente en el mes de junio del presente año como tema de tesis de licenciatura del autor bajo la dirección del Dr. Michael Love, director del proyecto, el cual es un trabajo conjunto de la Universidad de California en Santa Bárbara, la Universidad Estatal de California en Sonoma y la Universidad del Valle de Guatemala.
METODOLOGÍA
El Proyecto Arqueológico Ujuxte comenzó en 1993 con un reconocimiento preliminar y recolecciones de superficie controladas, que se realizaron durante 1993 y 1994, con el propósito de elaborar un plan de excavación acorde para responder una serie de preguntas concernientes al desarrollo del sitio. La más importante trata con los eventos ocurridos luego del colapso del sitio La Blanca como centro regional en la zona del río Naranjo y el Ocosito, así como el aparente surgimiento de Ujuxte como sucesor o heredero de aquel poder.
Luego de las recolecciones, se seleccionaron los montículos con materiales que se supusieron como pertenecientes a las fases iniciales de ocupación del sitio. Es decir materiales post-Conchas, clasificados por nuestro proyecto como fase Caramelo (Love 1997a). Luego de tres temporadas de campo se realizaron excavaciones en doce de los montículos seleccionados. Estas proveyeron restos óseos varios, incluyendo restos de fauna y restos humanos. A la fecha logramos obtener 16 entierros, más tres conjuntos ofrendarios que nos hacen suponer la existencia de tres cuerpos que no aparecieron en los límites de las excavaciones.
Aunque estadísticamente este número puede llegar a ser considerado poco significativo, hay que recordar que en los estudios anteriores, el número de entierros registrados no llegó a ser mayor de 30 (Arroyo: 26 entierros, Genovez: 23 individuos).
En campo, las excavaciones fueron por lo general en unidades de 2 x 2 m. Al encontrarse los entierros éstos fueron inicialmente limpiados, dibujados y fotografiados. No en todos los casos los entierros fueron levantados. Los que sí, fueron transportados al laboratorio del proyecto donde esperan ser analizados más detenidamente por un antropólogo físico quien ya realizó un análisis preliminar in situ. A este esfuerzo se ha sumado la implementación de fichas especiales que contengan todo tipo de información necesaria para un mejor análisis, además de contar con la información en las respectivas formas de nivel y rasgo, así como con la revisión de las notas de campo de los arqueólogos. Las definiciones a utilizar seguirán los parámetros establecidos por Romano (1978), pues a la fecha son las más comúnmente usadas.
RESULTADOS
De las 15 operaciones que realizaron excavación, ocho reportaron entierros. Fueron éstas las operaciones 7, 8, 11, 12, 13, 15, 17 y 18. Los pozos cubrieron áreas cercanas al núcleo del sitio y áreas en la periferia, así como se realizaron sobre montículos y espacios entre éstos.
En total fueron encontrados 19 rasgos definidos como entierros de la siguiente manera (Figura 1):
Figura 1
El Entierro 1 (rasgo 11) fue de un individuo de decúbito ventral extendido en un eje oeste-este con el cráneo al oeste, asociado al rasgo 15 consistente en una olla fragmentada y restos de cráneo, todo a los pies del individuo (Operación 7).
El Entierro 2 se infirió en base a un grupo de tres vasijas encontradas. Como se verá más adelante este patrón corresponde con otros entierros dentro del sitio. La ausencia del cuerpo puede deberse a que estuvo fuera de los límites de excavación (Operación 8).
El Entierro 3 consistió en un individuo en posición de decúbito ventral extendido en un eje norte-sur con el cráneo al norte y el rostro al oeste. No tuvo ofrenda o quizá no se encontró y sólo se pudo asociar a él restos de carbón y barro rojizo (Operación 8).
El Entierro 4 fue un individuo en eje sur-norte con el cráneo al sur y el rostro al este, en posición extendida, asociado a un piso y a dos conjuntos de tres vasijas cada uno (Rasgos 9 y 14). El primero estuvo a los pies del entierro y en una de las vasijas se encontraron restos humanos; mientras que el segundo se localizó a la cabeza del mismo. Cercano a este rasgo, se descubrió otra vasija boca abajo (Rasgo 16; Operación 8).
Por otra parte, en la operación 11 se reportó únicamente un entierro. Aunque sólo se excavó y descubrió un cráneo se puede afirmar la continuidad del cuerpo en un eje norte-sur. Sobre el cráneo se encontraron dos vasijas y una más boca abajo cerca de éstas.
En la operación 12 se recuperaron seis individuos en las unidades realizadas. El Entierro 6 consistió en un cráneo sin mandíbula en eje sur-norte viendo al sur, asociado a una piedra de moler, una piedra verde, materiales quemados y una cuenta tubular.
El Entierro 7 fue un entierro múltiple con tres cuerpos colocados paralelamente. Los tres individuos estuvieron de decúbito ventral extendido guardando un eje sur-norte dos de ellos y norte-sur el restante, es decir, dos con el cráneo al sur y el otro a norte del eje. Como ofrenda se encontró el Rasgo 40 consistente en cuatro vasijas, una de ellas ocupando el espacio de la cabeza de uno de los individuos el cual no presentó restos craneales (Operación 12).
El Entierro 8 se descubrió cercano al Entierro 7 aunque aún no se puede asociar con él. Fue un individuo en eje norte-sur con el rostro posiblemente al este, en posición de decúbito dorsal extendido. No se encontró ofrenda (Operación 12).
El Entierro 9 consistió en un cuerpo de decúbito ventral extendido, en eje sur-norte, con el cráneo al sur. Asociado a áreas de barro quemado y carbón, así como a un piso (Operación 12).
En la operación 13 se encontraron dos entierros. El Entierro 10 consistió en restos desarticulados que incluyeron una mandíbula, fragmentos de cráneo, un fémur, una clavícula y un posible sácrum; asociados a un basurero.
Otro individuo más (Entierro 11), se encontró en eje norte-sur, con la cabeza al norte y viendo al este, en posición de decúbito dorsal (aparentemente) extendido y sin ofrendas (Operación 13).
La operación 15 contó con tres entierros. El primero (Entierro 12) se infiere a partir de dos rasgos posiblemente ofrendarios consistentes en un cráneo dentro de una vasija, acompañado de otro más fuera de ella y de un grupo de tres vasijas dentro de un estrato intrusivo al excavado, donde una de ellas contuvo un cráneo. También asociados a ellos se encontraron restos óseos de fauna y material mezclado de un basurero (Operación 15).
En una extensión del pozo, a una profundidad de 1.30 m, se encontró un cuerpo perteneciente a un individuo dentro de una formación de taxcal que lo rodeó a manera de urna. Su posición fue sedente con el rostro al este. En los huesos se observó coloración rojiza. Estuvo acompañado de cinco vasijas, tapando una de ellas a la «urna» de taxcal (Operación 15).
El Entierro 14 perteneció a un individuo en posición de decúbito ventral extendido orientado norte-sur, con la cabeza al sur y el rostro al este, con dos vasijas sobre la posición de la cabeza un poco por encima del nivel del cuerpo (Operación 15).
La operación 17, consistente en tres pozos realizados frente a los Montículos 38 y 36, mostró a 0.90 m de profundidad una mandíbula humana acompañada de muchos restos fragmentados de huesos humanos y de abundante material cerámico.
El Entierro 15 consistió en restos desarticulados sobre un eje norte-sur que incluyeron fragmentos de cráneo, un maxilar inferior y un fémur. Entre los materiales encontrados en este basurero se identificaron restos de maíz y de semillas de cacao, así como un incensario (Operación 17).
Un cráneo de un individuo no mayor a los seis años fue encontrado dentro de una vasija (Entierro 16) y que fue tapada por un plato boca abajo, en el tercer pozo de la operación. Es posible que haya sido una ofrenda a un entierro que no apareció dentro de los límites de la excavación (Operación 17).
La operación 18 reportó tres entierros. El primero (Entierro 17), consistió en un cráneo en muy mal estado de conservación por los efectos del arado. Es posible que perteneciese a un individuo completo pero no se pudo comprobar la existencia del cuerpo por no haberse realizado ninguna extensión. Sólo un gran fragmento de cerámica estuvo asociado (Operación 18).
El Entierro 18 estuvo en su mayor parte fuera del área excavada. Sólo los pies pudieron observarse, éstos mostraron una posición aparentemente ventral extendida, norte-sur, con el cráneo al sur. El Entierro 27 se encontró sobre el estrato que contendría al Entierro 19 (Operación 18).
Este último se encontró en posición de decúbito dorsal extendido orientado norte-sur con el cráneo al norte y el rostro al este. Estuvo asociado a nueve vasijas, alineadas en un eje norte-sur, a un fogón, una superficie quemada y a un arco de carbón y ceniza. La vasija 2 contuvo los restos de un infante.
GENERALIDADES
De los datos anteriores podemos resumir que de los 21 individuos catalogados en 19 entierros (aquí incluimos tres inferidos por la presencia de grupos de vasijas característicos de las ofrendas funerarias del sitio), 17 fueron directos, uno indirecto y tres quedaron sin definir por no aparecer en los límites de excavación. Catorce entierros fueron primarios, 12 de ellos articulados, uno desarticulado y el restante sin extensión en la excavación para confirmar la articulación o desarticulación del mismo. Uno estuvo en eje este-oeste, mientras que 13 siguieron el eje norte-sur. De éstos, seis tuvieron el cráneo al norte del eje y siete al sur. En los casos reconocibles, seis mostraron el rostro al este y dos al oeste. La ocurrencia de posición en su forma fue de 12 extendidos y uno sedente; los demás fueron desarticulados o no aparecieron los cuerpos. La variedad ventral-dorsal dio como resultado tres dorsales contra siete ventrales, así como dos que por su estado de conservación aún están sin definir, aunque parecen pertenecer uno a cada variedad.
Dos entierros mostraron sólo el cráneo, uno de ellos claramente sin cuerpo (y sin mandíbula). Cinco cráneos más fueron encontrados como parte de ofrendas, tres dentro de vasijas y los otros sobre el sedimento aunque asociados también a vasijas. Entierros de cráneos han sido ampliamente registrados en varios sitios desde épocas tempranas (Sharer 1994; Thompson 1975). En Kaminaljuyu se reportó el hallazgo de 32 cráneos en un entierro múltiple para el Preclásico Medio (Velásquez 1989). La Estela 21 de Izapa, los entierros de Los Mangales en el valle de Salamá, los mitos de origen del Popol Vuh, son otras fuentes que nos hablan de ritos donde el individuo es decapitado.
Cinco niños fueron encontrados estando sus restos en ocasiones como ofrendas a otros entierros y dentro de vasijas. Las edades estuvieron entre los dos y seis años. Los sacrificios de niños han sido asociados según fuentes de la colonia y códices del centro de México, a ritos relacionados con la lluvia y han sido comunes en la evidencia arqueológica (Sahagún 1975).
La orientación sobre un eje norte-sur en la mayoría de los entierros de Ujuxte, se apega bien a un patrón observado comúnmente para varios sitios durante el Preclásico: Kaminaljuyu E-III-3, Sin Cabezas, Los Mangales, Chalchuapa, Chiapa de Corzo. Uno de los objetivos de la investigación será la de comparar éste con los datos que se obtengan de la identificación del sexo de los individuos. Así mismo, la posición de decúbito ventral extendida parece haber sido un común denominador para este periodo. En Balberta, de los siete individuos en esta posición, cinco son clasificados para el Formativo Terminal (Arroyo 1990). Otros ejemplos se encuentran en La Victoria (Coe 1961), Baking Pot (Ruz 1965; Ricketson 1929), Kaminaljuyu (Shook y Kidder 1952; López y Martínez 1992; López 1993; Suasnávar y Flores 1992) y Chalchuapa (Fowler 1984), entre otros.
Un dato interesante es la alta cantidad de huesos humanos quemados asociados a basureros, especialmente en los entierros en el área de los Montículos 36 y 38. Aunque aún no tenemos evidencia firme, estos restos nos han hecho pensar en ellos como una posible evidencia de canibalismo ritual en la élite del sitio.
Al momento, los entierros de Ujuxte parecen reafirmar los datos que muestran una tradición funeraria en la región. Arroyo (1990) afirmó que los sitios de la Costa Sur de Chiapas y de San Marcos en Guatemala, practicaron una serie de ritos funerarios compartidos que pueden indicar «algún tipo de filiación entre ellos», tradición que pudo llegar hasta el área de Sin Cabezas. La evidencia en Ujuxte apunta en esta dirección. Hay que notar que no reportamos entierros para la fase Conchas y es hasta en la fase Caramelo donde el ritual funerario es llevado dentro de las residencias, quizá debido a un aumento en la importancia asignada a la herencia o el linaje (Love 1997b).
Aunque estas afirmaciones son aún preliminares y todavía queda por analizar otras cuestiones como las referentes a sexo y edad de los individuos, es importante notar que este primer acercamiento ya está arrojando información valiosa para la comprensión de los patrones funerarios en la Costa Sur de Guatemala.
REFERENCIAS
Arroyo, Bárbara
1990 Enterramientos en Balberta, un sitio en la Costa Sur de Guatemala. BAR International Series No.559. Oxford.
Coe, Michael D.
1961 La Victoria, An Early Site on the Pacific Coast of Guatemala. Papers of the Peabody Museum, Vol.53. Harvard University, Cambridge.
Colby, Susan
s.f. Notas Sobre Entierros de Sin Cabezas. Manuscrito.
Genovez, Vicente
1997 Análisis de rasgos funerarios para la interpretación de sociedades Clásicas en la Costa Sur de Guatemala. Tesis de Licenciatura, Universidad de San Carlos de Guatemala, Guatemala.
Kidder, Alfred V., Jesse D. Jennings y Edwin M. Shook
1946 Excavations at Kaminaljuyu, Guatemala. Carnegie Institution, Pub.561. Washington, D.C.
López, Roberto F.
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López, Roberto F. y Gustavo Martínez
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Love, Michael
1997a Excavaciones en zonas residenciales en El Ujuxte, Retalhuleu. En X Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1996 (editado por J.P. Laporte y H.L. Escobedo):143-155. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.
1997b Economía e ideología en El Ujuxte, Retalhuleu. En X Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1996 (editado por J.P. Laporte y H.L. Escobedo):309-318. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.
Ricketson Jr., Oliver
1929 American Archaeology. Carnegie Institution of Washington, Pub. 403, No.1. Washington, D.C.
Romano, Arturo
1974 Sistemas de enterramientos. En Antropología Física: Epoca Prehispánica, pp.85-111. INAH, México, D.F.
Ruz, Alberto
1965 Tombs and Funerary Practices in the Maya Lowlands. En Handbook of Middle American Indians, Vol.2, Part 1 (editado por G.R. Willey):441-461. University of Texas Press, Austin.
Shook, Edwin M. y Alfred V. Kidder
1952 Mound EIII3, Kaminaljuyu, Guatemala. Contributions to American Anthropology and History, Vol.53. Carnegie Institution, Pub.596. Washington, D.C.
Suasnávar, José S. y Rosa María Flores
1992 Rasgos asociados en el Grupo A-IV-I de Kaminaljuyu. En V Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1991 (editado por J.P. Laporte, H.L. Escobedo y S.V. de Brady):13-24. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.