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02 La cerámica Preclásica y el desarrollo de la complejidad cultural durante el Preclásico – Donald W. Forsyth – Simposio 12, Año 1998

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Forsyth, Donald W.

1999        La cerámica Preclásica y el desarrollo de la complejidad cultural durante el Preclásico. En XII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1998 (editado por J.P. Laporte y H. L. Escobedo), pp.50-62. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.

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LA CERÁMICA PRECLÁSICA Y EL DESARROLLO DE LA COMPLEJIDAD CULTURAL DURANTE EL PRECLÁSICO

Donald W. Forsyth

Las primeras ocupaciones de las Tierras Bajas Mayas, las cuales aparentemente se limitan a la región de Petén y zonas aledañas, carecen de evidencias claras de uniformidad cultural. Aunque no podemos descartar la posibilidad que tal conclusión sea un producto de la escasez de evidencias arqueológicas relevantes, pareciera que cada zona o región tenía características distintas una de la otra, a pesar de exhibir una similitud muy general (Figura 1). La evidencia arqueológica sugiere que las primeras ocupaciones se establecieron entre 1000 y 800 AC, aunque la comprobación de la cronología todavía queda por concretarse debido al hecho que los datos disponibles son sumamente escasos en comparación a tiempos subsecuentes.

En algunos casos, estas fases solamente se conocen en base a sondeos profundos en pozos estratigráficos y/o de contextos secundarios, así como a que carecen de fechas correspondientes de radiocarbono. Pero en otros, los datos son más contundentes y existe una serie de fechas cronométricas para fijar su posición cronológica. Además, cabe señalar que la gran mayoría de la evidencia de dichas ocupaciones consiste de cerámica, aunque a veces hay otras clases de artefactos y, en algunos casos, arquitectura. Se puede desprender de esto que nuestro conocimiento de las ocupaciones más tempranas todavía sigue siendo muy tentativo.

Sin embargo, se puede aseverar que algunos sitios, tal como Cuello (Gerhardt y Hammond 1991:98103), Cahal Pech (Cheetham 1998), Nakbe (Hansen 1992:8283) y Colha (Potter et al. 1994), ya presentan evidencia de pisos de estuco o tierra y/o pequeñas plataformas; por consiguiente, establecen el inicio de una forma de construcción arquitectónica que persistiría a lo largo de la ocupación prehispánica.

En Ceibal, la única evidencia de construcción temprana consistió de un piso de estuco (?) y un escondite cruciforme (Smith 1982:118). Altar de Sacrificios presentó evidencia de estructuras de bajareque durante la época Xe. Hasta la fecha, no hay evidencia de arquitectura o construcción especial en los complejos Eb Temprano (Culbert s.f.; Laporte y Fialko 1995), o Ah Pam (Rice 1979). Supongo que el chultun lleno de cerámica de la fase Eb Temprano en Tikal fue construido más tarde y llenado con cerámica Eb. La depresión encontrada debajo de Acrópolis del Norte y las cavidades debajo de la Plaza de los Siete Temples las considero naturales (Laporte y Fialko 1995:4445) y podrían considerarse construcciones, pero no en el sentido que empleo aquí.

Con respecto a la cronología, solamente Cuello (Hammond et al. 1991:2627), Nakbe (Hansen 1998) y Cahal Pech (Cheetham 1998), han proporcionado una serie de fechas cronométricas en contextos controlados que tienden a establecer su posición cronológica. En contraste, todavía no hay fechas cronométricas de Tikal (Eb Temprano) o Yaxha (Ah Pam) y solamente hay dos para Xe [una de Altar de Sacrificios (Adams 1971:146) y Ceibal (Sabloff 1975:229) respectivamente].

Una comparación de la cerámica recuperada de los sitios más tempranos del área demuestra que los complejos cerámicos tienden a articularse a nivel modal y no tipológico; es decir, pareciera que cada sitio o región pequeña estaba participando en sistemas propios de producción y distribución de la cerámica, aunque con suficiente interacción para compartir varios rasgos modales. Por ejemplo, la fase Cunil de Cahal Pech y la subsiguiente Jenney Creek Temprano del río Belice superior (Cheetham 1998:Fig.5) son bien distintos tipológicamente de Swasey/Bladen (Kosakowsky 1987; Valdez 1987) al norte de Belice. Eb Temprano (Culbert s.f.:E1E62) aparentemente se dista significativamente de estos dos y también del Complejo Xe (Adams 1971) en la región del río Pasión y de Nakbe (Forsyth 1993a, 1993b). Ah Pam en Yaxha (Rice 1979) comparte algunos rasgos con Eb Temprano, pero también parece representar un complejo distinto (pero véase Hermes, en este volumen, para una opinión distinta). Por eso, no es posible divisar la existencia de una Esfera Cerámica aquella herramienta conceptual utilizada para subrayar la existencia de un grado relativamente alto de uniformidad en la producción cerámica que abarque una zona supra-regional. Hasta la fecha solamente Xe y Swasey/Bladen presentan evidencia de compartir los mismos tipos de cerámica en más que un sitio de sus respectivas zonas y así sugerir la existencia de esferas locales.

LA ESFERA MAMOM

Sin embargo, esa coyuntura aparentemente anárquica no se mantuvo por mucho tiempo en las Tierras Bajas. Debido a la escasez de datos, no podemos especificar los pasos precisos que tendieron a integrar las distintas zonas después del siglo VIII AC. Pero la evidencia recuperada de un creciente número de sitios ocupados después de 700 a 600 AC hace posible percibir una tendencia indisputable de la cerámica a asemejarse más y más, de tal grado que, por primera vez, resulta admisible definir una Esfera Cerámica que abarca una zona extensa del área maya la Esfera Mamom (ca.600300 AC). Dicha esfera demuestra un grado moderado de uniformidad e incluye una zona amplia de Petén y regiones adyacentes (Figura 2). Los complejos cerámicos que la constituyen no son idénticos, ya que exhiben regionalismos sugerentes de múltiples zonas de producción y distribución. No obstante, las semejanzas entre los complejos son suficientes para poder permitir la inferencia que existía una interacción significativa a lo largo de la gran mayoría de las Tierras Bajas. Aun en las zonas norteñas, que no pertenecen, según mis cálculos, a la Esfera Mamom, los lazos cerámicos son impresionantes. Es decir, la cerámica del Preclásico Medio en sitios como Komchen (Andrews y Ringle 1992), Edzna (Forsyth 1983), Dzibilnocac (Nelson 1973), Oxkintok (Varela 1996) y otros, se desarrolló en una manera paralela y semejante a los sitios del sur. Andrews (Andrews y Ringle 1992:1011) no coincide conmigo en clasificar la cerámica de Komchen fuera de la Esfera Mamom y la considera un miembro integral de ella. Pero su planteamiento que Nabanche Temprano se relaciona a la región del Pasión, pero no al oriente, pone en entredicho el concepto de una esfera cerámica.

Durante la época Mamom aparece la primera evidencia de arquitectura que puede tildarse de monumental. Debido a la dificultad de encontrar y descombrar edificios modificados y enterrados por ocupaciones más tardías, nuestro conocimiento de la arquitectura Mamom se limita a un puñado de sitios que han experimentado investigaciones masivas, tal como Tikal o Copan, o en zonas en que las estructuras tempranas no recibieron modificaciones posteriores, como en la Cuenca Mirador.

Pero los ejemplos que tenemos sugieren un desarrollo impresionante. En Tikal, la primera etapa constructiva del Complejo de Conmemoración Astronómica, o GrupoE, pertenece a la época Eb Tardío en 600 AC (Laporte y Fialko 1995:4647). Otros sitios, como Uaxactun, posiblemente también demuestran este patrón de construcción (Hansen 1998). Construcciones similares se erigieron en Nakbe y posiblemente Wakna durante la misma época, así como plataformas de gran tamaño (Hansen 1992a;1992b:181182) y por lo menos un juego de pelota (Velásquez 1992 y en este volumen). En el norte de las Tierras Bajas, el sitio de Komchen también refleja un desarrollo arquitectónico impresionante alrededor de 450 AC (Andrews et al. 1981; Andrews Ringle 1992).

Figura 1 Los Complejos Cerámicos PreMamom

Figura 2 Esfera Mamom y Complejos Contemporáneos (ca.600300 AC)

        La importación de bienes foráneos, tal como la obsidiana, también señala una coincidencia de prácticas culturales, ya que varios sitios parecen exhibir patrones semejantes de utilización de las varias fuentes de obsidiana, algo que podría sugerir un sistema bien integrado de distribución y consumo.

Esos datos implican que los pueblos del horizonte Mamom mantenían por una zona amplia, una intercomunicación cultural suficiente para resultar en una uniformidad progresiva de la cultura material, intercambiando ideas y expectativas en cuanto a la manufactura y uso de ella. Los datos no son suficientes para permitirnos precisar la naturaleza exacta de dicha interacción, sino solamente señalarla. Pero, basados en los datos de investigaciones recientes, podemos constatar que fue la cultura Mamom y manifestaciones relacionadas a ella en el norte de la península, que sentó las bases para una intensificación excepcional de la cultura Maya.

LA ESFERA CHICANEL

En la época entre 400 y 100 AC, se aceleró sobremanera el proceso de crecimiento y uniformidad de cultura en las Tierras Bajas. Un indicio irrebatible de dicha aceleración es la extensión de la Esfera Cerámica Chicanel (Figura 3). La equivalencia en cuanto a las formas, colores principales y acabado de superficie es sumamente impresionante. A veces el grado de similitud entre los complejos de la Esfera Chicanel llegó a tal manera que aun los expertos tendrían dificultad en diferenciar macroscópicamente la cerámica de dos o más sitios lejanos si ella fuera mezclada, sin indicios de su procedencia. Eso no quiere decir que no existan diferencias, ni regionalismos. Pero el paralelismo en la producción cerámica llegó a su auge en el Preclásico Tardío (Lowe 1995:324). Entre sí, los expertos pueden discutir si el extremo norte de la península de Yucatán o la costa suroeste de Campeche deba o no incluirse en la esfera; pero aun así, la homogeneidad relativa entre los complejos cerámicos es tan robusta que las Tierras Bajas jamás alcanzarían, ni antes, ni después, un nivel de integración similar en la producción y distribución de la cerámica. El alto nivel de integración cerámica implica un alto grado de interacción e intercomunicación cultural, pues, solamente así se podría mantener los sistemas de producción integrados a las mismas pautas y estándares de producción y consumo a lo largo de una zona tan vasta por tanto tiempo.

Además, por primera vez se evidencian en otras zonas fuertes influencias cerámicas y arquitectónicas procedentes de las Tierras Bajas. Por ejemplo, en Chiapas, en la cuenca del río Grijalva, Lowe (1995) y otros (Clark, Hansen y Pérez 1998) han notado cambios radicales en cuanto a la cerámica, arquitectura y patrones de asentamiento que indican una penetración cultural proveniente de las Tierras Bajas. Estos cambios no son efímeros, sino que tienden a desplazar o dramáticamente reorientar la larga tradición Preclásica regional.

La uniformidad evidente en la Esfera Chicanel no se limita a la cerámica. Al contrario, se refleja también en patrones arquitectónicos que se comparten por toda la zona Chicanel. El surgimiento de un conjunto de varios rasgos arquitectónicos que se difundieron desde Petén a Yucatán, también demuestran un alto grado de uniformidad y estandarización análoga a aquello evidenciado en la cerámica. Entre estos se incluyen la norma triádica de muchos edificios públicos (Hansen 1990:frontispicio, Figura 64; Valdés 1992:Figuras 4,7; Schele y Freidel 1990:Figura 3.23), el uso de mascarones de estuco flanqueando las escaleras (Hansen 1990:Fig.64, 65bc; Valdés 1992:Fig.1518; Schele y Freidel 1990:Figura 3.12; Benavides 1997:Figura 21), una simbología unitaria (Freidel 1977, 1985; Hansen 1984; 1990) y juegos de pelota (Schele y Freidel 1990:Figs.3.5, 3.24; Velásquez 1992:Figuras 23)). Estos, junto con el culto de las estelas, que comienza en el Preclásico Medio (Hansen 1992a:84), continuarían a constituir características principales de la época Clásica. De hecho, casi todos los rasgos culturales que antes los arqueólogos utilizaban para definir las características de la época Clásica en las Tierras Bajas, se integraron durante el Preclásico Tardío y por consiguiente, se podría argüir que la cultura «Clásica» en realidad era un logro de los pueblos Chicanel (Matheny 1986a, 1986b; Hansen 1984, 1990).

CARACTERÍSTICAS DEL CLÁSICO PRESENTES EN EL PRECLÁSICO

Arquitectura monumental piramidal                        √

Estructuras de piedra tallada                                √

Bóveda                                                        √

Crestería                                                √?

Estelas talladas                                                √

CalendarioCuenta Larga                                ?

Escritura jeroglífica                                        √

Cerámica policroma                                        X

Patrón de plazas con pisos de estuco                        √

Juego de Pelota                                        √

Sacbeob (Calzadas)                                        √

Entierros en pirámides                                        √

Escondites en los ejes                                        √

Mascarones arquitectónicos                                √

Estilo artístico                                                √

El nivel de integración de la cultura durante el Preclásico Tardío, aun tomando en cuenta diferencias regionales, Hansen (1982) ha nombrado la «Cultura Chicanel» (Figura 4). Se puede notar que dicha «cultura» incluye casi la totalidad de las Tierras Bajas. Solamente algunas regiones en las periferias de la península de Yucatán parecen no haber participado en la Cultura Chicanel, o lo hicieron sólo tenuemente.

Figura 3 La Esfera Chicanel

Figura 4 La «Cultura Chicanel»

        Debido a la gran extensión y la escala de la uniformidad cultural, algunos autores han planteado la posibilidad de la existencia de un estado centralizado (Hansen 1982, 1984, 1990, 1992b:195196, 1992b; Freidel 1981; Matheny 1986a, 1986b) que posiblemente comprendía una gran parte de Petén y que quizá ejerciera una hegemonía cultural sobre las zonas más lejanas. Cabe señalar que ellos también postularon otras posibilidades para explicar la gran extensión de esa «Cultura Chicanel» (Clark, Hansen y Pérez 1998). No obstante, sin entrar en esas conjeturas acerca de la organización social específica que pudiera haber existido durante el Preclásico Tardío, quisiéremos enfatizar que el proceso cultural materializado en la Cultura Chicanel constituyó la cima de un largo proceso de integración cultural en las Tierras Bajas (Coe 1965; Freidel 1981; Hansen 1984, 1990, 1992a; Hammond 1977; Matheny 1986b). Es decir, el proceso uniformante del Preclásico representó la incorporación creciente de los varios pueblos de las Tierras Bajas, voluntaria o involuntariamente, en sistemas de producción y consumo, organización social y de expresión y creencia cada vez más homogéneos sin, por supuesto, borrar todas las diferencias que existían entre ellos. Ese proceso constituyó la «creación» de la cultura Maya, por lo menos en las Tierras Bajas, tal como la percibimos hoy en día.

Al fin de ese periodo, las fuerzas culturales, que durante el periodo Preclásico impulsaron dicha integración, empezaron a atenuarse, de modo que es posible vislumbrar durante el curso de la era Clásica una progresiva regionalización de la cerámica, arquitectura, iconografía y otros rasgos culturales en el área de la anterior «Cultura Chicanel».

Eso no implica la disolución de la cultura Maya, sino que su intensificación por medio del desarrollo y elaboración de estilos o variantes propios para expresar materialmente el contenido cultural que las varias regiones compartían entre sí. A partir de la era Chicanel, los Mayas desarrollarían y ampliarían su contorno cultural dentro de una sola temática; es decir, todos estaban participando en el mismo sistema cultural constituido por motivaciones, entendimientos, prácticas económicas y políticas, creencias y rituales compartidos, pero materializándolo en formas y estilos distintos en cada región una especie de diversidad entre la unidad.

Basado en los datos cerámicos, parece que al fin de la época Chicanel, el proceso de regionalización empezó primero en la periferia de la zona Maya, principalmente en la zona de Belice y en el norte de la península de Yucatán. Interesantemente, fue durante la época Clásica y no Preclásica, que el extremo noroeste de las Tierras Bajas aparentemente se unió a la cultura Maya en una forma incontestable. Antes, esta región no participó en la «Cultura Chicanel», o lo hizo solamente endeblemente.

Al fin del proceso, en el Clásico Tardío y Terminal, la diferenciación regional ya era notable, de modo que hace tiempo que ha sido posible definir zonas culturales distintas (Culbert 1973: Fig.1). Las diferencias entre la arquitectura, patrones de asentamiento, estilos escultóricos, etc, también tienen su paralelo con respecto a la cerámica. El panorama cerámico, representado por las esferas cerámicas, se volvió muy accidentado (Figura 5).

En base de la cerámica y otras características culturales, ¿qué podemos inferir de este proceso de integración cultural en las Tierras Bajas durante el Preclásico y cómo debemos incorporar un conocimiento de ello en las «narrativas» que nosotros «contamos» sobre los Mayas antiguos?

En base a nuevos datos de la zona norteña de Yucatán, algunos investigadores han planteado la hipótesis de que la época Clásica en realidad no llegó a su clausura hasta el colapso del sistema centrado en Chichen Itza (Sabloff 1990:129), alrededor de 1200 DC, por considerar que el estado de Chichen Itza mantuvo intacto el carácter esencial del sistema Clásico. Desde este punto de vista quizá no sea tan descabellado plantear otra hipótesis la de que la «narrativa generalmente admitida» y heredada de nuestros «antepasados titulares» tal vez no representa la realidad y que la «Cultura Chicanel» ya no debe considerarse como «Preclásico», sino como el inicio de la época Clásica (Coe 1965; Freidel 1981; Matheny 1986b; Hansen 1984, 1990). Si hay algún mérito en esto, implicaría una reorientación dramática del modelo conceptual de la evolución de la cultura Maya en las Tierras Bajas (Figura 6).

Figura 5 Los Complejos Cerámicos durante el Clásico Terminal

Figura 6 Periodos tradicionales (izquierda); periodos propuestos (derecha)

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