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Carpio Rezzio, Edgar y Alfredo Román Morales
1999 Nuevos detalles acerca del petrograbado y el conjunto de arte rupestre de Monte Sión, Amatitlán. En XII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1998 (editado por J.P. Laporte y H.L. Escobedo), pp.707-715. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.
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NUEVOS DETALLES ACERCA DEL PETROGRABADO
Y EL CONJUNTO DE ARTE RUPESTRE
DE MONTE SIÓN, AMATITLÁN
Edgar Carpio Rezzio
Alfredo Román Morales
La arqueología de Amatitlán comenzó a ser conocida gracias a los hallazgos de artefactos cerámicos bajo las aguas del lago llevados a cabo por Mata y Borhegyi a finales de los cincuentas y durante parte de los sesentas.
Algunos artefactos localizados ponían de manifiesto la virtual relación entre los sitios de Amatitlán e importantes centros ubicados en el altiplano mexicano.
Posteriormente, el descubrimiento del pictograma denominado «el diablo rojo» o «eje quemado», hacia finales de los setentas abrió otras posibilidades para la arqueología de la región y puso en relieve la existencia de asentamientos tempranos en Amatitlán con conocimiento del arte predominante en esa época en Mesoamérica.
Luego del hallazgo fortuito del petrograbado de Monte Sión efectuado en noviembre de 1996 (Carpio 1998), se inició una búsqueda más precisa de nuevas manifestaciones de arte rupestre en esta parte de Amatitlán, actividad que resultó sumamente fructífera y que confirmó el hecho de que nos encontrábamos frente a un verdadero complejo de arte rupestre y no solamente ante un rasgo aislado.
Visitas efectuadas entre agosto, septiembre y octubre de 1997 y los primeros meses de 1998 a Monte Sión, nos permitieron descubrir en otros conjuntos rocosos del campamento y de algunos terrenos aledaños a Mejicanos, rasgos interesantes de arte rupestre. Estos incluían al menos seis rocas más con agujero en la parte superior y surcos para evacuación del agua. Asimismo se localizaron otras rocas con escalinata parecidas a las que contiene la piedra del petrograbado de Monte Sión, aunque con ligeras variantes.
DETALLE DEL CONJUNTO DEL PETROGRABADO DE MONTE SIÓN
Se trata de un conjunto rocoso en el que sobresalen dos piedras con concavidad, una de las cuales es doble y con canales de evacuación. En la roca de mayores dimensiones se encuentra el petrograbado hacia su cara oeste. El mismo consta de dos figuras antropomorfas una mayor que la otra y dos rostros en perfil (Figura 1).
El trazo es simple en todas y los rostros están conformados por tres agujeros que simulan ojos y boca. El «hombre de Monte Sión» es el más notorio y en él se aprecian brazos extendidos, piernas abiertas, pies de forma cuadrangular y posiblemente sus órganos genitales. Hay una depresión en la parte correspondiente a su pecho y vientre.
Otros componentes de este grupo son una escalinata de doble hilera, hendida, ubicada en la arista norte de la roca del petrograbado llegando hasta la concavidad superior.
Un elemento interesante lo constituye una roca monolítica colocada en forma vertical, la cual presenta rasgos a semejanza de un rostro humano, delineado por trazos horizontales y oblicuos (Figura 2), asociada al conjunto del petrograbado. En opinión de Navarrete éste parece mostrar rasgos olmecoides, aunque muy tardíos o marginales. A ello se agrega el hecho de que Monte Sión se encuentra muy cercano a la aldea Llano de Animas en la cual se localiza la pintura rupestre conocida como «el diablo rojo», la cual se ha considerado de rasgos típicamente olmecas (Mata 1998:28; Ericastilla 1998:29). Se tendría entonces todo un complejo de arte rupestre de amplia cobertura en cuanto a estilos o bien de una amplia tradición.
Figura 1 Petrograbado de Monte Sión, Amatitlán
Figura 2 Petrograbado de Monte Sión, Amatitlán
NUEVOS HALLAZGOS
Un hallazgo interesante fue realizado por el estudiante Manuel Colón quien localizó en la cima del sitio Mejicanos, una roca labrada. Esta parece ser la representación de una maqueta al mostrar elementos como cuerpos y una escalinata de 12 escalones de 60 cm de altura. Junto a la escalinata y en alto relieve, hay una figura aparentemente femenina de pie y con los brazos cruzados al frente. Su altura es de 0.25 m. Por aparte se localizó en el mismo sitio un rostro grabado en una piedra en forma que se asemeja mucho al glifo ahau.
En los terrenos ubicados entre el sitio Mejicanos y Monte Sión, se localizaron tres piedras con agujero o concavidad en la parte superior y canales de evacuación. También se localizó una roca con una escalinata en forma de agujeros siendo éstos cinco en total. Una piedra con rostro descubierta por Mata muy cercana a la carretera, corresponde también a los elementos representativos de arte rupestre de esta área.
Luego, en una elevación de terreno al suroeste del campamento de Monte Sión se encontraron cuatro rocas con agujero y canales de evacuación más una roca con escalinata. Dos de las rocas mostraban concavidades dobles con canal de comunicación.
Además, se localizó un nuevo conjunto rocoso y, en la parte posterior de una de estas rocas, lo que parece ser un mascarón cuyos rasgos faciales se definen por líneas horizontales y otras oblicuas, que recuerdan al que se encuentra en el conjunto del petrograbado principal de Monte Sión.
En el propio campamento, aparte del conjunto del petrograbado, se localizaron tres rocas más con concavidad superior, doble en el caso de una.
Finalmente, durante una visita efectuada al campamento evangélico de Monte Sión, se nos informó de la presencia de unos bloques de piedra muy bien cortados ubicados en unos terrenos contiguos al campamento mencionado. Al acudir al lugar indicado, pudimos comprobar que efectivamente había por lo menos 10 bloques de piedra de gran dimensión y peso dispersos, en un área que formaba parte de un montículo de unos 40 m de diámetro o más. Este montículo presentaba un depósito muy grande para agua en la parte superior y una excavación de saqueo en la parte este del mismo.
Los bloques mencionados parecen haber formado parte del basamento del montículo y fueron extraídos durante el saqueo. Dos de estos bloques contenían cada uno un petroglifo de características similares. Al parecer están grabados en piedra arenisca. Ambos bloques presentan un diseño similar consistente en un patrón alineado de pequeños círculos paralelos a un eje central de 0.60 m. En uno de sus extremos cuentan con círculos de mayor dimensión (5 en uno y 1 en otro; Figura 3).
Por otro lado se localizó en la esquina noreste del montículo una piedra de gran tamaño en cuya parte superior estaba tallada la maqueta de una estructura prehispánica. La maqueta se encuentra en buen estado y es difícil de remover del lugar hecho que ha permitido su conservación en el sitio.
La maqueta posee las siguientes dimensiones: 0.94 m de largo, 0.65 m de ancho y 0.42 m de altura. Tiene cinco escalones al centro de la fachada con una altura total de 0.18 m. Presenta además tres cuerpos uno de los cuales, el superior, se halla enmarcado por lo que semeja un tablero. La orientación de la escalinata apunta a 10° del norte (Figura 4).
Salvo los restos de la maqueta localizada por Manuel Colón, no se tiene conocimiento de otro hallazgo similar en esta zona de las Tierras Altas, por lo que un estudio posterior de esta maqueta permitirá acceder a datos interesantes acerca de estilos arquitectónicos y escultura de la región. Por el momento se le ha denominado Maqueta Kroner debido a que se encuentra en terrenos de la finca Kroner, contigua al campamento de Monte Sión. Otros hallazgos se encuentran en esta finca.
Se localizó también un muro de piedra formado por bloques bien cortados que alcanzan hasta cuatro hileras en una extensión de 10 m. Pudiera tratarse del basamento de otra estructura ubicada al noroeste de la primera o bien ser parte de la base de esta misma a manera de plataforma.
Finalmente pudimos ubicar una roca con doble escalinata en forma de agujeros alargados y en la parte posterior de la misma se encontró una cara formada por tres agujeros. A pocos metros de esta roca se encontró otra piedra con agujero superior y canal de evacuación.
Figura 3 Petrograbado de Monte Sión, Amatitlán
Figura 4 Petrograbado de Monte Sión, Amatitlán
ELEMENTOS DE ARTE RUPESTRE DE MONTE SIÓN, MEJICANOS Y TERRENOS ALEDAÑOS
En vista de lo anterior hemos clasificado los elementos de arte rupestre de la siguiente manera:
Petrograbados: antropomorfos 1
abstractos 3
rostros 3
Piedras con concavidad superior: simples 5
dobles 4
con canales de evacuación
Escalinatas: en relieve 1
punteadas 3
hendidas 3
dobles 1
simples 2
Mascarones: 2
Maquetas: 2
A excepción de los bloques con petroglifos hechos en arenisca, todos los otros rasgos están realizados en roca ígnea.
DISCUSIÓN
Algunas de las manifestaciones de arte rupestre localizadas hasta ahora en Amatitlán han sido reportadas para otros sitios del área Maya y en otras sub-áreas de Mesoamérica.
El arqueólogo Carlos Navarrete visitó el sitio y al observar el petrograbado determinó que este pertenecía a una tradición de arte rupestre mesoamericano que parece extenderse desde el centro y la Costa Pacífica de México hasta el área Maya. Mencionó la presencia de ciertos rasgos similares en el sitio Las Palmas en Chiapas, donde han detectado escalinatas y caras o rostros grabados en las rocas. Así también en las cuevas de Ehbis, Xcosmil y Cahum en Yucatán se cuenta con representaciones de escalinatas y rostros.
Con respecto a la concavidad en la parte superior de la roca que contiene el petrograbado, Navarrete argumenta que dichos agujeros cumplen la función de morteros en los cuales se molían determinados productos empleados en rituales llevados a cabo en asociación con el petrograbado, aunque en Chiapas ha localizado también depresiones al igual que una piedra de moler, unidos a veces por acanaladuras.
Por su parte, el arqueólogo Rubén Manzanilla, al visitar el petrograbado opinó que en sus investigaciones en las costas del estado de Guerrero en México, ha localizado petrograbados de rostros y piedras con concavidades en la parte superior utilizadas como morteros. Lo que allí se molió o machacó debió tener sentido ritual (Navarrete, Lee y Silva 1993:109).
Por lo anterior, podemos considerar que el arte rupestre de Amatitlán corresponde, con sus variantes locales, a una tradición, sino mesoamericana, si evidente en el área maya, al parecer ligada a rituales asociados al agua.
En este sentido, en opinión de Andrea Stone y Elisenda Coladan, quienes han localizado conjuntos parecidos en Guatemala y El Salvador, así como por observaciones de los autores, este tipo de representaciones rupestres suele estar ligado a elementos como el agua, que para el caso de Amatitlán es un hecho palpable. Las especialistas mencionadas coinciden en señalar que las piedras con agujero en la parte superior y con escalinata suelen ser frecuentes en las representaciones rupestres estudiadas.
Con relación al fechamiento de los hallazgos, hasta el momento sólo se cuenta con ciertos datos que mencionan ocupación Clásico Temprano y Tardío para Mexicanos y, mientras no se realicen excavaciones, no se podrá tener la certeza de uno o varios periodos específicos de la zona de Amatitlán.
A este respecto, Navarrete, Lee y Silva (1993:108) sugieren que siempre existen dificultades para fechar estas manifestaciones artístico-religiosas debido a que muchos de estos diseños se vienen repitiendo desde la prehistoria. No obstante, consideran que se puede buscar apoyo en contextos arqueológicos fechables, ciertas constantes en los diseños, elementos simbólicos y rasgos que sólo operan en determinadas épocas.
Por otro lado se puede pensar que este tipo de representaciones, por estar ampliamente distribuido, represente un patrón de arte rupestre vinculado a ciertos sectores de la sociedad, bien sean grupos rurales marginales o bien especialistas en algún tipo de chamanismo asociado al ciclo hidrológico. Sólo estudios profundos del contenido simbólico y del patrón distributivo podrán dar respuestas a muchas interrogantes.
Estamos concientes de que aún nos encontramos en una etapa inicial y que hace falta un trabajo sistemático que incluya mapeos precisos y excavaciones en puntos estratégicos para obtener elementos para fechamiento y para establecer la relación que pudo existir entre todos los elementos del complejo que hasta el momento parecieran aislados. Se hace necesario también el efectuar una catalogación más precisa del arte rupestre del área.
De lo que si podemos estar seguros es de la importancia capital del petrograbado de Monte Sión, pues en este conjunto rocoso se encuentran combinados casi todos los elementos que hemos localizado en nuestros reconocimientos.
Para finalizar sólo deseamos dejar patente nuestra gratitud al señor Marco Antonio Palacios, administrador del campamento de Monte Sión por su colaboración en todo momento.
REFERENCIAS
Carpio Rezzio, Edgar
1998 El petrograbado de Monte Sión, Amatitlán. En XI Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1997(editado por J.P. Laporte y H. Escobedo):435-440. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.
Ericastilla, Sergio
1998 Informe de la visita al pictograma del Cerro de la Mariposa. Utz’ib 2 (4):29-30. Asociación Tikal, Guatemala.
Mata Amado, Guillermo
1998 Reporte de una visita al pictograma del Cerro La Mariposa conocido como Diablo Rojo. Utz’ib 2 (4):27-28. Asociación Tikal, Guatemala.
Navarrete, Carlos, Thomas A. Lee y Carlos Silva Rhoads
1993 Un catálogo de frontera. Universidad Nacional Autónoma de México.