61. De una capital a otra: una pieza de Tikal en el Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsoniano

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De una capital a otra: una pieza de Tikal en el Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsoniano

Introducción

 

Los antiguos habitantes de Mesoamérica no sólo dieron forma a objetos de materiales perecederos, como la madera, sino que además los pulieron, embellecieron, usaron en celebraciones e impregnaron de vitalidad. Lamentablemente, la historia de esta categoría de objetos artísticos se nos esquiva así como la historia de los talladores y los artistas que los hicieron. La falta de datos estéticos lleva en ocasiones a un pobre entendimiento acerca de lo materiales y los objetos mismos. Peor aún, lleva a la falta de entendimiento de la belleza y el humor, esa fascinante e innegable característica propia de los artefactos perecederos. Estos artefactos tenían identidades propias y estaban presentes de manera sobrenatural en la vida diaria de los habitantes mesoamericanos.

Desde épocas tempranas, la madera tuvo un rol importante como un material social. Abundante en los bosques de altura de México y Centroamérica, la madera constituía un recurso importante para la construcción. Los bosques también eran fuente de alimento, por sus árboles y por sus numerosos animales que las sombras y ramas de estos albergaban. Los objetos de arte de madera imitaban a los árboles mismos, como seres estoicos y solidos, o envases de sustento. La madera también fue usada como base en obras maestras de distintos materiales: piedra, mosaicos de piedra verde o concha, espejos de obsidiana o pirita, entre otros. Desafortunadamente, nuestro entendimiento del poder de la madera para apuntalar la arquitectura y el adorno se perdió a los elementos tropicales, a menudo nos quedan sólo trazos, tales como las cáscaras finas de estuco con pigmentos desmoronados.

 

Dinteles

 

Algunos objetos de madera, de naturaleza arquitectónica, nos muestran el rol que el arte perdido de los objetos perecederos jugaba en los roles sociales en las ciudades Maya clásicas. La madera era más que un material de construcción, era un lienzo de grabado. Ciertos dinteles del periodo Clásico contienen algunas de las escenas y algunos de los textos narrativos más importantes del arte Maya. Los dinteles eran hechos de chicozapote o sapodilla (Manilkara zapota), una madera tropical densa y pesada. El color oscuro de la madera, su ubicación al interior de los templos, y los pigmentos aplicados hacían que las escenas de los dinteles se convirtieran en imágenes visuales íntimas. Los mayas han de haber usado fuego para crear la luz tal como los epigrafistas lo utilizan hoy en día para estudiar los temas de las escenas. Dinteles de madera tanto del norte y el sur de las Tierras Bajas han cautivado a exploradores extranjeros desde las primeras visitas a las ruinas Mayas. Por ejemplo, la expedición de John Lloyd Stephens y Frederick Catherwood a la península de Yucatán nos dejó uno de los primeros registros de monumentos de madera del sitio Puuc de Kabah.

 

El fragmento “Wailes

 

Los autores revisaron recientemente la documentación temprana de tallados de madera cuando descubrieron, en marzo del año pasado, un fragmento, largo tiempo perdido, de un dintel de madera. El fragmento se hallaba en las colecciones del Museo Smithsoniano de Historia Natural, mide aproximadamente 0.275 m de altura y representa de perfil a una figura del periodo Clásico Tardío Maya (aprox. 700 después de Cristo). La parte superior de la pieza fue cortada a hachazos o machetazos con cuatro o cinco golpes. La boca de la figura habría sido dañada previamente por al menos tres (posiblemente más) golpes con distintos objetos filudos, golpes ejercidos en un acto ritual de mutilación típico en los monumentos Mayas. Además de las marcas intencionales, la madera está notablemente bien preservada, con poco daño debido a humedad o astillado por temperatura. Se inició el intento por iluminar la procedencia del objeto, como los esfuerzos de los equipos mexicanos y guatemaltecos para conectar fragmentos de estelas in situ a piezas de museo.

El fragmento entró al Smithsoniano en 1907. Su donante, Leonard Wailes, fue un oficial de la Confederación durante la Guerra de Secesión de los Estados Unidos. Antes de la guerra, se había entrenado como médico y más tarde se instaló en Nueva Orleans, Luisiana. A los 60, Wailes viajó a Centroamérica como médico residente de la Junta de Salud del Estado de Luisiana. Desde Livingston, Guatemala, Puerto Cortés, Honduras, a Limón, Costa Rica, Wailes monitoreaba los brotes de fiebre amarilla. Tal noticia era de preocupación apremiante a Nueva Orleans, el puerto principal de la United Fruit Company. La enfermedad transmitida por mosquitos podría fácilmente acompañar los cargamentos de plátanos procedentes de Centroamérica a los Estados Unidos y Wailes estaba en el lugar para ver que esto no sucediera. Durante sus viajes, Wailes adquirió muchos objetos inusuales en ese entonces, los que regaló al Smithsoniano en varios plazos, incluyendo la donación en 1907 de muchos artefactos del Petén, Guatemala, incluyendo este “trozo de palo de rosa con un rostro humano tallado en el perfil”.

La frente extendida, nariz prominente, ojo pendiente con la pupila redonda incisa y la boca medio abierta en este retrato son consistentes con las representaciones de el periodo Clásico Tardío de los gobernantes de Tikal (siglo septimo u octavo, después de Cristo). La figura llevaba un tocado cuyo paliacate con cuentas, apenas visible, cubre el borde de pelo que cubre ligeramente la frente. Los retratos con los que se comparó provienen de los dinteles de los templos I y II, probablemente contemporáneos al fragmento. También se comparó con dos retratos ligeramente posteriores de los templos IV y III, de la misma tradición de tallado de Tikal con 0.27 m de altura, el retrato del fragmento “Wailes” parece ser ligeramente más grande que el perfil de la regla en el Templo I, Dintel 3, pero más o menos el mismo tamaño que la cabeza de una deidad de palanquín del Templo IV, del que se discutirá más adelante.

Sin embargo, la figura no pertenece con seguridad a ninguna de las vigas talladas de Tikal in situ o en museos. Todas las piezas de perfiles humanos con mirada hacia su derecha están ubicadas, incluso las erosionadas, como la del enano en la parte inferior derecha del Templo I, Dintel 3, ahora en el Museo Británico. Tampoco concuerda con el dintel de la Estructura 10 en el Museo Americano de Historia Natural. El fragmento en el Smithsoniano quizás provenga de un dintel desconocido hoy perdido, y es muy probable que existan dinteles grabados, hoy desaparecidos, de los templos III y IV. Sin embargo, lo más probable es que el fragmento provenga de los Templos I ó II.

 

Re-contextualización

 

Los estudios llevan a concluir que lo más probable es que la pieza provenga de la viga perdida del Templo I, Dintel 3. Esta conclusión se basa en dos piezas de información además de la escala mayor del rostro. Primero, en dibujos del dintel publicados en 1853 se observa representada la imagen de una cabeza incorpórea, la imagen presenta una línea de cabello similar a la del fragmento nuevo, sobresaliendo hacia la frente. Además, el epigrafista Simon Martin señaló evidencia de un elemento antropomórfico de la decoración de la efigie en grafiti de un palanquín de jaguar proveniente de Tikal Estructura 5D-65. Se sabe, por otras imágenes, que palanquines jaguares tienen cabezas humanas como parte de la decoración de su disfráz. Estas efigies podrían haber llevado la joyería extraíble u otros adornos. Si es así, la cara en el fragmento Wailes podría representar un rasgo tal.

Los palanquines desempeñaron papeles muy importantes: aparte de ser vehículo, fueron seres míticos, perteneciendo a las dinastías clásicas, como el jaguar que se ve en Tikal y también en una estela de Piedras Negras. Una deidad de palanquín de Naranjo, Guatemala, conocida como “el dios jaguar con barba de concha,” aparece en dos instantes separadas por siglos; la segunda en el dintel de madera signifíca que la efigie fue capturada y llevada a Tikal como cautivo, un trofeo de guerra. Esto hizo recordar las andas en procesiones cristianas en la época historica y actual. Algunas interactúan, pelean, y forman una parte integral de rituales en el calendario eclesiástico.

Para concluir, este fragmento de un dintel de madera, probablemente de Tikal, perdido a la investigación moderna hace más de un siglo, contiene detalles cruciales sobre representaciones de palanquines reales Mayas. En otras palabras, una pieza de “arte perdido” de la talla en madera nos enseña acerca de las “artes perdidas” de tronos portátiles y vehículos que ya no sobreviven. Más importante aún, estos objetos, ya sean portadores de espejo o efigies de palanquín, habrán respondido e interactuado con los diversos personajes dentro de las vidas de los antiguos Mayas.

 

Agracedimientos

 

Simon Martin nos ayudó con sugerencias sobre la viga de Dintel 3 de Templo I; David Stuart, también, nos hizó recordar una imagen de Piedras Negras. Gracias a Rae Beaubien por la invitación para participar en el taller “Preventing Illicit Trafficking, Protecting Cultural Heritage” el 13 de marzo 2014. Además estamos agradecidos con Jim Krakker por su ayuda con las colecciones del Museo de Historia Natural y por ayudarnos con los datos del fragmento.

 

Referencias

 

Coe, William; Edwin Shook y Linton Satterthwaite

1961   Tikal Report No. 6, The Carved Wooden Lintels of Tikal. The University Museum, University of  Pennsylvania, Philadelphia.

Confederate Veteran

1926   Obituary, Dr. L. A. Wailes. Confederate Veteran XXXIV (5):187.

 

Hammond, Norman

1984   Nineteenth-Century Drawings of Maya Monuments in the Society’s Library. The Antiquaries Journal 64:83-103.

 

Jones, Christopher y Linton Satterthwaite

1982   Tikal Report No. 33 Part A, The Monuments and Inscriptions of Tikal: The Carved Monuments. The University Museum, University of Pennsylvania, Philadelphia.

 

Ritter, Carl

1853   Ueber neue Entdeckungen und Beobachtungen in Guatemala und Yucatan. Zeitschrift für allgemeine Erdkunde 1: 161-193.

 

Rosny, Leon de

1882   Les documents écrits de l’antiquité américaine. Compte-rendu d’une mission scientifique en Espagne et en Portugal. Paris.

 

Smithsonian Institution

1907   Annual Report of the Board of Regents of the Smithsonian Institution. Washington.

 

Spinden, Herbert J.

1913   A Study of Maya art: its subject matter and historical development. Peabody Museum of Archaeology and Ethnology, Harvard University Press, Cambridge.

 

Stephens, John L.

1962[1843]     Incidents of Travel in Yucatán, Volume 1. University of Oklahoma Press, Norman.

 

Trik, Helen y Michael E. Kampen

1983   Tikal Report No. 31: The Graffiti of Tikal. The University Museum, University of Pennsylvania, Philadelphia.

 

Fig. 1: a) Fotografía del fragmento “Wailes” (Fotografía de James Doyle); b) Dibujo del fragmento “Wailes” (Dibujo de Stephen Houston); c) Detalle de la mutilación en el fragmento “Wailes” (Dibujo de Stephen Houston).

Fig. 2: Copia del dibujo por Eusebio Lara del Templo I, Dintel 3 de Tikal. Objeto 29.1 (Tomado de la colección de la Society of Antiquaries de Londres, R.U., cortesía de la sociedad).

Fig. 3. Grafito de Tikal que muestra un palanquín de jaguar con “back-rack” (Dibujo de Stephen Houston, tomado de Trik y Kampen 1983: Fig. 71).

Fig. 4: Ubicación hipotética del fragmento “Wailes” en Templo I, Dintel 3 de Tikal; dibujo original por William Coe, con adiciones por Stephen Houston (Cortesía del University Museum, University of Pennsylvania).