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Escobedo, Héctor L. y Stephen D. Houston
2000 Resultados de la tercera temporada de investigaciones en Piedras Negras, Petén, Guatemala. En XIII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1999 (editado por J.P. Laporte, H. Escobedo, B. Arroyo y A.C. de Suasnávar), pp.856-873. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).
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RESULTADOS DE LA TERCERA TEMPORADA DE INVESTIGACIONES EN PIEDRAS NEGRAS, PETÉN, GUATEMALA
Héctor L. Escobedo
Stephen D. Houston
El Proyecto Arqueológico Piedras Negras de las universidades de Brigham Young y Del Valle de Guatemala, dirigido por los autores de este artículo, completó su tercera temporada de campo realizando 23 operaciones en varias localidades del sitio. Como en años anteriores, las actividades se iniciaron a finales de marzo, con el transporte de alimentos y equipo por medio del río Usumacinta. En el término de una semana se construyó un campamento permanente y las excavaciones comenzaron inmediatamente después. A mediados de mayo se concluyeron todas las operaciones, tras lo cual se procedió a rellenar las excavaciones y sembrar palmas de xate en las áreas intervenidas.
A diferencia de las temporadas anteriores (Escobedo y Houston 1997, 1998; Houston et al. 1998b, 1999), el proyecto realizó pocos pozos de sondeo al azar durante su tercera temporada, ya que concedió mayor énfasis a lo que puede denominarse como metodología de «muestreo arbitrario» en sectores seleccionados. La mayoría de las investigaciones fueron diseñadas para exponer áreas extensas con el propósito de examinar la arquitectura en toda su complejidad. Por tanto, se consideró que los pozos de sondeo serían más infructuosos que informativos en este tipo de trabajo. Aunque ahora se conoce mucho mejor la cronología total del asentamiento de Piedras Negras, es indudable que la arquitectura enterrada en el sitio aún guarda sorpresas adicionales.
ACTIVIDADES REALIZADAS
Desde el punto de vista técnico, las excavaciones más ambiciosas se llevaron a cabo en la Pirámide R-5 del Grupo Sur, con la dirección de Héctor Escobedo y la asistencia de Marcelo Zamora. Esta estructura se describe explícitamente en las inscripciones del Panel 4, caído de su cima, como el muk, o entierro del Gobernante 1. A nuestro criterio, esta referencia indica que el edificio fue construido cuando menos durante el reinado siguiente, o sea, bajo el patronazgo del Gobernante 2. Por consiguiente, R-5 representaba una oportunidad ideal para entrelazar los registros históricos y arqueológicos de Piedras Negras en la intersección clave entre el Clásico Temprano y el Tardío, así como de la época en que el Grupo Sur perdió su preeminencia como centro ritual de la ciudad. En el piso del templo, una crujía con tres vanos, los arqueólogos de la Universidad de Pennsylvania recuperaron una cabeza de estuco en el eje central, cerca de un nicho situado en el muro posterior de la cámara (Coe 1956:96). Otra cabeza similar, evidentemente el retrato de otro individuo, se localizó este año atrás del pórtico central del templo, también viendo hacia arriba, con el cuello orientado hacia la entrada (Figura 1). Estas cabezas quizá formaron parte de las decoraciones del friso de la fachada de una versión anterior de R-5.
Escobedo inició la excavación de un pozo profundo a través del relleno suelto que caracteriza a todos los edificios del sitio. Como se había demostrado en las excavaciones de la Pirámide O-13 (Escobedo y Alvarado 1998), hubiese sido infructuoso hacer trincheras o túneles en el núcleo de R-5. Después de perforar cuatro pisos de estuco consecutivos, el pozo alcanzó 7.55 m de profundidad al cierre de la temporada, por lo que su excavación será continuada el año próximo. También se exploró la plataforma basal de la Pirámide, especialmente las cistas de las estelas, proporcionando dos escondites, un entierro y, frente a la misma, depósitos profundos con materiales cerámicos tempranos. Desde la primera temporada, el proyecto tenía conocimiento de la presencia de depósitos tempranos debajo del nivel del Patio del Grupo Sur, ya que los niveles más profundos, arriba de la roca madre, han proporcionado, cada vez más, tiestos del Preclásico Medio y Tardío (Castellanos 1997:40-42; Forsyth y Hruby 1997:208-209). Al oeste apareció una concentración atípica de cerámica del Clásico Temprano y siete navajas de obsidiana verde importada de Pachuca, México. Alineado con el eje se localizó otro escondite con conchas incisas, excéntricos de pedernal, obsidiana y otros materiales más, dentro de una vasija con tapadera, como ofrenda dedicatoria de la última fase constructiva de R-5 (Figura 2).
En el complejo palaciego de la Acrópolis, Stephen Houston continuó sus excavaciones con la asistencia de Ernesto Arredondo; como también lo hizo Charles Golden con la ayuda de Mónica Pellecer. El objetivo de dichas investigaciones fue descubrir la naturaleza de la superimposición arquitectónica desde la roca madre hasta la última etapa constructiva de la Acrópolis. El propósito más amplio fue terminar un estudio comprensivo de este complejo, una de las construcciones más elaboradas en el área Maya, que incluyó una masiva e intrincada aglomeración de edificios, escalinatas, patios y terrazas. En general, este trabajo debió ajustarse a los escasos sectores que no fueron perturbados por las excavaciones de Pennsylvania. Por primera vez, las excavaciones penetraron la Plataforma J-1 (Figura 3), una base amplia para las Estelas 1-8, la Pirámide J-4 y la Plataforma J-7. Definiendo su cara sur estaba una escalinata megalítica, en donde se encontró un escondite. Atrás de la escalinata se localizaba un patrón de complejos episodios de superimposiciones y destrucciones. El rasgo más temprano fue una estructura del Clásico Temprano asentada sobre la roca madre, de la que sólo un pequeño fragmento estucado ha sobrevivido. Este estaba extrañamente orientado hacia afuera de la fachada de J-1, y quizá no constituía otra cosa más que restos de un edificio alargado que fue destruido. Un poco más tarde, los Mayas construyeron un edificio grande, aún intacto, alineado este-oeste frente a una escalinata pavimentada. En su parte posterior se encontró una escalinata transversal. Este edificio experimentó uno de los episodios más enigmáticos de destrucción encontrados en los Patios 1 y 3 de la Acrópolis, ya que presentaba cantidades enormes de bajareque, huesos humanos y concentraciones densas de artefactos finos, incluyendo un cuenco con texto glífico y banda de borde estucada. Depósitos similares cubrían las estructuras enterradas abajo de la Plaza del Grupo Oeste. Es claro que el bajareque representa los fragmentos explotados de los edificios del Clásico Temprano. Por desgracia, casi nada se sabe sobre su conformación, ya que los Mayas arrasaron sus superficies, dejando tan sólo las bases inclinadas y los pisos de patio.
En esta época, se construyó J-1 como parte de la masa monumental de la Acrópolis. Nosotros consideramos que este evento representa algo mucho más significativo, un salto conceptual que involucró actos novedosos y más ambiciosos de planificación a gran escala. Hemos denominado a este acontecimiento como el «Gran Cambio», ya que lo que originalmente constituía una serie de distintos edificios y pequeñas terrazas esparcidas entre los afloramientos de la roca madre, fue transformada en una sola masa, una modificación total del paisaje. Se implementaron patios elevados y restringidos mediante un esfuerzo enorme, ya que innumerables piedras fueron extraídas y traídas desde las canteras cerca del Usumacinta para rellenar y nivelar las superficies irregulares de la roca madre. La escala de tales renovaciones y expansiones debió involucrar una nueva estética -opuesta a la exhibición de formas naturales- y un cambio profundo en la habilidad organizativa y acceso a fuerza de trabajo.
El «Gran Cambio» es problemático en varios sentidos, especialmente en lo que concierne a la cronología. En contraste con las modificaciones arquitectónicas inequívocas, existe una continuidad sorprendente en la cerámica, con secuencias sin interrupción durante este periodo (e.g., la Estructura J-24). La Plataforma J-1 se transformó de un solo edificio sobre la roca madre a una estación de dos vías, un lugar que daba acceso a los edificios y patios que se elevaban arriba de ella. De manera similar, la elevación de la Plaza del Grupo Este y, en una fecha un poco más temprana, la Plaza del Grupo Oeste, creó amplias rutas procesionales que permitían apreciar la arquitectura sin ningún problema (Barrientos 1997). La Estructura P-6 fue edificada para definir el límite sur de estas rutas. Varias de las faldas de la Acrópolis fueron revestidas con piedras bien labradas, un patrón apenas registrado en el mapa de la Universidad de Pennsylvania, ya que muestra a estas inclinaciones como naturales. Es intrigante especular que el «Gran Cambio» ocasionó transformaciones sociales y no a la inversa. En otras palabras, en vez de contar con las instituciones apropiadas, el proceso de construir estas plazas, plataformas y edificios gigantescos, puede haber conducido a una serie de innovaciones que eventualmente evolucionaron en lo que conocemos como la sociedad del Clásico Tardío. Una misión dirigida a construir, obligaría a hacer ajustes en la organización de la labor (Houston et al. 1999).
El mismo proceso de desarrollo -el «Gran Cambio»- caracteriza al Patio 3 de la Acrópolis. Excavaciones dirigidas por Charles Golden en las temporadas anteriores revelaron edificios del Clásico Temprano en la cima de una elevación natural, mientras que en 1999 se detectó la primera evidencia de cerámica del Preclásico Tardío que se hallaba comprimida dentro de agujeros en la roca madre. A finales del Clásico Temprano estas construcciones habían crecido hasta cubrir todos los vestigios visibles del cerro, soportando lo que pudo haber sido un edificio en pie. Una escalinata, más tarde removida por los Mayas, miraba hacia el sureste. Como se comprobó en otras partes de la Acrópolis, el cambio tomó lugar entonces. Los edificios que veían hacia afuera fueron suprimidos por espacios cerrados más complejos, con muchos más patios, corredores y niveles.
A mediados del Clásico Tardío, largos y profundos muros de retención reemplazaron pequeñas paredes y ajustes en edificios menores. El uso de bajareque en la arquitectura monumental disminuyó drásticamente, aunque esta tecnología continuó en forma de muros y soportes de edificios internos en la Estructura J-12. En lugar de los edificios más delicados y efímeros, los albañiles del Clásico Tardío prefirieron construir estructuras permanentes con pórticos delimitados por dinteles de madera. Las aberturas amplias ayudaron a agrandar las puertas y a introducir más luz a las cámaras internas. Sin embargo, estas innovaciones no fueron tan exitosas ya que no hay un sólo pórtico externo intacto en Piedras Negras. En un «efecto dominó», el colapso de los pórticos condujo de manera inevitable a la destrucción de las bóvedas y al desprendimiento de los ornamentos de estuco pintado. Volutas y círculos de estuco se recuperaron en el escombro frente a la Estructura J-18, siendo evidente que estos elementos habían caído de la parte superior de la fachada del edificio.
Otro complejo arquitectónico temprano, un palacio enterrado abajo de la Plaza del Grupo Oeste, descubierto durante la segunda temporada (Garrido 1998), fue objeto de exploraciones adicionales (Figura 4). Las nuevas excavaciones, otra vez a cargo de Lilian Garrido, demostraron que este complejo se extendía más hacia el oeste, dentro de un patio hundido circundado por plataformas que quizá sostenían edificios de bajareque. Estas construcciones parecen haber sido desmanteladas y desplazadas dentro de los patios y sobre las plataformas remanentes, dando como resultado depósitos de bajareque tan compactos como ladrillos. El relleno era particularmente profundo hacia el oeste, abajo del Baño de Vapor N-1. Allí se recuperaron numerosos tiestos y vasijas casi completas del Clásico Temprano. Las excavaciones revelaron que este arreglo de plataformas y patios incluye dos episodios constructivos y numerosas modificaciones menores. Un edificio de planta cuadrada tuvo un talud estucado con una escalinata de acceso en su lado norte. Dentro de esta estructura se encontró evidencia de otro edificio con escalinata orientada hacia el sur. Estamos convencidos de que esta serie elaborada de plataformas niveladas y patios representa el palacio original de Piedras Negras. Desafortunadamente, los Mayas removieron cualquier rastro de los planes de plaza. A juzgar por la magnitud del relleno, los edificios quizá tuvieron 2 ó 3 m de alto, hasta que fueron removidos y desplazados hacia una terraza baja en el límite de la Plaza del Grupo Oeste, que más tarde sería cubierta por el Baño de Vapor N-1. Según datos cerámicos, la destrucción sistemática del palacio se llevó a cabo al final del Clásico Temprano, aunque antes de la fase Balche, época transicional subsecuente que condujo al desarrollo pleno del Clásico Tardío. La exposición del asentamiento del Clásico Temprano en las supuestas «viviendas de la servidumbre» sugirió la existencia de una relación íntima entre el palacio y este nivel inferior durante este tiempo.
Mark y Jessica Child continuaron investigando los baños de vapor de Piedras Negras, examinando todos aquellos que no fueron estudiados en las temporadas anteriores (Child 1998; Houston et al. 1998a:43-46), junto con algunos edificios auxiliares. Se prestó especial énfasis a estos últimos, representado por estructuras que pueden haber funcionado en relación con los baños de vapor, debido a su proximidad. Se excavaron tres baños de vapor: las Estructuras J-17, N-1 y O-4. Análisis preliminares de su fechamiento demuestran un patrón consistente notado en años anteriores, que todos los vestíbulos y construcciones nuevas parecen datar de los años iniciales de la fase Chacalhaaz. Nuestra sospecha es que la mayoría de estos edificios fueron construidos durante los reinados de los Gobernantes 4 o 5, aunque es incierto si toda modificación estructural que se llevaba a cabo de manera más o menos simultánea es indicio de la voluntad real, o simplemente de la llegada una nueva moda al sitio. Sin embargo, la aparente uniformidad de los cambios apoya la posibilidad del patronazgo real como una explicación para esta transformación.
La Estructura J-17 demostró ser muy importante por tener el mayor número de cuartos (Figura 5), por incluir un entierro humano frente al desagüe y por proporcionar una cantidad extraordinaria de cerámica tardía de la fase Tamay. La cerámica de J-17 proporciona evidencia crucial para dos cosas: la naturaleza de la cerámica tardía utilizada por los ocupantes del palacio real y de los últimos años de Piedras Negras como ciudad. Debido a que J-17 se localiza abajo de J-12 y del Patio 2, y más arriba de cualquier otro conjunto, es lógico suponer que esta cerámica representa desechos de palacio. De manera más hipotética, quizá constituye el residuo de lo que debió ser la vida palaciega durante el reinado del Gobernante 7 (Houston et al. 1999:14).
La acumulación de basura en J-17 indica cambios substanciales en la existencia de la realeza de aquel entonces. Es claro que J-17 no funcionaba como algo más que un basurero conveniente, lo que nos hace reflexionar sobre el final de Piedras Negras. La cerámica Tamay y su agrupamiento en el palacio y en algunas pirámides apunta hacia un patrón intuitivo. Si estos depósitos realmente corresponden al reinado del Gobernante 7, entonces el palacio y la corte real parecen ser posteriores al colapso de Piedras Negras como ciudad -es decir, que la dinastía sobrevivió a Piedras Negras, como una pequeña isla en medio de la desolación (Holley 1983:160). Evidencia de apoyo procede de la periferia, ya que solamente ha proporcionado un tiesto de la fase Tamay, recuperado en un abrigo rocoso localizado a 2 km hacia el sureste de la ciudad. ¿Es Tamay simplemente un extraño sub-complejo de élite, o una verdadera faceta cronológica? Si es lo primero, ningún otro conjunto material en Piedras Negras se comporta de la misma forma; la cerámica Tamay también tiene bordes, profundidad de las vasijas y diseños de monos pintados bastante atípicos. Si es una faceta cronológica, entonces se puede afirmar que el colapso demográfico de Piedras Negras aconteció en un periodo excesivamente corto de 5 a 10 años. La temporada de 1999 reveló fuerte evidencia de un edificio tardío inconcluso, denominado como Estructura 0-17, dentro del cual se recuperó el fragmento de un trono con el nombre del Gobernante 2 cuando era joven (Figura 6).
Un objetivo importante de la tercera temporada, fue la mayor exploración de un área que se pensó en un principio podía contener las habitaciones del personal de servicio de la Acrópolis (Arredondo 1998; Houston et al. 1999). En las supuestas «viviendas de la servidumbre», en el sector N/O del asentamiento abajo de la Plaza del Grupo Oeste, James Fitzsimmons excavó dos estructuras, N-7 y N-10, y finalizó la temporada investigando a O-17, un enigmático edificio arruinado. Los dos primeros edificios fueron excavados completamente, en parte debido a las altas lecturas de fosfatos que se habían obtenido de sectores cercanos a ellos, así como por la presencia de un basurero espectacular de cerámica de la realeza, que fue encontrado por Ernesto Arredondo en 1998. La Estructura N-10 formó parte de una plataforma del Clásico Temprano con adiciones del Clásico Tardío. La Estructura N-7 era igualmente complicada, pues tenía una planta atípica en forma de C con un cuarto interior restringido que más tarde se expandió por la adición de muros más altos y amplios. Estos muros pueden haber funcionado como banquetas abiertas. La Estructura N-10 también tuvo banquetas amplias, aunque de forma más burda, que fueron desplegadas en un patrón en forma de E; los espacios abiertos sirvieron como corredores estrechos. Desafortunadamente, estos edificios no proporcionaron evidencia inequívoca que apoyara la hipótesis inicial sobre la función del grupo como «viviendas de la servidumbre»; es decir, no se encontraron cocinas, bodegas o residencias en forma de barracas. Al contrario, los depósitos descubiertos fueron complejos, con evidencia de incensarios rituales en la Estructura N-7, y de basureros densos cercanos a escalinatas enterradas abajo del patio frente a N-10. La única forma de resolver este problema de interpretación es continuar las excavaciones en otros grupos de montículos similares, para lograr entender el sector en conjunto.
La arquitectura residencial también fue foco de investigaciones, pues Christian Wells y Luis Romero procedieron a excavar y exponer a las Estructuras R-18, R-31 y U-16 (Figura 7). Las dos primeras se localizaban directamente adyacentes a un cementerio del Clásico Tardío, alrededor de la Estructura R-20, explorado durante la segunda temporada (Monterroso 1998). Esto, junto con la presencia de un subestrato del Clásico Temprano, motivó la exposición completa de sus terrazas inferiores y a la penetración de su componente más temprano. La Estructura U-16, la única construcción de este grupo que no había sido explorada con anterioridad, fue excavada intensivamente y este trabajo, junto con la exposición completa de U-8 y U-17, hacen de éste el primer patio de las Tierras Bajas Occidentales que ha sido totalmente excavado. U-8 y U-17 mostraron un patrón sutil de cambios a través del tiempo, más o menos con disposiciones similares en los edificios, pero con expansión gradual. U-16, una extensa plataforma elevada que descansaba sobre la roca madre, contenía una entrada formal frente a su patio. tres banquetas fueron colocadas contra los muros posterior y lateral de un cuarto central en eje con la entrada formal. Una amplia trinchera trazada en la parte central de este edificio reveló las etapas más tempranas de dichas banquetas y un entierro en cripta. Aquí, como también se ha detectado en arquitectura mayor, los Mayas habían penetrado y extraído depósitos más tempranos. Hacia el este se encontró un agrupamiento de lo que puede haber sido un depósito de piedras de mampostería. Trincheras adicionales en U-17, iniciadas por Wells en 1998, revelaron más entierros. El relleno de U-16 proporcionó un hueso fragmentado de animal, inciso minuciosamente con maestría para representar la imagen de una deidad masculina alada con tocado; junto con un interesante aunque fragmentario texto inciso (Figura 8), que se lee U-ba/u-?-lu/Gobernante 7, «su principal escultor [del] Gobernante 7», una referencia explícita a la propiedad, o incluso a la escultura, de una vasija para este señor. En las cercanías, en las Estructuras U-18 y U-31, las excavaciones expusieron una estructura bastante alargada (U-18) y una extensión mal preservada (U-31). En su intersección se encontró la fase constructiva más temprana de este edificio, que se localizaba arriba de un manto grueso de caliza y de un edificio del Clásico Temprano cubierto por un basurero. Un hallazgo sorprendente fue el arreglo cruciforme de entierros colocados parcialmente en cistas, ubicados en el centro del edificio.
Alejandro Guillot realizó excavaciones de sondeo en un grupo de élite hacia el noreste de la Plaza del Grupo Noroeste, integrado por las Estructuras C10-C14. Los pozos tuvieron éxito fortuito al revelar concentraciones de entierros en criptas, muros del Clásico Temprano y escondites. El patio de este grupo fue una especie de cementerio similar al asociado con la Estructura R-20, descubierto por Nancy Monterroso en 1998. La presencia de una plataforma y un entierro del Clásico Temprano indicaban una larga ocupación. Durante la fase Yaxche se depositaron más entierros, aunque otros fueron saqueados, y se colocaron dos escondites dentro de una serie de plataformas bajas. La complejidad de estos depósitos espera ser resuelta, ya que no menos de dos entierros cubiertos por lajas aún esperan excavación. En medio del patio se localizó un panel muy erosionado, caído hacia arriba, y aunque su texto es totalmente ilegible, nuestro conocimiento sobre otros paneles nos sugirió que quizá concluía con una referencia a algún entierro. Así, se consideró que C-13, un montículo estrecho con altares cilíndricos ubicado hacia el este del patio, pudo tener una función mortuoria, lo que condujo efectivamente a Zachary Hruby y René Muñoz hacia el hallazgo de un entierro con ofrendas, que quizá sea el primero que se haya recuperado de un noble de rango de sajal (Figura 9). La Estructura C-13 tuvo una sola fase constructiva: el entierro mismo y su deposición subsecuente abajo del edificio. La estrechez de la cima de esta estructura hace pensar que nunca tuvo techo, consistiendo más bien en una serie de terrazas con altares cilíndricos. Su modificación final involucró la adición de una escalinata y quizá la colocación del panel en un bloque saliente ubicado directamente encima del entierro.
Por otro lado, David Webster y Amy Kovak excavaron dos grupos en la periferia sur, como parte del estudio de una «comunidad» o «barrio» detectado por los reconocimientos más extensivos realizados durante las primeras dos temporadas (Webster y Kirker 1997; Webster et al. 1998). Este trabajo contó con la asistencia de Zachary Nelson, quien estableció por primera vez, a través del uso de aparatos de mapeo computarizado, las elevaciones absolutas de la zona periférica. Nelson también se concentró en la zona sureste de Piedras Negras, que se sabía contenía muchos grupos de montículos aún sin registrar. El mapeo registró no menos de 30 edificios, varios de los cuales no fueron reconocidos por los cartógrafos de la Universidad de Pennsylvania en los años 30 (Figura 10). En general, estos montículos estaban dispuestos en agrupamientos irregulares en áreas de guamil denso y sobre las lomas poco elevadas en el bajo temporal abajo del Grupo Sur. Lamentablemente, parece bastante probable que existen errores considerables (20 m o más) en algunas partes del mapa de esta zona hecho por la Universidad de Pennsylvania.
Las dos excavaciones en la periferia siguieron una estrategia más intensiva que la del reconocimiento de las dos primeras temporadas. Esta vez, el trabajo se enfocó en un pequeño valle delimitado por elevaciones naturales -con claridad la ruta principal de acceso a Piedras Negras. El objetivo a largo plazo del sub-proyecto de la Periferia es examinar este sector totalmente, haciendo excavaciones en todos o en la mayoría de los grupos dentro del drenaje natural, con la intención de emprender el estudio de una «comunidad» o «vecindad» por analogía. Uno de estos grupos, BS-23 (Brecha Sur), fue excavado por Webster y Kovak en 1998. Los otros dos bajo estudio en 1999, representan los edificios más modestos en este sector, y por consiguiente, de manera hipotética, se pensó que serían los más fáciles de excavar y entender. Sin embargo, las excavaciones en BS-25, una terraza aislada, rápidamente han demostrado su complejidad. Una masiva terraza había sido tallada y modificada repetidamente en la roca madre, con frecuencia en alineamientos difíciles de desentrañar. La planta del montículo, que principió en la fase Yaxche pero data principalmente de Chacalhaaz, correspondió a un grupo de montículos con dos estructuras que tuvo que ser ordenado en forma linear debido a la inclinación del terreno. Gran cantidad de piedras de moler quebradas se localizaron en la superficie y había escombros en las áreas más planas que continuaban hasta y más allá del área excavada, sugiriendo una ocupación más extensiva y larga, con zonas de actividad o de descarte hacia cada lado de los edificios. El otro sitio, BS-27, ubicado en una cumbre de cerca de 20 m arriba de BS 25. Este grupo de montículos, ordenado en forma de L, fue examinado por primera vez para localizar concentraciones de fosfatos, que efectivamente aparecieron en altas cantidades cerca de las banquetas sobre el montículo mayor, la Estructura 1. La cerámica fue sorprendente por su burdo acabado de superficie y pasta apenas quemada, con un inventario mucho más pobre que el del sitio BS-23.
Durante la tercera temporada, nuestro proyecto fue capaz de obtener información geológica por primera vez, aparte de los datos breves, pero útiles reportados por Aliphat (1994). Ahora es claro que la localización de la ciudad fue determinada por la existencia de un sector geológicamente favorable junto al río Usumacinta, sobre una plataforma de bajo relieve arriba de valles que se inundan temporalmente. El pedernal negro expuesto a lo largo del río proporcionó a la comunidad un rico depósito para la elaboración de sus artefactos. El nombre moderno del sitio se deriva de las inclusiones de manganeso que obscurecen a las rocas en la ribera del Usumacinta. Zachary Hruby determinó, durante un reconocimiento, que la mayor concentración de pedernal fino y de nódulos grandes, quizá un recurso atractivo para los primeros pobladores, se localiza en la orilla del río abajo de la Acrópolis y del Baño de Vapor N-1. La falta de erosión en los bancos cercanos a las ruinas confirma que gran cantidad del relleno arquitectónico de los edificios del periodo Clásico procede casi con certeza de la orilla del río.
Piedras Negras se encuentra dentro de un cono kárstico y en un área con muy poca evidencia de drenaje interno, características poco propicias para la formación de cenotes. Sin embargo, cerca del sitio hay un cenote que quizá es el más grande de Guatemala, pues tiene 100 m de diámetro y entre 66120 m de profundidad (Houston et al. 1999:16). Pruebas de pala demostraron rápidamente que es imposible recuperar materiales culturales sin hacer excavaciones muy profundas -las paredes del cenote son tan inestables que continuamente se derrumban sobre la base. Los orígenes de este cenote, así como lo de muchos otros en las cercanías, son resultado de unidades del Cretácico Tardío y del Paleoceno abajo del sitio. La unidad superior es un acantilado formado por roca caliza dolomítica que no es propicia para la formación y/o agrandamiento de las cuevas, porque está compuesta de un yeso de carbonato que se erosiona con mucha facilidad. Los conos kársticos se crean parcialmente por la solución de la roca y la erosión del yeso, lo que hace minar y colapsar la roca caliza dolomítica. Aparentemente, el cenote se formó por el colapso de ambas unidades dentro de un manto calizo más profundo en donde puede haber conductos freáticos. Además, los valles hacia el sureste y noroeste quizá se formaron debido a la solución de este estrato más profundo. Cualquiera que sea su origen, el agua fluye a través del sistema gracias a varios nacimientos que drenan en el Usumacinta, como puede apreciarse cuando el nivel del río está bajo durante la temporada seca.
Otra actividad colateral, a cargo de Pierre Colas, fue el estudio de las cuevas o abrigos rocosos. Este trabajo incluyó la excavación de dos formaciones cavernosas: las llamadas «Cuevas de Maler», que se localizan a 2 km hacia el sur de Piedras Negras, y una cueva en lo alto del sector K, que mira hacia la Plaza del Grupo Noroeste. La ausencia de cuevas no es absoluta, a pesar de que las que se han descubierto hasta ahora son pequeñas, pues tienen menos de 10 m de largo, y la mayoría representan abrigos rocosos colapsados. Algunas contienen vasijas del Clásico Tardío y fisuras ocasionales de profundidades moderadas. A juzgar por los hallazgos en ellas, estos rasgos fueron utilizados por los Mayas como lugares de enterramiento. La preservación de uno de tales individuos, de 12 años de edad, fue de calidad casi forense.
De manera simultánea, John Jacob Parnell, con la ayuda de Fabián Fernández y Benjamin Crozier, perfeccionaron el proceso de prospección y muestreo de fosfatos iniciado en las temporadas anteriores, tomando un total de 1217 muestras. Parnell tuvo mucho éxito en predecir la localización de basureros densos y entierros humanos en un grupo de montículos bajos cerca de la plaza del Grupo Noroeste. Emily Elmer hizo flotación de cientos de muestras de suelos procedentes de las excavaciones, dando como resultado de nuevo, la recuperación de restos de plantas carbonizadas, huesos de pescados, líticas y pequeños artefactos. Diez perfiles de suelos localizados dentro de Piedras Negras y en los sitios rurales afuera de la ciudad fueron descritos y se coleccionaron muestras de cada horizonte. Las propiedades de los suelos y sus designaciones taxonómicas serán determinadas en el laboratorio de suelos de la Universidad de Brigham Young, en los Estados Unidos de Norteamérica.
Nuestro proyecto continuó su compromiso de consolidar los edificios principales de Piedras Negras, por medio de un programa conservador de rescate de la mampostería en pie dejada en un estado de dilapidación por la Universidad de Pennsylvania y, en donde sea justificado, restaurar secciones limitadas de muros adyacentes. Esta vez, los esfuerzos se enfocaron en la Estructura J-11 de la Acrópolis, desmantelándose raíces e interviniendo dos bóvedas originales aún en su lugar, así como varios muros con inclinaciones peligrosas. Se removieron las piedras dañadas e inestables, reemplazándolas por otras en mejor estado de conservación, recolectadas de los apilamientos de escombro de la misma estructura que fueron dejados por Pennsylvania. Se registraron, desmantelaron y restauraron los muros inclinados en su plano vertical correcto. Finalmente, las bancas fueron rellenadas con piedras, niveladas y cubiertas con 5 cm de mezcla, dejando las superficies originales bien marcadas. En el 2000 esperamos completar los trabajos en este edificio, consolidar J-9 y remover los apilamientos rectangulares de piedra dejados por la Universidad de Pennsylvania, que aún obstruyen el libre movimiento a través del Patio 2.
CONCLUSIONES
En conclusión, nuestra tercera temporada de campo confirmó y extendió los patrones percibidos en los años anteriores. La cronología fue refinada por la recuperación de secuencias estratificadas en contextos arquitectónicos sólidos. Los inicios del sitio ahora parecen ser más abruptos, con poca evidencia de desarrollo gradual o declive constante. Como una ciudad, Piedras Negras fue creada con sorprendente rapidez, en evidente contraste con las aldeas que anteriormente habían ocupado el sitio. En el Preclásico, la regla parece ser falta de continuidad y asentamientos esporádicos. Durante el Clásico existió una secuencia cerámica continua que no fue perturbada por el llamado hiatus. Sin embargo, como cosa extraña, la evidencia de lapsos en la arquitectura es fuerte y está marcada por eventos de quema. Aunque actualmente no entendemos estos acontecimientos, diversos en su fechamiento preciso, consideramos que pueden ser resultado de la guerra, ya que la destrucción parece deliberada, a pesar de no haberse arrasado totalmente las estructuras. Otra interpretación alternativa sería que dichos cambios están relacionados con un rompimiento en la línea de sucesión dinástica, durante el lapso ente los primeros y los últimos gobernantes del sitio, pues es evidente que los gobernantes del Clásico Temprano son más opacos en términos biográficos. Con respecto al colapso, cada vez parece más probable que este evento en Piedras Negras aconteció con rapidez extraordinaria. La evidencia de esto, a ser examinada en trabajos futuros, es que la ocupación del palacio sobrevivió a la misma ciudad, siendo quizá un ejemplo de gobernantes sin súbditos. Los Reyes del Río, los gobernantes de Piedras Negras, intentan hablarnos a través de sus ruinas, y como arqueólogos es nuestro privilegio entender, con todas las herramientas que nos proporciona nuestra disciplina, lo que ellos quieren decir.
REFERENCIAS
Aliphat, Mario Manuel
1994 Classic Maya Landscape in the Upper Usumacinta River Valley. Tesis Doctoral, University of Calgary.
Arredondo, Ernesto
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1997 PN 16: Excavaciones en la Plaza Este. En Proyecto Arqueológico Piedras Negras: Informe Preliminar No.1, Primera Temporada 1997 (editado por H.L. Escobedo y S.D. Houston):133-135. Informe entregado al Instituto de Antropología e Historia, Guatemala.
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1998 PN 28: Excavaciones en el Baño de Vapor S-4. En Proyecto Arqueológico Piedras Negras: Informe Preliminar No.2, Segunda Temporada 1998 (editado por H.L. Escobedo y S.D. Houston):135-141. Universidad de Brigham Young, Universidad del Valle de Guatemala. Informe entregado al Instituto de Antropología e Historia, Guatemala.
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Figura 1 Mascarón de estuco, Escondite R-5-2, Estructura R-5
(dibujo de Heather Hurst y Luis Fernando Luin)
Figura 2 Segunda capa de artefactos del Escondite R-5-5, Estructura R-5
(dibujo de Stephen Houston y Zachary Hruby)
Figura 3 Perfil de excavación, Plataforma J-1 (dibujo de Ernesto Arredondo y Stephen Houston)
Figura 4 Palacio enterrado abajo de la Plaza del Grupo Oeste (dibujo de Heather Hurst)
Figura 5 Planta del Baño de Vapor J-17 (dibujo de Mark Child)
Figura 6 Fragmento de trono o altar esculpido, Estructura O-17 (dibujo de Stephen Houston)
Figura 7 Planta del grupo residencial integrado por las Estructuras R-18, R-31 y U-16-1
(dibujo de Christian Wells)
Figura 8 Dibujo de texto inciso en hueso de animal, Estructura U-16 (escala 2:1, dibujo de Stephen Houston)
Figura 9 Planta del Entierro 77, Estructura C-13 (dibujo de Zachary Hruby)
Figura 10 Nuevos montículos mapeados en el sector sur de Piedras Negras
(mapa de Zachary Nelson)