04. Comunidades construyendo, construyendo comunidades: perspectivas etnográficas e históricas de la construcción de viviendas en el mundo maya

Descarga este artículo en formato pdf

Comunidades construyendo, construyendo comunidades: perspectivas etnográficas e históricas de la construcción de viviendas en el mundo maya

 

Introducción

Cómo construyen sus viviendas las comunidades mayas, tanto las antiguas como las actuales? El tema solo se toca de vez en cuando, a pesar de la ubicuidad de arquitectura doméstica que se encuentran en el registro arqueológico. Un volumen escrito por Elliot Abrams (1994) es una excepción rara: aquí él discute la labor y los materiales necesarios para llevar a cabo varios proyectos arquitectónicos, poniendo en primer plano las tareas y los costos asociados con el fenómeno de la construcción maya. Su contribución permite a la arqueóloga evaluar la arquitectura antigua no solo como un producto final, sino también como un proceso. Sin embargo, la construcción de viviendas va más allá de sus aspectos tecnológicos y económicos. Como otras prácticas artesanales, el arte de la construcción también es social, cultural, y político. Cathy Costin (1998) argumenta que la producción artesanal forja conexiones que van más allá de los lazos de parentesco, dentro y entre las comunidades. Otros estudios arqueológicos han subrayado el papel que jugaba la producción artesanal en la construcción de identidades comunales y étnicas, y en el mantenimiento del orden social y religioso entre estas comunidades, un papel que pertenece poco a la esfera económica o comercial (e.g., Childs 1998; Liu 2003). El proceso de construir una casa maya también construye comunidades mientras las comunidades construyen.

Esta ponencia investiga cómo las comunidades se unen para construir viviendas en el área maya. ¿Cómo es que la construcción de viviendas se convierte en un asunto común? ¿Quiénes constituyen las comunidades que construyen las casas? Y, ¿cómo se constituyen estas comunidades a través de la construcción comunal? Para responder estas preguntas, esta ponencia demostrará que la construcción de viviendas es uno de los medios más importantes por la cual comunidades mayas se establecen, se mantienen, y se transforman. Para aprender cómo construir una casa, individuos aprenden como ser “maya”; es decir, ellos aprenden los mapas sociales, culturales, y simbólicos de participación legítima en comunidades locales. Estas comunidades materializan y transforman estos valores en un nivel comunal cuando se unen para proyectos de construcción. El argumento se basará en evidencia etnográfica e histórica del mundo maya, y concluirá con una discusión de la relevancia de estas perspectivas para estudios arqueológicos.

 

¿Qué es una comunidad?

Según Yaeger y Canuto (2000), una comunidad se define como una unidad social que surge de la interacción continua entre los miembros de un grupo, uno con el otro. Dentro de esta definición, esta ponencia se enfoca específicamente en las que se han conocido como comunidades de práctica. Una comunidad de práctica, como se define por Wenger (1998:73), cohesiona en torno de tres principios: la interacción mutua; una empresa conjunta; y, un repertorio compartido. Este concepto proporciona un lente útil para comprender la composición de comunidades, enfocando en las actividades específicas que unen dichas comunidades en práctica compartida. La construcción de una casa es una de estas embarcaciones que une a los participantes individuales en una comunidad de práctica. Se necesita interacción mutua para completar la meta de construir una vivienda, y se emplean técnicas y preferencias estéticas que se aprenden entre la comunidad. Por eso, comunidades de construcción de viviendas pueden evaluarse como comunidades de práctica, unidas en actividades compartidas que sirven para mantener y transformar lazos comunitarios.

Sin embargo, hay que reconocer que en el mundo maya las comunidades se unen no solo mediante práctica compartida sino también por nociones compartidas de obligación. Houston y colegas (2003:232) ofrecen el concepto de la comunidad moral, lo que sugiere que las comunidades mayas se adhieren alrededor de obligación y convenio, unidas en el impulso mutuo de deber social. Para evaluar las comunidades de la construcción de viviendas, se debe ver estas dos fuerzas–práctica compartida y obligación mutua–como refuerzo mutuo en el proceso de construcción comunitaria.

 

¿Cómo es la construcción de viviendas un asunto comunal?

Un examen de documentos coloniales y la literatura etnográfica del siglo XX indica sin dudas que la construcción de viviendas mayas es, y era, esencialmente una práctica comunal. Se notó este carácter comunal inicialmente en Yucatán durante el siglo XVI en una serie de documentos que se llaman las Relaciones Geográficas. Estos informes, que comisionó el Rey Felipe II de España, consistieron en un cuestionario repartido a los encomenderos del Virreinato de Nueva España. El cuestionario solicitó información de varios aspectos de la vida indígena en pueblos y aldeas locales, incluso la manera en que se construyeron las casas y los materiales que se emplearon.

La Relación de Hocaba correspondiendo con la municipalidad moderna de Hocabá, al sureste de Mérida, Yucatán, notó en el año 1581 que la gente indígena del pueblo se ayudaban los unos a los otros para hacer las casas (en el original: “al hazerlas se aiudan los unos a los otros”) (Asensio 1898:92). La Relación de Cotuta y Tibolon (Sotuta y Tibolón) proporciona una descripción similar, indicando que las poblaciones de estos dos pueblos hacían sus casas muy fácilmente porque se ayudaban los unos a los otros a hacerlas (en el original: “las hacen muy facilmente por que se ayudan los vnos a los otros a hazerlas”) (Asensio 1898:100–101). La Relación de Quinacamaó Moxopipe (Muxupip), producida en 1581, ofrece la narrativa más extensiva de la construcción comunal de viviendas en las Relaciones Geográficas. Dice que era costumbre que unos a los otros se ayudaban a hacer sus casas, y que en pago de su trabajo les daban de comer y beber a su modo hasta que la casa se acababa (en el original: “es costumbre que unos a otros se ayuden a hazer sus casas y en pago de su trabajo les dan de comer y bever a su modo hasta que la casa se acaba”) (Asensio 1898:263). Entonces, la actividad comunal de hacer una casa se acompañaba por festejar, por lo menos en Muxupip.

Estudios etnográficos llevados a cabo en el siglo XX proporcionan ejemplos evocadores que sugieren que estas costumbres han continuado hasta el presente momento en muchas áreas del mundo maya. Charles Wisdom, un etnógrafo que estudiaba la comunidad maya chortí de Jocotán, Guatemala observó que la construcción de viviendas casi siempre era un asunto comunal, especialmente en el transporte de las maderas de los cerros al sitio de la casa nueva (Wisdom 1940:130). El trabajo de construir una casa podría llevarle a la comunidad toda la semana o más tiempo para completar, aunque la familia propietaria de la casa podría construir las paredes y techar el techo sin ayuda del resto de la comunidad. Etnógrafos contemporáneos que trabajaron en la aldea maya de Chan Kom, Yucatán también notaron que se esperaba la participación en proyectos de labor comunal, como la tarea de construir una casa (véase Redfield y Villa Rojas 1934). Aunque los trabajadores no recibían remuneración por el labor de apoyar los proyectos de otras familias, se comprendía que el favor sería reembolsado cuando sus casas necesitaran renovación. No se mantenían recuentos de las horas invertidas en los proyectos de los demás, pero estas cuestiones eran de conocimiento público, y la opinión pública recordaba a un delincuente si no había proporcionado la asistencia suficiente (Redfield y Villa Rojas 1934:78). Para entender mejor cómo los hombres de Chan Kom proporcionaban su trabajo en el transcurso del año, Redfield y Villa Rojas decidieron mantener su propia cuenta del trabajo de dos individuos, que incluía el número de días que pasaron construyendo sus propias casas y el número de días dedicados a trabajar en las casas de los demás (véase Redfield y Villa Rojas 1934:80). Uno de los dos participantes dijo que, en el año 1930, trabajó en su propia casa por 13 días y en la casa de un amigo o pariente por 25 días. El siguiente año, el mismo individuo contó 25 días trabajando en su propia casa y otros 38 días ayudando con proyectos constructivos en las casas de los demás. Estos números significan que la gente de Chan Kom invertían una cantidad considerable de tiempo, aproximadamente un mes cada año, en proyectos colaborativos de la construcción de viviendas que no estaban relacionados a la propia casa.

Una viñeta evocadora registrada por antropólogos Oliver La Farge y Douglas Byers en un viaje al pueblo de Jacaltenango, Huehuetenango, Guatemala describe el proceso social de construir una casa. Allí, un hombre que deseaba construir una casa nueva les enviaba a sus vecinos bolitas de chocolate para solicitar su asistencia. Los autores describieron la táctica como “un método antiguo de pedir favores” (traducido por la autora), y el que aceptara el regalo debía prestar su mano de obra (LaFarge y Byers 1931:40). Una vez que un equipo de construcción había sido montado, los trabajadores ayudaban al dueño en la obtención y el transporte de los materiales, así como la armadura del marco de la casa. En Jacaltenango, el trabajo de construir una casa no terminaba al atardecer–los participantes dormían en el sitio para proteger la casa de los ataques de los demonios y otras fuerzas siniestras. Como mencionado anteriormente en el documento colonial de la Relación de Quinacamaó Moxopipe, se les daba comida y bebida a los trabajadores mientras construían la casa, la cual que se realizaría a lo largo de unos pocos días. Las mujeres preparaban y servían las tortillas, mientras los hombres preparaban la carne y los frijoles que ellos comerían. Las paredes de la casa también se construían con ayuda comunal, aunque usualmente una semana o más después de que el resto de la casa se hubiese terminado. Los trabajadores que ayudaban con las paredes solo se compensaban con bolitas de chocolate, en lugar de la comida más completa proporcionada durante el resto de la construcción.

Descripciones extensas de esta naturaleza son escasas en la literatura antropológica, y otros ejemplos del intercambio de chocolate y labor no se encuentran en otras cuentas de la construcción de viviendas. Sin embargo, se han documentado eventos semejantes de festejos. Por ejemplo, en Jocotán entre los mayas chortís, se esperaba que la aldea entera participara en la dedicación de una casa nueva, un proceso que podría durar una semana adicional luego de que se terminara la casa (Wisdom 1940:131). El dueño proporcionaba comida y bebida para todos los invitados (quienes consistían en la mayor parte de parientes y amigos, aunque desconocidos también eran bienvenidos), y participantes en la fiesta tocaban música y bailaban hasta el amanecer de cada día (Wisdom 1940:131). En este ejemplo, se ve la misma festividad comunal en el último paso de la construcción de una casa nueva, su dedicación, que se describe en otros aspectos del proceso, como se discutió anteriormente.

En los años treinta, Robert Wauchope hizo notar la disminución del uso de labor comunal para construir casas, y comentó sobre la tendencia, especialmente en Yucatán, hacia la construcción de viviendas a través de la iniciativa individual (Wauchope 1938:139). Esta observación deja claro el carácter dinámico de la construcción de viviendas, que, como muchos de sus aspectos pueden ser duraderos, son igualmente sujetos a cambios. Hoy en día, la práctica es muy variable, y cada vez más privada y no comunal. Sin embargo, la comunalidad y la socialidad de la construcción de viviendas pueden ser documentadas ya en el siglo XVI, y es probable que esta característica se extiende en el pasado precolombino también.

 

¿Quién participa?

Cuando una comunidad maya se une para construir una casa, ¿cuán grande es esa comunidad? Es decir, ¿cuántas personas se necesitan para completar el proyecto de manera oportuna? Las estimaciones sobre la mano de obra necesaria para montar una casa varían de una fuente a otra. En el pueblo de Zinacantán, en las tierras altas de Chiapas, México, una casa con paredes de bajareque y techo de paja podría ser construida con cuatro a siete hombres en aproximadamente 24 días laborables (Vogt 1969:90). En los años treinta, cinco informantes yucatecos estimaron que se necesitaran entre 14 y 84 días(Wauchope 1938:156). Redfield y Villa Rojas (1934:80) calcularon 86 días laborables en Chan Kom, Yucatán.En el extremo superior de este espectro, un grupo de cuatro hombres podría construir una vivienda en aproximadamente 21 o 22 días. En el extremo inferior, un grupo de siete hombres podría completar la tarea en un par de días. En general, la literatura etnográfica documenta que el proceso dura una o dos semanas; entonces, un proyecto típico de la construcción de una casa maya probablemente incluye cinco o seis hombres para este periodo de tiempo. Pero, ¿quiénes son los miembros de este equipo, además de el dueño de la casa?

De los trabajadores, que en mayor parte son hombres, las menciones de papeles especialistas son escasas. Wisdom (1940:189) escribió que la construcción de viviendas era una de las actividades de fabricación más simbólicas entre los mayas chortís, y que cada hombre se esperaba que fuera más o menos hábil en ella. Redfield y Villa Rojas (1934:32) observaron la misma expectativa en Chan Kom, donde la habilidad de construir una casa era conocimiento compartido entre todos, junto con la habilidad de hacer otras tareas como la caza de venados y el cultivo de una milpa. Por lo tanto, todos los hombres en una comunidad se convierten en especialistas en la medida en que aprenden los repertorios específicos de las técnicas y preferencias locales, tareas que no pueden ser realizadas por las mujeres u otros individuos fuera de la comunidad.

La pregunta, sin embargo, permanece. ¿Quiénes son exactamente los constructores involucrados? ¿Cómo llega uno a participar en el proyecto de construcción de la casa de otra familia? Muchas de las fuentes no son muy informativas, y no describen los participantes más que decir que son hombres. En Jacaltenango, La Farge y Byers (1931:40) se refirieron a los trabajadores como “vecinos” y “amigos” en relación con el dueño de la casa, aclarando los aspectos espaciales, sociales, e históricas de la red de la construcción de viviendas. La categoría espacial de “vecino” se puede especificar aún más. El Antropólogo Evon Vogt (1969:91) notó que en los años sesenta entre los mayas tzotziles de Zinacantán, Chiapas que la tierra se transmitía de padres a sus hijos recién casados, lo que significa que las nuevas casas estarían situadas próximas a las de otros miembros de la familia, e incluso podrían estar dentro del mismo recinto doméstico (Vogt 1969:91). La proximidad espacial –es decir, estar en la vecindad– probablemente tiene algo que ver con las relaciones de parentesco. Entonces, los amigos y vecinos que describieron La Farge y Byers en Jacaltenango se podrían entender más específicamente como amigos y familiares. Esto se confirmó por Redfield y Villa Rojas en Chan Kom, donde observaron que grupos de trabajadores cooperativos se consistían en parte en familiares (Redfield y Villa Rojas 1934:77).

En un solo caso de construcción de viviendas, cuyo trabajo implica el dueño de la casa y unos selectos de sus amigos, familiares y vecinos, toda la comunidad no está representada.No obstante, todos los miembros de la comunidad forman una comunidad de práctica unida. En la suma de todos los proyectos de construcción, toda la comunidad de práctica participa. Por ejemplo, los seis hombres que trabajan en la construcción de una casa tal vez no participarán en la construcción de la próxima, pero tal vez tres de ellos sí. De esta manera, un hombre coincide con la mayoría de los otros miembros de la comunidad en su gestión como un constructor. Entonces, la totalidad de los proyectos de construcción de viviendas representa a toda la comunidad, porque la coincidencia de tareas entre cada evento sostiene que la práctica se propaga a nivel comunitario.

Sin embargo, aunque los hombres proporcionan la labor manual, muchas fuentes indican que ellos tienen el apoyo de las mujeres y los niños, quienes preparan la comida, ofrecen consejos, y completan otras tareas importantes. En Jacaltenango, las mujeres asumían la responsabilidad de hacer las tortillas para los participantes mientras ellos trabajaban (LaFarge y Byers 1931:40). En Panajachel, Guatemala en los años treinta, Wauchope (1938:139) dijo que las mujeres desempeñaban un papel semejante en preparar comida para los constructores de una casa. En un caso, observó a una mujer, la esposa del dueño de la casa, quien se quedó cerca al sitio de construcción durante todo el día, amamantando a su hijo pequeño y haciendo sugerencias sobre los rasgos de la casa en que ella tenía interés. Aunque no se trata muchas veces el papel de las mujeres en la construcción de viviendas en la literatura etnográfica, el trabajo de ellas realmente facilita la labor que el proyecto requiere.

 

¿Cómo se aprende?

Niños también apoyan al proceso, y, al hacerlo, no sólo aprenden las técnicas adecuadas y las habilidades motoras necesarias para construir una casa, sino también los medios sociales y culturales legítimos de participar en la sociedad maya. La socialización a través de la práctica comienza para los mayas y muchas otras sociedades mesoamericanas al nacer. En Zinacantán, niñas infantiles recibían artículos utilizados en tareas tradicionalmente femeninas, tales como malacates, mientras que los varones infantiles recibían una serie de herramientas que se utilizan en el trabajo manual y tradicionalmente masculino, tales como hachas (Greenfield et al. 1989:179). Se representa la misma tradición entre los aztecas en el Códice Mendoza, producido en 1534 en la Ciudad de México. El folio 57r suple una ilustración de una partera vieja que prepara una ceremonia para un bebé de cuatro días de edad. La ilustración muestra los artículos que recibe el bebé durante esta ceremonia. Si es varón, recibe flechas y las herramientas de un artesano; si es niña, recibe una escoba, un malacate y una canasta.En los años siguientes, a través de aprender cómo usar estas herramientas, los niños se socializan de hacer y de ser en formas de género.

La producción artesanal en el mundo maya desempeña un papel integral en la creación de personas totalmente formadas. Un estudio sistemático de los términos documentados en los diccionarios de idiomas mayas coloniales sugiere que, para las comunidades mayas coloniales, ser persona surgía de la habilidad de crear y hacer. Clark y Houston (1998:39) argumentan, en base de esta evidencia, que “la enseñanza de las artes domésticas adecuadas para hijos e hijas fue esencial para su crecimiento hasta convertirse en adultos responsables” (traducido por la autora). Fray Diego de Landa escribió que en el Yucatán colonial los padres infligían castigos estrictos para las transgresiones, para asegurar que los niños aprendieran el comportamiento apropiado. Su relato dice que las madres “enseñan lo que saben a sus hijas y críenlas bien a su modo, que las riñen y las adoctrinan y hacen trabajar, y si hacen culpas las castigan dándoles pellizcos en las orejas y en los brazos” (Tozzer 1941:127). Es probable que los padres enseñaban a sus hijos los trabajos tradicionalmente masculinos de manera similar desde una edad temprana.

Ejemplos de la literatura etnográfica indican que niños aprendían a construir una casa en la misma manera que aprendían otras tareas y artes. Al igual que las niñas y los tejidos, los niños pequeños aprendían la construcción de viviendas a través de la participación periférica; es decir, ellos no aprendían a través de clases estructuradas, pero al observar y practicar con la guía de sus padres. En el sitio donde se construía una casa en Panajachel, Wauchope observó que la mayor parte del trabajo se hizo por el dueño de la casa y su hijo pequeño. El autor describió la naturaleza de la participación del niño así (traducido por la autora):

 

“El niño pequeño que estaba ayudando a su papa aquí en Panajachel era demasiado pequeño para incluso ayudar a levantar las maderas grandes, pero él tomó una parte activa de otro modo en la construcción. Él ayudó a excavar los agujeros para postes, sostuvo las cuerdas de medir, trajo manojos de paja, se sentó en las últimas de los troncos para mantener el equilibrio para cortarlos, y fue útil en una docena de otras tareas. No se sorprende que casi cada persona indígena sabe los detalles más pequeños de la construcción de viviendas y conoce los nombres de cada parte de la casa y los tipos de madera que se usan para cada una. Él observa y ayuda en la construcción de casas como niño; él planifica y supervisa personalmente la construcción de por lo menos una casa propia; él ayuda en la construcción de las casas de muchas personas del pueblo” (Wauchope 1938:140).

 

De esta manera, aprender a construir una casa es uno de los medios más importantes por la cual los muchachos jóvenes se socializan en los modos de importancia local de ser y de hacer.A través de la construcción de viviendas, se forman comunidades de práctica distintas. Estas comunidades consisten en individuos –los trabajadores, los cocineros y las cocineras, y los aprendices– que se unen por meses cada año para ayudar en sus proyectos propios y el de los demás. Se entrenan los niños que aprenden a través de la observación y el aprendizaje en un nivel comunitario, y ellos aprenden de sus padres, tíos, abuelos, vecinos, y sus amigos. Cuando estos niños crecen y tienen sus propias familias, ellos enseñan a sus hijos las mismas técnicas y tradiciones, produciendo de este modo la comunidad de nuevo.

 

Conclusiones

Para concluir, ¿Cómo pueden los conocimientos obtenidos de esta investigación ser utilizados en beneficio de los estudios arqueológicos? Lastimosamente, no sería posible encontrar muchos de los elementos descritos aquí en el registro arqueológico. No se puede recuperar evidencia directa de los redes sociales y culturales que se empleaban para construir una casa. Además, la literatura etnográfica y el archivo histórico dejan claro que la construcción de viviendas es una práctica vibrante y diversa. Probablemente, la misma diversidad existía en el pasado precolombino. No obstante, las fuentes están de acuerdo que el proceso es cultural y social, que se involucran comunidades enteras que están unidas en práctica compartida, así como la obligación mutua.

Cuando se consideran los mayas antiguos, se debe pensar en cómo estos aspectos sociales y culturales habrían afectado lo que se ve en el suelo. Sabiendo que la construcción de viviendas ocurre a nivel comunitario, y que la propagación de esta práctica también ocurre a nivel comunitario, permite a la arqueóloga interpretar las diferencias en la construcción de viviendas en el mundo antiguo de manera significativa. Es decir, los patrones en la construcción de viviendas probablemente reflejan las agrupaciones significativas de las comunidades antiguas, ya que dichas prácticas se han aprendido y compartido dentro de estas comunidades. Entonces, con este conocimiento, se puede distinguir comunidades distintas por medio del estilo de la arquitectura, desde los edificios monumentales hasta los montículos de tamaño más modesto.

 

Agradecimientos

Las investigaciones de este estudio fueron facilitadas por la Beca J.M. Stuart (2015-2016), otorgada a la autora por la Biblioteca John Carter Brown, en Providence, Rhode Island. También se le agradece a la Casa Herrera de la Universidad de Texas en Austin, y a su Coordinadora en Sitio Milady Casco, por el apoyo brindado. Las ideas de esta ponencia se desarrollaron a base de varias temporadas de campo e investigaciones al igual que con los comentarios constructivos del Dr. Stephen Houston, Dr. Andrew Scherer, y Omar Alcover Firpi. A pesar de la ayuda recibida, cualquier error cometido en el mismo proviene de la autora.

 

Referencias

Abrams, Elliot M.

1994   How the Maya Built Their World: Energetics and Ancient Architecture. University of Texas Press, Austin.

 

Asensio, José María (ed.)

1898   Colección de Documentos Inéditos Relativos al Descubrimiento, Conquista y Organización de las Antiguas Posesiones Españolas de Ultramar. Segunda serie, tomo 11. Real Academia de la Historia, Madrid.

 

Childs, S. Terry

1998   Social Identity and Craft Specialization among Toro Iron Workers in Western Uganda. EnCraft and Social Identity (editado por Cathy Lynne Costin y Rita P. Wright), pp.109-121. Archaeological Papers ofthe American Anthropological Association, vol. 8. American Anthropological Association, Washington, D.C.

 

Clark, John E. y Stephen D. Houston

1998   Craft Specialization, Gender, and Personhood among the Postconquest Maya of Yucatan, Mexico. En Craft and Social Identity (editado por Cathy Lynne Costin y Rita P. Wright), pp.31-46.Archaeological Papers of the American Anthropological Association, vol. 8. American Anthropological Association, Washington, D.C.

 

Costin, Cathy Lynne

1998   Introduction: Craft and Social Identity. En Craft and Social Identity (editado por Cathy Lynne Costin Rita P. Wright), pp.3-16. Archaeological Papers of the American Anthropological Association, vol. 8. American Anthropological Association, Washington, D.C.

 

Greenfield, Patricia M.; T. Berry Brazelton y Carla Price Childs

1989   From Birth to Maturity in Zinacantan: Ontogenesis in Cultural Context. En Ethnographic Encounters in Southern Mesoamerica: Celebratory Essays in Honor of Evon Z. Vogt (editado por Victoria Bricker y Gary Gossen), pp.177-216. Institute of Mesoamerican Studies, State University of New York, Albany.

 

Houston, Stephen D.; Héctor Escobedo, Mark Child, Charles W. Golden y René Muñoz

2003   The Moral Community: Maya Settlement Transforman Transformation at PiedrasNegras, Guatemala. En The Social Construction of Ancient Cities (editado por Monica Smith), pp.212-253. Smithsonian Books, Washington y Londres.

 

La Farge, Oliver y Douglas Byers

1931   The Year Bearer’s People. Tulane University of Louisiana Middle American Research Series, Pub. No. 3. Department of Middle American Research, Tulane University, New Orleans.

 

Liu, Li

2003   “The Products of Minds as Well as Hands”: Production of Prestige Goods in the Neolithic and Early State Periods of China. Asian Perspectives 42(1):1-40. Honolulu.

 

Redfield, Robert y Alfonso Villa Rojas

1934   Chan Kom: A Maya Village. University of Chicago Press, Chicago.

 

Tozzer, Alfred M. (editor)

1941   Landa’sRelación de las Cosas de Yucatan: A Translation. Papers of the Peabody Museum of American Archaeology and Ethnology, vol. 18. Harvard University, Cambridge.

 

Vogt, Evon Z.

1969   Zinacantan: A Maya Community in the Highlands of Chiapas. Belknap Press of Harvard University Press, Cambridge, MA.

 

Wenger, Etienne

1998   Communities of Practice: Learning, Meaning, and Identity. Cambridge University Press, Cambridge.

 

Wauchope, Robert

1938   Modern Maya Houses: A Study of their Archaeological Significance. Carnegie Institution of Washington Pub. No. 502. Carnegie Institution of Washington, Washington.

 

Wisdom, Charles

1940   The Chorti Indians of Guatemala. University of Chicago Press, Chicago.

 

Yaeger, Jason y Marcello A. Canuto

2000   Introducing an Archaeology of Communities. En The Archaeology of Communities: A New World Perspective (editado por M. A. Canuto y J. Yaeger), pp.1-15. Routledge, London y Nueva York.