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Robertson, John y Stephen Houston
2003 El problema del Wasteko: Una perspectiva lingüística y arqueológica. En XVI Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2002 (editado por J.P. Laporte, B. Arroyo, H. Escobedo y H. Mejía), pp.714-724. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.
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EL PROBLEMA DEL WASTEKO:
UNA PERSPECTIVA LINGÜÍSTICA Y ARQUEOLÓGICA
John Robertson
Stephen Houston
Uno de los problemas sin solución en los estudios mesoamericanos que queda por tratar es el origen y la disposición histórica del Wasteko, un idioma Maya dividido en tres dialectos que se encuentran en las siguientes zonas de México: Hidalgo oriental, Veracruz septentrional, San Luis Potosí oriental, Puebla septentrional, y Tamaulipas meridional (Kaufman 1985:473-474, n.1). No cabe duda de que el área de la península yucateca y las zonas circundantes es el lugar general del génesis lingüístico del Maya en vista de la preponderancia de idiomas Mayas que en ella se encuentran. El problema es determinar cómo y dónde los Huastecas viajaron a las fronteras septentrionales de Mesoamérica, a unos 800 km de la distribución histórica de otros idiomas Mayas (Kroeber 1944). Otra dificultad es que una rama del Wasteko, el ya extinto Chikomuselteko, se hablaba en Chiapas, cerca de donde habitaban otros hablantes de idiomas Mayas tales como el Mam, el Tzeltal y el Tojolab’al (Campbell 1978:199; Campbell y Canger 1978; Sapper 1897; Termer 1928).
Hasta el momento la interpretación dominante es que los Huastecas se habrían separado de su familia lingüística en fecha temprana, escisión que por cierto resultaría la más antigua del idioma Maya. Esta hipótesis podría llamarse el Modelo Swadesh / McQuown / Kaufman por sus principales defensores, Morris Swadesh, Norman McQuown, y Terrence Kaufman, quienes han argüido en una serie de publicaciones que el Wasteko y un dialecto bastante vinculado, el Chikomuselteko, son tan radicalmente distintos de los demás idiomas Mayas que deben de haberse separado del Maya en fecha temprana (Campbell y Kaufman 1985:192; Kaufman 1972:13; Swadesh 1953:226).
Valiéndose de la gloto-cronología y de la léxico-estadística, McQuown fija esta fecha en 1800 AC, y Swadesh la fija varios siglos antes, antes de 1800 AC (McQuown 1964:69 y Figura 2; Ochoa 1989:30). El cálculo aproximado más reciente de Kaufman afirma que esta escisión se realizó entre 2200 y 1000 AC, inclinándose por el periodo más temprano. Kaufman plantea que el Wasteko habrá llegado a su actual tierra natal “probablemente antes de 1500 AC y seguramente antes de 1000 AC” (Campbell y Kaufman 1985:192; Kaufman 1976:106). Para explicar la colocación del Chikomuselteko, Kaufman tiene que plantear que la génesis de esta lengua tuvo lugar en el área Wasteka, quizá alrededor de 1250 DC, y que luego sus hablantes regresaron a las tierras Maya como resultado de la presión creada por lenguas como el Totonaco (Kaufman 1980:110).
Una perspectiva minoritaria, elaborada por arqueólogos que trabajan en la Huasteca, asevera que toda la costa del Golfo era de habla Maya desde fecha temprana, y que los idiomas Mayas se extendían desde “Petén [Guatemala] hasta Pánuco,” zona que está interrumpida por el Totonaco (Ekholm 1944:504-505; MacNeish 1954:625). Se puede llamar a esta hipótesis el “Modelo de Origen de la Costa del Golfo”. Leonardo Manrique Castañeda (1989:210) va más allá al sugerir que “el proto-Maya se encontraba hacia 2500 AC en la región Huasteca, o muy próximo a ella, y se extendía por el sur sobre la llanura costera… que podía llegar hasta los Tuxtlas”. Según su opinión, muy parecida a la de Kaufman, el Chikomuselteko salió de la Huasteca para Chiapas en fecha relativamente tardía, hacia 1000 DC. (Manrique 1989: mapa 5). Una tierra natal Wasteka para los Mayas no es probable, sin embargo, según las teorías actuales de geografía lingüística. Por ejemplo, la mayoría de los especialistas ubican la tierra natal del indo-europeo entre 14º y 45º de longitud, porque es allí donde las lenguas indo-europeas se hablan o se hablaban; la ubicación del sánscrito o del tocario hacia al este refleja sus posiciones como lenguas periféricas (Mallory 1989:152-153). Del mismo modo, el “centro de gravedad”, es decir la posición predominante de la mayoría de los idiomas Mayas, indica un área al este del istmo de Tehuantepec.
Resulta sumamente problemático precisar que la tierra natal sea la región de Soloma de las Tierras Altas guatemaltecas (Kaufman 1976:104). Hubo poca población en esa área durante los periodos Formativo Temprano o Arcaico Tardío, supuesta época de la aparición de la lengua Maya (Clark y Cheetham 2002). Kaufman sugiere además que el “proto-Maya” poseía “términos para la flora y la fauna tanto de las Tierras Altas como de las Tierras Bajas”, pero “en esta región, la gente de las Tierras Bajas desconoce los productos de las Tierras Altas, pero la gente de las Tierras Altas está consciente de los productos de las Tierras Bajas. Por consiguiente, la tierra natal del proto-Maya se encuentra en un área de las Tierras Altas no lejos de las Tierras Bajas” (Kaufman 1976:104). Sin embargo, ni la lógica ni la analogía etnográfica provee razones para pensar que este argumento sea válido.
Como mucho, las fechas propuestas por la gloto-cronología y el léxico-estadística no son más que hipotéticas. Muchos lingüistas consideran los métodos utilizados para determinarlas en el mejor de los casos como cálculos imprecisos, y en el peor de los casos, como afirmaciones engañosas (Campbell 1984:4; Houston 2000:158). Para los arqueólogos, empero, a estas fechas se les ha otorgado una certeza injustificada. Esto ha conducido a un dilema explicativo. Muchos arqueólogos parecen considerar las hipótesis gloto-cronológicas no como conjeturas, sino como variables independientes con las que pueden interpretar los datos (Ochoa 2001:13). A través de un proceso de transformación epistemológica, lo que empezó como teoría ha acabado como datos sólidos al transferirse de una disciplina (la lingüística) a otra (la arqueología).
Hay otro problema que se suma al hecho de que estas fechas calculadas resultan inherentemente poco fidedignas. Un cuerpo considerable de información indica que el Wasteko no es tan radicalmente distinto de otros idiomas Mayas como se suponía, y que aquel debe ser incluido en el conjunto de idiomas que se hablan en la parte oriental de Chiapas. Asimismo, un estudioso ha calificado el propuesto retorno del Chikomuselteko a la región Maya como “poco probable” (Campbell 1988:209; Campbell y Canger 1978:228-229). Esto requeriría que el sub-grupo de idiomas Wasteko hubiera salido de la región Maya en fecha temprana, y que de ahí, por razones imposibles de probar, uno de sus componentes regresara 3000 años después al corazón de la misma región. Un modelo más sencillo que supone menos traslados – desde las tierras Mayas a la Huasteca – resultaría más económico. Los puntos clave de esta hipótesis más sencilla son las semejanzas y diferencias lingüísticas que se presentan a continuación.
En resumen, aquí hay dos cuestiones. Primero, los métodos léxico-estadísticos actuales no pueden fijar una fecha fidedigna para la salida de los Huastecas de la región Maya durante el segundo milenio antes de Cristo. Segundo, la evidencia lingüística interna no identifica al Wasteko y al Chikomuselteko como dialectos periféricos de la familia lingüística Maya. Al contrario, la clasificación Huasteca comparte muchos factores con los llamados idiomas Mayas “occidentales”.
El presente trabajo desarrolla este punto con más detalle y lo utiliza para describir un nuevo conjunto de posibilidades para interpretar la prehistoria lingüística de Mesoamérica. Faltando inscripciones jeroglíficas que demuestren relaciones lingüísticas, Houston y Robertson son esencialmente agnósticos, o sea que tienen serias dudas con respecto a cualquier intento de establecer una correlación entre patrones arqueológicos e idioma, o cualquier intento de establecer fechas precisas para semejantes correlaciones (Josserand 1975; Kaufman 1976).
Conjeturas sobre fechas, tierras de origen y movimientos subsecuentes del indo-europeo demuestran que aun datos muy verificados pueden dar origen a un intenso debate y desacuerdo (Mallory 1989:7, 22-23). Sin embargo, vale la pena hacer hincapié en un punto: es razonable plantear que el Wasteko salió de la región Maya en una época relativamente más tardía que la que propone Kaufman. Consiguientemente, esto pudo haber ocurrido en cualquier periodo durante o después del primer milenio antes de Cristo. Asimismo, debió haber sucedido antes o inmediatamente después del final del primer milenio después de Cristo: fuentes etnohistóricas demuestran que el Wasteko ya estaba en su ubicación presente o históricamente documentada durante los pocos siglos previos a la conquista española.
ARGUMENTOS LINGÜÍSTICOS
En esta sección identificaremos varias razones lingüísticas que van en contra de la teoría propuesta por Kaufman de que el Wasteko salió de la corriente lingüística Maya hace aproximadamente 4000 años. Cada una de esas razones estriba en ciertas características del Wasteko, las cuales significan contacto (genético y/o geográfico) con el grupo lingüístico Ch’olano-Tzeltalano, grupo que simplemente no existió durante un periodo tan temprano.
Watkins (1973) ha señalado que cuando se encuentran semejanzas entre idiomas, pueden tener sólo cuatro posibles orígenes: el azar, las tendencias universales, el contacto entre idiomas, o la relación genética. Costaría mucho sostener que las semejanzas entre el Wasteko y el Ch’olano-Tzeltalano son productos del azar debido a que son tan numerosas. Tampoco podrían atribuirse a una tendencia universal porque sus características lingüísticas son algo únicas, no universales. Sólo nos queda el contacto directo, geográfico y/o genético, y cualquiera de los dos establecería una tierra natal tardía para el Wasteko en el área del Ch’olano-Tzeltalano. Y este contacto refutaría lo que propone Kaufman, concretamente, que el Wasteko se separó de los idiomas Mayas durante la última parte del tercer milenio o la primera parte del segundo milenio antes de Cristo.
FONOLOGÍA
Campbell (1988:211) hace una lista de varios cambios fonológicos que se dan tanto en el Wasteko como en el Ch’olano-Tzeltalano: *r > y, *k > ch /…, *q > k, *ty > t. Sin embargo, Kaufman afirma (1976:106) que “el Wasteko no carece de una relación especial con cualquier otro grupo en la familia Maya. Considero que dos cambios fonológicos que se dan en el Wasteko y que también se dan en otros idiomas Mayas (*r > y y *q > k) fueron motivados independientemente”. Kaufman no comenta los cambios *ty > t y *k > ch /…, aunque en vista de otras afirmaciones que ha realizado, se podrá concluir que Kaufman también los ve como innovaciones independientes. Es posible que uno de estos cambios represente un desarrollo normal e independiente, pero considerados en conjunto, cuesta trabajo aceptar que todos hubieran podido ocurrir independientemente de una tierra natal común para el Ch’olano-Tzeltalano.
Resulta algo difícil determinar si estas semejanzas bastante extensas se deben a descendencia genética o a préstamos lingüísticos, pero en cualquiera de los dos casos parece razonable suponer que los hablantes del Wasteko no habían salido del área Ch’olano-Tzeltalano antes de que se realizaran estos cambios. Como indica Campbell (1988:211), aunque estos cambios no resulten de una ascendencia común, “cuando menos abogan por un contacto considerable entre éstos y el Wasteko”. Pero ya que es posible reconstruir la fonología y la morfología Huasteca hasta el Tzeltalano común, entonces podemos cautelosamente asociar el Wasteko con la familia Tzeltalana.
De todos los cambios fonológicos arriba mencionados, el más complicado es la palatalización. Parece haber cuatro niveles o grados de palatalización, uno para el Wasteko, uno para el Ch’olano-Tzeltalano, uno para el Tojolab’al y Chuj, y otro para el Yucateco. El hecho de que la palatalización produzca tantos resultados distintos sugiere que comenzó en alguna parte del área Ch’olano-Tzeltalano y que se extendió a los otros sub-grupos, como se explicará a continuación. El grado más completo de palatalización toma lugar en el Wasteko, en que el cambio *k(’) > ch(’) se realiza casi sin excepciones.
El segundo grado de palatalización se encuentra en el Ch’olano-Tzeltalano, donde *k > ch y *k’> ch’ (con excepciones notables), siempre y cuando la vocal radical no esté acompañada por una consonante apical (Kaufman y Norman 1984:84). Pero hay excepciones: el Ch’olti’ tiene tanto choh [ch’oj] como Eo [k’oj] para “máscara”: [k’oj] no es lo esperado. Además, la palabra Ch’orti’ para “nuevo” es ak’, mientras que en otros idiomas es la palatalizada ach’, pero con la acepción más general “mojado; nuevo”. Además, el Kaqchikel coc “tortuga” (Sáenz 1940) y choch (Wisdom 1950) “tortuga?” sugieren un *kok en el Maya común. El Tzeltal, sin embargo, tiene kok y no el esperado choch.
El tercero y menos extenso grado de palatalización se encuentra en Tojolab’al y Chuj, en que *k > ch (pero *k’ se mantiene como k), salvo en Tojolab’al, donde k’el > ch’el “loro”. Excepcional también es *ku’k “ardilla”, que en Chuj se dice ku’uk y chu’ en Tojolab’al, lo cual sugiere que el Tojolab’al y el Chuj eran idiomas distintos antes de la palatalización.
Es más: los escritos jeroglíficos del Maya del Clásico sugieren que el cambio fonológico fue incompleto en el Ch’olti’ (Ch’olti’ tenía cuatro formas distintas para “máscara”), porque hay claramente dos maneras distintas de escribir k’u-hu k’uh “dios”, y varias para yu-k’i y-uuk’ “bebida” – no las esperadas ch’uj y uuch’. Consistentes con este patrón son las varias maneras transparentes y atavísticas de deletrear ka-b’a kab’ “tierra”. Todo esto nos lleva a pensar que el cambio no estaba completamente fijo en el lenguaje de la élite cuando se creó la escritura jeroglífica. No se puede descartar la posibilidad de préstamos yucatecos, pero dada la naturaleza Ch’olti’ana de la escritura en todos los demás aspectos, es poco probable.
Por último, el yucateco sufrió el menor grado de palatalización. El contorno *k(’)a(a)q produce ch(’)a(a)k (yuk *k’aq > ch’ik y kaq > chak); k’ antes de que i,e se transformase en ch’ (yuk *ke’n > ch’e’en “cueva, pozo”).
En vista de los datos arriba esbozados, habrá que concluir que, cuando menos, la palatalización fue un fenómeno que se extendió por la difusión – es decir que comenzó en alguna parte y se extendió a otros idiomas. Es posible que el Tzeltal y el Ch’ol compartieran la palatalización descrita arriba antes de que se separaran, y que de modo similar el Tojolab’al y el Chuj tuvieran una ascendencia común, ya que típicamente *k’ no se palatizaba (Kaufman y Norman 1984:83).
Sin embargo, como se dan resultados algo distintos aun dentro de los supuestos sub-grupos, nos parece más atinado considerar que la palatalización comenzó en una lengua en particular del área – posiblemente en Ch’olano o aun en Wasteko – y que de ahí se expandió débilmente al Yucateco y también al Tzeltalano, luego al Tojolab’al, y finalmente al Chuj (donde k’ típicamente no sufrió el cambio). Si la palatalización es un fenómeno de la difusión, entonces no parece razonable recurrir al argumento de “los resultados distintos” para motivar que el Wasteko se extinguiera tempranamente de entre los idiomas Mayas.
Insistimos en que es poco probable que en el Wasteko se realizaran los cambios fonológicos (*r > y, *k > ch /…, *q > k, *ty > t) independientemente de los otros idiomas Mayas. Pero hay un cambio que distingue al Wasteko de los otros idiomas que tratamos: en Wasteko, *ng > h, mientras que en los demás idiomas el resultado era n (Wasteko k’ih, ch’orti’ k’in ‘sol’). Observa Campbell (1988:211) al respecto que tak’in “es por lo visto un préstamo del Maya occidental. En los otros idiomas Mayas su etimología es analizable, *ta- “excremento” más *q’iing “sol, día”, pero no es así en el Wasteko. El Wasteko tiene ta’ “excremento” pero k’ih “día”. El Wasteko sólo puede tener la n si se trata de un préstamo”. Añade Campbell que “como el metal llega algo tarde a Mesoamérica, esto aboga por un contacto algo reciente, y por tanto es una razón en contra de que el Wasteko estuviera en su ubicación actual durante un largo periodo de tiempo”. Si el Wasteko hubiera salido de la tierra natal antes de que ocurrieran estos cambios fonológicos, sería difícil explicar cómo pudo haber recibido el préstamo tak’in a una distancia geográfica tan larga.
LA FONOLOGÍA VERSUS LA MORFOLOGÍA
Con respecto al Wasteko, Campbell (1984:4) señala que “los que recalcan sus diferencias léxicas y gramaticales de los otros idiomas Mayas consideran que es el primero en escindirse del resto de la familia”. Los que recalcan los cambios fonológicos y las semejanzas entre los pronombres Wasteko y Ch’olano-Tzeltalano “lo colocan más próximo a estas lenguas, y explican las diferencias como resultado del contacto con idiomas no-Mayas”. Es cierto que el complejo verbal Wasteko es marcadamente distinto al de otros idiomas Mayas, lo cual da la impresión de que el Wasteko debió separarse del idioma común en fecha temprana. Por ejemplo, en todos los idiomas Mayas, menos el Wasteko, hay una distinción entre el sujeto y el objeto. Pero en el Wasteko moderno esta distinción queda neutralizada. Compárense el Kaqchikel y el Ch’olti’ con el Wasteko:
Kaq.
Ch’olti’
Was.
in-a
a…en
tin
‘tú me…’
in-i
i…en
tin
‘Uds. me…’
in-u
u…en
tu
‘él me…’
in-ki
u…ob’ en
tu
‘ellos me…’
at-u
u…ech
ti
‘él te…’
ix-u
u…ox
ti
‘él les… a Uds’
at-in
in…ech
tu
‘yo te…’
ix-in
in…ox
tu
‘yo les… a Uds’
La serie pronominal Wasteka parece muy distinta de la que normalmente se encuentra en los idiomas Mayas. Pero como indicaremos a continuación, el estado actual de los pronombres Wasteko puede derivarse del Tzeltalano común, el cual tiene sus raíces directamente en su ancestro Maya común. Esto arguye en contra de cualquier versión más temprana del Maya común. Lo que ha sido reconstruido para el Maya común se puede aplicar sin problemas al Wasteko. No se trata de un caso especial.
Una segunda distinción morfológica se encuentra en que el aspecto era históricamente un prefijo verbal en los idiomas Mayas. Pero en el Ch’olano-Tzeltalano y en el Yucateco, el aspecto se expresa con un sufijo. Otra vez, Kaufman y Norman (1984:95) reconocen el uso Wasteko de “sufijos para indicar la distinción completivo/incompletivo”], pero ellos “suponen que esto es una innovación independiente”. El hecho de que haya sufijación representa una semejanza entre el Wasteko y el Ch’olano-Tzeltalano y el Yucateco. Es más: se puede demostrar que los mismos sufijos tienen la misma etimología, como se explicará a continuación.
EL SISTEMA PRONOMINAL
El sistema sumamente conservador del dialecto “chinampa” del Wasteko incorpora a los pronombres en el verbo, sistema muy semejante al Tzotzil, ya que sigue el mismo modelo abs-erg-verbo; el sistema del Cholti’ es erg-verbo-abs:
Cholti’
Tzotzil
Wasteko
u-muc-u et
erg-enterrar-af abs2ss
“te entierra/enterró”
x-i-s-mah
inc-abs1sg-erg3sg-golpear
“me golpea”
ta-x-i-tahchi-al
1,2pers-abs2pl-abs3pl-crear-inc
“los crearon a ustedes”
Proponemos que el Tzotzil representa el sistema Wasteko-Ch’olano común: *abs-erg-verbo transitivo. En realidad, el sistema se parecía al del Q’anjob’alano, en que en el incompletivo la estructura era *incompletivo-abs-erg-verbo transitivo, y *completivo-erg-verbo transitivo-abs. Sugerimos la siguiente derivación del Wasteko-Ch’olano común:
Etapas
3Abs
2Abs
2PlAbs
1Abs
1PlAbs
3Erg
Maya común
*ru
*at-ru
*ex-ru
*in-ru
o’ng-ru
Was.-Ch’ común
*ru
*at-yu
*ex-yu
*in-yu
*ong-ru
precolonial
*in
*ta-t-in
*ta-x-in
*ta-n-in
*ta-wa-in
colonial
in
ta-t-i
ta-x-i
ta-n-in
ta-wa
“chinampa”
in
titi
tixi
tin
tu
Xiloxuchil
in
ti
tix
tin
tu
San Luis Potosí
in
ti
ti
tin
tu
2Erg
Maya común
*a
—
—
*in-a
* o’ng-a
Was.-Ch’ común
*a
—
—
*in-a
* o’ng-a
precolonial
*a
—
—
*ta-n-a
*ta-wa
colonial
a
—
—
ta-n-a
?ta-wa
“chinampa”
a
—
—
tin
tu
Xiloxuchil
a
—
—
tin
?
San Luis Potosí
a
—
—
tin
tu
1Erg
Maya común
*nu/qa
*at-un
*ex-un
—
—
Was.-Ch’ común
*nu/qa
*at-un
*ex-un
—
—
precolonial
*u/i
*ta-t-un
*ta-ex-nu
—
—
colonial
u/i
ta-t-u
ta-x-u
—
—
“chinampa”
u/i
Tutu
tuxu
—
—
Xiloxuchil
u/i
tu
?
—
—
San Luis Potosí
u/i
tu
tu
—
—
El ta es la preposición del aspecto progresivo. El Wasteko colonial tenía tanto ti como ta (Robertson 1993). Además, el Ch’olan/Tzeltalan tiene tanto ti como ta como preposiciones. La preposición principal del Maya común era sin lugar a dudas *tyi (K’ich’e chi), pero en el Wasteko colonial éste alternaba con *ta cuando se usaba para señalar al infinitivo. Recuérdese que en el Tzeltalan común esta preposición es también ta. Ha dicho Tapia Zenteno (1767) lo siguiente: “Tin ô tan es lo propio que a quando se les sigue verbo ô quando la accion de algun Verbo se determina por ella, como voy a hazer: netz tintahjal, netz tancapul…”
Aquí se ha perdido la n. Edmonson (1988:128) propone una pérdida semejante, y aduce que la forma tikin kwatha ‘que me golpeas’ viene de tin + k(a) + in. Efectivamente, la forma en el chinampa es tinkin. El Maya común *nu ‘1sg’ es reemplazado por u en el Wasteko.
Claro está que el dialecto de San Luis Potosí es excepcionalmente innovador, pero es también claro que la trayectoria de esa innovación se remonta al Maya común a través del Wasteko-Ch’olano común. En buena medida el Wasteko colonial conserva la estructura *abs-erg-verbo transitivo que también se conserva en el Tzotzil. Por tal razón sería un error postular que algo que no fuera el Ch’olano-Tzeltalano ancestral fuese la fuente de los patrones Wasteko. Todo esto sugiere que el pueblo del Ch’olano-Tzeltalano fue la tierra natal del Wasteko.
EL ASPECTO INCOMPLETIVO
Una de las características del sub-grupo Ch’olano-Tzeltalano es el morfema – Vl, el cual era históricamente un nominalizador verbal del aspecto progresivo: *progresivo erg-sujeto intransitivo, como por ejemplo Ch’olti’ iual u-way-el Padre “el padre está durmiendo”, lit. “está en progreso el dormir el padre”. El Ch’olti’ es un ejemplo transparente de otro incompletivo (iual u-way-el) que procedió del aspecto progresivo (Robertson 1993), un ejemplo de ergatividad dividida, donde un verbo nominalizado – way-el lleva un pronombre posesivo (ergativo), el cual se refiere al sujeto de la oración.
El Wasteko sufrió un cambio semejante, pero en este caso el modificador -Vl se extendió del verbo intransitivo al verbo transitivo. Edmonson (1988:152) dice que, “todo verbo transitivo tiene los siguientes sufijos infleccionales, que siguen al sufijo temático: -al incompletivo, Ø completivo, -a:mal perfectivo”. Los verbos intransitivos típicamente llevan la desinencia -Vl en el incompletivo: hik’e:l “tener miedo” (Edmonson 1988:633), bel-al- “caminar”, way-al- “dormir”, (Edmonson 1988:637). El origen de esta distribución del incompletivo -Vl es evidente en la construcción progresiva del Tzeltal (el dialecto Tenejapa): nok’ol a-mah-v-el-on progresivo erg2sg-golpear-af-incompletivo-abs1sg “me estás golpeando”. nok’ol-on ta way-el progresivo abs1sg preposición dormir-nominalizador “estoy durmiendo”. Aquí vemos el sufijo progresivo -Vl tanto en los verbos transitivos como en los intransitivos. De igual manera, el Wasteko demuestra -Vl como marcador de transitividad en el aspecto progresivo: exom u-k’ap-al progresivo erg1sg-comer-Vl “lo estoy comiendo”. Es importar notar que el Tzeltal y el Wasteko son distintos porque en ellos el nominalizador -Vl transitivo aparece en el progresivo. Pero el Wasteko, como los idiomas Ch’olano, avanzó un paso adelante: el progresivo desplaza al incompletivo original. Efectivamente, la relación entre el intransitivo y el progresivo en el Wasteko es transparente:
exom u-k’ap-al progresivo erg1sg-comer-Vl ‘lo estoy comiendo’
u-k’ap-al erg1sg-comer-Vl ‘lo como’
exom ti ’uk’n-al progresivo preposición llorar-Vl ‘él llora’
‘uk’n-al preposición abs1sg llorar-Vl ‘él llora’
Los idiomas Ch’olano-Tzeltalano innovaron valiéndose de sufijos para marcar las distinciones incompletivo/completivo, como lo hizo también el Wasteko. Más concretamente, la etimología de -Vl es el nominalizador -Vl que se remonta al aspecto progresivo que se encuentra en el área lingüística Ch’olano-Tzeltalano. Moviendo el progresivo Tzeltalano al incompletivo Wasteko se puede ver una relación casi transparente. En resumen, la reconstrucción del *-Vl del Ch’olano-Tzeltalano explica el incompletivo Wasteko, lo cual sugiere otra vez una tierra natal Ch’olano-Tzeltalano para el Wasteko.
En vista de las semejanzas fonológicas y morfológicas que existen entre el Wasteko y el Ch’olano-Tzeltalano, respetuosamente discrepamos con Kaufman y Norman. Los datos lingüísticos requieren sin lugar a dudas que se postule una tierra natal Ch’olano-Tzeltalano para el Wasteko. Dada la necesidad de reconstruir el progresivo (es decir, el incompletivo -Vl) como fuente de la ergatividad dividida del Ch’olano (y del Yucateco), sería ilógico suponer que el incompletivo del Wasteko no tuviera la misma fuente. En otras palabras, si levantamos una capa de gramática, la que según Campbell se debe a la distancia geográfica de la tierra natal y al subsiguiente bilingüismo, se revela un sistema, el Wasteko, que se puede derivar del Ch’olano-Tzeltalano común.
Dadas las dos hipótesis – de que todas las semejanzas se deben al desarrollo independiente o al azar; o que todas las semejanzas sugieren contacto en un periodo muy posterior a la propuesta salida Huasteca – la más razonable parece ser que las semejanzas se deben al contacto y no al azar.
DISCUSIÓN ARQUEOLÓGICA
Si la lengua Huasteca no surgió de su ubicación actual, como parece probable, entonces el problema de su movimiento ha de suponer la «teoría de la migración,» un conjunto de ideas que nos ayudan a comprender los movimientos humanos del pasado.
David Anthony subraya que los arqueólogos tienden a hacer preguntas inapropiadas; suelen comenzar con la historia cultural y después esperan encontrar en ella correlaciones lingüísticas (Anthony 1990:897; Rouse 1986). Anthony aboga por una aproximación que se tome en consideración el proceso de migración y no sus efectos: la causa de la migración es muchas veces muy complicada, y vínculos transparentes con la cerámica o con otros artefactos son poco probables de encontrar (Anthony 1990:897-898). Como indica Anthony (1990:908): “las culturas no emigran. A menudo es solamente un sub-grupo estrechamente definido orientado hacia la obtención de un fin el que emigra”.
Las condiciones que favorecen tales movimientos son aquellas que empujan – factores negativos hacen que el asentamiento local sea cada vez más atractivo – y aquellas que atraen – factores positivos que atraen a nuevos sitios, sean cuales sean las razones (Anthony 1990:899). La mayoría de las emigraciones son de corta distancia, pero dependen estrechamente de movimientos anteriores como parte de un proceso continuo (Anthony 1990:902). Además, es probable que aquellos pueblos que han emigrado lo vuelvan a hacer. Los movimientos de distancias más largas pueden suponer pequeñas “islas” de asentamiento en sitios deseables que se encuentran distanciados por sitios no deseables, junto con corrientes de estrechas rutas de emigración que conducen hacia adelante y hacia atrás a sitios deseables.
La dificultad estriba en aplicar estos modelos al Wasteko. El primer escenario es que la lengua se trasladó, pero sus hablantes no; por ejemplo, pocos hablantes nigerianos del inglés son originalmente de Gran Bretaña. Se supone que en general este proceso tomaría lugar solamente bajo condiciones de intervención imperial o cuando una lengua de comercio o una lengua franca comienzan a desplazar a los idiomas locales.
El segundo escenario es que se trasladaron los hablantes, pero acaso no como un bloque; pudo haber matrimonio mixto con entre los nativos de poblaciones locales previas y así un eventual desplazamiento del habla local a favor de formas nuevas.
En el caso del Wasteko, las condiciones exactas para la emigración a lo mejor resultarán difíciles de hallar, pero es de notar que los Huastecas se orientaron decididamente hacia la costa a comienzos del periodo colonial, dejando una despoblación masiva. Bernardino de Sahagún en particular menciona mitos de creación que incluyen transporte marino (Sahagún 1989:133). En vista de las restricciones planteadas por Anthony, los Huastecas pudieron haber entrado en esta zona por rutas costeras rápidas, evitando así áreas inhospitables intermedias. Estas rutas hubieran permitido, muy literalmente, corrientes de emigración hacia adelante y hacia atrás y hubieran creado un papel para escuchas, los cuales hubieran podido explorar nuevos sitios de asentamiento. Bases costeras hubieran ayudado a la penetración en la sierra colindante por medio de valles y rutas fluviales.
No obstante, resulta sumamente problemático evaluar estos conceptos a la luz de la arqueología. Influenciados por las nociones de separaciones tempranas del Maya, la mayoría de los arqueólogos suelen enfatizar una continuidad étnica a partir del periodo Formativo Medio (MacNeish 1954:625; Wilkerson 1972:891; Staub 1919, 1921). Supuestas conexiones entre el Wasteko y la cerámica de la región Mamom deben ser tratadas cautelosamente porque estas comparaciones se hicieron en los ‘40 y los ‘50 cuando el conocimiento acerca de la cerámica en ambas áreas era deficiente. Jeffrey Wilkerson (1989:274) aún sugiere que la ciudad de El Tajín, Veracruz, era principalmente Huasteca en origen y en afiliación, aunque mostraba influencias Olmecas.
Se piensa que otros idiomas, como el Totonaco y el Nahuatl, no aparecen en la costa de Veracruz hasta después de la caída de El Tajín, quizá aún durante el periodo Postclásico, comenzando hacia 900 ó 1000 DC (Wilkerson 1989:274). No todos están de acuerdo con este análisis, sin embargo: Diana Zaragoza (1999:103) ha propuesto que los Huastecas llegaron a su ubicación actual durante el periodo Postclásico. La escultura distintiva de los Huastecas se remonta a esa época (Solís 1994:188).
Aquí es donde la estrecha relación entre el Chikomuselteko y el Wasteko resulta problemática: primero, es más probable que el Wasteko haya salido de la región Maya general a que lo hiciera el Chikomuselteko. Segundo, el Wasteko no es lo suficientemente distinto del Chikomuselteko como para sugerir una gran brecha de tiempo entre los dos. Esto indica que cuando menos Zaragoza y otros pueden tener la razón al decir que los Huastecas no habitaban la zona sino a partir del periodo Formativo Medio. Si nos guiamos por la cerámica, esta posible intrusión se habría llevado a cabo durante el periodo Postclásico Temprano; si no la tienen, entonces el idioma pudo haber llegado por varios medios algunos siglos antes, y puede que no guarde relación alguna con los cambios en la cerámica conocida. Otra posibilidad es que el Wasteko y el Chikomuselteko mantuvieron contacto a través de largas distancias con la ayuda de frecuentes intercambios costeros. Esto pudo haber ayudado a mantener equivalencias lingüísticas durante más tiempo que si los hablantes hubieran estado separados por tierra.
CONCLUSIONES
El punto esencial es que el Wasteko debió haber atravesado el istmo y subido por la costa oriental de Mesoamérica en fecha relativamente tardía. El Wasteko guarda estrechas relaciones con otros idiomas “Maya occidentales” y ya no puede considerarse como un idioma distantemente aislado que fuera separado de los otros idiomas Mayas durante el periodo más temprano. Este hallazgo suscita útiles problemas para los arqueólogos. Ahora tienen que interpretar no solamente los Huastecas, sino también las zonas intermediarias en términos de este movimiento lingüístico, y, a lo mejor, de gente, y prestar más atención a los sutiles procesos que influyeron en estas emigraciones. Tienen que comprender por qué se trasladaron los Huastecas. No deben suponer un movimiento durante el periodo Formativo Temprano basándose en lo que han dicho los lingüistas. Lamentablemente, los datos actuales que poseemos no son adecuados para la tarea, ni tampoco lo es nuestra conceptualización de ellos. Las zonas lingüísticas del Chikomuselteko necesitan ser exploradas urgentemente y comparadas con la evidencia del otro lado del istmo. Viejos debates, como la lengua de la escritura del Istmo, necesitan volver a ser considerados desde una perspectiva Huasteca. De estas exploraciones surgirá mayor comprensión del Maya antiguo, y de Mesoamérica en general.
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Una respuesta a «61 El problema del Wasteko: Una perspectiva lingüística y arqueológica – John Robertson, Stephen Houston y John E. Clark – Simposio 16, Año 2002»
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