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Mata Amado, Guillermo y Rolando Roberto Rubio
1994 Incensarios talud-tablero del lago de Amatitlán, Guatemala. En I Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1987 (editado por J.P. Laporte, H. Escobedo y S. Villagrán), pp.27-37. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.
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INCENSARIOS TALUD-TABLERO
DEL LAGO DE AMATITLÁN, GUATEMALA
Guillermo Mata Amado
Rolando Roberto Rubio
El lago de Amatitlán se localiza en jurisdicción del municipio de Amatitlán, en el departamento de Guatemala, aproximadamente a 16 km al sur de la ciudad capital de Guatemala. Su altura con respecto al nivel del mar es de 1,186 m, cubriendo una extensión territorial de 15.2 km², con una profundidad máxima de 35 m (Diccionario Geográfico de Guatemala 1961, I:21). La forma de este lago es similar a un número 8 y en su parte más estrecha lo atraviesa un relleno artificial que lo divide en dos lagunas, la laguna que se encuentra en el lado nor-occidental generalmente se conoce como la parte de Amatitlán y la laguna del lado sur-oriental se denomina comúnmente la parte de Villa Canales.
El reconocimiento de la evidencia arqueológica en los alrededores del lago de Amatitlán data desde la época colonial, ya que Fuentes y Guzmán (1882; Borhegyi 1959:105) menciona las ruinas de Zacualpa, siendo este sitio identificado actualmente como Jicaques. Ya a mediados del siglo XX, Shook (1952:3-40) realiza un inventario de los sitios arqueológicos de la región, mencionando los sitios de Contreras, Amatitlán y Mexicanos en las orillas del lago. Un poco más distantes mencionan los sitios de Zarzal, Taltic, San Antonio, El Frutal, Sánchez, Villa Nueva, Solano y Kaminaljuyu. Posteriormente, la evidencia arqueológica tanto de los alrededores como dentro de las aguas del lago ha sido reconocida como muy importante por algunos investigadores como Mata (1984) y otros.
Mata y Borhegyi visitaron en el año 1957 el sitio Preclásico conocido actualmente como La Chulada, el cual se localiza en el área poniente del lago, en los terrenos de una finca denominada también La Chulada y efectuaron un reconocimiento del área, así como una recolección de muestras de cerámica en la superficie. Posterior a esta visita, Parsons (1969) coloca en un cuadro de correlación cronológica al sitio de La Chulada como contemporáneo a Las Charcas, o sea en el periodo Preclásico Medio. En resumen, de los sitios arqueológicos que se encuentran en los alrededores del lago se sabe muy poco, ya que únicamente se ha efectuado exploraciones superficiales como las de Price (Brown 1977:205-395).
EL SITIO MEXICANOS
El sitio arqueológico Mexicanos se localiza en la orilla sur de la parte del lago conocida como de Amatitlán (Figura 1); Mata (1964:63) identifica este sitio con las siglas LAMX y Borhegyi (1958:234-235) identifica al sitio con el nombre de Lavaderos.
El nombre del sitio aparentemente corresponde al de los dueños de estas tierras a principios del siglo XX, de apellido Mexicanos, con la curiosa coincidencia que éste es el único sitio en el cual se encuentra evidencia con un estilo proveniente del valle central de México, como lo es Teotihuacan.
Figura 1 Lago de Amatitlán, Guatemala
El sitio puede dividirse en dos áreas, una en tierra firme y otra subacuática, situada ésta última en las playas cercanas a la primera, Borhegyi (1966:355-371) reporta que el área de tierra firme ocupa una extensa planicie y una pequeña montaña con ocho montículos. Sin embargo, actualmente sólo puede observarse uno de los montículos, el cual ha sido utilizado para construir una pequeña casa en la cima. A pesar de esta irreparable pérdida, aún queda en la cima de la montaña al sur del área reportada por Borhegyi (1966) una numerosa evidencia prehispánica, la cual no ha sido reportada en alguna publicación formal de la que se tenga conocimiento. Entre esta evidencia prehispánica se puede mencionar la existencia de varias esculturas talladas en piedra y con representaciones antropomorfas y zoomorfas, así como múltiples estructuras, algunas con fuertes evidencias de saqueo. Como resultado de los reconocimientos superficiales realizados, se puede pensar que el sitio arqueológico de Mexicanos no es simplemente un pequeño asentamiento poblacional cercano a las playas del lago de Amatitlán y cuyo centro ceremonial contaba con ocho montículos. Al contrario, Mexicanos fue un gran centro poblacional dentro de un área cuya actividad económica contribuyó en gran parte al desarrollo de Kaminaljuyu. Según Brown (1977:277) el área del lago de Amatitlán abasteció al valle de Guatemala de artículos y materias primas como piedra laja, sal, árboles de amatle silvestre para la manufactura de papel, bloques de basalto y pescado durante la época prehispánica, por lo que el sitio Mexicanos pudo formar parte de este intercambio comercial. Además se debe tomar en cuenta que la época en que hubo un fuerte desarrollo de la moda teotihuacana en Kaminaljuyu, corresponde a la misma época en que se desarrollan los incensarios talud-tablero en el sitio Mexicanos.
En el área subacuática del sitio se recuperan piezas de cerámica cuyas características en cuanto a forma y estilo muy a la moda teotihuacana son únicas en su género, ya que no se encuentran piezas de este tipo en los sitios arqueológicos subacuáticos del lago. Borhegyi (1966) y Berlo (1984) reportan algunos de los incensarios que se han encontrado en los trabajos de arqueología subacuática en el sitio Mexicanos, pero gracias a la información que se ha obtenido de 1966 al presente se ha podido lograr algunos avances, los cuales son el principal objetivo de este artículo.
Además de los incensarios talud-tablero que se describirán más adelante, se puede mencionar que en este sitio se ha recuperado incensarios tubulares de varios tamaños (Berlo 1984:152-153), llegando a medir los más grandes hasta 1.40 m de altura. En la parte superior de estos incensarios hay tres puntas o picos de aproximadamente 25 cm de alto, los cuales se encuentran distribuidos equidistantemente alrededor de un agujero que está al centro de la parte superior y frente a él hay una pequeña aleta rectangular en posición vertical y paralela al frente principal del incensario, que en el borde superior tiene una pequeña depresión rectangular y al centro. Estos incensarios tubulares tienen decoración en alto relieve que consiste por lo general en un rostro humano que emerge de las fauces de un animal. El rostro está muy bien trabajado, decorado con orejeras, collar y algunas veces tocado. Estos incensarios se pueden fechar a fines del periodo Clásico Temprano.
Otro tipo de incensario muy frecuente en esta área es los que tienen una tapadera cónica, similar a la forma de un embudo invertido (Hellmuth 1975, 1978; Berlo 1984:147). Estas tapaderas son de diferentes tamaños y pueden tener hasta 2 ó 3 chimeneas, además de una decoración formada por rostros humanos, animales o bien motivos fitomorfos propios del área de la Costa Sur, como lo es el cacao. Las bases de estos incensarios por lo general son con forma de reloj de arena (Hellmuth 1975). Incensarios similares también pueden encontrarse en la Costa Sur de Guatemala, en las zonas de Tiquisate y La Gomera, que también datan del periodo Clásico Temprano y muchos de ellos con decoración muy a la moda teotihuacana.
También se han obtenido en esta área yugos de piedras, entre los cuales se cuenta con uno que tiene decoración grabada; objetos de jade bellamente trabajados y un hueso de venado tallado con la forma de un lagarto y cuya función posiblemente fue de un mango o empuñadura de cuchillo (Mata 1964:66-67). A lo anterior debe sumarse el hallazgo de varios respaldos de espejos de pizarra cuyo diámetro oscila entre los 15 y 20 cm, así como un espejo entero, de 16 cm de diámetro y 8 mm de espesor, con la peculiaridad de que 4 mm son de pizarra y los otros 4 mm son de pirita de hierro. Además de lo anterior, se han encontrado varios cientos de piezas con posible función ceremonial, de las cuales se dará mayor información en futuras publicaciones.
INCENSARIOS TALUD-TABLERO DEL SITIO ARQUEOLÓGICO MEXICANOS
De las muestras de cerámica que se analizaron para el presente trabajo, únicamente se dará la descripción de las que se consideran representativas de este tipo de incensarios. Estos artefactos pueden fecharse en el periodo Clásico Temprano (250-600 DC) y corresponden a la época en que hubo un fuerte desarrollo de la moda teotihuacana en la Costa Sur, Altiplano Central y Tierras Bajas Mayas de Guatemala.
Como se mencionó en un principio, Borhegyi (1966, 1958a y b) y Berlo (1984) reportan algunos de estos incensarios talud-tablero, los cuales se han podido completar gracias a la evidencia obtenida en las exploraciones subacuáticas más recientes. Tomando en cuenta las características estructurales de las muestras puede hacerse una reconstrucción ideal de estos incensarios, asumiendo que el incensario completo consta de dos partes: base y tapadera. Una vez colocada la tapadera sobre la base, forma una estructura de talud-tablero que sostiene una figura humana ricamente ataviada, la cual forma la parte anterior de la chimenea. Para llevar un mejor ordenamiento en la presentación de las muestras, éstas se dividirán en dos grupos: base (talud) y tapadera (tablero) con plataforma, sobre la cual está la figura/chimenea.
Se trata de una caja, en forma de pirámide truncada, midiendo cada uno de los lados 28 cm en su base, 23.5 cm en la parte superior y con una altura de 12.5 cm. La muestra presenta tres soportes cónicos, lo cual indica que la base o caja del incensario tuvo cuatro soportes. La parte anterior de la caja tiene una banda resaltada de aproximadamente 2 cm de ancho, en todo lo largo del extremo superior y en los lados, que enmarca una decoración formada por motivos acuáticos manufacturados con la técnica de pastillaje en mediano y alto relieve. En la distribución de las aplicaciones hay una tendencia horizontal a formar dos bandas que se encuentran divididas por una línea resaltada, con cuatro ondulaciones, las cuales se pueden interpretar como una representación de las olas de mar. Las aplicaciones de pastillaje representan 10 conchas de moluscos, de las cuales seis son pelecípodos y cuatro gasterópodos. La parte posterior no presenta alguna decoración y los laterales únicamente presentan la banda resaltada en la parte superior y a los lados.
Von Winning (1949:126-153) presenta una muy completa recopilación de las conchas que se utilizan como decoración en el arte teotihuacano del valle central de México, las cuales al compararlas con las conchas que se utilizan en la decoración de los incensarios de Amatitlán se puede establecer una gran similitud. Las conchas de moluscos que se presentan en la decoración de las cajas o bases de estos incensarios, únicamente son de las clases Pelecipodea y Gasteropodea. Los moluscos de la clase Pelecipodea también son conocidos como pelecípodos, lamelibranquios o bivalvos, son moluscos cuyo cuerpo posee simetría bilateral y una concha de material calcáreo compuesta por dos valvas, las cuales a su vez están unidas por una bisagra o charnela.
En la clase Gasteropodea, sus especimenes son conocidos también como gasterópodos, los cuales al contrario de los pelecípodos, no tienen simetría bilateral, la concha es univalva y por lo general en forma de espiral. La cabeza está diferenciada del cuerpo y el pie ventral está dispuesto a la reptación (Suárez 1981; Rubio 1986a). Las conchas de la clase Gasteropodea son las que comúnmente se llaman caracoles.
Los motivos decorativos acuáticos que se presentan en las bases de estos incensarios talud-tablero de Amatitlán, pueden clasificarse de la siguiente forma:
Tipo 1-a: Representación de un pelecípodo, con decoración de líneas convergentes hacia la bisagra o charnela.
Tipo 1-b: Representación de un pelecípodo, con decoración de una línea curva con radio de origen en la bisagra o charnela.
Tipo 1-c: Representación de un pelecípodo sin decoración en la valva.
Tipo 2: Representación de un gasterópodo de concha diestra.
Tipo 3-a: Representación de un gasterópodo de concha diestra, el cual puede representar posiblemente un ejemplar de Oliva (Oliva) Kaleontina Duclos (Keen 1960:420-421), los cuales se encuentran en la costa del Océano Pacífico, de California hasta el Perú.
Tipo 3-b: Una concha similar a la anterior, pero de posición siniestra.
MUESTRA 1
Puede decirse entonces que en la muestra 1, de las 10 conchas que se presentan en la decoración, 6 son conchas de pelecípodos y 4 de gasterópodos, las cuales se pueden agrupar en cinco pares, de los cuales cada pareja es representación de los tipos 1 al 3-a de la clasificación anterior.
Esta muestra consiste en un fragmento que representa la mitad del frente principal de una base de incensario en forma de pirámide truncada, similar a la muestra descrita anteriormente. Las dimensiones de esta muestra son de 10 cm de alto y 13 cm de largo, teniendo un espesor mínimo de 0.7 cm. Tiene un filete resaltado, en la parte superior y en uno de los lados, que enmarca unos motivos decorativos acuáticos trabajados en aplicaciones de pastillaje, de los cuales cuatro son conchas de pelecípodos y una concha de gasterópodo. Las conchas de pelecípodos, se encuentran distribuidas en pares formando una diagonal de izquierda (abajo) a derecha (arriba) y representan conchas de los tipos 1-b, 1-c y 3-b.
MUESTRA 2
Como se mencionó anteriormente, por la forma de pirámide truncada de las bases se puede establecer que éstas constituyen el talud dentro de la estructura talud-tablero propio de estos incensarios. El tablero está constituido por las tapaderas.
MUESTRA 3: TAPADERA
Esta muestra es una pieza casi completa que brinda una clara idea de lo que eran las tapaderas de los incensarios de este tipo en el sitio arqueológico Mexicanos. La tapadera es cuadrada, como ver una caja invertida, cuyas dimensiones son de 23.5 cm en el lado frontal y posterior, por 21.3 cm en los lados laterales, por 9.7 cm de altura. Los cuatro lados son rectangulares, teniendo el lado principal o frente un filete resaltado en la parte superior y en los laterales, el cual enmarca dos glifos circulares que representan cada uno a Tlaloc (Borhegyi 1958; Kubler 1967; Caso 1969; Pasztory 1974), deidad de origen teotihuacano. Los laterales de la base únicamente poseen el filete resaltado y el lado posterior de la base es liso, sin decoración.
La parte superior de la caja es una plataforma plana sobre la cual, en su parte central está colocada la chimenea con su figura decorativa en la parte anterior. En las orillas laterales queda evidencia de dos soportes donde descansaban los extremos de las alas de mariposa que formaban parte del tocado de la figura principal.
La chimenea es tubular y mide 4.5 cm de diámetro, por 26.5 cm de altura, estando recubierta en el lado principal por una figura antropomorfa, de pie y ataviada en forma muy elegante. El tocado del personaje sobresale 3.5 cm de chimenea, por lo que su altura total es de 30 cm. La descripción del personaje es la siguiente: los pies están apoyados sobre la base de la tapadera del incensario y están recubiertos por sandalias, las cuales tienen tobillera alta y diseño decorativo al frente que cae sobre los pies. El personaje lleva un traje de dos piezas, una a manera de falda que cubre las extremidades inferiores hasta justo antes de la sandalia. La otra parte del traje parece ser una especie de blusón bastante ancho, con decoración distribuida en cuatro franjas horizontales. Las primeras dos franjas, de abajo hacia arriba, tienen decoración en forma de colmillos sobre los cuadrados, con la característica de que cuatro de ellos van hacia la derecha y cuatro hacia la izquierda. Finalmente, la cuarta franja horizontal, en la parte superior del traje, tiene como decoración una secuencia de triángulos. Arriba de esta franja hay un collar que está formado por cuentas circulares trabajadas con la técnica de aplicaciones de pastillaje. Debajo de la altura de este collar, hay en los extremos unos pequeños fragmentos cilíndricos que muestran la evidencia de donde salían los brazos.
En el rostro del personaje, la boca y los ojos están hechos únicamente por acanaladuras e incisiones y puede notarse mucha delicadeza en su manufactura. Los labios, nariz y párpados están hechos con un modelado fino. De las orejas del personaje cuelgan orejeras de dos piezas. Sobre la cabeza del personaje hay un tocado que representa al dios mariposa (Boos 1964:77-100), el cual es originario de Teotihuacan. También es importante decir que entre la parte baja del tocado y la nuca del personaje, principalmente del lado derecho, se puede observar un gran fragmento de una aleta o ala de mariposa, la cual va apoyada en su extremo inferior sobre la base de la tapadera.
MUESTRA 4: TAPADERA
Esta muestra consiste en el frente principal de una tapadera de incensario. Es de forma rectangular, midiendo 23 cm de largo por 9.5 cm de alto, con un filete resaltado en el extremo superior y en los laterales, similar a la muestra anteriormente descrita, el cual enmarca en el tablero dos glifos circulares representando cada uno de ellos a ojo de reptil (Von Winning 1961:121-166; Kidder et al 1946:221). En la parte superior de la caja de la tapadera es posible observar las huellas y parte de los pies del personaje que estaba apoyado sobre ella, así como la huella en el lado derecho, donde se apoyó el ala de mariposa.
MUESTRA 5: TAPADERA
Esta muestra consiste en un fragmento que mide 15 cm de largo y 8.5 cm de alto, formando la parte anterior de una tapadera de incensario en la cual está representado en alto relieve el glifo teotihuacano conocido como 3 Montañas (Kubler 1967:258).
MUESTRA 6: TAPADERA
Esta muestra se trata de un fragmento de chimenea que mide 4.4 cm de diámetro y 24.3 cm de largo, teniendo como decoración la figura de un personaje, de pie y ricamente ataviado, modelado con la técnica de aplicaciones de pastillaje. Por la evidencia que presenta en lo que queda del pie izquierdo se puede decir que los pies estaban recubiertos con sandalias similares a la muestra 3. El cuerpo lo tiene cubierto con un traje de dos piezas, siendo la parte de abajo en forma de falda o taparrabos que cubre las extremidades inferiores hasta la altura del tobillo, donde inicia la sandalia. La parte superior del traje es una especie de blusón, el cual tiene como decoración a la altura de la cintura dos líneas horizontales resaltadas que parecen formar un nudo sobre la pierna izquierda. Debajo de este cinturón puede observarse tres figuras en forma de T, las cuales pueden interpretarse como una posible representación del dios Ehecatl o dios de los vientos, también conocido en el área teotihuacana (Borhegyi 1958b). El traje del personaje tiene en la parte superior un ensanchamiento y sobre éste descansa un collar compuesto por cuentas circulares trabajadas con la técnica de aplicaciones de pastillaje. El rostro del personaje también está modelado con rasgos finos, pero no con la delicadeza del de la muestra 3. Puede observarse a la altura de la oreja derecha, los restos de lo que pudo ser una orejera.
Sobre la cabeza lleva un tocado que tiene al frente un rostro con una nariz larga que posiblemente sea la representación del dios Cocijo (Boos 1969:95-114). Puede observarse también del lado derecho parte de la aleta o ala de mariposa, la cual tiene como adornos dos representaciones de estrellas elaboradas con la técnica de pastillaje en alto relieve, que descansa en la orilla lateral de la plataforma.
MUESTRA 7: TAPADERA
Esta muestra es un pequeño fragmento de una chimenea tubular que mide 4.7 cm de diámetro y 13 cm de altura. En ella es posible observar los restos del traje de un personaje similar al de la muestra 3.
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
Como se puede ver en la descripción de las muestras, los motivos decorativos de estos incensarios corresponden a una moda que se desarrolló en Teotihuacan durante el periodo Clásico Temprano. No hay nada nuevo en cuanto al estudio de estos motivos decorativos, los cuales han sido ampliamente estudiados por Von Winning (1949), Borhegyi (1958a y b, 1959, 1966), Hellmuth (1975, 1978) y Boos (1964, 1969).
Borhegyi (1966:355-371) y Berlo (1984:150) reportan algunas de las muestras que se analizaron en este artículo, como lo son las identificadas con los números 1, 2, 3 y 6. Paddock (1970) y Boos (1969) también reportan algunos incensarios cuadrados, sin embargo, en ningún momento se han analizado relacionándolos como una estructura talud-tablero.
Gendrop (1984:5-28) realiza un estudio sobre los orígenes, evolución y expansión de la moda talud-tablero en Mesoamérica y opina que esta moda o diseño de construcción pudo estar relacionado con aspectos ceremoniales; sin embargo, en la compilación de los diseños de talud-tablero no se encuentra alguno similar al de los incensarios de Mexicanos en el lago de Amatitlán.
Rivera y Schávelzon (1984:51-56) reportan los tableros de la Estructura D-III-1 de Kaminaljuyu y opinan que son algo único en el continente americano; llaman la atención de estos tableros por su semejanza con los teotihuacanos, ya que son una excepción dentro de un área que sí utiliza el sistema de talud-tablero teotihuacano:
«No es el sistema tradicional empleado en Kaminaljuyu, ya que los edificios con los tableros de la Acrópolis poseen un sistema constructivo en base de ixtapaltetes» (1984:51).
Lo importante de los tableros de la estructura D-III-1 es que son rectangulares y están cerrados únicamente por tres lados, ya que falta la moldura inferior, mostrando un caso similar a las tapaderas de los incensarios de Mexicanos, en el lago de Amatitlán.
Cheek (1977:133) define que el tablero teotihuacano es mayor que el talud, manteniendo una relación de 3:1, pero en Kaminaljuyu el talud y el tablero son de igual proporción, o sea una relación 1:1. Desgraciadamente esta relación no puede establecerse claramente con la Estructura D-III-1 de Kaminaljuyu debido al fuerte deterioro que ha sufrido el talud, sin embargo, en los incensarios talud-tablero de Mexicanos si es posible establecer la relación 1:1 en sus proporciones, lo que refuerza la hipótesis de que estos incensarios fueron manufacturados en el área que hoy forma parte del Altiplano Central de Guatemala y no fueron importados de Teotihuacan.
Gamio (1982:290) generaliza el carácter artístico de los incensarios diciendo:
«En efecto, si traducimos y analizamos la síntesis artística que ideó el escultor; si deshacemos la transferencia de técnica; si reconstruimos y volvemos a integrar y agrupar los elementos constitutivos de estos braseros, llegamos a un modelo prototipo que no fue un objeto de cerámica, sino un templo o construcción arquitectónica…»
Si bien algunos autores como Acosta (1982:305-308), Schávelzon (1982:103-112) y Hartung (1982:211-236), también analizan y apoyan la hipótesis de la existencia de maquetas durante la época prehispánica, por la falta de evidencia al momento, en el presente estudio no es posible proponer que los incensarios talud-tablero sean maquetas de templos, sin embargo, queda abierta la posibilidad de esa interpretación en el futuro.
La asociación que se hace de los incensarios talud-tablero de Mexicanos con la Estructura D-III-1 de Kaminaljuyu es únicamente por lo interesante que parece el uso del marco o filete en la parte superior y a los lados del tablero, lo cual no es muy común y si son contemporáneos pueden dar una idea que refuerza la hipótesis de las relaciones de intercambio que propone Brown (1977:277).
Es importante aclarar que en los incensarios talud-tablero de Mexicanos el tablero no sobresale de talud, como es frecuente en las estructuras de Teotihuacan, lo cual puede explicarse desde un punto de vista estructural, ya que si no asienta la tapadera (tablero) perfectamente sobre la base (talud), el humo no saldría por la chimenea, sino por los lados.
En resumen puede decirse que los incensarios talud-tablero del sitio arqueológico de Mexicanos en el lago de Amatitlán presentan un desarrollo de la moda teotihuacana con algunas modificaciones o variantes propias de la región. Las muestras están relacionadas a un contexto que puede ser considerado ceremonial, asociado a la actividad ritual de la elite del área, grupo social que pudo mantener relaciones interregionales que motivaron el uso y desarrollo del simbolismo religioso teotihuacano (Cheek 1977b:441-452).
En cuanto al sitio arqueológico de Mexicanos, éste no puede ser considerado como una pequeña comunidad cercana a las playas del lago de Amatitlán, ya que hay evidencia de un asentamiento de grandes proporciones que en un momento determinado pudo tener un muy importante papel en el desarrollo del valle de Guatemala en tiempos prehispánicos.
En conclusión, se puede decir que es de vital importancia ampliar la investigación de la evidencia arqueológica que se ha obtenido del lago de Amatitlán y relacionarla con la evidencia proveniente de la Costa Sur de Guatemala, especialmente del área de Tiquisate y La Gomera, principalmente la evidencia que puede fecharse en el periodo Clásico Temprano. Se espera que al realizar un estudio comparativo de este tipo, existan fuertes posibilidades de trazar de una forma más clara alguna posible ruta de intercambio.
Recientes investigaciones desarrolladas en Santa Lucía Cotzumalguapa (Rubio 1986b) sugieren que el intercambio interregional de la Costa Sur de Guatemala con el valle central de Guatemala no siguió la ruta del norte, o sea entre los volcanes de Agua y Fuego, sino posiblemente pudo seguir una ruta por el noreste, o sea entre los volcanes de Agua y Pacaya.
Por lo anteriormente expuesto, se recomienda que en el futuro se desarrolle un trabajo de reconocimiento superficial intensivo en la zona del lago de Amatitlán, el cual deberá ampliarse hacia la región sur del lago, buscando una relación o ruta de intercambio con la zona de Escuintla. La metodología a seguir puede ser en principio el sistema de «zona-área-sector» (Murdy 1985:294-298) para localización de sitios arqueológicos, sin embargo, es necesario completar este reconocimiento con excavaciones para establecer firmemente esta posible ruta de intercambio (Figura 2).
Figura 2 Posible ruta de intercambio económico-cultural
Nota: Todos los artefactos de cerámica estudiados para la elaboración de este artículo, fueron rescatados de las aguas del lago de Amatitlán por del Doctor Guillermo Mata Amado.
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