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Freidel, David A. y Héctor L. Escobedo
2008 Los señores del Reino del Ciempiés: Comentarios sobre la cuarta temporada de campo en El Perú. En XXI Simposio de Arqueología en Guatemala, 2007 (editado por J.P. Laporte, B. Arroyo y H. Mejía), pp.589-610. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).
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LOS SEÑORES DEL REINO DEL CIEMPIÉS: COMENTARIOS SOBRE LA CUARTA TEMPORADA DE CAMPO EN EL PERÚ
David A. Freidel
Héctor L. Escobedo
Proyecto El Perú-Waka
Southern Methodist University y Universidad de San Carlos de Guatemala
Palabras clave
Arqueología Maya, Guatemala, Petén, El Perú-Waka´, epigrafía, iconografía, gobernantes, tumbas reales, entierros, material cerámico, Clásico Temprano, Clásico Tardío, Clásico Terminal
Abstract
THE LORDS OF THE CENTIPEDE KINGDOM:
INSIGHTS FROM THE FOURTH FIELD SEASON AT EL PERÚ
After four field seasons at the Prehispanic city of El Perú, one can appreciate the richness of the archaeological record, as well as its complexity within the Classic Maya political panorama of the Peten. During the 2006 season, the exploration of public structures revealed that local elite were richer than what would be expected for rulers who frequently declared themselves proud vassals of powerful regional kings and lords of war. It appears that this wealth originated through strategic access to resources, thanks to the control of important commercial routes along the San Pedro Mártir River, as well as the “royal road” to Calakmul. The burials, caches, termination and abandonment deposits discovered reinforce the idea that the inhabitants of this city had a strong sense of their own history throughout the site’s occupation. The kingdom and city were already ancient when the great Siyaj K’ahk’ arrived to convert K’inich B’ahlam into a key vassal for the conquest of Tikal, and his role was again important when Yuknoom Ch’een II entrusted to K’inich B’ahlam II the task of maintaining the land route to the Peten for his imperial campaigns. But the Lords of Waka’, the Centipede Kingdom, were also wise men and craftsmen, as well as warriors and merchants, as they presided over an elegant and refined court revealed in the fine works of art in various primary materials. These insights, product of our research, sustain the hypothesis that “secondary” centers of the Classic period were not necessarily inferior when it came to courtly life as compared to other Maya centers.
En el 2003, cuando iniciamos las investigaciones en el sitio El Perú (Figura 1, en el noroeste de Petén, estábamos determinados a denominar a esta antigua capital Maya por su nombre antiguo, Waka’, como lo declara el rey K’inich B’ahlam II en la Estela 33. La palabra wak se deletrea fonéticamente en varios ejemplos del glifo emblema, y la adición de una ’a sugiere que quizá fue un “lugar en alto”, o “enhiesto con agua”. De manera consiguiente, nuestro epigrafista, Stanley Guenter (comunicación personal, 2007), determinó que en las expresiones más antiguas del glifo emblema, wak se deletrea logográficamente con la cabeza de un ciempiés con las dos pinzas características. Guenter ha determinado además, que wak es una palabra para ciempiés que se extinguió antes de la conquista española y es distinto de chapat, el término más común para ciempiés en el periodo Clásico. La superficie de la vasija efigie de Tikal llamada “jarra de galletas», tiene inscrito el nombre Tzih Wak como un sucesor del rey Yax Ehb Xook, el fundador de la dinastía local. Este nombre Tzih Wak aparece de nuevo en un jade inciso del Clásico Temprano, con la adición del título Mutul Ajaw, “Señor de Tikal”, reforzando la interpretación de que Tzih Wak es uno de los primeros reyes de Tikal que sucedieron al fundador de la dinastía. En ambos artefactos, este nombre se deletrea claramente con la cabeza en perfil de un ciempiés. Pese a elegir una palabra más rara, los señores de Waka´ hicieron referencia a las connotaciones generales religiosas y simbólicas del ciempiés como lo menciona Karl Taube (2003), vinculándose a sí mismos con esta poderosa categoría de miriópodo. Entonces, Waka’ significa “el lugar acuoso del ciempiés”; por lo que los miembros de la dinastía local fueron los “señores sagrados del ciempiés.” La nueva lectura de Guenter del nombre del sitio en el cual hemos trabajado a lo largo de cuatro temporadas de campo, así como luchado por apoyar y proteger, nos proporciona un nuevo entendimiento de la forma en que algunas de las personas que vivieron allí pueden haberlo concebido, tanto como un reino de dioses, así como el lugar de sus ancestros.
En su publicación esencial sobre los topónimos Mayas, David Stuart y Stephen Houston (1994) documentan, a través de las inscripciones de las Tierras Bajas, que los Mayas del Clásico creían en la interdependencia de actor, actividad y lugar. Esta creencia se basa en la crónica y el cosmogénesis mítico de lugares determinados dentro de sus ciudades y reinos. Antes de la temporada de campo del 2006, teníamos un poco más que la designación del glifo emblema del ciempiés y el de Waka’ en la Estela 33, para sugerir la manera en que los gobernantes concebían a El Perú como un lugar. Gracias a los hallazgos hechos por Héctor Escobedo y Juan Carlos Meléndez en la Estructura M12-32, así como por Michelle Rich, Varinia Matute y Jennifer Piehl en la Estructura 014-04 durante la temporada del 2006, ahora contamos con mayor información sobre este tema.
Al final de la presente versión digital se ha incluido una serie de esquemas y fotografías que ilustran los planteamientos vertidos en este trabajo (Figuras 11 a 19).
En el Entierro 37, dentro de la Estructura M12-32 (Figura 2), Escobedo y Meléndez (2007) descubrieron un plato policromo grande que representa un ciempiés de perfil (Figura 3). Tres pares de jeroglíficos decoran el borde de este plato. De acuerdo con un análisis epigráfico preliminar a cargo de Guenter (comunicación personal, 2007), dichos jeroglíficos incluyen posiblemente algunos títulos, pero no se puede identificar a un gobernante histórico en particular. Como se ha mencionado con anterioridad, la imagen del ciempiés en los antiguos textos Mayas se asocian normalmente con el nombre chapat, aunque a la luz del contexto de la tumba real, así como del nombre de la dinastía local, hay razones para pensar que se leía wak y que simbolizaba a la dinastía de Waka´. Este plato data evidentemente de la época de la esfera cerámica Tepeu 1, a principios del Clásico Tardío, cerca del siglo VII como ha sugerido Juan Pedro Laporte (comunicación personal a Escobedo y Meléndez, 2006). Sin embargo, también hay un plato bicromo en el Entierro 37, con un diseño en el exterior similar a plumas de halcón, que recuerda el motivo llamado “de camisa de vestir”, generalmente característico de la cerámica Imix de la esfera Tepeu 2 del siglo VIII. El motivo “camisa de vestir” era usualmente pintado en negro sobre base crema, como en el caso de los platos descubiertos en el Entierro 116 de Tikal (Culbert 1993:Fig.64), mientras que el plato del Entierro 37 fue pintado en rojo sobre crema. Una estela colocada enfrente de la Estructura M12-32 sugiere que un rey fue enterrado en ese edificio, cerca del 760 DC, lo cual sería apropiado para la cerámica Tepeu 2 que tiene dicho diseño. Platos con el motivo “camisa de vestir” en el exterior, casi de la misma época, se descubrieron en la tumba del rey Yik’in Chan K’awiil, en el Entierro 196 de Tikal (Culbert 1993:Fig.91). En todo caso, la cronología del Entierro 37 deberá resolverse a través de pruebas de radiocarbono al material orgánico recuperado.
El plato del ciempiés fue colocado en el extremo este de la cámara de la tumba, bien arriba de la cabeza del individuo enterrado. En el extremo oeste de la tumba, Escobedo y Meléndez encontraron un segundo plato con la cabeza de perfil de una deidad. Esta última tiene una cruz k’an en su frente, una voluta en su ojo, un incisivo superior dividido en forma de “tau” y una foliación que emana sobre y debajo de la cara junto a una línea de suelo definida en negro, que corre a través del centro del plato. Dentro de la foliación hay dos cabezas pequeñas que llevan rasgos diagnósticos del Dios C, el Dios Solar o Tzuk. En conjunto, la deidad en este plato parece una variación del Monstruo del Nenúfar encontrado en la base del Árbol del Mundo foliado de maíz. No hay símbolos acuáticos en la línea del suelo, lo cual deja abierta esta identificación a cuestionamientos continuos. Sin embargo, la colocación de la cabeza de esta deidad a los pies del gobernante, es conmensurable con la ubicación basal de la cabeza de lo que David Stuart (2005) denomina k’an naab isimte’, “la preciosa piscina del árbol de maíz”, con relación a la cabeza basal y la planta de maíz en el Panel de la Cruz Foliada de Palenque. Una línea pintada de negro demarca el plato, con la cabeza de la deidad a un lado. El plato fue arreglado en la tumba para que la línea negra se orientara en dirección norte-sur, con la cabeza de la deidad mirando al este, o sea, hacia el cuerpo del individuo enterrado. Esta es otra evidencia de que el plato formaba una línea de suelo desde la cual emergía el árbol de maíz de la dinastía wak.
Los restos del único individuo enterrado en el Entierro 37 fueron reducidos a pequeños fragmentos de hueso por el colapso de la bóveda, entre otros factores, y sólo pudo discernirse un bosquejo del cadáver con ofrendas funerarias arregladas sobre y alrededor del mismo (Figura 4). Esa información es suficiente para afirmar que la distribución de los artefactos muestra un orden deliberado. Aunque las tres joyas de la corona parecían estar en su lugar sobre los restos del cráneo, una concentración de cuentas tubulares de jade y orejeras fue colocada sobre la cabeza, en vez de aparecer en los lugares corporales apropiados para tal regalía. Dos vasos cilíndricos con tapadera y la base del pedestal de una vasija con engobe negro yacían hacia a lo largo del pecho del gobernante, mientras que tres conchas de la especie Spondylus se distribuían verticalmente desde el área de la cabeza hasta la pelvis. Las vasijas estaban normalmente colocadas en forma adyacente al cuerpo como ofrendas y, además, en el pasillo en la parte sur de la tumba, había una cuarta vasija, una copa negra. Otra vasija cilíndrica fue depositada sobre un plato y un cuenco arriba del plato del ciempiés. Normalmente, en las tumbas del periodo Clásico Tardío descubiertas en Petén, en sitios tales como Tikal, las conchas Spondylus se localizan alrededor del cuerpo. Su posición vertical en el Entierro 37 completa el orden de las vasijas negras para formar el trazo de una cruz sobre el cuerpo. La pauta de la cruz en las ofrendas sobre el cuerpo, a la vez, es consistente con el simbolismo sobre el plato pintado a los pies del gobernante, para el k’an naab isimte’, un árbol de maíz cruciforme. Como Escobedo y Meléndez (2007) describen en su reporte sobre las excavaciones en la Estructura M12-32, el Entierro 37 fue un enterramiento elaboradamente preparado en un edificio central del asentamiento de Waka’. De acuerdo con las interpretaciones iconográficas de Freidel, el arreglo del contenido de la tumba representa simbólicamente la idea de que este individuo fue el árbol de maíz del wak, la dinastía del ciempiés.
Figura 1 Mapa de El Perú-Waka´
Figura 2 Estructura M12-32
REYES, ESCRIBANOS Y CIEMPIÉS
Héctor Escobedo y Juan Carlos Meléndez (2007), en el curso de la excavación de la parte noreste del Entierro 37, hicieron un descubrimiento impresionante: un patrón claramente distintivo de discos de concha Spondylus, cada uno de ellos de cerca de 1.20 cm de diámetro, perforados con dos agujeros para coserlos sobre otro material para formar un tocado. Esto es lo que los especialistas de la iconografía Maya Clásica denominan como el “turbante con cuentas,” que en la cerámica pintada visten algunos Its’at, escribanos, reyes actuando como escribanos, y dioses —especialmente los hermanos mayores de los Héroes Gemelos ancestrales, Hun Batz y Hun Chuen, los monos escribanos (Coe y Kerr 1997:105.) Los deudos colocaron cuidadosamente el turbante al noreste de la cabeza del gobernante enterrado y, abajo del mismo, hacia el oeste, también pusieron un espejo de pirita de casi 25 cm de diámetro, con una superficie refleja de grandes cristales de pirita férrica. Karl Taube (2003) en su discusión de la iconografía del ciempiés, observa que las deidades actuando como escribanos pueden ser representadas con colas de mono y que dichas colas terminan en cabezas de ciempiés con dos pinzas. Él sugiere que la asociación de los escribanos con los ciempiés se deriva de la habilidad que tienen los primeros para pronunciar las palabras de los difuntos ancestrales y de los dioses, según están escritas en los libros. Este argumento se basa en la identificación que hizo Taube de la ruta del sol hasta el inframundo durante la noche como un ciempiés esquelético. Freidel considera que las interpretaciones de Taube tienen sentido en cuanto al enterramiento del rey del Entierro 37 con el turbante de un escribano, así como los escribanos están asociados con los ciempiés. Los gobernantes Mayas representados en la cerámica pintada viendo a espejos son, con frecuencia, acompañados por asistentes que escuchan o escriben sus visiones. La habilidad de los gobernantes para ver dentro del reino sobrenatural a través de los espejos, es conmensurable con la destreza de los escribanos para conocer la sabiduría de la historia pasada y las intenciones de los dioses en el futuro, por medio de la escritura y los libros. Entonces, es evidente que el rey del Entierro 37 no sólo fue el árbol de su dinastía, sino también un Its’at, un estudioso que conocía el pasado y la voluntad de los dioses.
Figura 3 Entierro 37
Figura 4 Plato del Entierro 37
En el Entierro 39 (Figura 5), otra tumba real descubierta en la temporada de campo del 2006 (Rich, Matute y Piehl 2007), Michelle Rich y Varinia Matute descubrieron evidencia ulterior de que los gobernantes pretendieron alcanzar las implicaciones del símbolo dinástico del ciempiés. La Estructura O14-04 se localiza en el lejano límite este del epicentro de la ciudad, sobre el complejo Mirador o Acrópolis del Templo. Varinia Matute encontró dos exquisitas pequeñas joyas de mosaico en forma de un par de monos escribanos, que representan a Hun Batz y Hun Chuen, los hermanos mayores de los héroes gemelos ancestrales. En el relato de la creación que aparece en el Popol Vuh Ki’che’, Hun Batz y Hun Chuen fueron transformados en monos por sus hermanos, cuando los enviaron a escalar unos árboles para recoger los pájaros que los héroes gemelos habían matado con sus cerbatanas. En el Entierro 39 hay indicios de que este gobernante del Clásico Medio (550-650 DC) y aquellos que fueron enterrados, estaban interesados en las artes del escribano. Dentro del conjunto impresionante de piezas cerámicas ofrendadas, también se encontraron varias vasijas miniatura apropiadas para el servicio, quizá como recipientes de pintura. Una de estas vasijas tenía un texto jeroglífico, celebrando las destrezas del escribano. Se trata de un cántaro miniatura con dos líneas negras pintadas alrededor del borde, a casi 3 cm de distancia. En otra vasija, un cuenco café, un escribano inscribió un texto con estilo de punta fina sobre la superficie dura de la cerámica antes de su quema. Es claro que el texto fue exquisitamente inciso por un maestro.
El Entierro 39 fue colocado en la alargada y compleja escalinata de la Estructura O14-04 (Figura 6). Dicha escalinata tenía una amplia terraza en su forma final, que soportaba un santuario de mampostería. Según Freidel, dicha escalinata alargada simboliza un sendero ritual orientado este-oeste como el eje alargado del epicentro de la misma ciudad. A la luz de la sugerencia de Taube (2003) que el ciempiés sobrenatural representa el conducto esquelético del sol nocturno, es posible que los gobernantes de la dinastía concibieran su capital, “el lugar del ciempiés con agua”, como una manifestación física de dicho sendero. A la vez, la escalinata ritualmente alargada de la Estructura 014-04, es la culminación de una serie de escalinatas que conducen hasta 85 m desde la base de la colina que sostiene el complejo de la Acrópolis hasta la cima de la pirámide, que puede haber constituido un modelo material de la ruta al inframundo.
Junto con los numerosos textos pintados en las vasijas del Entierro 39, aun por ser analizados, hay dos referencias al epíteto real de la dinastía wak o glifo emblema. Uno de estos reyes incluye la palabra muwaan o halcón, en su nombre, y el otro es llamado tzih b’ahlam, un apelativo que también identifica al XII sucesor del fundador de linaje de la ciudad de Copan, en la región sureste de la civilización Maya en Honduras. No hay certeza total de que estos nombres puedan corresponder al rey del Entierro 39, pero se sospecha, por las razones abajo detalladas, que se trata de Tzih Bahlam. Sin embargo, es un hecho que tanto los Entierros 37 como 39 corresponden a las tumbas de dos reyes que no dejaron registrada su historia en la escultura monumental. Entre las Estelas 15 y 16 del Clásico Temprano y los monumentos del Clásico Tardío, empezando con la Estela 1, quizá erguida por K’inich B’ahlam II, existe un hiato en la identificación de los reyes en los monumentos de Waka’, y aquellos que datan de la parte final del siglo VIII sólo revelan información fragmentada. Se espera que las investigaciones en proceso en el sitio contribuyan a esclarecer la relación entre la evidencia arqueológica de la soberanía y el registro epigráfico en los monumentos.
Figura 5 Posición del Entierro 39
Figura 6
REYES, CORTESANOS, ABANDONO Y TERMINACIÓN
Al oeste de la Acrópolis del Templo, desde hace dos temporadas, Keith Eppich ha llevado investigaciones sobre las colinas prominentes localizadas inmediatamente al sureste de la Plaza 2. Estas elevaciones sostienen grupos residenciales elitistas que muestran evidencia de ocupación a lo largo de los periodos Clásico Tardío y Clásico Terminal. En la cuarta temporada de campo, Eppich (2007) descubrió el Entierro 38, una elaborada cripta de mampostería abovedada, en el eje central de la principal escalinata norteña de la Estructura M14-12 (Figuras 7 y 8). La tumba contenía los restos de una máscara de mosaico de piedra verde y cerámica policroma fina, incluyendo un vaso negro que es virtualmente idéntico a otro descubierto por Rich y Matute en el Entierro 39 (Rich, Matute y Piehl 2007). Aunque la vasija del Entierro 39 tienen banda jeroglífica sobre el borde, incluyendo el nombre del rey Tzih B’ahlam, las vasijas que Eppich encontró en el Entierro 39 no cuentan con inscripciones jeroglíficas. Sin embargo, la estrecha similitud entre dichas piezas, junto con otros indicadores cerámicos de que los entierros 38 y 39 datan del Clásico Medio, apoya la noción de que el ocupante del Entierro 38 fue un miembro importante de la corte real en la época en que el personaje del Entierro 39 presidía la entidad política. Además, ambos enterramientos fueron reingresados cuando sus respectivas pirámides estaban evidentemente abandonadas, colocándose ofrendas similares dentro de las tumbas, que incluían cuentas de conchas blancas y amarillas finamente talladas. El significado simbólico de estas ofrendas es aun un misterio, pero su comparación sugiere que la gente que formalmente abandonó esas pirámides conocía las afiliaciones históricas de las personas enterradas en ambas tumbas. Para finalizar, Eppich descubrió que el complejo montañoso que él está investigando se conectaba con la parte posterior del complejo de la Estructura M13-1, por medio de una amplia calzada descendente hacia el este. Un raro ejemplo documentado de la definición material de senderos antiguos dentro de la ciudad.
Las excavaciones en el mayor santuario del Grupo de la Plaza 2, la Estructura M13-1 (Figura 9), dirigidas por Olivia Navarro Farr y Ana Lucía Arroyave (2007), documentaron de manera extensa la compleja arquitectura, su igualmente complejo final, así como las actividades de terminación que se llevaron a cabo en los años finales de la ocupación de Waka’. Farr y Arroyave determinaron que la escalinata principal de esta pirámide tuvo un santuario de mampostería sobre una terraza central, como la Estructura 014-04 del Complejo Mirador. Hasta ahora, ellas sólo han expuesto el muro posterior de la escalinata del santuario y la base de la misma, la cual conduce hacia la cima. Existen indicios preliminares de que la escalinata de M13-1 comparte algunos atributos simbólicos con la escalinata de O14-04, ya que Arroyave descubrió un enterramiento orientado de norte a sur (Entierro 29), enfrente de la escalinata que da acceso a la cima debajo de la zona del piso atrás del santuario de la escalinata. Sólo futuras investigaciones pueden determinar la extensión de las similitudes entre estas dos escalinatas elaboradas.
Figura 7 Ubicación del Entierro 38
Figura 8 Entierro 38
Figura 9 Estructura M13-1
Luego de la última temporada de campo, es claro que las terrazas norte y sur de la Estructura M13-1 tienen un diseño asimétrico. Los cuartos de mampostería sobre la terraza norte comprenden una perpleja serie de adiciones evidentemente tardías, pero que proporcionan la clase de espacio que podría haber alojado materiales incorporados junto al lado oeste del edificio dentro de masivos depósitos rituales de terminación. Entre los depósitos dentro y alrededor de los cuartos sobre la terraza norte se descubrieron los restos de un individuo de la elite (Entierro 31), inhumado en medio del relleno de un cuarto. Los fragmentos de cerámica cuidadosamente colocados sobre la cara y el torso confunden las definiciones simples de la conducta ritual de terminación como profanación o reverencia. Según Farr y Arroyave (2007), la cabeza decapitada colocada viendo hacia fuera de la terraza en dirección a la plaza, parece conjugar el sacrificio con la animación del edificio, de nuevo, en formas que retan cualquier caracterización simple de la motivación de los actores rituales. La finamente modelada cabeza de estuco colocada en un nicho en el lado sur de la pirámide mirando la terraza sur, es un acto comparable con un simbolismo ambiguo claramente extraído de alguna composición más grande, aunque la cabeza fue tratada con aparente reverencia. La localización de la Estructura M13-1, la añadidura de fragmentos de estelas del Clásico Temprano cerca de la misma, junto con el pillaje de monumentos, incluyendo estelas del Clásico Tardío, en el eje en la base de las escalinatas principales, refuerzan en conjunto la propuesta de que este fue un teatro mayor para la actuación de recuerdos, amargos y nostálgicos, de los habitantes tardíos de la ciudad en la historia Maya.
Sin embargo, el grupo de santuario de M13-1 no fue ciertamente el único memorial de los años finales de esta ciudad. En la Acrópolis del Palacio (Figura 10), David Lee y Laura Gámez (2007) continuaron investigando el frente y el lado este de este complejo, en donde las investigaciones de la tercera temporada mostraron elaborados esfuerzos constructivos del Clásico Terminal (Lee 2005). La intrigante exhibición de mampostería de un cuarto del Clásico Tardío enterrado por una escalinata del Clásico Terminal, condujo a que Lee descubriera una aglomeración de barro y escombro en uno de los muros. Al aclarar esta aglomeración en el 2006, Lee y Gámez (2007) revelaron otro cuarto que fue usado para un complejo ritual de terminación que muestra evidencia de haber sido reverencial. Una masa de ceniza, posiblemente de fogatas relacionadas con rituales llevados a cabo en otras áreas, fue depositada en este cuarto, circundando fragmentos deliberadamente ordenados de cuatro tambores cerámicos policromados. Uno de estos extraordinarios instrumentos musicales tenía una escena que representaba un ritual que envolvía un k’ojaw, un casco de guerra, como el que fue depositado en la tumba de la reina que Lee (2004) y sus colegas excavaron en el Palacio durante la primera temporada de campo. Aunque no podemos saber si esto es una simple coincidencia, análisis futuros del conjunto cerámico recuperado en este cuarto y su comparación con las piezas cerámicas más tardías introducidas en el Entierro 8, la tumba en cuestión, pueden determinar si el evento de reingreso y el de terminación son contemporáneos. El elaborado depósito de terminación en el cuarto del frente del Palacio incluyó otros instrumentos musicales, sugiriendo que el ritual fue, como los eventos de entronización pintados en el primero de los cuartos pintados de Bonampak, de tipo melodioso. Peter Harrison (1970) reportó el descubrimiento de un basurero rico en instrumentos musicales en la Acrópolis Central de Tikal. Por tanto, Lee y Gámez (2007) pueden haber descubierto cierta clase de ritual de terminación que ocurrió en otros centros en la época del colapso en el siglo IX.
Es posible que los rituales de terminación a lo largo del frente del Palacio de Waka’ se asociaron con un gobierno renovado, ya que toda la fachada frontal de la Acrópolis fue enterrada en este tiempo, en asociación con la recolocación de una nueva escalinata central con algunos paneles tallados en bajo-relieve, procedentes de una escalinata más antigua, adornada con bloques de gradas esculpidas. Como Lee y Gámez (2007) han indicado, el panel más inferior fue colocado ya sea en tierra compactada o en el piso muy delgado de marga de la plaza. Además, ellos sugieren que los constructores de la nueva escalinata seleccionaron evidentemente bloques que recordaban la posición de vasallaje de la casa real de Waka’ con respecto a la dinastía Kaan de Calakmul, así como la época de esplendor de la ciudad en el Clásico Tardío durante los siglos VII y VIII. Estas piedras reutilizadas incluían evidentemente un bloque con el título Señora Kaloomte’ portado por la señora K’ab’il, esposa de, rey K’inich B’ahlam II, fue descubierto sobre la superficie descendente adyacente a las excavaciones hechas en el 2005 sobre la escalinata final en el frente del palacio.
En el 2006, a través de la investigación sistemática de las exposiciones de saqueo junto al frente de la Acrópolis del Palacio, Lee y Gámez (2007) determinaron que el lado este del frente sostuvo originalmente un conjunto alargado de cuartos de mampostería. El impresionante arreglo palaciego pudo haberse extendido a lo largo de todo el frente del Palacio, por más de 100 m y, evidentemente, fue completamente reconstruido de una sola vez. Este alargado edificio con cuartos múltiples fue quizá el punto central de las actuaciones públicas reales en el Palacio durante el periodo Clásico Tardío, con las áreas superiores dedicadas a actividades más restringidas atestiguadas por la elite. Tal inferencia hace que el entierro deliberado de la estructura frontal del Palacio sea más importante, como la expresión de un cambio radical en la relación entre los gobernantes y la gente de la ciudad. La recolocación de piedras esculpidas como elementos decorativos de la escalinata final que cubrió los edificios frontales del Palacio, puede haber sido llevada a cabo por líderes que recordaban a la dinastía real, pero que habían enterrado simbólicamente la parte pública de su residencia.
LA CIUDAD DE WAKA’
Como en temporadas previas, en el 2006 continuamos la excavación de pozos de sondeo en el asentamiento (véase Pérez Robles 2004; Ramírez 2006). Así, Damien Marken (2007) se dedicó primordialmente a investigar la parte norte de la ciudad por medio de un trayecto, así como a excavar los rasgos arqueológicos de esta lejana área. Sus excavaciones de sondeo en los grupos residenciales muestran que la gente de la ciudad tuvo evidentemente acceso a nódulos de pedernal en las áreas más bajas apropiadas para la elaboración de artefactos. Marken también descubrió un complejo residencial de elite en el límite norte de su trayecto, mostrando que tales residencias no se concentraban de manera exclusiva cerca de los edificios públicos del centro. Inspecciones de campo de la cerámica del trayecto muestran que la zona norte estaba bastante ocupada durante el florecimiento clásico de la ciudad.
Al mismo tiempo, Juan Carlos Ramírez (2007) excavó algunas áreas de plaza de los grupos de patio aglutinados que se localizan junto al límite norte del epicentro según el mapa del sitio (véase Tsesmeli 2004; Tsesmeli y Marken 2006; Tsesmeli Marken y Román 2005) Ramírez encontró una cantidad sorpresiva de enterramientos en las áreas de plaza y mostró que estos componentes palaciegos fueron ocupados sustancialmente en el periodo Clásico Temprano. Con base en la cerámica recuperada en los saqueos con rasgos arquitectónicos expuestos, es probable que dichos conjuntos continuaran siendo ocupados en el Clásico Tardío. Quizá las prácticas funerarias cambiaron en ese periodo, pero nuestra muestra es muy reducida para comprobar esta hipótesis.
REFLEXIONES
Tras cuatro temporadas de campo, apenas hemos empezado a percibir la riqueza del registro arqueológico de la ciudad prehispánica de Waka’. Durante la temporada del 2006, el esfuerzo concentrado en la exploración de edificios públicos reveló que la elite de la ciudad era más rica de lo que esperaría sería el caso para gobernantes que periódicamente proclamaban ser vasallos orgullosos de poderosos reyes regionales y señores de la guerra (Freidel, Escobedo y Guenter 2007.) Quizá ellos disfrutaron del acceso estratégico a la riqueza gracias a su control de importantes rutas comerciales a lo largo del río San Pedro Mártir, así como de lo que hemos denominado como “camino real” que de norte a sur unía a esta ciudad con Calakmul en el periodo Clásico Tardío. Tanto los hallazgos de enterramientos y escondites formales, así como de depósitos de terminación y abandono descubiertos en el 2006, refuerzan la idea de que los habitantes de la ciudad tuvieron un fuerte sentido de su propia historia a lo largo de la ocupación. Después de todo, su ciudad y reino ya eran antiguos cuando arribó el gran Siyaj K’ahk’ para convertir a K’inich B’ahlam I en un vasallo clave en la conquista épica de Tikal, y su papel fue nuevamente importante cuando Yuknoom Ch’een II confió en que K’inich B’ahlam II mantuviese abierta la ruta terrestre a Petén para sus campañas imperiales. Pero los señores del reino del ciempiés también eran sabios y artesanos, tanto como guerreros y mercaderes, por lo que presidieron en una corte de elegancia y refinamiento, según lo revelan los finos trabajos de arte en diferentes materias primas. Estas percepciones, producto de nuestros descubrimientos, sustentan la noción de que en la civilización Maya clásica, los centros “secundarios” no fueron necesariamente inferiores en cuanto a su vida cortesana, en relación con la de los centros rectores. Ahora no sólo estamos percibiendo la complejidad de esta ciudad, sino del panorama completo de Petén en el periodo Clásico.
REFERENCIAS
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Freidel, David A., Héctor L. Escobedo y Stanley P. Guenter
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Lee, David F. y Laura Gámez
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Figura 10
Figura 11 Área de los Entierros 31, 27 y 36
Figura 12 Cuarto B, Estructura M13-1
Figura 13 Entierro 27
Figura 14 Entierro 36
Figura 15
Figura 16
Figura 17
Figura 18
Figura 19