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Stephen Houston, Stephen, Edwin Román, Thomas Garriso,Timothy Beach, Sheryl Luzzadder-Beach, Zachary Hruby, Nicholas Carter, James Doyle, José Luis Garrido, Arturo Godoy, Melanie Kingsley y Elizabeth Marroquín
2011 Al Valle de Buenavista: Investigaciones recientes en el centro dinástico de El Zotz y sus cercanías. (editado por B. Arroyo, L. Paiz, A. Linares y A. Arroyave), pp. 226-235. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).
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AL VALLE DE BUENAVISTA:
INVESTIGACIONES RECIENTES EN EL CENTRO DINÁSTICO
DE EL ZOTZ Y SUS CERCANÍAS
Stephen Houston
Edwin Román
Thomas Garrison
Timothy Beach
Sheryl Luzzadder-Beach
Zachary Hruby
Nicholas Carter
James Doyle
José Luis Garrido
Arturo Godoy
Melanie Kingsley
Elizabeth Marroquín
PALABRAS CLAVE
Maya, Petén, El Zotz, patrón de asentamiento, palacio, cival, entierro
ABSTRACT
The 2010 field season at El Zotz and its region confirmed prior views of a massive reworking of the landscape from the base to the hills of the Buenavista Valley. But it also led to a stronger focus on the palatial strategies behind that move, especially in the discovery of richly endowed tombs, one intact. These burials served to ground new, hilltop settlements and led to a pattern that followed of abrupt shifts in non-continuous settlement. Later phases attested to an abundantly documented transition from Terminal Classic to Postclassic times that seemed to represent a pronounced shift from the center to the periphery, if still with pretensions to civic life.
En el Valle de Buenavista, entre Tikal y las áreas hacia El Perú, se encuentra un conjunto de sitios arqueológicos que formaron un paisaje fluido de asentamientos Mayas y de al menos un reino dinástico (Figura 1). Desde el 1 de mayo al 19 de junio de 2010, el Proyecto Arqueológico El Zotz investigó las características principales de la región, confirmando algunas observaciones de las temporadas anteriores pero con algunas modificaciones en otras (e.g., Pérez Robles et al. 2009). Al principio, se afirmó que el valle cambió su rol como epicentro de población durante el Preclásico, a un lugar con relativamente poco asentamiento, y, en segundo término, que las colinas al norte del mismo Valle de Buenavista se llenaron con obras públicas, incluyendo la construcción de una aguada en El Zotz mismo. En el período Clásico, El Zotz se enfocó en el desarrollo de complejos palaciegos, primero en el cerro de El Diablo y posteriormente en lugares más planos dentro de la configuración del sitio. El resultado preliminar parece bien fundamentado, sugiriendo que el área experimentó ocupación desde el Preclásico Medio (Mamóm) hasta el Posclásico Medio, con ocasionales visitas de peregrinaje despúes. Sin embargo, el patrón muestra a la vez, la probabilidad de interrupciones profundas en la ocupación humana.
En su totalidad, la evidencia refleja el hecho principal de la zona: la presencia contundente en la cercanía del complejo urbano de Tikal y de su dinastía prepotente, no permitía un florecimiento continuo de El Zotz y sus dependencias. En otras palabras, la trayectoria de un sitio como El Zotz parece más afectado por razones externas y políticas que por las circunstancias de índole puramente local. No obstante, esta aseveración no debe evitar la certeza de que los Mayas de la zona necesitaron una base de sostén físico, especialmente de agua potable, lo cual explicaría la ocupación intensa enfocada en El Zotz durante el Postclásico Temprano y Medio.
INICIOS
Del Preclásico en la región se sabe que, aparte de varios tiestos en el Grupo Sur y en la Acrópolis de El Zotz, los Mayas ocuparon casi exclusivamente las zonas elevadas cerca del cival de El Palmar. Como complemento existía una población al oeste en el sitio de La Avispa que fue detectado por radar y confirmado por investigaciones de campo (Garrison et al. s.f.). Investigaciones profundas en el complejo “E” de El Palmar demostraron su utilización inicial como un conjunto ritual en la época Mamóm (fase Che), empezando con una plataforma de tierra, seguida por mampostería de piedras planas, pero con una expansión ambiciosa de su volumen en la época Chicanel (fase Chub) (Figura 2). En aquella fase, la inversión en capas gruesas de estuco y lajas grandes (c. 40 cm de largo) indican un acceso sin precedente a la fuerza laboral local, con una discrepancia notable e innovadora entre la pirámide al oeste y su contraparte rectangular al este. Todas fases señalan que estos sitios de tipo Complejo E se orientan a los lugares de planicies occidentales.
Excavaciones por Octavio Axpuac en los estudios regionales denotaron una distribución generalizada de sitos del Preclásico, pero con tendencia al área de El Palmar; en las épocas siguientes del Clásico, ésta distribución se concentró al centro y en los alrededores de El Zotz, confirmando un cambio drástico en el asentamiento humano. Otra diferencia es el hecho de que la talla de pedernal es altamente registrada en El Palmar, tal vez por la cercanía de las fuentes de material. Como en épocas posteriores, la obsidiana importada vino de El Chayal, aunque con una preferencia para una variante más clara que la nublada del Clásico. Además, vale la pena señalar que estos datos se basan, al terminar la temporada de 2010, en 27 sectores escogidos al azar, influidos por una estraficación de contornos y de vegetación (Figura 3). Cada sector consistía en un área de 250 m x 250 m, con pozos efectuados en grupos residenciales o al centro de los sectores en los casos de una ausencia total de estos grupos. En El Palmar, el hallazgo de una reutilización del Complejo “E” en el Clásico Temprano (fase Saquij), basada en una ocupación continua durante el llamado “Protoclásico”, sugiere un cambio completo de la naturaleza del asentamiento. Los edificios con cimiento de poca profundidad, indicios de talleres de concha y la importación de obsidiana verde, todos con orientación exclusivamente al cival, no a la pirámide, subrayan la existencia de un ajuste radical. El hallazgo de un paleo-suelo con fecha de 2 sigma de 130 a 340 DC (Cal 1820 to 1610 AP) y con pedernal y obsidiana corresponde a esta ocupación; estudios hidrológicos en 2010 sugieren a la vez la presencia de un acuífero confiable, afectado ligeramente por la estación seca. Los cambios sugieren más rupturas en la sociedad, que se han contemplado por los argumentos de plena continuidad entre los sistemas sociales del Preclásico y el Clásico.
EL CLÁSICO TEMPRANO
La concentración intensa de la población en El Zotz en el Clásico Temprano involucra cambios sustanciales en el paisaje del Valle de Buenavista. Sondeos en la aguada de El Zotz registran dos rasgos relevantes, un empedrado que cubrió el centro y los márgenes de esta cavidad, y varias fechas sólidas proveídas por la cerámica del Clásico Temprano que fue encontrada encima de la capa de piedras, sin embargo, existe una fecha radiométrica del 2009 que pudiera indicar una relación con el Preclásico, una posibilidad que merece más estudio. En otras palabras, una obra cívica e hidraúlica existía al principio de la ocupación fuerte de El Zotz, implicando un esfuerzo organizado en su preparación. Muestras de suelo indican que la época pasó por su máximo impacto ambiental, con evidencia de agricultura y señales de un intenso uso del suelo, algo menos presente en el Clásico Tardío. El contraste señalado entre el asentamiento abierto de El Palmar y el nuevo palacio construido en El Diablo muestra una nueva característica, ahora los edificios eran construidos para poder ver y ser vistos a larga distancia, dominando al valle, y la probabilidad de medidas de defensa, al menos a juzgar por la ubicación tan elevada y el acceso restringido del conjunto palaciego de El Diablo. Aunque sea especulativo, quizás fuera en este momento que la dinastía de Yaxchilán, la cual comparte sus glifos emblemas con El Zotz, se estableció en la cuenca del Usumacinta: las fechas corresponden al año 300 DC, la fundación no solamente de El Zotz sino de la historia documentada de Yaxchilán (Martin y Grube 2008:118).
Excavaciones en la Estructura F8-1 proveyeron un entendimiento más profundo del edificio (véase Andrews 1986). La iconografía de la última etapa, del Clásico Temprano, parece replicar las versiones anteriores, las cuales muestran, en su etapa 3, un programa sumamente desarrollado de aspectos del Dios Solar, separados por fauces de la personificación del cielo, incluso una versión arcaica de Venus con símbolos de joyas—de hecho, el estilo arcáico se extiende al ojo del Sol y de Día, lo cual exhibe un ojo de “l-invertido”, un atributo conocido en el Preclásico (Figura 4). En su tocado, cada dios sostiene un glifo que parece nominal en función. Se sospecha, aún por comprobar, que estos glifos se refieren a los antepasados de la dinastía: el ejemplar mejor conservado presenta dos brazos levantando la sílaba [yu] y al centro, su cara fue modificada en tiempos antiguos por otra capa de estuco modelado. Las paredes del templo y su crestería se cubrieron de estuco modelado, mostrando de esta manera y por su énfasis en el Dios Solar, el emblema fundamental de la realeza Maya, una semejanza fuerte al templo dinástico 16 y sus antecedentes en Copán (Taube 2004): i.e., un edificio consagrado al fundador de una dinastía. Sin embargo, es evidente que El Diablo empezó con al menos un edificio colorado ya casi completamente destruido y de función incierta.
Por estos rasgos generales y su ubicación al este del grupo, no sorprende el hallazgo de una tumba (Entierro 9) con característcas reales en un depósito enfrente del Templo Solar. La estratigrafía merece más análisis, pero parte de la secuencia queda clara: (1) la construcción de una tumba rodeada por rellenos y escondites de cuencos labio-a-labio; (2) el acto de tapar la tumba con piedras sin estuco y el cubrimiento del conjunto por apisonados y, en su fachada basal, un mascaron. Es posible que el Templo Solar hubiera sido erigido en esta época, aunque la prueba de esto necesitará un pozo enfrente del Templo; (3) la construcción de una escalinata, debido a los Mayas decidieron rellenar el interior del Templo Solar por sus evidentes fallas arquitectónicas, y (4) la ubicación de un templete de dos puertas enfrente del Templo Solar, preservando así el acceso a su puerta principal, ahora convertida a la forma de un nicho. En al menos dos episodios succesivos, los Mayas cubrieron el Templo Solar y su templete frontal con edificios que imitaban la planta del Templo Solar.
Los pormenores de la tumba saldrán a luz en otro contexto, pero se enfatiza su dotación con objetos de valor, incluso “lingotes” de hematita especular, además del rol del difunto como bailador y sacrificador, a juzgar por su vestido de conchas de Oliva y la colocación de ofrendas de seis niños o infantes adentro de cuencos de labio-a-labio en la tumba. Algunos entierros reales de Tikal tambien incluyen estos restos óseos en el Clásico Temprano, aunque con jóvenes de mayor edad (Wright 2005:Tabla 3). La tumba se fecha fecha entre el 350-400 DC en base a datos comparativos incluyendo vasos de Holmul, (Merwin y Vaillant 1932) y la falta de rasgos Teotihuacanos (aparte de un posible cílindro de madera y estuco) que pudieran evidenciar una fecha posterior. Un hecho notable en el grupo palaciego de El Diablo es la existencia en el Clásico Temprano de una plazuela burda en su plaza, lo cual implica una devaluación del lugar.
Al mismo tiempo que la pirámide de El Diablo, los Mayas construyeron un templo de la misma índole en el sitio ligado de Bejucal, en combinación con una estela que contiene referencias explícitas al rey de El Zotz y el personaje soberano del Petén central, Sihyaj K’ahk’, de vínculo Teotihuacano (Stuart 2000) (Figura 5). Igual a El Diablo, el edificio y grupo palaciego de Bejucal se fundaron encima de una colina, con vistas de gran distancia y una aguada a 100 m. En Bejucal, la cerámica, tanto de una tumba saqueada en el edificio como de la superficie, demuestra su inicio como un sitio de edificios mortuorios con escondites. En el caso de Bejucal, el escondite contenía varias conchas del mar incluyendo Spondylus, fragmentos de jade y mica incisa, algunos del estilo de hombrecillo, junto con un pájaro sacrificado sin cabeza (Figura 6). Se supone que el grupo El Diablo funcionaba como el palacio real de El Zotz, situado en un lugar defensivo, con algunas residencias élitistas en el centro mismo de El Zotz (el llamado “Grupo Sur”). La evidencia de los residentes intrusos de El Diablo y la interrupción en su programa de construccion, como fue documentado en 2009 y 2010, indican un cambio en el sitio, desde una fuerza dinástica a un vestigio débil de lo que era. Sin embargo, existen ciertos patrones de continuidad a través de la época clásica, tales como la orientación dominante de los entierros y la utilización de nombres reales con los mismos componentes (Houston 2008).
EL CLÁSICO TARDÍO
En El Zotz no se encuentra claras señas de la transición entre el Clásico Temprano y el Clásico Tardío. No obstante, se comprobó en 2010 que el palacio de la Acrópolis en El Zotz, epecialmente el edificio grande de L7-5, se remonta del principio de la fase Mo’, con solamente una fase de expansión enfrente, cuando se colocó un entierro debajo del eje central de su escalinata. El relleno de este edificio, el cual representaba una inversión grande, contiene tiestos policromados de alta calidad, uno de estos con el glifo emblema de El Zotz, probablemente k’uhul pa’chan [ajaw] (Figura 7). Este depósito comprueba la existencia de esta fase, la cual fue predicho por evidencia epigráfica de vasos sin procedencia, y aún otro encontrado por Fabiola Quiroa de El Perú, que llevaban los nombres de los reyes de El Zotz (comunicación personal, 2007). Un rasgo curioso del palacio es que los Zotzeños agregaron plataformas a su lado, pero de una fecha al menos 50 años después: mientras tanto, utilizaron los cuartos originales del palacio, sin mayor cambio. Si el Clásico Temprano es la época de los palacios, el Clásico Tardío (fase Caal) es el período de encerramiento, cada vez con menos acceso a los recintos reales. Un fuerte ejemplo de este proceso es un pasillo abovedado que restringió y canalizó movimiento, su puerta interior cerrada por un portal (Figura 8). En este momento los mayas de El Zotz construyeron el edificio más masivo del sitio, el L7-11, y definieron la calzada al este con otro edificio de gran tamaño, M7-2, una fecha establecida por Rafael Cambranes. A la misma época los Zotzeños formaron el grupo palaciego en Las Palmitas en una colina al norte de la Acrópolis, quizá con funciones arqueoastronómicas, pero mostrando a la vez una continuidad con el patron palaciego de El Diablo y Bejucal. De esta fase no aparece ninguna evidencia epigráfica, aparte de una referencia foránea en Uaxactún, la cual pudiera representar una ruptura entre el inicio de Clásico Tardío y la fase siguiente.
EL CLÁSICO TERMINAL Y POSTCLÁSICO
Después de al menos 100 años, El Zotz pasó por una fase de ocupación intensa bien enfocada en su distribución espacial (Laporte 2006). En Las Palmitas, con sus edificios ya en ruinas, se construyó un edificio en forma de una “C”, mirando hacía la Acrópolis y el Grupo Sur, otros lugares de depósitos de esta fase, que sugieren un patrón de plazuelas aisladas. En la Acrópolis se evidenció el abandono y terminación ritual del palacio, con una limpieza de la superficie y la colocación de cerámica para bloquear la entrada del pasillo abovedado. La cerámica muestra, no solamente en la Acrópolis sino en Las Palmitas, señas de continuidad, un ejemplar raro de plena continuidad entre el Clásico Terminal y el Postclásico Temprano, pero de índole intrusivo, sin vínculo obvio con el Clásico Tardío. Un basurero y entierro en Las Palmitas indican el consumo abundante de la producción alfarera.
La importancia de El Zotz queda en parte por su relevancia en el tiempo Posclásico, plenamente atestiguado en su fase temprana en el Grupo Sur de El Zotz, con una fecha de radiocarbono de c. 1210 hasta 1290 DC. La cerámica indica una concentración elevada de material como los tipos Paxcaman Rojo, Trapiche Rosado y Pozo sin Engobe. La arquitectura consta de alinamientos bajos de piedra como cimientos, con edificios de bajareque, en casi todos los casos, construidos encima de estructuras del Clásico Temprano (Figura 9, cf. Manahan y Canuto 2009). El asentamiento representa también su función como lugar cívico por el traslado de dos estelas lisas (tal vez del centro monumental de El Zotz) al Grupo Sur para definir su entrada y el uso del espacio entre la calzada y el Grupo como una extensa plaza cerrada, según investigaciones por Rafael Cambranes. La lítica documenta una habilidad inesperada en la talla de obsidiana de El Chayal, San Martín Jilotepeque, Ixtepeque y Pachuca, con énfasis particular en Ixtepeque (64% por peso), tal vez por cambios en la entidad política que era Copán, que antes ejercía el control sobre esta fuente de material exótico. Los expertos en lítica hicieron lascas y navajas de obsidiana con plataformas altamente pulidas pero con un uso algo ineficiente del material, sin embargo su técnica resultó ser más rentable en cuanto el nivel de producción. Lo notable de la fase tambien proviene de los fuertes cambios en plantas, con evidencia de disturbios en el Clásico Terminal, además se sabe que en el Postclásico la aguada siguió en uso, por la presencia de tiestos en esta obra hidraúlica.
CONCLUSIONES
Con cada temporada de investigación, el Proyecto Arqueológico El Zotz profundiza y refuerza los patrones sugeridos por las investigaciones anteriores. El paisaje representa interesantes cambios y ajustes fuertes en la índole de la ocupación humana, desde una presencia sin énfasis en la defensa a una mudanza radical a las colinas, tal vez con una naturaleza más palaciega, enfocandose en conjuntos mortuarios como su base simbólica. En vez de continuidad, el patrón se inclina más a rupturas y programas de arquitectura monumental que representan un rompiemiento abrupto con el pasado. Es probable que tuviera que ver con las fortunas de la dinastía del gigante al este, Tikal, y sus relaciones fluidas, algo que se refleja en la evidencia poco clara de la epigrafía de El Zotz. En el Posclásico, los habitantes jugaban con pretensiones cívicas, y con vigor en su consumo y producción, pero con poca energía y poco acceso a la fuerza laboral. Al final, la zona se quedó practicamente abandonada, con muy pocos visitantes en el Valle de Buenavista.
CRÉDITOS Y AGRADECIMIENTOS
Se agradece a IDAEH por su apoyo incondicional al Proyecto Arqueólogico El Zotz, además al Vice-Ministro de Deporte, Dr. Héctor Escobedo, y en particular el Director del Patrimonio General, Lic. Juan Carlos Pérez, la jefa del Departamento de Monumentos Prehispánicos, Licda. Mónica Urquizú, nuestra inspectora, Licda. Griselda Peréz, y el Lic. Daniel Aquino, encargado con IDAEH en El Petén. Los fondos para el proyecto vinieron de la National Science Foundation (para Houston y Garrison, más una beca doctoral para James Doyle), la National Endowment for the Humanities (para Houston), Brown University, Georgetown University, George Mason University, Brandeis University, EE.UU. Nuestro equipo consistía en: Stephen Houston, Director; Edwin Román, Co-Director; Thomas Garrison, Co-Director de los Estudios Regionales; Timothy Beach; Sheryl Luzzadder-Beach; Zachary Hruby; Andrew Scherer; Peter Aragón; Octavio Axpuac; Fernando Beltran; Nick Carter; Ewa Czapiewska; James Doyle; José Luis Garrido; Arturo Godoy; Yeny Gutiérrez; Melanie Kingsley; Alex Knodell; Catherine Magee; Elizabeth Marroquín; Sarah Newman; Elizabeth Sibley; y Alex Smith.
REFERENCIAS
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Figura 1 Mapa de la región de El Zotz y sus cercanías (Mapa T. Garrison).
Figura 2 Excavaciones en el Complejo “E” de El Palmar, Estructura E4-1, edificio piramidal (Fotografía J. Doyle).
Figura 3 Bloques de la encuesta regional (Mapa T. Garrison).
Figura 4 Mascarón de la etapa 3 de El Diablo (Fotografía S. Houston).
Figura 5 Mapa de Bejucal (Mapa T. Garrison).
Figura 6 Escondite 1, Estructura S6-1-, Bejucal (Dibujo S. Houston).
Figura 7 Glifo emblema de El Zotz (Dibujo N. Carter).
Figura 8 Portal del pasillo entre Estructuras L7-4 y L7-8, Acrópolis, El Zotz (Fotografía A. Godoy).
Figura 9 Evidencia de edificios perecederos del Postclásico, Grupo Sur, operación EZ6L (Dibujo y fotografía M. Kingsley).