12 ENTIERROS EN BALBERTA: COMPARACIONES CON OTROS SITIOS EN LA COSTA DEL PACÍFICO Bárbara Arroyo – Simposio 01, Año 1987

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Arroyo, Bárbara

1994  Entierros en Balberta: Comparaciones con otros sitios en la Costa del Pacífico. En I Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1987 (editado por J.P. Laporte, H. Escobedo y S. Villagrán), pp.64-71. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.

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ENTIERROS EN BALBERTA:

COMPARACIONES CON OTROS SITIOS

EN LA COSTA DEL PACÍFICO

Bárbara Arroyo

La muerte es un fenómeno normal el cual, a pesar de serlo, no se está acostumbrado a ella y se sufren sentimientos dolorosos cuando ocurre. Sin embargo, cada 1 de Noviembre se celebra el día de los muertos lleno de un ambiente festivo y alegría. Esto ocurre actualmente, pero para las culturas prehispánicas significó algo muy especial y para comprenderlo está la evidencia arqueológica de los entierros.

En arqueología los restos materiales culturales son los que aportan toda la información sobre el problema de interés para. Uno de estos restos son los humanos que están relacionados directamente con la población que vivió e hizo los restos que se estudian. Sin embargo, no se le ha tomado importancia a este aspecto, el cual puede ser determinante para inferir datos sobre la estructura social, económica y cultural de un grupo social dado.

En Guatemala, en la Costa del Pacífico específicamente, los patrones funerarios son casi desconocidos pues poco se ha investigado, además de no estar publicado. A continuación describiré el patrón funerario en el sitio de Balberta (Figura 1) y trataré de hacer algunas comparaciones, cuando sea posible, con otros sitios de la Costa del Pacífico de Mesoamérica, sin incluir los datos osteológicos por estar éstos todavía en proceso de análisis.

LOS ENTIERROS DE BALBERTA

En Balberta, como en otros sitios, se acostumbró enterrar a los muertos en sus casas. Prueba de ellos es que de los 26 entierros recuperados en las temporadas de 1984, 1986 y 1987, 23 se encontraron en contextos domésticos. En los montículos de habitación se realizaron operaciones de 2 x 2 m al centro de ellos, en donde, en la mayoría de los casos, los entierros fueron localizados. También está la evidencia de entierros en la base de los montículos.

Todos los entierros estaban orientados de este a oeste, con el cráneo en el lado oeste, a excepción de dos que estaban orientados de norte a sur, con el cráneo en el norte. Por otra parte, 24 entierros fueron directos y primarios, mientras que dos fueron directos y secundarios. En cuanto a posición, 21 de ellos estaban extendidos, siete de decúbito ventral y nueve de decúbito dorsal; en los restantes no fue posible determinar su posición. Existió la tendencia a orientar el entierro entre 270/290º Azimut. En la mayoría de los casos, los entierros fueron colocados sobre terreno estéril y/o sin ninguna preparación especial del mismo. El 69% de los entierros tiene aplicación de pigmento rojo, de los cuales el 11% corresponden al centro ceremonial, lo demás viene de contextos domésticos. Esto contrasta con la idea que la aplicación del pigmento rojo es usada únicamente en entierros elitistas.

Las ofrendas varían en número y calidad, aunque para los entierros encontrados en la brecha norte, hay una tendencia a colocar de 1 a 5 ofrendas, sencillas (entendiéndose como tal, sólo un cuenco a la mitad, un soporte mamiforme, una piedra de moler, etc). Algunas veces hubo problemas de mantener las ofrendas en el lugar original donde fueron encontradas, puesto que al tomar la limpieza de los huesos mucho tiempo, los saqueadores estaban pendientes del trabajo para robar los artefactos.

 

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Figura 1            Mapa del sitio Balberta Central

Según la tradición, la colocación de ofrendas estaba relacionada con el modo como los individuos eran preparados para su viaje a la otra vida. Esto quiere decir que se les colocaba con sus pertenencias, con lo que habían usado más en vida, siendo esto un reflejo de su función y posición dentro del grupo social al cual pertenecían. En el área doméstica, para el Formativo Terminal, las ofrendas son de tipo utilitario, con escasos artefactos exóticos (jade, etc)

La conservación de los huesos fue muy mala debido al ambiente húmedo donde se encontraron los entierros. Además, en algunos casos los entierros estaban muy cerca de la superficie, por lo que las raíces de los árboles, la siembra de caña de azúcar y la mecanización agrícola afectó aún más su conservación. Con relación a dientes, se puede decir que hay una buena muestra bien conservada y a través de ellos se puede observar que todos tienen los incisivos en pala, lo que es característico de los grupos mesoamericanos, además de una buena salud dental ya que casi no hay caries presentes y las que se encuentran son de adultos de edad avanzada. El desgaste en sus dientes se debió a una dieta muy abrasiva.

En los huesos mismos pudieron apreciarse algunos detalles importantes para establecer que, en general, eran individuos robustos, de complexión fuerte, los cuales estaban en constante uso de sus músculos y fuerza lo que dejó huella en algunos fémures, húmeros y occipitales, pudiendo apreciarse en ellos huellas de inserciones musculares. Igualmente parece ser que algunos individuos padecieron de artritis y al menos un entierro, el número 2, parece mostrar presencia de escorbuto. Los cráneos se encontraron en bastante mal estado de conservación, la mayoría de ellos aplastados por el peso de la tierra, lo que no permitió establecer la costumbre de deformación craneana como ocurre en otros lugares en Mesoamérica; sin embargo, no parece estar presente esta práctica en Balberta.

El Entierro 4 (Figura 2) presenta en el parietal izquierdo un agujero, el cual es irregular y tiene pequeñas rajaduras alrededor; éste parece haber sido la causa de su muerte. Los huesos de este entierro son muy densos y parece que tenía una buena cantidad de fósforo y calcio al morir.

El húmero derecho del Entierro 7, presenta lo que pudo ser un cayo óseo. El Entierro 21 tiene una degeneración en el fémur derecho posiblemente debida a una quebradura.

Los entierros en Balberta Central fueron tres. El Entierro 17 se encontró introducido en una estructura al noroeste de la parte baja de la plataforma (Figura 3). Fue primario, directo, orientado con un Azimut de 292º, este-oeste con el cráneo en el oeste. Casi sólo se encontró una huella en el terreno debido a la mala conservación de los huesos. Este entierro presentó los incisivos superiores trabajados en forma de T, al igual que los inferiores; esta decoración se relaciona generalmente con el dios solar. Este entierro tenía cinco ofrendas, las cuales fueron de mejor calidad que las de los montículos en la Brecha Norte. También este entierro tenía aplicación de pigmento rojo.

El Entierro 18, también encontrado en Balberta Central, estaba al suroeste sobre la plataforma baja, dentro de un montículo de aproximadamente 1 m de altura. Este entierro estaba muy cerca de la superficie y por lo tanto presentó bastante disturbio. Parece haber estado dentro de una urna la cual, además de cuatro huesos de los miembros superiores y varios dientes, tenía una punta de proyectil de obsidiana verde, una punta de lanza de obsidiana, un malacate, una vasija y varias orejeras fragmentadas.

El Entierro 19 estaba en la base de la Estructura 8, en la plaza central. El esqueleto descansaba directamente sobre tierra estéril, extendido, orientado en 305º, norte-sur con el cráneo en el norte. Como ofrendas tenía tres tiestos grandes a sus lados a manera de proteger el cuerpo, el cual era de un niño entre 4 y 5 años de edad. Según la tradición mesoamericana de sacrificar niños como ofrenda a la construcción de edificios, se creería que tal es el caso de este entierro.  El hecho de que no presenta ofrendas especiales (considerando que está en la base de un montículo alto de la plaza central), hace suponer que posiblemente haya sido sacrificado.

 

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Figura 2            Entierros 1 y 4 de Balberta

 

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Figura 3            Entierro 17 de Balberta Central

Un montículo al noroeste de Balberta, atrás de la Estructura 21, parece ser una plataforma baja que con el tiempo y la mecanización agrícola ha sido rebajado su tamaño natural. Señalo este lugar por estar tan cercano al centro mayor y por el número de entierros encontrados aquí. En este lugar se hicieron cuatro operaciones de 2 x 2 m, dos al centro, una en medio y otra en la base. El Entierro 15 se encontró en la operación de la base este de esta estructura. Fue un depósito de piedras con varios huesos y el cráneo de un niño. Estaba orientado con la cabeza en el oeste. Tenía como ofrendas una cuenta de jade, una vasija de color naranja y dos cuentas de cerámica. El Entierro 16 también se encontró en esta estructura, al centro del montículo. Estaba en posición extendido de decúbito ventral; los huesos tenían una coloración rojo-café. Se encontró a 1.70 m de profundidad, orientado este-oeste, con la cabeza en el oeste y un Azimut de 113º. Las ofrendas para este entierro fueron una navaja prismática de obsidiana, procedente de la fuente de El Chayal, además de tres huesos de animal trabajados, los que son puntiagudos y uno de ellos tiene un canal al centro. Todo esto estaba colocado al noreste del cráneo. Además de estas ofrendas, se encontró una semilla de aguacate y un hueso de animal, lo que podría pensarse como que fue una ofrenda de comida.

El Entierro 25 también se encontró en esta misma estructura, al norte de la operación donde estaba el Entierro 16, sólo que a 0.95 m de profundidad. Este fue colocado luego de romper dos pisos, en posición extendido de decúbito ventral, primario y directo. Su orientación fue este-oeste con el cráneo en el oeste. En general, el estado de conservación de estos huesos fue muy malo, aunque se apreció el color rojo aplicado en algunos. Otro aspecto muy importante es que las ofrendas estaban colocadas en una fila de este a oeste sobre el entierro. Esto hizo más difícil la limpieza y exposición de los huesos pues parte de ellos quedaron adheridos a las ofrendas al quitarlas. En total se recuperaron tres vasijas, una de las cuales contenía dentro de ella una vasija pequeña con pigmento rojo y aparte una piedra trabajada y un pendiente de piedra verde. La calidad y el número de las ofrendas de este entierro son superiores a cualquiera de los encontrados en Balberta.

Según el número de entierros encontrados en esta estructura y el volumen excavado (tres entierros en cuatro operaciones), parece ser un lugar especial dentro de Balberta donde se enterraba a los individuos que, posiblemente, estaban en un rango más alto que los de la Brecha Norte. Posiblemente eran gentes especializadas en algún oficio que les hacía estar dentro de un estrato social superior o bien gente de la elite relacionada al sitio mayor. Los primeros dos entierros mencionados de esta estructura corresponden al Formativo Terminal, mientras que el último es Clásico Temprano.

Es importante recalcar el hecho que en el centro sólo se hayan encontrado tres entierros (habiendo sido el lugar donde más densamente se excavó). Entonces existe la posibilidad que esta estructura haya sido utilizada como vivienda de la gente importante de Balberta, ya que no se encontró evidencia de la existencia de cementerios en el área. Sólo se supo a través de los trabajadores del proyecto que son originarios del lugar, que a 2 km de Balberta Central, en la vecina finca Santa Mónica, habían encontrado varios esqueletos en la base de un montículo al hacer un quinel. Se excavó un pozo en la base, en donde supuestamente fueron encontrados los entierros, pero los resultados fueron negativos. Se limpió un corte del quinel y sólo se encontraron los fémures de un individuo, pero no se siguió excavando el lugar debido a los problemas de tiempo y objetivos del proyecto.

Según la muestra estudiada, se pudo establecer que a lo largo de la transición Formativo Terminal y Clásico Temprano, el patrón funerario se mantiene: orientación del individuo este-oeste, posición extendida ya sea de decúbito dorsal o ventral, primario y directo. Esto indica que los cambios que se dieron a otros niveles, tales como arquitectura y patrón de asentamiento, no afectaron la visión de la muerte, ni la preparación de los individuos para la otra vida, lo que implica, posiblemente, una misma religión. La única diferencia es que para el Clásico Temprano el número de ofrendas aumenta en los entierros. Esto contrasta con la información que se tiene de otros sitios de la Costa del Pacífico en particular y Mesoamérica en general, donde, a excepción de Izapa y algunos sitios en San Marcos, no existe un patrón funerario rígido como se verá a continuación.

COMPARACIÓN CON OTROS SITIOS EN LA COSTA DEL PACÍFICO

Me limitaré a comparar los patrones funerarios de Balberta con sitios en la Costa del Pacífico desde Chiapas hasta el lado oeste del río Lempa en El Salvador. Pongo estos límites ya que los sitios que están más allá de ellos presentan características diferentes en cuanto a su desarrollo cultural.

En algún momento compararé la muestra con otros sitios fuera de la costa, pero contemporáneos a Balberta, que ayudarán a comprender mejor las relaciones y/o diferencias entre cada uno.

En el Estado de Chiapas, México, en los sitios costeros de Altamira y Pampa El Pajón, así como en los sitios de Chiapa de Corzo, Mirador y Santa Rosa, no existe un patrón regional para el Formativo Terminal y Clásico Temprano, pues los entierros varían en posición extendida, flexionada o sedente, orientados norte-sur y este-oeste, mientras que en Izapa, en los Grupos B y F, desde el Formativo Tardío hasta el Postclásico, se encontraron entierros en urnas grandes cubiertas por una vasija como tapadera y ofrendas alrededor. Este patrón parece ser regional ya que en los sitios de El Jobo, El Sitio, Santa Clara, Buena Vista y Ayutla en San Marcos, presentan las mismas características. Aquí es de las pocas regiones donde se ve uniformidad en el patrón funerario.

En Tak´alik Ab´aj no se reportan entierros. En Salinas La Blanca se menciona la existencia de entierros intencionales sin describir cómo se encontraron. En La Blanca solamente se encontró algunos entierros muy mal conservados. En El Bálsamo, Escuintla, únicamente hay una referencia de restos óseos encontrados por los trabajadores al aplanar la Estructura 1. En Mi Cielo, en el Puerto de San José, se encontraron entierros para el Formativo y el Clásico, de los cuales se hizo un reporte osteológico preliminar, en el cual se señala la presencia de osteo-artritis en la mayoría de los adultos, además de la deformación craneal en ambos periodos. También se señalan mutilaciones dentales en los entierros de este sitio. En la Finca Arizona, varios entierros sencillos se encontraron para el Formativo, algunos en posición extendida. En Bonampak, Escuintla, haciendo un reconocimiento se encontró un entierro extendido, orientado este-oeste, tan cerca de la superficie que fue expuesto por un tractor al arar el terreno, este tenía mutilados los incisivos superiores e inferiores y los caninos. Como ofrenda se encontró un hueso tallado y un vaso cilíndrico trípode. En Monte Alto, La Democracia, se mencionan dos entierros con vasijas, jade y una máscara, al igual que un depósito de piedras y entierros en urnas para el Clásico Tardío. En el museo de La Democracia se exhiben aproximadamente 36 piezas que parecen corresponder a un entierro del Formativo.

En Sin Cabezas, Tiquisate, se encontraron 27 entierros en dos montículos excavados correspondientes al Preclásico Tardío. Uno de los montículos parece haber sido una residencia elitista mientras que el otro funcionó como cementerio. Las prácticas mortuorias de este sitio incluyen inhumaciones primarias y secundarias, entierros sencillos y múltiples.

La orientación del cuerpo fue norte-sur, con la cabeza al norte en la mayoría de los casos; sólo en tres casos fue al sur. La relación de este sitio con Balberta es interesante ya que la diferencia en tiempo y distancia de sitios es mínima y el patrón es diferente.

Sobre los entierros del Clásico Temprano del área de Tiquisate (entre los ríos Madre Vieja y Nahualate), se mencionan entierros con ofrendas alrededor de la cabeza, otros flexionados, sentados con las piernas cruzadas y entierros múltiples, además de la práctica de uso de cementerios que no parece común. Sin embargo, se reportó uno en el sitio Sololá en la misma región, otro en Ticanlu y otro en el Puerto de San José. Se descubrieron casualmente ya que no había ninguna evidencia en la superficie. En la mayoría de sitios es característico el entierro en urnas para el Clásico Tardío, como el caso de Paraíso, Buena Vista, San José y otros en la costa y Zaculeu, Nebaj, Chalchitan, Zacualpa y Chama en el Altiplano. Lo anterior contrasta con Balberta donde sólo dos entierros no son extendidos y donde el único entierro en urna corresponde al Clásico Temprano, siendo de un niño entre 3 y 5 años. El otro ejemplo es para el Formativo Tardío en Sin Cabezas donde se encontró también a un niño dentro de una vasija.

En Chalchuapa, El Salvador, hay referencias de entierros en varias posiciones y orientaciones. En Tazumal se encontraron algunos entierros sencillos del Clásico Tardío, unos extendidos y otros flexionados con la cabeza al este o al noreste. En San Andrés, dos entierros flexionados con la cabeza al sureste y al sur correspondientes al Clásico Tardío.

En Belice, Barton Ramie es un sitio donde para el Protoclásico (Floral Park) se encontraron entierros extendidos de decúbito ventral con la cabeza al sur. Las ofrendas son más ricas que las de las épocas anteriores en el sitio. Durante el Clásico Temprano, ocho entierros extendidos de decúbito ventral, salvo uno sentado con la cabeza al sur. Todos ellos en contextos domésticos.

APRECIACIONES GENERALES

En resumen, en Balberta existió la tendencia de enterrar a los individuos sobre o dentro de terreno estéril, a diferencia de los otros sitios en Mesoamérica, donde los entierros se encontraron en la mayoría de los casos dentro de estructuras. Después del enterramiento, los individuos siguieron ocupando las viviendas donde estos se habían realizado, en contraste con la referencia que da Landa al indicar un abandono de las casas después del entierro. Considerando que la disposición y preparación del individuo muerto es la misma, la única diferencia del patrón funerario en el Formativo Terminal y el Clásico Temprano es que en éste último hay un mayor número de ofrendas acompañando los entierros. Este incremento en el número de ofrendas y calidad se da tanto en el área doméstica como cerca de Balberta Central. Esto podría indicar una mejor situación económica (ofrendas reflejan el nivel de su vida social) en comparación con el periodo anterior.

Según la evidencia presentada, parece que no existió una universalidad de la concepción de la muerte y la otra en la Costa del Pacífico y más parece que cada grupo desarrolló una interpretación propia que desarrolló localmente, aunque en la mayoría de los casos no es tan uniforme como el patrón de Balberta. Algunos antropólogos han sugerido que la existencia de un patrón mortuorio rígido se debe al grado de contacto intersocial. Esto quiere decir que los grupos relativamente aislados se adherían a uno o varios métodos de disposición del cuerpo a través del tiempo, mientras que los grupos en contacto cercano con otras sociedades, tendían a tener más métodos de disposición del cadáver. Esto daría a entender que Balberta es un grupo aislado, lo que no es cierto. Supongo que existe este patrón mortuorio en sitios cercanos a Balberta que estuvieron bajo el dominio político y religioso de este centro mayor. No se puede comprobar esto hasta que no se hagan más estudios en la región.

Así, los comportamientos relacionados con la muerte en Balberta también son un reflejo de un desarrollo local que se presenta por primera vez en el Formativo Terminal y continúa en el Clásico Temprano en esta región de la Costa del Pacífico, sin presentar evidencia de elementos extranjeros.