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Arroyo, Bárbara
1994 El Proyecto Nueve Cerros, un ejemplo de la arqueología de rescate: Ventajas y desventajas. En VII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1993 (editado por J.P. Laporte y H. Escobedo), pp.188-198. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.
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EL PROYECTO NUEVE CERROS, UN EJEMPLO DE LA
ARQUEOLOGÍA DE RESCATE: VENTAJAS Y DESVENTAJAS
Bárbara Arroyo
La legislación relacionada a la protección del patrimonio cultural se ha promovido y respetado en los últimos años. Esto se debe al interés de las autoridades del Instituto de Antropología e Historia y otros organismos del estado. El Proyecto Nueve Cerros es el resultado del cumplimiento de la ley que exige un rescate arqueológico previo a exploraciones petroleras. Este estudio se hace junto a uno de impacto ambiental para evaluar el efecto que las investigaciones petroleras tendrán en el lugar.
De tal manera y en cumplimiento de los requisitos legales, se realizó un recorrido arqueológico para determinar la existencia de asentamientos y restos prehispánicos en la región propuesta por la compañía Basic Resources International para realizar exploraciones petroleras en el norte de Alta Verapaz. En esta región se vienen realizando investigaciones petroleras desde los años 50. El grupo Basic inició sus operaciones en la región en 1962. Desde entonces se han explorado áreas en Petén, la cuenca del Atlántico y Tortugas, Rubelsanto y Chinaja, en Alta Verapaz.
La primera legislación sobre exploración y producción de petróleo se promulgó en 1922. La actividad petrolera tuvo lugar por primera vez en 1937. Sin embargo, no fue sino hasta en 1958 cuando se perforó el primero pozo (Guerra Borges 1969). Desafortunadamente, previo al interés de algunos personeros del IDAEH, la legislación para la protección del patrimonio cultural no se respetaba. De allí que Vinson (1960) haya reportado hallazgos accidentales en la región del Petexbatun como parte de las actividades petroleras realizadas en el lugar por la compañía Esso.
Posteriormente y de manera más reciente, Erick Ponciano y Kevin Johnston realizaron actividades de rescate relacionadas con proyectos de investigación que realizaban en la región al haberse descubierto estructuras y entierros que fueron cortados por trabajos de infraestructura petrolera. En este caso, Basic Resources (la compañía responsable) proporcionó todo el apoyo logístico y monetario necesario para la realización de una actividad de rescate la cual fue completada satisfactoriamente.
En el pasado se sabe que algunos petroleros realizaron hallazgos arqueológicos los cuales fueron ignorados, saqueados o en algunos casos, destruidos por ignorancia. Todos estos hallazgos que no fueron reportados, se dieron por desconocimiento de las leyes o por negligencia de las compañías petroleras responsables de reportar aquellos hallazgos.
Es así que, obedeciendo a la legislación establecida, se hizo un recorrido de 3.5 km² (Figura 1) cubriendo los tres lugares donde se realizarían investigaciones petroleras.
Figura 1 Mapa del área del recorrido con los sitios localizados
ANTECEDENTES
La región del norte de Alta Verapaz es bastante desconocida. Las investigaciones se han limitado a la parte sur y suroccidental de ese departamento donde Arnauld (1986, 1990), Ichon (1979) y Smith (1955) realizaron investigaciones. Las mismas parecen estar enfocadas más hacia el Altiplano que a las Tierras Bajas Mayas. Los trabajos de investigadores franceses en las cuevas de Candelaria (Deboutteville y Juberthie 1975) y los de Dillon y su equipo (Dillon 1977, 1979, 1981; Dillon, Pope y Love 1988) son los únicos que han investigado la parte norte del departamento. Se sabe que esta área pudo haber tenido una función de frontera entre el Altiplano y las Tierras Bajas Mayas.
De acuerdo a las investigaciones de Dillon se conoce que la región estuvo ocupada desde el Preclásico Tardío hasta el Clásico Terminal. El principal enfoque de estos trabajos fue en el sitio de Salinas de los Nueve Cerros donde se realizaron algunas excavaciones, así como en otros sitios tales como Laguna Camela (Dillon 1981) y las cuevas de Yalpemech (Pope y Sibberensen 1981). La principal ocupación en Salinas de los Nueve Cerros se relaciona con la explotación de la sal. Por esta misma razón, la importancia del sitio debió ser muy grande. Se tienen referencias etnohistóricas que mencionan la importancia del sitio como productor de sal (Viana et al. 1955; Tovilla 1960; Sarg 1939; Dieseldorff 1909; Sapper 1985; Andrews 1983) y aún recientemente se explotaba ese producto en el lugar. La relevancia prehispánica de la sal ha sido discutida extensamente. Algunos proponen su uso como una necesidad biológica, mientras que otros la señalan como un hábito a su sabor. La sal también debió servir para preservar ciertos productos como carne y pescado. De cualquier manera, se supone que la misma fue un producto importante de intercambio en el área Maya.
La comunicación entre los sitios del norte de Alta Verapaz con algunos de las Tierras Bajas Mayas debió haberse visto favorecido por la red fluvial que formaban el río Salinas o Chixoy, Usumacinta y el Pasión. En contraste, la comunicación con el Altiplano parece haber sido a través de terrenos bastante quebrados, los cuales pudieron no haber favorecido esa ruta como una de intercambio (Arnauld 1990). De allí que ciertos estilos arquitectónicos, cerámicos y escultóricos tengan mayor relación con la región de Petexbatun y Tabasco que con el Altiplano de Guatemala. Unicamente estudios más extensos podrán proporcionar más información sobre la función de los sitios en la región dentro del panorama arqueológico.
A continuación se hace un breve resumen de los hallazgos dentro de la región reconocida por el Proyecto Nueve Cerros.
EL RECORRIDO EN ATZAM
La primera parte recorrida consistió en la región de Atzam. Atzam se localiza a escasos metros de la Franja Transversal del Norte y a 16 km al este de Playa Grande (Figura 1). En los años 80 se habían realizado brechas sísmicas en los alrededores así como la perforación del Pozo Atzam I. En aquel tiempo no se logró encontrar petróleo y por ello se decidió perforar el pozo Atzam II durante 1993. Fue así como se hacía necesario el recorrido del área donde se colocaría la plataforma petrolera, a la vez de sus alrededores, para determinar el impacto de tal actividad en el lugar. Aprovechando las brechas cortadas en temporadas anteriores por los petroleros (Figura 2), se recorrieron las mismas, a la vez de caminar entre la selva y el guamil para determinar la presencia de rasgos arqueológicos. La distancia entre cada brecha era lo suficientemente corta para permitir una buena visibilidad. Estas brechas tuvieron una orientación noreste-sureste y noroeste-suroeste. Las mismas fueron cortadas en ambas direcciones a manera de lograr que algunas de ellas se cruzaran entre sí. Estas fueron recorridas a lo largo de la extensión de un kilómetro con el propósito de cubrir el área del recorrido propuesto. Además de las brechas petroleras se encontraron otras madereras que también fueron aprovechadas en el recorrido.
El resultado del reconocimiento en el lugar observó tres áreas de montículos domésticos construidos con barro. Estos montículos no llegaron a medir más de 0.80 m de altura. El material en la superficie correspondió a los tipos Atzam Rojo y Chaquiste Impreso, colocando la ocupación de los mismos en el Clásico Tardío. Considerando que Salinas de los Nueve Cerros está a sólo 4 km al noroeste, se puede asumir que sus habitantes posiblemente estaban relacionados con aquel sitio.
El impacto de la presencia del pozo Atzam II en los restos arqueológicos no será destructivo. Generalmente estos montículos podrían pasar desapercibidos al ojo no entrenado en la búsqueda de restos arqueológicos. Su tamaño y cerámica reflejan una función doméstica, la cual aprovechó la cercanía del pantano para estar cerca de tierras fértiles.
RECOMENDACIONES
Los montículos se encuentran dentro de parcelas propiedad de colonos de la comunidad de San Benito. Mientras el pozo petrolero se encuentra cerca de los montículos, éste no afecta de ninguna manera los montículos mismos. Sin embargo, los colonos tienen sembrado cardamomo sobre y alrededor de ellos. A la vez, una brecha maderera rodea a uno. Es posible que los habitantes locales no se hayan percatado de la presencia de los montículos. Sería conveniente no divulgar la localización de los mismos para evitar su saqueo por personas locales.
El trabajo de la compañía petrolera ahora está limitado a las áreas clareadas. Por lo tanto, no se hará ningún otro trabajo que pudiera dañar estas estructuras. Se recomienda que para actividades futuras Basic Resources planee el lugar de sus exploraciones alejadas de los montículos. No se recomienda la realización de un trabajo de rescate pues sus resultados estarían en un vacío. Como ya se mencionó, a excepción del trabajo de Dillon (1977, 1979, 1988) en la región, no se conoce mayor cosa y de excavarse estos montículos no se sabrían colocar adecuadamente su información.
Figura 2 Mapa de las brechas de Atzam y de la localización de las áreas culturales prehispánicas
BASE DE LA MONTAÑA NUEVE CERROS
Mientras los trabajos para la perforación del pozo de Atzam II se encontraban programados para la temporada seca de 1993, la parte en la base de la montaña Nueve Cerros, todavía no será explorada. Sin embargo, de acuerdo a la información de personeros de Basic, se me indicó el lugar a explorarse en Nueve Cerros, donde se realizó un recorrido de 1.5 km². Este recorrido incluyó parte de las parcelas en la comunidad de Nuevo León así como parte de la finca Chajumpek. Durante este recorrido, se siguieron las brechas de la compañía petrolera así como brechas madereras. La parte de las parcelas se encontraba sembrada o bien, con crecimiento secundario no muy denso, lo que hizo su recorrido un tanto fácil.
En esta región, únicamente se localizaron dos sitios dentro de los límites del recorrido. El primero se localizó dentro de la parcela de Felipe López. Este se encuentra a 90 m al norte de la base de la montaña Nueve Cerros. Se observaron 9 montículos, el más grande midiendo 30 m de base y 2 m de altura (Figura 3). Las estructuras mayores (de 30 y 20 m de diámetro), mostraron piedras como parte de la construcción. Sin embargo, las menores parecen haber sido construidas únicamente con barro. Desafortunadamente la cerámica de la colección de superficie estaba muy erosionada y no pudo determinarse su ocupación.
El segundo sitio localizado dentro de los límites del recorrido en la base de la montaña Nueve Cerros se ubica en la parcela de Antonio De León. Este está a 800 m de la base norte de la montaña. El sitio se ubica sobre una elevación natural formando dos pequeñas plazas (Figura 4). Se encontraron cuatro plataformas alargadas de 60 m de largo por 20 m de ancho. Una plaza al oeste consiste en cuatro estructuras, una de 25 x 20 m de diámetro y una de 25 x 10 m de diámetro. Las otras dos estructuras midieron 20 m en su base. El material de construcción corresponde a piedra caliza con barro. El fechamiento del sitio es desconocido por la ausencia de material cerámico en la superficie.
Figura 3 Bosquejo del sitio Felipe López
Figura 4 Bosquejo del sitio Antonio De León
Adentro de la selva de la Finca Chajumpek no se observaron asentamientos obvios. Al decir obvios, me estoy refiriendo a que no se observaron montículos o elevaciones artificiales culturales. Es posible que al igual que en las partes claras elevadas naturales donde se observaron concentraciones de tiestos, aquellas adentro de la selva primaria hayan tenido una ocupación. Desafortunadamente, debido a la gran cantidad de deposición de hojas de los árboles y otra basura, esto no pudo comprobarse, aunque no se observaron rasgos culturales.
De acuerdo a lo observado durante el recorrido en la finca Chajumpek, el terreno es bastante quebrado, lo que no debió favorecer asentamientos humanos. Este terreno quebrado es del tipo kárstico y las partes bajas fueron excesivamente húmedas, algunas de las cuales aún mantenían agua desde la temporada lluviosa.
OTROS HALLAZGOS
Aprovechando que se tenía la oportunidad de estar en una región poco accesible, se decidieron registrar los sitios visibles. Entre los sitios localizados se encuentran: el casco de la finca Chajumpek, la revisión del sitio Chajumpek I, así como las Cuevas de Nuevo León y del Hix. Todos estos pertenecen a la región de la montaña Nueve Cerros.
Las cuevas fueron descubiertas por referencias de personas locales que señalaron su existencia. Obtuvimos un guía para que nos enseñara su localización y fuimos a visitarlas. Aunque la distancia entre el camino de la comunidad de Nuevo León hacia las cuevas no es muy largo, el acceso es bastante difícil pues se debe subir hasta la mitad de la montaña. Las cuevas están unos 200 m arriba de la base de la montaña Nueve Cerros, aproximadamente 1.2 km al sur del camino de Nuevo León. Después de subir las pendientes inclinadas, se llegó a la entrada de la cueva del Hix. Esta cueva, junto con la de Nuevo León, podría ser una misma y sólo tener diferentes entradas. Sin embargo, mientras no se hagan más trabajos, continuaremos denominándola de manera diferente.
En la cueva del Hix se observaron estalactitas y estalagmitas, a la vez de abundantes tiestos. Esta cueva es un poco estrecha en su entrada pero al continuar internándose en ella, se llega a una cámara más amplia y grande. Desafortunadamente no se llevaba el equipo necesario por lo que no se ingresó mucho.
Se hizo una colección de superficie de los tiestos y se encontraron tipos Pantano Impreso, Tinaja Rojo, Encanto Estriado y Subin Rojo. La cerámica corresponde al Clásico Tardío lo que refleja la época de ocupación de la misma. Existe un poco de saqueo en la cueva.
La cueva de Nuevo León se localizó unos 100 m más arriba de la del Hix. Esta tiene dos entradas. Una de ellas es bastante estrecha, mientras que la otra parece que estuvo sellada en tiempos antiguos. Desafortunadamente recientemente fue parcialmente abierta, aunque todavía se observa parte de la sección que fue cerrada. Esta entrada tiene una escalinata que parece haber sido trabajada en la piedra natural para hacer una entrada accesible. La misma pasa por dos cámaras pequeñas hasta llegar a una cámara de unos 30 m de altura. Nuestro recorrido llegó hasta aquí debido a la falta de equipo. En la entrada de esta cámara alta se encontró un pozo de saqueo el cual alcanzó una profundidad de 1 m. Es posible que el interior de la cueva fuera modificado en tiempos prehispánicos para acomodarla a los propósitos de los habitantes prehispánicos del área.
En la cámara alta se recuperó la mitad de una vasija del tipo Tumba Negro sobre Naranja. Ejemplos similares han sido encontrados en Altar de Sacrificios, Ceibal y Uaxactun. Este tipo de cerámica tiene pasta Naranja Fina y es diagnóstica del Clásico Terminal. Otros tipos cerámicos recuperados en la recolección incluyen Encanto Estriado, Pantano Impreso, Poite Inciso y Tres Naciones Gris. Todos estos tipos son comunes en sitios de la región del Petexbatun y los ejemplos de la cueva son idénticos a los del Petexbatun (A. Foias, comunicación personal 1993).
La presencia de cuevas en la región es común. Tenemos referencia de otra cueva en la comunidad de Pie del Cerro (unos 2 km al este de Nuevo León), donde se mencionó que los shamanes realizan rituales una vez al año. Esta cueva no fue visitada. Las cuevas en la montaña de Nueve Cerros pueden pertenecer a un mismo sistema, que si mide el largo de la montaña alcanzaría los 10 km. Unicamente exploraciones más extensas y enfocadas en este lugar podrán descubrir la verdadera extensión de las cuevas.
En la región de Chisec, las investigaciones de los franceses descubrieron una red de cuevas que alcanzó los 17 km de largo (Deboutteville y Juberthie 1975; Carot 1989). Posteriormente y en conjunto con el proyecto de Salinas de los Nueve Cerros, Pope y Sibberensen (1981) realizaron investigaciones en las cuevas de Candelaria, Chisec y Yalpemech. Los resultados de estas investigaciones señalan que las cuevas no fueron utilizadas como lugares de ocupación permanente. La primera evidencia de actividades humanas en las cuevas data del Preclásico, la cual parece haber sido mínima. Durante el Clásico Temprano se encuentran grandes cantidades de cerámica policroma, las cuales parecen tener una función ceremonial (Pope y Sibberensen 1981:53). Es posible que esta cerámica tuviera una función de ofrenda ritual. Posteriormente, durante el Clásico Tardío, se observa la construcción de ciertos rasgos arquitectónicos adentro de las cuevas. Esto podría sugerir cierto tipo de uso un poco más constante y permanente que las observadas en períodos anteriores.
De acuerdo a investigaciones en otras cuevas del área Maya, Brady (1992:7) menciona que las cuevas fueron reservadas para actividades rituales, ya que generalmente están asociadas al inframundo. Hoy en día, algunos grupos Q’eqchi’ relacionan las cuevas con aspectos de fertilidad (Becker-Donner 1976). Sólo estudios más amplios podrán contribuir a la explicación de la función de las cuevas de la montaña Nueve Cerros.
Además de los sitios en los alrededores del recorrido de la montaña Nueve Cerros, se encontraron otros a orillas o en cercanías del río Icbolay, cerca de la comunidad de San José. El hallazgo de estos sitios permitió agrandar el registro arqueológico del departamento de Alta Verapaz y del municipio de Cobán.
BREVES OBSERVACIONES SOBRE PATRÓN DE ASENTAMIENTO
Un rasgo común en esta área es aquel de asentamientos sobre elevaciones naturales. Algunas veces, estas elevaciones tenían tiestos encima, sin observarse una estructura clara. Thompson (1970), Shook y Smith (1950) y Laporte y Torres (1992) señalan que en la región de Belice, Poptun y Dolores, la multitud de cerros de origen kárstico incidieron directamente en la forma del asentamiento prehispánico. Posiblemente estas elevaciones naturales sirvieron como viviendas domésticas, sin requerir mayor construcción. Las mismas se aprovechaban pues las partes bajas eran muy húmedas. Un ejemplo de los asentamientos sobre áreas elevadas se ilustra con la casa de Inocente Choc. Aunque esta parte no estaba incluida en el área a recorrerse, se aprovechó la oportunidad de la estancia en el lugar para observarla. En este caso, la parte cultural sobre la elevación natural consiste en un montículo de 30 m de diámetro y una altura de 1 m. Los tiestos recuperados en el lugar corresponden a los tipos Atzam Rojo de Salinas de los Nueve Cerros (Dillon, Pope y Love 1988), Encanto Estriado de Ceibal (Sabloff 1975) y Altar de Sacrificios (Adams 1971).
La presencia de centros ceremoniales fue escasa. Es posible que como sugiere Arnauld (1986) para los centros del suroccidente de Alta Verapaz, ningún centro llegó a dominar a los demás. Otra posibilidad es que todos los sitios hayan estado bajo el dominio de Salinas de los Nueve Cerros, o bien que hacia finales del Clásico Tardío la región del Petexbatun tenía cierto control sobre esta área. Esta última idea es factible si consideramos las características escultóricas y cerámicas casi idénticas en ambas regiones para finales del período Clásico.
VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE LA ARQUEOLOGÍA DE RESCATE
El tipo de trabajo practicado en este reconocimiento es parte de un nueva corriente en la arqueología guatemalteca. El mismo proporciona ciertas ventajas y desventajas. Las ventajas que pudieron observarse con esta experiencia incluyen un registro más extenso de los asentamientos del municipio de Cobán, departamento de Alta Verapaz, a la vez de poder observar que se están realizando saqueos en algunos sitios.
Desafortunadamente, por la naturaleza del recorrido realizado, la información recuperada únicamente proporciona datos aislados. La región tiene una importancia arqueológica grande. La presencia de un sitio como Salinas de los Nueve Cerros muestra la relevancia que aquella región debió tener en tiempos prehispánicos. Sin embargo, no se tiene un estudio regional para conocer el patrón de asentamiento de aquel sitio, así como el papel que el mismo jugó como frontera entre las Tierras Altas y Tierras Bajas.
Aunque en los alrededores de la montaña Nueve Cerros no se observó mucho saqueo, se sabe que en lugares más accesibles de la región existe un saqueo intenso. Es urgente poder recuperar información de aquella región. Si este proyecto hubiera tenido una perspectiva más amplia, se habría podido realizar un registro más sistemático. En el lugar existe la necesidad de un proyecto regional con preguntas científicas más extensas y no sólo un recorrido para liberar las áreas a trabajarse por la petrolera. Lo limitado del recorrido no permitía la formulación de preguntas más amplias con un enfoque científico. Se recomienda que se hagan recorridos sistemáticos de las regiones a liberar y no sólo caminamientos de las áreas específicas. Estos deben involucrar un sistema de muestreo. Aunque no se realicen investigaciones extensas que involucren excavaciones y restauración de estructuras, los recorridos sistemáticos pueden brindar una amplitud en el conocimiento de los patrones de asentamiento así como en la reconstrucción del pasado del lugar. Estos a su vez, mostrarán nuevamente la riqueza de nuestro patrimonio cultural y la urgencia de su conservación y protección.
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