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Dunham, Peter S. y Keith M. Prufer
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EN LA CUMBRE DEL CLÁSICO:
DESCUBRIMIENTOS RECIENTES EN LA MONTAÑA MAYA EN EL SUR DE BELICE
Peter S. Dunham
Keith M. Prufer
Con su núcleo volcánico y faldas carbonatadas, la Montaña Maya se extiende desde el Distrito Stann Creek en Belice hasta el sureste del Departamento de Petén en Guatemala. Relativamente baja, pero muy quebrada y remota, ha permanecido entre las regiones arqueológicas menos conocidas en el área Maya. Sin embargo, durante los últimos años ha sido el enfoque de dos proyectos arqueológicos importantes: el del Atlas Arqueológico de Guatemala en Petén y el Proyecto Arqueológico de la Montaña Maya (MMAP), en el sur de Belice.
Desde su inicio en 1992, el MMAP se ha concentrado en una meta principal: documentar la explotación e intercambio de recursos montañosos de la zona e iluminar su papel en el desarrollo Maya. Se ha producido una multitud de hallazgos significantes, tanto en la geología y biología como en la arqueología, y tanto en las cavernas como en la superficie. Aquí resumimos las operaciones mayores y los resultados preliminares de las seis temporadas terminadas, sobretodo de la primera etapa, la fase de reconocimiento (los estudios intensivos apenas han empezado). Comenzamos con el marco teórico de la investigación.
LA EXPLOTACIÓN EN EL INTERCAMBIO DE RECURSOS
El objetivo mayor del MMAP es investigar la contribución del intercambio de corta distancia y de la producción no intensiva en el surgimiento y el declive de la complejidad cultural, específicamente dentro de la civilización Maya del periodo Clásico (250-900 DC). La mayoría de las investigaciones de comercio y producción compleja subrayan el intercambio de larga distancia y la producción centralizada e intensiva. Los modelos y datos más recientes llaman la atención a las interacciones de corta distancia y a la organización extensiva. El MMAP se dedica a explorar el significado de esta visión para los Mayas antiguos de las Tierras Bajas.
A propósito, hay dos perspectivas en cuanto al papel desempeñado por el intercambio en el desarrollo de la complejidad cultural. Hodder y Orton (1976) observan que bajo un punto de vista «exógeno», las formaciones complejas se basan en los ingresos generados por el comercio externo y de larga distancia. En el punto de vista «endógeno» se fundan en el intercambio interno de corta distancia. Muchas de las teorías que tratan del colapso de sistemas complejos lo atribuyen a la interrupción de tales redes de intercambio. Así que los modelos económicos que explican el surgimiento y el declive de la complejidad se dividen, por lo general, entre los que enfatizan el comercio distante y los que acentúan el intercambio cercano.
La mayoría de las explicaciones tradicionales es exógena y se concentra en el comercio externo y distante. El comercio exótico domina el volumen clásico de Sabloff y Lamberg-Karlovsky (1975) sobre el comercio prehistórico. También es un tema central en el análisis de Polanyi (1975). Renfrew (1975) nota que sirve como un vehículo para el desarrollo de formaciones secundarias y la difusión de la complejidad. En Mesoamérica, es el gran mecanismo del modelo del «puerto de intercambio» de Chapman (1957) y el modelo del «sistema mundial» de Blanton y Feinman (1984). Marcus (1983:477) nota que aun «los mayistas han dependido del intercambio distante más que en ningún otro». Es la base del modelo «núcleo-periferia» de Rathje (1971) y de muchos más, por ejemplo Andrews (1990), Sabloff (1990) y Willey 1986).
Sin embargo, otra visión está emergiendo. Maisels (1990) ha propuesto que esta fijación con el comercio distante se inspira en nuestra propia experiencia mercantil. Se puede examinar también el intercambio de corta distancia. En sus modelos de «interacción agrupada» y «entidades políticas equivalentes,» Price (1977) y Renfrew (1986) anotan que el intercambio interno y cercano puede estimular la evolución compleja dentro de sistemas compuestos de múltiples entidades, como en las redes de ciudades-estados. Se encuentra la misma idea dentro del modelo del «estado segmentario» de Southall (1956, 1988), el cual ya muchos aplican a lo Maya (Demarest 1992; Dunham 1990). Uno de los temas principales para el MMAP es la importancia del intercambio interno y de corta distancia en el desarrollo Maya.
Otra meta del MMAP es dilucidar la organización de la producción Maya. Potter y King (1995) han observado que los estudios de producción en el área Maya suelen enfocarse en la explotación y fabricación centralizada e intensiva y en cómo sostienen la complejidad. Notan que la producción dispersa y extensiva también puede contribuir a los procesos de evolución cultural. Prefieren el modelo de «heterarquía» en el cual la organización extensiva y no centralizada juega un papel prominente. Este punto de vista es compatible con la visión multipartidaria de la economía política que toma el MMAP al observar tanto la producción dispersa y extensiva entre los Mayas, así como el intercambio interno de corta distancia.
LA MONTAÑA MAYA
La Montaña Maya representa un laboratorio ideal para investigar el intercambio cercano y la producción extensiva de los Mayas. Es la única sierra mayor en las Tierras Bajas Mayas y ofrece un panorama amplio de recursos naturales, de índole biológico y mineral. Justo en el margen sureste del núcleo central Maya, es una fuente próxima de muchas materias primas utilizadas por los Mayas. Allí se puede estudiar el intercambio interno de recursos y productos montañosos. Además, hay alta probabilidad de encontrar sitios de producción y, por lo tanto, restos de producción dispersa.
La Montaña Maya corre por unos 150 km en rumbo este-noreste a oeste-suroeste, desde el Distrito Stann Creek en Belice hasta el sureste del Departamento de Petén en Guatemala. La cordillera central cae principalmente en Belice; divide el Distrito Cayo de Toledo. Mide 75 km de anchura máxima y alcanza solo 1100 m de altura. Aunque no sea tan extensa, el terreno es difícil al ser muy quebrado. Su núcleo volcánico forma una loma muy precipitada, rodeada por una falda kárstica de piedra caliza muy erosionada. Hay muchos siguanes y cavernas. Algunas de las grutas sobresalen entre las más grandes del mundo. Hay varios ríos, pero la mayoría corre debajo del suelo durante la época seca.
Históricamente, se ha visto la Montaña Maya como un yermo despoblado. Lejos de los grandes centros de población, sin habitación ninguna, carece de recursos naturales de valor comercial y de uso moderno. Desde el siglo XIX ha sostenido una industria de leña y chicle, pero la distancia y la topografía la han limitado. Ha habido varios reconocimientos para productos minerales sin producir una extracción mayor. La actividad principal siempre ha sido la caza, de parte de los residentes de los pueblos circundantes. Los arqueólogos han prolongado esta visión hacia el pasado. Según Hammond (1975:105), se ha visto «como un territorio de caza y recolección, con asentamiento permanente impedido por suelos pobres, elevación y terreno expuesto».
No obstante, en los últimos años, algunos arqueólogos han cambiado su percepción de la Montaña Maya. Ya no insisten en percibirla como un vacío natural y cultural. Ya lo aprecian como una zona importante para obtener y procesar recursos que eran críticos para los Mayas. Hammond (1981:177) opinó que era «una región rica en recursos minerales [y que] el estudio arqueológico de este área y los asentamientos permanentes o temporales que existieron ahí se ha atrasado demasiado». Graham (1987, 1994) ha escrito sobre sus altas posibilidades minerales y su significado potencial para el comercio Maya. Comprobó (Shipley y Graham 1987) que varias piedras de moler de Uaxactun y Ceibal se originaron en los yacimientos de granito de la Montaña Maya.
La Montaña Maya es la mayor fuente de recursos montañosos en las Tierras Bajas. Cuenta con las alturas más elevadas de la zona. Contiene los únicos yacimientos y suelos volcánicos en un mundo calizo. La lluvia anual es mayor que en cualquier otro lugar en la región. Sus cumbres gozan de las menores temperaturas en el área. Con estas condiciones distintas, la Montaña Maya sostiene plantas y animales que no ocurren en otros ambientes vecinos. De sus bosques de pinos hasta sus bosques nublados, ofrece muchos recursos minerales, botánicos y zoológicos que no se encuentran en el resto de las Tierras Bajas.
ACTIVIDADES PREVIAS EN LA MONTAÑA MAYA
Se han llevado a cabo muy pocos estudios anteriores de cualquier naturaleza en la Montaña Maya de Belice. La mayoría de la gente que ha penetrado la región hasta la fecha son cazadores, leñadores y chicleros, no científicos. Algunos geólogos y biólogos han conducido reconocimientos preliminares en ciertas partes de la zona, pero nadie ha investigado sistemáticamente y en una forma sostenida los rasgos naturales y culturales del área. El MMAP representa la primera exploración arqueológica formal enfocada específicamente a la Montaña Maya beliceña.
La exploración de la sección sur de la Montaña Maya ha sido muy informal y ha ocurrido en muchas etapas sueltas. Comenzó con la explotación cazadora, forestal y chiclera que floreció en los mediados del siglo XX. Los levantamientos geológicos empezaron el los 1920s con los estudios de Ower (1927), Dixon (1956) y Wright et al. (1959) y culminaron en los 1970s con los reconocimientos de Bateson y Hall (1977) y del Anschutz Corporation (Cole 1978). Las investigaciones biológicas no se iniciaron hasta los 1980s. Las expediciones principales incluyen Brokaw y Lloyd-Evans (1987), Matola (1991), Parker et al. (1993) e Iremonger y Sayre (1994).
Estos esfuerzos señalaron la alta potencia prehistórica de recursos en la sierra sureña, pero no produjeron muchos descubrimientos arqueológicos. Los cazadores, leñadores y chicleros solo registraron cinco sitios: el sitio Pearce y un centro menor en la cuenca South Stann Creek del Cockscomb, algunos restos cerca de Esperanza en el río Central (Thompson 1930) y dos localidades en Sand Creek y la Quebrada de Oro (Hammond 1975). Los levantamientos geológicos resultaron en dos sitios más: un centro en la cabecera del Bladen (Wright et al. 1959) y unos montículos cerca de Edwards Central. Los espeleólogos encontraron yacimientos subterráneos (Miller 1996; Williams 1992), pero las penetraciones biológicas no agregaron mucho. En total, había siete sitios en la superficie.
La gran mayoría de las investigaciones arqueológicas pertinentes se ha llevado a cabo en las regiones colindantes. Graham (1994) y MacKinnon y Olson (1993) condujeron operaciones preliminares en los sitios de las colinas al pie de la Montaña en el Distrito Stann Creek. De igual manera, el Museo Británico (Gruning 1930; Joyce 1926, 1929; Joyce et al. 1927, 1928), Hammond (1975) y Leventhal (1990) se enfocaron en las partes inferiores de la cordillera en el Distrito Toledo. Laporte y otros (1994) han trabajado en la sierra adyacente en Petén. Ha habido hallazgos importantes en la ladera norteña de la cordillera, como en Las Cuevas (Digby 1958) y Petroglyph Cave (Reents-Budet y MacLeod s.f.), pero el único programa mayor ha sido el Proyecto Caracol (Chase y Chase 1987).
Son muy pocos los arqueólogos que llegaron anteriormente al interior del sur de la montaña. Joyce visitó el sitio Pearce y un centro menor en el ramal Sittee del Cockscomb. Graham (1994) buscó el sitio Pearce sin conseguirlo. Gundy y McNatt (1984) visitaron el centro menor en el ramal Sittee, también nombrado como Cuchil Balum. MacKinnon (1991) visitó Quebrada de Oro y Walters (MacKinnon 1989) los sitios Lagarto y Danto en la sección media del Swasey. Walters (1989) también investigó docenas de cuevas en el Deep River y Río Grande. Sus socios (Schaefer y Cobb 1989) volvieron a encontrar los restos de Edwards Central y los nombraron Col Xul. Nunca ha habido una investigación mayor en la falda sur de la sierra.
EL MMAP Y SUS RESULTADOS PRINCIPALES
Careciendo de datos básicos, organizamos el MMAP en dos fases. La primera fue un reconocimiento explorador. Su meta principal fue identificar y localizar los recursos primarios y los sitios que los explotaban e intercambiaban. La segunda etapa fue más intensiva. Nos enfocamos en los hallazgos mayores de la primera fase y los estudiamos en detalle. La primera fase comenzó en 1992 y sigue vigente. La segunda comenzó en 1996. En 1997, concluimos la sexta temporada. Hemos trabajado en la mayoría del área, desde las dos cuencas del Cockscomb (South Stann Creek y Swasey) y los tres ramales del Monkey River (Swasey, Trío y Bladen) hasta el Deep River y la cabecera del río Grande (el río Central o Esperanza y el Snake Creek). Además, reconocimos el Unión Camp y la parte superior del río Machaquila.
Hemos documentado una base impresionante de recursos. Por ejemplo, el Cockscomb, los mediados del Swasey, el Bladen y Snake Creek contienen granito, pórfido y materias metavolcánicas para las piedras de moler. Existen yacimientos masivos de hematita, goethita, limonita y óxido de manganeso para los pigmentos rojos, anaranjados, amarillos y negros en el Trío, Bladen, Snake Creek y Central/Esperanza. Hay pirita para los espejos e incrustaciones en el Deep River y Snake Creek. Arcillas superiores para la cerámica ocurren en muchas cuevas. Los suelos montañosos favorecen al cacao y hay concentraciones que parecen ser restos de dos huertos en la cabecera del Monkey River. Su diversidad es tan pronunciada que puede ser que el área represente un centro de experimentación o domesticación para el cacao.
Nuestras investigaciones han rendido una docena de sitios más (Figura 1). Encontramos Xa’ayilha en la confluencia del Swasey en la cuenca del Cockscomb; Ruina Carolina en el medio del cañón del Trío y Ruina Martín y Papayal en la parte inferior del Trío; Tiampiha en las llanuras del Bladen y RHF, Ek Xux, Muklebal Tzul, Re Selipan y Sa’ach’olil en los cañones tributarios del Bladen y la cabecera de Snake Creek; Tzimin Che en Deep River y K’antulai cerca del río Central/Esperanza. Logramos hallar de nuevo el sitio Pearce y visitar Cuchil Balum (¿Huntul Mo’?) en la cuenca South Stann Creek del Cockscomb, Quebrada de Oro, Sand Creek, Doce Millas y Chac Bolai, la ruina del Central/Esperanza. Sacamos mapas de todas. Acabamos de empezar con excavaciones cronológicas en Ek Xux y Muklebal Tzul en la cabecera del Bladen.
Las ubicaciones de estos sitios son ideales para la explotación y el intercambio de recursos. El sitio Pearce y Xa’ayilha en las confluencias del South Stann Creek y el Swasey y la Ruina Martín, Papayal y Tiampiha en las llanuras del Trío y el Bladen ocupan locales perfectos para intercambiar recursos entre la montaña y la costa. Cuchil Balum en el ramal Sittee, Ruina Carolina en el cañón medio del Trío; Quebrada de Oro, RHF, Ek Xux, Muklebal Tzul, Re Selipan y Sa’ach’olil en los cañones tributarios del Bladen y la cabecera de Snake Creek; y Chac Bolai en Central/Esperanza, eran centros de explotación. Maximizan acceso a los recursos minerales y bióticos, agua permanente, terreno llano y seco y suelos agrícolas. Sin duda, había cadenas y redes de explotación e intercambio de recursos a lo largo de los ríos.
Los reconocimientos de superficie han divulgado evidencias de tres locales de producción en dos de los sitios. Un pozo de saqueo cavado en el montículo principal de Tzimin Che contuvo cantidades de cubos de pirita de hasta 2 cm. La pirita erosiona antes que la matriz de filita, así que los cristales tuvieron que ser extraídos de la roca materna, probablemente para espejos compuestos y mosaicos. Otro pozo de saqueo en un montículo residencial de la Ruina Martín expuso una capa de astillas de cuarzo, quizá desperdiciadas de la fabricación de puntas de proyectiles. El núcleo central de la Ruina Martín está cubierto de ripio metavolcánico, tal vez de la preparación de piedras de moler.
OTROS DESCUBRIMIENTOS DEL MMAP
Mientras llevamos a cabo los estudios de recursos del MMAP, también hicimos hallazgos importantes en otros campos. Por ejemplo, un vecino nos dio una punta de proyectil Paleoindia que había encontrado en su jardín en las afueras de Big Falls. Tiene estrías en ambos lados, como las puntas más antiguas de América del Norte, con una base en forma de cola de pez, como las más tempranas de América del Sur. Representa una clase intermedia, un tipo transicional. Se la había vuelto a afilar, pero su forma original tenía que haber parecido las puntas paleoindias de Madden Lake en Panamá. Se fecha hace 10,000 años o más.
También montamos un reconocimiento de cuevas, por si acaso nuestras actividades inspiraran saqueadores. Hemos recubierto muchos restos orgánicos. Cerca de Muklebal Tzul, encontramos un banco de madera de 1.5 m de largo, acompañado de varios bastones y una antorcha, pudo haber servido de altar. En la gruta Bats’ub/25 Flight, próxima a Unión Camp, hallamos un taburete de madera, una ofrenda de cinco habas de cacao, una mazorca de maíz y muchos granos de copal, así como una vasija policroma del Clásico Temprano con pestaña en la base. Los análisis de radiocarbono apuntan hacia 300 DC. También había dos esqueletos enterrados ahí, uno descabezado. Planteamos (Prufer y Dunham s.f.) la posibilidad de que era un brujo.
Hemos descubierto varias vasijas interesantes en las cuevas. En el valle superior del Snake Creek, encontramos una olla trípode con borde evertido y la cabeza de un ave esculpida en su hombro. En el exterior está pintado con colores terrosos el cuerpo del ave en un estilo Mixteco. Obviamente, se fecha para el final del Postclásico. La forma es Maya, pero la decoración es cosmopolita. El ave parece ser el pavo ocelado. En la cabecera del Bladen, hallamos una olla con cuello prolongado y vertical; hay dos asas y una apertura en el cuerpo globular que forma la boca de una cara felina, quizá de jaguar, modelada en el exterior. La apertura impide su función de recipiente, así que creemos que era un tambor cerámico.
En el medio del cañón Bladen, junto a Teakettle Camp, documentamos una cámara pintada. Tiene varios pictograbados arreglados en un arco alrededor de la entrada. Realizadas con pigmento negro, tal vez carbón, hay cuatro imágenes primarias. Una representa un animal sobrenatural con características saurias. Hay dos caras antropomorfas de perfil mirando hacia la izquierda, una con tocado y otra con lo que parece ser ojos pendientes encima del cráneo. La cuarta es un diseño abstracto (Stone 1995). Pensamos que son motivos del inframundo. Las bestias saurias se asocian con la tierra y las caras pueden ser retratos de algunos dioses del inframundo, quizá A, D o N. Solo hay unas 25 cuevas pintadas en el área Maya.
Lagarto resultó ser un sitio muy raro con un juego de monumentos aún más raros. Ubicado en los mediados del Swasey, consiste únicamente en cinco montículos, el más grande solo de 3.50 m de altura. No forman una plaza formal. Se distribuyen a lo largo de la ribera del río. Hay trece monumentos de granito y filita. Uno es largo y estrecho y parece una estela en la tradición «aguja» de Stann Creek (Graham 1994). Yace encima de una plataforma habitacional. Los otros doce son tabletas monolíticas arregladas en un patrón sub-rectangular en la esquina suroeste del montículo principal. Ocho carecen de decoración. Cuatro se adornan con petroglifos, tres con el patolli y uno con un «círculo atravesado». Lagarto permite especular sobre la etnicidad, categoría o fechamiento de sus habitantes.
INTERPRETACIONES
Apenas hemos lanzado investigaciones cronológicas, pero casi todos los datos que hemos recolectado hasta la actualidad sugieren que la gran mayoría de nuestros hallazgos se fechan para el Clásico Tardío y el Clásico Terminal. Las plantas de los sitios, con sus plazas colindantes y ejes-calzadas y la mayor porción de la cerámica está de acuerdo con un florecimiento y una ocupación final entre 700 y 900 DC. Algunos de los depósitos en las cuevas se fechan para el Clásico Temprano o el Postclásico, pero aparentemente representan una minoría de la actividad en el área. El balance de la presencia parece fecharse para el final del Clásico, un fechamiento que puede tener varios significados para el desarrollo de la región y su papel más amplio.
Puede ser que haya restos tempranos ocultos por los materiales del final del Clásico, pero parece que no había muchas comunidades tempranas o que no eran muy grandes. Solo unos cuantos sitios tienen construcciones que superan 4 ó 5 m de elevación. Los restos posteriores no pueden esconder extensivos yacimientos anteriores. Entonces, la población natural o la penetración externa permanente de la región no eran muy pronunciadas al principio. Si funcionara como una zona de obtención para materias primas, el consumo no pudo haber sido tan grande al comienzo del Clásico. Una menor población natural o partidas temporales de adquisición bastaban para procurar suficiente y no dejaron muchas huellas.
Es posible que la Montaña Maya sostuviera una etnicidad un poco compleja. Su topografía tan quebrada podía haber aislado los habitantes originales, fomentando una identidad aparte. Un sitio como Lagarto puede representar una comunidad distanciada de la estética del área central de los Mayas. Algunos centros, como Quebrada de Oro, RHF y Ek Xux con sus calzadas, estelas, aguadas y juegos de pelota, reflejan una presencia sumamente Maya. Otros, como Ruina Martín, combinan rasgos Mayas con características de naturaleza indefinida. Pueden constituir comunidades mezcladas, a veces con un predominio Maya.
Se puede interpretar el apogeo tardío en dos formas. Por un lado, puede ser que el crecimiento en varias áreas del mundo Maya durante la época Clásica estimulara más demanda para los recursos de la Montaña Maya y provocara el aumento de la población montañosa. No obstante, la multiplicación y el desarrollo evidentemente rápido de los sitios montañosos parecen indicar algo más que un crecimiento interno. Así que por otro lado puede ser que los centros montañosos se multiplicaran y aumentaran gracias a una infusión demográfica de las áreas adyacentes. Tal vez mientras los centros circundantes declinaban, algunos segmentos se aprovecharan de las oportunidades montañosas para extender la habitación.
La Montaña Maya pudo haber vuelto a servir como refugio durante el Postclásico. El terreno tan difícil podía haber aislado los sitios montañosos de algunos efectos del declive general que afectaba el sistema en aquel tiempo. La base de recursos podía haber seguido sosteniendo una población y atrayendo gente refugiada del declive en otras partes. La importancia espiritual de sus cuevas y montañas podía haber resultado muy atractiva en momento de crisis. Graham (1994) propuso que había una presencia durante el Postclásico en Stann Creek. Es concebible que hubiera una ocupación parecida y aun relacionada en todo el área. Los materiales Postclásicos conocidos pueden constituir restos de tales actividades o de visitas temporales del exterior.
CONCLUSIONES
Al final, nuestros esfuerzos en la Montaña Maya beliceña sostienen dos conclusiones mayores. Primero, al contrario de las impresiones anteriores, había mucha habitación en la cordillera. Segundo, la ocupación de la sierra se empeñó en la explotación y el intercambio de recursos montañosos. Se espera los resultados de nuestros estudios intensivos para aclarar el papel de la explotación extensiva y el intercambio cercano en el desarrollo Maya. Mientras tanto, puede valer la pena considerar la hipótesis de que los sitios vecinos en Guatemala se beneficiaran y contribuyeran al mismo sistema de explotación e intercambio.
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Figura 1