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28 Rasgos funerarios y evolución cultural en la Costa Central del Pacifico de Guatemala – José Vicente Genovez – Simposio 11, Año 1997

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Genovez, José Vicente

1998        Rasgos funerarios y evolución cultural en la Costa Central del Pacifico de Guatemala. En XI Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1997 (editado por J.P. Laporte y H. Escobedo), pp.492-511. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).

28

RASGOS FUNERARIOS Y EVOLUCIÓN CULTURAL

EN LA COSTA CENTRAL DEL PACÍFICO DE GUATEMALA

José Vicente Genovez

Los restos óseos humanos, con frecuencia, forman parte del conjunto de materiales recuperados en una excavación arqueológica. Constituyen, como tales, la evidencia más directa de una población desaparecida que habitó un lugar durante cierto periodo. Por lo tanto, el estudio de los mismos, incluyendo su contexto particular (como entierro) y general (como rasgo dentro de un sitio), permite aproximarse a la sociedad que representan.

Los entierros pueden proporcionar abundante información acerca de las sociedades del pasado y ninguna reconstrucción social puede considerarse completa sin un examen de estos rasgos, que ofrecen datos sobre estructura física y salud (Brothwell 1987:7), estructura social (Wright 1993:152), o implicaciones tecnológico-económicas y políticas (Ruz 1968:169).

Algo de esta información quiso ser recuperada con el estudio del lote funerario de Los Chatos-Manantial, puesto a la vista por medio de las actividades de reconocimiento y excavación que el Proyecto Arqueológico Regional Costa Sur desarrollara en el sector este de la zona La Gomera-Sipacate, Escuintla. Bajo la dirección del Dr. Frederick J. Bove, el trabajo fue realizado entre noviembre de 1991 y marzo de 1992, con la participación de profesionales y estudiantes de la Universidad de San Carlos, así como de estudiantes de la Universidad del Valle de Guatemala.

Los entierros -un total de veinte- han sido adscritos a un amplio espacio temporal entre los periodos Formativo Tardío y Clásico Tardío, es decir, en un marco temporal de aproximadamente 1300 años, entre 300 AC y 1000 DC, donde la mayoría de ellos pertenecen a los últimos dos tercios del Clásico (Figura 1).

El hallazgo de un buen número de esqueletos dentro de vasijas cerámicas ha sido uno de los aspectos motivantes para fijar la atención en dicho conjunto funerario. De especial interés son los entierros primarios (con aceptable relación anatómica entre sus partes) de adultos y subadultos avanzados dentro de grandes urnas de barro, en buenos contextos fechados.

Se ha manejado, durante muchos años, que una modalidad funeraria con las características antes mencionadas es típica del Clásico Tardío (después de 550 DC) en la región. Después de estudiar los entierros de Los Chatos-Manantial se ha podido advertir, sin embargo, que tal forma de enterramiento fue adoptada mucho más temprano por los pobladores locales.

UBICACIÓN Y ASPECTOS FISIOGRÁFICOS DEL MEDIO

Escuintla, frente a las costas del Pacífico (Figura 2) y con una extensión mayor a los 4300 km², se divide en una zona litoral o de planicie y en otra de declive. La zona arqueológica nuclear de Los Chatos-Manantial se encuentra en la planicie del Pacífico y presenta elevaciones que varían entre los 10 y los 20 m SNM (Simmons et al. 1959:297-298, citado por Carpio 1989:12).

La hidrografía está determinada por ríos de curso corto que desembocan en el Pacífico, de cauce reducido y caudal mediano o pequeño, pero que irrigan uno de los suelos más ricos del país en los ramos de agricultura y ganadería (Carpio 1989:13). La zona de La Gomera-Sipacate, marco físico de esta investigación, es irrigada por los ríos Seco y La Gomera, cuyos cursos han sido alterados en algunos sectores por los finqueros locales, para aprovechar las aguas en extensos regadíos (Genovez 1993:366).

La zona nuclear de Los Chatos-Manantial está incluida en una extensa área arqueológica de aproximadamente 100 km², al sur del departamento de Escuintla, entre las poblaciones actuales de La Gomera y Sipacate, desde puntos muy cercanos a las playas del Pacífico, hasta aproximadamente 18 km al norte, conteniendo sitios de grandes proporciones y compleja arquitectura. Este núcleo de sitios, conformado básicamente por Los Chatos-Montana, Manantial y Loma Linda, se encuentran en terrenos de las fincas Texas, Montana, Manantial y Loma Linda, kilómetros 121-126 carretera a Sipacate; el sector sur de Los Chatos-Montana se encuentra en terrenos del Parcelamiento Agrario Los Chatos. Los sitios, pues, fueron bautizados con los nombres de las fincas y el parcelamiento que les contienen.

SITIOS ARQUEOLÓGICOS

Dentro del núcleo de Los Chatos-Manantial, los grupos de Texas y Montana están separados de Manantial Central aproximadamente 1.5 km hacia el sur. De éste y en la misma dirección, Los Chatos dista 2 km, mientras que a 5 km al suroeste se encuentra Paraíso (Figura 3). Este último es un sitio secundario a la zona nuclear, aunque tiene grandes estructuras sobre una extensa y masiva plataforma, en cuyas excavaciones se registraron interesantes datos sobre entierros asignados al Clásico (Genovez 1997:12).

El grupo de Los Chatos (Figura 4) posee también una plataforma sumamente grande alrededor de la cual existen significativos montículos residenciales de élite, donde fueron excavados entierros fechados para el Formativo Terminal y el periodo Clásico. Hacia el norte, una extensa plataforma alargada de más de 300 m une a este sitio (o grupo) con Montana (Figura 5), específicamente con una impresionante construcción de planta cuadrada de más de 100 m por lado en la base, que sostiene una estructura piramidal, formando -juntas- quizá el más alto edificio prehispánico en toda la Costa Sur de Guatemala, pues alcanza una elevación de 27 m y que se encuentra circundada por no menos imponentes plataformas alargadas y otras estructuras, incluyendo un patio para el juego de pelota en su lado oeste (Genovez 1997:13).

Manantial Central (Figura 6) está conformado por unas treinta o treinta y cinco estructuras de tamaños y plantas diversas, entre las que sobresalen sus grandes plataformas alargadas, la Pirámide Este (de unos 8 m de altura) y el patio para juego de pelota en el sector norte. En las periferias fueron reconocidas más de 120 estructuras, entre unidades domésticas y plataformas alargadas de grandes dimensiones con función todavía desconocida y que, en excavaciones, las primeras aportaron más información sobre contextos funerarios, sobre todo para el Clásico Medio y Tardío.

RASGOS FUNERARIOS

De los veinte entierros conocidos en Los Chatos-Manantial, seis fueron registrados en El Paraíso, cinco en Los Chatos y nueve en Manantial. Todos los entierros en Paraíso están asociados al sector este-central de su gran plataforma basal, entre las Estructuras 2 y 10 hacia el norte y las Estructuras 4 y 9 en el sur (Figura 3, parte derecha y central). Estos fueron descubiertos casualmente al efectuarse trabajos de drenaje para infraestructura de la ranchería que se ubica prácticamente sobre el sitio. Presentaron pésimo estado de conservación, además de que fueron dañados durante el zanjeo.

En Los Chatos, el Entierro 1 estuvo asociado al sector sur-este de la plataforma basal, Plataforma Mayor o Estructura 1 del sitio (Figura 4); fue descubierto por medio de las operaciones 490701-10/11. Los Entierros 2, 3 y 4 (este último en urna, Figura 7) fueron excavados en las operaciones 490701-14 y 490701-18, realizadas en la Estructura 3, asociados a complicados contextos residenciales de élite, básicamente del Clásico Medio. El Entierro 5 (múltiple), observado en la Operación 490701-13a, se rescató de un estrato freático en niveles profundos de la Estructura 2, correspondiendo al Formativo Terminal, también en contexto residencial de élite.

En el sitio más excavado -Manantial- los entierros fueron más numerosos (nueve). El Entierro 1 fue prácticamente extraído del lecho del Río Seco en el sector este del sitio durante una recolección de superficie, en un área que sugiere ocupación residencial de élite por la cercanía con las grandes estructuras (menos de 200 m) y la gran variedad de materiales asociados. Consiste en el esqueleto de un recién nacido dentro de un cuenco trípode Clásico Medio/Tardío. En la misma zona y en las operaciones Mal 23-05 y Mal 27-05 se registraron los Entierros 6, 7 y 9, el segundo de ellos en urna, quizá de los más curiosos e interesantes (Figura 8).

Los Entierros 2 y 3 de Manantial (Clásico Tardío y Clásico Temprano, respectivamente) fueron descubiertos en la Operación Mal 08-05 en contextos domésticos, básicamente en una plataforma baja (0.40 m), a unos 400 m al sur-este del centro cívico-religioso. Dicha operación permitió observar una de las mejores secuencias estratigráficas de todo el sitio, evidenciando una ocupación continua desde el Formativo Terminal hasta el Clásico Tardío Terminal/ Postclásico.

El Entierro 4, también dentro de una urna, fue excavado en las periferias de la Estructura 3-1, yacente en un contexto doméstico del Clásico Medio a unos 800 m al sur-este de Manantial Central, muy cerca del río. El Entierro 5, también Clásico Medio, fue observado, registrado y dejado en su contexto, entre las Estructuras 11 y 9 del centro cívico-religioso, en su sector nor-oeste. Por último, el Entierro 8 (un recién nacido) fue descubierto dentro de una vasija del Clásico Temprano en contexto doméstico, por medio de la Operación Mal 25-05 (Figura 9), un pozo de 2 x 1 m, sobre la esquina nor-este de la Estructura 8-5, a unos 800 m sur-oeste del sitio central.

SINTESIS DE REVISION A LOS ENTIERROS

ASIGNACIÓN CRONOLÓGICA

Es el Clásico Tardío el periodo para el cual se han registrado más rasgos funerarios en Los Chatos-Manantial. De los 20 entierros, 11 (55%) están fechados para este lapso, casi todos en Manantial y Paraíso; seis (30%) lo están para el Clásico Medio, en Paraíso, Los Chatos y Manantial; dos (10%) para el Clásico Temprano, ambos en Manantial y uno (5%) para el Formativo Terminal, que corresponde al Entierro 5 de Los Chatos (cotejar fechas en Figura 1).

El conjunto óseo de Los Chatos-Manantial viene a ser el mayor conocido hasta la fecha que incluya entierros de los periodos Clásico Medio y Tardío en la Costa del Pacífico Central de Guatemala; por lo menos, que hayan sido registrados a partir de excavaciones planificadas y científicamente controladas.

Es importante hacer notar, que las cronologías para la Costa Sur propuestas con anterioridad a los trabajos en Los Chatos-Manantial, no contemplaron una fase intermedia bien definida entre el Clásico Temprano y el Clásico Tardío. La división entre ambos periodos fue estandarizada durante muchos años en 550/600 DC. De modo que si las divisiones cronológicas tradicionales tienen diferentes límites en relación con las más recientes, quienes sostengan las primeras deberían contemplar el aparecimiento de los entierros de adultos en urnas en el Clásico Temprano, a saber por las fechas obtenidas para los contextos funerarios de la zona de La Gomera-Sipacate.

COSTUMBRES FUNERARIAS

En Paraíso, todos los entierros cuya «clase» (usando las categorías de Romano 1974) es conocida (cinco, de seis en total) son directos y aparentemente primarios (Figura 10). El Entierro 6 se observó y rescató luego de ser abandonado por saqueadores y, por lo tanto, su «clase» no es conocida; además, éste y el Entierro 1 son los únicos en estado regular de conservación, pues el del resto es malo. Son seis rasgos funerarios observados en el sitio, pero suman siete individuos, pues el Entierro 6 presentó restos de dos esqueletos, posiblemente de un hombre joven y una mujer madura (Genovez 1997:35).

En Los Chatos 1 se registraron cinco rasgos de enterramiento, con siete individuos, pues el Entierro 5 es múltiple, con restos de tres esqueletos distintos. Todos los entierros son directos, excepto el Entierro 4, que fue alojado en urnas de gran tamaño, aunque es primario. Este y el Entierro 3 son los únicos en buen estado de conservación en el sitio.

RASGOS FUNERARIOS Y EVOLUCION CULTURAL

Ahora bien, se han mencionado algunos aspectos considerados elementales para comprender un poco las ideas que se verterán a continuación en cuanto a rasgos funerarios y evolución cultural durante el periodo Clásico en la zona arqueológica nuclear de Los Chatos-Manantial. En lo siguiente quiere llamarse un poco más la atención sobre los casos de enterramiento que vinculan el uso de urnas cerámicas como depósitos para cadáveres de adultos y subadultos avanzados, rasgo que parece haberse constituido en una costumbre funeraria a partir del Clásico Medio en la Costa del Pacífico Central de Guatemala.

Vale la pena mencionar que el concepto de «entierro» ha sido definido de muchas maneras; algunos autores lo definen como todo aquel hallazgo en el que se incluyen principalmente restos óseos humanos, no haciendo caso de la forma (Orrego y Larios 1982:10). Otros autores se refieren al entierro como cualquier manera de deshacerse de un cuerpo muerto, tales como la cremación, momificación, colocación en osarios o en urnas, etc (Pratt Fairchild 1992:108).

Pero más allá de una definición, de un simple concepto, está la frecuente relación que se hace entre enterramiento e ideología, entendiendo este concepto como el conjunto de ideas, creencias y modos de pensar característicos de un grupo humano, que puede ser -solamente- una clase social o un conjunto de individuos dedicados a ciertas ocupaciones (Pratt Fairchild 1992:147).

Una considerable y diversa cantidad de estudios antropológicos o arqueológicos han sido desarrollados tratando de explicar la existencia de determinadas formas de enterramiento y el porqué de la variabilidad de las prácticas funerarias dentro de una misma sociedad en un lapso específico o a través del tiempo; o bien, entre sociedades distintas y contemporáneas (Bartel 1982; Binford 1972; O`Shea 1984, citado por Carpio 1995:6). Las respuestas son casi tantas como modelos propuestos, aunque la mayoría de autores coinciden en las siguientes: a) las limitaciones ambientales determinan la colocación de los cuerpos; b) el contacto intersocial resulta en variabilidad y c) son determinantes las asociaciones con actividades económicas, la edad, el sexo y otros aspectos del enterramiento como conjunto (Bartel 1982:50).

En el caso de Los Chatos-Manantial, los esfuerzos por buscar explicaciones a la variabilidad de rasgos funerarios observada para el Clásico Medio y Tardío no han sido encaminados siguiendo lineamientos otorgados por un modelo específico en ese sentido. Se intenta, más bien, traer al caso algunos datos que, como indicadores arqueológicos, refuerzan el supuesto de que los cambios cualitativos en las prácticas funerarias obedecen a cambios de estructura ideológica como consecuencia de procesos de reorganización socio-económica y socio-política.

En este caso particular se vuelve crítico el hecho de que se tienen entierros primarios o secundarios no cremados de adultos y subadultos avanzados en urnas cerámicas a partir del Clásico Medio en la Costa Sur Central de Guatemala. Es crítico porque, en tanto representan un cambio cualitativo en los patrones de enterramiento durante la evolución de las sociedades locales en el Clásico, el surgimiento de esta modalidad funeraria coincide con cambios drásticos en la cerámica y los patrones arquitectónicos monumentales.

Esta práctica funeraria de enterramientos en urnas no fue exclusiva del Pacífico Guatemalteco durante el Clásico, pues se tienen reportes de dicha modalidad en las Tierras Altas (Borhegyi 1965:33; Ruz 1968:87,91); también en lugares tan lejanos al norte de Mesoamérica como Tomatlán, México (Mountjoy 1982:66), o en el sur mesoamericano como Tazumal, El Salvador (Boggs 1945:37). Además, fuera de Mesoamérica los datos son también numerosos (Ruz 1968:222-223; Ubelaker 1983:128).

Se ha asumido también la idea de que los cambios de estructura ideológica asociados a cambios de cultura material pueden ser indicios de complejidad social, por lo menos para el caso de la zona de Los Chatos-Manantial y la región en la que se encuentra. Varios autores han propuesto (y aparentemente probado) que a mayor complejidad socio-política y socio-económica, varía la forma y la estructura de los ritos, entre ellos los mortuorios. La forma y estructura que caracterizan a cualquier sociedad son condicionadas por la forma y complejidad de las características organizativas de la sociedad misma (Binford 1971:23, en Bement 1994:19; Hodder 1988:15; Tainter 1978, citado por Carpio 1995:3).

Ahora bien, el problema surge cuando quiere interpretarse un conjunto funerario que, como parte de la cultura material, habría de reflejar indirectamente a la sociedad humana. Se ha reconocido, con frecuencia, que la relación entre comportamiento y cultura material constituye la dificultad fundamental para la arqueología (Hodder 1988:25-26) y que esa relación entre comportamiento y cultura material depende de las acciones de los individuos dentro de ciertos contextos histórico-culturales específicos. La mayoría de los arqueólogos aceptan que las causas del cambio social son complejas, que implican muchos y distintos factores económicos, sociales e ideológicos.

Para hacer referencia en esta investigación al cambio social o evolución cultural entre los grupos humanos de la Costa del Pacífico Central de Guatemala durante el periodo Clásico (100/200-1000 DC), los cambios en los rasgos funerarios locales son correlacionados con modificaciones en otros aspectos de cultura material como patrón de asentamiento y ciertos rasgos arquitectónicos. Son tomados en cuenta, de igual manera, algunos indicadores de intercambio y relaciones ideológicas a larga distancia, como muestra de complejidad social durante aquel periodo.

La zona de La Gomera-Sipacate muestra presencia cultural continua desde el Formativo Terminal hasta el final del Clásico. La zona nuclear de Los Chatos-Manantial comprende, quizá, los sitios más sorprendentes de la Costa Baja Central de Guatemala para los periodos Clásico Medio y Tardío. Aquí, los rasgos funerarios presentan diferencias en relación con los correspondientes del Formativo Terminal y Clásico Temprano en la región. Contemporáneas, también se observan diferencias de patrón de asentamiento, configuración arquitectónica y complejos cerámicos en relación a periodos anteriores. De igual manera, el crecimiento demográfico alcanza índices elevados.

La construcción de grandes estructuras alargadas que cierran plazas principales en los centros cívico-religiosos (sobre todo en sus sectores oeste), así como de patios para el juego de pelota, son algunos de los nuevos rasgos arquitectónicos que aparecen hacia los últimos dos tercios del Clásico. Algunas construcciones importantes en la periferia de los centros ceremoniales parecen haber sido concebidas a inicios del Clásico Medio, posiblemente como residencias o centros de control para las personas que dirigen actividades de producción agrícola en las áreas de sostén.

En ese mismo periodo, el inventario cerámico muestra significativas diferencias o transformaciones. La numerosa producción en molde de figurillas femeninas sentadas, así como de otro tipo y con otras técnicas, también es un rasgo típico de las sociedades costeñas del sur durante el Clásico Medio y Tardío. La especialización en la producción textil habría tenido un fuerte desarrollo, pues grandes cantidades de malacates fueron registradas durante los trabajos en la zona en 1991-92, constituyendo colecciones tan grandes como las de Balberta y Flamenco (Arroyo 1993; Ponciano 1988).

Frederick Bove indica que la evidencia disponible sugiere que el patrón de asentamiento cambia teniendo sus raíces en la reorganización política. Como opinión de quien esto escribe, ello virtualmente sería también la causa de los cambios en la estructura ideológica (al menos a nivel de élite), reflejados como cambios cualitativos en los patrones funerarios.

Los entierros primarios del adulto y los subadultos avanzados en urnas cerámicas de gran tamaño, observados en Los Chatos y Manantial, están asociados a residencias aparentemente elitistas durante el Clásico Medio e inicios del Clásico Tardío (400-700 DC). Para los mismos periodos se tienen otras formas de enterramiento, como extendidos y sedentes, así como recién nacidos o niños dentro de vasijas, que aparecen también en el Clásico Temprano.

En términos generales, una variabilidad tan marcada de las costumbres funerarias durante uno o dos periodos consecutivos -como en el Clásico- parece observarse solamente en el Preclásico Medio y Tardío en la misma región, con los patrones funerarios de Sin Cabezas (Colby 1993). Hacia el oeste, los recientes trabajos en El Ujuxte han arrojado datos que demuestran cambios cualitativos en cuanto a costumbres funerarias, aunque son un poco más tempranos, básicamente en la transición del Formativo Temprano al Formativo Medio (Love y Castillo 1997).

El fenómeno antes mencionado puede deberse, posiblemente, a que durante tales periodos surgen los grandes cacicazgos; hay cambios cualitativos en la organización social y política. Transformaciones similares estarían dándose durante la evolución del Clásico Temprano al Clásico Tardío, en el sentido de que los cacicazgos más poderosos se transforman en estados tempranos; o, en algún caso, estados tempranos en competencia se habrían consolidado como verdaderas entidades políticas relativamente estables y poderosas a nivel regional. Algo así como estados desarrollados que co-generaron y co-participaron de redes comerciales e ideológicas a larga distancia, que les valieran cierto prestigio en grandes áreas culturales.

Ahora bien, hacia el Clásico Tardío Terminal en la Costa del Pacífico de Guatemala parece haber más competencia entre entidades políticas de la región. Se observa una figurada y eventual desintegración de las mismas en otras más pequeñas, pero con una aparente cuota de poder local. Esta situación pudo haber sido alimentada por el gran desarrollo que Bilbao y El Baúl habrían alcanzado durante dicho periodo en la Costa Alta, lo que generó competencia a nivel interregional. Fenómenos como éste han sido explicados con relativo éxito en las Tierras Bajas Mayas mediante el modelo de Entidades Políticas Análogas (ver, por ejemplo, Escobedo 1991).

Como una evidencia de ello en la Costa Baja de Escuintla, debe considerarse la construcción de sitios más restringidos (aunque no menos monumentales), con altas plataformas «acrópolis» de áreas superiores bastante limitadas, patios para juego de pelota y estructuras alargadas definiendo supuestas plazas. Ejemplos son los muy parecidos sitios de Bolivia y Lirios 3 en la zona de La Gomera-Sipacate, así como otros centros con masivas y altas estructuras alargadas, incluyendo Manantial, Loma Linda, Ojo de Agua, La Cochera, Lirios 1 y 2, etc, asociadas al Clásico Medio y Tardío (Genovez 1993:367). Lo anterior muestra, sin embargo, la naturaleza evolutiva de estos centros en el plano arquitectónico. Esto permite apreciar, en alguna medida, que se vuelven figuradamente más complejos en cuanto a organización social y política.

En cuanto al plano funerario, ya se ha discutido que se conocen cambios cualitativos en los patrones de enterramiento entre el Clásico Temprano y el Clásico Medio. Los entierros de adultos y subadultos avanzados en urnas cerámicas hacen su aparición en esta última parte y continúan efectuándose bajo las casas hasta la primera mitad del Clásico Tardío, por lo menos en Los Chatos-Manantial.

Es probable que, en coincidencia con la atomización de las entidades políticas durante dicho periodo, la también modificada estructura ideológica se viera manifiesta en la aparición de otro concepto funerario. Se ha pensado que para el Clásico Tardío en la Costa Sur, las urnas funerarias se entierran en áreas restringidas a manera de «cementerios» (Shook 1949:17; 1965:189), aunque no se ha encontrado ni excavado uno solo por medio de operaciones científicas.

El término «cementerio» ha sido usado por muchos arqueólogos para referirse a cualquier lugar donde se enterraron muertos, en cierto número y contexto. En tales circunstancias se refieren a sitios mortuorios separados de las áreas de actividades rutinarias o cotidianas (Bement 1994:17-18). Otros estudiosos lo han aplicado sólo en situaciones de sedentarismo, mayormente en sociedades complejas. La centralización de varias sepulturas en una misma zona podría indicar una especie de «área funeraria cerrada», que podría corresponder con unidades habitacionales extendidas que incluyen a personas miembros de un mismo grupo de parentesco (Iglesias 1990:48). Esto parece suceder, por ejemplo, con el pequeño cementerio Clásico Tardío de Agua Tibia, Totonicapán, en el altiplano guatemalteco, que pudo haber albergado a personas pertenecientes a un mismo grupo familiar, asentado a pocos metros del lugar de inhumación (Ciudad Ruiz 1984:284).

La ausencia de entierros entre los hallazgos reportados por Thompson (1948), Termer (1962), Parsons (1967), Rubio (1986), Chinchilla y Bove (1996) y Medrano (comunicación personal 1996) en la zona de Cotzumalguapa, se constituyen en evidencia negativa (aunque débil) de la existencia de áreas funerarias -o cementerios- para el Clásico Tardío en la Costa del Pacífico Central de Guatemala. Hay que recordar que Bilbao, El Baúl y Palo Gordo, sitios implicados en dichas investigaciones, tuvieron su más fuerte ocupación durante el Clásico Medio y aquel periodo, quizá también hacia el Clásico Terminal y Postclásico Temprano.

De modo que, si durante el Clásico Tardío las sociedades locales siguieron experimentando la fuerte reorganización iniciada desde el Clásico Temprano (con las consecuencias sociales, económicas, políticas e ideológicas del caso), la supuesta creación de áreas de enterramiento o cementerios debe considerarse como otra evidencia de este fenómeno. En una primera etapa, a las costumbres funerarias ya establecidas se incorporaron los enterramientos de adultos e infantes dentro de urnas cerámicas durante el Clásico Medio; en una segunda, estas urnas fueron confinadas a zonas conscientemente dispuestas para ello; quizá como una manifestación de fuertes lazos de parentesco y posición social; quizá como un rasgo puramente elitista.

Cabe aquí la mención de que se cuenta, aunque en otras zonas y para otra época, con excelente información de cementerios Postclásicos y Protohistóricos. En la zona del Chixoy, por ejemplo, el concepto de zona funeraria tiene una importante expresión; algunos de los cementerios hallados tienen más de 200 sepulturas (Ichon et al. 1980:205), las cuales parecen limitarse a personas de baja posición social, pues los de la clase dirigente fueron cremados o colocados al pie de estructuras importantes (Iglesias 1990:50). Es posible que, si bien con características particulares, algo similar pudo haber sucedido en la Costa del Pacífico Central de Guatemala hacia el Clásico Terminal. Para comprobarlo, como otras y muchas interrogantes en Arqueología, hace falta más trabajo, el cual deberá encaminarse en ese sentido.

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Figura 1

Figura 2

Figura 3

Figura 4

Figura 5

Figura 6

Figura 7

Figura 8

Figura 9

Figura 10

 

 

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