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Martínez Hidalgo, Gustavo, Tania Cabrera Morales y Patricia Ixcot
1998 Algunos aspectos relacionados con los sitios periféricos de Kaminaljuyu: El caso del montículo San Carlos. En XI Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1997 (editado por J.P. Laporte y H. Escobedo), pp.548-557. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).
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ALGUNOS ASPECTOS RELACIONADOS CON LOS SITIOS PERIFÉRICOS DE KAMINALJUYU:
EL CASO DEL MONTÍCULO SAN CARLOS
Gustavo Martínez Hidalgo
Tania Cabrera Morales
Patricia Ixcot
Los sitios del valle de Guatemala conforman una de las ocupaciones más densas de las tierras altas centrales del país. Se distribuyen en toda la configuración topográfica del valle, asociándose a los rasgos fisiográficos que lo definen en términos generales. Podemos proponer un ordenamiento ecológico de los sitios, en cuatro grandes ecosistemas:
1. El pie de monte de Mixco, que lo podemos extender hasta el cerro El Naranjo dentro de las planicies del valle
2. Las planicies centrales del valle de Guatemala, que están delimitadas por cuencas y micro cuencas que las configuran
3. Las cuencas y micro cuencas que forman dos sistemas hidrográficos: el sistema del río Villalobos que se une al Michatoya y desciende hasta el lago de Amatitlán y el sistema del río Las Vacas con dos vertientes, la que nace al norte del pie de monte de Mixco y una segunda al suroeste del pie de monte de Vista Hermosa (cuenca alta del río Las Vacas)
4. El pie de monte de Vista Hermosa, asociado a los sitios del valle de Pinula (Martínez 1997a; Figuras 1 y 2).
Si se observa con detenimiento el mapa de Shook (1952) de los sitios periféricos, podemos relacionar a estos cuatro ecosistemas con los mismos. Se observan sitios en el pie de monte de Mixco, como Lo de Bran, Guacamaya, Sanja, Brigada; en el pie de monte de Vista Hermosa como Santa Rosita, Concepción, Socorro; sitios en las planicies centrales como Betania, Catedral, Aurora, Obelisco, El Mulato. Sobresale en las planicies por su gran dimensión Kaminaljuyu, como el centro mayor del valle de Guatemala.
Su localización en el centro del mismo y su ubicación en el paso principal entre las planicies del este y las planicies del oeste, lo hacen un asentamiento estratégico en el patrón de asentamiento regional del valle (Martínez 1997a).
A su vez, sitios periféricos asociados a las cuencas de los ríos Las Vacas, como Zapote, Lavarreda, Sally, Guías, y otros en otras zonas de las partes altas de las cuencas (Martínez 1996, 1997a,b; Shook 1957).
Es decir que existe un patrón que aprovecha para el asentamiento los recursos variables que ofrece el medio geográfico del valle. Podemos suponer que responde a una organización espacial urbana y de especialización que buscaba la utilización de los recursos naturales del valle, con el objetivo de suplir distintas necesidades de la densa población del mismo (Martínez 1996, 1997a; Shook 1957; Martínez y Cabrera 1996; Murdy 1985, 1980).
Aunque no podemos categorizar el patrón de asentamiento del valle de Guatemala, el presente artículo se centrará en uno de los sitios de las planicies centrales del valle de Guatemala, el llamado sitio El Mulato. Del mismo, la investigación se ubica específicamente en uno de sus montículos, el que hemos llamado Montículo San Carlos (Martínez 1997a; Cabrera 1997).
Los sitios periféricos de las planicies del valle se localizan en el centro de las mismas así como en sus orillas. La erosión de las escorrentías superficiales en las planicies ha formado un relieve de lengüetas de tierra separadas por micro cuencas. En una de estas lengüetas se localiza el sitio El Mulato y el montículo a presentar en este artículo (Figura 3).
Durante los años 40 y 50, Shook realizó una investigación extensa, aunque esporádica de los asentamientos del valle durante 15 años. Menciona que se conocían en el año de 1957, 50 sitios periféricos (Shook 1957). A su vez, había notado desde entonces la posición estratégica de Kaminaljuyu y la distribución espacial de los sitios periféricos en la configuración del valle. Así mismo, destacó que existían varios tamaños en los sitios, para los cuales sugirió que representaban rangos.
Más de 20 de los sitios periféricos reportados en su trabajo formaban conjuntos arquitectónicos definidos en patios con estructuras formales a su alrededor. Además muchos de ellos presentaban juegos de pelota (Martínez y Cabrera 1996). De la relación entre los sitios menores y Kaminaljuyu, Shook (1952) concluye que los sitios periféricos presentan una fuerte filiación con el sitio mayor, el cual constituyó el centro cívico, cultural y de poder político desde el Preclásico Medio hasta el Clásico Tardío. A su vez, sobre la base de la alta densidad de población del valle, sugirió que los sitios periféricos debían desarrollar actividades especializadas entre los mismos para suplir las necesidades y controlar los recursos del medio geográfico.
Dado que Kaminaljuyu era el centro rector, algunos sitios debieron cumplir funciones administrativas, rurales y fundamentalmente agrícolas para mantener la alta densidad de población. Shook (1952), definió que los sitios periféricos recibían la influencia del sitio mayor y mantenían funciones relacionadas con el mismo, especialmente conformaban pequeños poblados, aldeas y villas, que realizaban actividades agrícolas y artesanales.
Aunque nunca logró definir estas actividades para cada sitio y realizar un trabajo integral, las aseveraciones de Shook constituye la base teórica en el estudio de los sitios periféricos dentro de la investigación regional que debe hacerse para entender el alto desarrollo cultural de la arqueología del valle de Guatemala.
Con estas ideas, las investigaciones del proyecto se enfocaron en el estudio de un montículo dentro de la zona del sitio periférico de El Mulato, el cual está localizado dentro de los terrenos de la Universidad de San Carlos. Se puede ver su ubicación dentro del relieve de lengüetas y micro cuencas del sur de las planicies centrales del valle (Figura 3).
Al no estar reportado por Shook dentro de la descripción del sitio El Mulato, se decidió nombrarlo como Montículo San Carlos para identificarlo y distinguirlo en el momento de la recolección de los materiales arqueológicos (Martínez 1996). El Montículo San Carlos se encontraba en muy mal estado de conservación siendo la razón principal para investigarlo y así registrar y documentar los patrones constructivos y ocupacionales del edificio ante su inminente perdida (Cabrera 1997). Así la investigación se enmarcó dentro de la modalidad del Salvamento y Rescate Arqueológico, por el estado en que se encontró la estructura (Martínez 1996, 1997a).
La investigación de salvamento se realizó a niveles de ocupación temprana, ya que las últimas ocupaciones del edificio estaban fuertemente destruidas (Ixcot 1997). La metodología se operó por medio de excavación intensiva y extensiva tanto horizontal como vertical. Se detectaron rápidamente los hallazgos y se recolectaron materiales para su fechamiento; finalmente se registraron y documentaron los datos. Con estos lineamientos generales, veamos los resultados de la temporada de campo de Diciembre de 1996.
RESULTADOS RELEVANTES DEL MONTÍCULO DE SAN CARLOS
Los resultados de excavación del proyecto en el Montículo de San Carlos, reportaron información valiosa referente a los sitios periféricos de Kaminaljuyu en el valle de Guatemala. Se localizaron los rellenos constructivos que componen la estructura, así como las distintas ocupaciones que están contenidas en los restos del montículo.
Se obtuvo el patrón estratigráfico de la estructura en donde se observa una capa negra contaminada que constituye el humus antiguo del edificio. Seguidamente, un relleno de barro arena café con pómez muy fino, el cual presenta grumos de talpetate. Es muy arenoso y se fundió directamente sobre un piso de barro arena compacto (Figura 4).
El piso es un rasgo importante y tecnológicamente cubrió la primera ocupación de la estructura que utilizó el barro natural como superficie de ocupación (Martínez 1997a). Según este patrón, la primera ocupación está asociada a los rasgos localizados sobre o dentro del barro natural. El primer rasgo importante lo constituye una especie de «quemaderos» que se colocaron directamente sobre este suelo. El barro fue excavado formando pequeños depósitos rellenos de carbón, asociados a pequeñas piedras así como navajas de obsidiana completas y fragmentadas. Los «quemaderos» aparentemente tienen una tendencia hacia la zona suroeste del edificio prehispánico (Figura 5).
El segundo rasgo muestra un agujero de poste en el barro natural, sin que se pudiera establecer un patrón habitacional, ya que la excavación no se extendió horizontalmente sobre este suelo. La evidencia demuestra que el barro natural fue utilizado como piso de ocupación por los habitantes anteriores a la construcción del montículo (Martínez 1997a).
Los datos aumentaron al localizarse en el mismo suelo, depósitos circulares directamente tallados sobre el mismo. Estos depósitos son comunes en otros sitios periféricos, como en el mismo El Mulato y en montículos del suroeste de Kaminaljuyu (Martínez 1994, 1997a, c). Estos depósitos consistieron de talles circulares dentro del barro natural, rellenos de grandes bloques de talpetate y algunos fragmentos de cerámica y lítica (Cabrera 1997). Posiblemente los depósitos estén asociados al ceremonial de los «quemaderos» que se localizan al suroeste del montículo, aunque también se les asocia a patrones funerarios.
La segunda ocupación es la situada sobre el piso de barro arena compacto fundido sobre el barro natural. El piso se adaptó a los cambios de nivel de barro natural y sobre él se presentan los hallazgos más importantes, fundamentalmente en el ámbito de entierros y ofrendas asociadas. Se localizaron ocho entierros durante la temporada de campo, de los cuales el más importante es el Entierro 5 (Figura 6). Se compone de un esqueleto completo en regular estado de conservación, en posición decúbito ventral con la cara viendo hacia el suelo, las manos con la palma hacia arriba y faltándole el pie izquierdo, posiblemente mutilado antes o durante el enterramiento. Se le asocia un patrón mortuorio interesante por la disposición del esqueleto y de su ofrenda. En la cabeza presenta cinco vasijas fragmentadas e incompletas las cuales rodean el cráneo. En la extremidad inferior derecha, se encuentran ubicadas cinco vasijas fragmentadas e incompletas. Finalmente, en su pierna izquierda dos navajas de obsidiana completas (Cabrera 1997). Sobre los huesos de los hombros se encontraron cuatro fragmentos de jadeíta, dispuestos dos de cada lado formando una sola cuenta, la cual fue quebrada posiblemente durante el ritual.
En segundo lugar e importancia se localizó el Entierro 2 que está formado por ocho huesos largos asociados a 15 vasijas. Las mismas están fragmentadas, en uno o dos fragmentos, semi-completas y rajadas (Figura 7).
Los demás entierros (1, 3, 4, 6, 7,8) son huesos largos de las extremidades tanto superiores como inferiores, restos de mandíbula, piezas dentales y un cráneo incompleto. Están colocados en forma cruzada y en forma paralela, siguiendo una orientación noroeste a sureste. Las piezas cerámicas asociadas a los mismos mantienen la alineación de los huesos. Están colocadas en grupos lineales de cinco, tres y dos piezas siguiendo la dirección en que fueron depositados los restos óseos. Por lo desmembrado de los restos, parecen ser parte del ritual mortuorio del Entierro 5 (Martínez 1997a).
Por el momento podemos inferir que lo complejo del Entierro 5 demuestra la existencia de una elite relacionada con el poder local que controlaba el sitio periférico de El Mulato.
La última ocupación que podemos definir en este artículo lo constituyen los hallazgos relacionados con la superficie del montículo (Ixcot 1997; Figura 5). El seguimiento de la última ocupación del edificio mostró lo alterado de la misma. Se localizó un muro compuesto de bloques de talpetate y bajareque con sus respectivas huellas de materiales precederos usados en las paredes. Deben relacionarse con la última construcción de la estructura y puede representar un pequeño recinto de muros bajos compuestos de talpetate y bajareque, paredes y techo de materiales perecederos. Sin embargo, lo destruido de la evidencia especialmente a nivel del centro de la estructura y de su última ocupación, no permite decir si la habitación perecedera es habitacional o ceremonial.
CONCLUSIONES PRELIMINARES
Los materiales arqueológicos recolectados durante la temporada de campo dentro de la estructura, presentan una tendencia cronológica hacia el Preclásico Medio. El análisis preliminar detectó materiales cerámicos del Preclásico Medio de la fase Las Charcas (800-600 AC), tales como los grupos cerámicos Chachaya Rojo Pálido, Sacatepéquez Pasta Blanca, Pilar Rojo sobre Ante No Pulido, Terrenos Café Gris, Negro Pulido y Engobe Gris. Por otra parte se han detectado dos grupos de cerámica sin engobe (uno en especial, presentando una decoración estriada), que por el momento se relacionan con cerámica de producción local. El análisis final decidirá su real situación dentro del inventario de los grupos de fase Las Charcas (Hermes y Velásquez 1992; Martínez 1997a).
La cerámica de la fase Las Charcas se asocia con la primera ocupación sobre el barro natural, así como dentro del piso de barro arena compacto. La fase Majadas (600-500 AC), aparentemente aparece asociada con las piezas que forman la ofrenda ritual de los entierros más importantes del montículo. Sin embargo, es un complejo transicional que no ha sido delimitado por lo reducido de los trabajos arqueológicos en el montículo. A pesar de esto, hay piezas que se identifican preliminarmente con los grupos Xinacanti, Portales, Olocuitla, Terrenos, Jicalapa, Café Negro y Pilar Rojo/Ante (Velásquez 1992; Hermes y Velásquez 1992; Martínez 1997a, c).
A los materiales de la fase Las Charcas y Majadas le siguen materiales de la fase Providencia. Se destacan los grupos Olocuitla Naranja y Santa Tecla Rojo, Pinos Café Negro, Miraflores Negro, Pilar Rojo sobre Ante, Portales Naranja, Jicalapa Usulután (Hermes y Velásquez 1992).
Es importante mencionar que dentro del montículo no aparecen materiales Preclásico Tardío o de la Fase Arenal. Tampoco aparecen materiales del Clásico Temprano o Tardío. Los materiales de la fase Arenal se reportan en la zona exterior al montículo, en los suelos usados para la agricultura principalmente cuando el arado remueve la tierra cada año para las siembras (Martínez 1997b).
Con estos datos que se han presentado, podemos llegar a ciertas conclusiones sobre el Montículo San Carlos y la relación de los sitios periféricos con el sitio mayor de Kaminaljuyu. Los datos arqueológicos demuestran que existe una relación entre el sitio mayor y el sitio periférico. Las suposiciones preliminares antes de las excavaciones, hacían ver una independencia mayor del sitio periférico al centro de poder.
Sin embargo, los datos recolectados no muestran muchos materiales locales, sino por el contrario los materiales recolectados, principalmente cerámicos, demuestran una fuerte filiación con materiales de Kaminaljuyu. Incluso, los grupos cerámicos más representativos de Kaminaljuyu para las fases Las Charcas y Providencia ocupan el mayor porcentaje de la cantidad de la muestra recuperada en el montículo.
En el ámbito constructivo, se esperaba que la arquitectura fuera menos compleja y reflejara un desarrollo menor en las técnicas constructivas. Sin embargo, las excavaciones mostraron que el montículo presenta un diseño arquitectónico complejo y formal, en donde se destacan entre otras: la adaptación y nivelación constructiva al terreno natural, utilización de materiales mixtos y pisos compactos de alta tecnología constructiva. Un diseño arquitectónico adecuando a los materiales locales en la construcción del montículo; un conocimiento de volumen y espacio para concretizar las necesidades constructivas; una especialización de la mano de obra y diversificación de las actividades cotidianas de los pobladores del sitio periférico.
Estos aspectos constructivos aparecen asociados en otros sitios periféricos y en las zonas residenciales y arquitectura monumental del sitio de Kaminaljuyu.
En el ámbito de las ocupaciones del montículo, se puede apreciar que existió en la zona del mismo, una fuerte actividad ritual y funeraria desde la fase Las Charcas y a través de la Fase Providencia. Esto se observa en los quemaderos y depósitos circulares que han sido reportados en otros sitios periféricos así como en Kaminaljuyu, bajo las masas constructivas de la arquitectura monumental y residencial para la fase Las Charcas.
El cambio de función de un área ritual a un montículo funerario es un patrón que ocurre con regularidad para la fase Providencia en Kaminaljuyu. Este fenómeno se relaciona con el fuerte crecimiento constructivo de la ciudad que aumenta su tamaño y por todos partes aparecen edificios monumentales, muchos de ellos relacionados a cambios en los patrones funcionales.
El montículo está en la parte más elevada del terreno y a pesar que no rebasa el 1.25 m de altura y que no se le asocia con otras construcciones del sitio El Mulato, la evidencia mostró un edificio complejo con funciones funerarias y ceremoniales.
El nivel funerario del Entierro 5 demuestra por su patrón de enterramiento tan complejo, que el individuo enterrado pertenecía a un estatus de elite en el ámbito local. Podemos inferir que existe un poder local que centralizaba las actividades del sitio periférico. Esto fortalece las ideas de Shook sobre los distintos rangos socio-políticos de los sitios periféricos y podría explicar en cierta medida, el porqué el poder se centralizó en Kaminaljuyu.
La existencia de un poder local que organiza las actividades en los sitios menores, puede ser parte de un control político centralizado que organice las actividades de los sitios del valle. Kaminaljuyu, por su tamaño, necesitó controlar los recursos de la región por su alta densidad de población. La forma de controlar el valle de Guatemala, solamente es posible por medio de gobiernos locales que ejecuten la política del centro de poder. Las evidencias obtenidas durante la temporada de campo presumen que el valle de Guatemala presenta uniformidad cultural posiblemente relacionada con la situación de centro de poder y área periférica, entre Kaminaljuyu y la misma.
REFERENCIAS
Cabrera, Tania
1997 Informe final de práctica de gabinete en Proyecto PROCEDAEH. Archivo de Prácticas de Campo, Escuela de Historia, Universidad de San Carlos, Guatemala.
Hermes, Bernard y Juan Luis Velásquez
1992 Esquema tipológico y descripción de los complejos cerámicos Las Charcas y Providencia. En Informe Final de Campo y Gabinete del Grupo A-IV-1, Vol. 2. Archivo DEMOPRE, IDAEH, Guatemala.
Ixcot, Patricia
1997 Informe final de práctica de gabinete en Proyecto PROCEDAEH. Archivo de Prácticas de Campo, Escuela de Historia, Universidad de San Carlos, Guatemala.
Martínez Hidalgo, Gustavo
1994 El Montículo A-IV-2 como un contexto histórico. Tesis de Licenciatura, Escuela de Historia, Universidad de San Carlos, Guatemala.
1996 Propuesta para el Proyecto de Investigación Arqueológica San Carlos. Archivo del DEMOPRE, IDAEH, Guatemala.
1997a Informe final del Proyecto PROCEDAEH: Temporada 1996. Archivo del DEMOPRE, IDAEH, Guatemala.
1997b Dictamen arqueológico sobre el antiguo camino al Golfo Dulce. Archivo, Escuela de Historia. Universidad de San Carlos, Guatemala.
1997c Propuesta de conservación para el sitio El Mulato. Archivo de la DIGA, Universidad de San Carlos, Guatemala.
Martínez Hidalgo, Gustavo y Tania Cabrera
1996 Algunos aspectos generales sobre Kaminaljuyu y sus sitios periféricos. Revista Estudios. IIHAA, Escuela de Historia, Universidad de San Carlos, Guatemala.
Murdy, Carson
1980 Relaciones prehistóricas entre el hombre y la tierra en el valle de Guatemala. Antropología e Historia de Guatemala, II Epoca, 2:53-68. IDAEH, Guatemala.
1985 La población prehispánica y sus adaptaciones agrícolas en la zona de San Miguel Petapa, Guatemala. Mesoamérica:293-353. CIRMA, Antigua Guatemala.
Shook, Edwin M.
1952 Lugares arqueológicos del Altiplano Meridional Central de Guatemala. Antropología e Historia de Guatemala 4 (2):3-40.
Velásquez, Juan Luis
1992 La secuencia de ocupación y la evidencia del Grupo A-IV-1: Un grupo Preclásico de Kaminaljuyu. En V Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala (editado por J.P Laporte, H.L. Escobedo, S.V. de Brady), pp.377-390. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.
Figura 1 Plano general de Kaminaljuyu
Figura 2 Mapa de Shook (1952) de los sitios periféricos
Figura 3 Mapa de la planicie de El Mulato en Ciudad Universitaria
Figura 4 Perfil oeste de la Sub-operación 6
Figura 5 Planta general de hallazgos
Figura 6 Planta del Entierro 5