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36 El petrograbado de Monte Sión, Amatitlán – Edgar Carpio Rezzio – Simposio 11, Año 1997

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Carpio Rezzio, Edgar

1998        El petrograbado de Monte Sión, Amatitlán. En XI Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1997 (editado por J.P. Laporte y H. Escobedo), pp.579-586.  Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).

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EL PETROGRABADO DE MONTE SIÓN, AMATITLÁN

Edgar Carpio Rezzio

Arqueológicamente, el municipio de Amatitlán se enmarca dentro del área de las Tierras Altas, las cuales tuvieron un desarrollo desde el Formativo hasta la época Posclásica, es decir un periodo cerca de 3000 años de continua ocupación de asentamientos humanos.

Ya desde la época colonial, Francisco de Fuentes y Guzmán en su Recordación Florida había hecho mención del sitio Azacualpa en las cercanías del lago de Amatitlán. Posteriormente en el siglo XX, numerosos investigadores fueron atraídos por la presencia de vestigios arqueológicos en Amatitlán, principalmente en los alrededores del lago. Los trabajos de reconocimiento de Shook, Borhegyi y las investigaciones de Mata Amado, incluso en las profundidades del lago, son prueba de ello.

Se han localizado innumerables piezas que van desde artefactos de piedra y utensilios cerámicos, hasta los reconocidos incensarios del estilo denominado Amatitlán. Asimismo, se tienen reportados sitios como Mexicanos, Contreras, Jicaques y San Juan, entre otros.

Por estas razones y tomando en consideración que ya ha transcurrido largo tiempo desde que las últimas investigaciones fueron llevadas a cabo, se consideró de urgencia el llevar a cabo nuevos estudios arqueológicos que abarcaran completamente el municipio y que a la vez sirvieran para establecer las condiciones en que se encuentran los sitios ya conocidos. Esto significa la situación de deterioro por acción natural o del hombre que sufren estos asentamientos. Asimismo, se esperaba poder localizar nuevos sitios arqueológicos prehispánicos que a la fecha no hubieran sido reportados, principalmente por las condiciones en que se encuentran lo que ha impedido su inclusión dentro de lo que ya se conoce.

El anteproyecto tenía entre sus objetivos la recuperación de piezas arqueológicas en colecciones particulares para la formación de un museo arqueológico regional.

Se efectuaron algunos intentos por lograr apoyo económico de entidades amatitlanecas. En primer lugar se sostuvieron conversaciones con los dirigentes de la organización FUNDALAGO, a quienes se les hizo ver la importancia de rescatar no sólo el lago sino los importantes vestigios arqueológicos del municipio. Ellos argumentaron que en ese momento no contaban con recursos suficientes y que por lo tanto no podían brindar ningún tipo de apoyo.

En segundo término, nos dirigimos a las autoridades edilicias presentándoles el proyecto, por un lado para contar con su respaldo autorizando los trabajos de reconocimiento y por otro, para interesarlos en el rescate y conservación de los restos arqueológicos con que cuenta el municipio. El señor alcalde se mostró sumamente interesado y ofreció un apoyo mínimo para el próximo año. Asimismo proporcionó credenciales con el sello de la municipalidad con el fin de que pudiéramos desplazarnos en los diferentes sectores del municipio contando con el respaldo municipal.

Uno de los problemas más grandes que pudimos observar en los reconocimientos preliminares es que existe un increíble auge constructivo de viviendas, generándose una verdadera lucha por colonizar todas las áreas disponibles, sean éstas en planicies o en las cimas y laderas de los cerros. Esta situación sin control propicia la posible destrucción de incontables vestigios arqueológicos que quizá nunca podremos detectar. Es necesario, pues, denunciar esta situación y hacer ver a autoridades y pobladores que se está perdiendo una riqueza cultural muy preciada que al paso de los años será sólo un recuerdo en la mente de los amatitlanecos.

Los trabajos de reconocimiento estuvieron asistidos principalmente por el estudiante de arqueología Manuel Colón, así como por Alfredo Román en sus fases finales.

ANTECEDENTES DE INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA EN EL MUNICIPIO

El antecedente más remoto sobre reconocimiento de sitios arqueológicos es la mención del sitio denominado Zacualpa por Fuentes y Guzmán en su Recordación Florida escrita a finales del siglo XVII. Según Mata y Rubio (1987:183), ese sitio se conoce hoy con el nombre de Jicagüez y se encuentre en la ribera sur del lago.

Asimismo, el celebre arqueólogo Edward Seler (1904) hace mención de algunos lugares arqueológicos en los alrededores del lago de Amatitlán y de artefactos muy parecidos a los del Altiplano Central de México, concretamente del sitio Teotihuacan (Shook 1952).

Posteriormente, hacia finales de los años 40s, Edwin Shook (1952) llevó a cabo un inventario de sitios arqueológicos en el Altiplano de Guatemala, reportando la presencia de al menos tres sitios importantes siendo estos Amatitlán, Mejicanos y Contreras, los tres en la ribera sur del lago. Shook ofrece descripciones de los sitios, su material cerámico y proporciona croquis de su ubicación, estructuras y estado de las mismas. Su descripción se utilizará en nuestro estudio para establecer los cambios que se han operado en los sitios desde entonces hasta el presente.

Alrededor de los años 50’s, el municipio de Amatitlán saltó a la palestra arqueológica gracias al hallazgo de numerosas vasijas cerámicas localizadas en las riberas del lago del mismo nombre. Fueron arqueólogos como Borhegyi, apoyados por personas entusiastas como Guillermo Mata Amado, quienes realizaron exploraciones de buceo en diferentes puntos del lago con el fin de establecer la cantidad de artefactos bajo las aguas y tratar de rescatar los más posibles.

Los sitios investigados en aquella ocasión fueron Contreras, San Juan Amatitlán y Mexicanos, en la ribera del lago correspondiente al municipio de Amatitlán y Zarzal, Mata y otros en la ribera que colinda con Villa Canales y Santa Elena Barillas (Borhegyi 1958, 1966; Mata 1964, 1974).

Aparte de la arqueología subacuática, se detectó una pintura rupestre en una roca elevada en tierra firme al sur-este del municipio. Esta fue fotografiada y descrita por Borhegyi. Por otro lado, salvo la visita al sitio La Chulada en la aldea Las Trojes de Amatitlán (Mata y Rubio 1987), no se efectuaron más trabajos de excavación o reconocimientos en otras áreas del municipio.

Por lo anterior se sabe que de los años 60’s al presente no se han efectuado trabajos arqueológicos importantes en Amatitlán. Mata, en comunicación personal, menciona que realizó algunas exploraciones en la ribera este del lago en compañía de investigadores japoneses a principios de los 90’s. Sin embargo, señala que no se recuperó nada relevante y que sólo se visitó un sitio previamente explorado. Algunas personas particulares han mostrado algún interés en la recuperación y conservación de artefactos arqueológicos como vasijas, piedras de moler y hasta esculturas encontradas en terrenos privados. Un caso notable es el de dos esculturas en piedra que se encuentran en los patios de la municipalidad de Amatitlán y que fueron rescatadas por personas entusiastas de un posible plagio en los últimos años.

MONTE SIÓN

En nuestro recorrido luego de las visitas a Mexicanos, se decidió visitar el campamento evangélico de Monte Sión, situado a 1.5 km de este sitio, sobre la carretera asfaltada que conduce de El Relleno a Amatitlán. Monte Sión está constituido por una planicie y la falda de la montaña que lleva a la aldea de Llano de Animas. Según nuestros informantes el campamento data de unos 36 años atrás, es decir alrededor de inicios de los años 60’s. Su extensión es de cerca de unas 25 manzanas en las cuales hay diversas construcciones como cabañas, comedores, salones y ranchones. Hay también edificios de oficinas y casas de administración, sin descontar instalaciones deportivas y una piscina. En ciertos sectores se localizan abundantes materiales arqueológicos como cerámica y obsidiana.

Por una visita realizada en los años 80’s, se pudo ubicar la existencia de una vitrina conteniendo gran cantidad de artefactos cerámicos que incluían figurillas, vasijas, incensarios, fragmentos de vasija, instrumentos líticos como navajas, puntas, hachas, etc, e incluso esculturas menores en piedra como anillos y hongos de piedra. En esa ocasión se nos informó que las piezas habían sido encontradas cuando se construyeron los albergues.

Con ese dato en mente, procedimos a efectuar una nueva visita con el objeto de hacer un video filmación de las piezas y obtener mejor información de su procedencia. Para tal efecto nos dirigimos al administrador del campamento, el señor Marco Antonio Palacios, quien gentilmente nos brindó autorización y apoyo para realizar nuestro video. Asimismo contamos con la asistencia del señor Filiberto Trujillo quien nos explicó, al igual que el señor Palacios, que toda el área estaba rodeada por restos arqueológicos. Al trabajar las milpas se encontraban tiestos y en un área denominada el cementerio Maya, en un bosque al sureste del campamento, se encontraban numerosos artefactos. Así también refirieron la presencia de gran cantidad de piedras dispersas por todo el campamento, pero que mostraban señales de haber sido trabajadas.

Realizamos la filmación de las vasijas que quedan de la colección (el resto ha desaparecido según nos refirieron), entre las que se cuentan platos de pasta negra o café con picos, ollas, incensarios tipo sartén, un anillo, un hongo de piedra con efigie, cuellos de vasijas, etc. Toda esta cerámica es representativa de la zona y posiblemente ligada al sitio Mexicanos, el más próximo a Monte Sión.

Posteriormente filmamos un bloque de piedra parecido a los observados en las estructuras de Mexicanos. En este momento se nos indicó de la presencia de un conjunto de piedras a las que denominaban del sacrificio. La sorpresa fue mayúscula cuando al acercarnos al grupo de piedras noté en uno de los costados de lo que parecía ser la piedra principal, una figura de aspecto antropomorfo, firmemente trazada en bajo relieve en la roca.

Nuestro informante el señor Trujillo y posteriormente el señor Palacios, indicaron que nunca en más de 30 años habían notado la presencia de ese elemento. Unicamente nos indicaron que a las piedras se les denominaba del sacrificio por los agujeros que presentaban en su parte superior.

Inmediatamente se procedió a hacer registro videográfico de lo que consideramos un petrograbado el cual fue denominado El Hombre de Monte Sión, por la forma humana de la figura y por su papel central en la composición de la roca. La luz de la tarde era óptima para destacar la figura en el costado de la piedra y al poco tiempo se observó lo que podía ser una segunda figura a la izquierda de la primera vista de frente. Una tercera figura pareció surgir con los juegos de luz al lado derecho de la figura principal con lo que ésta quedó al centro del panel. Las tres están hechas en bajo relieve y ya muestran los efectos de degradación de la roca como microflora, hongos y fisuras tendientes a la exfoliación.

EL CONJUNTO ROCOSO DEL PETROGRABADO

La roca principal y la que se halla detrás, tienen una orientación de 10° con relación al norte. Las dimensiones de la primera son de 1.37 m de largo por una altura de 0.88 m. La misma está colocada sobre otra roca por lo que da la apariencia de tratarse de un altar.

En una visita posterior, el señor Palacios nos indicó que estas rocas eran conocidas también como los volcanes, porque en su parte superior presentan una cavidad en forma de cráter a partir del cual descienden ríos de lava tallados en la roca. Además apuntó que las piedras se hallan en un eje que tiene en un extremo al volcán de Agua y por el otro al Pacaya. Unicamente pudimos observar el Pacaya al sur de las rocas.

Con la información anterior procedimos a observar detalladamente las piedras y pudimos descubrir los surcos que simulan los ríos de lava, cuatro de ellos en la roca No.2, detrás de la principal y tres en ésta. Además, la roca No.1 presenta en sus costados unas especie de gradas o escalones que van de la parte superior hacia la inferior. Las «gradas» en dos hileras tienen un grosor de unos 4 cm cada una. Los agujeros que forman los cráteres miden 46 x 31 cm en la piedra No.1 y 32 x 15 cm en la piedra No.2. En visita efectuada en compañía del arqueólogo Edgar Gutiérrez Mendoza, los agujeros contenían agua de lluvia y procedimos a derramarla por los surcos lo cual resultó perfecto, pues el agua descendía de ellos con gran precisión.

Todo el conjunto de rocas en donde se encuentran las señaladas abarca unos 40 m² y corresponden a rocas ígneas extrusivas.

Volviendo a la figura principal, esta muestra a un individuo con cabeza, extremidades superiores, tronco y extremidades inferiores. El trazo es muy simple sin mayores detalles, implicando una técnica rudimentaria. El rostro está formado por tres oquedades que representan los dos ojos y lo que parece la boca. Los tres forman un triángulo y sus dimensiones son de 4 a 5 cm cada uno. La cabeza mide 12 cm de altura y 16 cm de ancho aproximado. El contorno de la cabeza está formado por un relieve poco profundo de 2 a 3 cm. La altura total de la figura alcanza los 52 cm. Las piernas, definidas por dos líneas paralelas que parecen divergentes al final miden 15 cm. El tronco, formado por un trazo rectangular mide 20 cm aproximado. La cruz de los brazos tiene un largo de 29 cm, aunque el brazo derecho parece estar flexionado en dirección a la cabeza. Esto sugiere que podría estar sosteniendo algo o bien en una actitud de saludo, lo cual es difícil de establecer por lo que se ha perdido del trazo. La orientación es a 290° del norte, es decir que el rostro apunta hacia el oeste. Hacia el norte del conjunto rocoso se encuentra el lago de Amatitlán y hacia el sur a 190°, el volcán de Pacaya.

En cuanto a las otras figuras que aparecen en la piedra, tres aparentemente, su trazo no es tan bien definido como el de la figura principal. Ambas parecen más pequeñas, más o menos de las mismas dimensiones entre sí. El rostro parece formarse también por tres agujeros de poca profundidad y parecen igualmente estar de pie, aunque las del lado derecho pareciera estar de perfil o al menos en tres cuartos. La otra se ubica a la izquierda de la figura principal (Hombre de Monte Sión) y se asemeja mucho a ésta, aunque su tamaño es menor con 33 cm de altura y 19 cm de extensión en los brazos.

En el centro de la roca principal y tomando en cuenta el surco que divide en dos la superficie, parece existir otro rostro de mayores dimensiones que los anteriores aunque este parece corresponder a otro tipo de figura, aunque todavía no se ha definido plenamente que así sea.

En una tercera roca ubicada a 2 m de la No.2, con rumbo al sureste, fue detectada otra figura, dato confirmado por la Dra. Elisenda Coladan, quien pudo establecer la presencia de dos rostros en la arista de la piedra y lo que parece ser una representación de una mascara o mascarón.

CONSIDERACIONES FINALES

Indudablemente se requerirá de estudios profundos y detallados de la piedra con dibujos acuciosos que permitan establecer bien el contenido de la misma. Un dato interesante es que la luz de la mañana permite sólo observar la figura principal, mientras que la luz del final de la tarde, al iluminar la piedra desde el ángulo derecho, permite que se observen mejor las dos figuras de los costados que acompañan a la principal denominada Hombre de Monte Sión.

En resumen, el hallazgo del petrograbado de Monte Sión demuestra, por un lado, la gran importancia de los vestigios arqueológicos de Amatitlán, haciendo de este municipio un lugar privilegiado para la investigación. Por otro y más importante tal vez, representa la oportunidad de estudiar la presencia de grupos humanos en el área, en lo que supongo épocas sumamente tempranas, en las cuales el culto a las fuerzas de la naturaleza se representa por las maquetas de dos volcanes, a los que se agrega una o más figuras toscas que pueden simbolizar la importancia del hombre o de alguna deidad incipiente en el dominio de esa naturaleza. En este sentido, harán falta profundos estudios iconográficos que permitan interpretar el significado del mensaje. Asimismo, se requerirá de establecer comparaciones con otros petrograbados a nivel general en América, con el fin de establecer patrones similares o bien para destacar la singularidad del petrograbado de Monte Sión.

Con relación al petrograbado de Monte Sión, se considera el hallazgo más importante llevado a cabo por nuestro reconocimiento. Su estudio posterior permitirá conocer otro aspecto importante de la dinámica social que se dio en la región. Mediante pláticas con los administradores del campamento, se les hizo ver la gran importancia de estas piedras y se sugirió que le otorguen una atención especial a su conservación. Ellos se mostraron interesados y preocupados, indicando que tomarán las medidas pertinentes para evitar que los grupos que constantemente visitan el lugar causen algún daño a este conjunto, sugiriendo incluso la posibilidad de aislarlo con una cerca.

No hace falta decir más acerca del gran potencial arqueológico de Amatitlán. El interés que he tenido en demostrar tal situación se ha debido al hecho de que contando con una área arqueológica tan cercana a la ciudad, es posible llevar a cabo investigaciones arqueológicas relevantes que permitan, no sólo estudiar nuestro pasado prehispánico y colonial, sino también que tanto autoridades ediles, como población en general, se den cuenta de que gran parte de su identidad se encuentra plasmada en esos mudos testigos del tiempo.

REFERENCIAS

Borhegyi, Stephan F. de

1958        Underwater Archaeology in Guatemala. Actas del 33 Congreso Internacional de Americanistas. San José.

1958        Hallazgos arqueológicos en aguas del Lago de Amatitlán. Antropología e Historia, 10 (1):512, Guatemala.

1966        Shell Offering and the Use of Shell Motifs at Lake Amatitlan, Guatemala, and Teotihuacan, Mexico. 36 Congreso Internacional de Americanistas 1:355371. Sevilla.

Mata Amado, Guillermo

1964        Apuntes arqueológicos sobre el lago de Amatitlán. Antropología e Historia de Guatemala 16 (1).

1974        Arqueología subacuática Amatitlán-Guatemala. Anales de la Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala 47 (1-4):239-247.

Mata Amado, Guillermo y Rolando Rubio

1987        Incensarios talud-tablero del lago de Amatitlán (Guatemala). Mesoamérica 13:185-203. CIRMA, Antigua Guatemala.

Seler, Edward

1904        Antiquities of Guatemala. American Ethnological Bulletin.

Shook, Edwin M.

1952        Lugares arqueológicos del Altiplano Meridional Central de Guatemala. Antropología e Historia de Guatemala 4 (2):3-40.

Figura 1

Figura 2

 

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