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Houston, Stephen D., Héctor L. Escobedo y Mark Child
1999 Al filo de la navaja: Resultados de la Segunda Temporada del Proyecto Arqueológico Piedras Negra. En XII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1998 (editado por J.P. Laporte y H.L. Escobedo), pp.337-351. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.
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AL FILO DE LA NAVAJA:
RESULTADOS DE LA SEGUNDA TEMPORADA DEL PROYECTO ARQUEOLÓGICO PIEDRAS NEGRAS
Stephen D. Houston
Héctor L. Escobedo
Mark Child
Piedras Negras es una de las ciudades Mayas más grandes de la región occidental de las Tierras Bajas Mayas, con un registro envidiable de investigación pero con muchos problemas persistentes de interpretación, como por ejemplo: ¿cómo creció y colapsó Piedras Negras y bajo qué clase de condiciones económicas o políticas? ¿Qué tan grande fue la ciudad y cuál fue su conformación interna? ¿Qué tipo de actividades se realizaban en la ciudad y cómo se expresaron éstas en la arquitectura?
En 1998, el Proyecto binacional de las universidades de Brigham Young de Estados Unidos de Norteamérica y Del Valle de Guatemala, llevaron a cabo su segunda temporada de investigación con tales preguntas en mente. Esta temporada fue organizada con base en trabajos previos del Museo Universitario de la Universidad de Pennsylvania, de otros (e.g., Maler 1901; Satterthwaite 1943) y de nuestro mismo proyecto (Escobedo y Houston 1997; Houston et al 1998). Los objetivos de la temporada de campo 1998 incluyeron nuevas iniciativas junto con extensiones de las labores iniciadas en la temporada anterior. Esta temporada, como en 1997, sirvió para confirmar resultados previos y, como se esperaba, generó más preguntas.
Las actividades del proyecto iniciaron en marzo cuando un pequeño equipo integrado por Charles Golden, Tomás Barrientos, René Muñoz y Zachary Hruby, arribó a las remotas y bastante saqueadas ruinas de La Pasadita, en la zona sur de nuestra área de investigación (Figura 1). El sitio, famoso entre los epigrafistas debido a sus murales, dinteles y conexiones dinásticas con la entidad política de Yaxchilan, fue descubierto por Ian Graham en 1971. Fue extremadamente difícil la labor de relocalizar La Pasadita y aun más complicados fueron los problemas logísticos para trabajar en el sitio, ya que involucraron transporte por río hasta una ruta terrestre accesible sólo a pie y por bestia. Al contrario de los mapas publicados, el área alrededor de La Pasadita consiste en un terreno bastante quebrado y ocasionalmente pantanoso, que demostró ser insalubre por causar malaria entre nuestros trabajadores.
El antiguo asentamiento se agrupa sobre los cerros, con pequeñas terrazas y montículos bien dispersos sobre las colinas inferiores como a 20 o 50 m hacia abajo. Los restos descartados de raciones militares y reportes orales de batallas intensas durante la cúspide del conflicto interno en Guatemala, parecen confirmar los rumores persistentes sobre la existencia de minas en el área. La complicada logística y el peligro latente de que ocurriese una explosión hicieron imposible cumplir con todos los objetivos de la investigación.
Sin embargo, Golden y su equipo permanecieron durante dos semanas en el sitio para mapear las estructuras, recuperar y registrar pedazos adicionales de los murales y documentar las cuevas con materiales culturales, que son abundantes en el área. Fue trágico confirmar que la bóveda del edificio que alojaba los murales, la Estructura 1, colapsó pocos años antes de la visita de Golden. La mayoría de los edificios y plataformas en el área muestran testimonio de saqueo despiadado y persistente. No menos de diez entierros, que incluyen tres criptas en un edificio adyacente a la Estructura 1, estaban abiertos cuando el equipo de Golden visitó La Pasadita.
A finales de marzo se inició la construcción del campamento en Piedras Negras, con la llegada en lancha de 71 trabajadores y 4 cuatro cocineros. Las excavaciones comenzaron casi de inmediato en varios lugares. Dieciséis nuevas operaciones siguieron la secuencia establecida el año pasado, además se continuaron varias iniciadas durante la primera temporada. La mayoría de las excavaciones correspondieron a tres categorías: arquitectura monumental, estructuras pequeñas y plazas. Casi toda la tierra extraída en las excavaciones fue cernida y luego flotada por Nicole Towsend, lo cual permitió recuperar materiales tan delicados como una delgada aguja de hueso.
En Piedras Negras, las excavaciones monumentales han sufrido la dificultad, a veces insuperable, de penetrar en relleno muy suelto que requiere de un cuidado especial. Escobedo asumió el liderazgo en este tipo de operaciones con la investigación bastante completa de la Pirámide O-13, una estructura con asombrosas similitudes con el Templo de las Inscripciones de Palenque (Macri 1994). Las excavaciones en O-13 tuvieron el objetivo de explorar la naturaleza mortuoria de la pirámide, mencionada jeroglíficamente en el Panel 3 y continuar con el excelente trabajo de Tatiana Proskouriakoff para lograr definir la secuencia constructiva del edificio. Mason excavó esta pirámide a principios de los treinta, dejando una profundad cavidad en su eje central y apilamientos de escombro sobre la parte inferior de la escalinata. La Pirámide O-13 ya había sido foco de estudio en 1997, cuando Héctor Escobedo y Tomás Barrientos, con un poco de ayuda de Stephen Houston, descubrieron un entierro real que había sido reabierto y quemado unos pocos años después de su depósito (Barrientos, Escobedo y Houston 1997; Houston et al.; 1998:18-19).
A mediados de la temporada, Escobedo, con la ayuda de Carlos Alvarado, había demostrado varios rasgos importantes de O-13. En primer lugar, la pirámide exhibía, en áreas no perturbadas por Mason, un ejemplar estado de preservación. Su escalinata saliente todavía conservaba algunas gradas intactas y las terrazas superiores aún tenían evidencia de pisos de estuco. Lo más sorprendente fue que la parte posterior de O-13 mostraba una cara estucada en varias ocasiones, mampostería pintada de rojo, con considerables modificaciones y adiciones (Figura 2), junto con evidencia de entierros intrusivos. Pero fue la parte frontal y el eje de O-13 lo que reveló la naturaleza del edificio. Se removieron varias toneladas de escombro, exponiendo las gradas inferiores de la escalinata, una balaustrada inferior (quizá la base de una estela caída) y un empedrado. La excavación hasta roca madre de un pozo de 5 m hecho por Mason en el eje superior de O-13, no produjo ningún entierro, por lo que decidimos excavar la base de la pirámide. El relleno suelto del núcleo de la estructura había impedido la completación de un túnel inicial hecho a un lado de la escalinata saliente. Determinados a conseguir mayor seguridad, se buscó y logró encontrar un estrato de barro estéril, que se procedió a tunelear después de insertar postes y tablones para sostener el techo de la excavación.
Casi inmediatamente, se detectó uno de los escondites más grandes que se conozcan en las Tierras Bajas Mayas (Figura 3), consistente de aproximadamente 129 excéntricos (54 de pedernal y 75 de obsidiana, mayoritariamente en agrupaciones de nueve formas equivalentes), un esqueleto de pájaro, una vasija con ocho cuentas de jade y nueve piritas (dispersas con pedacitos de jade, Spondylus y hematita), una espiral de coral, todas colocadas en una cista bien preparada. El escondite ciertamente marcaba el eje de la pirámide.
Con esta indicación, Escobedo inició un túnel que eventualmente debió cancelar por la inestabilidad estructural. No se puede descartar la presencia de una tumba en el interior de O-13, a pesar de que el túnel empezó a alcanzar una sección ascendente del barro estéril que supuestamente conduce al cerro abajo de la estructura. Quizá nuestra suposición del año pasado fue correcta: el Entierro 13, el entierro más rico que se haya encontrado en Piedras Negras, colocado abajo del empedrado pero con evidencia de un reingreso posterior, representa la tumba del Gobernante 4.
De ser así, los eventos registrados en el Panel 3 – entierro, seguido 24 años más tarde por una nueva entrada a la tumba – corresponde a nuestra interpretación de este depósito. Es posible que el escondite y el pavimento, que pasan abajo de la última etapa constructiva fueran creados en el 757 DC. La última fase y el reingreso a la tumba pueden fecharse, si nuestro razonamiento es correcto, hacia el 782 DC, en un ritual dirigido por el Gobernante 7. La conexión con el Gobernante 7 está reforzada por la cercana presencia del Altar 4, una garra de jaguar gigantesca que descansa sobre cuatro piedras. Se sabe que los escultores de este altar estaban activos durante el reinado del Gobernante 7 y el objeto mismo parece ser mencionado en otro monumento de su reinado, el Trono 1 (una versión más temprana de este monumento aparentemente está registrada en el Panel 1 de El Cayo, durante la época del Gobernante 5).
Escobedo terminó la temporada explorando la plataforma frontal de la Pirámide R-1, con el mismo resultado, un núcleo hecho con relleno suelto y múltiples capas. Los niveles más tempranos resultaron ser del Clásico Temprano.
Excavaciones en gran escala principiaron en la Acrópolis, casi con certeza el palacio real de Piedras Negras, a mediados de la temporada. Esta investigación, enfocada en los patios palaciegos en particular, tuvo por objetivo comprender la historia constructiva y complejidad funcional de la Acrópolis. En el Patio 1, Houston y Mónica Urquizú detectaron varios niveles enterrados abajo de la Estructura J-7, una extensa plataforma que permitía el acceso desde el Patio 1 al Patio 2, a través de las terrazas de la Pirámide J-4. Abajo de la superficie de J-7 se encontraba un patio con varios episodios de estucado, una terraza enterrada y a mayor profundidad, un conjunto de edificios frente al Patio 1 (Figura 4). En la parte más baja se hallaba un nivel con materiales del Clásico Temprano, pero estaba apenas distribuido en una delgada capa de barro aparentemente natural (Satterthwaite 1954:71).
Por coincidencia, las excavaciones para establecer la secuencia constructiva de J-7 revelaron que el Templo J-4, tan íntimamente asociada con el Gobernante 4, fue construido después de las plataformas abajo del patio. Si J-4 fuese la estructura funeraria de este personaje, entonces, las plataformas deben anteceder su muerte y la edificación de su templo mortuorio. La presencia de materiales de la fase Chacalhaaz en estos depósitos sugiere que el ceramista George Holley colocó el inicio de esta fase aproximadamente 10 ó 20 años muy tarde (Holley 1983:155-156).
El Patio 3 demostró contener estructuras del Clásico Temprano que seguían una orientación diferente a la de los edificios de la superficie (Golden 1997:95). En 1998, Golden profundizó y extendió las trincheras iniciadas durante la temporada anterior, revelando edificios más tempranos y estableciendo articulaciones entre la arquitectura que delimita y está abajo del patio (Figura 5). Se expuso además, un enigmático componente ritual del Clásico Temprano integrado por un afloramiento de la roca caliza y una falla accesible por gradas.
En general, las excavaciones en la Acrópolis mostraron de manera clara que este complejo palaciego tuvo componentes significativos de la fase Balche, la época de transición entre el Clásico Temprano y el Tardío. No obstante, puede afirmarse que la actividad constructiva preponderante aconteció durante las fases Yaxche y Chacalhaaz del Clásico Tardío.
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Figura 1 Mapa de las ruinas de La Pasadita (según Ian Graham)
Figura 2 Parte posterior del templo de la Estructura O-13 de Piedras Negras
Figura 3 Algunos excéntricos de pedernal del Escondite 57 de la Estructura O-13
Información epigráfica evoca el final de la Acrópolis y el colapso de Piedras Negras. El Dintel 10 de Yaxchilan menciona a un importante cautivo de K’inich Tatub Hol, el último gobernante de esta ciudad (Figura 6). El nombre del cautivo se parece mucho al del Gobernante 7, el último de Piedras Negras. Las fechas y vestigios de la destrucción sistemática de la Acrópolis sugieren que este patrón no corresponde a una simple coincidencia. La referencia de Yaxchilan, de fecha 808 DC, es posterior a la más tardía ligada al Gobernante 7 en Piedras Negras, que se fecha para el 795 DC. Además, uno de sus monumentos, el Trono 1, fue violentamente quebrado y su palacio, la Estructura J-12, fue quemada. Hace mucho, Eric Thompson (1966:305) atribuyó estos destrozos a una lucha de clases, pero ¿podría tal violencia ser resultado de un ataque de Yaxchilan? En todo caso, el hecho de que tanto Yaxchilan como Piedras Negras hayan sufrido su abandono con pocos años de diferencia, quizá refleja que el colapso no fue un resultado directo de la guerra, sino de una debilitación general que hizo que este aconteciera.
La Acrópolis también plantea otra interrogante: en dónde se encontraba el palacio de los gobernantes del periodo Clásico Temprano? Pozos de sondeo hechos por Lilian Garrido en la Plaza del Grupo Oeste parecen haber revelado el lugar de habitación de los reyes de dicha época. Garrido encontró no menos de cuatro estructuras confrontadas hacia el sur por sendas escalinatas monumentales sucesivas (Figura 7). Fechadas para el periodo Clásico Temprano, estas estructuras fueron sistemáticamente niveladas y demolidas, para crear el nivel actual de la Plaza del Grupo Oeste. Las bases de las estructuras aún mostraban fino estucado y presentaban evidencia de varias entradas o escalinatas de acceso. Además, la planta de estos pequeños palacios truncados seguía la misma orientación y eje general del Patio 1 de la Acrópolis, aunque su distribución era más abierta y accesible. Durante la próxima temporada se espera limpiar la parte superior de estas estructuras para establecer de manera más precisa su fechamiento y secuencia constructiva. Por ahora, es claro que los Mayas eligieron el final del Clásico Temprano para reconfigurar, a través de un esfuerzo gigantesco, vías procesionales a la Acrópolis, que se transformó aparentemente de un cerro natural con estructuras en su cima, a un complejo que tuvo una apariencia casi completamente artificial. Este esfuerzo reconfiguró el casco urbano de Piedras Negras, otorgándole un aspecto monumental, integrando edificios aislados y entrelazando a los sectores norte y sur del sitio.
Mark Child continuó sus excavaciones en los famosos baños de vapor de Piedras Negras, un rasgo conocido en varios sitios, pero relativamente raro fuera de la cuenca del Usumacinta. Child hizo trincheras en los baños de vapor P-7, S-2 (Figura 8), S-4 y S-19, la mayoría de ellos ordenados alrededor de un área planificada orientada hacia el Grupo S. En todos los casos, se demostró que los baños de vapor tienen cuando menos dos fases constructivas. En particular, contextos sellados fechan la construcción del edificio más temprano, R-13-Sub.1, para la fase Naba del Clásico Temprano. La introducción de los baños de vapor hace surgir varias preguntas: ¿representarán un nuevo culto de purificación? O simplemente ¿reemplazarán versiones perecederas que aún no se han detectado? ¿Será su cantidad atribuible a diversos tratamientos o enfermedades? O acaso ¿corresponderán a las necesidades de diferentes linajes o señores, una conjetura quizá apoyada por su fecha variable? Cualquiera que sea su uso preciso, sus edificaciones presentan eficientes e ingeniosas cámaras ya que, por ejemplo, P-7 reveló la presencia de una cisterna sobre su cuarto de vapor, que servía para colectar agua de lluvia para bañarse.
Otro foco crucial del proyecto fueron las unidades habitacionales de pequeña escala, que de manera típica reciben poca o ninguna atención en las investigaciones en las Tierras Bajas Mayas Occidentales. Christian Wells realizó la primera excavación extensiva en Piedras Negras, explorando un conjunto de montículos bajos aglomerados entre la Plaza del Grupo Sur y un arroyo de invierno que desemboca en el Usumacinta. Esta investigación tuvo varios objetivos: determinar si el área contenía depósitos del Preclásico tales como los de la plaza cercana; pero, lo que es aún más importante, iniciar la exposición extensiva de arquitectura doméstica.
Los hallazgos incluyeron una densa concentración de lascas de obsidiana, raspadores de astas de venado, así como evidencia de un entierro ancestral en una pequeña plataforma hacia el este. Los suelos del grupo excavado por Wells fueron examinados por Perry Hardin y John Jacob Parnell y mostraron sorprendentes patrones de concentración de fósforo, aunque en menores cantidades que en Cerén y Aguateca (Figura 9).
En las cercanías, Nancy Monterroso dirigió una serie de trabajos en el patio pequeño asociado con la Estructura R-20, descubriendo rápidamente una concentración de entierros del Clásico Tardío, con orientación norte-sur. Las excavaciones expusieron los restos de tres infantes, dos niños, un adulto masculino y un adulto femenino. Además, dentro de R-20, se descubrió el entierro de un individuo masculino adulto con la misma orientación, pero con ofrendas mucho más ricas. Este fue el Entierro 45, extendido dentro de una cista (Figura 10), cuyos nichos laterales tenían vasijas policromas, algunas de ellas ornamentadas con una forma glífica particular de signos de los días y otros sufijos que son únicos en Piedras Negras. Es bastante probable que estos entierros correspondan a un grupo familiar y que el Entierro 45 quizá sea el fundador del linaje. Esta posibilidad será examinada en el futuro por medio de análisis de ADN.
Por otro lado, los pozos de sondeo hechos por Ernesto Arredondo e Isabel Aguirre aumentaron de manera considerable la cantidad de entierros, que en la actualidad suman 46. En los cuadrantes norte y oeste, Arredondo encontró un extraordinario depósito especial de cerámica fina estratificado en pequeñas capas con ceniza. En 1997, Golden había encontrado un depósito similar del Clásico Temprano debajo de J-20 y este año Wells encontró pequeñas capas ligeramente más tardías de materiales quemados debajo de F-2.
Tales hallazgos parecen involucrar rituales de terminación. La calidad del material fue sorprendente: numerosas figuritas, incluyendo posibles retratos; ocarinas y una flauta polifónica con tres cámaras; cerámica incisa con glifos, junto con varios artefactos evidentemente importados. Por incluir el nombre del Gobernante 2 inciso en algunos de sus tiestos (Figura 11), es probable que estos materiales no procedan de las plataformas bajas cercanas al depósito, sino de la Acrópolis, la residencia de los reyes.
Utilizando un total station, Nate Currit mapeó todas las excavaciones de las temporadas de campo del proyecto. Para nuestra desilusión, Currit demostró que el mapa del Museo Universitario, excelente en algunos aspectos, sufre de grandes errores horizontales en un lugar aledaño a la Plaza del Grupo Este, un error sospechado por los mismos investigadores de Pennsylvania (Satterthwaite 1943:21). La arquitectura en el área de la Acrópolis debe moverse unos 20 m hacia el noroeste; los edificios cercanos a la Plaza del Grupo Sur quedan, de acuerdo con las medidas de Currit, a 20 m hacia el sureste.
El programa de reconocimiento dirigido por David Webster amplió los resultados de la primera temporada. Jennifer Kirker y Amy Kovak localizaron 84 grupos diferentes de montículos o plataformas dentro de la «periferia cercana» de Piedras Negras (Figura 12). La topografía determinó la densidad poblacional de manera clara: las colinas algo planas eran buenas para el asentamiento, mientras que el terreno quebrado no lo era. Kirker y Timothy Murtha extrajeron muestras de cerámica por medio de la excavación de pozos de sondeo en cada grupo de montículos.
De manera preliminar, la mayoría de los sitios se fechan para las fases Yaxche y Chacalhaaz del Clásico Tardío, lo cual constituye evidencia de un significativo incremento poblacional durante esa época. Sin embargo, una excavación más extensiva hecha por Webster y Kovak en grupo de patio de tamaño mediano reveló una cronología más extensa, desde Balche hasta Chacalhaaz Tardío, que cubre cerca de 200 años de ocupación. No obstante, este sitio puede ser anómalo debido a su posición junto a una de las pocas rutas de acceso a Piedras Negras y gran cantidad de puntas de pedernal sugieren su posible función como atalaya.
Figura 4 Perfil de excavación de la Estructura J-7, Patio 1 de la Acrópolis
Figura 5 Perfil de excavación de la Estructura J-20, Patio 3 de la Acrópolis
Figura 6 Información glífica del Gobernante 7: a) Dintel 10 de Yaxchilan; b) Dintel 3 de Piedras Negras
Figura 7 Planta de algunas estructuras del palacio enterrado, Plaza del Grupo Oeste
Figura 8 Perfil de excavación de la trinchera en el Baño de Vapor S-2
Figura 9 Perfil de excavación que muestra concentraciones de fosfatos en un conjunto residencial
inmediatamente al este de la Plaza Sur
Figura 10 Planta del Entierro 45, Estructura R-20
Figura 11 Tiestos con glifos incisos que representan diferentes versiones del nombre del Gobernante 2,
Depósito Especial al suroeste de la Estructura N-10
Cerca de las excavaciones de Webster y Kovak hay una elevación natural, que también incluye un grupo de montículos, que va desde un estrecho desfiladero hasta un cenote seco, aún inexplorado, de aproximadamente 200 m de ancho por 200 m de profundidad. Este es un importante descubrimiento del reconocimiento, pues tal vez es el cenote más grande que se haya encontrado en Petén. Así no sorprende que su presencia haya intrigado a los Mayas, a tal grado que quizá sirve para explicar el origen de su toponímico, y-okib, un término arcaico para «entrada» o «abertura».
Otra actividad importante iniciada durante esta temporada fue la consolidación de edificios en peligro de colapso, siguiendo una política general de reforzar la mampostería en pie o recientemente caída, sin emprender cualquier tipo de reconstrucción plausible, pero aún especulativa. Después de considerar varias alternativas, se decidió consolidar el Baño de Vapor P-7 (Child 1997). Doce albañiles, trabajando en dos grupos, seleccionaron y dieron forma a las lajas delgadas que son características de la mampostería tardía del sitio, removieron raíces de árboles que se habían infiltrado en el cuerpo de la estructura, descombraron los cuartos restantes, cernieron y reutilizaron el estuco descompuesto del edificio y experimentaron con diversos grados de cemento para reproducir la densa composición del original. Una bomba industrial y varios km de poliducto reforzado llevó agua hasta el baño de vapor desde el Usumacinta, debido a que el trabajo de consolidación requería cuando menos de 150 galones de agua por día. Los albañiles notaron que gran cantidad de las piedras de construcción procedían del banco del río, a unos 500 m de distancia, la misma ubicación de donde los artesanos locales extrajeron el pedernal blanco, de mala calidad, que se utilizó para producir artefactos en Piedras Negras. Al final, se logró consolidar el cuarto de vapor (antes y después), el techo, la puerta noroeste, las bancas de los cuartos y el desagüe que conducía hasta la cámara principal.
Los albañiles también fueron de gran utilidad para construir una cista en la Estructura J-23 para alojar las cenizas de la eminente mayista Tatiana Proskouriakoff. El Domingo de Pascua (del calendario no ortodoxo), los arqueólogos enterraron las cenizas de Proskouriakoff después de escuchar discursos improvisados a cargo de David Stuart, Héctor Escobedo y Mónica Urquizú, en los que se hizo patente el aprecio y respeto que sienten todos los integrantes del proyecto. Al final de la temporada, todos los pozos, túneles y trincheras, incluyendo algunas dejadas expuestas por el Museo Universitario, fueron rellenados en concordancia con los requerimientos de nuestro permiso de investigación.
Figura 12 Mapa con puntos que indican la concentración de grupos de montículos en la «periferia
cercana» de Piedras Negras
A finales de mayo concluyó nuestra segunda temporada de campo, no sin antes tener que sortear una serie de peligros y tragedias, tales como incendios forestales muy cerca del campamento, el descubrimiento de una cueva con explosivos de la URNG y la desafortunada muerte de Manuel Jordán, uno de nuestros trabajadores, que se ahogó en las traicioneras aguas del río Usumacinta.
En síntesis, la temporada de campo de 1998 proporcionó información sobre la cronología, desarrollo del sitio, función y diseño de los edificios, topografía ritual, producción y consumo de artesanías y datos sobre las estructuras residenciales.
De manera eventual, estos hallazgos serán procesados para producir un panorama sobre ¿cómo funcionó Piedras Negras como un centro preindustrial, real-ritual? ¿porqué comenzó, creció y colapsó? y ¿cómo su marco referencial histórico explica, o se desvía de los vestigios culturales?
En el futuro, el proyecto se basará en los descubrimientos anteriores para planificar excavaciones más extensivas en las unidades domésticas y penetraciones más profundas en la Acrópolis y en otras estructuras monumentales, cuya dificultad de excavación es sobrepasada sólo por su importancia intrínseca en la comprensión de las sociedades dinásticas del periodo Clásico Temprano. En Piedras Negras, la planificación urbana jugó claramente un papel predominante en su transformación a partir de grupos aislados hasta un centro arquitectónicamente integrado. El reconocimiento contribuirá a llenar varias lagunas que aún persisten en los mapas regionales de los asentamientos, los estudios de suelos revelarán datos no visibles sobre el uso antiguo de la tierra, mientras que los análisis de los artefactos mejorarán nuestro conocimiento sobre la manufactura, uso y descarte de los utensilios Mayas. Los estudios en cuevas deberán ser realizados por especialistas y las áreas bastante hacia el sur, en el valle mayor definido por el arroyo Macabilero, será explorado cuando las CPR-P abandonen el área del Parque Nacional Sierra del Lacandón. Sin lugar a dudas, será en esta área en donde se localizará mayor abundancia de los límites distributivos de artefactos y asentamientos entre Piedras Negras y Yaxchilan, su eterno antagonista.
La posibilidad de que existan divergencias entre la cerámica de Piedras Negras del Clásico Tardío y la de la zona hacia el sur, será investigada a través de dicho reconocimiento, junto con la verificación de reportes de fuentes confiables sobre la existencia de edificios abovedados cerca de Macabilero. De la dinastía del Clásico Temprano, apenas conocida por escasos monumentos erosionados, se espera poder recuperar nuevas inscripciones en el Patio del Grupo Sur, junto con arquitectura Preclásica, cuya presencia ha sido sugerida por el descubrimiento de cerámica de esa época durante la primera temporada de campo (Forsyth y Hruby 1997:208-209). Luego de permanecer en silencio durante un milenio, Piedras Negras hablará de manera elocuente, en las temporadas futuras, de una civilización que floreció entre las montañas y el mar.
REFERENCIAS
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1997 PN 5: Excavaciones en el Baño de Vapor P-7. En Proyecto Arqueológico Regional Piedras Negras. Informe Preliminar # 1, Primera Temporada 1997 (editado por H.L. Escobedo y S.D. Houston):51-58. Informe entregado al DEMOPRE, Instituto de Antropología e Historia, Guatemala.
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1997 Síntesis de la Primera Temporada de Campo del Proyecto Arqueológico Piedras Negras. En Proyecto Arqueológico Regional Piedras Negras. Informe Preliminar # 1, Primera Temporada 1997 (editado por H.L. Escobedo y S.D. Houston):219-230. Informe entregado al DEMOPRE, Instituto de Antropología e Historia, Guatemala.
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1997 Análisis de la cerámica arqueológica de Piedras Negras: Temporada de 1997. En Proyecto Arqueológico Regional Piedras Negras. Informe Preliminar # 1, Primera Temporada 1997 (editado por H.L. Escobedo y S.D. Houston):207-212. Informe entregado al DEMOPRE, Instituto de Antropología e Historia, Guatemala.
Golden, Charles
1997 PN 11: Excavaciones en el Patio 3 de la Acrópolis. En Proyecto Arqueológico Regional Piedras Negras. Informe Preliminar # 1, Primera Temporada 1997 (editado por H.L. Escobedo y S.D. Houston):91-100. Informe entregado al DEMOPRE, Instituto de Antropología e Historia, Guatemala.
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