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26 Huellas antiguas en la selva Maya contemporánea: Patrones de asentamiento y medio ambiente en El Pilar – Anabel Ford y Rudy Larios – Simposio 13, Año 1999

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Ford, Anabel y Rudy Larios

2000        Huellas antiguas en la selva Maya contemporánea: Patrones de asentamiento y medio ambiente en El Pilar. En XIII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1999 (editado por J.P. Laporte, H. Escobedo, B. Arroyo y A.C. de Suasnávar), pp.320-332. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).

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HUELLAS ANTIGUAS EN LA SELVA MAYA CONTEMPORÁNEA: PATRONES DE ASENTAMIENTO Y MEDIO AMBIENTE EN EL PILAR

Anabel Ford

Rudy Larios

Las investigaciones arqueológicas en Mesoamérica, durante más de cien años, han venido cambiando; se han modernizando, incorporando en su práctica una serie de ciencias afines que las han hecho un poco más complejas. Esta modernización nos ha permitido una mejor interpretación de los remanentes culturales, pero también nos ha dado acceso a muchos otros conocimientos que anteriormente parecían incompatibles o intrascendentes.

En El Pilar, se ha enfatizado en el estudio de los antiguos patrones de asentamiento, pero no solamente como obra material, ni como un hecho aislado de la naturaleza que ahora los rodea, sino como parte integral. Es decir que dichos patrones se han estado analizando en su relación directa con las personas que habitaron el lugar y las características especiales de la selva actual, a la luz de estudios especiales de etnobotánica. Se trata de entender las características que la presencia humana del pasado pudo imprimir en la naturaleza. Esto, apoyado por la arqueología, ha dado conclusiones preliminares tan especiales, que constituyen el fundamento de nuestros objetivos a corto y largo plazo.

El programa ha tomado en cuenta el hecho de que, hasta hoy, son contados los proyectos arqueológicos que han tenido dentro de sus objetivos la conservación de los monumentos, y que, seguramente, ninguno se ha preocupado por integrar el equilibrio ecológico, considerándolo ajeno a sus intereses. Nos referimos al marco natural que rodea los monumentos consistente en la fauna y flora bajo el entendido de que ambos valores son dignos de conservar, y que como veremos más adelante, son recursos que pueden y deben convivir equilibradamente.

El programa El Pilar fue diseñado para promover un modelo diferente de manejo de recursos, basado en el paisaje Maya antiguo y en resultados y propuestas de investigación multidisciplinaria. Por eso, nosotros creemos que El Pilar es una esperanza para el futuro del mundo Maya, pues podemos aprovechar la experiencia ganada a través de los muchos años de exploración arqueológica en el área y la afinidad de otras ciencias actuales que de manera directa nos dan la oportunidad de hacer algo diferente. Las lecciones que aprendimos con proyectos arqueológicos del pasado, las podemos aprovechar, pero con base en una nueva visión, que involucra todos los factores presentes, tanto en la preservación de la naturaleza y su equilibrio biológico, como de su contenido cultural prehispánico. Es más, ahora podemos agregar un ingrediente de mucha importancia que antes no se incluía: las comunidades adyacentes, para que estén involucradas en los objetivos de manejo y preparadas a recibir, positivamente, el impacto que un desarrollo de esta índole les puede brindar.

UBICACIÓN GEO-POLÍTICA

La ubicación de El Pilar es especial, pues como vemos en el mapa (Figuras 1 y 2), el sitio se ubica dentro del distrito de El Cayo, al norte de la aldea Bullet Tree Falls, en Belice y el departamento de Petén en Guatemala, en el municipio de Melchor de Mencos, también al norte. El sitio forma parte de las selvas Mayas que aún no han sido destruidas por el mal llamado «desarrollo».

En cuanto a construcciones urbanas, esta ciudad tiene una extensión calculada en 50 hectáreas. Nos referimos a edificaciones arquitectónicas en plazas públicas, como también en conjuntos residenciales con cierta privacidad. Esto es, en términos generales, un sitio que podemos contar dentro de los grandes, no tanto como Tikal, que puede alcanzar hasta 150 hectáreas de construcciones urbanas, pero sí lo podemos comparar con El Naranjo, muy próximo a El Pilar, que tiene cerca de 80 hectáreas. Vemos entonces que este sitio no es secundario sino por el contrario, es un sitio considerablemente importante y con gran potencial de desarrollo, interés científico y, por supuesto, gran potencial turístico.

Como idea general de su importancia, podemos mencionar que uno de los monumentos arquitectónicos de mayor tamaño en el sitio, es de unos 65 m de largo por 40 m de ancho y un poco más de 20 m de altura, forma el límite oriental de la plaza Copal (Estr.EP7; Figura 3) o plaza principal, cuya extensión libre sobrepasa los 120 m de largo por 60 m de ancho. En el ángulo noroeste de esta gran plaza, se distingue la presencia de un sacbe. Aunque casi todas las ciudades Mayas tienen calles para unir grupos principales, ésta constituye un caso muy especial, pues está uniendo el grupo principal en territorio de El Cayo, Belice, con otro grupo también muy importante, en Petén, Guatemala.

Ahora bien, como todos sabemos, en el pasado han habido ciertos antecedentes políticos muy complicados entre Belice y Guatemala, por lo que resulta fácil entender que El Pilar tiene un significado cultural moderno de gran importancia: en el pasado solamente fue una calzada para unir dos partes importantes de una ciudad, pero su ubicación en el presente, une dos pueblos como un símbolo de cordialidad, en un esfuerzo conjunto para alcanzar su desarrollo y luego, para conservar ambas partes como un parque natural y cultural: «El Pilar de la Amistad».

Como se comprenderá, las metas del proyecto no son simples, es un reto de implicaciones muy complejas, pero que se ha emprendido con valor y mucha esperanza.

ANTECEDENTES

El sitio El Pilar no fue muy conocido sino hasta el año 1972 en que Joseph Palacio, Comisionado de Arqueología en ese tiempo, lo reporta. Más tarde y luego de un informe muy entusiasta de Jaime Awe, Anabel Ford lo visita por primera vez en 1983. El proyecto Belize River Archeological Settlement Survey (BRASS por sus siglas en inglés), fue autorizado en ese mismo año, iniciando sus trabajos de reconocimiento de patrones de asentamiento con relación al río Belice. No obstante, no fue sino hasta 1992 cuando da inicio a sus trabajos formales en El Pilar, transformándose en el primer proyecto arqueológico que se viene desarrollando hasta la fecha.

La intención de este proyecto durante estos años ha sido básicamente obtener un panorama general del sitio, haciendo trabajos mínimos de sondeo con pozos en lugares estratégicos y muy limitada excavación, liberando pequeñas partes arquitectónicas. Principalmente, se ha hecho mapeo que define sus patrones de asentamiento, empezando con los métodos tradicionales con el uso de teodolito, luego continuaron con un instrumento más sofisticado como lo es un teodolito electrónico láser. Finalmente, en estas últimas temporadas, hemos entrado a la tecnología más avanzada del momento, utilizando el Sistema de Posición Global, conocido por sus siglas en inglés GPS. Consiste en la localización de las coordenadas geográficas de cada punto de control, a través de la información de los satélites artificiales. Esto produce un resultado muy preciso cuando se une a los programas adecuados de computación.

El trabajo más grande e importante en cuanto a investigación arqueológica, es la excavación de un túnel durante la temporada de 1996, perforado al nivel base de la construcción de la Estructura EP7 que intenta cruzarla de lado a lado en sentido transversal de oeste a este (Figura 4). Al momento se ha logrado excavar un total de 33 m, lo que hace un poco más del 60% de su longitud total. Los resultados han sido muy interesantes, pues con base en ese túnel y otra excavación en donde se localizó una estructura de planta circular muy bien estucada, se ha podido entender que el periodo de ocupación de El Pilar da inicio durante el Preclásico Medio, extendiéndose hasta el Clásico Terminal. Incluso, las últimas excavaciones en el grupo residencial Tzunu’un, revelaron algunas actividades que se dan a principios del Postclásico (1000- 1100 DC).

Se ha hecho, además, trabajos mínimos de estabilización y restauración que se consideraron urgentes, en edificios con inminente riesgo de destrucción. Nos referimos concretamente a las Estructuras EP22 y EP25 (Figura 3) en la acrópolis, y al extremo norte del sitio (1997). En estos dos últimos años, como una muestra de lo que fue un grupo residencial, se trabajó en el grupo Tzunu’un al sureste del sitio, que consta de tres bases de casas que evidentemente tuvieron construcciones de madera y techo de palma, un templo y una casa principal o palacio.

Esperamos sin embargo, poner en práctica un proyecto más extenso en un futuro próximo, que nos permita alcanzar mayor conocimiento sobre el pasado del sitio, y como complemento, el desarrollo básico para su adecuada conservación. En otras palabras, se harán mayores investigaciones arqueológicas y por supuesto, realizar las intervenciones de restauración que sean necesarias para conservar y exhibir el sitio de la mejor manera.

DESARROLLO SOSTENIBLE

Como dijéramos anteriormente, los estudios básicos en El Pilar no se han detenido en el análisis de los patrones de asentamiento, sino también han abarcado el estudio de la biodiversidad en el medio ambiente en que estos monumentos se encuentran (Figuras 5 a 7). Lo extraordinario de esto es que con base en ellos y otros estudios más en las Tierras Bajas Mayas de Petén y Belice, la investigación especializada en El Pilar ha confirmado indicios de una serie de patrones económicos dentro de la organización social Maya. Es claro, por supuesto, el papel desempeñado por el maíz, abundante en la dieta de la población Clásica, pero también se ha comprobado la presencia de una gran variedad alimenticia y la utilización de otros productos provenientes de la selva. La variedad de productos presentes, tanto alimenticios como fibras o materiales de construcción y combustibles esenciales para la vida de los Mayas, se ha podido estudiar gracias al análisis arqueológico de la arquitectura doméstica periférica en El Pilar.

Por otro lado, sabemos ahora que la mayor población de asentamientos humanos se dio en las colinas, y en estas zonas se aprecia una menor biodiversidad que en las partes bajas y planas.         No queremos decir con esto que solo las colinas tienen población prehispánica, pero sí es claro que estas fueron preferidas por los antiguos Mayas. Los bajos, como áreas inundables no son apropiados para los asentamientos humanos y es frecuente encontrar pequeños o grandes grupos de edificaciones rodeadas de bajos, pero su población fue sabiamente ubicada en partes no inundables.

Los estudios agroforestales y etnobotánicos realizados en El Pilar han determinado además que en las partes pobladas es mucho mayor la presencia de árboles frutales; y en especial, se encontró gran variedad de plantas medicinales. Estas características, sumadas a la menor biodiversidad dentro de las colinas en relación directa con los asentamientos prehispánicos, es un claro síntoma de que estas partes de la selva fueron modificadas por la presencia humana. Las preguntas que surgen con esta base pueden ser las siguientes:

  • ¿Hasta qué grado los Mayas aprendieron a manejar las selvas?
  • ¿Será esta diferencia un asunto natural o realmente son huellas antiguas reflejadas en la selva Maya actual?
  • ¿Lograron las Mayas una alianza con la naturaleza?

Todos los humanos cometemos errores, y los Mayas no fueron la excepción, pero no obstante esta debilidad humana, ellos aprendieron a manejar la selva mucho antes de aprender a construir casas de piedra. Recordemos que ellos vivieron de ella y por ello aprendieron que la selva es más importante viva que destruida. Ellos lograron una civilización sostenible por más de 15 siglos, y no los podemos borrar de su historia por el hecho de que también tuvieron un colapso. Por consiguiente, es de sentido común entender que también deben haber tenido un sistema que les permitió un desarrollo sostenible a través de todos esos años. Construir edificaciones tan enormes y ciudades tan importantes, en territorios como estos, necesitó de un manejo adecuado de los recursos.

Los estudios de patrones de asentamiento y un análisis cuidadoso de la capacidad de los suelos en el área de Petén y Belice, durante unos 20 años, hace concluir que, de la misma forma en que ciertos campesinos actuales Mayas tienen una huerta agroforestal, y manejan con éxito los policultivos, los Mayas antiguos deben haber manejado los recursos como la misma selva lo hace. Es decir, con una diversidad de cultivos que colaboran unos con otros a la conservación de los suelos. Esto no es, exclusivamente, el método de cortar y quemar, sino algo de mucha mayor inversión que permitió un verdadero desarrollo sostenible.

No es lógico pensar que 15 siglos de civilización se hayan fundamentado solamente en el corte, la quema y el monocultivo, pues todos sabemos que en estas Tierras Bajas, la capa de suelo fértil es tan delgada que necesita una mayor inversión de trabajo que cuando los suelos son más abundantes. De lo contrario, no aguanta con más de dos cosechas de maíz, y luego la producción disminuye. No es por que los suelos sean estériles, sino porque no se tratan como se debe. No se conservan ni renuevan. Esto no sucede en la selva al natural, ella se revitaliza cada día.

La huerta agroforestal, en cambio, aprovecha la sombra de grandes árboles para el cultivo de plantas alimenticias que necesitan sombra y la sombra se puede obtener de frutales o árboles maderables que luego pueden ser aprovechados con un manejo racional.

Si las conclusiones expuestas son 100% correctas o no, no afecta la realidad científica, pues se sabe muy bien que la conservación del bosque puede ser más productiva que su tala y quema. Existen ya escuelas que intentan enseñar al campesino a evitar la quema y a utilizar todos los recursos naturales para lograr un verdadero desarrollo sostenible a través de granjas orgánicas con policultivos apropiados.

CONSERVACIÓN DE MONUMENTOS

Los proyectos arqueológicos del pasado, especialmente los que se llevan a cabo a finales del siglo XIX y los primeros dos tercios del siglo que estamos terminando, practicaron una metodología propia de su época: primero que nada, se talaba toda la selva de los lugares en que se llevarían a cabo sus trabajos, pues se consideraba a los árboles como los enemigos número uno. Lamentablemente muchos de ellos, además de esto, cortaban los conjuntos arquitectónicos como si fueran grandes pasteles para analizar sus diferentes etapas de construcción, o simplemente eran liberadas las estructuras para obtener buenas fotografías y dibujos, pero luego todo era abandonado pues no había ninguna preocupación por conservar.

Todo aquello refleja la metodología de una época, que quiérase o no, nos dejó un gran cúmulo de conocimientos que ahora fundamentan la arqueología moderna. En otras palabras, aunque se cometieron algunos desaciertos, todos nosotros hemos aprendido de ellos y nos alientan a emprender nuevos retos. El desarrollo de El Pilar y la conservación integral de sus recursos naturales en equilibrio con su contenido cultural prehispánico, más la integración de las comunidades adyacentes al sitio, es la meta que el proyecto se ha impuesto.

Con este pensamiento en mente, y después de muchos proyectos arqueológicos con objetivos turísticos en el área, bastará un recorrido a través de esos sitios, para tener una clara idea de la que pasó a través de los años. Es muy notorio que el deterioro se hizo presente causando una nueva ruina del monumento. En los sitios en que los Mayas utilizan piedra caliza muy suave, como Tikal, Uaxactun, Xunantunich, Bonampak, e incluso piedras más duras como la toba volcánica de Copan, areniscas en Quirigua o calizas duras en otros sitios más al norte del área, están en franco y alarmante proceso de disolución. Esto es un proceso irreversible de deterioro o enfermedad en la piedra que la transforma en polvo o escamas, hasta que muchas de ellas desaparecen por completo dejando solamente un hueco en su lugar.

Es un problema terrible causado por todos los fenómenos naturales. Sabemos ahora que el agua es el medio de transporte de componentes deteriorantes. Se le conoce como hidrólisis, que es el efecto del agua pasando a través de los poros de las piedras, transportando ácidos y favoreciendo la disolución de ciertos minerales. Con esta base, la idea que se tuvo hace varias décadas, fue la de aislar los materiales intentando evitar el paso del agua, pues evidentemente ella era la culpable de todos los males. Se usaron impermeabilizantes, endurecedores, techos de diferentes clases, etc., no obstante, el problema aún está presente. Muchas instituciones siguen buscando el elemento mágico que detenga este deterioro, pero hasta el momento sin mayores éxitos.

Está probado, además, y cualquiera lo puede comprobar, que cuando los monumentos no se tocan o están en áreas no desarrolladas al turismo, su conservación es mucho mejor, pero al exponerlas al «desarrollo turístico», entonces el problema se presenta y los monumentos empiezan a deteriorarse rápidamente. Sabemos además que las sales solubles en agua presentes en estas edificaciones, son en mayor grado las responsables del deterioro, al cristalizarse durante el día y licuarse durante la noche.

Pero, además de lo puramente técnico, cualquier persona que visite los sitios mencionados anteriormente podrá notar que en ciertos lugares, en los cuales no se les ha despojado de sus árboles, mantienen estabilidad en la temperatura y una relativa humedad estable. Es también notorio que los monumentos se encuentran en mucho mejores condiciones de conservación que las expuestas al sol. El Templo I de Tikal, o Gran Jaguar, es un ejemplo muy claro de lo dicho; su fachada sur, que está más expuesta a la luz del sol durante el año, es la más deteriorada, en tanto que la parte norte que es relativamente más húmeda no presenta el mismo grado de deterioro.

El grupo de la Plaza de los Siete Templos, el Palacio de las Acanaladuras Verticales, y Mundo Perdido, en donde se manejó la selva con más prudencia, también se ven en mejores condiciones. Este fenómeno se puede observar en Xunantunich, Lamanai y en otros muchos lugares del área. Siempre las partes más soleadas y secas son las menos conservadas y las partes protegidas por la sombra de los árboles son las que se encuentran en mejores condiciones, aunque cubiertas por una capa de microflora.

Igualmente, hay problemas cuando tenemos techos inadecuados sobre un área específica, como es el caso del mascarón que vemos en la fachada sur de la Estructura 22, al centro y al extremo norte de la Acrópolis Norte de Tikal. En él notamos, que, contrariamente a lo esperado, la parte protegida por el techo es la más destruida. El techo en este caso solo está provocando mayor destrucción. ¿Por qué? La respuesta la fundamentamos en lo dicho con anterioridad, los árboles hacen un clima más fresco y provocan una humedad relativamente estable, evitando que las sales cristalicen y si ellas permanecen líquidas, su daño se anula o minimiza grandemente, en tanto que su aislamiento parcial de la humedad y la lluvia, favorece la cristalización de sales.

Claro está, aún tenemos otros factores deteriorantes, pero ninguno de ellos se puede comparar con lo que las sales pueden hacer a las piedras, especialmente las calizas suaves como las de los sitios referidos.

Por otro lado, como todo esto es producto de la naturaleza, quiere decir que es mejor unirse a ella que combatirla con métodos que al final, no nos darán el resultado que deseamos. Es imposible aislar los edificios de los efectos del clima y especialmente del agua. Por eso, debemos buscar la manera en que sus efectos se hagan mínimos y nos ayuden a conservar.

INTEGRACIÓN DE OBJETIVOS

Las ideas y estudios de Anabel Ford y el proyecto BRASS/ El Pilar, y las pruebas científicas actuales del manejo de la selva y las huertas agroforestales, más las evidencias que Rudy Larios ha logrado encontrar en sus más de 30 años de estudio de la arquitectura Maya y la necesidad de proteger los monumentos apropiadamente, constituyen los factores principales que estamos uniendo en El Pilar.

Ambos están de acuerdo en un punto común: el manejo científico y racional de los recursos naturales permitirán una mejor conservación del ambiente. En consecuencia tendremos un clima y microclima apropiados también para la conservación de los recursos culturales que la selva abriga con generosidad.

ESPERANZA FUTURA PARA EL PILAR

Debe quedar claro que lo que se pretende es echar a andar un plan de manejo y un plan maestro de desarrollo y uso que permita compaginar varios intereses: la conservación de la naturaleza, fauna y flora, y de su contenido cultural, incluyendo los intereses comunitarios, haciéndolos parte del programa. Esto requerirá de criterios muy claros en cuanto a los diversos objetivos, y en especial, requiere de unidad dentro de los componentes administrativos de su manejo, que entienda los objetivos claramente.

De no ser así, podría pasar lo que vimos en Tikal, en donde el administrador tiene muy limitada autoridad sobre los recursos naturales. La administración referida, que depende del Instituto de Antropología e Historia de Guatemala, no puede intervenir en los árboles sino hasta que obtiene autorización de la institución que maneja la naturaleza (Consejo Nacional de Áreas Protegidas). El caso es que, en 1996, el administrador en turno, vio que un árbol sobre uno de las estructuras de la Plaza de los Siete Templos parecía riesgoso. El árbol estaba muy inclinado y amenazaba con caer. El no tenía la autoridad suficiente para cortarlo, de modo que mientras se averiguaba y mientras él buscaba apoyo y la manera legal de talarlo, el árbol se vino abajo con el consiguiente derrumbamiento de una buena parte de lo alto de la estructura. Ahora, no falta quien diga que fue culpa del administrador, pero en realidad es la falta de coordinación entre instituciones que aparentemente no tienen nada en común. Nosotros sabemos que sí tienen mucho en común y que deben trabajar como un solo equipo, con objetivos comunes.

También queremos hacer investigación arqueológica, por supuesto; pero circunscrita a la conservación de los recursos naturales. Tendremos especial respecto por los monumentos culturales, sin descuidar la fauna y flora. Haremos restauración, pero también dentro de los principios fundamentales de la conservación, la autenticidad y principalmente, dentro de un marco natural manejado de tal manera, que ambos recursos puedan convivir y protegerse; esto sería el logro de un desarrollo sostenible del contenido natural y cultural de la reserva.

Es más, la inclusión de las comunidades circundantes como parte de los objetivos del proyecto ayudará a que este desarrollo sea saludable y sus miembros comunitarios puedan tener acceso a las ventajas que un desarrollo de esta clase puede llevar para su futuro. No quiere decir que las comunidades se les quiera poner dentro de un marco prefabricado, sino todo lo contrario, los estamos impulsando para que sean ellos los que fabriquen el marco y que éste sea adecuado a sus intereses, sin olvidar que el sitio también es parte de la obra de sus ancestros. Por ello, hemos iniciado desde hace algunos años un proceso de educación y retroalimentación que los concientice en torno al verdadero valor y significado de los monumentos y la naturaleza que los rodea.

CONCLUSIONES

El Parque Natural y Cultural «El Pilar de la Amistad», como le llamamos nosotros, es ya un área protegida de unas 800 hectáreas en Belice y 1200 hectáreas en Guatemala, todo dentro de la selva Maya. Ya no es un sueño, pero un reto enorme que todavía necesita de mucho esfuerzo y en especial de mucha convicción en las autoridades de ambos lugares y en especial, como dijimos, educación y organización de las comunidades próximas a las áreas de reserva.

La comunidad se ha incorporado, desde 1993, en la asociación «Amigos de El Pilar» que involucra principalmente a los aldeanos de Bullet Tree Falls, Belice, que es la población más cercana y que de manera directa recibirá el impacto positivo del desarrollo del sitio. En Melchor de Mencos, el municipio petenero, también se ha iniciado un grupo de apoyo «Amigos de El Pilar».

Hemos contado con abierta colaboración de las autoridades correspondientes, tanto en Belice como de Guatemala. Actualmente se está tratando de coordinar las diferentes actividades como naturaleza, arqueología y comunidad, con ampliación de las fuentes específicas de financiamiento, a fin de que se permita cumplir las metas impuestas, y más importante aún, necesitamos la comprensión de todos los que de alguna manera están involucrados en el estudio de la maravillosa cultura Maya.

Figura 1 Tierras Bajas Mayas, con El Pilar y otros centros mayores indicados

Figura 2 Ubicación de la Reserva Arqueológica El Pilar, para flora y fauna Maya

Figura 3 Mapa de El Pilar: El Pilar y Pilar Poniente

Figura 4 Dibujo esquemático del túnel dentro de EP7, mostrando sus diferentes estratos culturales

Figura 5 Entorno natural y cultural de la selva Maya

Figura 6 Varios aspectos de la Reserva Arqueológica El Pilar, para flora y fauna Maya

Figura 7 Visión futura de El Pilar y su huerta agroforestal

 

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