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Arroyo, Bárbara
2001 La regionalización en la Costa del Pacífico: Sus primeros pobladores. En XIV Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2000 (editado por J.P. Laporte, A.C. Suasnávar y B. Arroyo), pp.1-7. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).
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LA REGIONALIZACIÓN EN LA COSTA DEL PACÍFICO:
SUS PRIMEROS POBLADORES
Bárbara Arroyo
Los orígenes de los primeros habitantes en el área Maya han sido un tema que ha generado mucho interés en los últimos años. Sin embargo, la mayoría de estas investigaciones se han centrado en el corazón de las Tierras Bajas como son los recientes trabajos en Belice (Awe 1992 y Cheetham 1998) y la cuenca El Mirador (Hansen 1992), fechados a partir del 800 AC. Se observa una tendencia a relacionar los mismos con la civilización Olmeca (Clark y Hansen 1998) y no ha habido mayor enfoque en la investigación de los orígenes locales. Se sabe de la presencia de asentamientos muy antiguos en la costa del Pacífico con fechas anteriores a 1500 AC, y su comprensión pueden ayudarnos a explicar la relación entre éstos y los de las Tierras Bajas, además de eventualmente conocer los orígenes mismos de los primeros costeños.
Los últimos quince años han visto un incremento en las investigaciones enfocadas en la identificación de asentamientos Formativo Temprano en la Costa del Pacífico. Hasta el año pasado desconocíamos la presencia de una ocupación arcaica y su relación con los asentamientos del Formativo. Ahora se tiene una mejor idea de la misma y los nuevos datos serán presentados por mi colega Héctor Neff. Aquí nos enfocaremos en los sitios del Formativo Temprano.
Desde las décadas de 1950 y 1960 con los trabajos en La Victoria y Salinas La Blanca (Coe 1961, Coe y Flannery 1967), pasaron unos 25 años antes de retomar la temática de la distribución y orígenes de los asentamientos del Formativo Temprano. Entre 1986 y 1988 se revivió el interés y se realizaron investigaciones en los sitios El Mesak en Retalhuleu (Pye y Demarest 1991), y en El Carmen, El Salvador (Arroyo et. al. 1989; Arroyo 1995). Esto vino a agrandar nuestro conocimiento sobre la distribución de sitios, su antigüedad y secuencia de ocupación. A partir de ello, se iniciaron las investigaciones en el centro de la Costa del Pacífico (Arroyo 1994), las cuales ahora ofrecen una perspectiva para la explicación de la naturaleza de los asentamientos tempranos.
Se ha podido determinar que existen grupos de asentamientos que comparten estilos cerámicos y otros rasgos culturales dependiendo de la región en que se encuentren (Figura 1). Es así como en Guatemala se han logrado identificar cuatro grupos o conjuntos regionales:
1. La costa occidental que incluye San Marcos, Retalhuleu y Suchitepéquez
2. La costa central de Escuintla que incluye la zona de Tiquisate y Tecojate
3. La costa centro-oriental que incluye la región de Sipacate
4. La costa oriental que incluye a Santa Rosa y el sitio El Carmen en El Salvador.
Figura 1 Mapa mostrando las regiones propuestas en esta ponencia
Mientras todos los conjuntos parecen compartir características culturales similares, en particular estilos cerámicos parecidos, existen diferencias propias a cada región que los hacen diferenciarse de los demás. El compartir una serie de rasgos culturales parecidos como asentamientos a orillas de esteros y manglares, uso de una industria lítica de lascas de obsidiana de técnica bipolar, cerámica consistente principalmente en tecomates de banda roja alrededor del borde, subsistencia basada en la explotación de los recursos locales, abandono y reocupación temporal de los sitios, etc., sugieren una intensa interacción entre los distintos grupos asentados en la zona. Sin embargo, ciertas características propias de la cerámica indican que los sitios no necesariamente representan a una población con una organización uniforme, sino más bien una diversidad de poblaciones que mientras compartían rasgos culturales, tenían organizaciones internas propias y particulares que se ven reflejadas en los patrones de asentamiento y sus artefactos. De ser un mismo grupo con una misma organización social, esperaríamos ver un patrón de asentamiento totalmente igual a lo largo de toda la Costa del Pacífico además de la misma cultura material.
El patrón de asentamiento varía por regiones en la Costa del Pacífico pues por ejemplo, la costa occidental de San Marcos y Retalhuleu (Coe 1961, Coe y Flannery 1967, Shook y Hatch 1979) observa la presencia de sitios con varios montículos y con una densidad de los mismos más alta que otras zonas más al este. La ubicación de los sitios también no sólo es a orillas de los esteros, sino también hasta unos 10 km tierra adentro. La región también se caracteriza por la presencia de pampas o lagunas de agua salóbrega que van más allá del estero. La costa occidental pareciera relacionarse más con la vecina zona de Mazatán, Chiapas donde se observa una tendencia a sitios especializados a orillas del estero y manglar, y sitios mayores que representan cacicazgos ubicados a unos 12 km de distancia al norte de la costa (Clark y Blake 1994). Mientras los sitios tierra adentro en la costa occidental de Guatemala no han sido ampliamente investigados, Pye y Demarest (1991) han propuesto la posibilidad de una organización compleja para el sitio El Mesak en Retalhuleu del cual escucharemos más en la próxima ponencia.
Además del patrón de asentamiento, la zona de San Marcos y Retalhuleu comparte características cerámicas muy similares con la vecina zona de Mazatán. La principal diferencia entre Chiapas y esta parte de la costa de Guatemala consiste en la casi total ausencia de la primera cerámica Barra en esta última parte de la costa. Sin embargo, la siguiente fase, Locona está bien documentada y es muy parecida a los sitios de la zona de Mazatán, Chiapas y La Victoria de San Marcos y El Mesak, Retalhuleu.
Un poco más al este, la zona de Suchitepéquez no parece compartir el patrón de asentamiento mencionado para Chiapas, San Marcos y Retalhuleu, aunque sí el material cerámico. Allí, investigaciones en los alrededores de la Laguna Sesecapa y Chiquistepeque (Arroyo 1995; Arroyo y Neff 1996) han documentado ocupación del Formativo Temprano concentrada alrededor de las lagunas y la presencia de cerámica de las fases Locona, Ocós y Cuadros, además de la cerámica Navarijo que Shook y Hatch (1979) identificaran para Salinas La Blanca en San Marcos. Estas cerámicas son casi idénticas a las encontradas en Chiapas y el occidente de Guatemala.
En contraste con esta parte de la costa, los sitios del litoral de Tiquisate y Tecojate (Arroyo 1999) en Escuintla tienen cerámica similar aunque con diferencias locales que obligaron a la definición de nuevos tipos y fases. En Tiquisate, no se ha documentado ocupación de las fases Barra, Locona y Ocós. El sitio de Juan López, excavado en 1997 con la colaboración de un grupo de estudiantes de la UVG, descubrió cerámica de la fase Tecojate la cual es equivalente a la fase Cuadros de la costa occidental. Aunque se tiene una fecha de radiocarbono de 1400 AC de una concha recuperada por Neff en un depósito de basura enterrado en la orilla sur del sitio, no existe evidencia cerámica que documente la ocupación del lugar antes de la fase Tecojate. La función de este sitio debió ser doméstica por la presencia de varios pisos de barro. Es posible que sirviera de vivienda para una familia que se encontraba explotando los recursos del manglar y estero.
Las características propias de la cerámica encontrada aquí y en la vecina región de Tecojate, obligaron a nombrarla diferente (fase Tecojate), pues aunque comparte los rasgos diagnósticos de la fase Cuadros de formas de tecomates grandes, su distinta decoración, orientación de los bordes, tamaños de las mismas, etc. hizo necesario una distinción. Esta fase fue originalmente definida sobre la base de las investigaciones llevadas a cabo en 1991 y 1992 en Tecojate donde parecía observarse la frontera entre asentamientos que usaban cerámica de la fase Cuadros y otros de la fase Tecojate. Tal parece que fue el río Madre Vieja el que sirvió de zona de amortiguamiento entre grupos que usaban estas dos cerámicas.
En la zona de Tecojate, al este del río Madre Vieja se han ubicado 14 sitios del Formativo Temprano los cuales se ubican en el litoral, a orillas de esteros y manglares, unos 3 km al norte del océano. Aquí se encontraron escasos tiestos similares a los de la fase Barra de Chiapas, pero por sus diferencias locales se les denominó como correspondiente a la fase Madre Vieja (1550-1350 AC). Más adelante, la siguiente fase corresponde a Coyolate I (1350-1200 AC) y Coyolate II (1200-1150 AC) que en tiempo es equivalente a lo que en el occidente se conoce como Locona y Ocós. La distinta denominación fue necesaria a partir de las diferencias locales en las formas y estilos decorativos. Aunque persiste la presencia de tecomates con banda roja, su burda apariencia y decoración más sencilla que la de Chiapas y San Marcos y Retalhuleu, reflejan la presencia de otro grupo que no necesariamente era parte de aquella zona.
Más recientemente, y con el afán de comprender de una mejor manera la ocupación temprana de la Costa del Pacífico, se continuó con las investigaciones realizando recorridos en el litoral de La Gomera, mejor conocido como la zona de Sipacate en Escuintla. Aquí, Bove y colaboradores (Genovez 1996) habían realizado intensos recorridos poca distancia al norte del parcelamiento San Jerónimo (sin haber cubierto éste). Estos recorridos alcanzaron una altura de 15 km tierra adentro sin documentar ocupación del Formativo Temprano. Sin embargo se suponía de la existencia de sitios de esta época por la presencia de sitios de este periodo en Santa Rosa y El Salvador, más al este.
Después de nueve años de buscar sitios del Formativo Temprano, ya más o menos se tenía una idea del hábitat preferido para la ocupación de aquellos pobladores. Este es a orillas de zonas de lagunas y manglares, y por eso se buscaron estas características geográficas en la zona de Sipacate. Fue así como a partir de junio de 1999 se iniciaron recorridos y excavaciones arqueológicas en el lugar. Se ha contado con la participación de Héctor Neff y los estudiantes de la Universidad del Valle y la Universidad de Missouri, Wendy Belanger, Jenny Guerra, René Johnston, Álvaro Paredes, Karen Pereira, Alejandro Seijas, Jeff Speakman y César Veintimilla.
Las investigaciones se enfocaron en un sistema de zanjón y laguna del parcelamiento San Jerónimo, Sipacate, Escuintla. El recorrido descubrió varios sitios de varias épocas, pero para los propósitos de esta ponencia, únicamente se tratarán los sitios Formativo Temprano. Aquí se documentaron ocho sitios con ocupación del Formativo Temprano, dos de ellos alejados 1 km del conjunto de Albeño y Grajeda. Estos dos primeros parecen tener relación entre sí y se separan tan sólo unos 50 a 60 m entre sí. El conjunto de Albeño y Grajeda consiste en cuatro montículos a orillas de un zanjón, posiblemente relacionado al sistema de la laguna Placetas.
El año pasado se iniciaron investigaciones en el sitio Albeño y este año se excavaron los otros tres montículos. Los resultados preliminares muestran que el patrón de asentamiento de la zona consistió en múltiples ocupaciones y abandonos. Esto se ha documentado en la presencia de múltiples pisos, además de pozos de almacenaje. Sin embargo, hacia finales del Formativo Temprano se observa una tendencia a asentamientos un tanto más permanentes reflejados en actividades que involucran modificaciones más grandes a los montículos y no sólo renovación de pisos.
A partir de la fase Locona, o alrededor del 1350 AC, podría ser que la ocupación de la región se convierte en una más estable y de allí que no se observen las series de pisos que aparecen en otros sitios de las otras regiones de la costa. Esta ocupación más permanente podría reflejar la existencia de un sistema de organización social más complejo relacionado con la presencia de una autoridad que dirigía a la comunidad. Esta idea parece todavía más factible cuando se considera la presencia del sitio Grajeda que consiste en una plataforma de 80 por 60 m y 7 m de altura. Una excavación realizada este año descubrió diferencias entre las actividades de este montículo y los otros excavados.
Además de las diferencias en la naturaleza de la ocupación, la cerámica parece tener sus características propias aunque con las generalidades estilísticas que se observan para todo el sur de Mesoamérica en esta época. Algunos tipos cerámicos parecen relacionarse más con ejemplos del sitio El Carmen en El Salvador que con los sitios al occidente. Apenas empezamos a realizar los análisis de los materiales y será en un futuro cercano que se presenten resultados más concretos.
Discusión
Esta presentación ha ilustrado que mientras existen similitudes entre los asentamientos del Formativo Temprano en la Costa del Pacífico de Guatemala, las diferencias locales indican la presencia de múltiples conjuntos de organizaciones diferentes. Es importante colocar estos datos adentro de un contexto teórico para examinar su significado. La utilización del concepto de “heterarquía” puede ayudar a comprender la organización de estos primeros asentamientos. El mismo se refiere a la relación de elementos entre sí cuando éstos no tienen rangos o cuando poseen el potencial de tener rangos en una variedad de formas (Crumley 1995). Este concepto surge a partir de la inconformidad del tradicional esquema de evolución sociocultural de Service de bandas, tribus, cacicazgos y estado.
Es posible explicar los asentamientos del Formativo Temprano de la costa de Guatemala como una “heterarquía” igualitaria. En un sistema así, la gente viviendo dentro del mismo no son necesariamente homogéneos. Existe un sistema de interconexiones donde un número grande de individuos puede mantener acceso a los recursos naturales y humanos extendidos sobre distancias considerables. Todos los individuos juegan el mismo juego con las mismas reglas. Para explicar los movimientos de población identificados en el registro arqueológico a través de los múltiples pisos superpuestos, debieron existir ciertas reglas regionales reconocidas sobre el uso de la tierra y la integración social. La gente se movía de un sitio al gastar los recursos de un lugar. Se trasladaban a un lugar nuevo o se dispersaban entre los pueblos existentes. Esto podría hacerse siempre y cuando existieran otros espacios disponibles o bien, si otros grupos no los prevenían de moverse por otros grupos en competencia. De alguna manera, esto podría explicar la universalidad del estilo de vida y cultura material del Formativo Temprano, pero con las representaciones locales propias de cada conjunto.
Dentro del sistema de “heterarquía” podrían haber existido varias naciones o tribus. Sin embargo, para garantizar el acceso de zonas con abundancia de recursos disponibles, varias naciones o tribus separadas tenían que integrarse a través de conexiones sociales adentro de un sistema más grande de colaboración. El uso de obsidiana en todos los sitios sugiere el acceso directo a las fuentes. Esto requiere de un paisaje sin barreras (o con fronteras altamente permeables), lo que podría explicar la universalidad del estilo cerámico de tecomates de banda roja. Las conexiones a larga distancia fueron claves para la obtención de recursos y debieron haberse alcanzado a través de un número de tácticas incluyendo prácticas de matrimonio afuera del grupo, alianzas, además del mantenimiento de linajes dispersos.
Debió existir un sistema descentralizado que dependía de interacciones constantes para asegurar que todos los jugadores tuvieran igual oportunidad de acceso a los recursos necesarios, como fuentes de obsidiana, áreas óptimas con abundantes recursos y territorios para caza, recolección y pesca. En lugar de tener un autor central para distribuir el acceso, los individuos tenían acceso al mantener relaciones sociales, alianzas ínter matrimoniales y la práctica de movilidad social (Rogers 1995). De aquí que se vea una diversidad regional en la ocupación de la Costa.
Todavía no sabemos exactamente de dónde vino la gente que pobló la Costa del Pacífico por primera vez. Ahora se está reevaluando de nuevo la idea de una relación con poblaciones ubicadas en Centroamérica y Colombia. Aún se está estudiando esta posibilidad y esperamos ofrecer más información en un futuro cercano.
Un dato que sí es conocido es que los primeros habitantes de la Costa del Pacífico lograron obtener un balance armonioso con su ambiente. Mientras lo explotaban para vivir de sus recursos, también lo protegían al moverse de un lugar al otro. Es posible que desde aquel tiempo ya se tuviera conciencia de la riqueza y necesidad de proteger su hábitat. Se debe recordar que la naturaleza con sus animales y plantas formaron su universo. Ojalá aprendiéramos su lección y lográramos ahora, unos dos mil años después, tener ese balance.
REFERENCIAS
Arroyo, Bárbara
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