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02 Arqueología histórica de dos pueblos perdidos en el área de Cotzumalguapa, Escuintla – René Johnston – Simposio 15, Año 2001

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Johnston, René

2002        Arqueología histórica de dos pueblos perdidos en el área de Cotzumalguapa, Escuintla. En XV Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2001 (editado por J.P. Laporte, H. Escobedo y B. Arroyo), pp.13-27. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.

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ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA DE DOS PUEBLOS PERDIDOS

EN EL ÁREA DE COTZUMALGUAPA, ESCUINTLA

René Johnston

Este es un extracto de una investigación de Arqueología Histórica (Johnston 2001) de dos pueblos coloniales desaparecidos de la Costa Sur de Guatemala, Santiago Cotzumalguapa y San Juan Alotepeque localizados en la región de Cotzumalguapa, Escuintla. Estos dos pueblos fueron fundados a muy corta distancia entre sí, el primero sobre la base de una población étnica de origen Kaqchikel y el segundo posiblemente Pipil. La zona en que fueron asentados tiene una larga tradición de asentamientos humanos, ya que ha estado habitado desde el periodo Preclásico hasta el presente.

Poco después de la Conquista, los españoles decidieron reducir a la población indígena dispersa fundando pueblos, y así facilitarse el adoctrinamiento religioso y la administración política. Es probable que en la Costa Sur los pueblos hayan sido fundados en lugares donde desde la época prehispánica ya existía población, vías de comunicación y alguna organización social y agrícola. Originalmente fueron muchos los asentamientos erigidos en distintas zonas del área, algunos sobrevivieron y otros, por diferentes causas, desaparecieron. Los dos pueblos investigados son una muestra de los procesos históricos por medio de la cual estos se erigieron, prosperaron y eventualmente desaparecieron.

Se escogieron estos dos pueblos porque aún existe evidencia arqueológica mediante la presencia de gran cantidad de artefactos sobre la superficie de los terrenos (tanto prehispánicos como coloniales), y los restos arquitectónicos coloniales de las estructuras principales de esas dos poblaciones.

Esta investigación se hizo por especial interés en la arqueología histórica: hacer investigación arqueológica que pueda ser contrastada con la documentación escrita; la situación del indígena durante el periodo Postclásico Tardío Terminal; la adaptación del indígena al cambio causado por la Conquista y al nuevo sistema de vida que forzosamente le fue implantado durante la colonia.

En el área de la Costa Sur se han hecho muy pocas investigaciones del periodo Postclásico y en especial del Postclásico Tardío. En Guatemala en general se ha hecho poca arqueología histórica, y ésta se ha enfocado primordialmente en Antigua Guatemala, desatendiendo las posibilidades de estudios en otras zonas.

ANTECEDENTES

La región de Cotzumalguapa ha sido habitada por distintas culturas por lo menos desde el periodo Preclásico. El Clásico Tardío fue la época en que tuvo su mayor esplendor la cultura Cotzumalguapa, y en la que se desarrollaron los sitios mayores de Bilbao, El Castillo y El Baúl. La ocupación más intensa se dio en los periodos Clásico Tardío y Terminal (ca. 650-1000 DC), cuando este fue un centro de gran importancia, en el que se desarrollaron extensos centros arquitectónicos y un estilo escultural propio. Es difícil establecer la configuración étnica de la región en el Postclásico. En ese periodo se dio una serie de cambios en su estructura, con el ingreso de los Pipil y Kaqchikel.

Los sitios arqueológicos de San Juan Perdido (antes conocido como San Juan Alotec, Aloteca, Aloteque o Alotepeque) y de El Convento (que fue el antiguo pueblo de Santiago Cotzumalguapa), están localizados en el municipio de Santa Lucía Cotzumalguapa, en el departamento de Escuintla. Ambos están al noreste de la cabecera municipal de Santa Lucía Cotzumalguapa, el primero en terrenos de las fincas El Baúl y Los Tarros, y el segundo en El Baúl. Ambos lugares se encuentran cerca del sitio arqueológico de El Baúl. San Juan Perdido está aproximadamente a 1.5 km al noreste de la acrópolis del sitio, y Santiago está aproximadamente a la misma distancia, pero hacia el suroeste. La distancia en línea recta entre ambos sitios es de únicamente 2,440 m.

Estos dos pueblos forman parte de los siete pueblos que fueron fundados en la región a mediados del siglo XVI por la orden franciscana (Figura 1): San Juan Alotepeque, Santa Lucía Cotzumalguapa, San Francisco Ichangüegüe, San Cristóbal Cotzumalguapa, San Andrés Tepechapa, Santo Domingo Sinamecayo (o Tzotzican), y el más importante, Santiago Cotzumalguapa, que era la cabeza de curato.

Figura 1  Pueblos coloniales en la región de Cotzumalguapa (según O. Chinchilla 1998)

CAMINOS Y RUTAS DE COMUNICACIÓN

La situación geográfica del área es privilegiada (Figura 2). La región está situada en una zona que permitió a sus habitantes, desde la época prehispánica, el acceso a las vías de comunicación que unían al Altiplano con la Costa y al camino que conectaba al sur con el norte de Mesoamérica. Estas rutas fueron importantes para el intercambio de comercio regional y el de larga distancia. Deben haber representado  un papel estratégico muy importante, tanto en el plano económico, como en el político, porque la región estaba así en posición para controlar las rutas de comercio.

Figura 2  Mapa de caminos coloniales

Una de estas rutas, de eje este-oeste, pasaba por la Costa del Pacífico (Sharer 1998:440-445) en algún punto cercano a la bocacosta del área de Cotzumalguapa. Por otro lado, M. Popenoe de Hatch y Edwin Shook opinan que hubo evidencia de intercambios en la Costa Sur desde el Preclásico. Ellos señalan que la distribución de las grandes esculturas Preclásicas de estilo Olmeca y Maya tuvieron un patrón linear a lo largo del pie de las montañas. Esta situación sugiere que en el Preclásico éstos marcaban una ruta de comunicación e intercambio, y que cada uno de los sitios en que se encuentran dichos monumentos estaba situado cerca de un pasaje montañoso que comunicaba la Costa con el Altiplano (Popenoe de Hatch y Shook 1999:179-182).

Cerca del área de Cotzumalguapa existen tres pasos: el que baja por el río Madre Vieja, que viene de la zona cercana a Tecpan-Guatemala (la antigua Iximche), pasando por Patzun y el lago de Atitlán, vía San Lucas Tolimán, va hacia Pochuta y Patulul; el que de Patzicía pasa por Acatenango y Nejapa hacia San Pedro Yepocapa (por las faldas de los volcanes de Acatenango y de Fuego), y de allí llega directamente hacia la finca El Baúl; y el último que, bajando de Antigua, va hacia Escuintla, entre los volcanes de Fuego y de Agua, y hacia Cotzumalguapa vía San Andrés Osuna.

No se sabe exactamente por dónde pasaban las rutas prehispánicas, pero es posible que éstas hayan sido aproximadamente las mismas que se utilizaron para la Conquista y se continuaron utilizando durante la colonia. De las rutas que comunicaban a Cotzumalguapa hay poca referencia histórica, pero existen algunos documentos en que se hace alguna referencia al respecto, todos ellos los describen como de tránsito difícil, en especial en la época de lluvia, a causa de los numerosos ríos, barrancas, bosques espesos y numerosos animales. Esta situación ha de haber sido común en todos los demás caminos del Reino en esa época.

La ruta entre Santiago de Guatemala (hoy Antigua) y la zona de Cotzumalguapa, está descrita por varios cronistas, entre ellos, Antonio de Ciudad Real de antes de 1586 (1976, 2:7-10), Fuentes y Guzmán (1933, II:75-80) a finales del siglo XVII, Alonso Crespo en 1740 (AGCA A.1 leg. 210 exp. 5002), Pedro Cortés y Larraz a mediados del siglo XVIII (1958 2:287-88), y en otros documentos etnohistóricos.

No hay duda que el camino que de Santiago de Guatemala bajaba hacia Escuintla era el más importante de la Costa Sur, ya que allí se unían los caminos interregionales. En Santiago Cotzumalguapa había caminos que lo comunicaban hacia el norte con San Pedro Yepocapa, Nejapa, Iximche y el resto del Altiplano; hacia el noreste a la capital del Reino; hacia el oeste con Patulul y con uno de los caminos que iban hacia las provincias del suroeste del Reino y hacia México; y hacia el sureste con Escuintla y la parte sur de Mesoamérica. Por lo tanto, el pueblo estaba localizado en un importante cruce de caminos que unía a los locales con los interregionales.

LA FUNDACIÓN DE PUEBLOS COLONIALES

La fundación de las ciudades y pueblos coloniales estaban normadas. Éstos debían construirse en sitios que llenaran ciertos requisitos básicos. Las ciudades y pueblos debían de trazarse a partir de una plaza mayor o central en forma rectangular “… que por lo menos tenga de largo una vez y media del ancho que no sea menor de 200 pies de ancho y 300 de largo…”, y que de allí salieran las calles a cordel hacia los cuatro puntos cardinales. Las calles en lugares cálidos debían ser angostas. La iglesia debía estar a un costado de la plaza, y al otro el ayuntamiento y la cárcel; por el otro lado debían estar los comercios. Las normas españolas y las costumbres indígenas establecieron una nueva arquitectura urbana, en la que se creó un sincretismo entre la arquitectura occidental y amerindia. En ella, se utilizó la plaza para la celebración del mercado o tianguis y se incluyeron nuevos temas religiosos como: un gran espacio abierto enfrente del templo y de la plaza, el atrio, una cruz (a partir de la cual partían todas las medias de la traza urbana), las capillas pozas y la capilla abierta o de indios.

Los pueblos se fundaron por la necesidad de concentrar a los indígenas que vivían dispersos, de esta manera era más fácil poder evangelizarlos para que olvidaran los “errores” de sus antiguos ritos y ceremonias y asignarles el valor del tributo.

No se sabe con certeza cuando fueron fundados los pueblos de la región, pero debe de haber sido en fecha muy temprana, los pueblos de Santiago Cotzumalguapa y Siquinala se repartieron entre 1528 y 1529, años antes de que se comenzara con las reducciones (que se hicieron a partir de 1548). Es posible que estos pueblos se fundaran en o cerca de asentamientos prehispánicos.

PROPIEDAD DE LA TIERRA

No se conocen los patrones de propiedad de la tierra en la época prehispánica. Como ya se vio, las tierras de Santiago, área Kaqchikel, es posible que hayan sido estancias de los señores de Tecpan Guatemala (Iximche) o de Tecpanatitlan y San Juan Alotepeque, una zona Pipil. En el AGCA existen varios documentos de pleitos y litigios de tierra entre los Kaqchikel y los Pipil, y entre miembros de distintas comunidades, los cuales sirven para comprobar que esta era una zona cacaotera a la llegada de los españoles y, por lo tanto, es posible que lo hayan sido desde antes de la Conquista. Posiblemente en la época colonial la tierra haya seguido en manos de los propios indígenas, y los españoles sólo se aprovecharon del pago del tributo a través de la encomienda, aprovechando un sistema de producción ya establecido desde antes de la Conquista.

DESAPARICIÓN

El proceso de desaparición de los pueblos es muy complejo y fue causado por una serie de circunstancias que les hicieron la vida y permanencia en esos sitios, muy difícil a sus habitantes. Son varias las causas y entre ellas estarían la despoblación, la baja del precio del cacao y, principalmente, por la introducción de nuevas enfermedades para las cuales no se tenía defensa inmunológica.

En la región de Cotzumalguapa fue muy común la filaria (oncocercosis americana), también conocida como “enfermedad de Robles”. Ataca las extremidades al inhabilitar o dificultar el movimiento, también atacan la vista, produciendo la ceguera. En esta zona, como en otras, la población sufrió muchas enfermedades. La ceguera y los “tullidos” a los que a que se refieren los documentos, y que afectó a casi todas las poblaciones, pudo haber sido causada por la oncocercosis, las calenturas y fríos posiblemente por el paludismo. Un cura (AGCA A3.16 leg.2825) certificó que Santiago desapareció a causa de la ceguera.

ARQUEOLOGÍA

Las excavaciones y el análisis de gabinete de los sitios de San Juan Perdido y de El Convento se hicieron en forma separada con el fin de poder comparar los resultados. Para llevar a cabo la planificación y realización de las excavaciones, se tomó muy en cuenta el proceso constante de erosión superficial a causa del uso del arado, la siembra, y cultivo de la caña. Tradicionalmente se ha pensado que el cultivo mecanizado causa gran daño a los artefactos, rompiéndolos y desplazándolos horizontalmente, perdiendo así su contexto. Por lo tanto, los artefactos localizados sobre la superficie son de poca utilidad y sólo sirven para indicar la existencia de depósitos en el subsuelo. No cabe duda que el cultivo mecanizado destruya alguna información arqueológica y ocasiona algún desplazamiento. Sin embargo, los estudios de la arqueología de la zona arada indican que el desplazamiento no es tan grande como se ha pensado y que la dispersión llega a un punto de equilibrio, en el que es más probable que un objeto se desplace hacia su punto de origen en vez de alejarse (Dunnell 1995:306, 308-310).

Uno de los objetivos de esta investigación fue el de comprobar cuándo y quiénes habían asentado en los sitios desde la época prehispánica hasta la colonial y cuándo habían desaparecido. Sobre la superficie existen gran cantidad de artefactos los cuales se recolectaron, material que fue cuidadosamente catalogado y se hicieron los pozos necesarios para identificar los distintos rasgos culturales que han existido en el área en sus diferentes épocas de ocupación. Además de los restos arquitectónicos coloniales que aún sobreviven en cada sitio, se localizó material cultural que perteneció a las diferentes etapas de ocupación, desde el Preclásico hasta el Colonial.

SANTIAGO COTZUMALGUAPA

Los vestigios más importantes de lo que fue el pueblo de Santiago Cotzumalguapa son los restos aún visibles de la iglesia y del convento franciscano (Figura 3). Existen vestigios de un posible muro de piedra localizado al norte y al este del patio, que probablemente sirvió para circularlo.

Existen también algunos restos de estructuras en un eje este-oeste localizadas al noroeste de los muros del convento. Al momento del reconocimiento se observaron restos de un muro de piedra hacia el lado norte de la iglesia pero, desgraciadamente, éstos fueron removidos por cuadrillas de trabajadores de la finca con la intención de obtener material de construcción. Las ruinas han sido utilizadas por largo tiempo como una fuente de material para la construcción, tanto por la empresa propietaria de la finca como por residentes de la zona.

Los ejes norte-sur de todas las estructuras tienen una desviación de 20° respecto al norte magnético. En el dibujo de las estructuras los muros que aún son visibles están marcados con achurado. Las líneas punteadas son hipotéticas. Los muros del convento corresponden a la planta del segundo piso.

Figura 3        Planta de estructuras de El Convento

Las estructuras se encuentran ahora muy arruinadas y demuestran el gran deterioro que han sufrido desde un incendio en 1710 y el posterior abandono del pueblo. Son pocos los restos de muros que aún quedan en pie, y entre éstos se pueden apreciar los vestigios de los muros que los unían, con gran cantidad de ripio y de tierra que se ha acumulado a través de los siglos. Dentro de esta área y a sus alrededores se pueden apreciar grandes trozos de muros caídos. Los muros fueron construidos basándose en piedra de basalto (de la que es común encontrar en los ríos y en los alrededores del sitio), y pegados con una mezcla, cuyo ingrediente más importante era la cal. En ninguna de las estructuras principales se encontró evidencia del uso de ladrillo para la construcción o nivelación de los muros. Se puede notar que en la parte superior de los muros se utilizó una piedra más blanda, liviana y porosa, posiblemente con la intención de disminuirle el peso a la parte superior de los muros, esta piedra no fue utilizada en los contrafuertes. Se desconoce la fuente de origen de estas piedras.

La iglesia tiene forma rectangular, es de una sola nave, con orientación de este a oeste, y con el altar y ábside hacia el oriente. Al igual que el convento, estuvo recubierta con estuco por dentro y afuera. El área en que estuvo el altar mayor se localizaba en el lado este y el portón principal y el atrio en el lado oeste. Aún se pueden apreciar restos de la decoración en estuco y de algunos nichos que adornaban la fachada. Hacia el lado norte de la fachada se puede apreciar una acumulación mayor y más alta de piedra y ripio, que podría indicar la presencia de un campanario.

La esquina noroeste de la nave hace contacto con la esquina sureste del convento formando un ángulo de 90°. De acuerdo con la costumbre y a las normas urbanísticas comunes de la época, es posible que el espacio vacío que se forma en ese sitio haya sido ocupado por el atrio, y que la plaza del pueblo estuviera al frente, es decir, hacia el oeste.

La nave tiene una medida interior de 47 m de largo y 11 m de ancho. Los muros que rodean el cajón tienen 1.40 m de ancho, que es la medida estándar de los muros del convento, (igual a una y media varas castellanas; la vara castellana igual a 835 mm). Los muros de la iglesia de San Juan Perdido y otras iglesias coloniales también tienen medidas similares (Verhagen 1997; Gasco 1987). Los muros posiblemente tenían, en su lado exterior, seis contrafuertes de cada lado, los cuales medían 2 m de ancho y uno de fondo. Aún hoy se pueden apreciar los restos de la mitad de un arco toral, aquel arco que generalmente está localizado en la parte posterior de la nave de algunas iglesias y que delimita el área del altar del resto de la nave. Este estaba localizado a 6 m de muro del ábside, del mismo ancho que los contrafuertes. En el área entre el arco y el ábside posiblemente estuvo el altar mayor. Al norte, del lado exterior, se encuentra una gran cantidad de piedra que pudo haber sido una estructura (quizá la sacristía).

CONVENTO

Esta estructura está localizada al norte de la iglesia (Figura 3). El muro del lado oeste debe haber estado frente a la plaza. Del lado este forma un ángulo recto con la iglesia (como ya se vio), y esa área pudo haber sido un jardín o patio interior. Por la acumulación de ripio, es posible que esta área estuviera cerrada por medio de un muro perimetral del lado norte y parte del este, hasta llegar a la posible estructura de la sacristía.

De acuerdo con las crónicas coloniales este edificio era de dos pisos (Fuentes y Guzmán 1933, II:79). Los restos de los muros visibles que aún están en pie, son los que debieron de formar parte del segundo piso de la estructura. Éstos tienen 35 m de largo y 5 m de ancho de medidas interiores, con muros de 1.40 m de ancho. No se hicieron excavaciones interiores, pero al buscar las esquinas noroeste y noreste se localizaron fragmentos de tejas. Da la impresión que toda el área interior fuera una sola, ya que no se localizaron vestigios de divisiones interiores, pero, es posible, que éstas hayan sido construidas de materiales perecederos.

ANÁLISIS DE LOS ARTEFACTOS – ÉPOCA COLONIAL

El 44% del total de los artefactos recuperados es de la época Colonial (Figura 4). Los distintos tipos de cerámica que se localizaron son muy similares a aquellos localizados en las distintas excavaciones que se han llevado a cabo en Antigua Guatemala, lo que indica un fuerte lazo de intercambio con la capital del Reino. Los más frecuentes fueron:

Mayólica: la mayoría de la mayólica que se localizó es de los tipos más comunes producidos por los artesanos en la capital de Santiago Guatemala. Éstos son similares a los tipos localizados en el ex-Convento de Santo Domingo (según tipología elaborada por Héctor Paredes 1997), y en otras excavaciones llevadas a cabo en esa ciudad. Se localizaron tiestos de mayólica hispano-morisca (Morisco Ware fabricado en Andalucía en el siglo XVI, según Lister y Lister 1967). Estos tiestos de mayólica son de color blanco liso o con motivos decorativos azules sobre blanco. Esta vajilla era producida en Sevilla y fue importada de los primeros años después de la Conquista hasta finales del siglo XVI, fueron las primeras cerámicas de uso domestico utilizadas en Guatemala. El uso de esta cerámica indica que se estableció el primer pueblo en este sitio en una época colonial muy temprana.

Porcelana: se encontraron tiestos de porcelana fabricada en la China. Estos tiestos son blanco monocromo y azul sobre blanco posiblemente tipo dinastía Ming (según Lister y Lister 1982:45).

Botijas: son vasijas o contenedores cerámicos de gran tamaño y de forma elongada sin asas. La diferencia con un ánfora es que éstas tienen dos asas verticales. El término “botija” fue el comúnmente usado en los documentos de embarque coloniales. Estas vasijas eran todas importadas. La mayoría fueron fabricadas en Sevilla y se reconocen por ser elaboradas en torno con una pasta gruesa (10 a 12 mm), color rosado pálido. Fueron utilizadas durante la colonia para transportar vino, aceite de oliva, aceitunas, vinagre, brea, etc., hacia las colonias americanas (Goggin 1964; Gasco 1987; Carruthers 2000). De acuerdo con la necesidad de proteger su contenido, algunas botijas eran vidriadas en el interior, el exterior o en ambos lados. Por el mal estado en que se encontraron, sólo se pudieron identificaron bordes los tipos producidos en España entre 1550 y 1600.

Vidriada: cerámica de tradición indígena, pero influida por la tecnología española al estar recubierta por una capa de barniz de plomo que puede ser traslúcida o transparente (en la que se puede apreciar un fondo color ante o naranja), o de color verde. A la primera, se clasificó como Villalpando y a la segunda como Aguacate (según Paredes 1997). Esta cerámica fue producida principalmente en Antigua y en Totonicapán, aunque aún hoy sigue siendo producida en éstas y otras localidades con tecnología y formas muy similares a las coloniales.

ANÁLISIS DE LOS ARTEFACTOS – ÉPOCA PREHISPÁNICA

Periodo Postclásico y Transicional: se localizaron artefactos que representan el 51% de todo el material recolectado (Figura 4). Los más abundantes fueron los comales tipo Masagua (con y sin baño micáceo), ya que sólo ellos representaron casi el 13% de todo el material de ese periodo. El tipo Santa Rita Micáceo representó el 7% de lo recolectado y el Chinautla Policromo (4%) tiene decoración similar a los localizados en las excavaciones del ex-Convento de Santo Domingo en Antigua Guatemala.

Periodo Clásico: únicamente el 3.5% de los artefactos localizados (Figura 4). Proporciones similares a las anteriores se dieron en la recolección superficial. Los tipos cerámicos localizados señalan que hubo ocupación humana durante el periodo Clásico pero que no fue continua hasta el Postclásico. Por otro lado, la presencia de tipos Postclásicos, Transicionales y Coloniales demuestran que sí hubo asentamiento continuo durante esos periodos. Diferentes artefactos (de cerámica y obsidiana) que han sido reconocidos en otros sitios como pertenecientes al periodo Postclásico o Transicional, fueron localizados en contexto con tipos pertenecientes al periodo Colonial. Lo anterior indica que en este sitio se continuaron usando durante la Colonia, posiblemente hasta que desapareció el pueblo. Entre estos están los comales tipo Masagua (con y sin baño), así como Chinautla Policromo, Sumatán y Santa Rita Micáceo.

Lítica: la obsidiana que se localizó proviene en un 97% de San Martín Jilotepeque y 3% de El Chayal; se localizaron navajas en contexto colonial desde el siglo XVI hasta el XVIII. Esto indica que probablemente existía un fuerte intercambio con grupos de la misma etnia Kaqchikel del Altiplano. No se sabe de qué épocas sean, seguramente son una mezcla del Clásico, Postclásico y Colonial. Se localizaron cinco manos y ocho piedras de moler muy fragmentadas.

Se localizaron artefactos en todos los lotes alrededor de los vestigios arquitectónicos coloniales (a excepción del lugar en que estuvo la plaza), y entre más cercanos a ellos, estos eran más abundantes, lo que indica que esa era la localización del pueblo. La fundación del pueblo Colonial llenó las normas reales requeridas, ya que la localización y disposición de los edificios principales (iglesia, plaza y ayuntamiento), y la construcción de viviendas alrededor de estos va de acuerdo a esos principios.

De acuerdo con los documentos coloniales en Santiago Cotzumalguapa se hablaba predominantemente Kaqchikel. La evidencia documental indica que las principales parcialidades del pueblo fueron los Xahila y los Bacajola, lo que demuestra que la población asentada en ese sitio tuvo nexos étnicos con los Kaqchikel, y por lo tanto, es posible que esa área haya sido una estancia de los señores de esos linajes reales, posiblemente desde la época prehispánica.

Figura 4  Total de artefactos del sitio de El Convento

SAN JUAN PERDIDO

La única estructura hoy visible de lo que fue ese pueblo es el cajón de la iglesia. Ésta se encuentra localizada sobre una plataforma natural dentro de la cual posiblemente estuvieron las estructuras principales del pueblo. Dentro de la iglesia y en los alrededores existe hoy un cementerio que es utilizado para enterrar los restos de las personas de los alrededores, razón por la cual no se pudieron hacer excavaciones allí.

La iglesia tiene forma rectangular, es de una sola nave, con orientación de este a oeste (Figura 5). La estructura estuvo estucada tanto por dentro como por fuera. El atrio y el portón principal están al poniente, frente a la plaza, y el altar y ábside hacia el oriente. Al igual que las estructuras de Santiago Cotzumalguapa, el eje norte tiene una variación de 20° hacia el oeste.

Las medidas interiores de la estructura son 29.50 m de largo y 9.70 m de ancho (una proporción de 3:1). Hay restos de un arco toral que estaba a 10.45 m del ábside y que tenía el mismo ancho que su contrafuerte exterior (1.50 m). Los muros laterales miden 1.40 m de ancho, de similar medida a los de la iglesia y convento de Santiago Cotzumalguapa y a los de la iglesia de Caluco, en El Salvador (Verhagen 1997:147). Los del ábside, por su forma decorativa, se reducen en forma escalonada de 1.40 a 0.60 m.

La fachada está formada por un muro de 14 m de ancho y 2.90 m de grueso. En el centro se encuentra el portón principal. Los muros laterales son de unos 7 m de alto y tienen seis contrafuertes de cada lado y, entre cada uno de ellos y sobre el portón principal, hay una ventana a unos 5 m de altura. A cada lado de la nave hay una puerta lateral de 2.20 m de ancho, una hacia el norte y la otra hacia el sur. No se pudo comprobar qué tipo de piso tenía la nave, pero las puertas laterales y la principal lo tienen de ladrillo.

El techo posiblemente era de artesonado, ya que en algunas de las partes superiores de los muros y contrafuertes aún se pueden apreciar algunos de los puntos en que se apoyaba. Como el interior de la iglesia es parte del cementerio, no se pudo comprobar si el techo era de teja. El sistema de construcción de la iglesia de San Juan Alotepeque es el descrito por Markman (1966:26-32). Se hacía a base de una mezcla de materiales o ripio que consistía de piedra y ladrillo que se pegaba con un mortero, cuya mezcla tenía como material primordial la cal. Cada nivel de material se nivelaba con una o dos filas de ladrillos, lo cual les ayudaba a mantener simultáneamente el nivel y el plomo en los muros. Para construir el cajón, primero se hacían las columnas y los arcos, que eran los que cargaban el artesonado o las bóvedas, según el caso. Después se llenaban los espacios vacíos de los muros. Los contrafuertes tenían la función de ayudar a sostener tanto los muros como las columnas. Según Markman, estos sistemas de construcción eran muy comunes en el sur de España y probablemente son de origen morisco. Como ya se vio antes, no se pudieron hacer excavaciones en la plataforma en la que está localizada la iglesia, ya que esa área está siendo utilizada en la actualidad como cementerio. Es posible que en ese lugar haya existido un asentamiento prehispánico y que la plaza, el ayuntamiento y buena parte del pueblo colonial se hayan construido encima de él.

Figura 5  Planta de la iglesia de San Juan Perdido

ANÁLISIS DE LOS ARTEFACTOS

En este sitio se encontró 49% cerámica del Postclásico o Transicional, 35% del Clásico, pero con un menor porcentaje de cerámica Colonial, con un 15%. Fue más numerosa la cerámica localizada sobre la plataforma y a sus alrededores, y menor en cuanto más se aleja de ella. Esto indica que el asentamiento humano estuvo localizado en la plataforma e inmediaciones de ella.

La gran variedad de tipos cerámicos localizados, indican que hubo asentamientos humanos desde el periodo Clásico hasta el Colonial lo que demuestra que hubo asentamiento prolongado, aunque posiblemente no continuos (Figura 6). Es posible que si los hubiera desde el Postclásico Tardío al Colonial, periodos en los que en ese sitio se utilizaron tipos cerámicos similares.

Siendo que la mayoría de los artefactos pertenecen al periodo Postclásico o Transicional y al Clásico, es posible que tal variedad de tipos de temporalidad tan distinta indique asentamientos continuos desde el Clásico Temprano hasta el Colonial.

Los documentos coloniales indican que en este pueblo se hablaba predominantemente el idioma “mexicano” o Pipil. Ni sobre la superficie ni en las excavaciones se localizaron tipos cerámicos u otro tipo de artefactos que fueran similares con aquellos reconocidos como Pipiles (como Grupo Remanso; Bove 1996, 2000), tales como los que han sido localizados en otros sitios arqueológicos de la Costa Sur, tanto en los cercanos, como en otros más lejanos.

INTERPRETACIONES: COMPARACIONES ENTRE EL CONVENTO Y SAN JUAN PERDIDO

Con base en los datos arqueológicos y los hechos históricos recabados en los sitios de El Convento y San Juan Perdido se pueden comparar los pueblos de Santiago Cotzumalguapa y San Juan Alotepeque, comenzando con aquellos rasgos culturales que comparten: ambos sitios están localizados en un área que ha habido asentamientos humanos muy antiguos, que inclusive formaron parte del área nuclear de la cultura Cotzumalguapa, por lo tanto tienen orígenes similares.

Los artefactos de los distintos periodos son similares, en especial los tipos cerámicos que corresponden a los periodos Postclásico o Transicional como Sumatán, Santa Rita Micáceo, comales tipo Masagua, negros y Chinautla Policromo hasta el Colonial (mayólica, vidriados, botijas, tejas, etc.). Estos tipos son iguales o muy parecidos a los localizados en otras excavaciones de arqueología histórica realizados en La Antigua Guatemala.

En ambos sitios se localizó obsidiana proveniente de El Chayal y San Martín Jilotepeque. En ambos sitios se recuperó cerámica de tipos desconocidos que por no ser lo suficientemente numerosa no se clasificó; es posible que en excavaciones futuras en la zona esa cerámica indique nexos étnicos y comerciales aún no definidos.

Esta zona estuvo densamente poblada en la época prehispánica y la época de la Conquista. A los españoles les interesó la región desde los primeros años posteriores a la conquista porque la zona estaba cerca de la capital, existía una población densa, había buenas vías de comunicación y una organización agrícola con varios cultivos, en especial el cacao. Las anteriores fueron razones importantes para que se decidieran a fundar pueblos en la zona, en cerca de asentamientos ya existentes. Los vestigios arquitectónicos de ambos sitios indican que la fundación y disposición de ambos pueblos se hizo de acuerdo a las normas que dictó la Corona para la fundación de pueblos, villas y ciudades.

Los españoles, en vez de trabajar la tierra ellos mismos, forzaron a los indígenas a darles como tributo grandes cantidades de cacao y otros productos de la tierra. Esto, aunado a la baja de los precios del cacao y a las enfermedades nuevas con las que contagiaron los indígenas, devastó la población, causando la pobreza y mortandad que eventualmente condujeron a que los pueblos desaparecieran.

Colonial

#

%

Postclásico y Transicional

#

%

Clásico

#

%

Remesal

49

2.18

Chinautla

77

3.43

San Juan Plomizo

10

0.45

Condesa

5

0.22

Paujuil

3

0.13

Pullin

31

1.38

Ximena-mono

3

0.13

Prado

1

0.04

Diamantes

60

2.67

Blanco mono

29

1.29

Remanso

2

0.09

Fuego

11

0.49

Hispano Morisco

2

0.09

Blanco sobre rojo

10

0.45

Polanco

1

0.04

Leonor

4

0.18

Blanco sobre naranja

16

0.71

Negros

61

2.72

Bolívar

3

0.13

Impresión en tela

5

0.22

Reforma

1

0.04

Foráneo

7

0.31

Engobe Crema

42

1.87

Corteza

1

0.04

Cortijo

11

0.49

Engobe naranja

52

2.32

Santa Ana

1

0.04

Botijas

17

0.76

Comal Masagua

con baño micáceo

232

10.34

Caulote

5

0.22

Villalpando

182

8.11

Comal sin baño

56

2.50

Chapulco

1

0.04

Aguacate

11

0.49

Sumatán

36

1.60

Perdido

29

1.29

Maíz

6

0.27

Tohil Plomizo

1

0.04

Tarros

28

1.29

Porcelana

5

0.22

Santa Rita Micáceo

177

7.89

San Andrés

33

1.47

Teja

4

0.18

Misceláneos

400

17.83

Cueros

39

1.74

Ladrillo

1

0.04

Flesh

54

2.41

Malta

19

0.85

Firpo

79

3.52

Favorita

43

1.92

Tiquisate

59

2.63

Congo

20

0.89

Recuerdo

75

3.34

Montellano

15

0.67

Luciana

13

0.58

Palo Blanco

6

0.27

Achiguate

7

0.31

Misceláneos Clásico

55

2.45

Total Colonial

339

15

Total Postclásico

y Transicional

1110

49

Total Clásico

794

35

Preclásicos

10

0.45

Figurillas y Artefactos

27

1.20

Total del sitio

2243

100

Figura 6  Total de artefactos del sitio de San Juan Perdido

Ambos pueblos, al igual otros de la zona de Cotzumalguapa, ya habían desaparecido para mediados del siglo XVIII y la zona quedó despoblada convirtiéndose de nuevo en bosques tropicales.

En el sitio de El Convento se localizó poca cerámica del periodo Clásico con mayor número del Postclásico o Transicional al Colonial. Esta localidad fue marginal con respecto a los asentamientos de la Zona Nuclear durante el Clásico.

En San Juan Perdido se localizaron tipos cerámicos del Clásico Temprano hasta el Colonial, lo que sugiere que hubo una ocupación muy prolongada desde el Clásico, aunque no necesariamente constante hasta el Colonial.

La evidencia documental histórica indica que los grupos étnicos que ocuparon los sitios no fueron los mismos. Según documentos etnohistóricos, Santiago Cotzumalguapa era un área ocupada por los Kaqchikel y San Juan Alotepeque por población que hablaba “Nahuatl” o “mexicano”. La evidencia arqueológica no pudo comprobar tal extremo, ya que la cerámica recuperada en ambos sitios fue de tipos muy similares. Siendo la cerámica tan similar, los grupos debieron de haber estado muy relacionados. Hay quienes afirman que hay cerámica Pipil en el área, pero en esta investigación no se encontró.

CONCLUSIONES

La evidencia recabada en esta investigación demuestra que el sitio conocido como El Convento corresponde al pueblo colonial desaparecido de Santiago Cotzumalguapa. Así mismo, el sitio conocido como San Juan Perdido corresponde al pueblo colonial desaparecido de San Juan Alotepeque. Lo anterior se comprobó por medio de documentos etnohistóricos en los que se describen su localización y sus estructuras religiosas, comparándose estas últimas contra los restos arquitectónicos que hay en dichos sitios.

De acuerdo con la evidencia cerámica y etnohistórica se puede concluir que los españoles redujeron al pueblo de San Juan Alotepeque en un lugar en que ya existía población indígena desde la época prehispánica; es posible que en ese lugar haya habido asentamientos desde el periodo Clásico. Así mismo, el pueblo de Santiago Cotzumalguapa fue producto de la reducción que posiblemente fue asentado con población que provino de la reducción de asentamientos Kaqchikel cercanos.

Los indígenas de la región sí lograron alguna medida de adaptación al cambio cultural debido a la Conquista, creando ciertos sincretismos culturales que le ayudaron a adaptarse a una nueva situación. Esto lo lograron por medio del uso continuo de artefactos prehispánicos con los que pudieron continuar con rasgos culturales prehispánicos durante la Colonia, tales como artículos de lítica (obsidiana, manos y piedras de moler), y de cierta cerámica prehispánica como los tipos Sumatán, Chinautla Policromo, Santa Rita Micáceo, comales, etc. El sincretismo también se manifestó en la adaptación de las normas españolas con las costumbres indígenas para establecer una nueva arquitectura urbana entre la arquitectura europea occidental y la indígena; y por medio de la adopción de cerámica europea.

La cerámica mayólica se encontró ampliamente distribuida en ambos sitios. Se halló sobre toda la superficie y dentro de las excavaciones en contexto con distintos tipos cerámicos y otros artefactos usados desde la época prehispánica. Por lo numeroso y frecuente del uso de la mayólica, es posible que estas vajillas hayan sido utilizadas no sólo como un artículo de lujo por los españoles y criollos, sino que también por los grupos indígenas locales.

El periodo colonial en Santiago Cotzumalguapa y San Juan Alotepeque demuestra una sorprendente continuidad de los patrones prehispánicos. Se continuó con el uso de las mismas vías de comunicación; en la tierra se sembraron los mismos cultivos con patrones de propiedad prehispánicos, con los mismos sistemas de tributo y se utilizó la misma distribución territorial.

El uso de artefactos similares en el periodo colonial indica que aunque cada pueblo era de una etnia distinta, existieron lazos de intercambio importantes. La cultura material no refleja la diferenciación étnica.

La localización de ambos pueblos sobre vías de comunicación importantes ayudó a que existiera un intercambio a corta y larga distancia durante la colonia. La existencia de cerámica y otros artefactos provenientes de lugares muy lejanos indica que cierta mercadería (vino, porcelana, vidrio y cerámica mayólica), considerada como de élite, sí llegó hasta los pequeños pueblos fuera de la capital y principales ciudades.

La desaparición de los pueblos de Santiago Cotzumalguapa y San Juan Alotepeque se debió a una serie de circunstancias entrelazadas que dependieron entre sí, incluyendo problemas económicos y enfermedades. La caída del precio de cacao y la catástrofe demográfica crearon un círculo vicioso en el que al producir poco cacao se creaba una crisis económica con repercusiones de pobreza y abandono, y sin mano de obra abundante no se puede cultivar el cacao. Los españoles sin considerar la disminución en la densidad de población exigieron el mismo tributo, forzando a los indígenas sobrevivientes a producir más y ganar menos, y por lo tanto pobreza y abandono.

Todo lo anterior influyó, pero no cabe duda que los motivos principales del abandono fueran las diversas enfermedades introducidas por los europeos, para los cuales la población no tenía defensa. Los mismos documentos coloniales sugieren que el abandono final se debió a la oncocercosis.

En consideración a todo lo expuesto en esta investigación, se puede considerar que el uso de la Arqueología Histórica es un método de investigación válido tanto para la arqueología como para la historia. Por esa disciplina se pudieron comprobar los procesos y los cambios sociales que finalmente condujeron a la desaparición de los pueblos coloniales de San Juan Alotepeque y Santiago Cotzumalguapa.

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