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Benítez, Henry D.
2003 Sociedad cacical lacustre: Samabaj, lago de Atitlán. En XVI Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2002 (editado por J.P. Laporte, B. Arroyo, H. Escobedo y H. Mejía), pp.871-874. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.
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SOCIEDAD CACICAL LACUSTRE:
SAMABAJ, LAGO DE ATITLÁN
Henry D. Benítez
Durante la última década, el lago de Atitlán, ubicado en el departamento de Sololá, Guatemala, ha sido foco de especial interés por parte de investigadores de las ciencias sociales, por ser un centro que encierra un horizonte multicultural y pluriétnico, con un pasado arqueológico y colonial que invita al desarrollo de investigaciones que abordan varias temáticas en torno a su contexto histórico y socio-económico de actualidad. El presente trabajo se aúna también al proceso de investigaciones relacionadas con el lago de Atitlán, desde el ámbito de la arqueología, como parte de una continuidad a otras investigaciones arqueológicas efectuadas en esta región en años anteriores. Así pues, en esta ocasión nos enfocaremos específicamente en las interpretaciones arqueológicas de la Playa Sur del lago de Atitlán y del sitio arqueológico sumergido de Samabaj (coordenadas Norte 14° 43’ 11’’; Oeste 91° 11’ 36.06’’), ubicado a 15 m de profundidad en las cercanías del volcán Cerro de Oro.
Las exploraciones llevadas a cabo en 1999 y 2000 en Samabaj, arrojaron evidencia sustancial para la interpretación de un patrón de asentamiento rodeado de características muy particulares en comparación con otros sitios de las Tierras Altas de Guatemala. Se reveló que el sitio sumergido de Samabaj encierra conjuntos arquitectónicos de diversas dimensiones y formas que, dentro de una analogía sobre su distribución espacial, manifiesta diferencias constructivas que elevaban la idea que este sitio arqueológico poseía una diferencia marcada de clases durante el último periodo de ocupación: Preclásico Tardío–Clásico Temprano.
Este planteamiento se encuentra sustentado en la evidencia arqueológica ahí encontrada, la cual indica la existencia de actividad social en Samabaj durante dicho periodo cronológico, como lo demuestra el patrón de asentamiento y el material cerámico reportado. La misma evidencia arqueológica proyecta parámetros que sirven para revelar el modo de producción propio que caracterizó a la comunidad de habitantes que interactuaron dentro de este sitio arqueológico y su entorno. Este modo de producción será denominado aquí como “Sociedad Cacical Lacustre”.
Este modelo de interpretación social será una herramienta que ayudará al entendimiento de contextos que reflejan características muy particulares en el Altiplano Oeste de Guatemala. Así que, a continuación, se mencionarán las categorías que nutren este modelo para dar una idea de cómo está compuesto.
MODO DE PRODUCCIÓN
Dentro de esta categoría existe una dicotomía en cuanto a la definición de los medios de trabajo de los habitantes de Samabaj. El primero está integrado por los recursos por excelencia que posee el lago, tales como elementos explotables dentro de un contexto económico: peces, cangrejos, tul, concha, etc. El otro es la tierra, aunque esta debe haber sido condicionante para la explotación del primero. En el caso de Samabaj, la Playa Sur puede haberse utilizado como un medio de producción que satisfizo las necesidades de ese entorno social. Estos, en conjunto, sostuvieron sin indiferencia a un grupo hegemónico, que dentro de la esfera de Mesoamérica poseía un complejo ideológico para el dominio y explotación de los recursos económicos.
MODO DE VIDA
Samabaj era una isla antes de su hundimiento y en el marco de producción lacustre se encontraba dentro del ángulo productivo: la Playa Sur del mismo lago. Esto transformó su situación para la explotación de los recursos lacustres y agrícolas, para los cuales se generó una división de trabajo particular destinada a abastecer las necesidades económicas e ideológicas de este asentamiento, sostenidas a través de sus fuerzas productivas.
INSTRUMENTOS DE TRABAJO
En la Sociedad Cacical Lacustre son los que comúnmente han desarrollado los grupos mesoamericanos: objetos cerámicos, cobas, artefactos circulares o “donas” de contrapeso, hachas de piedra y, en este contexto, las canoas en especial. Estos demuestran que la organización social estaba centralizada en la isla, siguiendo un orden jerárquico, según lo demuestra el Edificio 1 del Grupo 3, que en comparación con las unidades de habitación de los Grupos 1 y 2 reflejan una diferencia constructiva considerable. Asimismo, esto conduce a afirmar que ya existía una organización cacical lacustre pescadora y administradora, que demuestra tener adelantos tecnológicos de subsistencia y abastecimientos para su espacio doméstico, político y religioso.
OBJETO DE TRABAJO
En el caso del lago de Atitlán el objeto de trabajo es el mismo lago, ya que este ha sido el principal recurso de explotación para los grupos humanos que ahí habitan en aquel entonces y que lo hacen en la actualidad.
PROCESO DE TRABAJO
En primer plano, se encuentra sustentado por la fuerza de trabajo como valor de uso en la Sociedad Cacical Lacustre, la que se adquiere y fortalece en el momento de poseer una división de clase, como lo demuestra el patrón de asentamiento de Samabaj por las diferencias entre los edificios de arquitectura compleja (¿política?), y habitacional. Así pues, el sostenimiento de esta productividad se regía a través del dominio sobre las fuerzas productivas, por medio de un modelo ideológico que coacciona la fuerza de trabajo como valor de uso, con el objeto de crear los excedentes necesarios para el sostenimiento y posterior continuidad del funcionamiento del mismo modelo de la Sociedad Cacical Lacustre.
Los instrumentos de trabajo que los habitantes utilizaron para llevar a cabo el proceso de trabajo se desprenden del mismo grupo social que interactuó con su entorno natural para poder explotarlo y transformarlo. En el caso de Samabaj, las piedras trabajadas que conforman a cada edificio son el resultado de una fuerza de trabajo que, a la misma vez, poseía instrumentos de trabajo que la condujeron hacia un fin determinado, que sería la construcción de la unidad habitacional o de otros edificios de mayor complejidad arquitectónica. Como ejemplo de esto se utilizará la vasija tipo Zapato, la cual sirve para definir claramente la división social del trabajo en Samabaj. Este tipo de vasijas se asocia con eventos de carácter funerario y/o ceremonial conmemorativo.
La analogía del aparecimiento de esta pieza dentro del modo de producción de la Sociedad Cacical Lacustre de Samabaj, inmerso dentro del proceso de trabajo de este grupo humano, supone que para poder manufacturar esta vasija existió un conjunto de actividades productivas que condujeron como fin último hacia un ritual, entierro o ceremonia. Estas actividades pueden ir desde la extracción de la materia prima, su transporte al espacio de trabajo, su transformación en instrumento de trabajo, hasta su traslado a un fin determinado (ritual, ceremonia, entierro, etc). A su vez, para la interpretación de las fuerzas productivas dentro de categorías es necesario hacer referencia a las categorías siguientes: fuerza de trabajo, medios de trabajo, objetos de trabajo e instrumentos de trabajo.
RELACIONES DE PRODUCCIÓN
En Samabaj, las relaciones de producción se presentan como el efecto de diferentes divisiones de trabajo, divididas en tres:
1. Extracción de piedra como materia prima para la construcción de unidades habitacionales y edificios de carácter político administrativo, religioso o ceremonial.
2. La manufactura de cerámica es otro indicador arqueológico que demuestra un valor de uso, que a su vez determina un proceso de trabajo dentro de un modo de producción.
3. El patrón de asentamiento es otra división de trabajo, ya que al existir una diferencia de construcción distinguible define a un grupo que administra los excedentes de la producción del grupo. Estos a su vez compartían intereses productivos con otros sitios arqueológicos contemporáneos del Preclásico Tardío en la región del lago de Atitlán (e.g., San Andrés Semetabaj), lo cual conduce a otras categorías que complementan el horizonte explicativo de las relaciones sociales de producción de Samabaj:
a. Distribución e intercambio: Se infiere en primer plano que Samabaj, por su posición geográfica, poseía un proceso de distribución e intercambio inmediato con el sitio arqueológico de San Andrés Semetabaj. Esto conlleva a pensar que el manejo de los recursos implicaba un flujo compartido y que de alguna forma se retribuían los excedentes de un lugar a otro de forma simultánea y sistemática.
b. Consumo: este queda estrictamente orillado a inferir teóricamente la definición del espacio de consumo del excedente de Samabaj a sus espacios habitacionales y políticos. Esto transforma a la isla en un conjunto, como un todo, que ejecutaba el consumo.
CONCLUSIONES
Con la aplicación de las categorías antes descritas se define un marco que, de alguna forma, ordena las instancias cognitivas para la interpretación de contextos que se vieron vinculadas directamente con su modo de producción, con un medio de trabajo acuático (lacustre). Estas mismas, al ser aplicadas a una realidad arqueológica como la del sitio de Samabaj, sacan a flote un pasado histórico congelado que poseía una estructura económica y administrativa delimitadas por un patrón de asentamiento que reporta complejidad de construcción de edificios (división social del trabajo), desarrollo de cerámica asociada a eventos religiosos (instrumentos de trabajo/relaciones sociales de producción), y una conexión directa con sitios arqueológicos como San Andrés Semetabaj (distribución, consumo e intercambio/relaciones sociales de producción).
Cabe mencionar que como un modelo para la interpretación de contextos rodeados de agua en regiones lacustres, su aplicación es factible a una u otras coyunturas de sociedades que se desarrollaron con base en la explotación de recursos acuáticos en las Tierras Altas de Guatemala. Una analogía se puede establecer al observar el crecimiento del patrón de asentamiento en la Playa Sur del lago de Atitlán, en el sitio arqueológico Chukumuk, que de alguna forma aparece y retoma su posición nuevamente siguiendo un modelo de producción similar, que por estar encima de su objeto de trabajo directo (la tierra) lo transforma, aunque siempre vinculado con la explotación de los recursos del lago, para luego hacer su distribución con otros grupos del Altiplano de Guatemala.
Este mismo fenómeno social de adaptación y movilización del modelo de producción de la Sociedad Cacical Lacustre para los grupos que habitaron en el lago de Atitlán, se suspende en el momento en que crece la supraestructura e infraestructura del modo de producción en tiempos del Preclásico al Clásico Temprano. El mismo crecimiento demográfico da paso al alza de la economía y por ende del aparato ideológico durante el Postclásico, época en que desaparece la vigencia del modelo de producción de la Sociedad Cacical Lacustre. Esto conlleva a pensar que dicho modelo de interpretación social es aplicable solamente a grupos humanos incipientes, no altamente desarrollados económica e ideológicamente.
Para concluir, se sostiene que Samabaj, un sitio arqueológico que estuvo rodeado de agua, es un caso muy particular que encaja con el modelo de producción “cacical lacustre”, según indicadores arqueológicos que demuestran que su sociedad poseía una forma de organización con características precoces en cuanto a la explotación de recursos y, que, la distribución de éstos, vital para el sostenimiento del grupo, era compartida con otros asentamientos humanos, como el del sitio arqueológico de San Andrés Semetabaj y lejanamente con otros centros del Altiplano Oeste como Zacualpa.