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77 Arqueología de San Andrés Itzapa – José E. Benítez – Simposio 16, Año 2002

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Benítez, José E.

2003   Arqueología de San Andrés Itzapa. En XVI Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2002 (editado por J.P. Laporte, B. Arroyo, H. Escobedo y H. Mejía), pp.875-877. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.

77

ARQUEOLOGÍA DE SAN ANDRÉS ITZAPA

José E. Benítez

El municipio de San Andrés Itzapa pertenece al departamento de Chimaltenango, Guatemala. El pueblo se encuentra a 5 km aproximadamente, al sureste de la cabecera departamental. Su acceso se hace por medio de una carretera asfaltada que pasa primero por el balneario de Los Aposentos. El clima es templado, pudiendo ser frío durante los meses de diciembre, enero y febrero. El lugar se encuentra a una altura de 1800 m sobre el nivel del mar y ocupa unas colinas de perfil suave. La orografía hacia el norte y este de la población es plana, utilizándose en la actualidad para cultivos intensivos que fortalecen la industria agro-exportadora. El resto del municipio es sumamente quebrado, con montañas que van desde 2000 hasta los 2668 m, tal es el caso del cerro Soco. Muchas de las aldeas importantes se encuentran en esta zona, tales como Xeparquiy, Chicasanga, Panimaquim y Chimachoy.

La población se encuentra conformada mayoritariamente indígenas de la etnia Kaqchikel, aunque la población ladina tiene fuerte presencia principalmente en San Andrés. La aldea de Xiparquiy es un caso extraordinario de una población solo de ladinos. Estos emigraron de Zaragoza a finales del siglo XIX, logrando desplazar a la población indígena. La ocupación principal de los habitantes es el pastoreo del ganado y el comercio de productos lácteos. El resto de los habitantes del municipio se dedican al cultivo de productos agrícolas tradicionales tales como maíz, fríjol y calabaza. Hay algunos terrenos dedicados al cultivo de la fresa por medio de técnicas modernas como el riego por goteo. Los ríos de La Virgen y Negro, tributarios del Guacalate, son los de mayor caudal. La deforestación es un asunto grave debido al uso de tierras cuya vocación es mayormente forestal, aunque en las laderas de la montaña Soco aún se puede observar vegetación propia de la zona, entre ellas rodales de pino y encino. En algunos lugares se observan plantaciones de ciprés.

La investigación arqueológica estuvo centrada en los alrededores de los cerros, siguiendo la misma metodología que se usó en Parramos. En el mapa 1:50,000 del IGN se señalan lugares que se sospecha puedan tener restos de artefactos prehispánicos, para luego corroborar en campo la existencia de ellos. Al presente, se han detectado 45 lugares con evidencia de ocupación prehispánica, los cuales han proporcionado materiales cerámicos del Preclásico Medio al Postclásico Tardío. Dos de tales lugares ya fueron reportados por el arqueólogo Vinicio García, como el sitio arqueológico Xepacay y Cerro Pelón.

Xepacay es un sitio del Clásico Tardío y se reconoce fácilmente por estar en un lugar totalmente abierto. Consta de dos conjuntos, A y B. Este último fue destruido parcialmente por un tanque de captación de agua que construyó la municipalidad del municipio sobre uno de los montículos. Por otro lado, el Cerro Pelón arrojó gran cantidad de obsidiana que se comenzó a detectar 300 m antes de llegar a dicho lugar. Además, siempre hubo presencia de obsidiana en un 60% de las áreas de habitación estudiadas. Esto contrasta notablemente con Parramos, donde el descubrimiento este material lítico fue escaso. Por cierto, en cuanto a las fuentes de la obsidiana recolectada, el 95% corresponde a San Martín Jilotepeque, 4% a El Chayal y 1% a Ixtepeque. Estas evidencias conducen a pensar que los talleres líticos fueron numerosos en esta zona.

La mayoría de la cerámica recolectada en superficie es utilitaria, de paredes gruesas, sin engobe o aplicación sobre las paredes. Dentro de la colección se cuenta con seis asas diferentes, anchas y gruesas. Estas probablemente pertenecieron a grandes vasijas. Todo este conjunto fue encontrado dentro de un basurero muy cerca del sitio Xepacay. La temporalidad corresponde al Clásico Tardío, por encontrarse algunos restos de cerámica Amatle. Hay otros ejemplares policromos de pasta blanca que se conocen como Sacatepéquez. En el informe preparado por Eugenia Robinson sobre el sitio Chitak Tzak, se mencionan algunos ejemplares que en este caso bien pudieran ser Alotenango Crema, variedad Alotenango debido a su engobe blanco duro que contrasta con una pasta roja fina. Tabacal Blanco sobre Rojo, variedad Tabacal, es un tipo pintado de blanco con diseños zoomorfos y geométricos en los cuencos y cántaros. O bien del grupo Ixpaco, cerámicas finas rojo sobre ante.

Hay dos tipos diferentes de cuencos con bordes salientes y paredes verticales. Uno de ellos es muy temprano y tiene pintura negra apenas perceptible. Otros cuencos, identificados como Amatle, tienen aplicaciones en forma de botón, bordes salientes y paredes globulares. También hay un ejemplar de cántaro con cuello curvo convergente y cuerpo globular, sin temporalidad determinada. Algunos cántaros como los identificados por Marion Popenoe de Hatch en los trabajos de Kaminaljuyu/San Jorge como Sumpanguito. Un tipo de cántaro que probablemente es de manufactura local. Restos de cerámica roja probablemente proveniente de la Costa Sur. Un cántaro con una probable filiación de la fase Arenal de Kaminaljuyu.

Toda esta cerámica muestra una gran similitud con la encontrada en la región de Parramos, que está inmediata a la de San Andrés Itzapa. Esto sugiere que en el pasado hubo una interrelación entre las dos zonas como si se tratare de una sola. Aunque es de hacer notar que la cantidad de montículos ceremoniales es mayor en Parramos.

Al sur este de San Andrés a una distancia de 5 km y a una altura de 2300 m se encuentra la aldea de Xiparquiy. Al este de la aldea se encuentra un cerro de 2425 m con el mismo nombre. De este cerro se han desprendido enormes rocas de toba debido al terremoto de 1976 y últimamente por el paso del huracán Mitch en 1998. Todas estas rocas se encontraban en el sector norte. Por algunas evidencias cerámicas y líticas que los campesinos han encontrado en las faldas de este cerro, se decidió explorar la cumbre. Sobre el lado norte se detectó un conjunto de cinco rocas no tan grandes como las que están en la aldea. Una de ellas, con una temporalidad indeterminada, muestra un dibujo de cuatro picos menores y uno mayor, como si se tratase de montañas. Estas evidencias se contrastaron con el paisaje circundante y se logró determinar que los picos menores corresponden a los cerros de El Rodeo, Pablo, El Manzanillo y El Portal, que se encuentran hacia el este, muy cerca de la población de Parramos y a 5 km del cerro Xiparquiy, y que el pico mayor es el volcán de Agua.

Sin embargo, como aún existía alguna duda sobre la naturaleza de esos dibujos, se hicieron mediciones sobre los mapas 1:50,000 del IGN y en campo usando una brújula Brunton. Se comprobó que una línea imaginaria que viene del este franco pasa justo entre tres montañas que forman una X. Tales montañas pueden corresponder al cerro Pablo, una montaña hacia el norte del valle de Panchoy, y la última es conocida como el astillero hacia el sur de Santa Lucía Milpas Altas. Esto sugiere que desde este punto se pueden ver los equinoccios de primavera y otoño. O sea, que se trata de un observatorio astronómico que fue usado por los antiguos Mayas en el pasado.

Algunos artefactos que se encontraron en las vecindades donde se encuentra la roca que contiene los dibujos, constituyen evidencia de apoyo a la interpretación anterior. Por ejemplo, restos de incensarios, o probables urnas funerarias, con pintura blanca de paredes muy gruesas, así como la efigie de una mazorca de maíz que perteneció a un objeto mayor. Esta efigie contiene un elemento iconográfico que después de ser estudiado, pudo determinarse que se trata de la voluta del habla. Hay ejemplos dentro del arte Maya que apoyan esta idea. Los antiguos Mayas describían a los vegetales como entes que comunicaban mensajes. Luego, una vasija completa que pertenece a un horizonte cultural muy difundido en el Preclásico Tardío, que en esta área es conocido como Sacatepéquez. Esta vasija es la efigie de un zoomorfo, probablemente un búho. También hay cuentas de piedra verde. Además, propiamente en la aldea se encontró mucha obsidiana, núcleos poliédricos exhaustos, lascas, restos de navajas, etc. Este desperdicio lítico demuestra que todo se producía en esta área.

Es posible que en la época prehispánica este lugar haya sido uno de los más importantes en toda el área, debido a la carga ideológica que representaba el observatorio. Aún hoy en día, llegan sacerdotes Mayas a realizar cultos religiosos, según informes verbales de los habitantes de la aldea. La figura en cerámica que representa la mazorca de maíz, es un testimonio que se hicieron ofrendas dedicadas a las buenas cosechas de este grano. La posterior excavación puede arrojar información de posibles ofrendas tal vez enterradas, principalmente enfrente de las rocas.

CONCLUSIONES

La exploración arqueológica del municipio de San Andrés Itzapa aún no ha concluido, pero aún así, las muestras que se tienen hasta el momento indican que se trata de un área que tuvo una fuerte población desde el Preclásico Medio hasta el momento de la Conquista. Esta tierra mantuvo fuertes nexos comerciales con otras áreas vecinas, lo cual demuestra la cerámica y la obsidiana que proceden de otros lugares. La presencia de un observatorio astronómico indica que pudo haber sido un lugar de peregrinaje de parte de otros pueblos aledaños que llegaban a solicitar favores a deidades, por medio de sacerdotes que vivieron permanentemente en lo que se conoce actualmente como la aldea de Xiparquiy.

 

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