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Quintana, Oscar
2004 Saqueo y destrucción en Naranjo, Petén, Guatemala. En XVII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2003 (editado por J.P. Laporte, B. Arroyo, H. Escobedo y H. Mejía), pp.551-556. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.
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SAQUEO Y DESTRUCCIÓN EN NARANJO, PETÉN, GUATEMALA
Oscar Quintana
“Lo pasado es la raíz de lo presente; ha de saberse lo que fue, porque en lo que fue está lo que es…”
José Martí
La ciudad de Naranjo está situada sobre una escarpa que controla el acceso a tres cuencas. Hacia el oeste y norte, la ciudad colinda con el bajo Naranjo y con grupos de colinas que se conectan a la cuenca del Río Holmul, al sureste, Naranjo se comunica con la cuenca del río Mopan y al suroeste con el bajo La Colorada y la cuenca Sacnab-Yaxha. Quizá sea por esta posición estratégica que Naranjo alcanzó un extraordinario esplendor y poder regional.
La ciudad monumental de Naranjo alcanzó una extensión de 70 hectáreas y contó con cerca de 60 patios y plazas, una calzada, cinco acrópolis y más de 140 edificaciones, y es la ciudad más extensa en la región del Triángulo Yaxha-Nakum-Naranjo. Como parte del esplendor de la ciudad, sobre sus plazas, patios y terrazas, se erigieron más de 40 monumentos esculpidos en piedra que registraron acontecimientos históricos importantes.
El primer investigador que reportó Naranjo fue Teobert Maler. En 1905, Maler realiza el primer plano, documenta las estelas y sobre todo se interesa en el edificio de la escalinata jeroglífica. Este edificio y el sector central de la ciudad son tratados en otro artículo de esta misma publicación, así como la presentación del nuevo plano topográfico elaborado en 2002 por el Proyecto Protección de Sitios Arqueológicos en Petén, Triángulo Yaxha-Nakum-Naranjo, dependencia del Ministerio de Cultura y Deportes (véase Noriega y Quintana en este volumen).
SAQUEO Y DESTRUCCIÓN
En su publicación The Inscriptions of Peten, Sylvanus G. Morley considera que la destrucción progresiva de monumentos en Petén se inició antes de 1875 y menciona como los sitios más afectados a Tikal, Yaxchilan, Naranjo, Piedras Negras y otros (Morley 1937-1938, Vol. IV:311-312). Morley relata que en 1920, con la autorización del presidente Manuel Estrada Cabrera, Thomas W. F. Gann removió nueve de los 12 bloques de la escalinata jeroglífica de Naranjo, ahora en el Museo Británico en Londres. Ian Graham refiere que otra porción de la misma escalinata fue trasladada por Maler en 1905 a Belice y ofrecida a Charles P. Bowditch en Boston, encontrándose actualmente en el Museo del Indio Americano en Nueva York (Graham y von Euw 1975:8; Graham 1978, 1980). En el mismo museo también se encuentra un dintel descrito por Maler en 1905, que fue extraído por Herbert J. Spinden en 1914. Según Vilma Fialko, la representativa escalinata jeroglífica de Naranjo, construida alrededor del 624 DC, tuvo antecedentes de daños ya en la época final del periodo Clásico, cuando personas de Ucanal trasladaron a su ciudad el fragmento XIII de la misma escalinata como “trofeo” (Fialko 2002).
En 1961, Ian Graham registró los daños causados por el huracán Hattie. El destrozo causado por el viento fue tal que impidió a un grupo de expertos realizar moldes de los monumentos esculpidos. Ian Graham considera que los saqueos serios y en masa se iniciaron a partir de 1964 (Figura 1).
Figura 1 Planta del área central de Naranjo
En la década de los sesenta y setenta, los objetos de la cultura Maya fueron reconocidos internacionalmente como obras de arte de alta calidad y, por lo tanto, el comercio de objetos de arte se intensificó expoliando las ciudades perdidas en la selva. Esta época fue nefasta para Naranjo, pues entre 1964 y 1972 fueron extraídos de la ciudad, en forma legal e ilegal, el 78% de sus estelas esculpidas.
Karl Herbert Mayer en su aporte sobre “Monumentos desplazados y destruidos de Naranjo, Petén, Guatemala“ (Mayer 2003), informa sobre varios métodos para “adelgazar” las piezas esculpidas, empleando medios como uso de fuego y explosivos para partir las partes con interés comercial. Ejemplos de este brutal procedimiento se registraron en las Estelas 36 y 29 de la ciudad. Desde principios del siglo pasado, los traficantes de arte buscaron la forma de disminuir el peso de los objetos esculpidos con el fin de convertirlos en delgadas placas para facilitar su transporte. Los objetos de arte eran cargados por hileras de mulas a través de la selva. Con el tiempo, los métodos fueron sofisticándose pasando de sierras de banda metálica a barrenos de alta precisión con diámetros de hasta 0.04 m. Hoy en día quedan esparcidos en la Plaza Central de Naranjo varios fragmentos las Estelas 9, 13 y 14, monumentos que sufrieron este procedimiento.
En su intento por separar una parte esculpida de un monumento, los saqueadores destruyen otras partes del mismo monumento, como sucedió con las Estelas 19 y 30 de Naranjo. Al separar la cara principal, los depredadores aniquilaron las inscripciones de las partes laterales y trasera, perdiéndose definitivamente sus textos y grabados.
Entre 1964 y 1969 desaparecieron 11 estelas de Naranjo. Ante el alarmante pillaje que se generalizó por todo Petén y el área Maya, el Gobierno de Guatemala, a través del Instituto de Antropología e Historia (IDAEH), el Instituto de Fomento y Desarrollo de Petén (FYDEP) y la Asociación Tikal, realizaron el afamado Programa de Rescate entre 1970 y 1972, extrayendo 21 monumentos esculpidos de Naranjo – en su mayoría fragmentos – para su resguardo (Hairs 1973).
Actualmente el legado escrito en piedra de Naranjo se encuentra disperso en varios lugares de Guatemala: en el Museo Nacional de Arqueología y Etnología – Estelas 2, 22, 24 y 30 -, en diferentes bodegas e inspectorías, en una base militar y en el Parque Central de Melchor de Mencos – Estelas 1, 7, 25 y 29. Otras estelas de Naranjo se encuentran en Mérida, Londres, Ginebra, Chicago, San Luis Missouri, Houston y Nueva York, mientras que nueve más aún se encuentran perdidas.
Entre 1968 y 1999, fueron identificados y confiscados fragmentos de las Estelas 9, 13, 14 y 21, y dos bloques con inscripciones de las Estelas 23 y 30, por las autoridades de México, Estados Unidos de Norteamérica y Belice. Estos seis monumentos de Naranjo fueron devueltos gracias a convenios internacionales, a la documentación existente sobre los monumentos y oportunas llamadas de alerta.
En la Plaza Central del propio sitio queda un solo fragmento de la Estela 18, un monumento con inscripciones severamente deteriorado. En esta misma plaza se encuentra la parte posterior de la Estela 9, que fue cortada con barreno, y varios fragmentos de la escalinata jeroglífica. En otras seis plazas, patios y terrazas de la ciudad se pueden ver hoy en día fragmentos de estelas, altares y buena parte de la serie de estelas y altares sin inscripciones, piezas que por su poco “valor artístico” no fueron objeto de vandalismo. Sin la oportuna documentación realizada principalmente por Maler, Morley y Graham, la evidencia escrita de Naranjo no tendría una base documental. El Proyecto Triángulo Yaxha-Nakum-Naranjo prevé emplear esa documentación y con apoyo de otros expertos retornar en los próximos años a Naranjo – por medio de copias – la mayoría de los monumentos esculpidos a la ciudad.
La pérdida casi total de los monumentos con inscripciones esculpidas en piedra marcó la primera ola de pillaje en Naranjo. A partir de 1996 otra avalancha de destrucción azotó la ciudad, esta vez organizada por bandas de buscadores de tesoros, que en seis años lograron incrementar alarmantemente el daño en los edificios por medio de la excavación ilegal de túneles y trincheras. Los daños por saqueo aumentaron de siete depredaciones en 1987 a 192 en el año 2002.
En la primavera del año 1987, durante el primer recorrido del Proyecto Nacional Tikal en la región noreste de Petén, la comisión visitó Naranjo y en su informe lo reporta como “relativamente estable” (Siller y Quintana 1989:73-83). En esa época se elaboró un croquis del sitio registrándose siete saqueos. En el recorrido de 1987 se emplearon dos tipos de indicadores para medir la urgencia de atención a los sitios arqueológicos. Uno se refería a los daños causados por el saqueo con valores de muy depredado, depredado y poco depredado. El otro indicador se refería al peligro de colapso de arquitectura, con necesidades de intervención, muy urgente, urgente y a corto plazo.
Naranjo se reportaba como poco depredado y con necesidades de intervención urgente y a corto plazo, o sea estable y sin mayores agresiones en comparación con otros sitios similares de la región noreste. Por el contrario, ciudades como El Zotz, Río Azul, Kinal y Xultun, con más de 200 saqueos, fueron consideradas como sitios muy depredados en 1987. Sin embargo, estos se han conservado sin mayores cambios en relación con el incremento de destrozos en Naranjo. Otros daños observados en 1987 fueron dos aberturas de caminos hechos por tractor para subir a las Acrópolis Central y Noreste, con el fin de extraer de la parte superior trozos de madera de caoba y cedro.
Entre 1976 a 1996 la situación en Naranjo se mantuvo más o menos estable, primero el sitio contó con vigilancia por parte de Monumentos Prehispánicos y Coloniales, luego a partir de 1989 el Proyecto Protección de Sitios Arqueológicos en Petén, Triángulo Yaxha-Nakum-Naranjo se hizo cargo de la vigilancia y rescate de la ciudad. En la segunda mitad del año 1996 inició en Naranjo una serie de amenazas al personal técnico. En septiembre del mismo año, nuevas amenazas obligaron al personal de vigilancia y mantenimiento a retirarse a la sede central de Yaxha, siendo el campamento posteriormente saqueado e incendiado. A partir de esa fecha, el proyecto realizó muchísimas gestiones para contar con seguridad para su personal y el sitio arqueológico. Mientras la ayuda llegaba se realizaban visitas cortas al sitio para registrar el avance de los daños causados por las bandas de depredadores. Para las inspecciones de un día a Naranjo fue necesario contar con personal armado que era proporcionado por la zona militar destacada en La Pólvora, Melchor de Mencos.
En 1997, abundaron los incendios provocados alrededor de Naranjo, el contrabando de madera, y en el sitio los saqueadores realizaron 31 depredaciones, algunas de enormes proporciones. Se calcula que operaban entre 30 a 40 personas organizadas, que tenían puestos de vigilancia en los caminos y montículos más altos para avisar a tiempo la llegada de las misiones del Proyecto con el Ejército. Al llegar las comisiones oficiales, los saqueadores se retiraban a escondites en la selva cercana y al salir retornaban a su destructiva tarea. Varias veces el personal del Proyecto iniciaba de urgencia el relleno de un saqueo “importante” que luego era de nuevo destapado. El Proyecto llenó un gran expediente de denuncias ante la Dirección General del Patrimonio Cultural y Natural, el Ministerio de Cultura y Deportes, el Ministerio Público, el Ejército y la Oficina de Derechos Humanos, sin obtener respuesta positiva.
Similar situación continuó durante los siguientes años. En julio de 1998, la oficina de Monumentos Prehispánicos y Coloniales realizó una inspección a Naranjo, reportando la presencia de personas armadas dentro del sitio. Al realizar las visitas se encontraron amenazas escritas, latas de comida, cabos de candelas, baterías para linternas, piochas y palas, costales para arrastrar el material de los túneles y trincheras, cobertizos, fogones y depósitos de agua. Por lo general, los recorridos de un día se organizaban en dos grupos uno se dirigía por el centro de la ciudad y otro por la periferia. Dependiendo del hallazgo de algún saqueo recién excavado, el equipo técnico se movilizaba de un lado a otro para registrar el daño. Si era necesario se efectuaba el levantamiento de los restos de cerámica, lítica o huesos descartados por los depredadores y se trasladaban con su correspondiente identificación al laboratorio central en Yaxha. Los daños ocasionados por los saqueadores en 1997 y 1998, los años más difíciles, fueron reportados con una denuncia internacional por la destrucción organizada en gran escala de Naranjo (Quintana, Teufel y Noriega 1999:3-5).
Las condiciones no cambiaron durante los siguientes tres años, intensificándose los atropellos por toda la ciudad. Ante la falta de apoyo institucional, retomamos solos Naranjo. A principios del año 2001, grupos de 20 personas salían a diario desde Yaxha a Naranjo para preparar el terreno y en agosto del mismo año se envió un grupo de 60 trabajadores a cargo de Orlando Quixchán, para recuperar el sitio en forma permanente. En esta época se acondicionó como apoyo logístico el camino interno entre Yaxha y Naranjo, y dio inicio la construcción del nuevo campamento.
En el año 2002, al estar de nuevo instalados en el sitio, retornó el equipo técnico y se realizó el registro detallado de los daños. El equipo de arqueología, a cargo de Vilma Fialko, cuantificó 153 saqueos que arrojaron un volumen de 2,002.39 m³ de material removido. Cada edificio del área central contó con un registro detallado. El mismo equipo inicio la tarea de investigar, documentar y rellenar los principales saqueos en el área de la Plaza Central. Durante la temporada 2002, se logró realizar el trabajo en 40 depredaciones. Paralelamente, otro equipo realizó el levantamiento topográfico de la ciudad con recorridos por la periferia del centro monumental, incorporando más daños por saqueos. Es necesario aclarar que buena parte de estos datos encontrados en la periferia corresponden a saqueos antiguos que no fueron tomados en cuenta durante los recorridos de 1987, 1996-2001. El recuento de los datos del saqueo varió de siete depredaciones en 1987 a 31 en 1997, 24 en 1998, 33 en 1999, 25 en 2000, y 32 más en 2001. En octubre de 2002 se contabilizaron 192 saqueos (Figura 2).
Figura 2 Registro de depredaciones en Naranjo
En este año 2003 se continúa con la documentación y relleno de saqueos, actividad que está programada concluir en un 100% en el año 2004. Los trabajos de documentación y relleno de saqueos acompañado del Programa de Arqueología de Rescate, el manejo actual de la vegetación sobre los edificios, patios y plazas, la atención preventiva a los restos visibles de arquitectura, el Programa de reposición de estelas, la declaratoria del nuevo Parque Nacional y una pequeña infraestructura básica para visitantes prevén para el próximo año un merecido renacimiento para la ciudad.
Ahora queremos recordar ahora a dos notables guatemaltecos que combatieron y denunciaron el saqueo arqueológico: Rafael Morales y Miguel Valencia. Además, vamos a concluir este trabajo citando un texto publicado por Miguel Valencia en 1988, que invita a la reflexión:
“… por lo que hemos visto someramente la depredación, el saqueo arqueológico en Guatemala no es sólo un problema sucedido en remotas selvas; es un fenómeno que ataca la razón de ser de la arqueología y de los arqueólogos: la esencia del hombre desaparecido por medio de sus obras materiales, es también una negación de nuestra historia, es por fin una vergüenza nacional en un país que pretende y se enorgullece contar con una de las civilizaciones más relevantes de toda la humanidad. Pero ese drama no es desde ningún punto de vista insubsanable, se necesitan leyes para reducirlo, es cierto, pero no tendrían razón de ser ni de existir tales leyes si todos los guatemaltecos nos convirtiéramos en guardianes e inspectores de ese patrimonio que es parte consubstancial de lo que somos”.
REFERENCIAS
Fialko, Vilma
2002 Informe Anual de Actividades. Proyecto Triángulo Yaxha-Nakum-Naranjo, Dirección General del Patrimonio Cultural y Natural, Ministerio de Cultura y Deportes, Guatemala.
Graham, Ian
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1975 Corpus of Maya Hieroglyphic Inscriptions, Vol. 2, Part 1: Naranjo. Peabody Museum of Archaeology and Ethnology, Harvard University, Cambridge.
Hairs, Joya
1973 Operación Rescate: Guatemala´s Answer to the Problems of Plundering of Ancient Maya Sites. Atti del XL Congreso Internazionale degli Americanisti, Roma-Genova, Vol.1:189-193. Génova.
Maler, Teobert
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1971 Edificios Mayas, trazados en los años de 1886-1905 y descritos por Teobert Maler, edición póstuma a cargo de G. Kutscher. En Monumenta Americana IV (X):91-94 y planos 12-13. Iberoamerikanisches Institut Preussischer Kulturbesitz, Gebr-Mann, Berlin.
Mayer, Karl Herbert
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Morley, Sylvanus G.
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