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Lacadena, Alfonso y María Josefa Iglesias
2006 La recreación del espacio mítico de la Montaña de las Flores en un palacio de Machaquila, Petén. En XIX Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2005 (editado por J.P. Laporte, B. Arroyo y H. Mejía), pp.647-660. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).
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LA RECREACIÓN DEL ESPACIO MÍTICO
DE LA MONTAÑA DE LAS FLORES
EN UN PALACIO DE MACHAQUILA, PETÉN
Alfonso Lacadena
María Josefa Iglesias
Palabras clave
Arqueología Maya, Tierras Bajas, Guatemala, Petén, Machaquila, iconografía, estructura de tipo palacio
THE RECREATION OF THE MYTHICAL PLACE OF FLOWER MOUNTAIN IN A PALACE
FROM MACHAQUILA, PETEN
The archaeological excavations carried out in Machaquila during the 2004-2005 seasons by a Spanish-Guatemalan team in Structures 7 and 8 in Plaza F, have brought to light what is really the principal access to a palatial complex. The access originally had a façade decorated with floral motifs. Recent iconographic studies have identified these decorative themes as references to the mythical place “Flower Mountain”, a paradise of exuberant abundance. This royal residential architectural complex of Machaquila was conceived as a recreation of the aforementioned mythical place.
LA PLATAFORMA SUR DE LA PLAZA F
Los trabajos de excavación llevados a cabo en las temporadas 2004 y 2005 en la ciudad de Machaquila, han incluido un espacio cuyo interés no es proporcional a su tamaño, la conocida como Plaza F (Figura 1), un espacio de tamaño mediano estratégicamente localizado en el área más al norte de la ciudad, por donde circula el río Machaquila. Tiene una apariencia regular en un entorno cerrado por cuatro plataformas sobre las que descansaron, en su mayoría, estructuras perecederas, a excepción de su lado meridional, donde se detectó la presencia de una plataforma con dos cámaras, que en su momento poseyeron bóveda, siendo nominadas como Estructuras 7 y 8 por Graham (1967:fig.33).
Hasta ese momento, el mayor atractivo de esta plaza se centraba en la Estructura 4, que en otras temporadas aportó una serie de sillares tallados con textos jeroglíficos (Graham 1967; Iglesias y Lacadena 2003; Lacadena e Iglesias 2005), de singular importancia por el hecho de proporcionar nueva información sobre la historia de la ciudad. En las temporadas de 2004 y 2005 se ha investigado el área mencionada al sur de la plaza, para extraer la mayor información posible de la edificación en su conjunto, que además de las citadas cámaras poseyó un área intermedia entre ambas, posiblemente techada de material perecedero, en la que se realizaron divisiones internas (Figura 2).
Desde las primeras exploraciones, se constató de las pésimas condiciones de preservación en que se encontraba la zona, especialmente por la presencia de fuertes saqueos en las cámaras, cuyas bóvedas aparecían colapsadas. El piso de la Estructura 7 había sido totalmente destrozado dejando el relleno a la vista y una gran parte de sus muros se hallaban demolidos al haber entrado a su interior por medio de una trinchera que atravesaba la edificación de norte a sur. La Estructura 8 estaba en principio aún más deteriorada por la presencia de varios árboles caídos de grandes dimensiones, los cuales habían arrastrado una buena parte de ella en su desarraigo. El área intermedia entre las Estructuras 7 y 8 no fue objeto de la voracidad de los saqueadores, al presentarse aparentemente, como un espacio vacío.
Hasta el momento de las intervenciones arqueológicas de la misión hispano-guatemalteca, la visión de esta plataforma se había realizado en relación con la Plaza F; pero al investigar su meridional conexión con la Plaza G, que está situada en un nivel inferior, se ha puesto de manifiesto una nueva perspectiva. Para salvar el desnivel de ambas plazas, o más bien realzar y aislar la Plaza F, se construyó la plataforma general de aproximadamente 43 m este-oeste, 11 m norte-sur y 2.50 m de alto, sobre la que se situaron las edificaciones de mampostería, con un total aproximado de 5 m de ancho por 27 m de longitud; para ascender al edificio desde la Plaza G, se construyó una escalinata de 17 m de anchura y nueve peldaños, que ascendía hasta la parte superior del basamento que en esta zona deja un espacio de algo más de 3 m hasta la línea del muro, lo que sin duda realzó el programa iconográfico al que se va a referir a continuación.
Figura 1 Mapa de Machaquila (según Graham 1967:fig.33)
EL PROGRAMA DE DECORACIÓN ARQUITECTÓNICA DE LA ESTRUCTURA 7
La fachada sur de la Estructura 7 de Machaquila fue decorada con un interesante programa de escultura arquitectónica (Figura 3). Este programa consiste en una secuencia de relieves remetidos integrados por al menos tres motivos de cintas o bandas entrelazadas situados en el interior de una doble moldura basal, más un motivo decorativo consistente en tres columnillas, dispuestos a intervalos a lo largo de 8 m desde la esquina oeste del edificio. El grave destrozo producido en la estructura por el saqueo del cuarto oeste impide saber si hubo algún motivo más entre los 2.50 m y los 4.68 m de la esquina oeste y cómo estaba planteado el vano de entrada al cuarto.
A 8 m de la esquina oeste, este patrón decorativo descrito queda interrumpido por un mascarón, de 0.75 m de alto y 1.25 m de ancho, en relativo buen estado de conservación, asentado sobre un pequeño zócalo decorado por bandas paralelas, y del que se conserva in situ la zona izquierda del frente, las dos orejeras y parte de la nariz. En el derrumbe asociado a la zona del mascarón se recuperaron un total de 26 elementos escultóricos más, que formaron parte originalmente de la decoración (Figura 4). Aunque actualmente se conserva únicamente hasta la altura de un mascarón, la presencia entre estos elementos escultóricos de ciertas piezas identificables pertenecientes a dos nuevas orejeras sugiere que originalmente hubo un segundo mascarón, ubicado encima del mascarón conservado.
Figura 2 Detalle de las estructuras 7 y 8 de Machaquila (según Graham 1967: fig 33)
A la derecha de los mascarones, y flanqueada por éstos, se encuentra una serie de alineaciones concéntricas de piedras en ángulo recto que enmarcan una mandíbula inferior, parcialmente conservada, claramente identificable por los restos de tres dientes y sus correspondientes encías, formadas éstas por piedras esculpidas en forma de media luna. Como elementos escultóricos destacables, en una de las alineaciones de piedras se encuentran, grabados a intervalos, cuatro motivos en bajorrelieve que representan flores de cuatro pétalos inscritas en círculos. El conjunto de alineaciones concéntricas de piedras enmarcando la mandíbula se encuentra a 9.25 m de la esquina oeste de la Estructura 7, habiéndose conservado en una longitud de 2 m de largo y casi 1 m de altura. El 1.38 m que separa el final del conjunto de la esquina este de la Estructura 7 se encuentra, desgraciadamente, severamente destruido.
Para dotar de volumen al conjunto, los diseñadores de la estructura proyectaron hacia fuera la parte de los mascarones y la mandíbula haciendo que sobresalieran por delante de la línea del muro en distintos planos, a distancias de 8, 10, 24 y 25 cm –hasta 37 cm, contando con la nariz del mascarón– creando una combinación de saledizos y zonas rehundidas que resaltan los distintos motivos en un llamativo juego de contrastes de luces y sombras.
Es precisamente la presencia de la –originalmente– columna de dos mascarones flanqueando la mandíbula inferior, la que sugiere que en realidad la Estructura 7 es la mitad de una estructura del doble de tamaño que se continuaría en la Estructura 8, en donde se debería encontrar un programa decorativo similar dispuesto simétricamente al de la Estructura 7, por lo que la presunta esquina este de la Estructura 7 sería en realidad la jamba izquierda del vano central del edificio.
Figura 3 Fachada sur de la Estructura 7 de Machaquila (según boceto de A. Lacadena)
Figura 4 Elementos escultóricos hallados en el derrumbe asociado al mascarón de la Estructura 7
de Machaquila (según boceto de A. Lacadena)
La Plataforma Sur de la Plaza F que incluye esta fachada sería similar a otras estructuras del Clásico Maya decorada con columnas de mascarones y presentando el vano central con forma de boca dentada abierta. Así, por ejemplo, esta estructura presenta grandes similitudes de concepción con el Templo 10L-22 de Copan, el cual presenta un vano central en forma de boca dentada abierta y columnas de mascarones (Figura 5), distinguiéndose tan sólo en la ubicación de los mascarones, que en Machaquila, como se ha visto, flanquean el vano, mientras que en Copan se encuentran en las esquinas del edificio. Un elemento más relaciona la plataforma con el Templo 10L-22 de Copan: entre los motivos escultóricos hallados en el derrumbe de la zona de la columna de mascarones de Machaquila se encontraba uno en forma de S, posiblemente representando una nube; esta S-nube es similar a las presentes en la decoración del vano de la habitación interior del templo de Copan (Figura 6). Desgraciadamente, se ignora para el caso de Machaquila la ubicación exacta de este motivo dentro del conjunto de los mascarones.
En cuanto a la técnica de construcción, es de destacar la combinación de piedras canteadas dispuestas en soga en la parte de los muros, con piedras de revestimiento encastradas en núcleo en la zona de los mascarones, los cuales fueron compuestos en mosaico. Restos de estuco presentes en algunas de las piedras, así como restos de pigmentación señalan, por último, que los relieves estuvieron originalmente cubiertos por una delgada capa de estuco –que posiblemente sirvió para homogeneizar la superficie de los relieves y terminar de dar forma a los detalles– pintada de rojo y negro.
LA SIMBOLOGÍA DE LA ESTRUCTURA 7 DE MACHAQUILA
Se pueden agrupar los elementos de escultura arquitectónica de la Estructura 7 en dos temas principales: por un lado, los motivos de cintas o bandas entrelazadas que se disponen a intervalos en la doble moldura basal; y, por otro lado, la más compleja agrupación de elementos que se distribuyen simétricamente en torno al gran vano central, integrada por la mandíbula flanqueada por los mascarones dispuestos en columna.
LA ESTRUCTURA 7 COMO DEPENDENCIA REAL
Hasta tres motivos de cintas o bandas entrelazadas –todos distintos pero todos representando la misma idea– presenta el tercio oeste de la estructura (Figura 7). Se considera que estos motivos pueden ser variantes escultóricas del motivo de la estera o de la banda-diadema. Tanto la estera como la banda-diadema son metáfora de poder político en el área Maya y en el resto de Mesoamérica. Si esta identificación es correcta, se tendría entonces que la Estructura 7 es un edificio vinculado al poder político de la ciudad, señalándolo como la dependencia de un palacio real. Esta sugerencia es consecuente con las interpretaciones previas que se habían realizado sobre la funcionalidad de la Plaza F de Machaquila, que en realidad conforma el patio cerrado de un palacio que, en el Clásico Terminal, sirvió de residencia de algunos miembros de la familia real (Lacadena e Iglesias 2005).
EL PALACIO REAL DE MACHAQUILA COMO LA MONTAÑA DE LAS FLORES
La presencia de mascarones y vanos con forma de boca dentada es un patrón común en edificios Mayas –templos, palacios– del periodo Clásico. Se encuentran variaciones de este patrón desde las Tierras Bajas Mayas del norte –en las regiones Puuc, Chenes, Río Bec– hasta Palenque y Copan. Las variaciones consisten en el tamaño, número y disposición de los distintos elementos, así como en su grado de esquematismo. Aunque han existido diversas interpretaciones a lo largo del tiempo acerca de qué simbolizaban estos elementos –representaciones del dios de la lluvia Chac, del Monstruo Cauac o Monstruo de la Tierra– actualmente existe consenso entre los investigadores en que simbolizan el witz “la montaña”. Ciertos templos y palacios Mayas fueron concebidos como montañas, y su interior, con el interior de la montaña, la cueva (Stuart 1987, 1997; Schele y Freidel 1990; Freidel et al. 1993:138-140). Elementos iconográficos asociados permiten discriminar distintos tipos de montañas dentro de la geografía sagrada de los Mayas.
En algunos casos, elementos vegetales presentes en los mascarones, normalmente orejeras de flores y follaje de plantas de maíz, identifican una montaña muy especial, cubierta de vegetación exuberante. Recientemente Karl Taube ha sugerido que en estos casos la montaña representada es la Montaña de las Flores, un tema común en la mitología, iconografía y etnografía mesoamericanas (Taube 2002, 2004). Según este autor, la Montaña de las Flores es un espacio paradisiaco, un cerro cubierto de flores y árboles y en cuyo interior hay una cueva. El espacio recreado no es otro que el lugar mítico del que procede el maíz y el agua, donados por el dios del Maíz a los seres humanos. En el muro norte de los recientemente descubiertos murales de San Bartolo existe precisamente la representación de esta montaña (Figura 8; Taube et al. 2004; Saturno et al. 2005):
“La montaña de San Bartolo se encuentra cubierta por no menos de siete flores, identificándola como la Montaña de la Flor (…). En el pensamiento clásico Maya, es un lugar ancestral, paradisiaco (…)” (Saturno et al. 2005:18).
Aún se encuentran ecos de esta creencia en el paraíso ancestral como espacio amable de vegetación hermosa y como lugar de abundancia donde todas las necesidades están cubiertas en el relato que Alfonso Villa Rojas hace de la creencia de los Mayas de Quintana Roo en el primer tercio del siglo pasado (el realce es de los autores):
“(…) los que resulten exculpados [en el día del Juicio Final], se quedarán para siempre sobre la tierra a gozar de una inefable felicidad. Cuando esto sea, la tierra se invertirá, quedando encima la cara que hoy está debajo; no existirán en su superficie árboles inútiles ni hierbas espinosas, sino una vegetación agradable, frondosa y de flores perfumadas. Los humanos vivirán como santos, sin pasiones bajas ni apetitos carnales. No se conocerá el trabajo ni existirá el problema de la alimentación; esto último quedará resuelto con sólo rezar las oraciones de la doctrina” (Villa Rojas 1987:431).
Figura 5 Templo 10L-22 de Copan, Honduras:
a) mascarones (según dibujo de L. Schele, en Schele y Freidel 1990: Fig. 2:7);
b) portada exterior (según dibujo de L. Schele en Freidel et al. 1993:fig.3:20)
Figura 6
a) Motivo escultórico en forma de S de la Estructura 7 de Machaquila (según boceto de A. Lacadena);
b) decoración de la entrada del cuarto interior del Templo 10L-22 de Copan
(según dibujo de L. Schele en Freidel et al. 1993:fig.3:21)
Figura 7 Motivos de entrelazados de la moldura basal de la Estructura 7 de Machaquila:
a) motivo oeste; b) motivo central; c) motivo este (a-c, según dibujo de A. Lacadena)
Figura 8 La Montaña de las Flores en el mural norte de la Pirámide de las Pinturas Sub-1
de San Bartolo, Petén (según dibujo de Heather Hurst, en Saturno et al. 2005:fig.12)
En el programa iconográfico de la fachada sur de la Estructura 7 de Machaquila se encuentran, precisamente, referencias a este lugar mítico (Figura 9): un vano central en forma de boca dentada como indican las mandíbulas abiertas de los paramentos laterales representan la entrada a la cueva del cerro simbolizado por los mascarones que la flanquean; las orejeras de los mascarones tienen forma de flor; más aún, como elemento de diseño ciertamente original –y sumamente clarificador–, la Estructura 7 de Machaquila presenta en bajorrelieve flores de cuatro pétalos grabadas a intervalos en la línea de sillares que enmarcan con forma de “L” la boca dentada del vano. Se está, sin duda, ante la representación simbólica de la Montaña de las Flores.
Pero ¿qué razón hay detrás de esta recreación de la Montaña de las Flores en Machaquila? Aunque la funcionalidad de estos espacios se ha interpretado en muchas ocasiones en sentido religioso y ritual –como en el caso del Templo 10L-22 de Copan (Fash 1991:122-124; Freidel et al. 1993:147-152)– en realidad es posible que la recreación del espacio mítico de la Montaña de las Flores en Machaquila no obedeciera a razones religiosas o rituales. Aunque la línea que separa el mundo de las creencias religiosas de otras manifestaciones de la cultura no es fácil de trazar entre los Mayas antiguos, la mención del mito y la recreación de su espacio tenían una fuerte intencionalidad de propaganda política, con dos niveles de lectura simultáneos.
Figura 9 La Montaña de las Flores en la fachada sur de la Estructura 7 de Machaquila
(según dibujo de A. Lacadena)
En primer lugar, la equiparación del palacio real con la Montaña de las Flores, lugar de belleza y abundancia, es tremendamente consecuente dentro del pensamiento sociopolítico Maya: la exaltación de la familia real como modelo ideal de la sociedad –los nombres que designan al rey, su esposa y su hijo son ch’aho’m “el varón”, (k’uhul) ixik “la (sagrada) señora” y ch’ok “el niño”– tiene su prolongación lógica en la consideración del palacio real, la residencia de la familia modelo paradigmática, como la morada ideal, que no puede ser otra más que el lugar paradisiaco mismo de la exuberancia y la abundancia. Los miembros de la familia real habitan y gozan el lugar de la felicidad.
Pero hay un segundo nivel de lectura. En el muro norte de San Bartolo hay no sólo la representación de la Montaña de las Flores, sino la narración de un episodio mítico que se desarrolla en ella (Figura 10). Según Taube et al. (2004:875), la escena narra el episodio de:
“(…) la toma de maíz y riego fuera de la Montaña de la Flor. Los personajes 7 y 8 están transfiriendo el cesto de tamales y la botella de calabaza, de la cueva de la Montaña de la Flor hacia el dios del maíz que se vuelve para pasar la botella de calabaza hacia el personaje 11, mientras que el personaje 10 también espera por los tamales con las manos abiertas. En esta escena, la montaña de la Flor se retrata como la fuente de vida, agua y sustento” (Taube et al. 2004:875).
Este es el segundo mensaje de propaganda que se desprende de la consideración del palacio real como la Montaña de las Flores: los palacios reales no son sólo espacios paradisiacos asociados a la abundancia para el disfrute exclusivo de los reyes y su familia, sino que también se consideran escenarios vivos de realización del mito, el origen del sustento de los hombres, el maíz y el agua. Del mismo modo que la cueva de la Montaña de las Flores es en el mito el origen de la comida y la bebida, el palacio real –identificado con la Montaña de las Flores misma– es la fuente de la que procede el sustento y el bienestar de la comunidad que se agrupa a su alrededor, a la cual ampara y protege. Los habitantes de la ciudad, los súbditos del reino, verían –o les harían ver– en el palacio real la fuente de su alimento y su prosperidad, en una actualización permanente del mito del origen de la comida y la bebida.
CONCLUSIONES
En resumen, las excavaciones arqueológicas de la misión hispano-guatemalteca en Machaquila, Petén, han descubierto la portada de entrada a uno de los complejos palaciegos más importantes del sitio. Este hallazgo no hace sino confirmar que la Plaza F fue asiento de personajes del más alto nivel en la estructura social de la ciudad. Los arquitectos y escultores de Machaquila diseñaron la fachada de esta dependencia del palacio como una recreación de la Montaña de las Flores, lugar de vegetación amable, fuente de vida y de sustento, actualización permanente del mito del origen del alimento de los seres humanos. Los reyes de Machaquila, como otros reyes Mayas, se presentaron como habitantes naturales de este lugar paradisiaco y como fuente de sustento de sus súbditos. La originalidad en el diseño de la escultura arquitectónica de la Estructura 7-8 de Machaquila proporciona una nueva versión formal de este tipo de programas escultóricos, incorporando la novedad de la representación explícita de las flores.
Figura 10 Detalle de la escena del mural norte de la Pirámide de las Pinturas Sub-1 de San Bartolo,
Petén (según dibujo de Heather Hurst, en Saturno et al. 2005:fig.5)
AGRADECIMIENTOS
Este programa de investigación ha sido realizado gracias a la subvención concedida por el Ministerio de Ciencia y Tecnología, de España, entre los años 2003/05 (BHA2002-03729), y al Atlas Arqueológico de Guatemala (Dirección General del Patrimonio Cultural y Natural del Ministerio de Cultura y Deportes).
REFERENCIAS
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1991 Scribes, Warriors and Kings. The City of Copan and the Ancient Maya. Thames and Hudson, London.
Freidel, David, Linda Schele y Joy Parker
1993 Maya Cosmos. Three Thousand Years on the Shaman’s Path. William Morrow, New York.
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1967 Explorations in El Petén, Guatemala. Middle American Research Institute, Publ. 33. Tulane University, New Orleans.
Iglesias, María Josefa, y Alfonso Lacadena
2003 Nuevos hallazgos glíficos en la Estructura 4 de Machaquila. Mayab 16:65-71. Madrid.
Lacadena, Alfonso, y María Josefa Iglesias
2005 Una relación epigráfica relacionada con la Estructura 4 de Machaquila. En XVIII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2004 (editado por J. P. Laporte. B. Arroyo y H. Mejía), pp.677-690. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.
Saturno, William, Karl Taube y David Stuart
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Schele, Linda, y David Freidel
1990 A Forest of Kings. The Untold Story of the Ancient Maya. Morrow, Nueva York.
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Villa Rojas, Alfonso
1987 Los elegidos de Dios. Etnografía de los mayas de Quintana Roo. Serie de Antropología Social, 56. Instituto Nacional Indigenista, México.