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Ciudad Ruiz, Andrés y Jesús Adánez
2006 Excavaciones en las Plazas E y G de Machaquila, Petén. En XIX Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2005 (editado por J.P. Laporte, B. Arroyo y H. Mejía), pp.1031-1043. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).
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EXCAVACIONES EN LAS PLAZAS E y G DE MACHAQUILA, PETÉN
Andrés Ciudad Ruiz
Jesús Adánez
Palabras clave
Arqueología Maya, Tierras Bajas, Guatemala, Petén, Sureste de Petén, Machaquila, excavaciones, arquitectura, sistemas constructivos, Clásico Tardío, Clásico Terminal
EXCAVATIONS IN PLAZAS G AND E OF MACHAQUILA, PETÉN
The work carried out in the central sector of Machaquila during the 2004 season has provided a more detailed understanding of its spatial organization as well as its internal evolution. Such work allows us to see the construction efforts made in the city during the last part of the Late Classic period that gave such a distinctive form to this central sector. The most dramatic changes took place in Plazas E and G where at the very least, the palaces were rebuilt and the plazas were more enclosed than before. Because of this architectural arrangement, some buildings took on a bigger role.
Los trabajos que desde hace cuatro años realiza un equipo hispano-guatemalteco en la ciudad arqueológica de Machaquila, Petén, vienen proporcionando una visión crecientemente compleja de esta capital del sur de las Tierras Bajas Mayas. El objetivo general del programa se orienta a desentrañar la estructura política y territorial de este centro y sus relaciones con otras entidades políticas (Figura 1).
Las evidencias obtenidas hasta ahora en relación con los edificios, los contextos y los materiales culturales sitúan la historia de Machaquila en el Clásico Tardío y el Clásico Terminal. Ello supone una fundación tardía y una vida relativamente corta, aunque no exenta de remodelaciones; si se tiene en cuenta la falta de evidencias asignables a periodos precedentes, supone, además, que surgió como un centro maduro, sin antecedentes definidos arqueológicamente, lo que plantea interrogantes básicos para la meta del proyecto que se espera abordar en el futuro.
En este marco, las intervenciones realizadas durante los últimos dos años en el área central —aún no concluidas— están haciendo posible determinar las características arquitectónicas y la secuencia constructiva del centro monumental, permitiendo, así mismo, ensayar interpretaciones sobre el papel desempeñado por ámbitos espaciales, estructuras en la organización y evolución urbana de Machaquila. En términos globales, el conjunto formado por las Plazas E, F, G y H constituye un complejo de carácter residencial-administrativo con acceso restringido; inmediatamente al sur y con la misma función residencial-administrativa, las Plazas C y D muestran, sin embargo, pautas de circulación más abiertas y trazan espacios más amplios y públicos, mientras que, al este, completando el plano del área central de Machaquila, las Plazas A y B formarían el núcleo religioso de la ciudad.
El objeto de estas páginas es, en concreto, presentar un análisis de la arquitectura y la secuencia constructiva de las Plazas E y G, concluyendo con algunas reflexiones acerca del sentido de sus transformaciones.
Figura 1 Plano general de Machaquila
LA PLAZA E
La Plaza E constituye una superficie artificialmente sobreelevada y nivelada (2.75 m por encima del piso superior del Grupo G-1 y 4.25 m por encima del piso superior de la Plaza C), con unas dimensiones de 70 m en su eje este-oeste y 50 m en el norte-sur (Figura 2).
Sobre ella se asientan dos construcciones principales: E-32 y E-34. La primera, situada al este, es una estructura de tipo palacio bien conocida desde hace décadas por su cubierta abovedada (Graham 1967), mientras que la segunda, que ocupa prácticamente todo el sector sur, responde a un montículo piramidal con restos de edificación en su cima y dotado de una escalinata monumental que asciende desde la vecina Plaza D, a cuyo pie se hallaron los restos de dos estelas en el curso de los trabajos del Atlas Arqueológico de Guatemala (Chocón y Laporte 2002:8,24). Completan el conjunto tres plataformas de menor volumen, las Estructuras 2, 33 y 35.
En síntesis, las excavaciones realizadas en este conjunto durante 2004 han permitido identificar dos etapas constructivas en la Plaza y documentar las características arquitectónicas de E-32 y –sólo de manera incipiente– de E-34, apuntando el posible carácter privado de la conexión entre ambas y ligando todo ello a las remodelaciones que se realizaron en la Plaza G (Ciudad et al. 2004a, 2005).
Las dos etapas constructivas mencionadas se corresponden con sendos pisos estucados, de un grosor en torno a los 0.10 m (Figura 2). El más antiguo cubre el relleno fundacional de la Plaza y con él se asocia el arranque tanto del basamento de E-32 como del cuerpo inferior de E-34 en su sector norte, pudiéndose concluir, por tanto, que aquél fue levantado en la primera fase de la Plaza. El segundo piso cubre un relleno posterior de 1.20 m de grosor, compuesto por grandes piedras irregulares, que redujo la altura relativa de ambas estructuras, aunque aparentemente sin requerir otra alteración en ellas que la que posiblemente afectó a la escalinata de acceso al palacio. La tipología de la cerámica recuperada en excavación es compatible con contextos del Clásico Tardío y Terminal, con un pequeño porcentaje de elementos del Postclásico en los niveles superiores.
Figura 2 Plaza E. Arriba: planta. Abajo: sección oeste-este con los pisos que marcan sus fases
Figura 3 Estructura 32. Arriba: alzado frontal (lado Este). Abajo: planta
LA ESTRUCTURA 32
Por lo que respecta a la Estructura 32, los trabajos efectuados han podido precisar diversos rasgos arquitectónicos relevantes, relativos a su basamento, las características de sus muros y su disposición interior (Figura 3).
Tal como registró Ian Graham en los años 60, E-32 es un edificio rectangular abovedado, con unas dimensiones de 20.40 por 7.70 m en planta y una altura de 2.40 m desde el arranque de sus muros hasta la cornisa que los corona. Se apoya, no obstante, en un basamento formado por dos cuerpos de paredes verticales. El inferior, que tiene una altura de 1.20 m y sobresale en planta con respecto al edificio un promedio de 1 m, se alza desde el piso más antiguo de la plaza y fue completamente cubierto tras la elevación de ésta. El superior, de 0.40 m de altura, constituye un zócalo del que arrancan los muros de la estructura, dejando un saliente de 0.10 m de anchura en torno a sus paramentos exteriores. Aunque no se puede descartar la existencia de eventuales construcciones anteriores, las evidencias disponibles sí apuntan a que ambos cuerpos se levantaron para servir de base al palacio mismo, de modo que hay que entender que este estuvo en pie desde la primera fase de la plaza o, al menos, antes de la remodelación que constituye su segunda fase.
Esta última observación tiene importancia porque los muros de E-32 muestran características que se han asociado a los edificios más tardíos de Machaquila. Están formados, en efecto, por un núcleo de mortero y piedras irregulares, revestido con bloques labrados y aparejados que carecen de función sustentadora –de hecho el núcleo permanece actualmente en pie en sectores donde se ha perdido el revestimiento. Esta técnica, que se ha observado repetidamente en Machaquila, se ha considerado propia del Clásico Terminal en la cuenca del Pasión (Smith 1982:23), el sureste de Petén (Laporte y Mejía 2002a), y Yucatán (Pollock 1980).
Las bóvedas de E-32 se apoyaban sobre los muros exteriores de la estructura y un muro longitudinal interior, todos ellos con un espesor de 1.05 m, coronando dos crujías paralelas. Actualmente se conserva el arranque de la cubierta de una de ellas en un tramo del muro oeste –que fue apuntalado en el curso de nuestros trabajos–, donde se observaron dos hiladas y restos muy fragmentarios de una tercera (Figura 4); la primera sobresale 0.28 m del paramento exterior para formar la cornisa y en conjunto se elevan 0.48 m, estableciendo sus caras achaflanadas un extradós con una pendiente de 60º.
Figura 4 Alzado del sector meridional del muro oeste de la Estructura 32
Los recuadros muestran las secciones de los cuerpos inferiores y de la cornisa
El edificio cuenta en su interior con un total de ocho cámaras. Dos de ellas, muy afectadas por los derrumbes, se sitúan en los extremos norte y sur y, a juzgar por la continuidad de los muros transversales interiores y la identificación de bloques correspondientes a jambas en la cámara meridional, tenían accesos independientes desde el exterior. Las otras seis cámaras ocupan la zona central y más amplia de la estructura y se reparten en las dos crujías mencionadas: tres accesibles desde el exterior en la crujía oriental o delantera, con un ancho de 2.55 m, y otras tantas en la crujía posterior, de 2 m de anchura, comunicadas con la cámara delantera central. Los vanos que atraviesan los muros de carga han perdido sus dinteles, pero el hallazgo en los derrumbes de bloques con dimensiones apropiadas para tal función sugiere que fueron de piedra. En total, la superficie utilizable interior es de 68.75 m2 (un 43.8 % del área cubierta, correspondiendo el 56.2 % restante a los muros).
La ubicación de la escalinata que ascendía a E-32 acentúa la orientación del palacio hacia la Plaza G, ya marcada por la disposición de las entradas principales. Dicha escalinata fue delimitada en sus tramos inferiores por los trabajos realizados en el Grupo G-1 en 2003 (Ciudad et al. 2004a, 2005), donde se identificaron dos episodios constructivos que ahora pueden relacionarse con las dos etapas de la Plaza E.
En la primera fase, el Grupo G-1 aún no había sido individualizado y el acceso a E-32 se realizaba desde la superficie de la Plaza G, mediante una escalinata de 17 m de anchura, flanqueada por alfardas y adornada con sendos cubos; el tramo superior, necesario para salvar la altura del cuerpo inferior del basamento del palacio, probablemente fue destruido en una remodelación posterior, pero su existencia y anchura –8.50 m– pueden inferirse gracias a la conservación de una última grada remetida en dicho cuerpo.
En la segunda fase, se creó, por un lado, el Grupo G-1 mediante un relleno de 1.50 m de espesor y la construcción de la Estructura 30 y, por otro lado, se elevó la cota de la Plaza E en 1.20 m, cubriendo el basamento del palacio al menos en sus lados norte, oeste y sur; aún no ha podido determinarse, sin embargo, cómo afectó la remodelación a la escalinata en su tramo superior.
Todas estas transformaciones pueden entenderse en términos de un engrandecimiento de E-32, pues el espacio de G-1 fue hurtado del conjunto de la Plaza G para constituir un ámbito intermedio, más estrechamente vinculado al palacio y visualmente dominado por éste.
LA ESTRUCTURA 34
Los trabajos realizados en 2004 en relación con la Estructura 34 se limitaron al registro de los perfiles del montículo y la excavación en la base de su cara norte o posterior, sobre la Plaza E. Ello ha bastado, no obstante, para sacar a la luz algunas evidencias interesantes, completadas ahora con los resultados de una nueva temporada de campo en 2005 a los que se hará referencia puntual (sólo unos pocos días separan la conclusión de esta última temporada y la fecha de entrega de estas páginas).
En primer lugar, se ha determinado la morfología de lo que aparece como el cuerpo inferior del basamento de la estructura. Se trata de un muro formado por bloques aparejados con paramento en talud –con una pendiente de 85º– y sillares de esquina troncocónicos con arista redondeada; su arranque está ligado al piso más antiguo de la plaza y tiene una altura total de 2.20 m, reducida a 1 m desde el piso superior. A una distancia de 8 m desde la esquina noreste, el muro se remete para dar paso a una estrecha escalera que asciende por su cara interior hasta la superficie del cuerpo; este mismo elemento se ha documentado en la esquina noroeste.
No se han hallado gradas similares en los siguientes cuerpos, pero la presencia de las existentes –junto a la de una escalinata central, recientemente hallada, que ascendería hasta el cuerpo superior– revela una ruta de conexión entre esta estructura y E-32 a través de la plaza misma.
La Plaza E tiene la peculiaridad de que sus dos construcciones principales le dan la espalda: E-32 se orienta claramente hacia la Plaza G y E-34 lo hace de manera dominante hacia la Plaza D.
Reuniendo los elementos citados, cabe afirmar que la denominada Plaza E, antes que un espacio común de interacción al que asomen los edificios que lo rodean y delimitan, puede entenderse como un extenso basamento que individualiza las dos estructuras con respecto a las circundantes, que ––como la otra cara de la moneda– las asocia en un mismo subconjunto y que, más específicamente, hace posible una comunicación semi-privada o restringida entre ellas (Figura 5).
Figura 5 Proyección isométrica de la Plaza E en su primera fase (vista desde el noroeste). Obsérvese la posibilidad de acceso semi-privado entre la Estructura 32 y la Estructura 34 a través de la propia plaza
En segundo lugar, la excavación del lado norte del edificio ha sacado a la luz grandes acumulaciones de estucos modelados y fragmentados en piezas de diversos tamaños. Los motivos que componen son diversos y no siempre identificables. Aunque su estudio aún está por hacerse, se puede adelantar que incluyen desde bolas y volutas que forman parte de tocados o de pectorales, a mazorcas de maíz, plumas, dientes, un fragmento de pop, fragmentos de brazos con muñequeras y de rostros o un torso en bulto redondo, así como los restos de una boca dentada de gran tamaño.
En algunos de ellos, típicamente de forma cilíndrica, se observa que el material plástico se dispuso en torno a una estrecha laja de piedra que da consistencia al conjunto. Otros fragmentos incluyen conchas completas de caracoles de agua dulce, que quizá fueran elementos integrantes de los propios motivos y que, en cualquier caso, aportan volumen con poco peso. Dado que los estucos forman parte de derrumbes, cabe suponer que debieron de estar adosados a los muros de la estructura, pero pueden proceder de cualquiera de sus plataformas, incluyendo las más elevadas. Puede apuntarse, a la espera de futuros estudios, que el conjunto muestra un estrecho paralelismo con las evidencias encontradas en la Estructura A-13 de Ceibal (Willey y Smith 1967; Smith 1982), en L7-9 de Cancuen (Barrientos, Larios y Luin 2003; Barrientos et al. 2003), y en San Luis Pueblito (Laporte et al. 1997), todas ellas relativas a la decoración de frisos mediante figuras humanas y divinidades a escala natural o mayor.
LA PLAZA G
La Plaza G es un espacio que cubre una extensión aproximada de 2000 m2, definido por las Estructuras 7 y 8 al norte, por E-27 y E-28 al este, por la parte posterior de E-26 y E-29 al sur, y por E-30 al oeste (Figura 6); la mayoría de las cuales están muy saqueadas. El estudio arqueológico realizado sobre esta vasta área y su entorno construido ha enfatizado las intervenciones a nivel de plaza, necesarias para detectar, a través de la superposición de pisos, la secuencia de las remodelaciones locales y correlacionarla con las de los ámbitos vecinos.
Figura 6 Plaza G y Grupo G-1. Arriba: planta.
Abajo: sección oeste-este con los pisos que marcan sus fases
De los resultados de tales trabajos se infiere la existencia de tres etapas consecutivas con distinta fisonomía y asociadas a otros tantos pisos. La inflexión entre las dos últimas viene marcada por una serie de transformaciones que serían contemporáneas a las ya referidas para la Plaza E y que de manera tentativa cabría situar a inicios del Clásico Terminal (Ciudad et al. 2003b, 2004a, 2004b): se trata de la elevación de la parte más occidental de la plaza, para crear el ya aludido Grupo G-1; el sellado del antiguo Palacio E-29, construyéndose sobre él una nueva estructura palaciega que sostendría en su cima un edificio de carácter perecedero; y, por último, la construcción de una plataforma baja en la esquina sureste y la erección de la Estructura 26, con lo que este sector quedó definitivamente cerrado. Un piso más antiguo que los anteriores y que sella un relleno sobre el terreno natural añadiría una primera etapa, no bien documentada aún en lo relativo a su forma y extensión.
LAS ESTRUCTURAS DE LA PLAZA G
Empezando por el norte, la Plaza G tiene como límite una plataforma de 43 m de lado que sostiene las Estructuras 7 y 8, retranqueadas 4 m respecto de su esquina, las cuales cierran a su vez la Plaza F en su lado sur. Por el momento sólo se ha intervenido en la Estructura 7, una construcción cuyos paramentos se asientan sobre un zócalo que sobresale apenas 0.15 m hacia el exterior y están formados por sillares rectangulares, aparejados a soga, que muestran restos de estuco. El edificio se compone de una cámara en cuyo entorno se hallaron piedras de bóveda decoradas con estuco, una pequeña habitación y una zona intermedia de unión con la Estructura 8, no muy bien entendida aún.
El muro que asoma a la Plaza G presenta decoración escultórica dispuesta en paneles enmarcados entre una cornisa medial y la moldura basal. Con una técnica de mosaico y con restos de pintura roja, el programa decorativo consiste en dos mascarones dispuestos en columna que flanquean media mandíbula descarnada decorada con motivos de flores de cuatro pétalos (Lacadena e Iglesias 2005b). Supuestamente, la otra mitad de la mandíbula corresponde al Edificio 8 adyacente, de modo que quizá las Estructuras 7 y 8 de la Plaza F sean, en realidad, un solo edificio con un vano central (Ciudad et al. 2004b).
El basamento en que se instalan estos edificios se comunica con la Plaza G mediante una amplia escalinata, cuyo peldaño inferior queda oculto por el último piso de plaza. Dos pisos inferiores más, casi consecutivos, concluyen en este peldaño, sellan un nivel estéril de 0.16 m y ocultan un cuarto piso, tendido sobre el estrato general de barro oscuro estéril; la existencia de cuatro pisos, en lugar de los tres identificados en el resto de los sectores, ha de relacionarse con remodelaciones limitadas que sólo afectaron a esta parte.
En su sector sureste, la plaza está delimitada por un pequeño montículo piramidal, E-27, y el cuerpo inferior de E-26. El primero se orienta al oeste y se compone de tres cuerpos, en el más elevado de los cuales debía alzarse un edificio de material perecedero. Tan sólo se ha trabajado su esquina sur y la parte meridional de la escalinata de acceso, pero ello ha sido suficiente para detectar que en esta porción de la plaza se dispuso una plataforma de 0.20 m de altura sellada por un piso de piedrín y estuco, la cual cubrió el primer peldaño de la escalinata de la pirámide y el piso de plaza.
En extensión, la mencionada plataforma topa con la esquina noreste de la vecina Estructura 29, cubriendo la hilada inferior de su basamento, y sirve de asiento a E-26, que se edificó sobre ella. Esta última hubo de erigirse en una fase posterior a aquéllas, dado que los cuerpos inferiores tanto de E-29 como del montículo piramidal descansan, 0.56 m más abajo, sobre el piso original.
Tales episodios constructivos son paralelos a las remodelaciones sufridas por la Estructura 29, que forma el límite meridional de la Plaza G (Ciudad et al. 2004a, 2004b, 2005). Se trata de una construcción, desafortunadamente muy afectada por saqueos, que en su primera etapa funcionó como un palacio. Se asienta sobre una plataforma construida a base de sillares cuadrados y rectangulares aparejados a soga, con una altura cercana a 1 m, parte de la cual fue cubierta por el piso posterior de la plaza y, finalmente, por la ya descrita plataforma que afectó al sector sureste.
Los paramentos del edificio incluyen un relleno de argamasa recubierto con piedras regulares, también aparejadas a soga, que descansan en un espeso piso de piedrín compactado y decorado con estuco, del que apenas si quedan algunos restos. Se trató sin duda de una construcción abovedada, lo cual se infiere tanto por el grosor de sus muros y la anchura de sus cuartos, como por la existencia de algunas piedras de bóveda encontradas en el relleno; se aprecia que estuvo formado por dos hileras de cuartos, una orientada a la Plaza C y otra a la Plaza G. Este palacio fue totalmente cubierto más tarde mediante un relleno de argamasa revestido por un aparejo de piedras bien cortadas y de forma apuntada en su cara interior para crear una nueva estructura superpuesta que descansó en el piso superior de la plaza y que debió de sostener sobre ella una construcción de material perecedero.
Todas estas evidencias relativas a los sectores norte, sur y sureste de la Plaza G permiten inferir una secuencia que –como se adelantó más arriba– partiría de una primera etapa, correspondiente al piso fundacional, en la cual habrían estado en pie las Estructuras 27, 29 y, al menos, el cuerpo inferior de E-7 y E-8.
En una segunda fase se elevó el piso de la plaza y se construyó la plataforma situada en el sureste, que serviría de comunicación con la Plaza C.
En una tercera remodelación, se volvió a elevar el piso, se construyó la Estructura 26 sobre la plataforma –cerrando el acceso mencionado– y se cubrió el palacio correspondiente a E-29. El contraste entre las técnicas arquitectónicas empleadas en unos y otros edificios sitúa este último episodio en el Clásico Terminal, ubicando los anteriores en el Clásico Tardío.
En efecto, a diferencia del caso de E-27 y del palacio original de E-29, la fábrica de E-26 consiste de una hilada de piedras de regular talla, que requieren de múltiples cuñas para su estabilización y sobre la cual se levanta un conglomerado de grandes piedras irregulares, a manera de embono; por su parte, el relleno de E-29 se hizo con sillares de cara regular que se estrechan en su parte posterior para insertarse en el mortero.
Así pues, vuelve a aparecer aquí la mampostería de revestimiento que, como se señaló más arriba en relación con la Plaza E, constituye una técnica típica del centro y norte de Yucatán (Pollock 1980), que está ampliamente representada en Ceibal en edificios del Clásico Terminal (Smith 1982:23), y que no es ajena a la arquitectura tardía del Sureste de Petén (Laporte y Mejía 2002a); se trata de un sistema constructivo que permite hacer edificios más ligeros y esbeltos, al tiempo que exige una menor inversión en tiempo y trabajo que los sistemas característicos de Petén desde el Preclásico.
Para terminar, sólo resta una referencia al sector oeste, donde es la Estructura 30 la que cierra la Plaza E-30, Dicha estructura es un bajo y extenso basamento rectangular que serviría de plataforma para sostener un edificio de material perecedero y que se corresponde con la última de las tres fases constructivas detectadas. Su cota la relaciona con la elevación del Grupo G-1 y el cubrimiento de la porción inferior de la escalinata de acceso a la Plaza E; para salvar el desnivel con respecto al piso superior de la Plaza G provocado por dicha elevación, se dispusieron tres gradas que recorren en todo el lado oeste.
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
La evidencia obtenida hasta el momento confirma la fundación de Machaquila en el Clásico Tardío, sin que por ahora se haya podido determinar sus antecedentes, locales o regionales. Su tamaño y complejidad arquitectónica hace pensar que tal fundación fue un acto político deliberado, que requirió de una importante inversión de trabajo y un amplio concurso social.
Las intervenciones realizadas remiten a dos etapas constructivas importantes en la historia de la ciudad, que requirieron la reinstalación de los pisos de las plazas y su preparación para un nuevo desarrollo arquitectónico. Este proyecto remodelador incluyó cambios de diverso tipo, los cuales estarían ligados al inicio del Clásico Terminal.
La técnica constructiva es la misma empleada en Petén desde el Preclásico, consistente en bloques de piedra caliza de forma cuadrada o rectangular bien canteados y aparejados a soga, por otro que consiste en un núcleo de mortero y un revestimiento de sillares sin función sustentadora, de mayor economía en su elaboración.
La remodelación acometida a finales del Clásico acarreó también la introducción de un tipo de construcción novedoso: el denominado Cuadrángulo (E-38 a E-41), un conjunto habitacional elitista asentado sobre un basamento rectangular, que dejaba en su interior una plaza privada (Ciudad et al. 2003a). La presencia de este tipo constructivo es escasa en el sur de las Tierras Bajas Mayas (Morales 1995), pero de nuevo es frecuente más al norte; Laporte y Mejía (2002a), sitúan esta intrusión entre los rasgos relacionados con la penetración en el área de influencias estilísticas desde la península de Yucatán en el Clásico Terminal.
Acompañan a estos cambios otros de carácter decorativo. En temporadas anteriores se encontraron ejemplos escasos y parciales de escultura en piedra asociada a la arquitectura, que fueron interpretados como una escultura en mosaico, propia del Clásico Terminal en sitios del sureste de Petén (Laporte y Mejía 2002a). Los trabajos efectuados en E-34, preliminares aún, añaden la presencia de una decoración en estuco propia del Clásico Terminal, con paralelismos en San Luis Pueblito (Laporte et al. 1997), Ceibal (Willey y Smith 1967; Smith 1982), y Cancuen (Barrientos, Larios y Luin 2003; Barrientos et al. 2003).
Desde la perspectiva del volumen construido, las remodelaciones supusieron que algunos de los grandes palacios abovedados de la ciudad, como E-29 y E-36, fueran rellenados y cubiertos por otros edificios de carácter perecedero. Tales superposiciones obligaron a modificar sus accesos, de modo que las escalinatas aumentaron en tamaño y altura. Lo mismo se aplica, como se ha visto, a la elevación del Grupo G-1 y de la Plaza E.
Desde la perspectiva, por último, de su configuración espacial, las transformaciones resultaron en un mayor grado de cierre de las Plazas G y E y, en esa medida, en un acceso más restringido a tales ámbitos, otorgándoles un carácter más privado (Figuras 7 y 8).
Figura 7 Perfil entre las Estructuras E-27, E-30 y E-32
Figura 8 Proyección isométrica de las Plazas G y E antes de la construcción del Grupo G-1
y de la elevación del nivel de la Plaza E (vista desde el sureste)
Figura 9 Proyección isométrica de las Plazas G y E tras la construcción del Grupo G-1
y la elevación del nivel de la Plaza E (vista desde el sureste)
La Plaza G vio estorbada su comunicación con la vecina y amplia Plaza C por la erección de la Estructura 26, al tiempo que en su sector occidental le fue hurtada la superficie del Grupo G-1, en sí mismo bastante cerrado y que, además, aleja y engrandece la Estructura 32. Tanto la inauguración como la ulterior elevación de la Plaza E acentuaron, por su parte, la individualización del conjunto formado por las Estructuras 32 y 34, quedando como únicas rutas de acceso a dicha plaza el ascenso desde el Grupo G-1, y el ascenso y descenso a través de la Estructura 34 desde la Plaza D.
El material cerámico obtenido en los espacios y edificios referidos corresponde a Tepeu 2 y 3, aunque se debe reconocer que no se ha aislado con suficiente muestra marcadores del Clásico Terminal, como Gris Fino o Altar Naranja Fino, que sí tienen una limitada presencia en la Plaza F (Ciudad et al. 2004b).
Laporte, Mejía y Chocón (2005), sostienen que a la conclusión del Clásico Tardío el poder en el sureste de Petén quedó relegado a unos pocos centros, entre los que se encuentran Ceibal, Cancuen, San Luis Pueblito y Machaquila. En estos centros y sus áreas de influencia, se produjo una importante transformación que afectó a determinados rasgos arquitectónicos, escultóricos, artefactuales, funerarios, políticos y culturales entre los siglos IX y XI DC, proporcionando una personalidad propia al proceso cultural que identifica el Clásico Terminal en la región (Laporte y Mejía 2002a, 2002b; Laporte 2004).
Desde el punto de vista de la experiencia adquirida, es muy posible que las transformaciones de las Plazas E y G aquí revisadas puedan ser explicadas en el marco de estos procesos. Tal como informa la epigrafía, se trata del momento en que tiene lugar la restauración de la dinastía real de Machaquila en la persona del rey Ochk’in Kalo’mte’, quien accede al poder en 9.18.9.15.10 (800 DC), después de un periodo indeterminado de gobierno en Machaquila de Tajal Chan Ahk, rey de Cancuen, quien, en dos monumentos y momentos diferentes –en el Panel de los Doscientos Glifos (9.18.5.0.0, 795 DC), y en el Panel de Cancuen (9.18.8.6.14, 799 DC; Fahsen et al. 2004)– se proclama rey de Machaquila (Lacadena e Iglesias 2005a). Aun a falta de mayor contraste documental, parece claro que los descendientes dinásticos de Ochk’in Kalo’mte’, los Gobernantes E, Siyaj K’in Chaahk II, y F, Juntz’ahk Tok’, quienes patrocinaron diversos monumentos entre el 815 y el 841 DC, habrían sido también protagonistas de los cambios referidos en la fisonomía urbana de la ciudad.
AGRADECIMIENTOS
Este programa de investigación ha sido realizado gracias a la subvención concedida por el Ministerio de Ciencia y Tecnología (España), entre los años 2003/05 (Nº de Referencia BHA2002-03729), y en el marco del Atlas Arqueológico de Guatemala (Guatemala).
REFERENCIAS
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