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05 – EL PERÚ-WAKA´ Y LA RUTA TERRESTRE DE LA DINASTÍA KAN HACIA EL ALTIPLANO – David FreiSimposio 20, Año 2006del, Héctor Escobedo, David Lee, Stanley Guenter y Juan Carlos Meléndez – Simposio 20, Año 2006

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Freidel, David, Héctor Escobedo, David Lee, Stanley Guenter y Juan Carlos Meléndez

2007        El Perú y la ruta terrestre de la Dinastía Kan hacia el Altiplano. En XX Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2006 (editado por J. P. Laporte, B. Arroyo y H. Mejía), pp.59-76. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).

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EL PERÚ-WAKA´ Y LA RUTA TERRESTRE DE LA DINASTÍA KAN HACIA EL ALTIPLANO

David Freidel

Héctor Escobedo

David Lee

Stanley Guenter

Juan Carlos Meléndez

Palabras clave

Arqueología Maya, Guatemala, Petén, El Perú-Waka´, excavación, rutas comerciales, epigrafía, tumbas, entierros reales, iconografía

Abstract

EL PERÚ-WAKA’ AND THE TERRESTRIAL ROUTE OF THE KAN DINASTY TOWARDS THE HIGHLANDS

According with the contemporary hieroglyphic inscriptions, the king Yuknoom Ch’een II established an hegemony over the kingdoms of the Petexbatun region in the second half of the VII DC century, boarding the Pasion river towards the south to Cancuen. In this way, the Kan dynasty of Calakmul controlled a key geographical corridor that linked the Lowlands with the Highlands. Calakmul achieved this amazing success with no need of subordination from Piedras Negras and Yaxchilan, the main kingdoms of the Usumacinta river. Instead, Yuknoom Ch’een II established a terrestrial route through the kingdoms of Sak Nikte’ and El Perú-Waka’ in the northeast of Peten. This territory leads by itself to this route, as well as the main terrestrial courses towards Campeche and Yucatan, which would still use this road a thousand years later, creating the base for the Camino Real (Royal Road) of the Spaniards, that eventually united Guatemala to Merida. Thus, it is logical to suppose that the route from Calakmul to the Pasion went through the eastern part of Hiix Witz and, precisely, there is a carved monument in Laguna Perdida that suggests the existence of an alliance between this kingdom and the one of El Perú-Waka’. At the end of the VII century, Tikal began to challenge the control of this western route, fighting Calakmul and its subordinates, a conflict that would continue throughout all the VII century. Through four field seasons, the archaeological research from the El Perú-Waka’ Project of the Southern Methodist University have unveiled new relevant data regarding the connection with Calakmul. In this presentation this evidence will be presented and the implications for the understanding of the Maya political geography of the Late Classic.

En una presentación influyente, Arthur Demarest y colaboradores sugirieron que los Mayas consideraban al río Pasión como el extremo superior de un “río de jade” en las Tierras Bajas Mayas, transportando este precioso material desde las fuentes naturales en la Sierra de las Minas hasta el río Usumacinta y, eventualmente, a los mercados del valle de México (Demarest et al. 2006).

Investigaciones a largo plazo encabezadas por Demarest en la región de Petexbatun muestran que Tikal y Calakmul compitieron por alcanzar la hegemonía en esa región, como parte de su lucha por dominar la zona nuclear de las Tierras Bajas (Demarest 1997; Fahsen 2002).

Pero, aunque los ríos occidentales fueron con certeza vitales para el comercio del jade y otros materiales exóticos, las vías terrestres también lo fueron para el comercio, la guerra y las alianzas políticas. Así, las rutas importantes de los Mayas eran combinaciones de ríos y senderos, que corrían algunas veces de manera paralela a las cuencas mayores y, ocasionalmente, vinculaban a distintos drenajes fluviales por medio de vías terrestres (Figura 1).

Figura 1        Rutas comerciales principales de los Mayas

(dibujo de Luis F. Luin, tomado de Demarest 2004)

Los estudios arqueológicos y epigráficos en Cancuen, la capital real que constituía el portal de las Tierras Bajas al Altiplano, comandando estratégicamente el extremo superior del río Pasión, confirman que Yuknoom Ch’een II de Calakmul subordinó a su rey y presumiblemente dictó la política militar al nivel regional (Demarest y Fahsen 2003; Demarest, Barrientos y Fahsen 2006).

Al mismo tiempo, en el Usumacinta, las investigaciones de Stephen Houston y Héctor Escobedo en Piedras Negras (Houston et al. 1998, 1999, 2000a, 2000b), de Roberto García Moll en Yaxchilan (García Moll 2003), y las lecturas epigráficas de los monumentos locales (Tate 1992; Mathews 1997), sugieren que sus gobernantes pudieron aliarse a los de Calakmul en el siglo VII, sin llegar a caer en un estado de subordinación con respecto a sus pares de la dinastía Kan, el Reino de la Serpiente.

Cualquiera que haya sido el éxito que Calakmul llegó a disfrutar en la lucha por el control de la cuenca media del Usumacinta durante los siglos VI y VII, éste se disipó más tarde, según lo atestiguan las luchas intestinas que surgieron por dominar dicha región. La presencia militar y política de Calakmul en el río Pasión hasta Cancuen durante el siglo VII, sólo tiene sentido si la ruta principal asegurada por Yuknoom Ch’een corría por la vía terrestre desde el sur de Campeche hasta el Pasión.

Aunque es posible que Calakmul haya controlado dos de tales rutas terrestres, una en el este a través de Naranjo y otra al oeste que pasaba por El Perú, la ruta occidental habría sido la más directa y quizá también la más importante.

Los epigrafistas han conocido desde hace tiempo los fuertes vínculos entre El Perú y Calakmul, desde que este sitio fue identificado de manera decisiva como una sede dinástica y reino diferente al de la Serpiente. Esta evidencia, revisada por Simon Martin y Nikolai Grube (2000), y posteriormente ampliada por Stanley Guenter (2005), muestra que durante el reinado de Yuknoom Ch’een II, una mujer real de Calakmul gobernó como Kaloomte’ y esposa del rey local, K’inich B’ahlam II.

No cabe duda que el rey de El Perú fue vasallo de Yuknoom Ch’een II y las excavaciones dirigidas por David Lee (2005) en la escalinata principal del palacio, han revelado bloques miniatura tallados en relieve que implican que K’inich B’ahlam II también fue vasallo de Yuknoom Yich’aak K’ahk, el sucesor de Yuknoom Ch’een (Figura 2).

El descubrimiento reciente del Panel 1 de La Corona por Marcello Canuto, añade mayor sustento a esta hipótesis sobre la existencia de una ruta terrestre muy importante entre Calakmul y El Perú (Canuto et al. 2006). La Corona está situada aproximadamente a 22 km al norte de El Perú y el Panel 1 fue colocado en el adoratorio más meridional en el complejo que da su nombre al sitio. La lectura del texto de este monumento por Guenter, muestra que también se relaciona con el gobernante local K’inich Yook y sus lazos con Calakmul como un señor vasallo (Houston y Stuart 2001:66).

El nuevo panel revela que K’inich Yook ascendió al trono de Sak Nikte’, en su capital en La Corona, dos veces: una en el 667 DC como está registrado en el Panel 2 del “Sitio Q” y de nuevo en el 675 DC según el Panel 1 de La Corona. Guenter considera que esta extraña circunstancia puede ser resultado de la conquista de La Corona por Tikal, evento que habría precipitado la huída del gobernante local a Calakmul.

Él también ha argumentado que Yuknoom Ch’een II pudo librar a Dos Pilas de sus enemigos de Tikal en el 677 DC, lo cual sugiere que el rey de Calakmul retomó el control de La Corona, reinstalando al gobernante local, así como de la ruta occidental, que pasaba por El Perú e Hiix Witz (Breuil-Martínez et al. 2005), hasta llegar a Petexbatun.

Figura 2        Bloques tallados de la Escalinata Jeroglífica 2 de El Perú, que representan jugadores de pelota

(dibujo de Sarah Sage, tomado de Lee 2005)

La evidencia epigráfica de un ataque de Tikal a El Perú en el 673 DC es sólo una referencia a la quema de un lugar que podría ser esta capital, como lo registra la Escalinata Jeroglífica 2 de Dos Pilas (Guenter 2003). Con certeza, los gobernantes de El Perú en esta época, K’inich B’ahlam II y su esposa la princesa de Calakmul, continuaron en el poder, pues celebraron un fin de k’atun en el 692 DC, dedicando un par de magníficos monumentos, las Estelas 33 y 34 (Figura 3). ¿Sería también expulsada de su capital esta pareja real por las fuerzas de Tikal? Aunque el texto de la Estela 34 menciona que los soberanos de El Perú celebraron el fin de periodo en el 677 DC, en compañía de Yuhknoom Ch’een II, es probable que este evento aconteció en Calakmul.

Al excavar las bases de las Estelas 11 y 12, que celebran el fin de periodo en el 677 DC, se demostró que estas fueron recolocadas, en contraste con las de la conmemoración posterior del 692 DC. Infortunadamente, se encontró escasa evidencia para documentar con precisión cuando fueron recolocadas estas estelas fragmentadas, aparte de su proximidad con la fase constructiva Clásico Terminal de la Estructura M12-35 (Figura 4). Dicha asociación no apoya una profanación y reparación posterior, actividades que podrían haber ocurrido durante la hipotética “quema” del sitio por Tikal y la partida de los reyes a Calakmul en el 677 DC.

Este último caso ilustra las dificultades que se enfrentan al contrastar los esquemas históricos derivados de las lecturas epigráficas con el registro arqueológico. Sin embargo, en El Perú hay algunas pautas prometedoras en la excavación de la parte frontal del Complejo Palaciego Noroeste, en donde David Lee (2005), Jennifer Piehl y Stanley Guenter (2005), han descubierto fragmentos de una escalinata jeroglífica parcialmente desmantelada (Figura 5). Ellos atribuyen la dedicación original de esta escalinata a K’inich B’ahlam II, debido a que han ubicado bloques que mencionan a este gobernante y a Yuknoom Yich’aak K’ahk’, un rey contemporáneo de Calakmul, así como un bloque tallado con el glifo emblema de la Serpiente y el título Kaloomte’, portado en el sitio exclusivamente por la reina de K’inich B’ahlam. Además, no han recuperado referencias a gobernantes posteriores. Por tanto, es evidente que esta escalinata jeroglífica celebra la alianza entre Calakmul y El Perú en el siglo VII.

Figura 3        a) Estela 33 de El Perú, que retrata al gobernante K’inich B’ahlam II (dibujo de Jeffrey Miller);

 b) Estela 34 de El Perú, que representa a la señora K’abel de Calakmul, reina de El Perú

(dibujo de John Montgomery)

¿Por qué se desmanteló esta escalinata si era tan importante? Pregunta que sólo podría responderse por medio de más excavaciones en la parte frontal del palacio, pero una profanación ocasionada por la guerra es una posibilidad. La gente que volvió a colocar los fragmentos tallados de la escalinata sobre los restos destruidos de un amplio conjunto de cuartos de mampostería, durante la última parte del siglo VIII, estaban evidentemente honrando a los gobernantes mencionados en ellos. Las excavaciones de las dos últimas temporadas sugieren que la población terminó de manera reverencial el frente del palacio antes de abandonarlo definitivamente.

El año pasado, Lee localizó evidencia de que la ornamentación de estuco que decoraba la parte frontal del Palacio, fue cuidadosa e intencionalmente removida de la fachada y colocada de manera deliberada dentro de cuartos tapiados. En esta temporada, las excavaciones dirigidas por Lee y Laura Gámez demostraron que esta pauta se repetía dentro de la cámara central, revelando además un rico depósito de tambores cerámicos y de otros materiales dentro del cuarto tapiado.

La relación entre esta destrucción y remodelación de la fachada del Complejo Palaciego Noroeste, con el desmantelamiento de la escalinata jeroglífica es aun problemática, y es una interrogante que será objeto de próximas investigaciones. Sin embargo, por ahora, la evidencia sugiere una pauta específica de prácticas reverénciales con respecto a la destrucción de este importante edificio.

Figura 4        Excavación de la base de la Estela 11 de El Perú (tomado de Escobedo y Acuña 2004)

UN REINO DE ENCRUCIJADAS

Lo que se puede afirmar con cierta confianza, es que la élite del reino de El Perú celebró su papel estratégico como árbitros de rutas vitales que cruzaban las Tierras Bajas (Freidel, Escobedo y Guenter s.f.) Parte de esta evidencia proviene directamente de inscripciones monumentales tales como las que ya se han mencionado. Además de otros ejemplos del Clásico Tardío, las Estelas 14, 15 y 16 declaran la relación entre los reyes de El Perú y dignatarios foráneos en el Clásico Temprano. La Estela 15 describe el arribo de Siyaj K’ahk’, un ritual en un lugar wi te’, y su conexión con K’inich B’ahlam I, el rey de El Perú (Figura 6). La inscripción de este monumento, dedicado por un sucesor de K’inich B’ahlam casi 40 años después de dicho acontecimiento, muestra la importancia de la alianza foránea con la dinastía de El Perú.

Figura 5        Fragmento tallado de la Escalinata Jeroglífica 1 de El Perú (tomado de Piehl y Guenter 2005)

David Stuart (2000) ha argumentado de manera razonable que Siyaj K’ahk’ viajó por una ruta desde el oeste hasta llegar a El Perú el 6 de enero del 378 DC y ocho días más tarde a Tikal, en donde presidió la subyugación de este importante centro, así como el trágico destino de su rey. Dicha ruta, definida en parte por el río San Pedro Mártir y luego hacia el este por la dramática escarpa que continua hacia El Zotz y Tikal, contiene otros sitios con ocupaciones que datan del Clásico Temprano, como Yala. Este último es un centro situado sobre la escarpa arriba de la Laguna de Yala, que pudo haberse utilizado durante el invierno para el tráfico de canoas en dirección este-oeste por varios kilómetros.

Tres décadas más tarde, el rey de El Perú erigió la Estela 16 (Figura 7), en apariencia un retrato póstumo de Siyaj K’ahk’, quien está representado portando un bulto coronado con plumas en su brazo izquierdo, elemento que Karl Taube ha identificado como el bulto ritual Teotihuacano del fuego. Esta interpretación tiene sentido, porque el texto de la Estela 15 describe a Siyaj K’ahk’ llevando a cabo una ceremonia en un lugar wite’, tal vez un wite’ naah, el edificio asociado con los fundadores dinásticos de Tikal, Copan y otras capitales Mayas (Schele 1992). Taube (2004) ha argumentado de manera persuasiva que la categoría de edificios llamados wite’ naah está asociada con rituales de fuego. Estos monumentos subrayan la conexión de El Perú con el mundo exterior, por medio de las rutas claves.

Figura 6        Estela 15 de El Perú (dibujo de campo de Ian Graham)

Figura 7        Estela 16 de El Perú (dibujo de campo de Ian Graham)

Sin duda, la ubicación geográfica de El Perú en el río San Juan, a 5 km de su confluencia con el río San Pedro, sobre la escarpa norte-sur que vira hacia el este a medida que se aproxima a este último, inspiró su papel como encrucijada en la historia Maya. No obstante, parece ser que los habitantes que fundaron y gobernaron este sitio tuvieron tal encrucijada en su mente desde su inicio en el Preclásico Tardío, que se consideraron así mismos como mercaderes, viajeros y maestros artesanos de las rutas. Hay dos líneas de evidencia interrelacionadas que apoyan esta idea. La primera corresponde a un conjunto de símbolos que se empiezan a acumular, que registran la forma en que los pobladores concibieron su relación con el mundo exterior, tanto real como sobrenatural (Helms 1993, 2005), así como su paisaje sagrado. La segunda es la evidencia material de su artesanía y control de riqueza de acuerdo con el contenido de las tumbas que se han encontrado en el centro.

En primer lugar, con relación a los símbolos, Guenter ha descubierto evidencia epigráfica de que el signo principal del glifo emblema de El Perú (Figura 8), wak, es la palabra antigua para ciempiés. La cabeza de un ciempiés es la forma más fácil de escribir esta palabra en el glifo emblema y ahora hay cierta corroboración fonética que apoya esta hipótesis. Para los Mayas, los emblemas personificados podían denotar tanto lugares como dinastías (Mathews 1991), lo cual se puede ver por ejemplo en las bases de las Estelas 1 y 28 de Tikal del Clásico Temprano. El glifo emblema de El Perú, en su forma de ciempiés, jugó aparentemente un papel en la concepción del lugar y del poder sobrenatural en el sitio.

Figura 8        Ejemplos del glifo emblema de El Perú (tomado de Guenter 2005)

Karl Taube, quien ha investigado la iconografía de los ciempiés en el arte Maya por algún tiempo, sugiere que la visión esquelética de serpientes, tales como la gran imagen en el famoso Dintel 25 de Yaxchilan (Figura 9), son al menos parcialmente ciempiés (Taube 2003). Las cabezas de los ciempiés tienen dos ganchos y emergen por lo regular de las cuatro esquinas de los portales del sol, enmarcando a las figuras de ancestros retratados en monumentos, como en la Estela 1 de Tikal (Figura 10). Los argumentos de Taube son extensos y sustanciosos en apoyo a la identificación general de este miriópodo como conducto y portal hacia el mundo sobrenatural. La asociación del ciempiés esquelético con el simbolismo del sol lo ha llevado a proponer que el ciempiés es básicamente una imagen del portal del sol hacia el inframundo, el equivalente de un conducto del saurio celestial (Taube 2003).

Figura 9        Dintel 25 de Yaxchilan (tomado de Schele y Freidel 1990)

Figura 10        Estela 1 de Tikal (tomado de Jones y Satterthwaite 1982)

La expresión más directa del simbolismo del ciempiés en El Perú se encuentra en la pintura de una cabeza de este miriópodo en un plato del Clásico procedente del Entierro 37, recientemente descubierto por Héctor Escobedo y Juan Carlos Meléndez. El Entierro 37 fue localizado dentro de la Estructura M12-32 (Figura 11), una pirámide funeraria que mira hacia el oeste y que fue edificada en una sola fase constructiva, y alojaba los restos de un sólo individuo que yacía sobre una banca dentro de una cámara abovedada de más de 5 m de largo, orientada de noroeste a sureste. Debido al mal estado de preservación de los huesos no se ha podido establecer el sexo y edad del individuo, pero se puede especular que se trata de un gobernante, con base a la elaboración de su tumba y a la riqueza de sus ofrendas funerarias.

El cráneo del difunto se orientaba hacia el este y sobre sus fragmentos óseos estaba una diadema que incluía tres pendientes de jade fino: un huunal o símbolo de soberanía como elemento central, en forma de la cara del Dios del Maíz tonsurado (Taube 1985), así como dos discos planos, uno en cada lado. Cerca de la cabeza también había un espejo de mosaico de pirita, pintado con cinabrio rojo brillante. En la región pectoral se halló un pendiente en forma de cabeza de saurio, que según Freidel puede representar al “árbol cocodrilo” o al “cocodrilo terrestre”.

Figura 11        Plano de la Estructura M12-32 con la ubicación del Entierro 37 de El Perú

(levantamiento de Melissa Knight, Edwin Román, Lia Tsesmeli, Damien Marken y Juan Carlos Meléndez)

En el momento del descubrimiento del Entierro 37, Escobedo sugirió que su ocupante podría ser el fundador de la dinastía de El Perú, o bien uno de sus primeros gobernantes. Sin embargo, esta posibilidad parece ser remota, pues dentro de la tumba se hallaron vasijas aparentemente del Clásico Tardío (Laporte, comunicación personal 2006), aunque de momento no se puede descartar la posibilidad de algún evento de reingreso a la tumba. Además, Guenter, no está de acuerdo con que el personaje del Entierro 37 sea el del fundador del linaje. En primer lugar, él ha identificado un texto en la Estela 28 de El Perú que menciona al vigésimo cuarto sucesor (Figura 12) y aunque dicho monumento carece de una fecha, estilísticamente corresponde a la mitad del Clásico, aproximadamente al 600 DC. En segundo lugar, siguiendo a Simon Martin y a otros epigrafistas,

Guenter considera que los gobernantes Mayas reinaron en general durante un promedio de 20 años. Por tanto, el fundador de la dinastía de El Perú habría reinado en el siglo I, o sea, no menos de un siglo antes de la fecha tentativa del Entierro 37. No obstante, cabe mencionar que dentro del Entierro 37 se encontró un plato que contiene un texto con jeroglíficos, que quizá contribuyan eventualmente a identificar al ocupante del mismo.

Figura 12        Fragmento de la Estela 28 de El Perú (dibujo de campo de Ian Graham)

Siguiendo con la idea de que el Entierro 37 puede corresponder al fundador de la dinastía, el sucesor de este gobernante construyó un pequeño adoratorio de mampostería directamente sobre el centro de la tumba, y fue inmediatamente enterrado, luego de llevar a cabo ritos de quema que ennegrecieron el piso en su interior. Según Freidel, esta evidencia indica que dicho edificio era un adoratorio de fuego que debe considerarse como parte íntegra del simbolismo de la tumba. La estructura está decorada con una moldura superior que consiste en un panel enmarcado, o tablero, con un talud inclinado abajo del mismo. Como Karl Taube (2004) ha hecho notar en su estudio de la Estructura 10L-16 de Copan y su arquitectura precedente estratégicamente enterrada, estos edificios fueron dedicados al fundador de la dinastía, K’inich Yax K’uk’ Mo’, y estaban asociados con los rituales de fuego y el simbolismo Teotihuacano.

Así, él sugiere que todos ellos fueron edificios wite’ naah. Freidel piensa que al menos hay un caso sugestivo, dado que se mencionan estructuras wite’ naah en otros textos del Clásico Temprano en El Perú, como el de la Estela 9 (Guenter 2005), así como que el altar de fuego sobre el Entierro 37 fue uno de los símbolos asociados con los fundadores dinásticos. David Stuart (1998) ha sugerido que los edificios wite’ naah simbolizan lugares de origen, apropiadamente asociados con fundadores dinásticos. Sin embargo, es importante mencionar aquí que tanto Guenter como Escobedo, son escépticos con respecto a cualquier vínculo hipotético entre este adoratorio y las referencias a estructuras wite’ naah en textos posteriores de El Perú.

Apenas se ha empezado a vislumbrar el programa simbólico del Entierro 37, y sin duda se continuarán elaborando y modificando ideas a medida que se avance en el análisis de los materiales allí descubiertos, y se continúen las investigaciones en El Perú. Pero por ahora se tiene casi la seguridad de que el Entierro 37 corresponde a uno de los gobernantes de El Perú.

CONSIDERACIONES FINALES

Para finalizar, al parecer no fue un hecho accidental que Yuknoom Ch’een II, el rey Maya que quiso ser emperador en el Clásico Tardío, le concediera favores y privilegios especiales al reino de El Perú, hasta el punto de permitir el matrimonio de una mujer de su propia casa con la dinastía local. Después de todo, esta fue una estrategia que había sido utilizada por los primeros reyes de Calakmul con Sak Nikte’, un centro más al norte de su camino real hacia Petén, pero Sak Nikte’ no contaba con una dinastía formal tan antigua como la de los reyes Ciempiés de Waka’. Después de todo, los soberanos de El Perú habían comandado durante siglos rutas vitales que enlazaban al corazón de las Tierras Bajas con el mundo occidental, más allá de las fronteras de los pueblos Mayas.

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2003        Maws of Heaven and Hell: The Symbolism of the Centipede and Serpent in Classic Maya Religion. En Antropología de la Eternidad: La Muerte en la Cultura Maya (editado por A. Ciudad Ruiz, M. H. Ruz y M. J. Iglesias), pp.405-442. Sociedad de Estudios Mayas, Instituto de Investigaciones Filológicas, Universidad Nacional Autónoma México.

2004        Structure 10L-16 and its Early Classic Antecedents: Fire and the Evocation and Resurrection of K’inich Yax K’uk’ Mo’. En Understanding Early Classic Copan (editado por E. E. Bell, M. A. Canuto y R. J. Sharer), pp.265-295. University of Pennsylvania Museum of Archaeology and Anthropology, Philadelphia.

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