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Vidal Lorenzo, Cristina, Juan Antonio Valdés y Gaspar Muñoz Cosme
2007 El Clásico Terminal y el abandono de los palacios de La Blanca, Petén. En XX Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2006 (editado por J.P. Laporte, B. Arroyo y H. Mejía), pp. 561-576. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.
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EL CLÁSICO TERMINAL Y EL ABANDONO DE LOS PALACIOS DE LA BLANCA, PETÉN
Cristina Vidal Lorenzo
Juan Antonio Valdés
Gaspar Muñoz Cosme
Palabras clave
Arqueología Maya, Guatemala, Petén, La Blanca, arquitectura, edificios de tipo palacio, Clásico Terminal, Postclásico, entierros
Abstract
THE TERMINAL CLASSIC AND THE ABANDONMENT OF PALACES AT LA BLANCA, PETÉN
In this paper we highlight the results of archaeological investigation carried out at the site of La Blanca, Peten, during the 2005 field season, focusing especially on the excavation of the palaces south of the Acropolis and the study of those archaeological vestiges intimately related with the abandonment of these buildings in the Terminal Classic and their reutilization in later periods.
En este estudio se darán a conocer los resultados de la investigación arqueológica llevada a cabo en el sitio La Blanca, Petén, en la Temporada 2005, centrándose exclusivamente en la excavación de los palacios del sur de la Acrópolis y en el estudio de aquellos vestigios arqueológicos íntimamente relacionados con el abandono de dichos edificios en el Clásico Terminal y su reutilización en épocas posteriores.
La fachada sur de la imponente Acrópolis que domina el sitio ya había sido parcialmente inspeccionada durante la temporada de campo 2004, año en que el Proyecto La Blanca inició su andadura en parte debido a la presencia de numerosos grafitos en el interior de uno de sus cuartos, algunos de los cuales aún permanecían visibles (Mayer 1994; Fialko 1997; Muñoz y Vidal 2005).
De hecho, antes de iniciar los trabajos aún se podía contemplar parte de los muros y del arranque de bóvedas de estos cuartos, pero el resto estaba totalmente cubierto por la vegetación, siendo éste uno de los sectores menos visibles del conjunto de edificios que conforman el Cuadrángulo (Figura 1). Aunque se pensaba que podía haber cinco cuartos, existía la incógnita de cómo sería el central ¿un edificio abovedado o una estructura de paso entre el interior del Cuadrángulo y las terrazas del sur?
LA EXCAVACIÓN
Con el fin de resolver esta interrogante y, en definitiva, conocer más a fondo la arquitectura de este importante conjunto arquitectónico y la historia de su ocupación, se trazaron 15 trincheras de aproximación de 2 m de ancho que partían del piso de plaza hasta llegar a la fachada de los edificios, alcanzando una longitud comprendida entre 5.50 y 7.50 m de longitud (Figura 2).
Tras su excavación, se procedió a la liberación del derrumbe del interior de los cuartos, que fue evacuado a través de los vanos de las estructuras intervenidas. El material constructivo (claves, dovelas, sillares labrados) se fue separando y agrupando en los espacios reservados para cada estructura, a fin de que pueda ser reutilizado en su restauración.
Figura 1 Planta de la Acrópolis de La Blanca. Temporada 2004
Figura 2 Planta del palacio del Sur de la Acrópolis con indicación de las suboperaciones destinadas a liberar el derrumbe
De las 15 trincheras abiertas en su frente se extrajo tierra de color café con abundantes raíces y piedras de tamaño medio y pequeño en la parte superior y grandes piedras labradas (dovelas, claves y sillares) en los niveles inferiores. Los materiales procedentes de estas trincheras incluyen cerca de 11,000 fragmentos cerámicos adscritos al Clásico Terminal, una centena y media pertenecientes al Postclásico Temprano, numerosas piezas líticas (150 objetos y cientos de desechos líticos), así como restos óseos animales y malacológicos (Salas y Orozco 2006).
Destaca también el hallazgo de 15 figurillas de cerámica incompletas, entre las que se distinguen rostros zoo-antropomorfos con rasgos felinos, personajes de la élite con elaborados tocados, soportes de vasijas con rostros humanos y un silbato con forma de tecolote idéntico a otro hallado en el basurero del patio de la Acrópolis la temporada anterior y a otro de mayores dimensiones procedente de Yaxha. Asimismo, el resto de las figurillas es muy similar a las encontradas en la temporada anterior en el basurero del patio del Cuadrángulo (Suboperaciones 6 y 15; Figura 3).
Especial mención merece el Lote 1 de la Suboperación 43, que consistió en una acumulación de materiales esparcidos en el umbral del Cuarto 3, destacando la presencia de una pequeña vasija cerámica completa (un cántaro de base plana del Clásico Terminal), un cuchillo de pedernal, otros restos líticos y tres fragmentos de una figurita antropomorfa. En el umbral del Cuarto 4 se halló un plato trípode completo con soportes curvados adscrito al Postclásico Temprano (Figuras 4 y 5).
La liberación de este derrumbe dejó visible la fachada sur de estos cuartos, en los que se repite el mismo esquema compositivo de dos vanos laterales y muro central que además cuenta con un vano al centro de los muros.
Un zócalo o moldura basal recorre todos los muros y frente a algunos de los vanos se hallaron sillares muy bien labrados colocados a modo de escalón (Figura 6).
No obstante, uno de los hallazgos constructivos más interesantes de esta excavación fue el de una subestructura que se pudo vislumbrar en una zona donde el piso de estuco de plaza se encontraba muy arruinado (Suboperación 22), motivo por el cual se decidió plantear en este espacio una excavación en profundidad (Suboperación 29).
Inmediatamente debajo del piso estucado hubo un relleno muy compacto, compuesto por tierra y piedras de considerable tamaño sin labrar. Dicho relleno cubría un basamento compuesto por un muro en talud estucado con faldón en la parte superior en muy buen estado de conservación y del que parte, en dirección oeste una estrecha escalinata de cinco peldaños aprovechando el espacio formado por el retranqueo de este basamento y cimentado en el mismo nivel de estuco en el que se detuvo la excavación de este sector.
Se planteó la hipótesis de que esa superficie estucada formaba parte del faldón de otro cuerpo aterrazado, hipótesis que se vio corroborada más adelante tras la excavación de las Suboperaciones 30 y 58 (Figura 7).
Las suboperaciones anteriores se trazaron frente a la entrada más oriental del cuarto y como era de esperar, a escasos centímetros del nivel superficial continuaba el basamento, compuesto por un muro en talud y faldón, cubierto por el mismo relleno intencional documentado en la suboperación anterior.
Al llegar al piso de estuco en el que se apoya ese cuerpo al basamento, se constató que éste era en realidad la parte superior del faldón de un segundo cuerpo aterrazado, cuyo muro en talud continúa hacia abajo. Dado el interés de estos elementos constructivos se espera prolongar su investigación en próximos intervenciones arqueológicas.
De estos pozos se recuperaron 798 fragmentos cerámicos del periodo Clásico Terminal, así como materiales líticos y restos óseos animales asociados, lo que indica que se trata de una obra de remodelación de gran envergadura relacionada, seguramente con una situación de crisis o inestabilidad política. Una vez concluida, se creó un pequeño recinto frente al umbral del Cuarto 4 del que aún se conserva un alineamiento de piedras toscamente labradas y dispuestas en forma de L.
La liberación del interior de los cuartos (Suboperaciones 27, 32, 52 y 53) se realizó a través de los vanos, y en algunos de ellos el nivel de derrumbe llegaba incluso hasta por encima del arranque de la bóveda. De este derrumbe se recuperaron abundantes restos constructivos (sillares y dovelas principalmente), y como era de esperarse, una cantidad muy inferior de restos cerámicos en comparación con los hallados en las trincheras del exterior (255 fragmentos del Clásico Terminal y 56 del Postclásico Temprano), mezclados con algunos fragmentos de piezas líticas y material malacológico.
Del interior de los cuartos se destaca la presencia de grafitos incisos en sus muros, así como las amplísimas banquetas que los recorren de lado a lado. Éstas conservan aún su revestimiento de estuco, e incluso una de ellas, la del Cuarto 1, tiene un pequeño escalón para subir, ya que se trata de banquetas de aproximadamente 0.75 m de altura (Figura 8).
Los muros, por el contrario, se encuentran en mal estado de conservación. Aún así, en algunas zonas se mantiene el estuco y restos de color. El análisis químico de estos vestigios pictóricos llevado a cabo en los laboratorios de la Universidad Politécnica de Valencia demostró que los pintores de La Blanca se abastecieron de materias primas obtenidas del entorno circundante, demostrando preferencia por los pigmentos minerales y los aglutinantes vegetales, siendo, tal vez, el cercano cerro de El Camalote una de las fuentes de abastecimiento (Doménech y Vázquez 2006).
Figura 3 Figuritas de cerámica aparecidas en la excavación de las trincheras de aproximación (Dibujo P. Morales)
Figura 4 Vasija completa del Clásico Terminal aparecida en la Suboperación 43/Derrumbe/Lote 1 (Dibujo P. Morales)
Figura 5 Plato trípode completo del Postclásico Temprano aparecido en la Suboperación 28/Derrumbe. (Dibujo P. Morales)
Figura 6 Planta de la Acrópolis de La Blanca. Temporada 2005
Figura 7 Basamento estucado con escalinata lateral aparecido en la Suboperación 29
Figura 8 Interior del cuarto 1 y de su amplísima banqueta durante la excavación del Lote 1 situado junto a ésta
Figura 9 Planta del cuarto 4 con indicación de suboperaciones y lotes
Asimismo, sobre la banqueta se encontraron algunos sillares labrados y con restos de estuco, uno de ellos presentó en su cara principal decoración incisa con la representación de un personaje con la mandíbula descarnada. En todos los cuartos investigados en el espacio comprendido entre esas banquetas y el muro se localizaron concentraciones de carbón, ceniza y restos de cultura material, que fueron catalogadas como lotes (Figura 9).
En el Cuarto 4 se registraron cinco de estos lotes. Del Lote 1 se recogieron 17 fragmentos cerámicos del Clásico Terminal, 39 del Postclásico Temprano, así como materiales líticos asociados. Parte de los fragmentos Postclásicos pertenecían a una única pieza que logró reconstruirse en gran parte, tratándose de un cántaro tetrápode, con soportes huecos zoomorfos adscrita al Postclásico Temprano.
El Lote 2 estaba compuesto por abundante ceniza y una concentración mayor de materiales: 53 fragmentos cerámicos del Clásico Terminal y 193 del Postclásico Temprano, así como tres pesos para pescar de cerámica, numerosos restos líticos (especialmente, lascas y núcleos de pedernal) y material óseo animal, incluida la caparazón de una tortuga.
El Lote 3, que incluía una concentración de cenizas y carbón mezclados con huesos de animal y cuatro fragmentos cerámicos adscritos al Clásico Terminal, estaba cubierto por un sillar decorado con la cabeza de un jaguar pintada con carbón, procedente del derrumbe y caído en el tercio oriental de la banqueta.
El Lote 4 se encontró en el extremo oriental del cuarto, en un nivel superior al del Lote 5. Ambos estaban integrados por concentraciones de cenizas y carbón, fragmentos cerámicos del Postclásico Temprano, material malacológico y abundantes restos líticos, destacando entre éstos las lascas de pedernal.
A estos lotes habría que añadir el encontrado la temporada pasada (Suboperación 9), del que se obtuvieron numerosos restos óseos (n=330) y de cerámica (n=186), una hachuela de piedra verde, dos pesos para pescar de piedra y tres de cerámica, una punta de proyectil de pedernal, dos navajas incompletas de obsidiana, restos de caracoles y otros desechos líticos.
En el Cuarto 2 también se localizaron cinco lotes, dispuestos de forma muy similar y en los que abundaban restos óseos animales, semillas y caracoles mezclados con espesas capas de carbón y ceniza. En el Cuarto 1 sólo se recuperó un lote, en el que dos piedras con huellas de quemado en una de sus superficies cubrían restos cerámicos, también quemados, sumando un total de 127 fragmentos pertenecientes al Clásico Terminal (Figura 10).
En el Cuarto 3 no se localizó ningún lote pues no se terminó de vaciar, entre otras cosas por el hallazgo de un enterramiento en el nivel de derrumbe y al nivel del arranque de la bóveda del lateral oriental (Suboperación 52/ D/Ent.1).
Lo primero que se detectó fue el cráneo y algunos huesos pequeños de las manos. Una vez retiradas las piedras y cernida la tierra que mantenían oculto el resto del cuerpo, se pudo comprobar que se encontraba extendido en posición de decúbito lateral derecho, mirando hacia el oeste y con los brazos flexionados.
A falta del estudio bioantropológico y paleopatológico que se tiene previsto realizar de dichos restos, solamente se puede adelantar la hipótesis, a partir de un primer reconocimiento visual de que se trata de un individuo adulto-joven, de sexo masculino, con una estatura aproximada de 1.60 m. En el cráneo se observa una protuberancia en el lateral izquierdo, una malformación tal vez relacionada con un caso de oxicefalia o plagiocefalia, si bien todo ello sólo podrá verse confirmado una vez concluido los exámenes de laboratorio en la próxima temporada de campo (Figura 11).
En definitiva, tanto este enterramiento en niveles de derrumbe como las concentraciones o lotes hallados en el interior de los cuartos, están íntimamente relacionados con el abandono de los palacios de La Blanca y los inicios del Postclásico. Como ya se pensaba en la temporada anterior “estos depósitos son claros delatores que parecen formar parte de ofrendas realizadas allá por los albores del Postclásico Inicial, una vez que la ciudad ya había sido abandonada por sus moradores y cuando aparentemente estos hermosos palacios sirvieron de refugio a otras gentes procedentes de las zonas periféricas, en unos años de gran desasosiego e inestabilidad política, inmediatamente después del llamado colapso de la civilización Maya Clásica” (Vidal 2005:45-46).
Por último, ha de señalarse que las intervenciones en el Grupo Oeste y en otras áreas públicas de La Blanca arrojaron una cronología de ocupación que comienza en el Clásico Tardío y que continúa en el Clásico Terminal, época a la que pertenece la gran mayoría de los materiales exhumados.
CONCLUSIONES
Sabido es que en muchos sitios Mayas fue habitual el cierre parcial o la restricción de acceso a ciertos conjuntos arquitectónicos, haciendo que los ingresos a los patios fueran estrictamente controlados. No muchas personas pudieron entrar a las áreas que anteriormente eran públicas, debido a la presencia de guardias apostados para proteger la seguridad de los nobles que residían en estos palacios.
Es más, los edificios que antiguamente exhibían amplias y numerosas puertas de ingreso sufrieron cambios, y se observa claramente como se redujo el ancho de los vanos, al igual que se llegó a clausurar puertas completas para mantener mayor reserva de los espacios internos. Sitios como Naranjo, Xunantunich y otros más de la zona oriental, muestran claras señales de esta arquitectura, al igual que exhiben dibujos y grafitos rayados sobre las paredes estucadas del interior de los cuartos.
Figura 10 Planta de los cuartos 1, 2 y 3 con indicación de suboperaciones y lotes
Figura 11 Cuarto 3. Enterramiento 1 durante el proceso de excavación, una vez retiradas las piedra que lo cubrían
La Blanca no escapa de la situación anterior, como puede notarse ya en las excavaciones del ala sur de la Acrópolis. No cabe duda que estos edificios eran de imponentes dimensiones por lo que inspiraban respeto, especialmente porque debieron estar adornados o pintados con símbolos de poder en las fachadas, que buscaban legitimar el poder y autoridad de sus gobernantes, tal como lo atestigua la decoración de uno de los sillares hallado en el derrumbe del Cuarto 2 con la representación de un personaje de carácter sobrenatural (Figura 12).
Figura 12 Piedra con representación de un ser sobrenatural hallada en el derrumbe del Cuarto 2
(Dibujo P. Morales)
Según muestran las excavaciones, existieron varias etapas constructivas en el ala sur de la Acrópolis y las terrazas que tiene enfrente, con una cronología que parte del Clásico Tardío hasta principios del Posclásico Temprano. Por lo tanto, los niveles del palacio muestran un ambiente construido artificialmente por el hombre, creando espacios y niveles de acceso que seguían un orden ascendente desde el nivel de la plaza hasta llegar a la parte superior donde está el edificio del gobernante.
Estos niveles se marcan en el sitio por medio de terrazas donde se construyeron edificios, que pudieron indicar, al mismo tiempo, un orden social que se aproximaba al soberano, reforzando las diferencias jerárquicas, propias de la sociedad Maya del Clásico Tardío.
Las evidencias obtenidas indican que existieron escalinatas para permitir el paso de las personas que deseaban ascender de una terraza a otra entre edificios. Con el tiempo, este espacio fue restringido de manera progresiva al bloquearse y sepultarse las escalinatas durante el Clásico Terminal, rellenándose y sellándose también algunos edificios, cuartos, puertas y espacios mayores.
Esto demuestra que el drama y nerviosismo que marcaron el colapso y la caída de las ciudades Mayas también estaba afectando a La Blanca. Por lo tanto, toda la región debió estar inmiscuida en la crisis y las redes comerciales debieron estar desintegrándose rápidamente, con los subsecuentes efectos sobre la economía local, que utilizaba la ruta ribereña para su transporte.
El impacto de la inestabilidad condujo a que los palacios con múltiples cuartos construidos en los grupos monumentales fueran desocupados por sus pobladores originales, en un hecho que se incrementó después del año 900 DC y las décadas subsiguientes. La disminución o ausencia de pobladores en los sectores rurales de Tikal indica una movilización hacia el centro administrativo, donde llegaron a reocupar los palacios que pertenecieron a los grupos de élite.
En muy pocas oportunidades los nuevos ocupantes se preocuparon por arreglar o remodelar los edificios invadidos, ya que no contaban con los recursos ni la mano de obra necesaria y cuando lo hicieron, se nota la diferencia en la calidad y acabado de la piedra pues colocaron muros más delgados. Por eso mismo, con el paso del tiempo sufrieron derrumbes esporádicos, tanto en el interior de los cuartos como en sus fachadas.
Bastante usual es encontrar grafitos incisos sobre las paredes estucadas con escenas de prisioneros, edificios piramidales rayados, máscaras monstruosas, objetos sangrantes, o seres con rostros descarnados que reflejan el sentimiento de angustia de esos pobladores tardíos, tal como se ha podido comprobar en algunos de los grafitos de los muros de La Blanca.
Los estanques y depósitos de agua se convirtieron en pozos de ocupación, ya que necesitaban seguir surtiéndose del vital líquido. Sin embargo, estos movimientos migratorios dejaron los campos sin trabajadores, por lo que el sistema de subsistencia debió sufrir severas bajas de producción, especialmente las cosechas de maíz, que necesitan un cuidado permanente desde la preparación de la tierra y la siembra, hasta la cosecha.
Un fenómeno inusual es el cambio dramático que se dio en el patrón funerario. Después que durante siglos existiera un respeto trascendental por la muerte y su significado, durante el Clásico Terminal ya no se prepararon tumbas para la colocación de los entierros, sino que éstos principiaron a ser depositados dentro de edificaciones ya existentes, tales como escalinatas, pisos, cuartos o sobre el derrumbe de edificios que estaban cayéndose para ese tiempo.
Otros entierros de esta época también muestran preferencia por las ofrendas con materiales líticos, dejando la cerámica en segundo plano.
En La Blanca parece que la ocupación continuó por algunas décadas más, tal y como lo demuestran los restos Postclásicos y, lo que es más, los entierros en niveles de derrumbe. La vida no debió ser nada fácil para esas personas, pues el caos y la desolación reinaban por doquier. Según parece, durante el Postclásico Temprano o quizá un poco antes, entre los años 1000-1100 DC, La Blanca fue abandonada para siempre (Figura 13).
La arquitectura actualmente visible de La Blanca indica que tuvo un uso de carácter administrativo más que ceremonial o religioso. Esta circunstancia, aunada a los resultados obtenidos tras el estudio de los materiales encontrados en las temporadas de campo 2004 y 2005, parecen evidenciar que este centro suburbano detentó funciones de índole secular, quizá relacionadas con actividades propias de un centro de frontera.
Esto puede relacionarse con intercambio comercial de productos vinculados a diferentes ecosistemas de la región o como un enclave político dependiente de otro centro mayor, como podría ser Yaxha o Naranjo. La ausencia completa de textos glíficos y monumentos esculpidos hace que por el momento no pueda buscarse apoyo en la epigrafía, y que se dependa exclusivamente de los vestigios materiales de la Arqueología, que en el caso de La Blanca están ayudando enormemente a comprender mejor sus distintas fases de ocupación hasta su definitivo abandono.
Figura 13 Vista general de las edificaciones del Sur de la Acrópolis de La Blanca al concluir la temporada de campo 2005
REFERENCIAS
Doménech, Teresa y M. Luisa Vázquez de Ágredos
2006 Pigmentos, aglutinantes y estucos. Composición químico-analítica. En La Blanca. Arquitectura y clasicismo (editado por G. Muñoz y C. Vidal), Universidad Politécnica de Valencia, Valencia.
Fialko, Vilma
1997 Sangre, sudor y lágrimas, Vol.V. Informe para el IDAEH, Ministerio de Cultura y Deportes, Guatemala.
Mayer, Karl
1994 The Maya ruins of La Blanca, Peten. Mexicon 16 (5):90-91. Möckmühl
Muñoz, Gaspar
2005 La arquitectura palaciega de La Blanca. En La Blanca. Arqueología y desarrollo (editado por G. Muñoz y C. Vidal), pp. 25-33. Universidad Politécnica de Valencia, Valencia.
Muñoz, Gaspar y Cristina Vidal (ed)
2005 La Blanca. Arqueología y desarrollo. Universidad Politécnica de Valencia, Valencia.
Salas, Miriam E. y Júber E. Orozco
2006 La cerámica. En La Blanca. Arquitectura y clasicismo (editado por G. Muñoz y C. Vidal), Universidad Politécnica de Valencia, Valencia.
Vidal, Cristina
2005 Arte y arqueología en La Blanca. En La Blanca. Arqueología y desarrollo (editado por G. Muñoz y C. Vidal), pp. 35-52. Universidad Politécnica de Valencia, Valencia.