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Lemonnier, Eva y Charlotte Arnauld
2008 Sistemas clásicos de asentamientos jerarquizados en La Joyanca, Guatemala, y Río Bec, México. En XXI Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2007 (editado por J. P. Laporte, B. Arroyo y H. Mejía), pp.327-350. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).
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SISTEMAS CLÁSICOS DE ASENTAMIENTOS JERARQUIZADOS EN LA JOYANCA, GUATEMALA, Y RÍO BEC, MÉXICO
Eva Lemonnier
Charlotte Arnauld
CNRS y Université de Paris X, Nanterre
Palabras clave
Arqueología Maya, Guatemala, México, La Joyanca, Río Bec, sistemas de asentamiento
Abstract
CLASSIC PERIOD HIERARCHICAL SETTLEMENT AT LA JOYANCA, GUATEMALA, AND RIO BEC, MEXICO
Currently, one of the challenges posed for settlement pattern studies in the Maya area, for the Classic as well as Postclassic periods, consists in quantifying the degree of nucleation of residential units around focal elements. These elements, political-religious centers or elite palaces, undoubtedly dictated the organization of these settlements. The difficulty, however, is to be able to demonstrate in spatial studies which was the focal structure. This work will focus on two cases of recently studied zones in the western central lowlands (La Joyanca) and the northern central area (Río Bec).
El estudio del urbanismo en el área Maya volvió a levantar, entre otras cuestiones, la interrogante de la existencia o ausencia en las ciudades Mayas Clásicas de distintos “barrios” (Arnauld s.f.; Arnauld y Michelet 2004; Coe 1965; Fash 1983; Kintz 1983). Para dar un ejemplo que ilustra la problemática de los barrios, hay que recordar que los actuales pueblos Mayas se componen de barrios que tuvieron su origen en las reducciones coloniales del siglo XVI, las cuales fueron, en muchos casos, un proceso de nucleación y agrupación de distintas “parcialidades” (Hill y Monaghan 1987). Si bien es relativamente fácil comprobar la existencia de barrios no sólo en los pueblos coloniales sino que aún en los sitios Postclásicos como los de Verapaz o de Quiché (Arnauld 1993), el problema es más complejo en las Tierras Bajas para las ciudades o sitios arqueológicos del Clásico.
El acercamiento aquí propuesto parte de la jerarquía morfológica perceptible entre las unidades residenciales que conforman una misma ciudad. En contraste con el conocido modelo concéntrico de Landa, generado por la observación de asentamientos tardíos como “Mayapan” —las unidades habitacionales de la élite estaban agrupadas alrededor del centro, mismo patrón que en la Europa de la Edad Media—, las unidades jerarquizadas estructuran la totalidad del asentamiento determinando aparentes conjuntos nucleados en el espacio a distancias variables del centro político-religioso, rodeados de espacios sin ocupar. Dicho de otra manera, las unidades habitacionales elitistas y los “espacios vacíos” parecen determinar conjuntos nucleados discretos, separados y dispersos en el asentamiento entero (siendo la dispersión propia de los conjuntos, más que de las unidades en sí). Un postulado claro de esta interpretación es que las unidades habitacionales elitistas representan grupos sociales dominantes, cuyas estrategias socio-económicas y políticas estimularon la nucleación de grupos sociales subordinados en su entorno (Chase y Chase 1992). Tal proceso se reflejaría tanto en la morfología diferenciada de las viviendas como en el patrón de asentamiento. Empero, al corresponder a una dinámica sociopolítica, dicho proceso no puede ser parte directamente del nivel de la cultura material y, por lo tanto, es difícil de estudiar por medio de un acercamiento arqueológico. Al menos, es posible probar una aproximación diacrónica, usando la cronología del asentamiento para modelar el proceso social de nucleación y definirlo, quizá, como un proceso de atracción de grupos sociales modestos por la acción de grupos de la élite.
Esta ponencia no pretende que todas las ciudades Mayas Clásicas de Tierras Bajas presenten dicha estructura y dinámica internas. Al contrario, se intenta mostrar dos ejemplos diferentes de supuesta nucleación de este tipo (en múltiples barrios): La Joyanca, una pequeña ciudad de tercer rango ubicada en Petén noroccidental a poca distancia de El Perú-Waka´, y Río Bec, un asentamiento muy amplio localizado en Campeche del sur, México, a igual distancia entre las potentes capitales de Calakmul y Dzibanche (Figura 1). Para ambos casos, se describirá muy brevemente la jerarquía, la estructura básica y el grado de nucleación diferenciada en el espacio de la zona residencial. También se intentará definir procesos dinámicos de formación a través del tiempo de los supuestos barrios. Al presentar los dos casos, aunque sea en base a análisis todavía en desarrollo, se pretende mostrar el marcado contraste que ofrecen y resaltar las diferencias que alcanzaron estas dos sociedades entre el Clásico Tardío y el Clásico Terminal.
En la presente versión digital se ha incluido una serie de esquemas y fotografías para ilustrar las propuestas que se hacen en el trabajo (Figuras 8 a 16).
LA JOYANCA
Situada en el noroeste de Petén, La Joyanca se componía, en su auge durante el Clásico Tardío y Terminal (600-900 DC), de un centro político-religioso (Plaza Principal), rodeado al noroeste, al norte y al este por una zona residencial (Figura 2). La Plaza principal, construida al sur del asentamiento, en la orilla de una meseta, se inscribe en la tradición arquitectónica del centro de Petén (Arnauld et al. 2004:95-119). La zona residencial, que presenta una pendiente muy suave del sur hacia el noreste, mide 165 hectáreas (1.65 km2) y cuenta con 611 estructuras que conforman unidades habitacionales (grupo-patio) de las cuales el 80-85% estaba ocupado de manera simultánea en la época de ocupación máxima, alrededor de 850 DC (Arnauld et al. 2004:30-32; Forné 2006). Esta zona residencial se caracterizaba por la dispersión de once grupos residenciales monumentales y la presencia, entre ésos, de concentraciones de grupos residenciales modestos de dimensiones muy inferiores.
De hecho, el asentamiento parece muy diferenciado en formas ya que no existe ningún “continuum arquitectónico” desde las unidades habitacionales más sencillas hasta las más elaboradas, como es el caso en Copan (Webster et al. 2000:182-183) o Sayil (Carmean 1991:163): en La Joyanca, el patio más grande de los grupos modestos ni siquiera equivale al patio más pequeño de los grupos monumentales. Según los datos de reconocimiento de la zona residencial (Lemonnier y Michelet 2004), las diferencias cuantitativas entre grupos monumentales y grupos modestos muestran una jerarquía social clara: por un lado los primeros totalizan el 25% de las estructuras de la zona residencial, por el otro, los segundos totalizan el 75%. En cuanto a morfología, las excavaciones realizadas en cinco grupos monumentales (Arredondo 2001, 2002; Breuil Martínez et al. 2004), así como el despojo completo de uno de los grupos más pequeños (Lemonnier s.f.) han confirmado la existencia de palacios abovedados por un lado y de viviendas sencillas por el otro.
Los grupos monumentales se componen de estructuras largas y altas que conforman uno o varios patios. Por lo menos uno de los patios es un “cuadrángulo” de edificios de mampostería con piedras labradas que encierran en sus cuatro lados un gran patio cuya superficie es superior a 1000 m2. Los grupos modestos contienen montículos bastante pequeños y bajos, “aislados” u organizados en patios (patio-groups, o “patios”). El análisis espacial de estas dos grandes categorías residenciales, en base al principio de co-residencia, revela que la una y la otra formaban concentraciones de patios separadas espacialmente, en las cuales cada patio de misma categoría tenía su vecino más cercano a una distancia máxima de 60 m (Figura 3). A estas concentraciones se les llama “conjuntos”.
Figura 1 Ubicación de La Joyanca y Río Bec
La clasificación de los conjuntos residenciales de La Joyanca privilegia las formas y las dimensiones de las unidades habitacionales, así como su grado de nucleación (evaluado en cantidades de patios vecinos; Arnauld et al. 2004:44). Los conjuntos monumentales de Clases I y II son compactados y jerarquizados de manera interna. Los conjuntos modestos de Clases III y IV, más extensivos, son homogéneos en la medida en que sus componentes (estructuras y patios) son bastante parecidos entre sí (Figura 4).
La yuxtaposición de conjuntos monumentales y conjuntos modestos confiere a la zona residencial un carácter específico. El patrón concéntrico de Landa no se aplica al caso de La Joyanca: la localización de los grupos monumentales a distancias de 200 m a 1000 m de la Plaza Principal sugiere que la proximidad del centro político-religioso no fue un factor determinante en la implantación de cada uno de ellos. Más bien, el patrón de asentamiento muestra una alternancia de conjuntos residenciales de categorías sociales distintas que estructuraba la zona residencial.
El análisis de las distancias que separan los conjuntos (Lemonnier s.f.:cap.7) revela, primero, que los conjuntos monumentales de Clases I-II se encuentran a distancias regulares entre sí, de 150-200 m, que se mantuvieron a través del tiempo a pesar del crecimiento del asentamiento. Segundo, los conjuntos modestos de Clases III-IV, separados entre sí de más de 60 m (promedio de 90 m), se ubican a 30 m en promedio del grupo monumental más cercano; o sea, siempre están más cerca de un grupo monumental que de cualquier otro conjunto modesto. Estas relaciones espaciales sugieren que existió cierta autonomía de los grupos monumentales en relación a la Plaza Principal (no se aplica el patrón concéntrico de Landa) y entre sí, así como una nucleación de los conjuntos modestos alrededor de los grupos monumentales.
Además de los análisis de distancias aquí resumidos, la estructura general de La Joyanca en barrios fue definida en base a los parámetros siguientes: la presencia de pantanos estacionales como límites espaciales y de sectores “vacíos”, sin asentamiento visible, que podrían haber sido compartidos —probablemente como espacios de cultivo— entre grupos monumentales y sus conjuntos modestos asociados (Lemonnier s.f.; Figura 5). Morfológicamente, un barrio hubiera sido una concentración de unidades habitacionales modestas agrupadas en conjuntos, “nucleados” alrededor de un grupo monumental, o sea de un conjunto de categoría superior. Se trataba de un espacio residencial delimitado por pantanos estacionales, pero también era un “dominio” o “territorio” con tierras cultivadas en parte situadas en las orillas de pantanos. Socialmente, las diferencias en dimensiones y morfología entre las Clases I-II y III-IV indican que cada barrio tenía una marcada jerarquía interna, siendo dominado por una familia de la élite que hubiera controlado familias de rangos inferiores.
Para intentar entender cómo se formaron los barrios de La Joyanca, se tiene que reunir varios datos, en particular datos cronológicos (Forné 2006). La Joyanca conoció una secuencia de ocupación larga de 1800 años, desde 800 AC hasta 1000 DC. Su auge en el Clásico Tardío y Terminal, entre 600 y 900 DC, está caracterizado por la transformación de la Plaza Principal en verdadero centro político-religioso, por el abandono de altas plataformas residenciales construidas en el Preclásico Tardío y en el Clásico Temprano (Cojolita, Tortuga, El Tucán) y por la extensión de la zona residencial con la edificación de grupos monumentales de morfología diferente a la de dichas plataformas tempranas.
Los grupos monumentales fueron construidos entre 600 y 900 DC, según la dinámica espacio-temporal siguiente (Lemonnier s.f.): entre 600 y 750 DC, es el patio central de Guacamaya, sede de la dinastía real, el que fue fundado primero, seguido por la construcción hacia el norte, según un eje oeste-este, de los grupos monumentales Venado, Tepescuintle y Ardilla. La extensión de la zona residencial prosiguió hacia el noroeste entre 750 y 850 DC con Armadillo y Loro Real, y hacia el noreste entre 850 y 900 DC con Saraguate. Pizote sería el último grupo monumental construido (pero no fue sondeado). Los grupos monumentales más tempranos se ubican al sur del asentamiento, los más tardíos al norte. Además, patios monumentales adicionales fueron hechos en estos mismos grupos durante el Clásico Terminal, tanto en el sur como en el norte.
Si las construcciones en los grupos monumentales se sucedieron en el tiempo entre 600 y 900 DC, en realidad los grupos monumentales más sondeados muestran secuencias de una ocupación anterior. En el grupo Guacamaya, el patio sur fue fundado durante el Preclásico, el patio este, durante el Clásico Temprano. En Venado, los vestigios de una estructura-sub fechada del Clásico Temprano fueron identificados debajo del patio central construido durante el Clásico Tardío. Para los demás grupos monumentales hacen falta datos comparables debido a la localización de los sondeos realizados: de haber estudiado estructuras de patios que su morfología señalaba como tempranos (en Ardilla o en Tepescuintle), tal vez se hubiera comprobado la existencia de subestructuras. En breve, aunque incompletos los datos sugieren que unos grupos modestos tempranos iniciaron un desarrollo progresivo que llevó a la edificación de los grupos monumentales registrados. O sea que, antes del Clásico Tardío, unas “familias” más y más prósperas coexistían probablemente con la dinastía real del grupo Guacamaya: se puede citar el grupo Cojolita, probable equivalente al de Guacamaya durante el Clásico Temprano, y también el grupo Venado, en el que se originaron unos de los edificios monumentales más prestigiosos al final de la ocupación del sitio.
En cambio, de acuerdo con las excavaciones hechas en tres grupos residenciales pequeños (Gavilán y dos ubicados al sur de Armadillo; Gámez y Rangel 2000), la mayoría de los grupos residenciales modestos hubiera sido fundada sólo hasta después de 600 DC. Al igual que los grupos monumentales, hubieran sido ocupados hasta 850, o aun 900 DC en el caso de unos que habrían conocido un muy breve periodo de prosperidad (Gavilán fue dotado de una residencia abovedada en un nuevo patio). Los datos cronocerámicos resultantes de los sondeos hechos en el sector norte del sitio, fuera de los patios (detrás de las estructuras o entre patios), tienden a confirmar la hipótesis de una construcción tardía para muchos grupos pequeños: en efecto, este sector fue asentado de manera tardía, el material cerámico indicando el Clásico Tardío (M. Forné, comunicación personal 2007). En fin, se observa que las concentraciones más numerosas de patios modestos (de Clase IIIA), que lógicamente dilataron más en formarse, están asociadas con los grupos monumentales más elaborados, más cercanos a la Plaza Principal y más tempranos (Guacamaya, Tepescuintle, Venado y Ardilla). Las de Clase IIIB, concentraciones de menos patios modestos, ubicadas al norte, están asociadas con grupos monumentales periféricos y más tardíos.
Aunque sin duda insuficientes, estos datos cronológicos y espaciales muestran que los vestigios visibles en superficie dan una imagen de lo que fue La Joyanca en su auge, con la mayoría de patios habitacionales ocupada alrededor de 850 DC. Este desarrollo del asentamiento de 600 a 850 DC sería superior a lo que un crecimiento demográfico normal podía producir a partir de los grupos del Clásico Temprano. Ahora bien, a escala micro-regional, los datos paleo-ambientales (Galop et al. 2004) señalan un abandono de la agricultura alrededor de 550-600 DC en la cercanía del lago Tuspán, distante de 5 km de La Joyanca. La concomitancia de este retroceso con el auge de La Joyanca se interpreta como el reflejo de un traslado de población desde las mesetas hacia La Joyanca (Galop et al.:70-71): grupos sociales rurales se habrían asentado en La Joyanca a partir de 600 DC. Dicho de otro modo, se puede plantear la hipótesis según la cual el proceso de construcción de los grupos monumentales entre 600 y 850 DC se acompañó de un proceso de migración de población procedente de los entornos de La Joyanca —hipótesis de migración que fue propuesta para otros sitios como La Milpa entre 730 y 840 DC (Estrada Belli y Tourtellot 2000).
Esta hipótesis de “colonización por atracción” bajo el impulso de la élite local de La Joyanca sería coherente con cierto grado de rivalidad y competencia aparente entre los grupos sociales que edificaron los patios monumentales, sugerido más que todo por las dimensiones de sus barrios: los de Guacamaya, Tepescuintle y Venado, más cercanos a la Plaza Principal y de secuencia larga, abarcan respectivamente 23 patios (84 estructuras), 22 patios (78 estructuras) y 19 patios (74 estructuras), cantidades equivalentes entre sí y superiores a las de los demás grupos monumentales (Figura 5).
Los grupos monumentales, resultado del crecimiento in situ de grupos sociales locales relativamente autónomos, en capacidad de movilizar mano de obra y percibir tributos, habrían sido el mayor factor de atracción de poblaciones rurales (Arnauld et al. 2004:46), provocando una dinámica sociopolítica específica que consistía en atraer a grupos sociales modestos del entorno rural, determinando de este modo la formación de barrios.
Figura 2 La Joyanca
Figura 3 Conjuntos en La Joyanca
Figura 4
Figura 5 Barrios de La Joyanca
RÍO BEC
El carácter jerarquizado del asentamiento epónimo Río Bec era mal conocido hasta una fecha reciente: mientras que en los grupos monumentales de arquitectura Río Bec —un estilo definido por Paul Gendrop (1983) y George Andrews (1999)— se veía básicamente unos templos y edificios rituales, no se tenía una idea clara de alguna jerarquía social. Más recientemente, después de las excavaciones en el Grupo B de P. Thomas en 1976 (Thomas y Campbell 2006), R. Carrasco y A. Peña en los años 1980 (Carrasco et al. 1986a, 1986b) y del proyecto Río Bec franco-mexicano-español iniciado en 2002, se acumularon datos que demuestran que los edificios de la zona Río Bec tuvieron una función básicamente residencial, con muy pocas excepciones (Michelet et al. 2004, 2005, 2006, 2007).
Dicho proyecto de investigación, programado para finalizar en 2008 en su primera etapa, abarca operaciones amplias de liberación completa de todas las estructuras de los Grupos A, B y D (Michelet et al. 2007; Figura 6). Además, en 2002-2003 se llevó a cabo un reconocimiento a diferentes escalas, en una micro-región de 100 km2 y, al centro de ella, en una zona nuclear de 1.5 km2. De este modo, a los 20 grupos monumentales Río Bec ya conocidos en 2002, se sumaron 52 grupos descubiertos. El reconocimiento sistemático de la zona nuclear reveló también la existencia de unidades residenciales más modestas, dispersas entre los grupos monumentales (Nondédéo et al. 2002; Michelet et al. 2004). Por su superficie, dicha zona nuclear es comparable con la zona estudiada en La Joyanca.
Pero en Río Bec, la jerarquía morfológica es muy gradual, ya que hay una gradación casi continua desde las unidades habitacionales que no abarcan más que dos pequeñas casas parcialmente de mampostería, hasta los bien conocidos edificios multi-cuartos abovedados con torres adosadas, pasando por unidades medianas de varias estructuras, dispuestas en patio o alineadas. La mayoría de los grupos monumentales (80%) cuenta con un máximo de diez estructuras que, sin embargo, al ser excavadas pueden alcanzar 15 como es el caso del Grupo B. No obstante, el sitio de Kajtun y los Grupos II y V abarcan entre 20 y 63 estructuras (Nondédéo y Lacadena 2004): los tres son los únicos en conformar verdaderas plazas de tipo político-religioso, con estelas esculpidas, siguiendo el patrón conocido en el centro de Petén.
A escala de micro-región, los 72 grupos forman dos grandes concentraciones separadas por una distancia mínima de 1800 m, un patrón determinado en parte por factores topográficos. Kajtun, y los Grupos II y V se ubican en la periferia de dichas concentraciones. De tal modo que la micro-región carece de un verdadero “centro” y, en términos generales, se puede caracterizar el patrón de asentamiento como rural más que urbano (Nondédéo y Michelet 2005). Adentro de cada concentración, la distancia promedio entre dos grupos es de 384 m, indicando una dispersión marcada de las unidades sociales asentadas.
A escala de la zona nuclear, la jerarquía de las diferentes clases de unidades habitacionales reconocidas es más amplia. El análisis preliminar de distancias que está llevando a cabo la primera autora muestra que las estructuras de una misma unidad socioeconómica de rango modesto, es decir con alto nivel de interacciones entre varios patios, serían separadas por menos de 50 a 60 m (Figura 7). La distancia entre dos unidades vecinas es, por lo tanto, superior a 60 m, sin rebasar 100 m. Sin embargo, hay distancias inferiores a 60 m, debido a que para la definición de las unidades se tomó en cuenta otro factor independiente de las distancias, que es la presencia de camellones: se trata de acumulaciones lineales de piedras, que forman límites largos, rectilíneos y bastante altos que, de acuerdo a la interpretación, delimitan unidades socioeconómicas de aprovechamiento agrícola (Lemonnier y Vannière 2007).
Si se aplica el mismo tipo de análisis espacial a los edificios monumentales multi-cuartos (n=11 en los cuadrantes 6M, 6N, 7M, 7N), se observa que la distancia entre dos edificios monumentales de unidades distintas y vecinas es aproximadamente 300 m (salvo en el caso del Grupo C, distante de 200 m de sus vecinos B y D). Por lo tanto, la diferencia de distancia entre unidades monumentales vecinas y unidades modestas vecinas es marcada (de 300-200 m a 100-60 m), sugiriendo que se daba un proceso de nucleación de las unidades modestas alrededor de las unidades monumentales. Para comprobarlo, un tercer análisis se llevó a cabo sobre las distancias que separan cada edificio multi-cuartos (aunque, sin excavar, no todos se identifican fácilmente) de la unidad vecina de rango inferior, obteniendo una distancia que varía de 80 m a 100 m: de modo hipotético, esta distancia de 80-100 m podría medir el grado de interacción más estrecho entre unidades de rangos diferentes, mientras que una distancia de menos de 50-60 m separa dos estructuras de una misma unidad socioeconómica.
La existencia de “espacios vacíos” (distintos de pantanos) confirma la tendencia a la nucleación alrededor de las unidades monumentales ya que dichos espacios vacíos rodean “conjuntos” de unidades tanto monumentales como modestas, llevando a delimitar un “barrio” en medio de la zona nuclear, que abarcaría 27 a 30 unidades en total. Pero tal definición obliga a descuidar una pequeña zona de pantanos que separa los Grupos B, C y D, y a tomar en cuenta espacios vacíos demasiado estrechos. Además, la concentración en un sólo barrio relativamente pequeño de cinco grupos monumentales no es satisfactoria, al menos si se quiere seguir el patrón de barrios revelado en La Joyanca.
Aunque se basa en una apreciación reductora (usando sólo dos clases, “monumental” y “modesta”) de la jerarquía morfológica de estructuras y unidades habitacionales presente en Río Bec, este análisis espacial preliminar de la zona nuclear ya deja ver cierta estructuración de unidades modestas entorno a unidades monumentales que, empero, no lleva a definir entidades claras del tipo “barrios” como en la zona residencial de La Joyanca. Este resultado requiere todavía más trabajo estadístico antes que se pueda someter a una comparación sistemática con los datos analizados en La Joyanca, con el fin de apreciar el contraste y las constantes entre los dos patrones. Al menos, se observa que las unidades de rangos diferentes aparecen en Río Bec más intercaladas que en la zona residencial de La Joyanca donde los conjuntos de Clase III (que agrupan pequeñas unidades habitacionales) aparecen homogéneos y claramente separados de los patios monumentales. En Río Bec la configuración en patios cerrados no es tan común y los edificios monumentales están más bien dispersos entre estructuras modestas y unidades de rango inferior. Otro parámetro, la densidad de estructuras por hectárea, sugiere patrones diferentes entre las dos zonas ya que es más fuerte en La Joyanca que en Río Bec (611 estructuras en 165 ha, o sea 3.7 estr./ha en La Joyanca; 410 estructuras en 150 ha, o sea 2.7 estr/ha en la zona nuclear de Río Bec; sin deducir la superficie de pantanos y otros sectores “vacíos” y sin incluir camellones y terrazas).
Pasando ahora al nivel diacrónico, la secuencia cronológica de ocupación de la zona nuclear de Río Bec aporta una luz nueva sobre la hipótesis formulada en base a los análisis espaciales de distancias entre unidades, según la cual se hubiera dado un proceso de nucleación de unidades modestas alrededor de las unidades que abarcan edificios monumentales. En realidad, durante la segunda parte del Clásico Tardío (700-800 DC) fueron abandonadas pequeñas unidades y no fue fundada casi ninguna otra unidad; ambas tendencias son aun más marcadas para el Clásico Terminal (800-950 DC).
Resumiendo las operaciones realizadas, conviene recalcar que la mitad de los patios (o bien, grupos alineados) de rangos inferiores y todos los grupos monumentales de la zona nuclear fueron sondeados (67 pozos en 27 unidades), mientras que tres de estos últimos fueron excavados en su totalidad, llevando a la construcción de una secuencia cronocerámica de buena resolución (Arnauld et al. s.f., 2007; véase también los informes de Taladoire y Dzul en Michelet et al. 2006, 2007). Aproximadamente 25 unidades de las 30 fechadas fueron ocupadas al final del Clásico Temprano y al inicio del Clásico Tardío, entre 550 y 650-700 DC. En la fase posterior, entre 700 y 800 DC, el total ocupado baja a 19, y a once durante el Clásico Terminal entre 800 y 950 DC, siendo la mayoría de los grupos tardíos de rango monumental. En el Grupo B donde las excavaciones fueron más intensivas, probablemente la mitad (tres de seis) de los patios pequeños que rodean los dos edificios monumentales fueron abandonados alrededor de 650-700 DC, en el momento en que estos fueron edificados (Arnauld et al. 2007). Los datos son preliminares, pero sugieren claramente que la construcción de las grandes residencias de estadios “Río Bec Tardío 1 y 2” (Nondédéo y Dzul s.f.) fue acompañada, no tanto por una atracción de unidades habitacionales pequeñas en su entorno sino que de un proceso de concentración: grupos sociales modestos parecen haber sido o bien expulsados, o bien incorporados a los grupos que emprendían las construcciones monumentales. Esta tendencia a la disminución es confirmada por la falta casi total (solamente tres casos) de fundación de unidades adicionales entre el Clásico Tardío y el Clásico Terminal.
En breve, es posible que la dinámica socioeconómica de la sociedad Río Bec haya generado un proceso de estructuración del asentamiento rural bastante diferente del proceso de formación de barrios que se intenta restituir para La Joyanca: las unidades superiores, al volverse monumentales a partir de 650-750 DC, parecen haber acabado con algunas unidades vecinas, absorbiéndolas o expulsándolas, pero en todo caso, provocando la desaparición de grupos sociales anteriormente separados, lo que señalaría cierto grado de competición o rivalidad entre todos. Es más, en la zona nuclear de Río Bec, los análisis cronológicos preliminares no aportan resultados que apoyen la hipótesis de algún fenómeno de atracción de unidades modestas alrededor de las unidades aparentemente dominantes. Más bien, estas últimas habrían aprovechado la mano de obra y/o los recursos de pequeñas unidades vecinas cuyas residencias fueron abandonadas a inicios del Clásico Tardío.
Figura 6 Conjuntos de Río Bec
Figura 7 Posición de conjuntos de Río Bec
CONCLUSIÓN
Los dos casos presentados en este estudio no pretenden aportar respuesta a la difícil cuestión de la existencia, menos de la formación, de entidades de tipo “barrios” en las ciudades Mayas Clásicas. Más bien, al confrontar dos casos de sitios arqueológicos, con zonas residenciales reconocidas con la misma intensidad y de superficies equivalentes, pero de contextos contrastados ya que uno (La Joyanca) tiende a ser urbano mientras que el otro es sin duda rural (Río Bec), y al aplicar a estas una misma metodología que combina varios análisis espaciales de distancias entre unidades habitacionales vecinas con un análisis diacrónico por medio de la secuencia cronológica de ocupación, se definen hipotéticamente dos patrones de estructuración diferentes entorno a las unidades elitistas.
La hipótesis de barrios parece fructífera en la medida en que muchos asentamientos de densidad alta o mediana como La Joyanca proporcionan sin duda buenos campos de experimentación de este tipo de patrón, pero sobre todo porque lleva a refinar las herramientas metodológicas tanto espaciales como temporales, que se deben de aplicar a zonas residenciales para restituir con suficiente complejidad, la estructura social básica y sus variantes.
AGRADECIMIENTOS
El estudio llevado a cabo en cuanto a barrios en La Joyanca ha sido realizado en el marco del Proyecto Petén Noroeste-La Joyanca (1999-2003) bajo la dirección de C. Arnauld, V. Breuil Martínez, E. Ponciano, E. Arredondo y S. López, gracias al IDAEH, a las compañías Basic y Perenco, a la Señora Gilberte Beaux, al Licenciado Rodolfo Sosa, a quienes se agradece. Se reconoce también el aporte valioso de todos los miembros del proyecto, en particular para la presente ponencia las interpretaciones de Mélanie Forné en cuanto a la cronología cultural de La Joyanca.
El Proyecto Río Bec coordinado por D. Michelet y C. Arnauld (CNRS, Francia), es hazaña de un grupo amplio de especialistas franceses, mexicanos y españoles. En relación directa con los análisis preliminares esbozados en esta ponencia, se agradece al sedimentólogo Boris Vannière, a los arqueólogos D. Michelet, P. Nondédéo, L. Déodat, E. Taladoire, S. Lardé, P. Becquelin, A. Cantero, R. Acosta y A. Huser, al topógrafo G. Marchand, así como a las ceramólogas S. Dzul y M. Forné. El Proyecto Río Bec recibe apoyo del Ministerio de Relaciones Exteriores y del CNRS (Francia), del INAH y de SEDESOL (Campeche, México), así como de un grupo de empresas privadas operando en México (EFM, A.C. y la compañía CIMESA).
REFERENCIAS
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Figura 8 Grupos de La Joyanca
Figura 9 Río Bec
Figura 10
Figura 11 Río Bec
Figura 12 Río Bec
Figura 13 Río Bec
Figura 14 Río Bec
Figura 15 Río Bec
Figura 16 Río Bec