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80 – PRÁCTICAS FUNERARIAS Y ANÁLISIS BIOLÓGICO DE LOS INDIVIDUOS LOCALIZADOS EN LA ZONA DE ENTERRAMIENTO DEL SITIO ARQUEOLÓGICO TACUSCALCO-LOS CERRITOS, SONSONATE, EL SALVADOR -José Heriberto Erquicia – Simposio 21, Año 2007

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Erquicia, José Heriberto

2008        Prácticas funerarias y análisis biológico de los individuos localizados en la zona de enterramiento del sitio arqueológico Tacuscalco-Los Cerritos, Sonsonate, El Salvador. En XXI Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2007 (editado por J. P. Laporte, B. Arroyo y H. Mejía), pp.1282-1304. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).

80

PRÁCTICAS FUNERARIAS Y ANÁLISIS BIOLÓGICO DE LOS INDIVIDUOS LOCALIZADOS EN LA ZONA DE ENTERRAMIENTO DEL SITIO ARQUEOLÓGICO TACUSCALCO-LOS CERRITOS, SONSONATE, EL SALVADOR

José Heriberto Erquicia

Universidad Tecnológica de El Salvador

Palabras clave

Arqueología Maya, El Salvador, entierros, ofrendas, Clásico Tardío, etnohistoria

Abstract

FUNERARY PRACTICES AND BIOLOGICAL ANALYSIS OF INDIVIDUALS LOCATED IN THE BURIAL ZONE OF TACUSCALCO-LOS CERRITOS, SONSONATE, EL SALVADOR

The archaeological site Tacuscalco-Los Cerritos, which in Nahua means “House of Arms”, located in Nahulingo, Sonsonate, in the extreme southwest of the Republic of El Salvador, is one of the most important sites in Salvadoran territory. This site has supported human occupation since at least 3000 years ago. It could also be considered the primary source for understanding the first chiefdoms that developed on the southern Pacific Coast of Mesoamerica; additionally, it would have been a true regional center of the Izalcos at the moment of the Conquest. This investigation present the results obtained in archaeological testing carried out between November and December of 2004 at Tacuscalco-Los Cerritos. In the northeastern sector of this site, a burial zone was used by ancient inhabitants of the Classic period. Some burials provided valuable cultural as well as biological information. Cultural information was reflected in the various funerary practices that were utilized in specific epochs; on the other hand, the biological information has determined ages, gender, nutritional aspects, and pathologies in some of the individuals studied.

Debido al crecimiento poblacional que está viviendo en la actualidad la República de El Salvador se está llevando a cabo una gran cantidad de obras de infraestructura y de servicios, tales como los mega proyectos de viviendas, carreteras y represas entre otras actividades que alteran el medio ambiente natural y cultural, removiendo suelos y subsuelos poniendo en peligro el rico legado arqueológico con que cuenta el país.

Basados en esta premisa y en cumplimiento de la Ley Especial de Protección al Patrimonio Cultural de El Salvador y su Reglamento se llevan a cabo los estudios de sondeos arqueológicos, los cuales determinan la existencia o ausencia de vestigios que denotan ocupación humana en un determinado lugar, éstos con el fin de poder identificar, rescatar, salvaguardar, conservar, proteger, difundir y valorar el patrimonio arqueológico salvadoreño. La presente investigación es un estudio de las prácticas funerarias y análisis biológico de los individuos registrados en la zona de enterramiento, que deriva de los resultados obtenidos en el sondeo arqueológico efectuado en el sector “Ruiz” del sitio Tacuscalco-Los Cerritos entre los meses de noviembre y diciembre de 2004, realizados por el Departamento de Arqueología de CONCULTURA.

Tacuscalco-Los Cerritos se localiza 0.5 km al suroeste de la ciudad Nahulingo, en el cantón El Guayabo del municipio de Nahulingo, departamento de Sonsonate, en el extremo suroeste de la República de El Salvador, a una altura aproximada de 210 m sobre el nivel del mar, en las coordenadas geográficas 13° 41’ 46” latitud Norte y 89° 43’ 12’’ longitud Oeste (Diccionario Geográfico de El Salvador 1985:990-991; Figura 1).

En la presente versión digital se ha incluido una serie de esquemas y fotografías que ilustran los planteamientos expuestos en este trabajo (Figuras 9 a 17).

SITIO ARQUEOLÓGICO TACUSCALCO-LOS CERRITOS

El sitio arqueológico Tacuscalco-Los Cerritos, decretado como “Bien Cultural” en 1997 por el Órgano Ejecutivo, se ubica al suroeste del actual poblado de Nahulingo. Tacuscalco, que en lengua Nahuat significa “Casa de Armas”, es uno de los sitios arqueológicos más importantes de El Salvador.

Haciendo referencia al investigador William Fowler:

“Desde la época precolombina hasta el presente, los pueblos indígenas de los Izalcos (Izalco, Caluco, Nahulingo y Tacuscalco) han desempeñado un papel clave en la historia, la cultura y los acontecimientos actuales de El Salvador. La conservación de sus tradiciones y costumbres indígenas, el paisaje volcánico áspero y sus ricos suelos agrícolas siempre ha llamado la atención de sus habitantes y los visitantes” (Fowler 1995:19).

El sitio arqueológico Tacuscalco-Los Cerritos:

“…posee unas cuarenta estructuras identificadas en 2.0 km², cinco de las cuales —al menos— con una altura mayor de 10 m. Los rasgos prehispánicos (montículos, plataformas, plazas, basamentos domésticos) están dispersos en terrenos que pertenecen a las municipalidades de Nahulingo y Sonsonate (Figura 2), y se han fechado desde el periodo Preclásico hasta el primer siglo de la colonia. Es decir, Los Cerritos ha soportado ocupación humana desde hace 3000 años y habría sido un verdadero centro regional en la zona que en el momento de la Conquista dominaban los Izalcos; quizá un señorío paralelo al de Cuscatlán en el centro del país. Puede considerarse a este sitio también como una fuente primaria para el conocimiento de los primeros cacicazgos que se desarrollaron en la Costa del Pacífico del sur de Mesoamérica” (Genovés 1999:1).

El sitio puede dividirse en dos partes: “Tacuscalco Histórico”, ubicado hacia el norte del lugar conocido como “Los Cerritos”, el cual se encuentra a 500 m al suroeste del camino, en el cantón El Guayabo; debido a su proximidad se puede considerar que los dos sitios forman un sitio grande de ocupación que abarca desde el Preclásico hasta el siglo XIX (Fowler 1995:8), a decir por los depósitos estratigráficos de materiales culturales registrados.

“La zona donde se encuentra Tacuscalco-Los Cerritos, también sustentó una fuerte ocupación durante la época colonial, muy extensa en la región sur occidental del actual territorio salvadoreño. El sitio arqueológico prehispánico monumental, sin embargo, no representa necesariamente el área de la ocupación de finales del siglo XV y durante el siglo XVI” (Genovés 1999:1).

“Los pipiles de Izalco (Izalco, Caluco, Nahulingo y Tacuscalco), una vez establecidos en la región oeste del Pacífico de El Salvador (lo que ahora son los departamentos de Ahuachapán y Sonsonate), formaron uno de los estados prehispánicos regionales más poderosos en el sureste de Mesoamérica. La región incluía 15 asentamientos principales, con un territorio de aproximadamente 2500 km² y contaba con algunas de las tierras agrícolas más fértiles en la vertiente del Pacífico centroamericano” (Fowler 1995:19).

ANTECEDENTES DE INVESTIGACIÓN EN TACUSCALCO–LOS CERRITOS

La primera mención histórica de Tacuscalco se remonta hasta 1524 con la descripción de la famosa “Batalla de Tacuscalco”, por el conquistador español Pedro de Alvarado en su Segunda Carta de Relación enviada a Hernán Cortés, en la que los Pipiles ofrecen una férrea resistencia en contra de los conquistadores Españoles (Alvarado 1996:24).

“El primer contacto entre españoles y pipiles ocurrió en junio de 1524 cuando Alvarado y su hueste entraron en la provincia de los Izalcos y libró batalla contra las tropas pipiles en la planicie costera de Acajutla, donde bate la mar del sur” (Fowler 1995:4). Cinco días más tarde en la batalla de Tacuscalco, los Pipiles habían preparado un ejército más grande y más fuerte en espera de los conquistadores Españoles: “…y al cabo de (cinco días) partí para otro pueblo llamado Tacuscalco, adonde envié corredores de campo… los cuales prendieron dos espías, que dijeron como adelante estaba mucha gente de guerra de dicho pueblo y de otros sus comarcas esperándonos; y para más certificar llegaron hasta ver la dicha gente, y vieron mucha multitud de ella.” (Alvarado 1996:24).

Después de más de trescientos años de la Batalla de Tacuscalco, en 1858 el investigador estadounidense Ephraim George Squier, en sus estudios por la región centroamericana publicados en su obra “Los Estados de Centroamérica”, en su paso por El Salvador hace una mención de “… un sitio con montículos cerca de Sonsonate (¿Tacuscalco?)” (Fowler 1995:6). Unos veinte años después de Squier, en 1878 en una Monografía sobre la cultura de Santa Lucia Cotzumalhuapa, el viajero alemán Simeon Habel en su viaje por El Salvador recorrió la cordillera del Bálsamo, posteriormente llegó a Sonsonate en donde visitó un sitio con dos montículos en las afueras de la ciudad que bien pudo tratarse de Tacuscalco (Fowler 1995:6).

A principios del siglo XX, en 1926, el investigador salvadoreño Jorge Lardé publica su investigación “Índice provisional de los lugares del territorio salvadoreño en donde se encuentran ruinas y otros objetos de interés arqueológico”, en este listado aparece mencionado el nombre de Tacuscalco, refiriéndose a él como: “Ruinas situadas a 1 ó 2 kilómetros al sur de Sonsonate.” (Lardé 1926:214). Lo mismo aparece en la lista de sitios (arqueológicos) de El Salvador, publicada en 1944 por el investigador estadounidense John M. Longyear (1944:80).

Durante 1988 se llevó a cabo el “Proyecto Izalco”, bajo la dirección de William Fowler, en esta ocasión durante un reconocimiento por el sitio Tacuscalco, este proyecto registró lo que se denominó como el sitio “Tacuscalco Histórico”, según la descripción esa parte del sitio tenía un solo montículo bajo, que supone fue la iglesia colonial del pueblo de Tacuscalco. El resto del sitio lo describen con elevaciones ligeras en la superficie plana y concentraciones densas de tiestos y obsidiana. Los materiales recuperados en la excavación fechaban para los periodos Posclásico y Colonial (Fowler 1995:8).

En 1990 se realizó un proyecto arqueológico preliminar en Tacuscalco, siempre bajo la dirección de Fowler, en el cual se realizaron una serie de pozos de sondeo a cielo abierto con el objetivo de construir una secuencia cronológica para la región. Basado en el estudio cerámico hecho por los investigadores Howard Earnest y Kathryn Sampeck de los materiales arrojados por los sondeos arqueológicos, parece que la ocupación más temprana que se puede reconocer en el sitio Tacuscalco pertenece al Preclásico Medio Superior, equivalente a la fase Colos de Chalchuapa del año 1000 a 700 AC (Fowler 1995:10).

“Las excavaciones de la llamada iglesia colonial (Estructura 13) revelaron la presencia de dos pisos enterrados uno sobre otro… parece que se trata del piso de un corredor atrás de la iglesia, tal vez con un techo de tejas, muchos fragmentos de los cuales se encuentran en la superficie y en los escombros hallados en la excavación.” (Fowler 1995:11).

En 1994, fue llevado a cabo el “Proyecto de Rescate de recursos arqueológicos del ‘by pass’ de Sonsonate”, por parte de los arqueólogos estadounidenses Howard Earnest y Kathryn Sampeck, en el cual investigaron una serie de sitios arqueológicos del área de Sonsonate, entre ellos se investigó el denominado Sitio 125, el que fue excavado por medio de pozos de prueba y una retroexcavadora, este sitio es parte de Tacuscalco/Nahulingo Colonial y se registró un nivel de tierra blanca joven (TBJ), producto de la erupción del volcán Ilopango ocurrida entre el siglo IV y V DC, bajo esta capa se registró un nivel de ocupación humana. El otro sitio investigado es el Sitio 65, localizado en la ribera oeste del río Ceniza, se trata de un sitio con ocupación del periodo Preclásico Tardío (400 AC a 200 DC), con tiestos abundantes y vestigios de una estructura de 4 x 6 m expuestos en la construcción del ‘by pass’ (Earnest y Sampeck 1995:03).

Desde 1994 hasta 2006, el sitio arqueológico Tacuscalco-Los Cerritos ha sido visitado por una serie de investigadores tanto nacionales como extranjeros ya sea para realizar recorridos, inspecciones, mapeos u otro tipo de actividades relacionadas con el quehacer científico, entre los que destacan: Amaroli, Broillet, Amador, Genovés, Gallardo, Escamilla y Erquicia.

SONDEO ARQUEOLÓGICO

Entre noviembre y diciembre de 2004, se llevó a cabo el sondeo arqueológico que tuvo una duración de cuatro semanas de trabajo de campo. El objetivo principal de este estudio era verificar si existían o no vestigios arqueológicos en un terreno colindante al norte, sur y oeste con el área denominada “Bien Cultural” del sitio arqueológico Tacuscalco-Los Cerritos.

En los trabajos de excavación arqueológica se realizó un total de 29 operaciones de sondeo y una trinchera, las profundidades de estas operaciones variaban de 0.80 m hasta 2 m. En las operaciones 4, 6 y 14 se registraron entierros de la época prehispánica que mostraban diversas prácticas funerarias llevadas a cabo en un mismo tiempo y espacio relativo.

OPERACIÓN 4 (Figura 3)

Se ubicó en el sector noreste del terreno, con una localización de 13° 41′ 47.7″ latitud Norte y 89° 43′ 10.1″ longitud Oeste, con un área de 2 x 2 m, que posteriormente se amplió 1 m hacia el sur quedando un área de excavación de 3 x 2 m. Se excavó por medio de niveles arbitrarios de 0.20 m, y posteriormente por medio de estratos naturales y culturales.

El primer estrato identificado en esta operación, se trata de la capa de humus, su grosor varía entre 0.20 y 0.40 m, se registraron materiales culturales como cerámica (de los periodos Preclásico Tardío y Clásico) y lítica, en especial obsidiana.

El segundo estrato consiste en una tierra de color café, limo arenosa, de consistencia semi-compacta, su grosor varía entre 0.30 y 0.38 m, se registraron materiales culturales como cerámica (del periodo Preclásico Tardío y Clásico Tardío) y lítica, en especial obsidiana.

El tercer estrato consiste en una tierra de color café, de consistencia semi-compacta, su grosor varía entre 0.10 y 0.30 m, en este estrato se localizó la capa de ocupación prehispánica del período Clásico Tardío, en donde se registró el denominado “Entierro 1”, a una profundidad de 0.50 m de la superficie, se localizaron los restos fragmentados de una olla (denominada ofrenda 1) con un diámetro aproximado de 0.45 m, ésta se encontró en su base rodeada de piedras formando un especie de “yagual”. A una profundidad de 0.72 m de la superficie se registraron los primeros restos óseos, consistiendo en fragmentos de un cráneo humano y otro fragmento de hueso no identificado (individuo 1), gradualmente en la excavación a una profundidad de entre 0.68 y 0.89 m de la superficie, se fueron registrando los demás restos óseos de los individuos que en su momento se pensó que eran nueve (2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 9), y las ofrendas cerámicas asociadas a este rasgo arqueológico, que consistieron en un vaso incompleto (ofrenda 2), el cual se encontró rodeado de los cráneos decapitados de los individuos 2, 3, 4, 5, 7 y 8, y los fragmentos de una olla localizada en la esquina noreste de la operación de sondeo, además de dos cuentas tubulares, una de barro con restos de engobe y otra de piedra verde.

En el “Entierro 1”, los restos óseos y las ofrendas se habían depositado en una capa de tierra compacta natural conocida como talpetate, la cual fue cortada en algunos segmentos por los antiguos habitantes de Tacuscalco-Los Cerritos para acomodar y enterrar a sus muertos. Los restos óseos del “individuo1” parecen ser los únicos que se enterraron completos, se encontraban con una orientación de norte a sur (la cabeza en el extremo norte y las extremidades inferiores hacia el sur). Este individuo se encontró en una posición extendida en decúbito ventral (boca abajo), el cual mostraba todavía partes de su extremidad superior derecha y de sus extremidades inferiores. Asociados al “individuo 1”, se registraron los restos de los cráneos de otros individuos (8) —probablemente se trate de acompañantes sacrificiales del individuo principal— todos los restos óseos del “Entierro1” se presentaron en muy mal estado de preservación, lo que dificultó el trabajo de investigación.

El “Entierro 1” es un entierro colectivo en donde se encuentran los restos de entre 7 u 8 individuos, a la vez es directo porque están enterrados en un área delimitada para esta función, en el que se encuentra un personaje principal (individuo 1) que guarda su relación anatómica, sin haber sido removido, lo que indica que es un entierro primario (Figura 4). Los materiales culturales asociados al entierro pertenecen al periodo Clásico Tardío.

OPERACIÓN 6 (Figura 5)

Se ubicó en el sector noreste del terreno, con una localización de 13° 41′ 46.9″ latitud Norte y 89° 43′ 10.6″ longitud Oeste, con un área de 2 x 1 m. Se excavó por medio de niveles arbitrarios de 0.20 m, y posteriormente por medio de estratos naturales y culturales.

El primer estrato identificado en esta operación es la capa de humus, cuyo grosor varía entre 0.30 y 0.40 m, se registraron materiales culturales como cerámica (del periodo Clásico) y lítica, en especial obsidiana.

El segundo estrato consiste en una tierra de color café, de consistencia semi-compacta, el grosor de esta capa varía entre 0.70 y 1 m, en este estrato se localizó la capa de ocupación prehispánica del periodo Clásico Tardío, se registraron materiales culturales como cerámica y lítica, en especial obsidiana, además del hallazgo del denominado “Entierro 2”.

Este rasgo arqueológico consiste en tres sectores en los que se localizaron restos óseos asociados con fragmentos de cerámica y lítica, en donde los habitantes del periodo Clásico de Tacuscalco-Los Cerritos cortaron la capa de suelo inferior, para poder enterrar a sus muertos (Figura 6).

El tercer estrato consiste en una tierra de color café clara, la que era estéril en materiales orgánicos y culturales.

El “Entierro 2” consistió en tres sectores de enterramiento, cada uno de éstos parece ser un entierro directo en que el cuerpo o cuerpos se colocaron en un agujero o depósito hecho en la tierra para este fin, y secundario porque los huesos no estaban en relación anatómica, ya sea porque se trata de los restos de un entierro primario que fue exhumado y enterrado nuevamente.

Los materiales culturales asociados a los tres sectores del “Entierro 2” son contemporáneos con los materiales del “Entierro 1”, perteneciendo al periodo Clásico Tardío (600 a 900 DC).

OPERACIÓN 14 (Figura 7)

Se ubicó en el sector noreste del terreno, con una localización de 13° 41′ 48.1″ latitud Norte y 89° 43′ 12.0″ longitud Oeste, en un área de 2 x 1 m, que después se amplió 0.50 m hacia el sur y hacia el noroeste 2 x 2 m. Se excavó por medio de niveles arbitrarios de 0.20 m, y posteriormente por medio de estratos naturales y culturales.

El primer estrato identificado en esta operación se trata de la capa de humus, su grosor varía entre 0.10 y 0.20 m, se registraron materiales culturales como cerámica (de los periodos Preclásico Tardío y Clásico) y lítica, en especial obsidiana.

El segundo estrato consistió en una tierra de color café, de consistencia semi-compacta, el grosor de esta capa varía entre 0.20 y 0.28 m, en este estrato se localizó la capa de ocupación prehispánica del periodo Clásico Tardío, se registraron materiales culturales como cerámica (del periodo Clásico Tardío) y lítica, en especial obsidiana, además del hallazgo del denominado “Entierro 3”.

El tercer estrato consiste en la capa de toba de color beige amarillenta, limo arenosa de consistencia compacta, con un grosor de 0.05 a 0.10 m. Esta capa es estéril en materiales orgánicos y culturales, sin embargo fue cortada por los habitantes prehispánicos del periodo Clásico Tardío para acomodar espacios para depositar sus muertos.

El cuarto estrato consiste en una tierra de color café claro, de consistencia semi-compacta, su grosor varía entre 0.20 y 0.35 m. El individuo 1 y 2 del “Entierro 3”, se encontraban depositados hasta en este estrato.

El quinto estrato consiste en una tierra de color café oscura, que contiene abundante piedra pequeña, de consistencia semi-compacta, con un grosor de 0.35 m.

El “Entierro 3” estaba conformado por una serie de rasgos que contenían tres individuos, con sus respectivas ofrendas, tanto cerámicas como líticas (Figura 8).

El individuo 1 se encontraba en posición extendida en decúbito ventral (boca abajo), se ubica dentro de la clasificación de entierro primario, ya que el esqueleto guardaba su relación anatómica sin haber sido removido. Éste había sido colocado en un espacio especial, cuando cortaron y excavaron la capa de talpetate para este fin; y además era un entierro colectivo porque se encontraba asociado con otros individuos. A la altura de la cabeza de este individuo se registraron materiales “in situ” ofrendados, se trata de una hachuela de piedra pulida y una “porta orejera” de material lítico no determinado.

El individuo 2 se encontraba 2 m hacia el norte del individuo1 y a 0.20 m del individuo 3, el que se encontraba en una probable posición flexionada sedente (sentado), posiblemente todavía guardaba su posición anatómica, se registró con una ofrenda cerámica de un cántaro tipo Guazapa registrado “in situ”.

El individuo 3 se localizaba al norte de la Operación 14, dentro de una concavidad especialmente hecha para depositarlo en su interior (entierro directo). Dicha concavidad tenía un diámetro de 1.20 m, y sus paredes un ancho de 0.06 m, hechos de barro cocido; este es un tipo de entierro secundario en el que los restos no se encuentran en relación anatómica, ya sea porque fueron despojados intencionalmente de sus partes blandas o porque se trata de los restos de un antiguo entierro primario que fue exhumado y enterrado nuevamente. Dentro de la concavidad se localizó un cuenco cerámico tetrápode como ofrenda a este individuo.

ANÁLISIS BIOLÓGICO

El análisis osteológico de los restos óseos registrados en la zona de enterramiento del sector Ruiz del sitio Tacuscalco-Los Cerritos, fue hecho y elaborado por la bioarqueóloga Licenciada Sally Graver, candidata a doctorado por la Universidad de Ohio, quien amablemente fue colaboradora de este proyecto gracias a la cooperación del Proyecto Arqueológico Ciudad Vieja de la Universidad de Vanderbilt y el director de éste, William R. Fowler. Además, en esta actividad colaboraron las arqueólogas Liuba Morán y Miriam Méndez. El análisis fue realizado durante dos semanas del mes de junio de 2005 en el Laboratorio de Gabinete del Departamento de Arqueología de CONCULTURA.

ENTIERRO 1

En un principio, en la excavación arqueológica se determinó la existencia de entre 8 y 9 individuos en este entierro, pero al realizar el análisis osteológico se logró determinar que existe la posibilidad que algunos restos óseos de los cráneos pertenecían a un mismo individuo y no a varios como se había creído a partir del registro en campo. Los restos óseos de los individuos que en la excavación se denominaron (2 y 3), (4 y 5), son en realidad solamente 2 en lugar de 4; asimismo los restos óseos del individuo registrado como número 6 pertenecen a dos individuos diferentes en lugar de uno como se pensaba.

El Individuo 1 presenta restos fragmentados del cráneo y mandíbula en muy mal estado de conservación. Se registraron los fragmentos de huesos largos y la escápula. Todos los restos, la presencia del tercer molar y el análisis del desgaste dental indican que corresponden a una persona de edad adulta; sin embargo, no se pudo determinar su sexo. Este individuo presentaba aún 17 dientes, los que según el análisis indica que todos mostraban al menos un evento hipoplástico. Según el número de líneas de hipoplasia del esmalte de los dientes (LHE), estos son indicadores de estrés nutricional. Estas huellas demuestran que éste individuo sufrió desnutrición en los primeros años de su vida. Asimismo, se determino que sufrió dos lesiones de caries en la superficie oclusal.

El Individuo 2 (fragmentos de cráneo 2 y 3) está representado por fragmentos de fémur y tibia y por un parietal izquierdo y derecho que corresponden a una persona adulta, presenta unas suturas abiertas lo que indica que este individuo es un adulto joven. Por lo pobre de las muestras el análisis no logró determinar el sexo de esta persona.

El Individuo 3 (fragmentos de cráneo 4 y 5) está representado por fragmentos del cráneo: los parietales, el frontal y el zigomático; las suturas abiertas indican que se trata de un adulto joven. Además presenta 11 dientes con tres lesiones de caries y seis ejemplos de hipoplasia en los dientes (LHE), con la presencia del tercer molar y un desgaste dental general que afirma que es un adulto.

El individuo 4 (cráneo 6a) se identifica por fragmentos de huesos largos y la mandíbula. Se registraron tres dientes con dos lesiones de caries y un evento hipoplástico. El desgaste dental presentado indica que es un adulto joven, su sexo no se pudo identificar.

Individuo 5 (cráneo 6b). Los restos de este individuo consisten en una mandíbula parcial con cuatro dientes. No se determinaron lesiones por caries, pero si un evento hipoplástico. En la mandíbula se registraron nueve glenas observables y dos abscesos. El desgaste dental indica que es un adulto joven de sexo no determinado en el análisis.

Individuo 6 (cráneo 7). Este individuo está representado por fragmentos craneales incluyendo el parietal. Todos corresponden a un individuo de edad adulta y de sexo desconocido por el análisis.

Individuo 7 (cráneo 8). Este individuo presenta una mandíbula con 24 dientes y la parte basilar del cráneo. La fusión de la sutura basilar y el desgaste dental indican que es un adulto. Se observaron cinco lesiones de caries y siete eventos hipoplásticos. El tamaño y estilo de la mandíbula indican que su sexo es masculino.

Varios restos óseos sin asociación directa a los otros individuos. Estos consisten en fragmentos de la temporal izquierda, huesos largos, fragmentos craneales, diez dientes, carpianos y metacarpianos, en los que no hay lesiones de caries, pero si hay cinco eventos hipoplásticos. Todos los restos pertenecen a adultos, sin embargo se desconoce su sexo.

ENTIERRO 2

Individuos 9 y 10. Se registraron restos óseos fragmentados en los que solamente se pudo identificar que algunos de estos fragmentos corresponden a un brazo izquierdo, de los que no se pudo determinar su sexo.

ENTIERRO 3

En esta operación se registraron los cuatro restos óseos de tres individuos de edad adulta y uno de sexo masculino, los otros dos no se logró de terminar su sexo a partir del análisis osteológico.

El individuo 11 presenta el cráneo bien preservado y varios fragmentos óseos, incluyendo la mandíbula, escápula, costillas, vértebras cervicales, huesos largos y pelvis. Posee nueve dientes y cinco más que perdió mientras estaba con vida, no hay lesiones de caries, pero sí tiene un evento hipoplástico y un absceso alveolar. En el fémur presenta una infección periostal en proceso de curación. Los huesos corresponden a un adulto y el desgaste dental indica que era un adulto joven. Su sexo se determinó masculino, debido a las características diamórficas sexuales craneales y la preservación de un fragmento de la pelvis que lo confirma.

El individuo 12 está representado por fragmentos de huesos largos y craneales, incluyendo el occipital, frontal, tibia, fémur, húmero y peroné. El tamaño de los restos óseos fue determinante para indicar que se trataba de un adulto, sin embargo el sexo no fue determinado.

El individuo 13 está representado por fragmentos craneales incluyendo el parietal, frontal, occipital, temporal, maxilar, zigomático y mandíbula. Los huesos postcraneales incluyen el húmero, radio, cúbito, fémur, tibia y peroné. Se recuperaron diez dientes, uno con una lesión de caries y tres eventos hipoplásticos. El desgaste dental, la presencia del tercer molar y el tamaño de los huesos indican que corresponden a un adulto. Su sexo no se logró determinar.

COMENTARIOS FINALES

La investigación arqueológica realizada en Tacuscalco-Los Cerritos, en el denominado sector Ruiz, registró rasgos arqueológicos importantes que se suman al conocimiento y comprensión de la sociedad prehispánica del periodo Clásico de la zona occidental de El Salvador.

Entre estos rasgos arqueológicos destacan los entierros, que forman parte de un contexto amplio del cual se puede obtener información valiosa tanto cultural como biológica. En cuanto a la información cultural, los entierros reflejan las diversas prácticas funerarias que se utilizaron en la época prehispánica en Mesoamérica, por lo que brindan una visión ideológica del significado de la vida a través de los patrones de enterramiento.

El análisis biológico de los restos óseos de los diferentes individuos registrados en esta zona de enterramiento brindó información importante para la comprensión de este periodo en el territorio del occidente de El Salvador. Se determinó que todos los individuos registrados en la zona de enterramiento eran adultos al momento de su muerte; más aun, se pudo determinar a través de la información dental que la mayoría eran adultos jóvenes. En cuanto a la cantidad de materiales óseos no existían muchas muestras de restos postcraneales, pero los restos dentales indicaron que muchos de los individuos analizados sufrieron de estrés biológico o nutricional en su juventud durante el tiempo de crecimiento dental. Asimismo, presentaron lesiones de caries y abscesos que indican que la dieta alimentaria era feculenta.

Se ha determinado por el análisis de los materiales cerámicos y líticos que el sector denominado “zona de enterramientos”, fue utilizado por los antiguos habitantes del periodo Clásico Tardío (600 a 900 DC) del sitio arqueológico Tacuscalco-Los Cerritos.

A la vez, es importante mencionar que en base a la estratigrafía y al análisis de los materiales culturales de las operaciones 1 y 3, las cuales se localizan hacia el este de la denominada “zona de enterramientos”, se pudo observar que debajo de la capa de ocupación con materiales del periodo Preclásico, se encuentran varias capas de sedimentos arenosos que probablemente pertenecían al antiguo lecho del río Ceniza, que posiblemente se encontraba más hacia el oeste de su curso actual. La importancia del río es que tuvo que haber sido el límite este del sitio arqueológico Tacuscalco-Los Cerritos. Es decir que cuando se utilizó la “zona de enterramientos” durante el periodo Clásico, el río Ceniza se encontraba muy cerca de ella, teniendo en cuenta que entre algunas de las antiguas culturas mesoamericanas existía la creencia que después de la muerte se viajaba al inframundo a través de los ríos.

La zona de enterramientos del sector Ruiz del sitio arqueológico Tacuscalco-Los Cerritos mostró que en este espacio fueron utilizadas diferentes prácticas funerarias para sepultar a los muertos, todas estas en un mismo periodo de ocupación, cada una de estas asociadas a los materiales registrados como ofrendas del periodo Clásico Tardío.

REFERENCIAS

Alvarado, Pedro de

  1. Cartas de Alvarado a Cortés. En Documentos Históricos del siglo XVI, para El Salvador, ANALES 52. Departamento de Antropología, Dirección Nacional de Patrimonio Cultural, CONCULTURA, San Salvador.

Earnest, Howard y Kathryn Sampeck

1995        Informe del Proyecto de Rescate de Recursos arqueológicos del by pass de Sonsonate. Inédito. Departamento de Arqueología, CONCULTURA, San Salvador.

Fowler, William R.

1995        Apuntes históricos y arqueológicos sobre Tacuscalco. Inédito. Dirección Nacional de Patrimonio Cultural, CONCULTURA, San Salvador.

Genovés, José Vicente

1999        Tacuscalco-Los Cerritos, un sitio arqueológico en la costa occidental. Inédito. Departamento de Arqueología, CONCULTURA, San Salvador.

Longyear, John M.

1944        Archaeological Investigations in El Salvador. En Memoria del Museo de Arqueología y Etnología de Peabody. Universidad de Harvard, Cambridge.

Larde, Jorge

1926        Índice provisional de los lugares del territorio Salvadoreño en donde se encuentran ruinas y otros objetos de interés arqueológico. En Revista de Etnología, Arqueología y Lingüística I (3-6):213-221, San Salvador.

Ministerio de Obras Públicas.

1985        Diccionario Geográfico de El Salvador, tomo I y II. Instituto Geográfico Nacional Ing. Pablo Arnoldo Guzmán, San Salvador.

Figura 1 Mapa de la República de El Salvador, en donde se ubica el sitio arqueológico Tacuscalco-Los Cerritos, en el municipio de Nahulingo, departamento de Sonsonate

Figura 2 Plano general del sitio arqueológico Tacuscalco-Los Cerritos y área de sondeo arqueológico sector Ruiz (Tomado de plano general topográfico de Los Cerritos, de la propiedad de FALCON S.A. de C.V., 1994, con el levantamiento arqueológico realizado por: Howard Earnest, 1995, Inédito en el Departamento de Arqueología de CONCULTURA.) Diseño en Auto Cad: Víctor Jiménez, Flor de María Somoza, Liuba Morán. Adaptaciones: Alejandra González, 2005

Figura 3 Vista del corte estratigráfico de la pared norte de la operación 4. Capa I: se trata de una capa de tierra de color café oscura, limo arenosa, de consistencia semi-compacta que contiene raíces y hojarascas, se trata de la capa de humus, en donde se registraron materiales culturales. Capa II: tierra de color café, limo arenosa, de consistencia semi-compacta, se registraron materiales culturales. Capa III: tierra de color café, con abundantes piedrín, de consistencia semi-compacta, en este estrato se localizo la capa de ocupación prehispánica del periodo Clásico Tardío, en donde se registró el denominado “Entierro 1”. Dibujo: Francisco Galdámez. Adaptaciones: Diego González y Alejandra González

Figura 4 Vista general de planta del “Entierro 1”, en la operación 4, ubicado en la denominada “zona de enterramientos” del sitio Tacuscalco-Los Cerritos. Dibujo: Francisco Galdámez. Adaptaciones: Diego González y Alejandra González

Figura 5 Vista del corte estratigráfico de la pared norte de la operación 6. Capa I: se trata de una capa de tierra de color café oscura, limosa, de consistencia semi-compacta, se registraron materiales culturales. Capa II: tierra de color café, limo arenosa, de consistencia semi-compacta, contiene algunas piedras, en este estrato se localizo la capa de ocupación prehispánica del periodo Clásico Tardío, además del “Entierro 2”. Dibujo: Francisco Galdámez. Adaptaciones: Diego González y Alejandra González

Figura 6 Vista general de planta del “Entierro 2”, en la operación 6, ubicado en la denominada “zona de enterramientos” del sitio Tacuscalco-Los Cerritos. Dibujo: Francisco Galdámez. Adaptaciones: Diego González y Alejandra González

Figura 7 Vista del corte estratigráfico de la pared norte de la operación 14. Capa I: tierra negra, limo arenosa, de consistencia semi-compacta, se registraron materiales culturales. Capa II: tierra de color café, limo arenosa, de consistencia semi-compacta, en este estrato se localizo la capa de ocupación prehispánica del periodo Clásico Tardío, además del hallazgo del denominado “Entierro 3”. Capa III: de toba de color beige amarillenta, limo arenosa de consistencia compacta, esta capa es estéril en materiales orgánicos y culturales, sin embargo fue cortada por los habitantes prehispánicos del periodo Clásico Tardío para enterrar y acomodar espacios para depositar sus muertos. Capa IV: tierra de color café claro, limo-arenosa contiene raíces y es de consistencia semi-compacta, el individuo 1 y 2 del “Entierro 3”, se encontraban depositados en este estrato. Capa V: tierra de color café oscura, limo arenosa, contiene abundante piedra, de consistencia semi-compacta. Dibujo: Francisco Galdámez. Adaptaciones: Diego González y Alejandra González

Figura 8 Vista general de planta del “Entierro 3”, en la operación 14, ubicado en la denominada “zona de enterramientos” del sitio Tacuscalco-Los Cerritos. Dibujo: Francisco Galdámez. Adaptaciones: Diego González y Alejandra González

Figura 9 Vista de Los Cerritos

Figura 10 Vista de Los Cerritos

Figura 11 Entierro 1, Ofrenda 1

Figura 12 Entierro 1

Figura 13 Entierro 2

Figura 14 Entierro 3

Figura 15 Ofrenda del Entierro 3, Individuo 2

Figura 16 Entierro 3, Individuo 3

Figura 17 Entierro 3, Individuo 1 

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