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Putzeys, Yvonne, Eddy Joaquín, Sheila Flores Mendía y Julio Ajín
2009 Excavaciones en el antiguo mercado de San Pedro Sacatepéquez, Guatemala: Resultados preliminares. En XXII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2008 (editado por J.P. Laporte, B. Arroyo y H. Mejía), pp.1-12. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).
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EXCAVACIONES EN EL ANTIGUO MERCADO DE
SAN PEDRO SACATEPÉQUEZ, GUATEMALA:
RESULTADOS PRELIMINARES
Yvonne Putzeys
Eddy Joaquín
Sheila Flores Mendía
Julio Ajín
Departamento de Monumentos Prehispánicos y Coloniales, DGPCN, Fundación de Antropología Forense de Guatemala y Universidad San Carlos de Guatemala
ABSTRACT
EXCAVATIONS IN THE OLD MARKET OF SAN PEDRO SACATEPÉQUEZ, GUATEMALA:
PRELIMINARY RESULTS
As part of the 2007 public works program of the Municipality of San Pedro Sacatepéquez, a multi-sport playing field was constructed in the area formerly occupied by the old municipal market. This area, separated from the parish church by a single street, also includes the old cemetery of the community, hence the reason for combining the efforts of the town council, the Dirección General del Patrimonio Cultural y Natural (through the Departamento. de Monumentos Prehispánicos y Coloniales), the Fundación de Antropología Forense de Guatemala, and students from the Escuela de Historia – Área de Arqueología (Universidad de San Carlos de Guatemala) to undertake the Salvage and Testing-pitting Project on Calle 3ª between 6th and 7th Avenidas in Zone 4 of this municipality. Archaeological research in urban areas entails modifications to traditional field methodology to address the constant presence of the public, who has a genuine interest in the findings and investigative process, particularly when dealing with funerary contexts. At the same time, one should consider the varied uses this area has had, including as a cemetery, uncultivated lot, municipal market, and today, a sports field, and all the implications with each change of use. Among the many findings of this Project, special mention should be made of thirty burials, many of which were well preserved and contained offerings.
La investigación arqueológica a través de la excavación y del análisis de los materiales recuperados durante ese proceso, tiene como objetivo primordial la reconstrucción de los hechos históricos de un grupo humano en un área y durante un momento determinado. Es por eso que el trabajo persigue el conocimiento del hombre del pasado en base a sus restos materiales, y el Proyecto de Sondeo y Rescate en el antiguo mercado municipal de San Pedro Sacatepéquez (3ª calle entre 6ª y 7ª Avenidas, zona 4), no constituye la excepción, sino por el contrario, fue la valiosa oportunidad de estudiar arqueológicamente por primera vez una de las poblaciones, que aunque cercana a la ciudad capital, ha conservado de forma más arraigada sus rasgos culturales.
Entre las muchos cambios que trajo consigo la empresa de conquista y colonización de los españoles en Guatemala, estuvo obviamente, la imposición de la religión católica y con ello la construcción de iglesias, las cuales se convirtieron en el eje de las poblaciones, ya que frente a ellas se ubicaba la plaza y alrededor se construían los demás edificios, tanto públicos como privados. Este patrón se repitió por lo largo y ancho del país, cambiando además de forma radical el área de enterramientos de la forma usual en la época prehispánica -debajo de las casas-, al interior del templo y en sus alrededores (frente y laterales), llamándose por eso Camposanto, por encontrarse en “tierra santificada”. El derecho de ser enterrado en el camposanto se adquiría conforme la posición social y económica de la persona, así entre mayores medios más cerca era enterrada del Altar Mayor y viceversa (Putzeys 2002).
En San Pedro Sacatepéquez se repitió este mismo patrón, razón que explica la localización de los restos óseos en la 3ª calle que corre de este a oeste, paralela a la iglesia, es pues esta área la que cumplió función funeraria, por al menos tres siglos consecutivos. El concepto de cementerio tal y como lo conocemos hoy en día, fue introducido por el régimen liberal de Justo Rufino Barrios y el primero que se construyó como una obra civil y no religiosa fue el Cementerio General de la Ciudad de Guatemala, en 1882. Posteriormente, se hicieron los del resto del país, empezando por los de las cabeceras departamentales y continuando con los de las poblaciones aledañas a la ciudad (Rivera Álvarez 1999). Lo anterior permite enmarcar temporalmente la mayoría de los entierros de manera confiable, además de los materiales principalmente cerámicos localizados, asociados a los mismos, los cuales representan, por supuesto, una valiosa fuente de información sobre la condición social y cronología de las personas inhumadas.
El proyecto se conformó debido al hallazgo fortuito de varios restos óseos humanos y tiestos cerámicos asociados, durante la excavación para la construcción de una cancha polideportiva en el municipio. Este hecho derivó en una primera inspección de los hallazgos por personal técnico del Departamento de Monumentos Prehispánicos y Coloniales DEMOPRE – IDAEH, concluyéndose en la necesidad de realizar un sondeo y rescate arqueológico.
La ejecución del proyecto no hubiera sido posible sin el apoyo conjunto de la Municipalidad de San Pedro Sacatepéquez, específicamente del Alcalde Florentín Boror Tunche, de la Dirección General del Patrimonio Cultural y Natural a través del DEMOPRE, la Fundación de Antropología Forense de Guatemala FAFG y la Escuela de Historia de la Universidad de San Carlos de Guatemala, con la participación del Arqueólogo y Perito forense Eddy Joaquín y el estudiante de Arqueología Julio Ajín. Estas últimas personas son originarios de San Pedro Sacatepéquez, lo que le imprimió un matiz especial, debido al interés que generó en los vecinos la realización de las excavaciones por sus propios “paisanos”, motivo de más para que el proceso se llevara a cabo con detalle y claridad, ya que el mismo era observado de continuo, por algunos con simple curiosidad y otros con recelo por el tratamiento y el destino que tendrían las osamentas ubicadas.
Constituye pues este proyecto, aunque modesto en presupuesto y de corta duración, un elemento importante para el conocimiento de la historia de San Pedro Sacatepéquez, pudiendo a la vez, colaborar, aunque sea de forma mínima, en el fortalecimiento de la identidad local, especialmente de las nuevas generaciones, que son las más vulnerables a la pérdida de los valores tradicionales y con ello su memoria histórica. Esta ponencia pretende no sólo describir los resultados del proyecto, sino interpretarlos de forma que sean entendibles para todo el que los lea y pueda ser el punto de inicio de futuras y mejores investigaciones locales, despertando el interés del conocimiento por su historia en todos los “san pedranos”.
INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS
Las excavaciones de sondeo y rescate arqueológico en la 3ª calle entre 6ª y 7ª avenida de la zona 4, del municipio de San Pedro Sacatepéquez, del departamento de Guatemala, permitieron la identificación de rasgos arqueológicos y la recuperación de una considerable cantidad de material arqueológico, en un área que pese a las constantes intervenciones se constituye como una rica fuente de información cultural (Figura 1).
Los materiales arqueológicos, representados en su mayoría por restos óseos humanos y otros como cerámica, lítica, metales y desechos recientes, son indicadores de la presencia humana en el lugar, y asimismo, evidencia arqueológica del desarrollo histórico de la población, en un espacio y tiempo determinado (Figuras 2 a 10). En este caso, por el contexto y las características de los hallazgos arqueológicos, se define claramente como un área destinada para los enterramientos de la población, en época histórica (colonial y/o republicana).
La investigación, se suma a la lista de los pocos trabajos efectuados en Guatemala, en este tipo de contexto histórico. De los que se hace mención, los realizados en la iglesia de la Santísima Trinidad de la ciudad de Chiquimula (Putzeys et al. 2006), en la plaza central de Santa María de Jesús, Sacatepéquez (Ramos et al. 2002), en la plaza central de Santa Catarina Palopó, Sololá (Rafael Castillo, comunicación personal 2007), en la iglesia católica de Cubulco, Baja Verapaz (Flores 2005), en la plaza central de San Martín Jilotepeque, Chimaltenango (Joaquín 2005), en el parque central de Nebaj, Quiché (Ortega y Joaquín 2004), en el parque Centro América de la ciudad de Quetzaltenango, en algunos espacios de edificaciones religiosas en Antigua Guatemala, Sacatepéquez (Lemus 1992), y en el Parque Enrique Gómez Carrillo de la Ciudad Capital (Gutiérrez 2003),
Con base a los hallazgos preliminares y el estado del área, se trazaron ocho operaciones; siete en lado sur y una en el lado este, a fin de cubrir el mayor espacio posible. Se utilizaron excavaciones verticales y horizontales, es decir pozos y trincheras. Los pozos se identificaron con la literal A y las trincheras con la literal B. Cada excavación se definió como una operación y cuando fue necesario se realizaron ampliaciones.
La nomenclatura establecida para la investigación fue la siguiente: 3C SPS/A–B/1/1, misma que consta de cuatro partes. La primera, corresponde a las siglas del lugar de excavación: 3ª calle de San Pedro Sacatepéquez; la segunda, una literal en mayúscula que se refiere a la operación (pozo o trinchera); la tercera, el número de operación; y cuarta, el número de nivel arbitrario. La referencia inicial para cada nivel fue la superficie de la calle, y cada nivel constó de 0.20 m de grosor.
En tres de los pozos se hicieron ampliaciones, teniendo presente que fue en estos donde se concentró la evidencia arqueológica. La excavación de las trincheras permitió la unión del espacio distante entre cuatro de los pozos, y a la vez cubrir el 95% de la totalidad del área investigada.
La mayor cantidad del material arqueológico, estaba representado por restos óseos humanos. En estos se caracterizaban tres tipos de hallazgos: 1) fragmentos óseos dispersos, 2) concentración de restos óseos no articulados, y 3) restos óseos articulados. En el primero, se identificaron como Huesos Varios y para su registro se agregó el número de nivel en el que se localizaron. En el segundo, se decidió tratarlos como Lotes Funerarios, debido a que durante el trabajo de excavación no era posible determinar si correspondían a un solo individuo, o si en varios Lotes se hallaban los restos de un mismo individuo, (el análisis osteológico, proporcionará dicha información). Los restos articulados se catalogaron como Entierros, y les fue asignando un número correlativo, de acuerdo al orden en que iban ubicándose dentro de cada operación.
Dentro del material cerámico, se encontraron tiestos, vasijas y otros artefactos arqueológicos como malacates y figurillas. En los casos en que algún artefacto arqueológico se pudo asociar a determinado entierro, se identificó como ofrenda. Por cuestiones de registro, otros artefactos arqueológicos (también ofrendas) por su cercanía, se asociaron a un lote funerario y en todo caso, directamente a la operación, indicando asimismo, el lugar de su ubicación.
La evidencia más temprana de ocupación, está representada por la localización de algunos fragmentos de navajas de obsidiana, en tres de las operaciones (3C SPS/A/1, 3C SPS/A/2 y 3C SPS/B/1), aunque entremezclados con materiales de distinta temporalidad, son un indicio de herramientas utilizadas, seguramente en época prehispánica y/o en los primeros años de la Colonia.
Los restos óseos, catalogados como Huesos Varios, Lotes Funerarios y Entierros, nos permiten conocer por un lado, las alteraciones que ha sufrido el terreno, y por el otro, los rasgos y costumbres funerarias de los antiguos habitantes, lo que a la vez, nos requiere ubicar cronológicamente acontecimientos históricos del pueblo, ya sea de carácter cultural, social o económico.
Con las particularidades de los 32 entierros recuperados, es posible establecer un patrón de enterramiento, en el cual, los puntos cardinales este y oeste, fueron los referenciales para la deposición de los cuerpos. Se depositaron 27 con el cráneo orientado hacia el oeste, y cinco, con el cráneo hacia el este, mientras que todos fueron colocados en decúbito dorsal extendido.
Se les considera entierros secundarios, debido a que de una u otra forma, han sido impactados por la introducción de las tuberías de concreto y PVC, a partir de finales de la década de 1970 (varios vecinos se acercaron, y comentaron que las dos tuberías referidas, se introdujeron después del terremoto del 4 de febrero de 1976, sin precisar una fecha exacta).
En algunos casos es claro observar que los esqueletos, corresponden a entierros colectivos, como por ejemplo, los Entierros 1, 2, 3, 4, 8 y 9 de la Operación 3C SPS/A/1 o los entierros individuales (2, 4 y posiblemente 8) de la Operación 3C SPS/B/1. Mientras que en otros casos, será necesario que posteriormente se revise con detalle las fichas de registro, y contrastar la información con fotografías y dibujos.
La información relacionada al sexo y edad aproximada de cada entierro, se estará anotando, al finalizar el análisis osteológico, teniendo presente que por el estado de conservación, no era posible estimar en campo, el sexo al que pertenecen. Sin embargo, con base a la morfología ósea, del total de los entierros localizados, 28 corresponden a individuos adultos y cuatro a individuos subadultos.
Según los resultados de las excavaciones arqueológicas, el área bajo investigación, muestra varios momentos de ocupación. Entre los primeros restos óseos depositados y alterados se mencionan, los Lotes Funerarios 6 y 7, y 5 y 7 de las Operaciones 3C SPS/A/1 y 3C SPS/B/1, respectivamente, y posiblemente el Entierro 14 de la Operación 3C SPS/A/1.
La ubicación de entierros impactados por otros depositados posteriormente, apoya la hipótesis de la reutilización del terreno, como pudo ser observado en los Entierros 6, 11 y 12 de la Operación 3C SPS/A/1, los Entierros 3 y 4 de la Operación 3C SPS/A/4 y los Entierros 1, 2 y 3 de la Operación 3C SPS/B/1. Paralelo a ello, es de anotar las fosas comunes o entierros colectivos de las Operaciones 3C SPS/A/1 y 3C SPS/A/4. No obstante, aún no se puede establecer la temporalidad de algunos, es decir, si en realidad corresponden a entierros individuales, y de ser así, cuales son los más tempranos, o tardíos, o si algunos pueden ser contemporáneos. Todo esto debe apoyarse por lo contenido en los documentos y archivos de la época, que puedan ser encontrados.
En los Entierros 2, 5, 6 y 7 de la Operación 3C SPS/A/1, Entierro 5 de la Operación 3C SPS/A/4, Entierro 4 de la Operación 3C SPS/B/1 y Entierro 1 de la Operación 3C SPS/B/2, se localizaron vasijas cerámicas y otros artefactos arqueológicos (anillos, por ejemplo) depositados como ofrendas. De lo anterior, se define un patrón en específico para el lugar de colocación, ya que en los siete entierros se hallaron asociadas a las extremidades inferiores y únicamente en el Entierro 5 de la Operación 3C SPS/A/1 se ubicaron además, abajo de la extremidad superior izquierda de dicho entierro.
Otras ofrendas recuperadas, se localizaron en contexto secundario, como en el caso del cántaro policromo (Ofrenda 1) de la Operación 3C SPS/A/1, o bien las dos vasijas monocromas y la vasija policroma asociada a los Lotes Funerarios 1 y 2 de la Operación 3C SPS/B/1, mismas que con seguridad, fueron removidas al ser introducidas las tuberías, ya referidas.
Es de resaltar, la riqueza y variedad cultural de las ofrendas, puesto que se cuenta con cántaros, cuentas de collar, figurillas, malacates y un silbato, cuya elaboración recuerda las tradiciones cerámicas prehispánicas (Chinautla policromo, por hacer mención) y la tradición colonial (mayólica). Al hablar de la procedencia, sobresale la taza (Operación 3C SPS/A/1) y la figurilla, ambas de porcelana (Operación 3C SPS/B/1), que aunque aun no se conozca con seguridad el lugar de origen, fueron traídas de algún país de Europa actual.
Algo difícil de establecer es que si los cuerpos fueron enterrados directamente en el subsuelo o depositados en ataúdes, debido a que solo en el Entierro 6 de la Operación 3C SPS/A/1 y en el Lote Funerario 6 de la misma operación, se encontraron clavos asociados. Para ello, la revisión de documentos de ordenanzas y disposiciones funerarias de la época, permitirá ampliar el tema, ya que es posible que con base a la ubicación y su relación al templo católico, se pueda establecer el status económico y social de las personas enterradas. Puesto que pudieron haber sido envueltas en ponchos, petates o algún otro material perecedero, de los que, son escasas las posibilidades de recuperar evidencia arqueológica alguna.
Con el hallazgo de los vestigios del muro, en las Operaciones 3C SPS/A/1, A/2, 3C SPS/B/1, B/2 y en parte de la Operación 3C SPS/B/3, se consideró, haber encontrado el límite del área ocupada por los entierros. Pero como se anotó en la descripción de la Operaciones 3C SPS/A/1 y 3C SPS/B/1, la evidencia arqueológica se extendía unos 0.50 m más al norte. Dicho muro, probablemente refiera a la disminución del terreno de la iglesia, un hecho histórico relevante y de importancia en el entendimiento del área. Lo anterior permite inferir que su construcción fue en una época en la que la iglesia ya no era la encargada de la administración del camposanto o cementerio, teniendo presente el marco ideológico del tema de la muerte durante la época colonial.
Asimismo, con base a las Operaciones 3C SPS/A/3 y 3C SPS/A/5, se puede proponer tentativamente el límite norte y este, respectivamente, del antiguo lugar de enterramiento, debido a la casi nula presencia de restos óseos en las excavaciones. Contrario al límite oeste, del que no se investigó, aunque puede aproximarse con la referencia de la existencia de los vestigios del mismo muro localizado, en estas excavaciones, que al parecer llega a unirse con la esquina noroeste de la iglesia católica, y por el lugar de ubicación de restos óseos con anterioridad. El límite sur, se define con la pared norte de la iglesia, sin ser un factor determinante el hecho de que las dimensiones de la actual construcción o de otras hayan variado, tomando en cuenta que hasta la fecha, se sabe que los edificios de la administración religiosa del pueblo, siempre han ocupado el mismo lugar. Hasta este momento, no se sabe con certeza si a inicios de la época Colonial, en San Pedro haya sido asentado en algún otro lugar, o si la iglesia que fue destruida por el terremoto de 1976 haya representado la construcción original, o si se trataba de otra versión.
La Operación 3C SPS/A/2 denominada como “pozo maestro”, permitió conocer parcialmente la estratigrafía del terreno, y a la vez el espacio ocupado por la evidencia arqueológica. Los restos óseos, tanto articulados como removidos, y el muro, se hallaron a partir de los 0.25 m hasta aproximadamente los 0.65 m de profundidad, lo que también fue observado en las Operaciones 3C SPS/A/1, 3C SPS/A/4, 3C SPS/B1 y 3C SPS/B/2.
El tubo de cobre encontrado en la Operación 3C SPS/A/2, nos indica otra temporalidad, ya que según la versión de los pobladores, éste se empezó a utilizar para el servicio de agua potable en años anteriores al movimiento telúrico de 1976.
Para finalizar, las investigaciones y todos los materiales arqueológicos recuperados permitieron hacer una aproximación a la historia del municipio de San Pedro Sacatepéquez. Se espera que posteriormente, con los resultados del análisis cerámico y osteológico, y la investigación de archivo, se concluya con la reconstrucción del área, por ser la evidencia material de la cultura de un pueblo que remonta sus orígenes a la primera mitad del siglo XVI.
REFERENCIAS
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Rivera Álvarez, Ramiro
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Figura 2
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Figura 8
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Figura 10