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Götz, Christopher M.
2009 ¡Venados para todos!: Diferencias socioeconómicas en el uso de animales vertebrados en las Tierras Bajas Mayas del Norte. En XXII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2008 (editado por J.P. Laporte, B. Arroyo y H. Mejía), pp.873-889. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).
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¡VENADOS PARA TODOS!: DIFERENCIAS SOCIOECONÓMICAS EN EL USO DE ANIMALES VERTEBRADOS EN LAS TIERRAS BAJAS MAYAS DEL NORTE
Christopher M. Götz
Facultad de Ciencias Antropológicas, Universidad Autónoma de Yucatán
ABSTRACT
DEER FOR EVERYONE?: SOCIOECONOMIC DIFFERENCES AND THE USE OF VERTEBRATE ANIMALS IN THE NORTHERN MAYA LOWLANDS
In this work I explore the zooarchaeological data regarding socioeconomic distinctions in the use of vertebrate animals in the northern Maya lowlands. Presented here are the results of faunal analysis from the sites of Chichen Itza, Dzibilchaltun, Yaxuna, and Siho. Taxonomic profiles, skeletal frequencies, and the taphonomy of the skeletal remains from the various sites are contrasted to specifically demonstrate differential use of vertebrate animals by different socioeconomic levels of prehispanic Maya society in the Classic period (ca. AD 600-1100). Socioeconomic differentiation in vertebrate animal use shows clear variations at the inter- as well as intra-site level, indicating that the prehispanic Maya diet was strongly governed by socioeconomic features and, consequently, probably by variations in the areas where these fauna were obtained.
La diferenciación socioeconómica entre sociedades prehispánicas y prehistóricas ha sido debatida referente a una serie de rasgos arqueológicos. En principio se parte de la idea que una diferenciación socioeconómica se presenta por diferencias en la distribución y acceso a materias primas, acentuándose por el intercambio de bienes de consumo y lujo (Hirth 1992:19-22; Sharer 1994:453). El resultado del intercambio de bienes, se presume, llevó finalmente a la creación de sociedades complejas, argumentándose que diferencias socioeconómicas deben verse como resultado de la existencia de sociedades complejas en sí (Shaw 1991:20).
Tomando en consideración lo descrito, queremos evaluar en este artículo las diferencias socioeconómicas en cuanto a una manifestación de la vida diaria muy importante de la cultura Maya prehispánica del Clásico Tardío y Terminal de las Tierras Bajas del Norte, la alimentación cárnica. La alimentación es vista como una expresión tanto de la identidad de un grupo como de sus potenciales de acceso a ciertos bienes (Smith 1987), por lo que grupos de distintos estratos socioeconómicos podrían manifestar diferencias en el consumo. Veremos en este artículo el consumo manifestado en el registro arqueológico desde un ángulo específico, el de la zooarqueología, partiendo de los vestigios faunísticos encontrados en contextos arqueológicos.
Los restos esqueléticos faunísticos que en este trabajo se analizan han sido ubicados en asociación a las estructuras de origen y función doméstica, interpretándose entonces como restos de la comida (O’Connor 2003). La asociación de abundantes restos de animales y estructuras domésticas es un patrón que se encuentra a lo largo del área Maya en general (Emery 1997, 2003; Haviland y Moholy-Nagy 1992:55; Pendergast 1992:69). Los contextos arqueológicos que pretendemos cotejar para llegar a definir una diferenciación en cuanto a la economía social del acceso a y uso de alimentos son en este sentido basureros, ya sean primarios o secundarios, asociados a unidades habitacionales. La diferenciación socioeconómica de los basureros se basa en el general y detallado aspecto del carácter y de la morfología de las unidades habitacionales a las que están asociados, ya que son estas últimas quienes guardan suficiente información arqueológica para intentar reconstruir la posición socioeconómica de sus antiguos habitantes.
MARCO CONCEPTUAL
En cuanto a la sociedad Maya prehispánica se considera tradicionalmente que hay una clara diferenciación entre personas pertenecientes a la llamada élite y personas “no-élite” (Sharer 1994:490). El término élite aplica según este esquema para un grupo pequeño de personas dentro de una sociedad que posee poder, riqueza (Chase y Chase 1992b:3; Tourtellot, Sabloff y Carmean 1992:80) y puede obtener, controlar, producir y movilizar grandes cantidades de materias primas y bienes de prestigio (Hirth 1992:18-20), siendo en la mayoría de los casos únicamente los últimos dos puntos –referentes al manejo de materias primas y de bienes de prestigio- revisables por parte de la arqueología (Kowaleski, Feinman y Finsten 1992:259).
Desde la arqueología y referente al área Maya se ha contemplado que las diferencias socioeconómicas pueden hacerse visibles ya sea en cuanto a jerarquías entre asentamientos de distinto tamaño, ubicación y morfología (Garza y Kurjack 1980; Shaw 1991), por la arquitectura doméstica de unidades habitacionales dentro de los sitios (Kurjack 1974, 1979, 1999a, 1999b, 2003), por la presencia o no de bienes de lujo y traídos de larga distancia en los contextos domésticos (Chase y Chase 1992a; Flannery 1968) o por el estado de salud de los restos humanos hallados en excavaciones arqueológicas (Tiesler y Cucina 2004).
Sin embargo, la sola presencia de estos rasgos no ha demostrado ser apta para identificar la presencia de personas de élite en sí en el contexto arqueológico (Chase y Chase 1992b:5,11; Chase 1992:33) y la sociedad Maya prehispánica es vista actualmente como altamente compleja, consistiendo de más de dos estratos sociales o socioeconómicos (Chase y Chase 1992b:11; Chase 1992:32; Collins 2002:47-8; Kurjack 1974:5; Sabloff 1991:84ss.), así que los rasgos tradicionalmente utilizados para el reconocimiento de la élite representan más bien una serie de estratos socioeconómicos de diferente rango (Tourtellot, Sabloff y Carmean 1992:80).
Diferencias socioeconómicas se han definido en el área Maya norteña para distintos niveles. Por un lugar se considera que hubo un desnivel entre los distintos sitios prehispánicos, que se expresa en el tamaño, la forma y la realización arquitectónica localizada en cada uno. Garza y Kurjack (1980) y Velázquez et al. (1988) definieron varios rangos que van desde el I hasta el IV, siendo sitios del rango I los más grandes y presumiblemente poderosos, mientras que sitios del rango IV se consideraban como los más pequeños y de menos influencia hacia el entorno externo. En este sentido es posible que las jerarquías regionales de los asentamientos podrían ser consideradas como los indicadores más generales de una diferenciación socioeconómica de la sociedad Maya prehispánica (Garza y Kurjack 1980:18; Shaw 1991:26), aunque debemos aplicar los rangos para un cotejo socioeconómico sólo bajo la premisa de que se considere la probable diferencia cronológica y el estado de investigación actual entre las manifestaciones morfológicas de los sitios en cuestión (Götz 2008:60ss.).
Al nivel interior de los sitios se considera que la morfología, el tamaño y la arquitectura pétrea de las unidades habitacionales puede informar sobre el estatus socioeconómico de los antiguos habitantes (Kurjack 2003:275), aunque tanto el acceso a la materia prima como la manifestación arquitectónica en sí pueden variar según subregiones y periodos cronológicos (Tourtellot, Sabloff y Carmean 1992). En este sentido se considera apropiada la arquitectura doméstica para investigar las diferencias socioeconómicas en un sitio, porque ésta representa un carácter permanente y predominantemente funcional, a diferencia de artefactos, que pueden, por medio de ofrendas, donaciones, préstamos, o desecho, haber llegado a contextos ajenos a su origen y destino deseado original (Tourtellot, Sabloff y Carmean 1992:81).
El estrato socioeconómicamente superior de la sociedad Maya prehispánica se caracteriza por construcciones palaciegas, es decir edificios de cuartos múltiples, construidos encima de plataformas altas edificadas con una gran inversión de trabajo y costos (Kurjack 2003:274-5); un patrón de diferenciación morfológica de la vivienda vale tanto para los Mayas prehispánicos como para otros pueblos (Chase y Chase 1992b:4,6; Haviland y Moholy-Nagy 1992:51; Smith 1987). Las funciones domésticas de las estructuras palaciegas se fundamentan no sólo en la presencia del material faunístico asociado en sí, sino también por construcciones para contener agua, piedras de molienda y cerámica doméstica situada cerca de éstos (Cottier 1982; Gallareta 1984; Götz 2001; Kurjack 1974, 2003; Kowalski 2003). La existencia de personas de otros estratos socioeconómicos en o cerca de las estructuras palaciegas puede manifestarse y ser razón de la acumulación de algunos de los materiales mencionados arriba (Haviland y Moholy-Nagy 1992:51,54).
Fuera de los palacios se localizan en el área Maya edificios de distintos niveles de morfología, tamaño y construcción, con uno a cinco cuartos (Kurjack 2003:275). Así se han hallado, por ejemplo en los sitios prehispánicos de Copan, Honduras (Webster 1989), Yaxchilan y Palenque, Chiapas (Schele y Freidel 1990), y Sayil, Yucatán (Tourtellot, Sabloff y Carmean 1992), estructuras de alta calidad arquitectónica, pero presuntamente no habitadas por miembros inmediatos de la élite Maya prehispánica de los respectivos sitios. Casas que han sido identificadas como pertenecientes al “estrato medio” están tipológicamente ubicadas entre los palacios y las casas simples perecederas, combinando en ocasiones los elementos constructivos de ambos en una sola edificación (Kurjack 2003:280). La población simple y de estrato socioeconómico bajo de los Mayas prehispánicos habitaba, en la región que nos compete, casas pequeñas y simples, cuyo rasgo arqueológico frecuente es únicamente un fundamento de piedra (Chase 1992:33; Johnston y Gonlin 1998:141; Kurjack 1974, 1979, 2003:278).
Estudios etnográficos han demostrado que diferencias sociales y socioeconómicas de estatus pueden manifestarse, fuera de lo concerniente a la arquitectura y los bienes de posesión, en la preparación y el consumo alimenticio (Smith 1987:311). Propósito del presente análisis es revisar esta postura en cuanto a los rangos arqueológicos de los Mayas prehispánicos de las Tierras Bajas del Norte, para hacer evidente por ejemplo si ha habido diferencias en cuanto al acceso a y consumo alimenticio de ciertos animales. Los Mayas prehispánicos utilizaron animales vertebrados para una serie de aspectos, entre los cuales fueron de mayor importancia el consumo y la elaboración de artefactos (Emery 2001; Pohl 1990). Investigaciones zooarqueológicas en las Tierras Bajas Centrales han demostrado claras diferencias en cuanto a la alimentación de las personas identificadas como élite y aquellas no pertenecientes a este estrato (Pendergast 1992:69; Pohl 1990:162). En este sentido son de especial importancia los bienes de consumo –alimenticio- exclusivos, dependiendo de las condiciones ambientales en las que se encontraba el contexto dado (Pohl 1990), lo que se refiere al fácil o difícil acceso a animales para el consumo (Pohl 1990; Shaw 1991:15).
Según Collins (2002:44) puede, desde el punto de vista zooarqueológico, diferenciarse el estatus por patrones de alimentación mediante cuatro puntos: 1) la cantidad y variabilidad taxonómica de las especies utilizadas, 2) la presencia de ciertas especies y de determinadas partes de especies usadas para el consumo, 3) huellas de actividad antrópica manifestadas en los huesos, y 4) finalmente en la distribución espacial de los especímenes en el contexto arqueológico. En este sentido se postuló por Collins, basándose en la corriente de la North American Slave Archaeology (Collins 2002:47) que los estratos socioeconómicos bajos deberían mostrar una mayor variabilidad en los perfiles taxonómicos junto con partes pobres en carne de animales considerados “exclusivos o de prestigio“, en basureros asociados a sus unidades habitacionales. Los huesos de los animales de prestigio estarían además fuertemente fragmentados, testimonio de su intensa utilización, mientras que acumulaciones de huesos faunísticos asociadas a unidades habitacionales de alto estatus deberían, como consecuencia, contener huesos de pocas especies ricas en carne (Collins 2002).
MATERIALES Y TÉCNICAS
La región que en este estudio se analiza está situada en el ámbito de las Tierras Bajas del Norte, comprendiendo a los estados modernos mexicanos de Campeche y Yucatán. El material faunístico de los sitios abarca el tiempo entre el Clásico Tardío y Terminal, presentándose una muestra de información zooarqueológica de aproximadamente 400 años. Los asentamientos prehispánicos sujetos al análisis se ubican tierra adentro e incluyen a Chichen Itza, Dzibilchaltun, Yaxuna y Siho.
El sitio de Chichen Itza, ciudad cosmopolita Maya del Clásico Terminal y Posclásico Temprano (1050-1200 DC) situada en el oriente del estado yucateco (Schmidt 2007), arrojó un total de 6293 especímenes óseos faunísticos de contextos arqueológicos. Una gran parte de éstos viene de un gran basurero localizado en el grupo habitacional de alto estatus de la Serie Inicial, fechado para el Clásico Terminal y Posclásico Temprano (Schmidt 2007:179). Los huesos faunísticos del basurero, 4002 en su totalidad, se encontraron en conjunto con más de 300’000 tiestos cerámicos, restos de artefactos pétreos y algunos huesos humanos (Schmidt 2005). Los restantes 2291 fragmentos de huesos faunísticos se ubicaron asociados a diversas estructuras del grupo de la Serie Inicial, a las que no se hará mayor referencia en este trabajo, salvo a que se utilizarán para los conteos generales requeridos para el cotejo de los sitios.
Del sitio de Dzibilchaltun, situado en la planicie norte a unos 50 km de la costa, fueron obtenidos 1645 especímenes óseos en recientes excavaciones en el centro del asentamiento. La mayor parte proviene de dos conjuntos de huesos de animales fechados para el Clásico Tardío y Terminal. El más grande de los dos fue excavado al norte de la Plaza Sur cerca de la Estructura 55 y ha sido identificado como reminiscencia del grupo socioeconómicamente dominante del sitio. Los 1125 especímenes faunísticos de este basurero se encontraron en conjunto con más de 11’000 tiestos cerámicos, restos de artefactos líticos y conchas (Andrews y Andrews 1980:240; Maldonado, comunicación personal). El conjunto de huesos faunísticos asociado a una estructura absidal con baja plataforma base del número J594 o756, muy probablemente de función doméstica y de habitantes de bajo nivel socioeconómico, consta de 23 fragmentos óseos. Los restantes 497 especímenes óseos faunísticos se hallaron asociados a diversas estructuras del centro del sitio, a las que no se hará mayor referencia en este trabajo, salvo a que se usarán para los conteos generales requeridos para el cotejo de los sitios.
El sitio de Siho, del occidente del estado yucateco, representa un asentamiento de ocupación del Clásico Tardío y Terminal, del cual se obtuvieron 100 especímenes faunísticos de un basurero asociado al grupo habitacional central 5D2, de estrato socioeconómico elevado y posiblemente más importante del sitio (Cobos et al. 2002, 2004). Además de esto se hallaron y consideraron para este cotejo 39 especímenes óseos faunísticos en las excavaciones de la Estructura 5D16, un edificio de tipo palacio apartado del centro del sitio y probablemente habitado por individuos de rangos menores a los del conjunto 5D2 (Cobos et al. 2002).
De sitio de Yaxuna, ubicado a poca distancia al sur de la urbe de Chichen Itza, se utilizaron 325 especímenes óseos para la presente investigación, mismos que se asocian a una estructura de alto estatus (Estructura 6F-68) y a varias edificaciones simples del tipo semi-perecedero. Las Estructuras 4E-42, 5E-105 y la 5F-116 fechan entre el Preclásico Tardío y el Clásico Temprano, mientras que las Estructuras 4E-20, 5E-80, 5E-103, 6F-43 y la 6E-121 fechan al Clásico Terminal (Freidel et al. 2002).
El análisis zooarqueológico seguido en esta investigación abarcó la obtención de los datos primarios y el cálculo de algunos datos secundarios (Reitz y Wing 1999:142-238). Se efectuó identificación taxonómica, osteológica y tafonómica de los materiales faunísticos mediante el uso de una colección comparativa de vertebrados, una colección de fotografías digitales de especímenes esqueléticos de la región Maya (EA.FLMNH 2003) y manuales de osteología faunística de la región tratada. La terminología taxonómica de los especímenes proviene de recientes publicaciones sobre la fauna regional, mientras que el análisis tafonómico de los huesos se rigió por trabajos acerca del tema (Lyman 2001; Reixach 1986; White 1992). Los datos secundarios incluyeron las cuantificaciones de los especímenes expresadas en el número de especímenes identificados por taxon (NISP, del término inglés «Number of Identified Specimens», que se refiere a la cantidad de especímenes identificados por taxon; Lyman 2001:511), y el número mínimo de individuos (MNI, del término inglés «Minimum Number of Individuals», que se refiere a la cantidad de individuos de un taxon y contexto, reconstruidos con base en la frecuencia esquelética y el NISP; Lyman 2000:510), así como la distribución de fragmentos por porción corporal de cada taxon en los contextos individuales (frecuencia esquelética). Todos estos cálculos forman la base de las comparaciones efectuadas a lo largo del trabajo (Reitz y Wing 1999). Para las comparaciones entre los contextos se utilizó el número de especímenes identificados por taxon (NISP) y el número mínimo de individuos (MNI).
RESULTADOS
Los resultados del cotejo socioeconómico entre las acumulaciones faunísticas se rigieron en principio por el diferente carácter y tipo de los sitios y las estructuras, tal como se describió en el marco conceptual. Sin embargo, pese a que una clara distinción clasificatoria y tipológica entre las distintas estructuras aún no existe y que el modelo de rangos de sitios está todavía sujeto a discusiones académicas, consideramos apropiado efectuar una comparación a partir de los conjuntos faunísticos, para luego comparar ésta con los datos y conceptos arqueológicos acerca de la posición socioeconómica.
En principio se cotejaron los sitios entre sí, comparando la cantidad total de especímenes óseos de animales localizados, independientemente del contexto arqueológico preciso, bajo la premisa de que en todos los sitios considerados han sido excavados predominantemente los edificios grandes y sobresalientes. Así, la mayor proporción de los especímenes faunísticos procede de contextos asociables a los estratos socioeconómicamente elevados. El sistema de rangos de Garza y Kurjack (1980) y Velázquez et al. (1988) considera de la misma manera los sitios en su totalidad con énfasis en los edificios sobresalientes, por lo que el acercamiento de estos dos cotejos sería comparable.
Las cantidades en sí muestran un desnivel entre los sitios de distintos rangos según los esquemas esperados, indicándose que el asentamiento del Clásico Terminal y Postclásico Temprano de Chichen Itza supera a todos los demás sitios por cantidad de especímenes óseos faunísticos (NISP 6293, MNI 98), seguido por Dzibilchaltun (NISP 1645, MNI 50) y finalmente por un grupo formado entre los sitios de Siho y Yaxuna (Ø NISP 268, MNI 22; Figura 1).
Podría considerarse que el esquema de rangos basado en la arquitectura (Garza y Kurjack 1980 y Velásquez et al. 1988) se manifiesta también referente a los hallazgos faunísticos. De esta forma quedaría el sitio de Chichen Itza en el rango 1, el sitio de Dzibilchaltun en el rango 2 y los sitios de Siho y Yaxuna en el rango 3, refiriéndose con esto a la utilización general de animales por sitio. Tal subdivisión, en la que encaja también el sitio de Becan, Campeche con patrones y niveles semejantes a Dzibilchaltun (Götz 2008), se acentúa al subdividir los perfiles faunísticos de los sitios considerados (Figura 2). Es de subrayar que son específicamente los restos de venados que parecen subdividir y agrupar los sitios analizados, encontrándose la mayor cantidad de venados en Chichen Itza, seguido por el grupo compuesto por Dzibilchaltun y Becan (rango 2) y luego por los sitios de Siho y Yaxuna (rango 3).
La frecuencia esquelética entre los restos de venados indican únicamente diferencias cuantitativas y no tanto cualitativas entre los rangos, ya que se consumieron aparentemente más venados cola blanca en los sitos de altos rangos, pero la presencia de partes esqueléticas permanece muy semejante entre los sitios, como se puede apreciar con el ejemplo de comparación entre Chichen Itza y Siho (Figura 3), mostrándose que el uso estuvo enfocado en animales enteros.
Al nivel de las estructuras en el interior de los sitios, se presenta un patrón que parte de la separación de las acumulaciones con base en una clasificación de las estructuras de las que proceden. Hemos contrastado, de acuerdo a la información arqueológica, los contextos específicos arqueológicos con la información zooarqueológica en este aspecto, reflejándose en la siguiente tabla (Figura 4). Como resultado más destacado de esta comparación puede mencionarse que se representan, junto con una homogeneidad taxonómica a grandes rasgos, diferencias en cuanto a la cantidad de fragmentos hallados por taxon. La gran mayoría de los especímenes faunísticos procede de estructuras del tipo “residencia de élite”, donde se manifiesta un promedio de 1363 fragmentos óseos por estructura, mientras que las construcciones de tipo simple únicamente revelaron un promedio de 16 fragmentos óseos por estructura. El resultado de este contraste tiene patrones correspondientes a otros sitios del área Maya y parece mostrarse que la mayor parte de los restos faunísticos siempre ocurre en los centros de los asentamientos, relacionado a estructuras domésticas de los habitantes de estratos elevados (Emery 2003; Moholy-Nagy 2004; Pohl 1990; Teeter 2001).
Fuera de esto se manifiesta que el espectro faunístico de las estructuras de alto rango es mucho más variado que el de las estructuras simples, indicando que la cantidad y variedad de animales vertebrados consumidos por los individuos de alto rango debió haber sido mucho mayor al de la gente común. La mayoría de los contextos simples muestran únicamente restos de venados asociados a ellos, mientras que los contextos de estratos elevados poseen evidencia del uso de venados, pecarís, pavos del monte y distintos tipos de reptiles. Es de subrayar, sin embargo, que tales diferencias deben muy probablemente ser resultado de distintas formas de aprovechamiento en tiempos prehispánicos, ya que todos rasgos han sido excavados con la misma técnica, en específico el uso de cernidores.
Definiendo aún más la comparación de los datos se efectuó un cotejo únicamente del taxon omnipresente en todos los contextos, del venado. La Figura 5 contrasta las estructuras y la frecuencia esquelética de venados asociada a éstas. Se muestra que las estructuras simples, habitadas por personas de estrato socioeconómico bajo, contienen mucho menos restos que las estructuras palaciegas, pero la frecuencia esquelética indica en ambos casos el pronunciado uso de las partes corporales más ricas en carne. Podemos observar que las piernas delanteras y traseras aparecen a lo largo de toda la muestra, es decir las partes del cuerpo que según el índice de utilidad (Metcalfe y Jones 1988) serían las más aprovechadas.
Se posibilita igualmente una agrupación de las estructuras (Figura 5), en este caso según la ocurrencia de los hallazgos faunísticos. Estaría así en primer lugar el contexto de la Serie Inicial de Chichen Itza, casi exclusivamente consistiendo de huesos de venados cola blanca, en proporción comparable con el contexto de la Plaza Sur de Dzibilchaltun (en la gráfica se indica únicamente el contexto de la Estructura 55 de Dzibilchaltun, ya que la gran cantidad de especímenes de Chichen Itza hubiera imposibilitado la inclusión gráfica de los datos reducidos). Este grupo consiste de acumulaciones fuertemente dominadas de restos de venados, un patrón que también se ha visto reflejado en las Tierras Bajas Centrales, donde Emery halló algo semejante en el palacio del sitio de Aguateca (Emery 2003:505). El segundo grupo estaría compuesto de palacios donde aún hubo una gran cantidad de restos de venado cola blanca, pero donde la proporción entre venados y otros taxa es menos acentuada que en el caso anterior. Bajo este rubro caerían las Estructuras 6F-68 de Yaxuna y el Palacio 5D2 de Siho respectivamente. Las casas simples marcan un patrón relativamente uniforme, juntándose las Estructuras J594 o756 de Dzibilchaltun, así como las Estructuras 5E-103, 6F-43, 6E-121, 4E-42, 5F-116, 5E-105, 5E-80, 4E-20 de Yaxuna y sorprendentemente también la Estructura 5D16 de Siho, a pesar de que esta última es de forma palaciega.
DISCUSIÓN
Observando las diferencias que mostramos respecto a la ocurrencia de animales vertebrados y la correlación entre estos datos zooarqueológicos y los datos arqueológicos del rango de los sitios y de la morfología de las estructuras domésticas, se abre la posibilidad de interpretar varios de los presentes patrones en términos de la antigua obtención y utilización de animales vertebrados en el área Maya.
A pesar de que es criticable la división de los sitios prehispánicos de las Tierras Bajas del Norte en rangos, queda evidente que una cierta división debe haber existido. Los accesos mayores o menores que se reflejan en el patrón artefactual de los sitios podrían haberse extendido también a la obtención de animales, ya sea que los animales se habrían conseguido por medio del intercambio o que el tamaño de las zonas de influencia posibilitaban a los habitantes de los sitios de cazar en mayores o menores áreas.
Si vemos las distintas cantidades de animales en contraste al tamaño y rango de los sitios, podríamos llegar a una interpretación de este tipo. Claro está, dudas en cuanto a la comparabilidad de los contextos pueden tenerse, pero por ejemplo respecto a Siho por un lado y Chichen Itza por el otro se excavaron a manera intensiva grupos arquitectónicos dominantes de los sitios. La preservación de los restos de ambos sitios permite sugerir –aún sin una base en estudios químicos- que las condiciones de tierra y subsecuente degradación también son semejantes, y aún así se marcan severas diferencias entre ambos sitios.
Basándonos en el argumento nuestro de que sí son comparables los contextos y que lo manifestado debe corresponder de alguna u otra manera a patrones existentes durante tiempos prehispánicos, podemos hacer varias sugerencias de interpretación al respecto. En principio parece mostrarse que el tamaño de las colecciones óseas faunísticas corresponde a la magnitud de los sitios, punto que se ve en específico entre los ya mencionados sitios de Siho y Chichen Itza. Se postula que sitios menores tuvieron áreas de obtención y cosecha más reducidos que sitios grandes (Kurjack 1999a:121; Götz 2005), en específico si la ubicación de los sitios es comparable como en estos dos casos. Emery (2007:191) interpretó, para las Tierras Bajas Centrales, el declive cuantitativo entre acumulaciones faunísticas de grandes y pequeños sitios en este sentido, indicando que los sitios grandes tenían probablemente más potencial de cacería.
Por el otro lado, si consideramos que hubo un desnivel y declive entre estos sitios bajo condiciones ecológicas semejantes, podría pensarse, en especial tomando en consideración el aclamado poder político de Chichen Itza, que existían relaciones de dependencia (Velázquez et al. 1988), inclusive de tributo entre los asentamientos menores y Chichen Itza durante el Clásico Terminal y Postclásico Temprano. Si hacemos una comparación con el Centro de México de tiempos postclásicos, observamos en la Matrícula de Tributos (Mohar Betancourt 1990) que lo sitios cercanos a la gran Tenochtitlan, y por ende ubicados en ambientes ecológicos semejantes, enviaban sobre todo tributos alimenticios. De estos sitios cercanos podía llevarse el alimento en suficiente cantidad y calidad a la capital azteca (Prem 1989:50; de Rojas 1995:214).
Podría pensarse además que los hipotéticos envíos de tributo a Chichen Itza incluían uno de los animales más favorecidos en el menú Maya prehispánico, el venado cola blanca (Odocoileus virginianus). Si esto hubiera sido así, podría explicarse la poca cantidad de venados en Siho que aún reduce más al momento cronológico que Chichen Itza entra en su apogeo y también la acentuada cantidad de venados en el basurero de la Serie Inicial. También el caso de Yaxuna, donde se encontraron pocos restos de venados a pesar de que este sitio se ubica en el rango II según Garza y Kurjack (1980), podría interpretarse en términos de un sistema de tributos. Cabe la posibilidad de que por un lado las áreas de obtención de este sitio fueron reducidas por la cercanía del sitio enemigo de Chichen Itza, pudiéndose cazar pocos venados a consecuencia, o bien, que muchos de los venados de Yaxuna fueron enviados a un ciudad en el occidente de la península que presuntamente la controlaba hasta su declive (Cobos et al. 2004), Coba.
Representaciones de grupos de personas que caminan cargando venados se conocen de la iconografía cerámica de las Tierras Bajas Centrales (por ejemplo vasijas Kerr Nos.0808 y 1414) y a pesar de que éstas han sido interpretadas como desfiles rituales (Kremer, comunicación personal 2006) abren la posibilidad de que venados fueron objeto de tributo. Es de subrayar que no queremos decir que esos animales hayan sido los únicos envíos, pero sí por el momento y partiendo de esta investigación, un posible candidato.
En cuanto a la diferenciación de las acumulaciones óseas faunísticas con base en las estructuras domésticas obtuvimos una imagen contraria al postulado de Collins (2002). A pesar de que las acumulaciones faunísticas de las estructuras domésticas de alto estatus muestran una indudable concentración en algunas pocas especies de animales vertebrados, son éstas las proporcionalmente más variadas, donde el panorama de animales aprovechados para las labores domésticas fue mucho más amplio que el las estructuras de bajo nivel socioeconómico. Las acumulaciones halladas en asociación a las estructuras simples parecen en cuanto al perfil taxonómico mucho más reducidas y concentradas en unas pocas especies de animales, por sorpresa las mismas que en las estructuras palaciegas. Refiriéndose sobre todo al venado cola blanca, un patrón de consumo en sitios de las Tierras Bajas Centrales (Pohl 1990:162).
El modelo de diferenciación socioeconómica dibujado por la distribución de animales vertebrados forma una imagen compleja de diferentes accesos y usos, aportando así nuevos datos para la discutida complejidad socioeconómica de los Mayas prehispánicos (Emery 2003:510; Grube y Martin 2000; Sharer 1994). Sin embargo, según los datos que aquí se presentan obtenemos una imagen compleja del uso de animales no sólo al interior de los sitios, sino por la combinación de los espectros faunísticos de los asentamientos de diferentes rangos y la distribución diferencial en el interior de éstos. La proporción general entre los taxa mayormente aprovechados permanece semejante entre edificaciones palaciegas y casas simples, y una real y tangible diferencia se marca principalmente por desigualdades en la cantidad.
CONCLUSIÓN
Podemos concluir, según los resultados expuestos, que la población Maya prehispánica del Clásico y Postclásico consumió en general un espectro reducido de animales vertebrados. Mientras que los habitantes de los estratos socioeconómicamente elevados se alimentaban de grandes cantidades de venados, pavos, pecarís e iguanas; se usaron como fuente alimenticia solamente pocos venados y algunos otros vertebrados en las casas de estratos socioeconómicos bajos. Las especializaciones culinarias definidas para las Tierras Bajas del Norte del área Maya se reconocen en todos los niveles socioeconómicos de la sociedad, pero las taxonómicamente más variadas acumulaciones faunísticas se ubican asociadas a los conjuntos domésticos de estratos elevados de los sitios de menor rango según Garza y Kurjack (1980), lo que a su vez parece argumentar a favor de la existencia de un sistema de tributos y de las particularidades situaciones ambientales de los pequeños sitios prehispánicos.
Una distribución de las partes corporales y esqueléticas de los animales utilizados al interior de los sitios y, como resultado de esto, un énfasis en las partes de más calidad y cantidad cárnica de dichas especies en los contextos domésticos de estratos elevados, no se ha encontrado convincentemente en la muestra. El resultado indica más bien que los contextos domésticos socioeconómicamente bajos tenían, poco uso de animales de consumo, pero utilizaron, como lógica de consumo quizá, las partes de carne mejores al igual que las unidades domésticas palaciegas.
Claro está, no podemos descartar que un sistema tributario tal como fue postulado para las relaciones intersitios, haya existido al interior de los asentamientos. Si esto fue así, cabía la posibilidad de que personas de bajos rangos consumieran, seguramente con menos frecuencia que los habitantes de altos rangos, partes de alta calidad de animales vertebrados y en especial del venado cola blanca y que no fueron limitados a partes de poca calidad, como lo supuso Collins (2002).
El uso acentuado de animales de menor tamaño no pudo registrarse para las unidades habitacionales socioeconómicas tampoco, sino que aparece con más frecuencia, contrario a lo esperado, en las unidades de alto nivel socioeconómico. En este sentido parece improbable que la gente de las unidades habitaciones pequeñas haya consumido en cuanto a la alimentación cárnica animales aún más pequeños que los que están mencionados en el texto arriba, entre los que oscilaban animales entre 30 y 40 gramos de peso vivo.
AGRADECIMIENTOS
Se agradece en primera instancia a los directores de los respectivos sitios arqueológicos, Dr. Rafael Cobos Palma, FCA UADY, Dr. Peter J. Schmidt, CRY INAH, Dr. Travis Stanton, UDLAP, Mtro. Rubén Maldonado Cárdenas, CRY INAH, quienes facilitaron amablemente el material para su respectivo análisis arqueológico, y quienes ayudaron con comentarios y sugerencias a versiones anteriores del presente manuscrito. También agradezco a Amada Inés Rubio Herrera por la asistencia en cuanto a la revisión del texto y la adecuación de la bibliografía e imágenes.
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TAXA
Becán
Champotón
Chichén Itzá
Dzibil-chaltún
Sihó
Xcambó
Yaxuná
NISP
MNI
NISP
MNI
NISP
MNI
NISP
MNI
NISP
MNI
NISP
MNI
NISP
MNI
Venados cola blanca
461
10
90
3
2558
22
611
9
60
3
106
6
86
5
Venados
652
20
97
4
3124
26
731
12
86
4
110
8
142
7
Pecarís
89
7
8
4
43
4
85
5
10
1
22
2
57
3
Mamíferos acuáticos
1
1
5
1
—
—
—
—
—
—
12
4
—
—
Perros
14
3
140
6
73
10
10
1
26
2
18
3
12
1
Felinos
37
5
1
1
1
1
17
2
—
—
1
1
2
2
Pequeños mamíferos
4
2
7
3
21
4
11
3
5
1
8
3
—
—
Pavos y especies afines
38
5
630
35
95
3
152
10
3
1
14
3
7
3
Otras aves
1
1
8
3
1
1
6
1
—
—
3
2
—
—
Tortugas de tierra
3
2
29
5
16
2
1
1
—
—
68
7
11
3
Tortugas de mar
7
1
284
6
—
—
2
2
—
—
337
6
—
—
Iguanas
3
1
45
5
341
19
15
1
19
4
95
7
8
2
Peces óseos
—
—
237
36
20
6
4
3
2
1
300
53
—
—
Peces de cartílago
—
—
49
3
—
—
—
—
—
—
240
8
—
—
TOTAL
1310
58
1630
115
6293
98
1645
50
211
17
1334
113
325
26
Figura 1 Tabla indicando los valores del NISP y MNI absolutos de los sitios investigados
Figura 2 Gráfica de la división de los sitios investigados en niveles de acuerdo a los hallazgos de fauna
Figura 3 Gráfica mostrando la frecuencia esquelética de venados cola blanca de los sitios de Chichen Itza y Siho
Edificio
Mamíferos pequeños
Mamíferos grandes n.d.
Venado cola blanca
Venado temazate
Venado indefinido
Pecarí
Artiodáctilo indefinido
Tapir
Mamífero acuático
Perro
Felino
Foca monje
Pavos y espec. afines
Otras aves
Reptil n.d.
Igiuana
Cocodrilo
Tortuga de mar
Tortuga de tierra/agua d.
Peces de cartílago
Peces óseos
Población socioeconómicamente baja, casas simples
J594 o756, Dzibilchaltún
1
10
1
3
5D16, Sihó
21
4
1
1
1
3
2
1
6E-121 Yaxuná,
2
5E-105, Yaxuná
1
1
5E-103, Yaxuná
3
5E-80, Yaxuná
20
2
1
3
4E-20, Yaxuná
5
1
5F-116, Yaxuná
2
6F-122, Yaxuná
3
6F-43, Yaxuná
6
2
1
1
4E-42, Yaxuná (precl.)
9
48
2
6
2
3
Población socioeconómicamente elevada, Palacios
Palacio No.55/ Sacbé 03, Dzibilchaltún
11
129
516
10
91
70
53
3
6
160
10
1
1
Palacio 5D2, Sihó
7
23
2
23
11
12
19
2
1
1
Plaza Oeste, Xcambó
8
30
100
5
9
15
4
17
1
8
18
31
93
7
333
82
250
338
Palacio 6F-68, Yaxuná
6
126
41
8
17
4
33
5
3
20
4
5
7
Serie Inicial (gran basurero), Chichén Itzá
17
922
2242
90
422
35
9
45
63
19
156
6
1
Figura 4 Tabla indicando la comparación de los valores NISP por taxon faunístico de los sitios investigados de acuerdo a la posición socioeconómica de los edificios asociados
Figura 5 Gráfica con una comparación cuantitativa de los valores NISP de fragmentos venado cola blanca asociados a estructuras domésticas