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Lozada Toledo, Josuhé
2009 Paisaje y gráfica rupestre de alto riesgo entre los Zoques de Chiapas. En XXII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2008 (editado por J.P. Laporte, B. Arroyo y H. Mejía), pp.1316-1327. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).
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PAISAJE Y GRÁFICA RUPESTRE DE ALTO RIESGO ENTRE LOS ZOQUES DE CHIAPAS
Josuhé Lozada Toledo
Consejo Estatal para las Culturas y las Artes de Chiapas, CONECULTA-Chiapas
ABSTRACT
LANDSCAPE AND HIGH RISK CAVE ART IN THE ZOQUE AREA OF CHIAPAS
This work is an analysis of cave art in the Central Depression of the state of Chiapas, Mexico, using the research approach of the Archaeology of Landscape. Graphic representations are located in places difficult to access, since the prehispanic Zoque knew the basic techniques of rock climbing, where the social landscape is an essential part of locating rocky outcrops and the elemental placement of these representations. Given this, we propose an analysis of the cave paintings revisiting the precepts of the Spanish school of the Archaeology of Landscape, breaking with the methodological and theoretical framework of Social Archaeology.
Uno de los temas que han sido marginalmente retomados dentro de la investigación arqueológica en el estado de Chiapas ha sido el que compete a las representaciones gráfico rupestres; ello se debe, en parte, a que la frontera sur del territorio mexicano ha sido sede del desarrollo cultural de importantes grupos étnicos y esto, a su vez, se refleja en la implementación de varios proyectos arqueológicos centrados casi de manera exclusiva a la excavación de grandes acrópolis, resaltando la “magnificencia de la cultura Maya”. Sin embargo, las más recientes investigaciones aportan datos relevantes acerca de por lo menos dos grupos étnicos diferenciados, que no entran en el tronco lingüístico Mayense, y se refieren en específico a los grupos Zoques y a los grupos Chiapanecas, el primero de raíces lingüísticas mije-Zoqueanas y el segundo caracterizado como Oto-Mangue.
Para el propósito de esta ponencia, hablaremos de la gran importancia de los grupos Zoques del estado de Chiapas, en específico de la región de la Depresión Central del estado, haciendo hincapié en una de sus manifestaciones culturales: las pinturas rupestres.
Para ello, se dará una breve introducción a la caracterización de este grupo étnico, así como la ubicación de los sitios más representativos, sus características geomorfológicas, así como la descripción de algunas de sus pinturas, recalcando de manera singular la ubicación de dichas representaciones gráficas sobre el soporte rupestre.
En principio, el título de la ponencia hace referencia no sólo al riesgo en la producción de los motivos rupestres que hemos identificado en campo, sino también al alto riesgo que conlleva la misma investigación arqueológica al momento del registro. Para ello, se ha incursionado no sólo en otras disciplinas científicas (como la geofísica para fines de fechamiento), sino también en diversas tendencias deportivas, como lo ha sido el implemento de técnicas de escalada en roca, hecha con equipo profesional y con gente especializada en dicha materia.
Ahora bien, antes que nada, es necesario recalcar que esta ponencia tiene como posición teórica definida a la Arqueología Social y como temática de investigación a la Arqueología del Paisaje. Por ende, se asume necesariamente la definición de los conceptos a utilizar; por ello, comenzaremos por referirnos a la gráfica rupestre como la expresión más general de producción de objetos plásticos bajo un soporte rupestre. Asimismo, nos deslindamos totalmente del término “arte rupestre”, debido a las connotaciones fuertemente occidentales que pueda traer consigo esta referencia, ya que lleva implícitas valoraciones estéticas y connotaciones interpretativas a priori. De igual modo, dejaríamos a un lado la categoría de “manifestaciones gráfico rupestres”, que se ha consolidado en los últimos años como una verdadera moda académica, más que como una reacción crítica conceptual, retomando comprometidamente el término representaciones gráfico rupestres, ya que a nuestro parecer “el material arqueológico que registramos en campo con la particularidad de que fue pintado en un soporte rocoso, no es una manifestación mental en sí, sino que hablamos de objetos y prácticas que se materializan justamente a través de una representación” (Lozada 2007a).
Después de haber sido aclarado este punto, se caracterizará al grupo étnico Zoque y la relevancia de las pinturas rupestres en el contexto de los grupos Zoques de la Depresión Central del estado de Chiapas.
CARACTERIZACIÓN CONTEXTUAL DE LOS GRUPOS ZOQUES DE CHIAPAS
Una de las regiones más interesantes en materia de representaciones gráfico rupestres de todo el sur del territorio mexicano es la Depresión Central del estado de Chiapas. Así pues, referirnos a este espacio geográfico no sólo nos remite a revisar la importancia de la ocupación olmeca, sino también el posterior desarrollo de la cultura Zoque y sus evidentes influencias Mayenses en determinados periodos históricos e incluso, en horizontes más tardíos la presencia de la cultura Chiapaneca y las incursiones Nahua. Para el entendimiento de la etnogénesis Zoque, hemos tomado como reflexión la opinión de algunos investigadores como Gareth Lowe y Thomas A. Lee, quienes basados en parte de los análisis de Campbell y Kaufman, argumentan que los antecedentes directos de la cultura Zoque, están dados en lo que ha llevado por nombre “Cultura Olmeca”, es decir, con base en estudios de carácter lingüístico e iconográfico, se ha visto una cercana relación entre estos dos grupos.
A lo largo del desarrollo de la cultura Zoque, con claros antecedentes olmecas, también se han diferenciado de sus vecinos Mayas, debido a la separación geográfica y origen de sus raíces étnicas. A pesar de que estas dos culturas tienen mucho en común, el grupo Zoque se apega fielmente a características y prototipos Olmecoides de la zona del Golfo, de sitios como La Venta en Tabasco y Tres Zapotes en Veracruz. Sin embargo, en los siguientes periodos históricos, va a retomar cierta autonomía cultural, teniendo en Chiapas una fuerte representatividad durante el Clásico Tardío y Posclásico, principalmente.
En cuanto al uso social de las cuevas, si bien es cierto que éstas fueron utilizadas de manera significativa desde el Clásico Temprano, como la Cueva de los Cajetes (Stirling 1947) entre otras, durante el Clásico Tardío la frecuentación a las cuevas parece alcanzar un cambio mayor, donde posiblemente la migración de grupos humanos accede a nuevos espacios sociales de terrenos mucho más agrestes, como hacia el interior del Cañón del río La Venta, tema que ha sido notablemente estudiado por Davide Dominici (2006) en los últimos años.
Con la llegada del Clásico Tardío parecen haber abruptos cambios en la región, que no sólo se van a reflejar a nivel tecnológico, con la producción diferencial de cerámica, sino que hay un abandono paulatino de varios sitios Zoques importantes (Figura 1), por ejemplo al interior de la Selva El Ocote; donde el llamado “Colapso Maya” parece haber también afectado de manera significativa a la región Zoque de Chiapas.
Ahora bien, cuando nos referimos al periodo Posclásico, el espacio social se conforma primogénitamente en lugares de difícil acceso, que no sólo se ve reflejado en la arquitectura que nos refiere a áreas de residencia ubicadas en la cima de los cerros, sino a muchas de las cuevas localizadas a gran altura. Esto quizá se deba a un momento de agitación en las estructuras de poder por cuestiones defensivas, ya que estos nuevos puntos geográficos resultaban lugares idóneos para el refugio y vigía de cualquier incursión territorial. Es aquí donde toma relevancia el estudio del paisaje y las posibles inferencias que podemos hacer a partir de esta temática de investigación.
Respecto a los antecedentes de investigaciones arqueológicas en lugares de difícil acceso en esta región, destacan los trabajos a lo largo del cañón del río La Venta por parte de Thomas Lee, publicados en el año 2000, posteriormente: “fue hasta el reporte de la cueva llamada El Tapesco del Diablo a inicios de los 90 (Silva y Linares 1993; Linares 1999), cuando se observó que algunas de las cuevas elevadas del cañón del río La Venta contenían una enorme riqueza arqueológica. Allí se llevaron a cabo los primeros estudios de arqueología empleando técnicas de espeleología y escalada en roca en la región” (Acosta y García 2005).
Tras este suceso, en años posteriores, las cuevas y las altas paredes de la región de Ocozocoautla han sido sede para la práctica de escalada en roca por parte de aficionados, en los cuales nos hemos podido percatar de vandalismo reflejado en pozos de saqueo al interior de muchas cuevas, así como la falta de ética deportiva, al no respetar las paredes con presencia de representaciones gráfico rupestres. En términos arqueológicos, varios grupos de investigadores italianos se han dado la tarea de emprender algunos proyectos en la región; sin embargo, debido a lo agreste que representa el terreno el costeo de las investigaciones es bastante caro, por lo que las estancias de campo suelen ser breves y los resultados también han sido minoritarios. No obstante, el proyecto Cazadores del Trópico Americano de la UNAM, se ha dado la tarea de identificar y registrar una gran cantidad de cuevas, abrigos y dolinas con presencia de representaciones gráfico rupestres en la región de la depresión central del estado de Chiapas, específicamente en el municipio Zoque de Ocozocoautla de Espinosa.
Para ello, haremos referencia a tres sitios importantes que se han registrado sistemáticamente, como lo son: la Sima del Copal, la Sima del Tigre y la Sima del Mujú, que debido a sus características geomorfológicas, fueron elegidos para exponer algunos comentarios al respecto.
DESCRIPCIÓN GENERAL DE LOS SITIOS
La Sima del Copal (Figura 2), se localiza al oriente del río La Venta, justo en el municipio chiapaneco de Ocozocoautla de Espinosa. En términos espeleométricos, nos refiere a una gran dolina, que como cavidad hipogénica está inserta en una cuenca mayor, atravesada por cuevas y ríos subterráneos, propios de una zona kárstica, originados por el río maestro, en este caso el río La Venta. Las dimensiones de esta depresión natural son de 150 m de diámetro por 93 m de profundidad (Lazcano 2007). Cabe mencionar que en la sima de este gran abismo se localiza una cueva donde se han identificado vestigios arqueológicos de cerámica Zoque del periodo prehispánico.
La localización de las pinturas se da en la pared norte, que es justo el lugar donde se desprende una angosta terraza, que va de 1.5 m hasta 0.70 m, por donde se puede acceder a lo largo de varios metros hasta llegar a una pequeña cueva y se pueden observar un total de 95 representaciones gráfico rupestres distribuidas a lo largo de dicha pared, incluyendo varios tipos, entre los que destacan: antropomorfos, zoomorfos, geométricos, manos al negativo (Figura 3) y manchas irregulares, que han sido registrados durante varias temporadas del proyecto Cazadores del Trópico Americano del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, dirigido por el Dr. Guillermo Acosta Ochoa.
“Esta sima presenta paredes extraplomadas, mientras que la geología sedimentaria del sitio crea balcones y escalonamientos, donde el artífice utilizó algunos espacios para manifestarse gráficamente” (Acosta y Méndez 2006).
En cuanto a la Sima del Tigre se refiere, este sitio se localiza 3.8 km al poniente de la Sima del Copal, su gráfica rupestre es realmente sorprendente, ya que muchas de sus pinturas se localizan a distintas alturas que van desde 20 a 40 m de altura de la sima de la gran dolina.
“Los motivos rupestres están conformados por antropomorfos, manos al negativo, amplias manchas circulares y motivos geométricos entre los que destacan figuras compuestas por círculos y puntos cerrados que asemejan cartuchos o glifos” (Acosta y García 2005).
Por último, cabe mencionar que el acceso a la Sima del Tigre es bastante complicado, ya que no existen brechas o veredas claras, lo que ha permitido un mejor grado de preservación del sitio. Otra característica relevante es que, a diferencia de la Sima del Copal, a este sitio se accede desde la parte baja, es decir desde la sima.
El tercer sitio al que haremos referencia es la Sima del Mujú, que si bien no se asemeja en poco a las grandes dimensiones de las dos simas anteriores, parece tener la misma configuración cultural, en el sentido que también es una dolina en términos geomorfológicos y también presenta varias pinturas rupestres a su interior.
Esta dolina es de pequeñas dimensiones que van de 30.4 m de diámetro por 13 m de altura. Cuenta con un gran número de pinturas de fácil acceso, ya que incluso para llegar a la parte baja, se sigue el trayecto que marca el derrumbe parcial de la pared noroeste del sitio.
Justo en la pared sur se localizan las representaciones gráfico rupestres, donde de igual forma destacan antropomorfos, zoomorfos, manos al negativo, figuras geométricas, manchas irregulares y también encontramos evidencia gráfica que nos refiere a etapas tardías de los Zoques prehispánicos, ya que destacan algunos esgrafiados tipo códice, semejantes a patolli y elementos de “conquista”, presentes también en otros sitios como en el Planchón de las Figuras, al margen del río Usumacinta. Otra característica importante de este sitio, es que en la pared sur se ubica una pequeña cueva aproximadamente a los 4 m de altura, y a su interior se localiza un conjunto de pinturas rupestres en color rojo ocre.
Una vez que se han dado las características generales de este tipo de sitios, localizados en la Depresión Central del estado, daremos pie a la importancia del paisaje en el estudio de dicha gráfica rupestre.
EL PAISAJE SOCIAL ZOQUE: UNA BREVE CONTRIBUCIÓN DESDE LA ESCUELA ESPAÑOLA DE ARQUEOLOGÍA DEL PAISAJE
Una de las nuevas temáticas en materia de estudios arqueológicos lleva por nombre Arqueología del Paisaje. Sus principales exponentes surgen en el continente europeo, específicamente en España e Inglaterra; sin embargo, gracias a los grandes aportes por parte de la escuela española de Felipe Criado Boado, esta temática de investigación que año con año trata de consolidarse como una posición teórica, ha ganado muchos espacios académicos a lo largo y ancho del planeta.
La Arqueología del Paisaje surge en parte de la Arqueología Espacial y por ende de la Arqueología Postprocesual impulsada por Ian Odre, donde muchos arqueólogos han retomado algunos conceptos de la Geografía Social, abriendo y entendiendo más el concepto de espacio, visto como una construcción social. Este nuevo enfoque implica acercarse al espacio en una posición menos determinista ambiental y más cultural.
Desde un punto de vista enfocado en el materialismo histórico, el paisaje se manifiesta en productos materiales de distintas escalas (monumentos, construcciones, herramientas; Criado Boado 1999:10), y presenta múltiples niveles de articulación espacial como lo es en el Espacio Social.
El paisaje es un espacio que al entrar en relación con el ser humano desencadena tres características: lo relacional, lo histórico y lo identificatorio, transformándose así el espacio homogéneo y abstracto en un lugar antropológico. Este espacio al que me refiero, es una entidad dinámica y no un espacio geométrico o medible, sino que va más allá de una simple idea: es el lugar donde hay algo y es habitable. Así, el espacio es transformado en lugar a través de una intervención humana.
El paisaje puede ser visto como un producto cultural, ya que es conceptualizado, materializado y empleado por el hombre (ser social) y por lo tanto implica una configuración espacial que está mediada por conductas que una sociedad genera con la finalidad de apropiarse de él. El paisaje es visto como un producto de la “racionalidad espacial” y una forma de aproximarnos a dicha problemática es a través del estudio de la gráfica rupestre en un contexto definido por un tiempo y espacio específicos.
Tomando en cuenta a las pinturas rupestres como material arqueológico, hemos de concebirlas como parte esencial de la superestructura y podemos hacer hincapié en el sentido que le confiere Levi- Strauss, que a través de las representaciones hay un patrón de racionalidad. Considero a la gráfica rupestre bajo la identificación de un patrón de racionalidad, por que está constituida por referentes lingüísticos, es decir, hay una racionalidad espacial, desde el punto que concebimos a las representaciones gráfico rupestres como un lenguaje. La racionalidad espacial, se forma por la relación entre los modos de representación de la realidad, conceptualización del espacio y el tiempo, sistemas de pensamiento y procesos históricos.
La Arqueología por sí misma, no puede explicar la complejidad integrativa del entendimiento de la Antropología del espacio, por lo que tiene que echar mano de otras áreas de investigación y, en este caso, consideramos a la Arqueología del Paisaje como una herramienta heurística, necesaria para argumentar la relación de los seres sociales con su entorno inmediato.
EL REGISTRO DE LOS ELEMENTOS DEL PAISAJE ZOQUE
Uno de los puntos esenciales para el entendimiento y explicación del paisaje social Zoque es el que refiere a dos conceptos importantes, provenientes de los postulados de la escuela española de Arqueología del Paisaje. Justo en el “Procedimiento de análisis”, Felipe Criado Boado (1999) hace referencia a algunas técnicas o procedimientos analíticos en Arqueología del Paisaje acerca de la localización y emplazamiento de los yacimientos arqueológicos, en donde destaca un punto que se refiere al análisis de las condiciones de visualización, que permite establecer mapas de visibilidad e intervisibilidad.
Por tanto, la visualización es la forma como un elemento arqueológico es visto, con ello, se formaliza uno de los presupuestos teóricos básicos de la Arqueología del Paisaje, que establece que “todo lo visible es simbólico” (Criado 1998).
La visibilidad es la panorámica que se domina desde el elemento arqueológico, es decir, cómo se ve desde él, ya que en esta condición también entra la importancia de la orientación, pues nos refiere a un segundo momento donde se determinan lo que ha llevado por nombre de cuencas visuales y panorámicas de la zona de estudio, que se llegan a concretar en mapas y diagramas de las cuencas visuales y de permeabilidad visual con ayuda de Sistemas de Información Geográfica. Mientras que la visualización es cómo se ve ese elemento arqueológico concreto desde fuera de él y sobre el entorno. Por último, la intervisibilidad es la relación visual entre ese elemento y otros, sean o no arqueológicos.
Básicamente, estos elementos del paisaje se registran en primera instancia con ayuda de una cámara fotográfica y una brújula; sin embargo, hoy en día podemos echar mano de la tecnología, con la ayuda de la “estación total”, para posteriormente descargar dichos puntos en un Sistema de Información Geográfica, para la elaboración de mapas de distribución de elementos. Para ello, el registro suele ser bastante complicado, ya que muchas de las representaciones gráficas rupestres, están localizadas en áreas de difícil acceso, sólo accesibles mediante técnicas de escalada en roca.
En la Sima de las Cotorras posiblemente se escaló por una ruta transversal para pintar los paneles más altos, en donde los antiguos escaladores Zoques prehispánicos echaban mano de las terrazas naturales, formadas por los estratos rocosos de la roca sedimentaria de tipo caliza. En investigaciones realizadas en el abrigo rocoso El Castillo, se reporta la presencia de una rama metida en una rendija de la roca, utilizada como apoyo para escalar (Lee 1998:55). En otros casos, como en la Sima del Tigre, podemos inferir que también se pudo haber utilizado la técnica de rappel, para la elaboración de algunas pinturas, “para su realización, probablemente se utilizaron cuerdas con algún tipo de aditamento para bajar a una persona a pintar las figuras. Tal posible estrategia también es mencionada por Badino y de Vivo (1999:246), quienes investigaron algunas de las cuevas con vestigios arqueológicos en el cañón” (Acosta y García 2005).
Desde la experiencia del proyecto Cazadores del Trópico Americano, la dificultad del registro ha sido bastante significativa, ya que en principio demarcó la importancia de aprender las técnicas básicas de escalada en roca y la práctica del rappel con equipo especializado. Otras veces es necesario apoyarse directamente con escaladores profesionales (Figuras 4 y 5), ya que son ellos los que han marcado las rutas para acceder a estos espacios sociales y poder emprender un buen registro por parte del arqueólogo. Dichas dificultades se han convertido en situaciones comunes para la práctica de la arqueología en esta región, donde no sólo se pone el riesgo el equipo que es utilizado en el registro (como cámaras fotográficas, cuerdas, etc.), sino también la vida del propio investigador.
Con ello, queremos resaltar que si bien no podemos ser “todólogos” en la praxis arqueológica, si podemos romper las fronteras disciplinarias que tanto nos han distanciado de la propia Geografía, Geología y otras disciplinas afines. El día de hoy hemos demostrado que la investigación arqueológica es un compromiso fiel y ético del investigador con los criterios que demarcan el pasado. Las técnicas auxiliares de las cuáles echemos mano (como las diversas técnicas deportivas de escalada en roca), van a incidir directamente en resultados más productivos a nivel de explicación de la realidad.
COMENTARIOS FINALES Y DESARROLLO DE FUTURAS INTERROGANTES
En términos generales, a través de esta investigación se pudo inferir la gran dificultad para acceder directamente al soporte rocoso en el cual están plasmadas muchas representaciones gráficas rupestres Zoques. Esto nos refleja que dichos espacios sociales van relacionados directamente con una posible actividad de tipo ritual, donde el artífice prehispánico tuvo que ser un individuo o un grupo de individuos con ciertas características básicas, como pueden ser buena condición física, cierto grado de implementación de fuerza, ausencia de vértigo a las alturas, dominio de técnicas básicas de producción pictórica y destreza para la implementación de las mismas en situaciones adversas. Esto habla de posibles especialistas rituales que pudieron haberse distinguido notablemente de los otros miembros de la comunidad Zoque.
Los espacios sociales de fácil acceso, muy recurrentes en el Clásico Temprano, como un gran número de cuevas, ya no volvieron a ser los mismos, ya que como bien apunta Davide Dominici, con el inicio del Clásico Tardío los asentamientos parecen extenderse a zonas de compleja geomorfología, alejadas de tierras cultivables o potencialmente de alto grado productivo para la cosecha.
“Las representaciones gráfico rupestres ubicadas a gran altura, quizá sean muestra fiel de especialistas rituales, que ante la desestructuración social del periodo Posclásico, recurrían a estos espacios sociales para la representación de su propia superestructura” (Lozada 2007b).
El desarrollo de la investigación concerniente a sitios de difícil acceso en Chiapas está dando sus primeros pasos. Habrá que puntualizar la localización de la gráfica rupestre en cada sitio específico, ya que la ubicación de las mismas, nos puede dar mayores datos respecto a la superestructura Zoque del periodo Posclásico.
Con ello, queda abierta una línea de investigación muy interesante a nivel gráfico, que como sistema de comunicación, funciona también como un sistema de almacenaje simbólico. En definitiva: “los antiguos Zoques prehispánicos, pioneros de la escalada en roca en el estado de Chiapas”.
REFERENCIAS
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Figura 1 Vista del sitio arqueológico monumental Zoque de Cerro Ombligo, Ocozocoautla, Chiapas
(Foto: Josuhé Lozada)
Figura 2 Vista parcial de la Sima del Copal, también conocida como Sima de Las Cotorras
(Foto: Josuhé Lozada)
Figura 3 Manos pintadas bajo la técnica “al negativo” (Foto: Guillermo Acosta)
Figura 4 Técnicas elementales de escalada en roca con especialistas en el tema (Foto: Josuhé Lozada)
Figura 5 Equipo especializado durante el proceso de escalada en roca (Foto: Josuhé Lozada)