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Mora-Marín, David
2010 La epigrafía y paleografía de la escritura Preclásica Maya: Nuevas metodologías y resultados preliminares. En XXIII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2009 (editado por B. Arroyo, A. Linares y L. Paiz), pp.1040-905. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).
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LA EPIGRAFÍA Y PALEOGRAFÍA DE LA ESCRITURA PRECLÁSICA MAYA: NUEVAS METODOLOGÍAS Y RESULTADOS PRELIMINARES
David Mora-Marín
Universidad del Norte de Carolina, Chapell Hill
PALABRAS CLAVE
Escritura Temprana,Tak´alik Ab´aj, Olmeca, Maya, Epi-olmeca, Zapoteca
ABSTRACT
THE EPIGRAPHY AND PALEOGRAPHY OF PRECLASSIC MAYA WRITING
This work describes various methodologies for the study of Preclassic Maya texts: 1) the paleography, to analyze the formal differentiation of the signs, geographic as well as temporal; 2) the epigraphy, to decipher the signs and texts and their contextual interpretation; 3) the philology, to discover correlations between the orthographic and grammatical structures of the texts and languages most closely related. Over the course of the development of this analytical and theoretical framework, I will present various proposals concerning the content, grammatical structure, linguistic affiliation, interregional and inter-ethnic connections of Preclassic texts. I conclude with a series of typological and grapheme agreements that suggest a close and direct relationship among Olmec, Zapotec, Epi-Olmec, and Maya writing.
Esta ponencia describe varias metodologías para el estudio de los textos Preclásicos Mayas, tanto las ya establecidas en la tradición mayista, incluyendo aquéllas expuestas por el autor en sus estudios de la escritura Preclásica y del Clásico Temprano (Mora-Marín 1997, 2000, 2001, 2003, 2005, 2007, 2008), al igual que algunas metodologías nuevas que podrían contribuir en estudios futuros. La perspectiva empleada en el presente tiene tres puntos centrales: el concepto de la variación sincrónica como prerrequisito para el cambio diacrónico; la aplicación de un enfoque holístico mediante la conjunción de metodologías interdisciplinarias; y la comparación de tradiciones escriturarias aledañas, principalmente la tradición Epi-Olmeca y la tradición Maya. A continuación se elabora un contexto sociolingüístico histórico y cultural apropiado para el período Preclásico Tardío.
CONTEXTO SOCIOLINGÜÍSTICO HISTÓRICO
La escritura Maya, según se conoce hoy en día, fue utilizada para representar idiomas Ch’olanos y Yucatecanos, los cuales son miembros de la familia lingüística Maya (Figura 1, según la clasificación filolingüística de Kaufman 1976; 1990).
Es probable el grupo Ch’olano-Tzeltalano se hay diferenciado y separado durante esta época: los estudios glotocronológicos de Kaufman (1976) y Justeson et al. (1985) fechan tal evento entre el 300 AC y el 100 DC. La gran mayoría de especialistas actualmente reconocen el papel preponderante de los idiomas Ch’olanos, cuya diferenciación interna ha sido modelada por Kaufman y Norman (1984; Figura 2), en el desarrollo histórico de esta escritura: existen rasgos lingüísticos exclusivos de los idiomas Ch’olanos presentes en los componentes más antiguos y convencionales (Fox y Justeson 1982; Justeson et al. 1985; Justeson y Fox 1989), los cuales se pueden identificar contundentemente para el 100 DC, casi al del Preclásico Tardío (Mora-Marín 2009), o mucho antes, alrededor del 400-200 AC, si se considera también evidencia que en se puede explicar con mayor simplicidad analítica en base a un modelo Ch’olano (Mora-Marín 2001, 2008, 2009). Por tal razón, la diferenciación del Ch’olano-Tzeltalano bien pudo haberse dado ya para principios del Preclásico Tardío. De hecho, es durante esta época, entre el 300-200 AC., cuando Clark et al. (2000) sugieren que se dio un movimiento de población desde las Tierras Bajas, probablemente impulsado políticamente por el estado de El Mirador, hacia las tierras altas centrales de Chiapas; tal grupo bien pudo haber sido el ancestro del Tzeltalano, el cual radica hoy en día en tal región, y cuya migración bien pudo haber sido el catalizador del proceso de diferenciación lingüística.
Existe evidencia para la presencia de un grupo de Ch’olano-Tzeltalanos en la costa del Pacífico y las Tierras Altas de Guatemala. Campbell (1972, 1978, 1984) ha presentado evidencia de préstamos lexicales del Ch’olano-Tzeltalano presentes en el Xinca, el Lenka, y el Jicaque-Tol. Tales términos se relacionan a prácticas rituales (brujo), al comercio (mercado, comprar), y a productos agrícolas (frijol, aguacate), entre otros, los cuales sugieren, en conjunto, que los hablantes Ch’olano-Tzeltalanos ejercían un papel social y político dominante en la región. También, Kaufman (1976) y Campbell (1984) han documentado una serie de préstamos lexicales del Ch’olano-Tzeltalano, y a veces exclusivamente del Ch’olano, en los idiomas Mayas de las tierras altas de Guatemala, tanto en los del Q’anjob’alano Mayor como en los del K’icheano Mayor, incluyendo productos de importancia comercial y ritual, como los nombres de varios de los días del calendario ritual. Finalmente, Kaufman (1976) y Campbell y Kaufman (1976) han documentando una serie de préstamos lingüísticos de los idiomas Mixe-Zoqueanos en muchos de los idiomas de Mesoamérica, incluyendo los idiomas Ch’olanos. Kaufman (1976), Justeson et al. (1985) y Kaufman y Justeson (2008) han sugerido la presencia de un grupo Mixeano en la costa del sur de Chiapas y Guatemala; tal grupo pudo haber sido muy importante en la interacción interétnica que se puede apreciar en el desarrollo de sitios como Izapa, Tak’alik Ab’aj y Kaminaljuyú, donde pudo haber interactuado con los Ch’olano-Tzeltalanos en muchos ámbitos, incluyendo el desarrollo de la escritura durante el Preclásico Tardío. Al mismo tiempo, los Ch’olano-Tzeltalanos de las tierras bajas habrían estado en contacto estrecho con los Yucatecanos, con quienes seguramente convivían en las mismas comunidades, y con grupos Zoqueanos en las tierras altas de Chiapas y la costa del Golfo de México, probablemente influyendo en el desarrollo de la escritura Maya también. Dado este contexto lingüístico, es importante recalcar las diferencias gramaticales entre los idiomas Mayas y Mixe-Zoqueanos, los cuales son los más evidentes a la hora de estudiar textos tempranos, en los cuales el contenido fonético muchas veces no es obvio. Una diferencia de este tipo es el orden básico de constituyentes de la oración: Sujeto-Objeto-Verbo en el caso de los idiomas Mixe-Zoqueanos, pero Verbo-Objeto-Sujeto en el caso de los idiomas Mayas.
PALEOGRAFÍA
La incursión de Lacadena (1995) en la disciplina de la paleografía ha proveído de una serie de datos, métodos y marcos teóricos de referencia cruciales para el entendimiento de la evolución del sistema de escritura Maya. Tal autor demostró la poderosa influencia de la analogía gráfica contextual, capaz de conducir, en forma gradual, al cambio regular de las formas gráficas de los signos. Uno de sus ejemplos más ilustrativos (Figura 3) provee un esquema del desarrollo de dos elementos gráficos que se difundieron de signo a signo en contextos similares, comenzando en el caso de uno de los diseños con el signo T126 ya, y en el otro con T178 la.
Mora-Marín (2001) ha observado que los datos utilizados por Lacadena (1995), los cuales generalmente comienzan a partir del Clásico Temprano, se pueden complementar con los datos del período Preclásico Tardío para poder examinar el inicio mismo de algunos de estos diseños. Por ejemplo, la evolución de los diseños gráficos de T1 7u y T126 ya, según Lacadena (1995), muestra dos períodos de influencia de T126 sobre T1. Sin embargo, la adición de los datos Preclásicos (Figura 4) sugiere que la influencia analógica de T126 comenzó desde el Preclásico Tardío (Mora-Marín 2001).
De tal forma se puede preparar una secuencia de interacción gráfica entre T1 y T126 que abarca más de un milenio de la historia de la escritura Maya (Figura 5). De esta forma es posible utilizar esta metodología muy efectivamente para establecer cronologías relativas para textos Preclásicos.
PALEOGRAFÍA Y DIFERENCIACIÓN SOCIAL Y REGIONAL
La paleografía también puede utilizarse para determinar la filiación entre tradiciones de escribanos del Preclásico Tardío. El elemento ESPIRAL como componente de T168, el cual funciona junto con T518 como un logograma para 7AJAW ‘señor, rey; dueño’, ha sido descrito en detalle para el Clásico Tardío por Lacadena (1995:108; 270-273), quien resalta su distribución geográfica restringida a la cuenca del río Pasión, durante el período del 736-849 DC. Él también observa que tal distribución indica que esta variante de T168 fue probablemente difundida por Dos Pilas. Interesantemente, como lo ha señalado Mora-Marín (2001, 2008, 2009), el elemento ESPIRAL de T168 se remonta originalmente al Preclásico Tardío, según sus atestiguaciones en Kaminaljuyu, San Bartolo; también se encuentra varios textos incisos en objetos portátiles de procedencia desconocida. En base a estos datos se puede elaborar una cronología básica para el desarrollo del signo T168 (Figura 6).
En el caso de la Estela 10 de Kaminaljuyu y los objetos portátiles sin procedencia, el elemento ESPIRAL aparece junto a un elemento rectangular u ovalado que exhibe un detalle interno un poco curvado desde el 300 AC hasta el 100 AC (Figura 6). Posteriormente, este elemento rectangular comienza a incorporar el elemento U, el cual cae finalmente en desuso alrededor del 416 DC (Lacadena 1995). En San Bartolo, la única instancia del elemento U aparece en el lado derecho de T168, mientras que el glifo Ben aparece en el lado izquierdo. En los demás textos el elemento U aparece a la derecha de T168. Alrededor del 200 DC parece que se llegó a un compromiso: el elemento U permanece en la izquierda, el signo Ben en la derecha, pero en el proceso el elemento ESPIRAL desaparece generalmente en las Tierras Bajas, con la excepción del texto de la piedra Xukpi en Copán y la revitalización del Clásico Tardío promovida por Dos Pilas. Es posible que al menos durante el periodo Preclásico Tardío la posición de tales elementos podría indicar la procedencia o filiación relativa de los textos en cuestión. También es importante enfatizar el hecho de que los textos Preclásicos pueden ser muy útiles para reconocer ejemplos de procesos culturales de revitalización en base a la reintroducción de símbolos arcaicos; de hecho, Schele y Freidel (1990) ya habían sugerido lo mismo con respecto a la escultura de la región del río Pasión durante el Clásico Tardío y el Clásico Terminal. Mora-Marín (2001) ha discutido varios ejemplos adicionales de este tipo de proceso.
EPIGRAFÍA COMPARATIVA EPI-OLMECA Y MAYA
Como ya se dijo anteriormente, la interacción interétnica, particularmente entre hablantes de los idiomas Mayas y Mixe-Zoqueanos, sin duda tuvo una influencia muy importante en el desarrollo de la escritura. Por ejemplo, Kaufman y Justeson (2001, 2004, 2008) proponen que el formato vertical de la Cuenta Larga, atestiguada exclusivamente en la escritura Epi-Olmeca, la cual Justeson y Kaufman (1993) han identificado como un sistema Pre-Zoqueano, y en la escritura Maya, se puede explicar en base a las normas discursivas Mixe-Zoqueanas, pero no las Mayas; ellos arguyen que los escribas Mayas adaptaron el sistema a sus normas discursivas mediante la incorporación de nombres de ciclos (año, mes, día) en la Cuenta Larga. También, varios autores (Justeson 1986; Stross 1990; Justeson y Kaufman 1993, 2001; Mora-Marín 1997, 2001, 2003, 2005) han discutido la posibilidad de difusión de signos fonéticos y logográficos entre los sistemas de escritura Epi-Olmeca y Maya. Mora-Marín (1997, 2001), en particular, ha preparado una lista de ejemplos que podrían demostrar difusión de signos fonéticos organizada en base a la presencia de correspondencias regulares o recurrentes (Figura 7). Varios de estos ejemplos podrían ser casos de difusión, pero bien podría ser también que algunos fuesen retenciones de un sistema ancestral, del cual pudieran haber descendido ambos sistemas, el Epi-Olmeca y el Maya.
Al mismo tiempo, se puede definir un número de correspondencias únicas, las cuales no son necesariamente significativas, pero sí nos proveen de hipótesis para investigaciones futuras, como se observa en la (Figura 8).
La difusión pudo haber sido bidireccional. Por ejemplo, es muy probable que la vocal ʉ del Mixe-Zoqueano pudiera haber sido percibida por los hablantes de idiomas Mayas ya sea como u o como a, dependiendo del contexto fonológico; ésto sugeriría que los ejemplos de correspondencias con signos que contienen tal vocal en el sistema Epi-Olmeca podrían haber sido préstamos del Epi-Olmeca al Maya. Sin embargo, es muy poco probable que los Mayas hubiesen escuchado la oclusiva glotal, representada en el presente con 7, como una l, dado que los Mayas tienen en su idioma ambos sonidos en varios contextos fonológicos, y no los habrían confundido. Los Epi-Olmecas, en contraste, no tienen un fonema l en su idioma, por lo que podría ser más factible que ellos hubiesen confundido el sonido l en los contextos iniciales de los signos fonéticos con otro sonido, como el 7, lo que indicaría que tales préstamos viajaron en la dirección opuesta. La región de la Costa Sur y las Tierras Altas de Guatemala pudieron haber ofrecido un contexto ideal para este tipo de interacción entre las tradiciones Epi-Olmeca y Maya (Justeson y Mathews 1990); de hecho como lo han indicado ya Macri (1991), Kaplan (1995) y Mora-Marín (2001, 2005), la escritura de Kaminaljuyu parece exhibir rasgos que combinan elementos estilísticos Epi-Olmecas y Mayas, de manera paralela a las similitudes iconográficas y estilísticas en el contexto de la escultura Preclásica del Istmo de Tehuantepec y la región Maya (Guernsey 1997).
TAK’ALIK AB’AJ: EPIGRAFÍA Y LINGÜÍSTICA
Finalmente es necesario destacar la situación de la escritura de Tak’alik Ab’aj. Justeson et al. (1985) ya observaron que los rasgos formales de la escritura de Tak’alik Ab’aj y Kaminaljuyu se asocian más fuertemente con la escritura de las Tierras Bajas Mayas que con la escritura Epi-Olmeca. Tal similitud es aún más impresionante cuando se añade la evidencia de la Estela 53 de Tak’alik Ab’aj, la cual exhibe el uso de columnas dobles, un rasgo que no fue incluido por Justeson et al. (1985) en su análisis. Mora-Marín (1997, 2001, 2005) también ha observado la correspondencia aparente entre un par de glifos consecutivos en el Monumento 11 de Tak’alik Ab’aj y el hueso de Kichpanhá de Belice, apoyando por lo menos el uso de un mismo sistema de signos en las Tierras Altas y Bajas, y ese autor incluso ha propuesto que el estilo iconográfico de los personajes presentes en la Estela 5 de Tak’alik Ab’aj es prácticamente idéntico al de la figura presente en una placa de jade de la Colección de Dumbarton Oaks contemporánea con la Estela 5, ambas con fechas del primer cuarto de siglo del segundo siglo después de Cristo. A pesar de la creencia por Mora-Marín (2005) de que el glifo de la Estela 5 que podría identificarse como T168 7AJAW parece mostrar también un complemento fonético T130 wa, el presente autor está de acuerdo con Lacadena (2009), quien señala que tal signo no se asemeja a las formas más tempranas de T130 wa, por lo que no es posible confirmar la lectura de T168 en la Estela 5 como 7AJAW, y por ende, no es posible confirmar la filiación Maya del texto en sí en base a este glifo en particular. Tal confirmación tendrá que postergarse hasta una fecha futura en la cual se cuente con suficientes textos legibles en el sitio, cuya escasez actual nos impide avanzar en su desciframiento (Fahsen 2009). Por otra parte, tanto Fahsen (2009) como Lacadena (2009) han sugerido que el orden de constituyentes de la oración presente en el Altar 48 de Tak’alik Ab’aj, según el análisis de Federico Fahsen, Oswaldo Chinchilla y Hubert Robichaux citado en Schieber de la Lavarreda y Orrego Corzo (2008), podría sugerir un orden básico S-O-V, como el de los idiomas Mixe-Zoqueanos. Sin embargo, la escritura Maya de las Tierras Bajas, tanto del Preclásico como inclusive durante el Clásico Temprano, se caracterizaba por cierta flexibilidad que los escribanos explotaban para componer textos en formatos muy irregulares, incluso cuando el contexto iconográfico no parecía ser un factor influyente. Pero esto se detallará con ejemplos específicos en un artículo futuro.
CONCLUSIONES
Este artículo ha presentado algunos resultados preliminares de la aplicación de diversas metodologías para elaborar una perspectiva más holística para el estudio de la escritura maya del Preclásico Tardío. Dado que la variación sincrónica y el cambio diacrónico están directamente relacionados, ambas perspectivas facilitan el estudio del sistema de escritura Maya y de los procesos sociales y culturales del Preclásico Tardío, como lo evidencia el patrón de diferenciación regional entre tradiciones escriturarias en base a la forma gráfica del signo T168. También es hora, finalmente, de llevar a cabo el estudio comparativo entre los sistemas de escritura de Mesoamérica, principalmente, en este caso, la escritura Maya y la Epi-Olmeca, las cuales parecen estar relacionadas muy estrechamente, tanto en las convenciones gráficas y estilísticas, como en el inventario de signos en sí, y el valor fonético o logográfico de muchos de éstos
AGRADECIMIENTOS
El autor ofrece un sincero agradecimiento a la Licda. Christa Shieber de Lavarreda por su interés en los estudios de la escritura Preclásica del mismo, y también a todos los participantes de la sesión Pozole de Signos y Significados por las observaciones e ideas que han servido al autor para reevaluar y revisar sus conclusiones previas.
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Figura 1 Clasificación filogenética de los idiomas Mayas.
Figura 2 Clasificación interna de los idiomas Ch’olano-Tzeltalanos.
Figura 3 Esquema evolutivo de los signos T173, T128, T126, T139 y T178 por Alfonso Lacadena (1995).
Figura 4 A. Figura por Lacadena (1995); B- G. Figuras por el autor (Mora-Marín 2001).
Figura 5 Figuras del Preclásico Tardío por el autor. El resto por Lacadena (1995).
Figura 6 Esquema evolutivo de los diseños gráficos de T168. Diseños tomados de Mora-Marín (2001), Lacadena (1995) y Saturno et al. (2005, 2006).
Figura 7 Correspondencias fonéticas regulares entre signos fonéticos Epi-Olmecas y Mayas. Dibujos por el autor y alguno tomados del dibujo de La Mojarra Stela 1 por George Stuart.
Figura 8 Correspondencias únicas entre signos fonéticos.