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Ivic Moterroso, Matilde y Carlos Alvarado
2011 Dinámica de población y territorio en la cuenca del lago de Atitlán y sus zonas colindantes en los siglos XV y XVIII. (Editado por B. Arroyo, L. Paiz, A. Linares y A. Arroyave), pp. 568-583. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).
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DINÁMICAS DE POBLACIÓN Y TERRITORIO EN LA CUENCA DEL LAGO DE ATITLÁN Y SUS ZONAS COLINDANTES EN LOS SIGLOS XV A XVIII
Matilde Ivic de Monterroso
Carlos Alvarado Galindo
PALABRAS CLAVE
Altiplano, Lago de Atitlán, etnohistoria, migración
ABSTRACT
This work presents a reinterpretation of the archaeological and ethnohistorical data related to the T’zutujils, K’iche’, and Kaqchikel populations in the Basin of Lake Atitlán and the regions with which it maintained political and economic relationships. This work is part of research to create a museum guide for the Museo del Pueblo T’zutujil. It will emphasize the symbiosis and antagonistic relationship between the T’zutujil of the Lake and those of the Pacific piedmont in the era prior to the Spanish Conquest. It will include maps on territorial changes in the 15th to 18th centuries; it will also revise and compare the patterns at Chuitinamit together with new observations on the Spanish Conquest in Lake Atitlán and present a revision on the founding and movements of the pueblos of the Lake.
INTRODUCCIÓN
A finales del 2009 la Asociación Vivamos Mejor y la Mancomunidad de Municipalidades Kaqchikeles de Atitlán (Mankatitlán) se acercaron al Departamento de Arqueología de la Universidad del Valle para solicitar la recopilación de datos arqueológicos y etnohistóricos de las cuencas sur y noreste del Lago de Atitlán. El objetivo era integrar los guiones museográficos del Museo del Pueblo Tz’utujil en la aldea Chuk’muk, Municipio de Santiago Atitlán y en los centros de visitantes en proceso de construcción en los municipios de Panajachel, San Andrés Semetabaj, San Antonio Palopó y Santa Catarina Palopó.
A pesar de que lo que se conoce de la información del Postclásico ya ha sido publicada, se pretende abrir el paso a nuevas interpretaciones, dados los avances en la comprensión de las sociedades postclásicas de Mesoamérica, en especial su relación con sus antecedentes del período Clásico. Además, recientemente ha aumentado el interés de las poblaciones indígenas actuales por la arqueología y la etnohistoria, pues les ofrecen herramientas para resolver interrogantes sobre su pasado, especialmente referidas a la presencia de sitios arqueológicos en sus comunidades. En Santiago Atitlán fue evidente la búsqueda de conexiones con los sitios de Xuk’muk y Chiya’/Chuitinamit. Como arqueólogos estamos consientes que la naturaleza de los datos difícilmente ofrecerá respuestas directas a estas inquietudes, pero al mismo tiempo no puede negarse que el tema de la etnicidad siempre estará presente en las interpretaciones de las sociedades al momento del contacto. Por otra parte, se necesita de mucha investigación, dado el acelerado proceso de destrucción del patrimonio cultural y natural alrededor del lago de Atitlán, ocasionado por la deforestación, el alarmante crecimiento demográfico y el desordenado urbanismo.
La interpretación de las sociedades postclásicas y coloniales de la cuenca del lago de Atitlán requiere de una nueva visión sobre la forma en que se organizaron las distintas poblaciones, así como las distintas maneras en que se identificaban. Se parte entonces de una crítica hacia el uso del concepto de grupos etnolingÚísticos unificados, tal como se usa hoy en día, como referencia a las poblaciones prehispánicas. Al contrario, la evidencia en la región tz’utujil apunta hacia una dinámica más compleja que en el Postclásico incluyó la existencia de entidades políticas distintas en incluso antagónicas dentro de un mismo grupo lingüístico.
Por consiguiente es necesario usar con cautela términos como tz’utujil y kaqchikel que aparecen en crónicas y documentos etnohistóricos en tiempos anteriores a la conquista, ya que podrían referirse a entidades políticas o linajes dominantes y no a poblaciones enteras. Este aspecto cuestiona los modelos de migraciones masivas y orígenes extranjeros, indicando que la intrusión de elementos culturales nahuas pudo haberse restringido a grupos pequeños de poder, mientras que la población mayoritaria mantuvo tradiciones domésticas locales. De hecho, una reciente publicación de Robert Carmack (2006), el creador de la hipótesis de la llegada de grupos epitoltecas a Guatemala, apunta a esa misma conclusión.
Como primera observación se señala que aunque arqueológicamente no se ha demostrado la continuidad de patrones culturales del período Clásico al Postclásico en el lago, tampoco se cuenta con evidencia de un cambio abrupto de población. Esto se debe a que por el momento no se tiene una secuencia estratigráfica que permita analizar la transición de una manera detallada. En un reciente análisis de la cerámica de Chuk’muk, Marion Popenoe de Hatch descartó la presencia de cerámica postclásica en el sitio, sino que su ocupación se limita al período Clásico; en Chiya’/Chuitinamit, la ocupación corresponde al Postclásico Tardío. Entonces, carecemos del eslabón intermedio. No obstante, al parecer luego de su abandono Chuk’muk se convirtió en un centro de culto, como lo señala la presencia de una pintura rupestre que se cree es Postclásica.
Por tanto, los datos de las poblaciones de la cuenca del lago que se presentan a continuación se limitan a la etnohistoria y a observaciones basadas en la geografía. Se espera que la reconstrucción tentativa de las dinámicas de población abra el interés por diseñar proyectos arqueológicos que busquen la información y la comparen con los documentos etnohistóricos. Algunas nuevas observaciones que aquí se presentan surgieron del grupo de investigadores y de los talleres con actores claves de las comunidades tz’utujil y kaqchikel del lago.
LAS FUENTES DE INFORMACIÓN
Una de las limitantes de la investigación etnohistórica de los tz’utujiles es que al parecer durante la época Colonial sus señores principales no redactaron crónicas de sus antiguas historias. Del siglo XVI sólo se conocen dos documentos tz’utujiles. El primero es la Relación de los Caciques o Relación Tz’utujil escrita en 1571 por los T’ziquinajay e iba dirigida al rey de España. Es muy útil para obtener información de su organización sociopolítica y su relación con varios poblados tributarios de la bocacosta. El segundo es un documento de 1563 y describe los problemas entre los dos amaq’ tz’utujiles más importantes.
Dado que los tz’utujiles ocupaban territorios muy codiciados por sus productos, como la cuenca del lago de Atitlán, la cuenca del río Nahualate y una importante sección de la bocacosta de Guatemala, durante el Postclásico Tardío fueron invadidos y desplazados de una parte substancial de sus antiguas tierras por poblaciones de k’iche’s y kaqchikeles. En las primeras décadas de la época Colonial, estos mismos grupos incluyeron en sus crónicas y títulos de tierra sus reclamos a estos territorios, por derecho de su antigua conquista. Por ello, sus documentos presentan información pertinente para los tz’utujiles. En 1984 Sandra Orellana publicó un excelente libro sobre los tz’utujiles prehispánicos y coloniales. Sin embargo, está escrito en inglés y es desconocido entre las poblaciones actuales de tz’utujiles. Recientemente los etnohistoriadores Robert Carmack, James Mondloch y Ruud van Akkeren han analizado fuentes k’iche’s y kaqchikeles en las que se analizan datos muy importantes para los tz’utujiles.
PROPUESTA DEL TERRITORIO TZ’UTUJIL A FINES DEL SIGLO XV
Se plantea que pudo haber poblaciones de grupos tz’utujiles desde la cuenca superior del río Nahualate y las primeras elevaciones de la cuenca del lago de Atitlán, bajando hasta la Bocacosta y quizás la Costa Sur (Figura 1). Marion Popenoe de Hatch (1989) señaló que los ríos servían para definir
las fronteras de los distintos grupos étnicos. Carlos Alvarado Galindo propone que la cuenca completa de los ríos, desde su nacimiento hasta su desembocadura y sus afluentes, eran elementos básicos de la geografía sagrada para definir los territorios de los antiguos grupos étnicos. Un excelente ejemplo de esta concepción se encuentra en el Título Mam (Crespo 1956:10) donde los señores de Ostuncalco y Chiquirichapa señalan que las tierras ubicadas desde el nacimiento del río Comalate en Huehuetenango hasta Totonicapán eran territorio mam.
Las fronteras norte y sur de esta propuesta territorial son las más inciertas. Al norte se piensa que la misma formación geológica de la cuenca del lago de Atitlán pudo actuar como frontera; además, allí nace el río Nahualate. Conviene mencionar que en la expansión k’iche’ dirigida por K’iq’ab’ alrededor de 1425, se colocaron puntos estratégicos en los lugares más altos, como la fortaleza de Sija’ muy cerca de la actual Santa Catarina Ixtahuacán. Empero, se desconoce si este sitio tuvo una ocupación anterior y si la misma se relacionaba con poblaciones tz’utujiles (van Akkeren 2009). En Nahualá, también cerca de Santa Catarina Ixtahuacán, se encontraba la principal fuente de basalto para producir los metates, un recurso clave para las poblaciones prehispánicas. Los documentos k’iche’s y kaqchikeles sólo alcanzan a afirmar la presencia de poblaciones tz’utujiles en la cuenca norte del lago. En el Memorial de Sololá se señala que a los tz’utujiles “casi les amaneció” en un lugar llamado Pa Tz’ala’, pero que “todavía no estaban listos”. Pa Tz’ala’ aparece en el contexto del “amanecer” de varios winäqs, interpretado como ritos de fundación (Maxwell y Hill 2006:119-120; Boone 2000) Según Sandra Orellana (1984:51-52) Tz’ala’ era un pueblo tz’utujil cerca del territorio de los kaqchikeles y Chuitzalá es el nombre tz’utujil para Sololá.
Para marcar la frontera sur del territorio de los tz’utujiles se colocó como mojón aproximado a la región de Tiquisate. Los k’iche’s lo mencionan orgullosos como una conquista de Q’uq’kumats/K’otuja, aunque no identificaron claramente al grupo que despojaron. Por consiguiente esta frontera es la más tentativa.
Entre las poblaciones tz’utujiles, la cuenca del río Nahualate fue muy importante para delimitar sus tierras, mientras que la frontera al oeste, con los grupos mames, habría sido definida por la cuenca del Samalá. Edwin M. Shook notó que a partir de la cuenca del río Samalá y llegando hasta la región del Soconusco, los sitios arqueológicos presentaban un fuerte cambio en el patrón de asentamiento, en comparación con los sitios de la cuenca del río Nahualate. Por otro lado, hacia el este, en el período Postclásico Tardío los kaqchikeles ocupaban las tierras de la cuenca del río Madre Vieja y es posible que poblaciones k’iche’anas estaban allí desde el Clásico Tardío, reflejadas en la gran cantidad de cerámica de la vajilla Amatle que se ha encontrado en esta región (Marion Popenoe de Hatch, comunicación personal, 2009).
En el Título de los Señores de Totonicapán y en el Título de Santa Clara se menciona que en el Postclásico Tardío existían grupos tz’utujiles-malaj en la bocacosta y en la cuenca del lago de Atitlán. Curiosamente durante el taller los tz’utujiles presentes señalaron que “malaj” era una palabra kaqchikel y que en realidad se deberían llamar “hunlaj” (“uno hombre”).
En la cuenca del lago el amaq’ principal era dirigido por el poderoso linaje de los tz’iquinajay. Tz’iquinajay aparece indistintamente como linaje, chinamït, casa y amaq’s (alianzas de chinamïts). No obstante, se hace la diferencia que el linaje implica relaciones de sangre, mientras que en el chinamït los miembros no eran necesariamente parientes; eso sí, las posiciones más altas de cada chinamït estaban ocupadas por miembros del linaje más prestigioso. El nombre Ajtz’iquinajay se refiere al señor que dirigía al linaje y chinamït tz’iquinajay.
Esta relación simbiótica, y muchas veces antagónica, entre las poblaciones tz’utujiles del lago y de la bocacosta, caracterizó su cultura y desarrollo histórico. Los accidentes geográficos, como ríos y pasos de montaña, comunicaban a ambas regiones y las poblaciones dependían de los productos locales y de otros que obtenían a través del intercambio. El hecho de que tenían tierras en la bocacosta, los puso en contacto con grupos de cultura nahua probablemente desde el período Clásico. Quizás por ello, en algunas crónicas y títulos identifican a los tz’iquinajay como “gente yaqui”, un nombre asociado con los nahuas.
EXPANSIÓN DE Q’UQ’KUMATS / K’OTUJA, ¿FINALES DEL SIGLO XV?
En el siglo XVI el nombre tz’utujil aparece relacionado con amaq’ principales de la bocacosta y de la cuenca del lago, pero se cree que al principio estaba más ligado a los malaj de la bocacosta. En el Título de los Señores de Totonicapán, aparecen junto a productos de esta región, como cacao, pataxte, pacayas y camaroncillos. La ubicación de los malaj en la bocacosta es confirmada por el Título de los Indios de Santa Clara La Laguna:
“Todos los señores de la gente quiché, cada uno con su cerro y valle (pueblo), Culajá [K’ulaja],Tzijbachaj [Tzijb’achaj], Sija Raxquim [Raxk’im], con todos los de Malah [Malaj], los de debajo de los árboles de pataxte y cacao, los cuatro cuñados de la gente costeña…” (Traducción de van Akkeren 2009:79).
Al parecer, durante la primera parte del Postclásico Tardío, los tz’iquinajay, dominaban a los grupos de la bocacosta, pero esta situación cambió con las expansiones de los k’iche’s a finales del siglo XIV o principios del XV, dirigidas por el gobernante k’iche’ Q’uq’kumats / K’otuja’ (Figura 2). El Título de Totonicapán menciona que éste se casó con una princesa de los ts’utujiles- malaj.
“Entonces se fueron cuatro Popc’amjá para traer a la hija de la gente Malaj. Llevaron con ellos las siguientes cosas: una hamaca amarilla, un petate rojo, una mesa, un omóplato y sandalias.
Entonces vino la hija de la gente de Malaj, llegó al Q’uiché, a Chiismachí. Xlem se llamaba la mujer…/…. Así fue la venida de esta hija de la gente Malaj. Cuando ella vino, entró con mala intención. Pero no causó guerra, el señor K’ucumatz C’otujá sólo se hizo yerno allá. Y (como tributo de Malaj) llegaron troncos de pataxte y de cacao, pacaya blanca, pedernal blanco, también chile rojo y blanco, camaroncillos y pájaros. Así fue el casamiento de K’ucumats C’otujá con la hija de la gente ts’utujil de Malaj. También llegaron los de Xetulul,…” (Traducción de Robert Carmack y James Mondloch 1983:192-193).
Van Akkeren (2009) ofrece dos interpretaciones: (1) que se trató de una alianza ventajosa entre los k’iche’s y los malaj, que habrían estado subordinados a los tz’iquinajay, pero hartos de pagarles tributo, se aliaron con los k’iche’s para vencerlos. Debieron seguir pagando tributo a los k’iche’s, pero a cambio habrían recibido reconocimientos políticos y quizás algún control entre las poblaciones del lago. Por los datos, parecería que fue en esa época cuando el nombre tz’utujil entró al lago de Atitlán y continuaron las malas relaciones entre ambos grupos. Al menos el documento de 1563 señala la continuación del fuerte antagonismo entre los t’ziquinajay y los tz’utujiles-malaj. La segunda interpretación de van Akkeren es que la alianza fue forzada. El Título de Totonicapán parece señalarlo cuando señala que la princesa tz’utujil llegó “con mala intención”, pero que no causó guerra. Hay que agregar que asociados a los malaj se mencionan otros grupos de la costa como los Wankoj Yab’akoy (“Gente Puma”) que van Akkeren ubica en Samayaque. Llama la atención que posteriormente Q’uq’kumats fue asesinado y deshonrado por la gente de “Cojá” por lo que aquí se propone que la gente de alguna ciudad de la bocacosta, quizás aliados con los tz’utujiles-malaj, pudieron matar al gobernante k’iche’ y recuperar su territorio. Por ello, posteriormente, alrededor de 1425, su hijo K’iq’ab’ buscó vengar a su padre y reconquistar el territorio de la bocacosta.
Una segunda observación es que fue en ese momento cuando se dio por primera vez la alianza k’iche’-tz’utujil, y fue sólo con uno de los amaq’, no con toda la población tz’utujil. Muchas veces se menciona la confederación de tripartita de k’iche’s-kaqchikeles-tz’utujiles, pero en los documentos revisados no aparece tal cual. El grupo que se alió con los k’iche’s fueron los tz’utjiles-malaj. Hay que recordar que en el siglo XV los kaqchikeles occidentales estaban subordinados a los amaq’ k’iche’s y no aparecen como una entidad política definida y distinta.
EXPANSIÓN DE K’IQ’AB’ ¿1425?
Alrededor de 1425 K’iq’ab’, hijo o descendiente directo de Q’uq’kumat / K’otuja, empezó una nueva expansión. Invadió y colonizó la sección norte y nororiental del lago de Atitlán (Figura 3). En el Título de Totonicapán y el Título de Santa Clara La Laguna aparece la ruta que siguió, que Robert Carmack señaló que iba de Chichicastenango a Sololá, identificada por topónimos que inician con Lemoa. Dado que se menciona a Camanchaj es posible que siguiera el curso del río del mismo nombre.
El Título de Totonicapán señala que la parte noroccidental del lago se quedó con los k’iche’s y que colocaron siembras y milpas en lo que hoy es Santa Lucía Utatlán. También usurparon la zona correspondiente a los actuales Santa Clara La Laguna y una parte del territorio que pertenecía al actual San Juan La Laguna, en la aldea Panyevar. De acuerdo con Sandra Orellana allí quedó la frontera entre los k’iche’s y los tz’utujiles. No obstante se tiene la impresión que los k’iche’s no estaban particularmente interesados en controlar las meras orillas del lago, sino más bien su objetivo era la bocacosta tz’utujil. De hecho también lograron anexar el territorio de Otzoyá en la cuenca del río Samalá, que antiguamente estaba en manos de los mames (Carmarck 2009:99, véase Título Nijaib I).
El resto de San Juan y lo que hoy es San Pedro La Laguna quedó en el territorio tz’utujil. Lo mismo sucedió con todas las poblaciones ubicadas en la orilla sur del lago, especialmente el actual Santiago Atitlán. Los tz’utujiles las defendieron férreamente, porque allí se encontraban pasos de montaña que los comunicaban con la bocacosta y sus ricas tierras de cacao, especialmente en Suchitepéquez.
Los kaqchikeles se apropiaron del actual territorio de Sololá a partir de 1425 (Orellana 1984:53). La parte oriental del lago pasó a manos de los sotz’iles, uno de linajes y chinamïts kaqchikeles más importantes. No hay muchos datos sobre la manera en que sucedió, pero al parecer la cuenca del río Madre Vieja jugó un papel muy importante. El Memorial de Sololá señala que “los signos de transformación” de los kaqchikeles emergieron en Chi Tulul y que luego todos los guerreros empezaron a cruzar el lago. En el Diccionario Geográfico de Guatemala el nombre “Chitulul” aparece como un caserío de San Antonio Palopó. Por otro lado, los Documentos de Pakal señalan como tierras kaqchikeles a Saqb’in, hoy la región de Cotzumalguapa (véase Documento Xpantzay E).
LA CONQUISTA ESPAÑOLA
Aquí únicamente se resaltan los detalles de la conquista que ofrecen datos sobre las dinámicas de población y territorio. Provienen de las cartas-relaciones escritas por Pedro de Alvarado en 1524; de la descripción de Bernal Díaz del Castillo (¿1568?) basadas en informantes y de las crónicas indígenas, como el Memorial de Sololá. Alvarado informó que salió de Iximche’ a conquistar la región del lago (Figura 4). De gran ayuda son las imágenes que están registradas en el mapa de la Relación de Santiago Atitlán y del Lienzo de Quauhquechollan, ambos de mediados siglo XVI.
Un primer aspecto a resaltar es que fue con los españoles que se unificó el nombre de los principales grupos etnolinguísticos de Guatemala. Por lo común utilizaron el nombre de los chinamït y linajes más importantes para referirse a los hablantes del mismo idioma. De los Nima’ K’iche’s obtuvieron el nombre para referirse a los k’iche’s. De los xajiles-kaqchikeles de Iximche’ tomaron el nombre “kaqchikel” para las poblaciones de Chimaltenango y Sololá (Tomás Barrientos comunicación personal, 2010). Llama la atención que no usaran tz’iquinajay para referirse a los tz’utujiles, sino que tomaron el nombre del segundo amaq’ más importante, el tz’utujil-malaj. Esto podría explicarse de tres maneras: (1) Los tz’utujil-malaj eran aliados de los k’iche’s y los reconocieron como los más importantes; (2) los españoles obtuvieron su colaboración para vencer a los tz’iquinajay del lago; (3) simplemente era más fácil pronunciar “sotogil” y no “ziquinajay”. En los documentos del siglo XVI ya se usa “tz’utujil” para referirse a ambos grupos, aún en los escritos por los propios señores tz’iquinajay.
El segundo punto se refiere al lugar desde donde los españoles ingresaron al territorio tz’utujil y se libró la batalla. Los datos señalan que fue en el peñol de Tzanguacal y que la frontera entre los kaqchikeles y los tz’utujiles estaba cerca de allí, entre Tolimán y Palopó. En la Segunda Carta Relación de Alvarado sobre la conquista de los tz’utujiles los elementos principales son: (1) encontraron a Chiya’/Chuitinamit vacía; (2) el ataque al territorio tz’utujil en donde destaca “un peñol” a la orilla del lago; (3) la participación masiva de indígenas auxiliares mexicanos y kaqchikeles; (3) la huida de guerreros tz’utujiles a nado hasta alcanzar una isla cercana.
En el mapa de la Relación de Santiago Atitlán de 1585 aparece una fortaleza aproximadamente en ese punto (Figura 5). El nivel del lago estaba más alto que en la actualidad, por lo que el acceso al peñol habría sido por una calzada estrecha con puentes de madera. Las partes altas de las penínsulas cercanas a Tzanguacal pueden ser las “islas” hacia las que huyeron los tz’utujiles. En el Lienzo de Quauhquechollan, aproximadamente a la altura de Atitlán aparece la representación de una batalla en un lago con un peñol al centro, que podría referirse en retrospectiva a la conquista de los tz’utujiles. La lámina del Lienzo de Tlaxcala que aparece identificada como Tecpán Atitlán también podría referirse a esta batalla pues Pedro de Alvarado no registró ninguna batalla en Tzololá, que en el siglo XVI era conocida como Tecpán Atitlán.
CAMBIOS TERRITORIALES EN LOS SIGLOS XVI A XVIII
Luego de la derrota, al parecer los tz’utujiles regresaron a Chiya’/Chuitinamit, pues posteriormente varios documentos coloniales refieren que la población de Chiya’ fue congregada en Santiago Atitlán, ya que los frailes se quejaban del difícil acceso. Es de resaltar que entre los tz’utujiles que participaron en el taller en 2010, desconocen por completo los motivos del traslado de Chuitinamit/Chiya’ a Santiago Atitlán.
Por otra parte, al parecer los tz’iquinajay recuperaron de los k’iche’s la región que dominaban en la bocacosta pues en la Relación de los Caciques de Atitlán de 1571 señala como sus vasallos a varios pueblos del actual Suchitepéquez. Se desconoce si fue antes de la conquista española o si aprovecharon la debilidad de los k’iche’s luego de dicha conquista.
La cabeza y señor de todos fue su nombre Atziquinahai, i los demas señores juntos con dicho señor se llamaron Amac-tzutujile, y estos fueron señores sin tener ni conocer a otro señor, porque a estos daban y recognoscen el día de oy las estancias S. Bartholome S. Andres S. Francisco S. Barbara, y criados, tributavan.. Señor primero que se dice Atziqinahai era en aquel tiempo Rey i Señor de su pueblo i provincias arriba nombradas; los siguientes que se llaman Natzhijay, Aquibihai, Acuhai, Quicihay, Acoboxul, Amac Tzutuhile. (Relación de los Caciques de Atitlán).
Sin embargo, los k’iche’s no perdieron la oportunidad de reclamar ante los españoles el control de estos mismos territorios basados en los derechos por sus antiguas conquistas:
“…y nosotros los señores de Sija Santa Catarina, junto con Quetzaltenango y con San Martín Zapotitlán, con San Gaspar Yabacoj [Yab’akoj] Cuyotenango, con San Bartolomé Mazatenango, con San Francisco Zapotitlán, con Santa María Samayac [Samayaque] y también con la mitad de nuestro chinamital, la gente quiché que está en Suchitepéquez, Santo Tomás Chuvaxac [Chuwaqxaq], San Gregorio Jael. Todos que son de nuestras casas, de nuestros chinamitales, son nuestros vasallos. (Título de los Indios de Santa Clara La Laguna traducción de Ruud van Akkeren 2009:83).
Alrededor de 1580 los señores principales k’iche’s de Santa Catarina Ixtahuacán mandaron a un grupo de colonos a fundar y poblar el actual pueblo de Santa Clara La Laguna, por temor a que los señores tz’utujiles los reclamaran de nuevo. (Figura 6) Lo anterior, es comprobado por el siguiente documento y por el hecho de que Santa Clara ha estado ocupado por k’iches desde la época colonial y quizás desde los tiempos de K’iq’ab’:
“dijeron que descienden los indios de santa clara de los caciques antiguos deste su pueblo de santa catalina y que habrá Çinquenta y ocho años que se fundó el dicho pueblo y los fundadores salieron de aquí […] y que los pobladores de dicho pueblo fundaron por mandado de los caciques deste pueblo [Santa Catarina] para que las tuviesen en guardia y custodia y cultivasen y sembrasen y que no se le metiesen en ellas los caciques de Atitlán o sus maceguales…” (Archivo General de Centroamérica, A1 Legajo 5942, Exp. 51997 citado en Ruud van Akkeren, 2009:70).
Las disputas por tierras pudieron verse exacerbadas por la intervención de los conquistadores. Acerca de los tz’utujiles, el documento de 1563 presenta las quejas del amaq’ tz’utujil contra el entonces gobernador de los tz’iquinajay y estaban disputando el poder. Poco después lograron igual número de posiciones en el Cabildo (Pedro Carrasco 1982:72). En el mapa de Santiago Atitlán pintado en 1585 y que se adjuntó a la Relación Geográfica de Atitlán aparecen las casas de los principales de ambos amaq’, el tz’iquinajay y el tz’utujil-malaj.
Sin embargo, a partir del siglo XVI empezó a darse una pérdida de poder político y territorial de los tz’utujiles frente a los kaqchikeles y en gran parte ello se derivó de su situación geográfica. Es de mencionar que luego que terminó la resistencia kaqchikel aproximadamente en 1530, los españoles trasladaron a los xajiles a Sololá a fin de separarlos de los otros grupos para obstaculizar una nueva rebelión. Por ello, allí escribieron el Memorial de Sololá. En 1547 la Audiencia de Guatemala formó siete corregimientos o unidades administrativas. Dos de ellos eran Tecpán Atitlán y Atitlán (Figura 7), que después de 1560 fueron integrados a la Alcaldía Mayor de Zapotitlán. Así permanecieron hasta 1689, cuando se combinó los Corregimientos de Atitlán y Tecpán Atitlán para formar la nueva Alcaldía Mayor de Sololá, cuya cabecera era kaqchikel (Figura 8). El Corregimiento de Tecpán Atitlán adquirió más importancia para los españoles que el de Atitlán en Santiago, porque se encontraba en la ruta del Camino Real que comunicaba hasta Chiapas.
Respecto de la región de Atitlán, Pedro de Betanzos le escribió al rey Felipe II que congregó cerca de 200 poblaciones que anteriormente se conocían como amaq’ y que ya asentadas formaban pueblos de mil, dos mil y tres mil hombres. El proceso de congregación ocasionó que surgieran nuevas disputas de tierras entre los pueblos. Sin embargo, no todos los antiguos asentamientos fueron trasladaron sino que hubo casos que se usaron como centros para las congregaciones. Por ejemplo Chi-Tzunún-Choy se convirtió en San Pedro y Chupalo se volvió San Pablo (Orellana 1984:117).
En la fundación de los pueblos del lago se identifican dinámicas interesantes. Algunos son producto de los efectos de la congregación forzada por los españoles, mientras que otros se fundaron como parte de movimientos estratégicos de los grupos alrededor del lago, para evitar que invadieran su territorio sus antiguos enemigos o para reforzar sus derechos basados en antiguas conquistas. Ya se mencionó el caso de Santa Clara fundada a propósito por los k’iche’s.. El segundo caso se refiere a Santa Cruz cuyo nombre prehispánico era Panpatí. Probablemente se le usó como lugar de congregación y entre 1583 y 1623 era sujeto tributario de Atitlán. Sufrió traslados por inundaciones. Alrededor de 1583 los pueblos al este de Santa Cruz ya no eran tz’utujiles sino kaqchikeles. Luego en el siglo XVII se le anexó a la alcaldía mayor de Sololá y paulatinamente perdió su afiliación con los tz’utujiles (Orellana 1984).
En el área de San Juan los tz’utujiles evitaban movimientos de los k’iche’s hacia el sur y en 1618 fue fundado oficialmente por los tz’utujiles de Santiago Atitlán. Sostuvo litigios de tierra con los k’iche’s de Santa Clara. Al final del proceso se decidió que la tierra debía ser dividida en partes iguales entre las dos comunidades. En el lado occidental del Lago Atitlán se realizaron congregaciones en San Pedro alrededor de 1550. Hasta el siglo XVIII el pueblo era conocido como San Pedro Patzununá derivado de Chi Tzunún Choy que significa “cerca de la laguna”. Al parecer el territorio de San Pedro se extendía desde Santa Clara e incluía Nahualá y San Antonio Suchitepéquez. Hacia el este la región entre San Antonio Palopó y San Lucas Tolimán era un área de frontera y Palopó era un puesto de avanzada tz’utujil que finalmente fue capturado por los kaqchikeles (Orellana 1984:130-132).
Además, desde los primeros siglos de la época Colonial los tz’utujiles perdieron sus territorios en las ricas tierras de Suchitepéquez y Nahualapa, que fueron incorporadas a distintas encomiendas. Esta separación se debió tanto a los españoles como a los tz’utujiles de la bocacosta que querían desligarse del pago de tributo a sus antiguos señores y pedían sus propias instituciones legales. Ya en la Relación Tz’utujil de 1571, los tz’iquinajay señalan a San Bartolomé, San Andrés, San Francisco y Santa Bárbara como sus estancias pero querían salirse de su dominio y pedían al rey de España .Suchitepéquez fue separada del Corregimiento de Atitlán y se convirtió en San Antonio, el eje de la Alcaldía Mayor de Zapotitlán a raíz del apogeo del cultivo de cacao. Rápidamente se convirtió en un pueblo español y mestizo (Orellana 1984:188-190). Paulatinamente las tierras de la bocacosta se fueron se fueron convirtiendo en pueblos mestizos y de sus tierras se formaron fincas cafetaleras en el siglo XIX. Finalmente en el siglo XX el Lago de Atitlán se convirtió en un lugar atractivo para la construcción de casas de descanso para la población mestiza y para hoteles y ello significó otra importante pérdida territorial, esta vez en las propias orillas del lago de Atitlán.
REFERENCIAS
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Relación Geográfica de Santiago Atitlán
1982 Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Guatemala (editado por René Acuña). Universidad Autónoma de México, México.
Figura 1 Gran Región Tz´utujil. Área mayor ocupada por los Tz´utujiles y sus ancestros. Mapa por C. Alvarado, Centro de Investigaciones Arqueológicas y Antropológicas UVG 2010 (Basado en mapa del IGN 1:50,000).
Figura 2 Expansión de Q´uq´kumats K´otuja a fines del siglo XIV. Mapa por C. Alvarado, Centro de Investigaciones Arqueológicas y Antropológicas UVG (Basado en mapa del IGN 1:50,000).
Figura 3 Conquistas de K´iq´ab´, alrededor de 1425. Mapa por C. Alvarado, Centro de Investigaciones Arqueológicas y Antropológicas UVG (Basado en mapa del IGN 1:50,000).
Figura 4 Territorio Tz´utujil al momento de la conquista española. Mapa por C. Alvarado, Centro de Investigaciones Arqueológicas y Antropológicas UVG (Basado en mapa del IGN 1:50,000).
Figura 5 Mapa de la Relación Geográfica de Santiago Atitlán 1585 (Fotografía de T. Barrientos 2008).
Figura 6 Poblados fundados a finales del siglo XVI. Mapa por C. Alvarado, Centro de Investigaciones Arqueológicas y Antropológicas UVG (Basado en mapa del IGN 1:50,000).
Figura 7 Mapa del corregimiento de Atitlán a finales del siglo XVI. Mapa por C. Alvarado, Centro de Investigaciones Arqueológicas y Antropológicas UVG (Basado en mapa del IGN 1:50,000).
Figura 8 Alcaldía Mayor de Sololá, finales del siglo XVIII. Mapa por C. Alvarado, Centro de Investigaciones Arqueológicas y Antropológicas UVG (Basado en mapa del IGN 1:50,000).