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015 En la vista de Pa’chan: procesos dinámicos en el Zotz, Petén y sus cercanías – Stephen Houston, Edwin Román, Thomas Garrison, José Luis Garrido, Nicholas Carter, James Doyle, Elsa Dámaris Menéndez, Sarah Newman, Melanie Kingsley – Simposio 25, Año 2011

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Houston, Stephen, Edwin Román, Thomas Garrison, José Luis Garrido, Nicholas Carter, James Doyle, Elsa Dámaris Menéndez, Sarah Newman y Melanie Kingsley

2012        En la vista de Pa’chan: procesos dinámicos en el Zotz, Petén y sus cercanías. En XXV Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2011 (editado por B. Arroyo, L. Paiz, y H. Mejía), pp. 173-184. Ministerio de Cultura y Deportes, Instituto de Antropología e Historia y Asociación Tikal, Guatemala (versión digital).

15

EN LA VISTA DE PA’CHAN: PROCESOS DINÁMICOS EN EL ZOTZ, PETÉN Y SUS CERCANÍAS

Stephen Houston

Edwin Román

Thomas Garrison

José Luis Garrido

Nicholas Carter

James Doyle

Elsa Dámaris Menéndez

Sarah Newman

Melanie Kingsley

PALABRAS CLAVE

Arqueología maya, Petén, paisajes cambiantes, patrones de colapso, relaciones políticas, iconografía, estucos modelados

ABSTRACT

Recent investigations at El Zotz, Petén, and its local region reveal a sequence of dramatic upheavals over time, along with evidence of continuity in production and, in all likelihood, population. No small part of its history concerns a problematic, inverse entanglement with Tikal and other centers of more substantial size. The Preclassic began with a small settlement, provisioned by a substantial cival, and then established a considerable settlement at El Palmar, reaching its apogee at the time of Christ. Abandoned soon thereafter, the landscape showed little occupation until the founding of Early Classic sites in hilltop, palatial centers, in one case with the monumental funerary temple of El Diablo, in another with small temples, as at Bejucal. New or enlarged reservoirs enable this settlement. The fitful if intensive occupations of the Late Classic period segue into an occupation at El Zotz that weathered the Maya collapse, with populations that, at first, occupied and extended Classic-period constructions, and then developed into an autonomous and distinct Postclassic community that survived until AD 1200. In most periods, El Zotz and its region experienced strong interruptions and displacements of settlement that alternated with periods of relative stability—attributes pointing to the insecurities of existence between more dominant, often combative sites and dynasties.

El hecho sobresaliente de El Zotz y sus cercanías, no es su tamaño—contaba a lo sumo con unos cuantos miles de personas—sino su ubicación crucial (Garrido López, Houston y Román 2010). Este atributo condiciona y dirige, en combinación con sus rasgos físicos, su desarrollo a través de c. 1800 años (Figura 1).  El valle de Buenavista dominaba su vida, Tikal a poca distancia al este, las áreas pantanosas al oeste (hacia su aliado El Perú), al sur y al norte un paisaje profundamente quebrado, con señas del control de El Zotz en la parte sur de la meseta El Mirador. Los ritos de fundación, expresada en forma de la construcción de edificios mortuarios o templetes pequeños, dieron una energía centralizada a los asentamientos, y la infraestructura básica de aguadas no solomente naturales sino artificiales proveían una base pragmática para la vida cotidiana (Garrison et al. 2011). La historia de la zona refleja precisamente las oportunidades y condiciones precarias de vivir entre los poderes dinásticos y urbanos de los mayas del centro de Petén.

EL INICIO PRECLÁSICO

Los primeros habitantes de la zona que dejaron vestigios tangibles fue un grupo en el sitio de El Palmar con cerámica que exhibe los rasgos de la fase Eb de Tikal. Su presencia aparece únicamente en la forma de unos pocos tiestos al fondo de un pozo de 7 metros, su fecha tal vez fijada al principio del Preclásico Medio, c. 700 AC (Figura 2). Pruebas en el cival directamente al este de El Palmar mostraron el contexto ambiental de estos sucesos humanos. Un acuífero suministró una fuente confiable de agua y creó, por tanto, un lugar de atracción natural para los seres humanos. Al centro fue un humedal perenne con un porcentaje bajo de deposición desde al menos 1400 AC (3400 AP), el nivel más profundo del pozo de investigación, hasta 300 AC (2300 AP). Después, en 200 DC (1800 BP), los depósitos cambiarion de una manera fundamental, de matrices orgánicas a los estratos inorgánicos—componiendo el famoso “lodo maya”. El humedal continuo se tornó en un ambiente afectado por temporadas secas y lluviosas. Al principio del Clásico Temprano el patrón volvió a las tasas bajas de deposición.

Este trasfondo, en parte natural, en parte plasmado por los mayas mismos, pone en relieve un patrón bimodal del intenso asentamiento humano en la zona. En El Palmar, dotado por sus riquezas naturales y su ubicación central en el valle de Buenavista, los habitantes formaron un nexo cívico. Se niveló un espacio cuadrado y se emprendió un conjunto de estilo “E” (Aimers y Rice 2006; Chase y Chase 1999; Doyle 2011). La época Mamom se atestiguó a una inversión fuerte en ampliar el conjunto, pero el asentamiento pasó por una disminución al principio de la época Chicanel (Beta-285472, 2120±40 BP, Cal BP 2300 a 2260 y Cal BP 2160 a 1990; Beta-265817, 2230±40 BP, Cal BP 2340 a 2140). Se nota claramente una reducción en la inversión arquitéctonica, seguido por un nuevo énfasis en una retícula cívica y las formas innovadoras tales como un grupo triádico. En El Palmar se vió una expansión llamativa de una elevada plataforma residencial, compuesta por 15 pisos o nivelizaciones, de 10 metros de alto. La comunidad Chicanel basó su asentamiento en los patrones de la época Mamom pero con un incremento notable en su aspecto monumental y su atributo, ahora abrumador, de planificación.  Se resalta sobretodo por una rejilla, tanto norte-sur como este-oeste, que aparece en los epicentros de sitios mayores, como en el caso de El Mirador (Šprajc et al. 2009). Por primera vez se observa iconografía en un friso, en el Edificio E4-7, taludes de falda, la aplicación de capas gruesas de estuco y, como fue notado en el cival, un ajuste dramático en el paisaje. Abierta, accesible, extensa, la ocupación Chicanel luce en El Palmar, aunque existen unos pocos tiestos de la época (además de aun menos artefactos Mamom) en El Zotz, debajo del Grupo Sur y la Acrópolis.

No obstante, por la ausencia de cerámica vinculada con la fase Cimi de Tikal, el gran vecino al este, es probable que la zona experimentara un colapso local en el primer siglo DC.  Es difícil evitar la inferencia de que la población se mudó al fenómeno urbano que fue Tikal, en pleno proceso de “reducción”, o, como alternativo lógico, huyó a las zonas afuera del ámbito Tikaleño. Las excavaciones hechas por James Doyle y Rony Piedrasanta en 2011 comprobaron que hubo un asentamiento ligero, notablemente superficial, alrededor del 300 DC, y de pocos años de extension (Beta-265821, 1730±40 BP, Cal BP 1720 a 1540). La plataforma residencial E5-7 recibió cimientos y edificios rústicos, además de un entierro ya obedeciendo a la orientación predominante del Clásico norte-sur. Sin embargo, el hallazgo enfrente de la Estr. E5-1 de una tumba de élite, abovedada y del Clásico Temprano, con restos de una máscara de jade, sugiere que la re-ocupación de El Palmar no fue humilde ni separada del sistema de control dinástico que dominaba el Clásico. La tumba sostiene también, una hipótesis de los grupos triádicos: que la colocación de un edificio morturario exactamente en el eje principal de una estructura Preclásica pueda señalar que las fases anteriores tenían la misma función funeraria (Figura 3). En El Palmar, el Clásico Tardío es prácticamente invisible (Beta-285471, 1280±40 BP, Cal BP 1290 a 1140) y la presencia de algunas puntas de flecha del Posclásico indican el rol del valle como un lugar de escasa gente, dejando un lugar tranquilo para la caza (Beta-285470, 720±40 BP, Cal BP 700 a 650 y Cal BP 580 to 570).

EL CLÁSICO TEMPRANO

El Clásico Temprano prosiguió como la época clave para los asentamientos más elevados del paisaje de El Zotz, en contraste fundamental con el Preclásico. Para proveer dichos asentamientos, los pobladores excavaron (en El Zotz y su dependencia de El Diablo) y empedraron (en El Zotz) tres aguadas. En El Zotz se suscita la posibilidad de la introducción de un sistema de dos embalses, vinculados entre si mismos pero ubicados a niveles diferentes, que pudieron haber sido utilizados para quitar el sedimento del agua. Además, la distribución de los chultunes a través del sitio sugiere su función principal como cisternas de uso local, para grupos más pequeños. De origen cívico, las aguadas probablemente sirvieron a una población más grande.  Las investigaciones de 2011 se enfocaron en dos lugares en particular, los conjuntos palaciegos de El Diablo, al margen occidental del epicentro de El Zotz, y Bejucal, un sitio ubicado 8.75 km de El Zotz, en un ambiente bastante montañoso, plenamente en la meseta de El Mirador y sus cercanías. Las investigaciones en El Diablo tuvieron cuatro objetivos en 2011: (1) aclarar la estratigrafía y etapas constructivas de la pirámide de F8-1, revelar y documentar el extraordinario programa de estucos modelados (3) situar la pirámide en su contexto residencial y mortuario; y (4) buscar su posibles enlaces con el grupo recién identificado de El Tejón, a 400 m al este de El Diablo (las operaciones de El Diablo fueron llevados a cabo por Boris Beltrán, las de El Tejón por Rony Piedrasanta). En Bejucal la investigación se dirigió más al rescate por medio de la limpieza y documentación de 13 trincheras de saqueo.

En El Diablo la secuencia de la construcción de la tumba real, encontrada en 2010, fue esclarecida por dibujos más detallados y pozos cuidadosamente puestos (Garrido, Houston y Román 2010). En primer lugar, los albañiles destruyeron un edificio colorado, extrayendo sus bloques para reutilizarlos en la tumba; las piedras de la estructura desaparecida se ven claramente en las paredes, debajo del estuco superficial, y en hileras amontonadas encima de un piso afuera (Figura 4). Después los constructores excavaron hasta la roca madre, la cual sirvió como base de la tumba; pusieron las paredes de la cripta, colocando al mismo tiempo escondites en el relleno de enfrente. No cabe duda que la tumba se quedó abierta de una manera intencional y ritual. Un altar de columna en el eje central fue erigido en forma de una cabeza, compuesta por bloques tallados, ligeramente estucados. Los estratos confirmaron que el piso que sostenía el altar cazaba con la orilla de la cripta abierta. La parte superior del altar mostró un depósito ceroso, probablemente de incienso, como resto de los ritos de quema que fueron celebrados mientras que la tumba esperaba su ajuar mortuorio. No se sabe la duración de esta fase de espera pero se detectaron docenas de nidos de la avispa alfarera, Zeta argillaceum, las cuales tomarían al menos 2 días para modelar y llenar sus nidos (James Carpenter, comunicación personal, 7/7/2010, 6/14/2011). Es posible que la demora en cerrar la tumba fuera motivada por la necesidad de recoger el ajuar, buscar las ofrendas de niños y coincidir con algún requisito calendárico. En Toniná, Chiapas, por ejemplo, el Monumento 69 registra un tiempo de 260 días, la rueda sagrada y el tiempo del gesto humano, para terminar un rito mortuario. Lo cierto es que, en algun momento, sellaron la tumba de El Diablo y crearon una plataforma con escalinata enfrente, el altar ya cubierto por completo y utilizaron aun más bloques del edificio colorado. (El almacenaje de estos bloques sugiere una época no muy alargada para la secuencia funeraria). Al mismo tiempo, construyeron el Templo Solar y su programa impresionante de paredes y mascarones estucados. Así lograron un conjunto que por su complejidad iconográfica y función mortuoria se parece a la estructura Rosalila de Copán, Honduras, con el templo sobre las tumbas de los fundadores de la dinastía copaneca (el fundador y su esposa).

En 2011 el programa simbólico fue expuesto hasta el límite técnico del proceso de túneles. El aspecto solar del templo es penetrante, especialmente en su atributo nocturno. El rostro y orejeras del Dios Jaguar del Inframundo adornan la fachada frontal (lado norte), encima de la puerta principal y en la cornisa atrás. Solamente un mascarón sobrevive en las esquinas y muestra una versión arcaica del Dios Solar; sus ojos con “l” invertido se remontan a una época más temprana. El arcaicismo aparece también en las “bandas de cielo,” embellecidas con signos de joya y en glifos realizados sobre los mascarones. Todos reflejan los rasgos de hace un siglo o más: la forma antigua de la sílaba yu, un rostro semejante al estilo Miraflores, y encima de mascarón de Chahk, en el sector norte de la cornisa, un glifo KAN, “cielo”, tal vez con voluta de sonido. Todos exhiben varios detalles de una época anterior.

Un rasgo destacado del Templo Solar es que, a pesar de sus imágenes de alta calidad, el edificio falló, posiblemente por la altura de su crestería. Por tanto fue necesario agregar sostenes a sus jambas, restringiendo el ancho de las puertas y reemplazando la bóveda del cuarto delantero. Es posible que en este momento los escultores hayan añadido otra etapa de esculturas modeladas. Esto se infiere por la evidencia del mascarón de Chahk en la cornisa norte, un estuco que cubre la primera etapa (Figura 5). Una alternativa es que las reparaciones al edificio tuvieran lugar después de la aplicación del estuco. Un rasgo inesperado fue la prueba de que los mayas rodearon el templo con pisos elevados, tal vez para ajustar el nivel con respecto a la plaza de El Diablo. No cabe duda que los estucos fueron dañados antes de la colocación de estos pisos – es decir, que el templo fue reparado y siguió en pleno uso a pesar del mal estado de sus estucos. La destrucción continuó cuando cubrieron el templo en preparación para la penúltima fase de la pirámide. Mutilaron los ojos, diademas y narices de los mascarones y amontonaron al menos un muro de contención. La hipótesis del templo arruinado, en función pero desmoronado, sugiere que los gobernantes ya no tenían aceso o al menos interés en reconstituir la iconografía. Un hecho seguro es que el templo estaba expuesto para más que varias temporadas de lluvia, una conclusión inevitable por la erosión de su pintura roja y en los ojos, un mayor rango de colores.

Los estucos consistían en bandas de cielo, paredes con nichos y una “huella” incisa de pie y, arriba, un personaje sentado de gran escala (una figura parecida posiblemente se encuentre en la fachada frontal de la crestería).  Los rostros de los aspectos solares varían mucho, hasta la fachada frontal, en la cual llevaba el tocado de ajaw, como aparece en Tikal. El método para formarlos fue, primero, bosquejar los diseños en pintura roja, segundo, aplicar el estuco, en niveles, a veces como adornos pegados en una superficie roma. Al final, modelaron varios rostros, en particular el Chahk rugiente. En el caso de los mascarones utilizaron armaduras de piedra para lograr un efecto de alto relieve. El significado del programa, en proceso de estudio, es sumamente cósmico, de rumbos cardinales e intercardinales—por lo regular tales huellas de pie representan las “vías” de dioses o de las direcciones cósmicas. Su estado frágil necesitaba dos etapas de conservación: (1) la inyección y aplicación de mezcla hidratada; y (2) el proceso, utilizado en Ek Balam, México y Copán, de construir paredes enfrente de los mascarones, llenar enfrente de las paredes con polvo cernido y tapar los cajones con “geotextil”, un producto que inhibe la humedad y estorba los agentes orgánicos (Olvera y Meehan Hermanson 2009).

Aparte de El Diablo, una supuesta necrópolis detrás de la pirámide fue limpiada y excavada.  El saqueo de una tumba abovedada, registrada en 2008, suscitó la posibilidad de un complejo funerario, sin embargo no fueron detectadas otras tumbas de esta índole.

Más exitosa fue la excavación del conjunto elevado de El Tejón, la cumbre cortada de un cerro a 500 m de El Diablo, compuesto de una línea de edificios, con su plaza propia mirando hacía El Diablo, la limpieza de saqueos por Rony Piedrasanta confirmó una fecha relativa al Clásico Temprano, taludes de falda y la presencia de una tumba élite, lamentablemente saqueada, con orejeras de concha y jade (Figura 6). El levantamiento del sector por Josh Kwoka encontró un sakbih (calzada) entre El Tejón y plazas al sur, en un lugar sorprendentemente elevado (Figura 7). La inferencia comprensiva es que el Clásico Temprano en la zona se caracterizó por construcciones en las cumbres de cerros, por razones que parecen son defensivas y de imponer una proyección de poder visible. Las operaciones de limpieza en Bejucal, a cargo de Thomas Garrison y Davíd del Cid, se conformaron con este patrón.  Bejucal empezó con templetes de poco tamaño, con fechas asociadas al final del Preclásico o bien los primeros años del Clásico Temprano (de un templete, Beta-288297, 130 DC, Cal AD 60 a 240 (Cal BP 1890 a 1710]), durante los cuales se construyeron al menos dos criptas en su pirámide principal y erigieron estelas de la familia real de El Zotz. Bejucal puede representar también una adaptación o extensión de control del reino de El Zotz hacía la meseta Mirador. La otra opción puede ser simplemente su rol como un palacio temporal. Sin embargo, los esfuerzos no solamente se enfocaron en los alrededores de El Zotz.  Excavaciones por Sarah Newman y Dámaris Menéndez comprobaron la existencia de pisos profundos de esta época cerca de la Acrópolis y la creación de la forma básica del recinto palaciego. Los datos sugieren que la mayoría del sitio de El Zotz y sus componentes, fue abandonado antes del final del Clásico Temprano, tal vez por el efecto de Tikal.

EL CLÁSICO TARDÍO, CLÁSICO TERMINAL Y POSTCLÁSICO

Los últimos años de El Zotz y sus cercanías se dividen en varias etapas generales. Su rasgo más notable es la evidencia de continuidad en algunos aspectos y el efecto de profundas rupturas en otros. En la arquitectura la comunidad tuvo los recursos para construir edificios monumentales pero solamente en el Clásico Tardío y al principio del Clásico Terminal; despúes esta capacidad quedó fuera de su alcance (ya habían abandonado por completo los conjuntos de El Diablo y El Tejón, cuyos vestigios son exclusivamente del Clásico Temprano). En el grupo palaciego de Las Palmitas, los edificios principales se remontan a una época probablemente a la segunda parte del siglo 600 DC, una fecha confiable para la pirámide central de El Zotz (estr. L7-11) y algunas ampliaciones a la Acrópolis, el palacio real. Como la estr. L7-11, las estructuras mayores de Las Palmitas, un palacio y una pirámide con su plaza, fueron edificadas en una sola fase arquitectónica, sin construirlos sobre edificios más antiguos.

El Clásico Terminal en El Zotz mostró la presencia fuerte de una población en la Acrópolis y sus alrededores, en Palmitas y en las terrazas laterales del Grupo Sur. Desde el principio de la época, c. 830 DC, al final del Posclásico, el asentamiento de El Zotz siguió vigente hasta el 1200 DC, aunque de una forma reducida. No obstante, la escala de las obras arquitectónicas cambió de una manera llamativa, de lo monumental hasta un carácter humilde, con evidencia en la Acrópolis, según la interpretación, de una interrupción en un proyecto de remodelación. Este acto involucraba la colocación de depósitos de cerámica y el proceso de llenar los cuartos. En algunos casos, como en Las Palmitas, los edificios antiguos quedaron en uso y se agregó un edificio de baja altura, con un entierro en su eje, que pudo ser un intento por proyectar una imagen de poder. En Las Palmitas, depósitos profundos de basura cerámica y materia orgánica sugieren que la nueva construcción fuese utilizada posiblemente para fiestas o eventos. La mayoría de la cerámica en estos depósitos corresponde a la fase Clásica Terminal Tepeu III, con algunas pocas formas Posclásicas. La coyuntura entre la cerámica polícroma del Tepeu III y la imitación petenera (Sahcaba Moldeado-tallado) del tipo foráneo Pabellón Moldeado-tallado puede indicar una ocupación de índole elitista (Figura 8, Adams 1971: 49-51; Culbert 1993: Fig. 145).

El edificio L7-17, cerca de la Acrópolis, también expuso un patrón tanto de continuidad como de cambio. Un edificio del Clásico Tardío fue remodelado con un ligero ajuste de orientación. Adentro de esta nueva fase se encontró un fragmento de una estela, la Estela 4 de El Zotz, que fue puesto, cara adentro, en la esquina noreste del edificio (Figura 9). La fecha de la estela, aunque en mal estado, es reconstruible. Un vestigio del signo inicial para la Cuenta Larga aparece en B1, el mes en C1, dejando un espacio suficiente para la Cuenta y el día de la rueda calendárica. La fecha se confirma por el mes 18 Sip y la frase verbal en D1, tzutzuyi u 10 pih, “se terminan sus 10 ciclos”, es decir, 10.0.0.0.0 7 Ajaw 18 Sip en la Cuenta Larga o el 11 de marzo, 830 DC. Los verbos siguientes se refieren al rito de dedicación de la estela (u k’al-tuun) y de incensar (u chok-ch’aaj). La fecha y la estela misma comprueban que los depósitos del Clásico Terminal en este grupo y su fase de extensión arquitectónica se fijaron después del año 830 DC. La destrucción de la estela implica una fecha probablemente algunas décadas después de esta señal de terminación del Baktun, cuando Tikal ya estaba debilitado y su reino en proceso de balcanización. El tamaño reducido de la estela sugiere que venía del conjunto de estelas de talla comparable en la plaza principal de El Zotz. Otra señal de las modificaciones en la plaza, es la presencia de una estela retallada en forma de un altar.  Un segundo rasgo de interés en la Estela 4 es la prueba del glifo emblema de El Zotz, el “cielo partido” o “fortaleza de cielo”, pa’chan, más el nombre del rey local, tal vez Nahb Chan Yopaat, y su numeración de k’atun ajaw. El nombre del emblema podría haber sido una referencia al patrón de asentamiento en el Clásico Temprano, en lugares sumamente defensivos.

El sentido abrumador de los depósitos del Clásico Terminal podría ser una continuación o más bien un intento de seguir las funciones usuales de los edificios. Posiblemente la época de prosperidad en El Zotz sucedió por la abertura que condujeron los problemas en Tikal, el gigante inevitable al este. Sin embargo, la escala de construcción fue interrumpida en la Acrópolis o las normas de mampostería fina ya no estaban vigentes. El cambio fue aún más fuerte en el Posclásico y posteriormente con señales de abandono gradual rumbo al Grupo Sur.  En la Acrópolis y su sector, los depósitos finalizaron en términos generales entre 950 y 975 DC, en Las Palmitas, un siglo después y en el Grupo Sur hacia el años 1200 DC. El tipo Tinaja evolucionó al tipo Augustine paulatinamente, por ejemplo, indicando una cierta continuidad local pero sin la menor duda de un ajuste dramático en su asentamiento (Figura 10). En vez del Clásico Terminal, aprovechando y siguiendo los cimientos del Clásico Tardío, el Posclásico cambió a una comunidad de cerca de 200 personas. Los pobladores cerraron la calzada sur, ahora una plaza rectangular, movieron y reubicaron dos estelas sin espigas para definir la entrada a un lugar con edificios de poca altura (tal vez un enfoque cívico o medio-élite) en espacios abiertos anteriormente y sostuvieron su economía con cerámica y lítica de producción local. En otras palabras, el Posclásico en El Zotz evidencia una clara reducción en la escala de la vida política y económica. Enfocaron su asentamiento en un lugar cercano de la aguada. Definitivamente no sería posible sugerir que haya sido la misma población en las dos épocas, pero es probable que durante este tiempo vivieran en una sociedad que, al contrario del Clásico Terminal, no basó sus modelos en el Clásico Tardío. El uso del área regional, tal como en El Palmar, fue sobretodo para la caza o tal vez para una agricultura extensiva, en plena restricción de los usos múltiples de otras épocas.

CONCLUSIONES

En la región de El Zotz aparece una larga secuencia de asentamiento, a veces influida por las condiciones locales, a veces por los efectos no-locales, probablemente de índole política.  De los rasgos físicos vinó la concentración de poblacíon cerca de un cival.  Dicha fuente ofreció agua sostenible además de la cercanía, a las rutas de relaciones regionales y las milpas del valle de Buenavista. Las presiones políticas motivaron, es de suponer, el abandono Preclásico de El Palmar en la época de Cristo y los conjuntos palaciegos de El Diablo y Bejucal a finales del Clásico Temprano. El renacimiento del sitio en el Clásico Terminal hasta el Posclásico refleja el deterioro no reparable de Tikal como un poder regional. Así se dejó un espacio libre para el florecimiento de El Zotz, que se quedó al final de su historia como un asentamiento muy lejano de sus bases dinásticas.

CRÉDITOS Y AGRADECIMIENTOS

Al personal de IDAEH se agradece por su ayuda y atención tan atenta y sabia al Proyecto Arqueólogico El Zotz, además al Ministro de Cultura y Deporte, Dr. Héctor Escobedo, al Vice-Ministro del Patrimionio Cultural y Natural, Lic. Juan Carlos Pérez, a la directora de IDAEH, Licda. Mónica Urquizú, a la jefa del Departamento de Monumentos Prehispánicos y nuestra inspectora, Licda. Griselda Peréz. El proyecto recibió su sostén financiero de la National Science Foundation (en base a una subvención a Houston y Garrison), la National Endowment for the Humanities (a Houston), el Lic. Howard Barnett, Brown University, Georgetown University, George Mason University, Brandeis University, EE.UU, y de los fondos catedráticos de Houston. Nuestro proyecto profesional consistió en: Dr. Stephen Houston, Director; Lic. Edwin Román, Co-Director; Dr. Thomas Garrison, Co-Director de los Estudios Regionales; Dr. Timothy Beach; Dra. Sheryl Luzzadder-Beach; Dr. Zachary Hruby; Dr. Andrew Scherer; Dra. Diana Belches; Lic. Inf. Boris Beltrán; Mtro. Nicholas Carter; Ewa Czapiewska; Lic. Inf. Davíd del Cid; Mtro. James Doyle; Lic. Jose Luis Garrido; Licda. Inf. Yeny Gutiérrez; Mtra. Melanie Kingsley; Mtra. Dámaris Menéndez; Mtra. Sarah Newman; Lic. Inf. Rony Piedrasanta; Lic. Inf. André Rivas; y Alexa Rubinstein.  De los especialistas en materiales se destacan: Dr. Kazuo Aoyama (Universidad Ibaraki); Dr. Ronald Bishop (Smithsonian); Dr. James Carpenter (el Museo Americano de Historia Natural, New York); Dr. David Lentz (Universidad Cincinnatti); y Dra. Ioanna Koukoulli (UCLA).

REFERENCIAS

Adams, Richard E. W.

1971        The Ceramics of Altar de Sacrificios.  Papers of the Peabody Museum of Archaeology and Ethnology, Harvard University, vol. 63, no. 1.  Peabody Museum, Cambridge, MA.

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2006         Astronomy, Ritual, and the Interpretation of Maya ‘E-Group’ Architectural Assemblages. Ancient Mesoamerica 17:79-96.

Chase, Arlen F., y Diane Z. Chase

1999         External Impetus, Internal Synthesis, and Standardization: E-Group Assemblages and the Crystallization of Classic Maya Society in the Southern Lowlands. En Emergence of Maya Civilization: The Transition from the Preclassic to the Early Classic (editado por N. Grube), pp. 87-101. Saurwein, Markt Schwaben, Germany.

Culbert, T. Patrick

1993        The Ceramics of Tikal: Vessels from Burials, Caches, and Problematical Deposits.  University Museum, University of Pennsylvania, Philadelphia, PA.

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2010         Proyecto Arqueológico “El Zotz” Informe No. 5, Temporada 2010. Instituto de Antropología e Historia de Guatemala.

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Olvera, Alfonso y Meehan Hermanson 2009).

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2009         Early Maya Astronomy and Urban Planning at El Mirador, Peten, Guatemala. Anthropological Notebooks 15:79-101.

NOTA DE LA EDICIÓN: La calidad de las ilustraciones, es debido a que el autor no respetó los lineamientos requeridos.

Figura 1.  Mapa de la región de El Zotz y sus cercanías (Mapa: T. Garrison)

Figura 2.  Excavaciones en E5-7 con fotos de cerámica posiblemente Eb (Imagen: J. Doyle)

Figura 3.  Excavaciones en el Grupo Triádico, El Palmar, con tumba del Clásico Temprano (Imagen: T. Doyle)

Figura 4.  Perfil del pozo del Entierro 9, El Diablo (Dibujo: S. Houston)

Figura 5.  Mascarón de Chahk, cornisa norte, Templo Solar, El Diablo (Foto: A. Rubenstein)

Figura 6.  Orejeras de concha y jade, cripta, El Tejón (Imagen: Nicholas Carter)

Figura 7.  Mapa de El Diablo y El Tejón (Mapa: T. Garrison y Josh Kwoka)

Figura 8.  Cerámica de tipo Sahcaba Moldeado-tallado, Palmitas (Imagen: Nicholas Carter)

Figura 9.  La estela 4, El Zotz (Dibujo: S. Houston)

Figura 10.  El asentamiento Posclásico del Grupo Sur, El Diablo (Imagen: T. Garrison y M. Kingsley)

 

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