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067 Sitios de orden secundario en la región de Palenque: Organización arquitectónico-espacial y materialización de las relaciones “centro-periferia”. Preliminares para una propuesta – Simposio 25, Año 2011

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Flores Esquivel, Atasta

2012        Sitios de orden secundario en la región de Palenque: Organización arquitectónico-espacial y materialización de las relaciones “centro-periferia”. Preliminares para una propuesta. En XXV Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2011 (editado por B. Arroyo, L. Paiz, y H. Mejía), pp. 783-797. Ministerio de Cultura y Deportes, Instituto de Antropología e Historia y Asociación Tikal, Guatemala (versión digital).

67

SITIOS DE ORDEN SECUNDARIO EN LA REGIÓN DE PALENQUE: ORGANIZACIÓN ARQUITECTÓNICO-ESPACIAL Y MATERIALIZACIÓN DE LAS RELACIONES

“CENTRO-PERIFERIA”. PRELIMINARES PARA UNA PROPUESTA

Atasta Flores Esquivel

PALABRAS CLAVE

Palenque, sitios secundarios, integración socio-política, patrones de asentamiento, planos de plaza

ABSTRACT

The surrounding region to the ancient city of Palenque was until recent years, almost completely unknown archaeologically. The systematic surveys carried on within it during the last decade, has delivered a new scenario which opens new questions about the kind of relations that this center maintained with the secondary civic-ceremonial centers which orbit it in the region. These last ones are settlements who specifically express in terms of their characteristics, architectonic-spatial configuration, and geographical situation, the materialization and reconfiguration of the socio-political order prevailing in the B’aakal kingdom during the Late Classic period. We comment those characteristics and the research lines we have followed.

ORGANIZACIÓN SOCIO-POLÍTICA, ASENTAMIENTO Y ESPACIALIDAD ARQUITECTÓNICA. ELEMENTOS PARA UNA RELACIÓN

La organización social y política de las comunidades mayas prehispánicas ha sido un tema ampliamente discutido dada su gran importancia antropológica. Sus relaciones con los tipos de asentamiento y la organización que hacen los grupos humanos del espacio, han sido planteadas constantemente, y al respecto se han propuesto múltiples modelos que intentan dar una explicación acerca de los patrones observables actualmente en los restos de la cultura material. Los elementos del ambiente construido, específicamente los edificios, cumplen la función de ser “estabilizadores de la vida social”, y de proporcionar “estructura a las instituciones sociales, durabilidad a las redes sociales, [y] persistencia a los patrones de comportamiento. Lo que construimos solidifica a la sociedad en contra del tiempo y sus incesantes fuerzas del cambio” (Gieryn 2002:35; traducción mía). Y aún así, esto lo hacen de manera imperfecta, pues envejecen convirtiéndose en ruinas, son destruidos por los agentes naturales y humanos, o son renovados constantemente en algo que no eran originalmente; es decir, las edificaciones son “siempre objetos de (re)interpretación, narración y representación” (Ibíd.). En tanto “objetos de la agencia humana” y como diseños para el comportamiento y la estructura social, se plantean tres conceptos para su análisis y comprensión: el de diseño heterogéneo, el de “caja negra” (en los términos de teorías de sistemas), y el de su flexibilidad interpretativa (Ibíd.: 36, 42).

Los edificios también funcionan , desde luego, como símbolos, siempre en un sentido dinámico, expresando su heterogeneidad, poder de transmisión y una amplia “flexibilidad interpretativa”, que permite reinventar sus significados y su materialidad misma; así como la diferente percepción que pueden tener distintos sujetos sobre los mismos. Desde luego, “la percepción de los símbolos en general, como la interpretación de ellos, están sujetas a un determinante social” (Douglas 1978: 28), y “el símbolo adquiere sentido únicamente en relación con otros símbolos, es decir, enmarcado en un esquema” (Ibíd.: 13), o serie de convenciones que no son necesariamente estáticas pero sí sociales.

Ejemplos concretos y bien documentados de esta relación entre estructura socio-política, y espacialidad del ambiente construido en el contexto maya, los hallamos en las capitales de los “reinos” K´iché y Kakchiquel hacia comienzos del siglo XVI, las cuales se ha planteado que reflejaban en sus trazas y planeación, una partición y organización del espacio, que tenía que ver con el ordenamiento político y social que los grandes clanes o linajes habían impuesto políticamente en K’umarkaaj e Iximché (cfr. Carmack 1981; Guillemin 1977). El caso de este último sitio es quizá el ejemplo más claro de esto, pues fue fundada o convertida en cabecera apenas cuarenta años antes de la irrupción española, por lo que su traza, libre de grandes proyectos urbanos preexistentes (o “palimpsestos constructivos”), aunque no de la topografía y geografía natural, representaba el establecimiento de un orden espacial específico, focalizado en el área perteneciente a los cuatro clanes o linajes principales dentro de la entidad política cakchiquel (cfr. Guillemin 1977; Schele y Mathews 1998).

En el contexto de las Tierras Bajas Mayas durante el Periodo Clásico, tenemos otras propuestas que buscan dar cuenta de los patrones arquitectónico-espaciales observados en los sitios, entre las que se cuentan la de los “cosmogramas” (Ashmore y Sabloff 2002) y los “cosmogramas polítcos” (Montmollin 1995); que han generado interesantes discusiones al respecto (Smith 2003; 2007). A estas propuestas se halla estrechamente asociado el concepto de “planeación”, el cual implica tres ámbitos en la producción de los espacios construidos: el de “los aspectos deliberados y plenamente conscientes”, en referencia a su escala mayor, dado que toda edificación (por pequeña que sea) implica un grado de planeación. El de la “estandarización de los planos urbanos” o arquitectónicos; es decir, los aspectos que implican una regularización y una amplia distribución del diseño urbano en diversos asentamientos (un patrón), detectable únicamente mediante el análisis comparativo (Smith 2007: 6-7). Y por último, el de la “coordinación entre edificios y espacios”, que se refiere a los lugares en donde hay una “discernible y formal organización del espacio” o “diseño de grupo” (Op. Cit.: 7).

En este sentido, planteamos que Palenque y los sitios de su región circundante quizá expresan en su patrón de asentamiento y arreglos espaciales, elementos de un “cosmograma político”. Este consiste en la replicación de la estructura político-territorial de un Hinterland en los arreglos de plaza de su capital (Montmollin 1995:119) o de manera inversa, de una capital hacia sus centros periféricos, que se acerca más a lo que Ashmore y Sabloff (2002:203) definen como “emulación”. En el caso de Palenque, consideramos que esta capital dictó de alguna manera hacia los “centros secundarios” ciertas configuraciones, aunque no de manera tan evidentemente organizada como sugiere el modelo de Montmollin para el caso de Tenam Rosario, debido a los factores de variación que contempla al respecto (1995: 119-124). Tales configuraciones y regularidades entre los sitios secundarios y el centro mayor podrían estar indicando adscripciones a nivel político y social entre los distintos segmentos identificados al interior de la ciudad de Palenque, con diversos sitios de tipo secundario en su región, tomando como punto de partida el modelo de organización de tipo heterárquico que se ha propuesto para este centro (Izquierdo y Bernal s/f), y para la existencia de distintos planos de plaza (Becker 2004).

LA REGIÓN DE PALENQUE: CENTROS DE ORDEN SECUNDARIO

En la región de estudio se han definido cinco categorías de asentamientos. Una de ellas (Categoría 5) se refiere a todos aquellos sitios clasificados como “cívico-ceremoniales”, pues cuentan con “plazas, juego de pelota, templos, pirámides, estructuras alargadas y altas, [y presentan] una distribución arquitectónica compleja” (Liendo 2007). Esta categoría engloba a centros que van desde el mismo Palenque hasta sitios menores, incluso dudosos, dentro del mismo término “cívico-ceremonial”. De tal modo, estos sitios se han subdividido en cuatro diferentes tipos, establecidos con base en sus magnitudes arquitectónicas y en la presencia de ciertos elementos “básicos” que los definen: los templos-pirámide, las casas grandes y los juegos de pelota. Al primero de ellos (5-1), lo representan únicamente Palenque y Chinikihá, pues no existe en toda la región, algún otro sitio de extensión y volúmenes constructivos similares, hasta Tortuguero o Comalcalco, por el oeste, Pomoná y Santa ElenaResaca por el oriente, Jonuta por el norte, y Toniná hacia el sur.

Los tipos 2, 3 y 4 dentro de esta categoría de asentamientos, constituyen propiamente los sitios de orden “secundario”, debido a que se hallan en un nivel constructivo y funcional aparentemente intermedio entre la capital regional (Palenque) y los asentamientos meramente habitacionales dentro del área de estudio. El Tipo 5-2 consiste de aquellos sitios que, además de templos-pirámide y casas grandes, cuentan un juego de pelota, mientras que el tipo 5-3 lo constituyen los sitios “cívico-ceremoniales sin juego de pelota” (Liendo 2005). El Tipo 5-4 finalmente, es una adición provisional que engloba a los sitios considerados “problemáticos”, en cuanto a su pertenencia a esta categoría de asentamientos, y generalmente consiste de aquellos en los que únicamente se hallan pequeños templos-pirámide presidiendo espacios abiertos cuyo carácter pudiera ir no más allá del ámbito doméstico y local (Flores 2011).

En la región de Palenque todos los sitios secundarios presentan al menos dos de los tres “componentes arquitectónicos básicos” que los definen como un conjunto “cívico-ceremonial”. Las características generales y la frecuencia de estos resultan bastante similares, aunque se observen diferencias notables en cuanto a su disposición espacial y a sus particularidades constructivas en cada sitio. Estos componentes (templos-pirámide, “casas grandes” o “casas alargadas”, y juegos de pelota) suelen quedar asociados en torno a espacios de plaza que generalmente abarcan áreas mayores a los 1225 m², las cuales constituyen la unidad básica, aunque no imprescindible, en torno a la cual se agrupan los citados elementos.

Para el área que nos ocupa, los templos-pirámide son estructuras de planta cuadrangular con un mínimo de 120 m² de base (11 x 11 m) y una altura de 5 m o más (Liendo 2002:76; 2005:34). La mayoría de los sitios secundarios registrados en la región cuentan con tan solo uno de ellos,  y difícilmente suelen rebasar los 10 m de altura; resultando esto, quizá un patrón común, sobre todo en los sitios del tipo 5-3. Los sitios que aparte de Palenque y Chinikihá llegan a contar con más de un templo-pirámide, corresponden en su absoluta mayoría a centros cívico-ceremoniales secundarios con juego de pelota, traduciéndose esto en un igual número de plazas, como en San Joaquín y San Juan Chancalaíto. Un posible Indicador de la presencia de más de un grupo de linaje en cada sitio. En el caso de los sitios que consideramos “problemáticos” (Tipo 5-4), notamos la presencia de  montículos pirámides cuya altura resulta ser menor o difícilmente llega a los 5 m.

En ninguno de los sitios secundarios del área de estudio encontramos construcciones que se aproximen arquitectónicamente al conocido Palacio de Palenque y al de Chinikihá. En este contexto, las construcciones que podrían clasificarse bajo el dudoso término de “palacio” en los sitios que comentamos, consisten comúnmente de edificios de planta rectangular alargada, con alturas entre los 2 y 5 m, formando a veces cuadrángulos, abiertos o cerrados; a los que quizá podamos agregar algunas plataformas de grandes dimensiones cuya planta tiende más a lo cuadrangular. Estas construcciones aparentemente “públicas” o de “elite”, presentan cierta variabilidad, tanto en sus plantas arquitectónicas como en sus materiales constructivos, pero casi siempre se hallan en relación directa con los espacios de plaza y los templos principales y juegos de pelota que éstas agrupan.

Pensamos que términos más adecuados para definir a estas edificaciones son los de  “Casa Grande” o “Casa Larga”, que se refiere a “una estructura siempre alargada y estrecha, de más de 17-18 m. de longitud interior, con una relación ancho/largo inferior a 1/4” (Arnauld 2001:364); siendo edificios sin divisiones internas con más de tres puertas –o en su defecto una columnata- en su fachada frontal, para los que se ha planteado una función no habitacional, al menos permanente, y que se hallan comúnmente asociados, o formando parte íntegra de grandes complejos palaciegos, como los del mismo Palenque. Así también el de “Estructura Alargada” o “Extensa”, que hace referencia a edificios que se diferencian de las plataformas habitacionales comunes “por su diseño alargado, por la altura de las plataformas que les sirven de base, por el uso de piedra bien cortada y por la existencia en muchos casos de una escalinata frontal” (Montmollin 1989, Liendo 2002:76).

El primer término hace hincapié en los aspectos públicos del edificio en cuestión, cuya evolución habría culminado en las “Grandes Mansiones” o Nimjá del periodo Posclásico (Arnauld 2001), mientras que el segundo parece incluir también los aspectos habitacionales de los grupos de elite; por lo que consideramos que ambos resultan de mayor utilidad que el de “palacio”, para el tipo de edificios de “rango” que hallamos en los sitios secundarios. De manera sorprendente, debemos señalar que en al menos cuatro de estos sitios no se han descubierto hasta la fecha edificios de este tipo (El Retiro, Ha K’ín Na, Santa Isabel y Xupá).

Los juegos de pelota por su parte, son un rasgo arquitectónico cuyas implicaciones sociopolíticas han sido puestas de manifiesto en las sociedades clásicas mayas, y quizá resulte significativo el hecho de que no todos los sitios secundarios en la región posean uno de ellos, estando siempre presentes en los sitios de “orden mayor” (Liendo 2005; Liendo y López Bravo 2006). En su forma arquitectónica básica, los juegos de pelota consisten de dos montículos paralelos de planta rectangular que delimitan el espacio que constituyó la cancha, y cuyas dimensiones generalmente varían de los 15 a los 30 m de largo, con alturas entre los 2 y 5 m. En algunos casos, una o dos plataformas situadas de forma transversal los delimitan en alguno o ambos de sus extremos (El Lacandón, Santa Isabel, La Cascada, Cerro Limón, La Providencia y San Juan Chancalaíto), y en otras se observa una banqueta o muro delineando sus límites en la característica forma de “I” (Lindavista y Chinikihá); elementos que en ocasiones se complementan o sustituyen con desniveles o terraplenes, debido a que la cancha se halla, al menos parcialmente, a un nivel más bajo que el del terreno exterior.

Las canchas casi siempre se orientan longitudinalmente de Norte a Sur, con la única excepción de San Juan Chancalaíto, presentando desviaciones que oscilan entre los 9° y 12° al Este del Norte en Palenque, Chinikihá, La Cascada y La Providencia, de 24° en Santa Isabel y Lindavista, o casi orientadas al Norte exacto, como en El Lacandón. Algunas construcciones para el juego de pelota en la región, igualan significativamente en dimensiones al de Palenque, como en los casos de Lindavista y El Lacandón; e incluso lo superan, como en Chinikihá. Todos ellos, los centros más grandes de sus respectivas sub-regiones, y que quizá fueron las cabeceras provinciales de las mismas, si no “entidades” sociales y políticas independientes a Palenque.

Otro rasgo que comúnmente se halla asociado a los centros cívicos-ceremoniales es la presencia de monumentos inscritos. La región de Palenque se ha distinguido por la escasez de estelas y la preferencia por los tableros y paneles en piedra y estuco. Sin embargo, han sido estos elementos los objetivos recurrentes del saqueo, por lo que muchos monumentos de diversos sitios de la región han desaparecido y de otros se supone su pertenencia a la región. Fuera del impresionante corpus escultórico de Palenque los monumentos con proveniencia exacta son realmente escasos en la región. En el valle de Chancalá se reporta la presencia de una o dos estelas en La Cascada, y de otra probable en San Juan Chancalaíto; mientras que Xupá contaba con al menos un panel labrado integrado a su templo principal. En el área del río Tulijá se reporta en Agua Clara (Grave 1996: 43) una escultura en bulto muy similar a la hallada en Chuctiepá por Blom y La Farge (1926: 215-216), en asociación con un altar grabado con glifos; las cuales hacen pensar en una relación más cercana con Toniná. En Yoxihá, Blom comenta la presencia de 10 estelas, todas ellas lisas, mientras que en la Sierra Oeste, en el El Retiro, se menciona la presencia de un panel y de una serie de glifos modelados en estuco en el templo principal (Blom y La Farge 1926: 161-162; 223). Finalmente, en Miraflores se documenta la existencia de algunas estelas, una de ellas de composición similar a la de La Cascada, en donde se hace mención de un Sajal de Pacal, señor de Palenque (Stuart 2007).

Debemos mencionar también las diferencias sustanciales en cuanto a las técnicas y materiales constructivos de los edificios en las distintas áreas de la región de Palenque. En las Llanuras Intermedias, por ejemplo, donde la vasta mayoría de la arquitectura fue construida con tierra y cantos rodados, los montículos piramidales de los sitios tipo 5-3 suelen presentar alturas apenas mayores a los 5 m, dado que las construcciones que quizá coronaban a estos montículos debieron ser de materiales perecederos, lo que sería congruente con la baja altura que actualmente presentan en comparación con otras subregiones. La única excepción es Lindavista, el centro mayor en ésta sub-área, que cuenta con un montículo piramidal de unos 50 m por lado, que se alza hasta los 10 m de altura, además de contar con otros dos pequeños montículos piramidales en su conjunto sur.

La arquitectura a base de tierra predominante en el área de las Llanuras intermedias no debe interpretarse como una menor jerarquía o desarrollo con respecto a los sitios de las Sierras Bajas y otras micro-áreas de la región, en donde la disponibilidad de piedra permitió la construcción de elaboradas construcciones de mampostería abovedadas, como en Xupá y La Cascada, en el Valle de Chancalá, o La Providencia, en el área del río Chacamax, pues las comunidades debían cubrir sus necesidades con los recursos locales a su disposición. No obstante, los templos y las casas grandes son los únicos edificios en las llanuras que cuentan con algunas cantidades importantes de piedra caliza en la forma debloques con superficies redondeadas, como lo atestiguan los montículos piramidales de Belisario Domínguez, El Barí, Rancho 5 de Mayo, La Concepción y San Joaquín.

Las demás subregiones parecen mostrar una mayor solidez y relaciones en cuanto a las características constructivas de su arquitectura: sus edificios fueron construidos con piedra caliza careada y suelen tener alturas mayores, incluyendo templos-pirámide abovedados con crestería, de los cuales todavía se conservan algunos ejemplos, como el de La Cascada y Xupá, los edificios con mayor altura fuera de Palenque y Chinikihá (cfr. Flores 2011).

EL PROBLEMA DE LA TEMPORALIDAD DE LOS ASENTAMIENTOS

Hasta la fecha carecemos de datos suficientes para épocas anteriores al Clásico Tardío, con respecto a los complejos arquitectónicos de los asentamientos, y mucho menos en cuanto a su desarrollo y secuencias constructivas. Es para el periodo OtulumMurciélagos (600750 DC) cuando encontramos ya “un claro patrón de centros cívico-ceremoniales internamente más complejos, ubicados a intervalos regulares” indicando una población importante fuera de Palenque; mientras que los sitios en los que se han encontrado ocupaciones desde épocas anteriores, experimentan modificaciones sustanciales que los transforman en dicho periodo (Liendo 2001:228). Sabemos pues, que aunque es evidente la ocupación desde el periodo Preclásico Tardío en muchos de los sitios que comentamos, suponemos que la gran mayoría de edificios en ellos corresponden a la segunda mitad del periodo Clásico; es decir, a la época del auge dinástico y de la mayor actividad e innovación constructiva incluso dentro del mismo Palenque. Debemos recordar también que en este sitio son todavía escasas las evidencias arquitectónicas para el Clásico Temprano, aunque debemos reconocer que intentos dirigidos en ese sentido han sido todavía pocos. Este hecho pudiera estar relacionado con el hecho de que la fundación de la dinastía de la ciudad y su consiguiente actividad constructiva tuvo lugar hasta el año 431 DC, y a que ésta pudo tener originalmente su asiento en un lugar llamado Toktan, aún no identificado arqueológicamente (Martin y Grube 2002:156-157).

Este “florecimiento” regional durante el Clásico Tardío pudo estar acompañado paralelamente de una especie de inhibición en el desarrollo mismo de los sitios secundarios por parte del centro rector (Palenque); el cual, posiblemente condicionó las formas y frecuencias de los elementos de “configuración básica” que hemos descrito, y el que los sitios secundarios sean de volúmenes constructivos y extensiones mucho más reducidas no sólo que su propia capital, sino también que otros sitios considerados “subsidiarios” de centros o cabeceras políticas en otras regiones del Área Maya (Figura 1; cfr. Liendo 2004:7), como veremos adelante.

Al respecto, resulta notable que ciertas formas y arreglos arquitectónicos muy recurrentes en otras partes del Área Maya desde al menos el Preclásico Tardío, se hallen completamente ausentes en la de Palenque. Entre ellos tenemos, por ejemplo, a los llamados Complejos del Tipo Grupo E, hallados al oriente hasta Santa Elena-Resaca, y al poniente hasta Comalcalco; mientras que por el sur los encontramos, al parecer, hasta el valle del alto Grijalva en sitios preclásicos como Finca Acapulco y Chiapa de Corzo, o quizá, más cercanamente, en Chuctiepá, al sur del valle del río Tulijá. Fuera de Palenque, con su Palacio y la gran plataforma del Grupo Escondido, también hallamos ausentes en la región a las llamadas estructuras del tipo “Acrópolis”; entendidas éstas como los conjuntos de edificios situados sobre una gran plataforma, total o parcialmente artificial, con distintos cuerpos o niveles, que sobresale completamente con respecto al terreno que la circunda. Nuevamente, es hasta Comalcalco, Santa Elena-Resaca y Jonuta, donde encontramos este tipo de complejos. Si bien, lo anterior más que nada parece indicar dinámicas sociales e históricas particulares y preferencias constructivas para la región de Palenque, también pudiera ser coherente con la idea de que el desarrollo arquitectónico “masivo” en los centros secundarios de la región haya sido un fenómeno ocurrido mayormente durante el Clásico Tardío, especialmente durante las fases Otulum y Murciélagos (600-800 DC); quedando sujeto a la gran concentración de poder político por parte de Palenque.

ARREGLOS ARQUITECTÓNICOS Y ESPACIALES. PLANOS DE PLAZA

En Palenque, también es notoria la suma escasez de los llamados “Planos de Plaza 2” (Becker 2002; plazas o patios con un santuario o templo-pirámide en el lado Este), no solo dentro de lo que son sus principales espacios de arquitectura monumental, sino también en el resto del asentamiento, pues dentro de los 56 grupos arquitectónicos fuera del núcleo monumental de dicha ciudad, sólo se han identificado un total de seis Planos de Plaza 2, representando uno de los “tipos de conjunto” con menor frecuencia dentro de Palenque (López Mejía 2005:114-123). Notamos entonces, una aparente intención por “evadir”, la ubicación de los templos en el lado oriente de las plazas; la cual, no podría ser explicada únicamente por la obvia “circunscripción” natural a la que estaban sometidos sus constructores (cfr. Barnhart 2001). Contrariamente, los templos-pirámide en tres de las seis plazas mayores que identificamos en Palenque, suelen ubicarse en el lado poniente de las mismas, como son los casos de la plaza del Grupo Norte, la plaza del Templo XX, y la plaza principal, que agrupa al Templo XI al poniente y a las Inscripciones al sur.

A nuestro parecer, la preferencia por situar a los templos en el lado poniente de ciertas plazas principales de Palenque constituye parte de otro tipo de plano que fue replicado en algunos sitios de orden secundario en la región, así como en algunos grupos menores de carácter “público” dentro de la misma ciudad, como las plazas de los grupos Ach’ y Encantado-E (cfr. Barnhart 2001:21-24, 61-62). El posible modelo a seguir lo encontramos en la plaza del Grupo Norte de Palenque, la cual encuentra cierto paralelismo en las plazas principales de sitios como Xupá, Reforma de Ocampo y el grupo sur de San Juan Chancalaíto, en el valle de Chancalá (Figura 2). El primero de ellos claramente perteneciente a la órbita palencana, contando su templo principal con un santuario interior como los del Grupo de La Cruz. Estas semejanzas, habían sido ya señaladas con anterioridad, indicándose las diferencias en el carácter de la plaza del Grupo Norte con respecto a las demás del núcleo monumental de Palenque, y sus semejanzas no sólo formales, sino también posiblemente funcionales con las plazas principales de sitios como Xupá y Santa Isabel, quedando de relieve su posible influencia a nivel regional (Zalaquett 2006: 133-134). Una diferencia significativa entre los anteriores ejemplos, sin embargo, es que la hilera de templos septentrionales del Grupo Norte de Palenque no encuentra paralelo en los demás conjuntos.

Las similitudes entre las plazas del Grupo Norte y Ach’ de Palenque, y de los sitios secundarios de Xupá y Reforma de Ocampo, son tal vez más significativas si al templo en el poniente sumamos la presencia de una Casa Larga hacia el extremo suroeste del conjunto (pudiendo quedar fuera de la plaza), como los casos del Templo X, y la Estructura AC1, para los ejemplos de Palenque, y de la Estructura 2 en el caso de Reforma de Ocampo. En Xupá no es claro si existió algún edificio con estas características, sin embargo, la prolongación sur de la gran plataforma de su templo principal de Xupá quizá haya sido un espacio dedicado a funciones públicas que haya soportado alguna construcción de materiales perecederos con usos similares a las de las Casas Grandes, hayan sido éstas residenciales, comunitarias y/o de almacenamiento. La asociación “Templo-pirámide” y “Casa Grande”, a veces sobre una plataforma basal común no es rara, estando presente en sitios como Reforma de Ocampo, El Barí, y quizá Xupá; así como –ya sin la plataforma basal- en La Cascada, La Concepción, San Joaquín y La Providencia.

El recinto cívico de El Retiro por su parte, cuenta con una gran plataforma o terraza que define su plaza principal, la cual cuenta con un templo-pirámide en su extremo oeste (cfr. Liendo 2011); repitiéndose la misma disposición de santuario al poniente. Asimismo, otros sitios secundarios de la región como Chuctiepá y Orilla del Tulijá, en el área de los ríos Tulijá y Bascán, cuentan con plazas cuyos templos principales se ubican al oeste, siendo quizá coherentes con el modelo descrito.

En diversos sitios secundarios tenemos como contrapartida, Planos de Plaza 2 conforme a la definición original de Becker (2004). La Providencia, en el valle del río Chacamax, La Cascada y el grupo norte de San Juan Chancalaíto, en el valle de Chancalá, y Muxculhá, en el área del río Tulijá, son los únicos sitios secundarios en toda la región de Palenque que parecen ajustarse a este plano; a los cuales podemos agregar El Tazisté, sitio “problemático” (tipo 5-4), en las Llanuras Intermedias (Figura 3).

Arreglos de plaza y edificios con un posible carácter “triádico”, cuyas manifestaciones arquitectónicas tienen antecedentes en el periodo Preclásico, los hallamos expresados en la conocida tríada del Grupo de La Cruz en Palenque, la cual parece conmemorar entre otras cosas, el nacimiento de los dioses protectores de la ciudad (Schele y Freidel 1990). Tipo de arreglo que halló eco también en el conjunto que forman los templos I, II y III del Grupo Norte del mismo Palenque, y en los centros ceremoniales de sitios secundarios como Santa Isabel y Ha K’in Na (Lote 8), o en el grupo Este de Chuctiepá, así como posiblemente en el edificio principal de “La Cascada Sur” (S3E6-209), flanqueado por un par de montículos pequeños (Figura 4).

En los casos de Santa Isabel y Ha K’in Na los “arreglos triádicos” a los que hacemos mención se componen por los tres templos o santuarios que posee cada sitio en su recinto cívico, sin presentar una distribución tan formalizada como en el Grupo de La Cruz de Palenque. Sin embargo, ambos sitios rompen con la constante de un solo templo-pirámide principal que presentan la mayoría de sitios secundarios en la región, y su ubicación al poniente de Palenque resulta interesante tomando en cuenta que la epigrafía sugiere, con respecto a la geografía política de éste último sitio, la presencia de un importante lugar llamado Oxte’ Kuh en el área que se extiende entre Tortuguero y Palenque; el cual, tuvo gran importancia con relación a la línea de sucesión de este último centro que comenzó con K’inich Janaab Pacal, cuya esposa provenía de Oxte’ Kuh (Martin y Grube 2002; Bernal 2005). Nombre que podría hacer referencia a algún sitio, o incluso, a toda una región al poniente de Palenque.

Posibles aspectos duales en la estructura o idealización de la organización socio-política, quizá también se encuentran implícitos en los arreglos de algunos centros secundarios, si aceptamos la idea de que algunos pares de ellos formaban parte de una misma unidad de asentamiento; es decir, observamos que algunos sitios de este tipo que se hallan separados por distancias de ente 1 y 2.3 km, parecen guardar una relación espacial y expresan una complementariedad en cuanto a sus orientaciones y disposición de sus conjuntos arquitectónicos. Estos podrían ser los casos de sitios en las Llanuras Intermedias como Belisario Domínguez y El Barí (2.2 km.), La Concepción y San Joaquín (2.3 km.), o N1E4-145 y La Providencia (1.7 km.) y Sulusum y N1E3-141 (1.5 km.), en el área del río Chacamax; todos ellos dispuestos en un eje este-oeste.

Esta relación entre centros cercanos parece más evidente en el valle de Cháncala, con los sitios de La Cascada y S3E6-209 (La Cascada Sur), cuyas plazas comparten una orientación similar, quedando casi alineadas, y abiertas una en dirección de la otra, a pesar de hallarse a 1 km de distancia entre sí. No es claro si tales aspectos expresan concretamente relaciones en cuanto a la dimensión política, religiosa, simbólica o social de los asentamientos, pero este hecho ha sido expuesto para numerosos sitios en otras regiones del Área Maya, en donde los núcleos monumentales de los sitios parecen haberse desarrollado en torno a complejos arquitectónicos separados, que reflejan funciones o ámbitos distintos, pero complementarios (cfr. Hammond 1981).

Es quizá San Juan Chancalaito el sitio que presenta de forma más clara esta distribución dual, pues su núcleo cívico-ceremonial lo conforman dos conjuntos separados, uno al norte y otro al sur, cada uno girando en torno a una plaza con su templo-pirámide principal. Resulta curioso que el conjunto norte presente un Plano de Plaza 2, mientras que el conjunto sur se asemeje más a una plaza como la del Grupo Norte de Palenque, con su “templo” situado al poniente.

ANÁLISIS VOLUMÉTRICO Y DE ASENTAMIENTO

Hemos señalado como los sitios de orden secundario en la región de Palenque quizá representen los efectos del gran crecimiento y centralización de su capital durante el Clásico Tardío, en el sentido de que ésta última pudo inhibir el surgimiento y crecimiento de centros competidores o subsidiarios cercanos. Lo anterior, también podría estar relacionado con la aparente baja densidad de población fuera de Palenque hasta el periodo Balunté, y a la relativamente tardía actividad constructiva “cívico-ceremonial” dentro de la misma (Liendo 2001; 2004). La distancia que media entre Palenque y el centro de orden mayor más cercano (Chinikihá) es de aproximadamente 42 km; tomando esta distancia como un radio alrededor de Palenque enmarcando un área de poco más de 5500 km², tenemos que sehan localizado hasta la fecha un total de 25 sitios de tipo secundario (tipos 5-2 y 5-3) dentro de ella. Es decir, la densidad de centros de orden mayor en la región de Palenque resulta mucho menor a otras regiones del Área Maya, que presentan una distancia entre centros de orden primario mucho menor (cfr. Harrison 1981). A ello podemos agregar la gran diferencia existente entre Palenque y sus sitios secundarios, en términos de desarrollo arquitectónico e inversión de trabajo, que pudimos cuantificar mediante un ranqueo y análisis volumétrico de los sitios (Figura 5), empleando los criterios propuestos por diversos autores (Adams 1981; Guderjan 1991; Turner et al. 1981); sitios que suponemos, de manera provisional y arbitraria, directamente sujetos a Palenque dentro de un radio de por lo menos 21 km.

A primera vista notamos que los dos sitios de orden “primario” (Tipo 5-1) presentan valores volumétricos de hasta más del doble que los sitios de orden secundario más cercanos (Figura 5). Esto refuerza por un lado la idea de considerar a Chinikihá como un sitio de primer rango, y nos muestra como Palenque concentra por sí solo el 17.88 % del valor arquitectónico-espacial (AB) de una muestra de 20 sitios; representando un índice casi tres veces mayor (289 %) con respecto al sitio de tipo secundario más cercano (Lindavista). Si agregamos el valor de los “elementos culturales” (Z), tales como monumentos, templos y juegos de pelota, la diferencia entre Palenque y sus sitios secundarios se dispara a un valor del 378% mayor que el de los sitios de orden secundario; que se traduce en una diferencia de similar magnitud en cuanto a las poblaciones estimadas para estos sitios, empleando los mismos criterios para la estimación de Palenque (Barnhart 2001; Figura 6).

Tomados en conjunto, mediante el cálculo de su promedio, observamos que los sitios secundarios con juego de pelota presentan valores más altos (∑AB= 36.69) que los sitios sin juego de pelota (∑AB= 26.94). Sin embargo, tomados de forma individual, al menos cuatro de los ocho sitios tipo 5-3 (Reforma de Ocampo, La Cascada Sur, Xupá y Nututún), ostentan valores mayores, o equivalentes, a los de dos sitios tipo 5-2 (El Lacandón y La Providencia). Vemos entonces que la presencia de un juego de pelota no se relaciona necesariamente con un mayor índice volumétrico de los centros secundarios.

Si tomamos en cuenta la posibilidad de los “asentamientos duales” a los que hicimos mención, vemos que el valor espacial-arquitectónico de algunos sitios se eleva sustancialmente al tratarlos como una misma unidad de asentamiento. La Cascada sube de un índice de 38.79 a 49.52 agregándole S3E6-209 (La Cascada Sur), y se convierte en el tercer sitio con mayor volumen constructivo-espacial en la región, desplazando a Lindavista al cuarto lugar. Este dato es de interés, pues mientras que los demás casos de sitios “duales” son más problemáticos, el de La Cascada parece más claro, y se le añade la presencia de inscripciones en la que se ostenta un topónimo propio, traducido por Stuart como Chak K’uh (Stuart 2011), que parece sustentar la idea de que el área sur del valle de Chancalá poseía cierta autonomía con respecto a Palenque (Liendo 2005).

CONSIDERACIONES FINALES

Hemos revisado las características y componentes arquitectónico-espaciales de gran parte de los sitios secundarios en la región de Palenque. Las investigaciones sistemáticas al exterior de este importante centro tienen una historia de apenas 15 años, y vemos pues, la necesidad continua por la “cobertura arqueológica” ante dos cuestiones fundamentales: primero, la del avanzado y progresivo deterioro que sufren los sitios debido al saqueo, la depredación y las actividades económicas; y en segundo, que los trabajos previos no tomaron realmente en cuenta la configuración arquitectónica, espacial y de asentamiento de los mismos, enfrentándonos al hecho de que todavía carecemos de un panorama adecuado, y sobre todo cuantificable, acerca de la mayor parte de los sitios secundarios en la región. Permanece entonces  la necesidad de su registro y mapeo detallado, lo cual nos permitiría plantear con mayor confiabilidad posibles patrones y preguntas de investigación.

Las grandes diferencias observadas entre los sitios secundarios y su centro rector pueden asociarse inicialmente a dos factores: primero, que la historia constructiva de los asentamientos es más corta que en otras regiones, por lo que no reflejan una acumulación de masa constructiva que poseen los sitios que fungieron como centros desde el periodo Preclásico Medio o Tardío. Hecho que pudiera estar relacionado con la relativamente tardía consolidación del orden dinástico en la región y la ausencia o escasez de arreglos arquitectónicos característicos del periodo Preclásico, máxime si tomamos en cuenta que la cerámica de esa época en la región seguía pautas comunes a otras partes del Área Maya (Rands 1966). Desde luego, la ausencia de secuencias arquitectónicas no permite asegurar lo anterior, pero aún así, sabemos que el periodo de mayor actividad constructiva en la región ocurrió durante el Clásico Tardío, durante un lapso quizá no mayor a 350 años (450-800 DC) en total.

En segundo lugar, esta diferencia en volúmenes pudiera obedecer a un fenómeno de gran centralización sociopolítica por parte de Palenque hacia el periodo Otulum-Murciélagos (600-750 DC), así como a una relativa baja densidad de población en el resto de la región, pero sobre todo a una ausencia de élites rivales locales. La escasa población que concentraban los sitios secundarios, y el tipo y cantidad constantes de edificios “cívico-ceremoniales” que contienen pudo haberse asociado con tal centralización. La excepción a esta “regla” podría deberse a condiciones históricas muy particulares, como el de la posible relación entre la mención de Oxte’ Kuh en las inscripciones, y la presencia de sitios con tres templos al oeste de Palenque; o al caso de sitios con una secuencia ocupacional –y constructiva- bastante larga, como la documentada en El Lacandón (López Bravo 2005). También podemos considerar el caso de que algunos sitios “trascendieran” su relación “subsidiaria” y se consolidaran políticamente con el declive de Palenque hacia el Clásico Terminal, como pudiera ser el caso de Lindavista, y otros sitios en las llanuras intermedias.

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NOTA DE EDICIÓN:  La calidad de las ilustraciones, es debido a que el autor no respetó los lineamientos requeridos.

Figura 1. Planos comparativos de centros cívico-ceremoniales en las Tierras Bajas Noroccidentales; de orden primario (arriba) y de orden secundario (abajo).

Figura 2. Plano de plaza del tipo “Grupo Norte”.

Figura 3. Ejemplos de Plano de Plaza 2 en la región de Palenque.

Figura 4. Arreglos de posible carácter triádico con referencia al Grupo de La Cruz de Palenque.

Figura 5. Histograma de valores volumétricos en sitios de la región, con base en el modelo de Turner et al. 1981.

Figura 6. Relación de poblaciones estimadas entre Palenque y los sitios secundarios, según el índice de 5 personas por el número de estructuras al 70 %.

 

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