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081 Variantes de la distribución de las ciudades del valle del Rio La Pasión: implicaciones del colapso en el Suroeste de Petén,
Claudia Quintanilla y Arthur Demarest
XXVI Simposio de Investigaciones
Arqueológicas en Guatemala
Museo Nacional de Arqueología y Etnología
16 al 20 de julio de 2012
Editores
Bárbara Arroyo
Luis Méndez Salinas
Referencia:
Quintanilla, Claudia y Arthur Demarest
2013 Variantes de la destrucción de las ciudades del valle del Río La Pasión: implicaciones del colapso en el Suroeste de Petén. En XXVI Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2012 (editado por B. Arroyo y L. Méndez Salinas), pp. 977-990. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.
Variantes de la destrucción de las ciudades del valle del Río La Pasión: implicaciones del colapso en el Suroeste de Petén
Claudia Quintanilla
Arthur Demarest
Palabras clave
Suroeste de Petén, Cancuen, Colapso, Osteología, Clásico Tardío/Terminal.
Abstract
The cities along the trade route of the Pasion River show the earliest and most violent onset of the collapse, before AD 740. Sites like Dos Pilas, Aguateca, and a number of other cities, fortresses and small villages were destroyed or completely abandoned, each leaving behind distinct ritual evidence. The port city of Cancuen was ritually terminated with particular respect and care, including the mass execution of members of the royal and social elite. In this presentation we will discuss the osteological perspective of the human remains associated with this event, as well as the nature of and possible reasons for the variety of the violent decline of the western cities, and the implications for the theories of the collapse of the classic Maya in the southwestern Peten.
El colapso de la civilización maya
En varias oportunidades se ha discutido, planteado y presentado las ideas y tendencias relativas a la concepción y definición del colapso de la civilización Maya. Se puede resumir que dicho término se refiere al desvanecimiento del sistema de los “estados-teatro” de los reinos mayas de las Tierras Bajas entre los años 750 y 1050 DC; lapso en el que todas las ciudades-estado fueron abandonadas o su complejidad menguó de forma rápida o gradual pero siempre de manera dramática. Este proceso comienza con el abandono de aldeas y luego de centros principales, finalizando en el desplazamiento de poblaciones de tal manera que para el 800 DC muchas ciudades-estado habían reducido la cantidad de sus habitantes drásticamente.
El sistema político que desaparece es un régimen de estados competitivos cuyas formas de poder (religioso, militar y político) centrados en los “señores sagrados” otorgaban cohesión al tejido social a través de la fe, ritos, la guerra y las relaciones de vasallaje. Este mismo poder dependía de la realización de llamativas y espectaculares ceremonias que se fueron haciendo más complejas, dependientes y competitivas, y por ende, frágiles. Todas ellas llevaron al éxito y a la grandeza de este periodo pero también fueron los que se convirtieron en su debilidad (Demarest 2011; Demarest 2001; Demarest y Escobedo 1998).
Debido a la complejidad del sistema político proliferan pequeños centros con palacios, templos, juegos de pelota, monumentos, registros epigráficos, lo que a su vez origina un mayor número de rivales, la desestabilización de alianzas y las disputas entre dinastías por lo que surge la inevitable consecuencia de actividades de guerra más frecuentes e intensas.
En las Tierras Bajas del sur no hubo recuperación de las crisis políticas, económicas y religiosas, sino que existió gran variedad de formas de “colapso” o “declive” en la mayoría de los estados entre 750 y 900 DC, en donde las diferentes poblaciones se redujeron o incluso abandonaron los sitios sin ser siquiera absorbidas o sometidas bajo otros reinos.
El final de la civilización maya del periodo Clásico no se puede explicar en términos de un evento o proceso sencillo, sino más bien como una acumulación gradual de problemas ocasionados por las características estructurales responsables de su propio éxito inicial que con el correr del tiempo acabaron por provocar tensiones en todos los aspectos de estas sociedades, alcanzando un punto de quiebra en diferentes momentos, diferentes regiones y con distintos componentes y crisis finales. En la mayoría de los centros de las Tierras Bajas, la rivalidad por alcanzar el poder y el prestigio llevó a una competencia entre las ciudades-estado con el fin de atraer seguidores y obtener mayor poder, no sólo a través de la guerras, sino de manera más importante y seductora, con la construcción de templos, palacios, monumentos, plazas y otros escenarios para celebrar las enormes y costosas ceremonias en masa.
El colapso en las ciudades del valle del Río La Pasión
Las guerras de las ciudades-estado de Tikal y Calakmul que atacaban rutas comerciales que distribuían bienes sagrados y exóticos en los siglos VI y VII pudieron establecer las condiciones del inicio del temprano colapso del valle de la cuenca media del río La Pasión entre el 695 y el 760 DC. En Petexbatún (Fig.1) el colapso aconteció entre el 740 y el 830 DC, aproximadamente un siglo antes que en otros lugares por un estado de guerra endémica. Varias ciudades de la cuenca del río como Dos Pilas, Aguateca y Cancuen fueron destruidas física o “espiritualmente” por súbitos ataques.
En Dos Pilas, la misma población intentó construir murallas defensivas con el material demolido de sus propios templos y palacios, mientras que en Aguateca se habían establecido en un alto risco rodeado con grandes murallas, acantilados y un abismo imposibles de invadir, sin embargo ambos fueron derrotados (la primera ciudad no soportó el ataque y la segunda fue quemada), y tan solo la ciudad de Punta de Chimino pudo protegerse por un tiempo más debido a su ubicación en una península reforzada con muros y fosos (Demarest 2011; Demarest y Escobedo 1998).
Sin embargo, no es excepcional que el colapso de estos centros y el temprano proceso de despoblamiento de aldeas y entornos rurales haya ocurrido primero en la región del río La Pasión y sus puntos comerciales claves pues la progresiva rivalidad creciente de “estatus” entre las castas de élite resultó en una presión mayor sobre las rutas occidentales que traían bienes en rutas acuáticas o pedestres norte/sur y este/oeste. En el ambiente generalizado de una guerra competitiva algunos centros importantes lograron sobrevivir, como es el caso de Ceibal y Altar de Sacrificios y algunos otros sitios que pudieron subsistir y aún alcanzar un pequeño auge, no duraron más de unos 30 años (Demarest 2011).
En el caso de Cancuen, el sitio experimentó un florecimiento tardío entre 750 y 800 DC, permitido posiblemente por las inmigraciones resultantes de las guerras de las ciudades cercanas. Los nuevos pobladores construyen el gran palacio, el juego de pelota, un complejo sistema hidráulico ritual, en fin, la gran ciudad que ahora se conoce, bajo los requerimientos del gobernante Taj Chan Ahk. La bien sabida ubicación estratégica del sitio en la parte inicial navegable del río le brindó el carácter de puerto fluvial y aún, un punto de paso en la ruta terrestre transversal.
El gran Palacio demuestra una división del poder entre el señor sagrado y la hegemonía de una gran élite, concebido más como un sitio político/ritual administrativo que como residencial, y varios palacios menores para uso de las élites no pertenecientes al linaje real ubicados en diferentes puntos estratégicos dentro de la ciudad misma, de manera que podían usarse para supervisar los puertos y los talleres líticos. Los monumentos esculpidos también presentan esta división parcial de poderes en los que el kuhul ajaw continúa siendo el centro de la autoridad ritual y política, pero en los que las actividades internas y los contactos con el extranjero eran manejados por otros nobles, administradores y líderes militares.
Las evidencias
En este apartado sobresalen las diferentes formas de violencia y ejecución de rituales en las diferentes ciudades. En Dos Pilas se descubrió el uso de piedra desmantelada de otros edificios e incluso de monumentos utilizados en los muros defensivos concéntricos alrededor de la pirámide de El Duende (Demarest e Inomata 1992) y un pozo que presentó al menos once cráneos adultos masculinos sin ningún tipo de artefacto asociado, localizados en cercanía con los muros defensivos de la plaza mayor (Johnston et al. 1989).
En Aguateca, existe evidencia de rasgos arquitectónicos como una fortificación que pretendía la defensa del grupo del Palacio que fue quemada hacia el 810 DC, las élites residentes de la parte central huyeron o fueron rápidamente capturadas, dejando abandonadas muchas de sus pertenencias (desde instrumentos artesanales hasta artefactos para la guerra); y rituales de terminación más significativos (Inomata 2008), como las grandes concentraciones de artefactos de cerámica, hueso, concha y piedra tanto en el Grupo Palacio como en la Estructura M7-32, uno de los edificios más importantes que rodean la Plaza Hundida. En esta estructura se descubrió un rasgo especial y significativo formado por una gran concentración de vasijas fragmentadas, restos de huesos quemados, objetos líticos y cenizas encontradas enfrente de la misma pero en especial, el depósito de objetos se concentró frente a la puerta sur de la fachada y la esquina sureste de la plataforma representando un acto “ritual de abandono” o muerte del edificio causado por la guerras e invasión. La investigación indicó la presencia de artículos exóticos y suntuarios como el alabastro y cerámica policroma mientras que la excavación de las escalinatas de la plataforma que sostiene el edificio mostró evidencia de desmantelamiento para la posible construcción de murallas defensivas (Valdés y Urquizú 2003). Cabe mencionar que sus mismos enemigos realizaron rituales de terminación en el Grupo del Palacio sin quedarse establecidos en el sitio después de ello. En otras palabras, la intención enemiga era la de destruir toda manifestación de poder político y económico de esa ciudad (Inomata 2003, citado en Aoyama 2006).
Las evidencias más dramáticas en Cancuen vienen de tres complejos contextos: las reservas de Agua Norte y Sur y el primer puerto identificado dentro del sitio (Fig.2). Es importante recalcar que el sistema hidráulico de la ciudad consiste en un red de canales y cuatro reservas principales distribuidas en diferentes áreas: el Reservorio Norte, localizado precisamente al norte del Palacio entre el cauce de un pequeño arroyo, con el Juego de Pelota del Palacio al oeste y la Plaza Norte hacia el este; y el Reservorio de Agua Sur o del Palacio, ubicado en su entrada sur; ambas comparten características arquitectónicas por haber sido construidas sobre manantiales, con pisos y muros de lajas y bloques calizos de buena calidad, con una grada principal, recubiertas de estuco y pintura roja y aun cuando la forma en sí de la reserva norte no pudo ser determinada, la sur tuvo forma de medio cuatrifoliar (igual a la forma de las estelas del sitio). Además, dos aguadas en el área conocida como “Los Patos”, una para la recolección de agua de lluvia y otra más pequeña de forma cónica que pudo funcionar como drenaje (Alvarado 2011; Quintanilla 2011; Alvarado 2009; Barrientos et al. 2006; Barrientos 2007; Ohnstad et al. 2004 y Tomasic 2003). La importancia de estas reservas radica en la multifuncionalidad que pudieron tener y la presencia de restos óseos en tres de ellas (Fig.3), además de diferentes artefactos líticos, cerámicos, faunísticos y los más excepcionales de madera y hule. Por otra parte, el área del Puerto consiste en una entrada natural en la rivera oeste del río que forma una bahía cuando el nivel de agua crece en la época de lluvia. A los lados norte, sur y oeste se encuentra rodeado por una inclinada escarpa en la que fueron construidas pequeñas estructuras; en la parte de arriba pasa el sacbé que va a lo largo del margen oeste del río y se encuentra rodeado de varios muros y M8-1, estructura de unos 75 m de largo por 2 de ancho aproximadamente, que corre a lo largo de la orilla este de la calzada, ambos rasgos pudieron tener un carácter defensivo. La localización estratégica en una ensenada entre la estructura de tipo palaciego M9-1 y la calzada principal que atraviesa una gran porción del sitio, indicó una posible función para el movimiento de mercancías y otras actividades de tipo comercial La inclinación del terreno termina en una cuenca plana que se inunda por la crecida del río durante ciertos meses del año, por lo que ha sido considerado como un potencial puerto o embarcadero utilizado para el transporte de bienes. (Quintanilla 2012; Alvarado et al. 2006; Alvarado 2004; Alvarado et al. 2003; Manahan 2002).
Los estudios macroscópicos realizados en la muestra ósea procedente de las dos principales reservas de agua han identificado a 53 individuos, distribuidos 31 en la Reserva del Palacio (ocho hombres, seis mujeres, once adultos indeterminados y seis subadultos) y 22 en la Norte (siete hombres, tres mujeres, cuatro adultos indeterminados y ocho niños).
Aunque las causas de muerte no pudieron ser determinadas específicamente, es notorio que la mayoría no fueron muertes naturales o de enfermedades mortales pues muchos de ellos tuvieron traumas peri-mortem ocasionados con diferentes objetos (Fundación de Antropología Forense de Guatemala et al. 2007).
En un estudio aleatorio en el que se seleccionaron 28 huesos de extremidades superiores, inferiores y algunas costillas y vértebras (Ibid) de la muestra de la Reserva Sur se observaron huellas de traumas corto-contundentes, cortantes, punzo-cortantes y contusos (Fig.4); mientras que en la Reserva de Agua Norte la mayor identificación de traumas fue en las extremidades superiores (Fig.5). Esta característica es similar a la muestra proveniente del puerto, cuyas investigaciones están todavía en proceso, pero que preliminarmente han evidenciado cortes trasversos en huesos de las extremidades superiores de adultos y niños, mas no en los segmentos de las extremidades inferiores (Berryman y Novotny 2004). Otra particularidad comparable de estos dos contextos corresponde a la presencia de algunos casos de huesos expuestos a fuego en diferente intensidad.
La revisión de aspectos patológicos, demuestra que en general todos tenían buena salud y las huellas identificadas correspondieron más que todo a las que se relacionan con la alteración craneal y el alto consumo de maíz (hiperostosis porótica, sinostosis prematura y lesiones suprainianas; Quintanilla 2011; Fig.6), inclusive el desgaste dental fue generalmente de leve a moderado y la presencia de una gran acumulación de sarro en éstos indicaría una dieta proteínica alta.
Otros aspectos interesantes a mencionar son los tipos de decoración dental identificados: en la Reserva Norte se detectaron casos de limación en el patrón C y muestras de tipos F10. Cabe mencionar que dentro de los entierros ‘formales’ de Cancuen la muestra de individuos con patrón C corresponde a una mujer y dos adultos masculinos (3 de 33/98 que tienen decoración) localizados en grupos al norte del epicentro. Por su parte, en la muestra de la Reserva Sur fueron evidentes las piezas sueltas con limación en tipos F10. Contrasta el hecho que en la muestra que actualmente se trabaja de los restos procedentes del Puerto, se han recuperado dientes con incrustación de piedra verde en los tipos E1 y G3 (Tiesler 2001; Fig.7).
Por aparte, la reconstrucción craneal fue llevada a cabo en 19 provenientes de la Reserva Norte de los cuales 16 evidenciaron deformación tabular oblicua (Fig.7) y tres con algún tipo aún no determinado. En el reservorio Sur, el equipo de la Fundación de Antropología Forense de Guatemala reconstruyó tres que también presentaron el mismo tipo de alteración. En general, dentro del sitio, la muestra de los entierros formales que ha permitido su reconstrucción craneal muestra el mismo tipo en contextos de arquitectura mayor (como el Palacio, L8-2 y las estructuras que forman el Juego de Pelota del Norte).
Los objetos recuperados en la Cisterna Real parecen ser elementos de parafernalia consistentes en una gran cantidad de artefactos de concha tallada en forma de cuentas, colgantes y pendientes, y escasa cantidad de artefactos de piedra verde; todos ellos de decoración o adorno personal más que ofrendas mortuorias (Fig.8). De nueva cuenta, se ha observado que tan solo un pequeño porcentaje de la población fue enterrada con adornos personales (ocho de 98 entierros). Conviene acotar que la presencia de parafernalia asociada a estos restos óseos podría corresponder al hecho de haber sido un evento rápido, en el que no se dio el tiempo necesario como para despojar de sus propias joyas a los personajes; a diferencia, en todo caso, de la deposición del cuerpo de Kan Maax, en el que fue evidente un elaborado ritual y un mayor respeto ya que el cuerpo fue colocado sobre una capa de tierra quemada (¿carbón?), con la cabeza descansando sobre una concha Spondylus y aun grandes cantidades de obsidiana y pedernal colocadas a sus pies y cabeza (Barrientos et al. 2006, Andrieu 2009, Quintanilla en prensa).
De por sí, la determinación de un patrón funerario en Cancuen ha sido complejo de identificar pues no hay una serie de indicadores constantes en gran escala que diferencien unas sepulturas de otras y al parecer el mismo fenómeno ocurre en las reservas: por ejemplo, se observa que la denominada parafernalia en la Reserva Sur cuenta con más artefactos de concha mientras que en la Norte hay en menor cantidad pero las existentes son de material en hueso, lo que implica otro proceso de elaboración de los adornos. Por otro lado, la presencia de artefactos clasificados como ‘armas’ es homogénea entre las dos reservas, sin embargo en la Norte hay mayor variedad de artefactos utilitarios (Macario 2012; Alvarado 2011).
Es evidente entonces que ambos son contextos en los que hay variedad de género y edades así como de materiales y artefactos asociados, por lo que no puede ser un evento en el que ejecutaron exclusivamente a hombres guerreros y es importante remarcar el hecho de ser, más allá de una ejecución masiva o masacre, una terminación ritual que involucró humanos.
Plagiaro y otros (2001:77) citados en Harrison-Buck et al. 2007) definen un “depósito de terminación ritual profanatorio” como “el resultado de una destrucción significativa y manipulación de material cultural para el fomento de metas enfocadas a la destrucción del poder super-natural de una comunidad vencida o derrotada o en discordia. Estos rituales resultan en la formación de depósitos que fueron utilizados para ‘matar’ el alma, ánima o poder sobrenatural de un objeto, persona, lugar o un portal hacia el otro mundo”. Estos depósitos se distinguen de un basurero o de depósitos reverenciales en base a varios criterios contextuales resaltados por los mismos autores (2001:79-80) que incluyen: fuego intenso, daño intencional estructural, quiebre de cerámica y su dispersión, rápida deposición de material, concentraciones densas de grandes tiestos con quiebres angulares o puntudos y grandes cantidades de artefactos elitistas (traducción de C. Quintanilla 2012).
Se ha considerado también que los restos del último gobernante del sitio, Kan Maax y su esposa –designada de esta manera por métodos contextuales y no osteológicos, pues la muestra obtenida fue prácticamente un rastro casi pulverizado de huesos (Quintanilla en prensa, Barrientos et al. 2006)–, formaron parte de este evento. Sin embargo, debido al estado de preservación de la muestra ósea disponible no fue posible realizar un estudio de traumas que permitieran el establecimiento de causa de muerte violenta; el contexto de la tumba permitió dicha inferencia por varias razones: 1) la sepultura misma se encontró en un estrato de barro a no más de 0.60 m de profundidad, con el gobernante depositado en un elaborado ritual que incluyó una capa de barro quemado, alrededor de 1000 lascas de pedernal y 750 elementos de obsidiana, cinabrio sobre su cuerpo; así como parafernalia consistente en una orejera, un mosaico de piezas de jade imperial, un minucioso tocado, botones, discos y cuentas de concha Spondylus, así como un pectoral de hueso y tres platos y dos vasos como ofrendas. Se logró identificar también que aún formando parte del último episodio en la vida de Cancuen, se siguió el patrón de enterramiento de dos cuerpos adultos que se practicó en el sitio, consistente en colocarlos con sus cráneos apuntando a puntos cardinales opuestos (Quintanilla en prensa) y; 2) la mayoría de las sepulturas en Cancuen son sencillas y se ha identificado que la utilización de cistas fue, en todo caso, uno de los tipos de sepulturas más elaboradas y exclusivas localizadas en arquitectura mayor, por lo que el hecho mismo de una tumba rápidamente elaborada sin mayor cuidado pero sí con la atención de la cuidadosa deposición del personaje con todo lo correspondiente a un entierro de mayor rango (Fig.9).
Cabe mencionar también que en otras partes del sitio la evidencia habla de una terminación rápida. Por ejemplo, la construcción de muros defensivos en el sector del puerto quedó inconclusa, al igual que la ‘remodelación’ del sitio, pues L7-27, estructura donde fue encontrada la tumba de Kan Maax, parece ser que estaba siendo recubierta de barro y utilizando una piedra caliza porosa (Barrientos et al. 2006) pero esta misma remodelación tampoco concluyó. Desde la perspectiva osteológica existen casos como el Entierro 16, un personaje ‘tirado’ sobre el sacbe o incluso los entierros 76 y 82 depositados a poca profundidad y sin contar con ofrenda alguna, de los cuales se especula podrían pertenecer a los eventos finales en el puerto. Además, los sectores al oeste del Palacio parecen haber sido sellados (¿posiblemente como un medio defensivo más que por una remodelación?).
En sí, el sitio no fue conquistado y derrotado para ser absorbido por otros reinos, más bien parece que fue ritualmente terminado y abandonado por posibles conflictos sociales internos o externos pues la deposición de los cadáveres en manantiales implica por un lado, la contaminación de este recurso que seguramente se ‘regaba’ mediante el sistema hidráulico y que también representaba la entrada al inframundo.
Varios autores (Pagliaro et al. 2001:79 y Mock 1998b:6, citados en Harrison-Buck et al. 2007) indican que los depósitos de terminación profanatorios están típicamente localizados dentro de límites arquitectónicos e incluso fueron puestos intencionalmente en intersecciones “liminales” o puntos clave de transición en la arquitectura que muestren cambios, accesos o entradas. Por su parte, Stanton y Gallareta (2001:232 citado en Harrison Buck et al. 2007) notan que la presencia de elementos de élite quebrados asociados con rituales de terminación de este tipo pueden representar un festejo de conquista realizado por los ganadores del evento y que esta práctica estuvo diseñada para “matar” lugares u objetos asociados con los enemigos derrotados.
Por su parte, existe referencia de una mandíbula humana dentro de una vasija El Zapotal Impreso reportada al interior de la Aguada Los Patos (Fig.3). Infortunadamente no se ha tenido a la vista la muestra ósea para análisis, sin embargo Tomasic (2003:348-349) reporta el descubrimiento de varios artefactos líticos y cerámicos (la mayoría bastante erosionados), la presencia de una vasija Gris Fino casi completa e interpreta el rasgo hidráulico como una reserva para la recolección de agua de lluvia que luego cayó en desuso y fue utilizada como basurero o pudiendo haber sido usada en menor escala pero con una función reducida convirtiéndose en un posible foco de actividad ritual.
Más allá de la perspectiva regional:
casos en otros sitios
– El sitio “Hershey”: localizado en el valle Sibun en Belice, en la gran parte navegable del Canal Interno del Mar Caribe en un área de suelos propicios para la plantación de cacao localizado en un punto estratégico en los alrededores de las rutas comerciales de las Montañas Mayas. Cuenta con arquitectura de estilos peteneros (por la presencia de un juego de pelota al sureste de la pirámide principal) que sirvió como residencia para las élites gobernantes que llegaron del Petén. En el Grupo A, sobre la superficie de un estrecho pasillo que conecta la residencia principal con el juego de pelota, fueron descubiertos alrededor de 1,200 fragmentos bien preservados de huesos humanos desarticulados (Harrison-Buck y Cesario 2004, citado en Harrison-Buck et al. 2007) con los restos de al menos seis individuos: un infante de 18 meses, dos niños (de entre 6-7 y 9-10 años), dos adolescentes o adultos jóvenes, un adulto medio y otro de entre 40 y 60 años; algunos con decoración dental en patrones Ik, fechados para el comienzo del Clásico Terminal. Algunos de ellos presentaron marcas de cortes e incluso de desmembramiento. La evidencia sugiere que los restos de los seis individuos pudieron haber sido sepultados, esqueletonizados y luego exhumados y dispersos en el pasaje durante un acto de conquista. También se encontraron varias vasijas quebradas y ornamentos de concha. Este depósito terminal marca la ocupación final y abandono del núcleo del sitio. El evento de terminación profanatorio puede estar ligado a una reorientación política que es evidente en los sectores medios y bajos del Valle Sibun en donde la interacción con las costas atlánticas y hacia el norte se incrementó y que fue obvia en el periodo Clásico (Harrison-Buck et al. 2007; Fig.10).
– Colha, “El pozo de los Cráneos”: es un sitio productor de grandes cantidades de artefactos líticos, localizado a 52 km al norte de la actual ciudad de Belice y a 24 km de la costa Caribe. La evidencia consistió en 30 cráneos de 20 adultos desollados y mutilados y 10 subadultos depositados en un aparente orden etáreo (los más jóvenes fueron colocados al fondo y los más grandes arriba) en un pozo de poca profundidad adyacente a la escalinata de una estructura de élite del centro ceremonial. Tan solo un cráneo fue quemado y otros dos de forma parcial antes de su deposición. Los artefactos asociados, fechados para el 800-850 DC, consistieron en grandes platos desgastados de cerámica policroma Palmar Naranja, cántaros estriados y cuencos y cántaros Subin Rojo y Tinaja así como un fragmento de vaso con pedestal (copa) intencionalmente quebrados y colocados alrededor, debajo y encima de los cráneos, aspecto que constituyó el acto final del evento. Después de la sepultura de las víctimas, la estructura superior fue quemada, como lo indica la presencia de piedras con fracturas ocasionadas por el fuego. Los problemas en Colha se notan en la discontinuidad de actividades constructivas, el sobre-poblamiento de los grupos de plaza por posibles razones defensivas y el abandono y desmantelamiento de la ciudad. El sitio pudo haber sido ritualmente terminado por los habitantes como una forma de mancillar. Sin embargo, luego de un corto hiatus, nuevos grupos habitan el sitio con una gama de nuevas costumbres (Barret y Scherer 2005; Mock 1998; Fig.10).
Consideraciones finales
Si bien hubo muchas y variadas historias regionales finales en las Tierras Bajas Mayas, en todos los casos lo que terminó fue el orden sociopolítico del periodo Clásico, gobernado por los ‘señores sagrados’ y sus gloriosas expresiones materiales. La dependencia de Cancuen en mecanismos rituales para mantener el poder pudo no haber sido suficiente, de hecho, mantener los costos de tal legitimización pudo haberse convertido en algo altamente difícil.
Dentro del mismo sitio, es notoria la variación de los eventos sucedidos: la Reserva de Agua Sur presenta más evidencia de violencia extrema en la ejecución de los personajes ahí depositados, como lo dejan ver sus restos óseos y no parece haber evidencia de un ritual elaborado por la relativa escasa cantidad de vasijas completas o semi-completas, y la falta de vajillas “finas”, incluso no existió distinción entre géneros para su ejecución. Aquí, la cantidad de artefactos asociados a parafernalia en materiales malacológicos es mayor, lo que indicaría una posición más acomodada de los personajes.
Mientras tanto, en ambas reservas existe una similitud en cuanto a la cantidad de artefactos clasificados como armas (puntas de lanza, puntas bifaciales y hojas; Andrieu y Quiñonez 2011) mientras que la cantidad de parafernalia es menor y distinta en cuanto a formas y materiales. Sin embargo, los artefactos asociados a diferentes oficios como agujas, malacates, etc., es más clara y obvia pero también contrastan con los artefactos de mayor prestigio como los de madera (plato, orejera, remo, cetro) y hule. ¿Sería entonces que esta reserva tuvo una acumulación de materiales de diversas índoles como resultado de deposiciones a lo largo de la ocupación del sitio y en el episodio final solamente las personas ejecutadas fueron depositadas? Por otro lado, la presencia de un cuenco trípode Gris Fino casi intacto (con una leve fisura en el borde) que apareció volcado en los niveles superiores de la unidad donde se registró la mayor cantidad de restos óseos, conduce a pensar en la acción de un ritual elaborado y como el acto final de ese evento. Surge entonces el cuestionamiento de si los eventos finales de la Reserva de Agua Norte seguirían también el patrón identificado en 12 entierros formales dentro del sitio que están asociados a posibles ritos especiales de terminación o iniciación (Quintanilla en prensa) pues son encontrados con grandes capas de material cerámico de desecho. Otro cuestionamiento que surgió es si los personajes aquí depositados serían grupos de artesanos o de subélites de los grupos al norte del sitio por la asociación de artefactos.
La evidencia ósea indica que los traumas de las extremidades superiores son distintos a los personajes de la Cisterna Real o Reserva de Agua Sur.
Finalmente, sigue la pregunta de quién o quiénes ejecutaron a estos personajes y de por qué la terminación de Cancuen fue relativamente tan respetuosa. Los desafíos para alcanzar un acercamiento a la interpretación y entendimiento de estos complejos contextos y cómo éstos se adhieren al colapso de esta gran ciudad serán descifrados mediante una serie de estudios químicos aplicados a la muestra ósea, la excavación en los alrededores de la Reserva de Agua Norte que permita detectar la presencia de más cuerpos dejados en la superficie a sus alrededores y no solo depositados dentro de la misma (Quintanilla 2011) y los resultados de los estudios de la muestra del Puerto.
Agradecimientos
La realización de esta investigación no hubiese sido posible sin la valiosa colaboración directa o indirecta de varias personas, entre ellas: la Dra. Vera Tiesler, Licda. Nora López, Bernabé Ramírez y Dany Guzman. Adicionalmente, gracias a Horacio Martínez, Paola Torres y Armando Abeyta por sus valiosos comentarios y observaciones y a Francisco (Paco) Saravia por su ayuda en la edición de figuras. Finalmente, pero no menos valedero, especial agradecimiento a Gael Alejandro por el tiempo brindado.
Referencias
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Fig.1: Mapa de la región del Valle del río La Pasión.
Fig.2: Mapa del sitio arqueológico Cancuen con la localización de las principales reservas de agua.
Fig.3: Concentraciones de huesos: A) parte de la muestra del Puerto,
B) Aguada Los Patos y C) Reserva de Agua Sur.
Fig.4: Traumas identificados en algunos de los huesos de la Reserva de Agua Sur.
Fig.5: Parte de la muestra de extremidades superiores e inferiores de la Reserva de Agua Norte mostrando la presencia y ausencia de traumas en: A) extremidades superiores (cúbitos y radios),
y B) extremidades inferiores (fémures y tibias).
Fig.6: Patologías generales identificadas en algunos de los cráneos reconstruidos de la Reserva de Agua Norte: A, B, C y D) lesión suprainiana; E y F) sinostosis prematura; B y E) hiperostosis porótica.
Fig.7: Alteraciones culturales en parte de la muestra: A) Deformación craneal: ilustración comparativa de cráneos deformados, tipo tabular oblícua; B) Decoración dental; B1) muestra de la Reserva Norte, patrón visual “C” y tipo F10; B2) muestra de la Reserva Sur, tipos B4, F10 y C2 o C4; B3) muestra del Puerto, tipos B4, C2-C4, F10 y E1-G3.
Fig.8: Variedad de objetos procedentes de las Reservas Sur y Norte.
Fig.9: Entierros ‘reales’: Kan Maax (entierro 77) y su esposa (entierro 96).
Fig.10: Casos comparativos con Cancuen: sitios beliceños Hershey y Colha.