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02. El patrimonio maya en riesgo y el papel de las comunidades en su salvaguarda: el caso de Chilonché, Petén
Introducción
Las actuaciones de investigación y desarrollo en el sitio arqueológico Chilonché se encuadran dentro del Proyecto La Blanca, un proyecto de carácter regional que en esta última década ha venido realizando intervenciones en el área de la subcuenca del Salispuedes, afluente del río Mopán. Aunque actualmente este área se encuentra muy deforestada, en la antigüedad las entidades políticas fundadas en este territorio de valles fluviales debieron de gozar de una situación muy privilegiada debido a los beneficios proporcionados por las activas redes de comercio que transitaban por estos ríos. Un testimonio de esa prosperidad que debieron de disfrutar antaño lo constituye la monumentalidad de su arquitectura y la riqueza de sus manifestaciones artísticas, de ahí la pertinencia de la puesta en valor del patrimonio cultural de estos sitios arqueológicos con el fin de garantizar su salvaguarda.
Con ese propósito, el Proyecto La Blanca ha combinado desde sus inicios no sólo la investigación arqueológica y la conservación de los edificios excavados de La Blanca y Chilonché, sino también la puesta en marcha de un amplio programa de actividades de educación y de sensibilización en la protección de su patrimonio cultural del que cada año se han obtenido resultados muy positivos (véase Muñoz et al. en este volumen).
Gracias a ello, en el caso de La Blanca, no sólo cesó el saqueo de las ruinas de manera definitiva, sino que los habitantes de la cercana aldea de igual nombre, apenas a 2 km del sitio, sin duda han cambiado su percepción del mismo. En la actualidad, la mayoría de los niños de esa comunidad conocen el sitio arqueológico; han ido aprendiendo a valorarlo y a comprenderlo a través del juego, y han adquirido nociones básicas acerca de la cultura maya.
En cuanto a los adultos, muchos de ellos se han capacitado como guías de turismo o anfitrión comunitario y, en general, están mucho más concienciados sobre la importancia de cuidar, respetar y conocer su rico patrimonio arqueológico. Trabajan allí y aprecian los beneficios que el turismo de baja intensidad les ha proporcionado.
Otro de los elementos que sin duda ha reforzado este sentimiento de identidad con las ruinas ha sido la construcción, en 2009, del Centro de Interpretación, un espacio utilizado tanto para la recepción e información a los visitantes, como para la realización de cursos formativos y reuniones. Este espacio acondicionado ha acercado también a los habitantes de La Blanca al sitio arqueológico, tal y como se observa en los libros de visita, que constituyen un testimonio de que muchos habitantes de la aldea pasan los días señalados o de celebración en el sitio. Sin duda, datos como estos animan a continuar trabajando en esta dirección.
El caso de Chilonché
Uno de los objetivos del Proyecto La Blanca consiste en indagar acerca de las relaciones políticas, ideológicas y comerciales que el sitio tenía con otros asentamientos de la región de ahí que, como decíamos, en el marco de estas actuaciones se incluyera la investigación de Chilonché, ubicado a 17 km en dirección suroeste de La Blanca.
Durante estos trabajos previos, el equipo de arquitectura del proyecto, que en el año 2009 realizaba labores de documentación de la arquitectura maya en riesgo, advirtió el potencial de este sitio al localizar en uno de los túneles de saqueo del basamento de la Acrópolis una espectacular escultura arquitectónica perteneciente a una edificaión fechada en el Preclásico Tardío (Muñoz, Vidal y Quintana 2011; Vidal y Muñoz eds. 2010, 2011, 2012 y 2013).
Lamentablemente, también se pudo constatar que el intensivo saqueo al que había estado sometido el sitio estaba acelerando el proceso de degradación de los edificios, poniendo incluso en riesgo de colapso algunas de las estructuras. Asimismo, la deforestación derivada de las actividades agropecuarias estaba afectando negativamente a su entorno. Por todo ello, desde ese momento, a través del Proyecto La Blanca se puso en marcha un plan de intervención inmediata, siendo una de las primeras acciones llevadas a cabo la documentación gráfica de la arquitectura expuesta a causa de los sucesivos saqueos.
A partir de entonces, con el apoyo financiero del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes de España, y la Fundación Príncipe Claus de Holanda, se ha desarrollado un programa anual para su rescate, documentación, protección y conservación.
Las investigaciónes arqueológicas realizadas han permitido determinar la historia constructiva y las fases de ocupación de Chilonché (Fig.1), confirmando la riqueza y monumentalidad del sitio, resultados todos ellos ya expuestos en anteriores ediciones de este Simposio. Un ejemplo de ello ha sido el hallazgo de la excepcional decoración pictórica del Cuarto 6 del Palacio 3E1, también conocido como Cuarto de las Pinturas, que fue excavado y minuciosamente documentado en las temporadas de campo 2011 y 2012 (Muñoz et al. 2014).
Sin embargo, y a pesar de que al finalizar cada una de estas intervenciones todas las estructuras en las que se ha trabajado se protegen de manera adecuada, al inicio de cada temporada de campo se documentan nuevos intentos de saqueo que deben ser reparados.
Consideramos, por tanto, que en un lugar como Chilonché, sometido a un intensivo expolio, con una ubicación medianamente accesible y carente de vigilancia permanente, el papel de las comunidades en la salvaguarda del patrimonio debería ser especialmente relevante.
Basándonos en los resultados obtenidos en La Blanca esperamos que la educación, la formación y la información que se tiene previsto ofrecer a los habitantes de las aldeas cercanas vayan cambiando la actitud de algunos respecto a este lugar, haciendo que conozcan el sitio y jueguen un papel destacado en su protección, no en su destrucción.
Para poder implementar un programa similar al que se está desarrollando en La Blanca, deben tenerse en cuenta las diferencias culturales, morfológicas e incluso de ubicación del sitio de Chilonché. En primer lugar, a diferencia de La Blanca, no tiene un acceso directo ni sencillo, ya que se ha de atravesar una parcela en la que suele haber ganado pastando. Además, las ruinas están situadas en un terreno privado, cuyos dueños han mostrado una clara oposición a nuestras investigaciones en el sitio y, finalmente, en su entorno immediato no hay una aldea cercana, sino varias comunidades de origen reciente, situadas algo más lejos.
Dado que no resulta sencillo “acercar” a las comunidades situadas en los alrededores, conocer sus condiciones y necesidades específicas resulta imprescindible a la hora de diseñar las actividades formativas más adecuadas para tratar de frenar el expolio, destinadas tanto a los adultos como a la población infantil. Para ello, se ha llevado a cabo una primera fase de identificación sobre la situación de las aldeas de la micro-región a la que pertenece Chilonché, que ha consistido en una toma de datos de las necesidades básicas de esas comunidades, cuyos resultados se presentan a continuación.
La fase de identificación de las comunidades cercanas al sitio
Seis fueron las comunidades consideradas en la fase de identificación comunitaria: El Nuevo Porvenir, Caserío Villanueva, La Unión (también conocida como La Privada o La Amapola), La Nueva Verapaz (antiguamente El Aguacate), El Ocote y La Nueva Esperanza (todavía llamada La Esperanza por muchos pobladores de la región) (Fig.2).
El criterio seguido para su elección estuvo determinado por su mayor proximidad al sitio, como es el caso de Caserío Villanueva y el Nuevo Porvenir, así como por su proximidad a otros sitios arqueológicos de esta micro-región, siendo éste el caso de La Unión y de La Nueva Verapaz. También se tuvo en cuenta la existencia de algún tipo de relación de sus habitantes con el sitio arqueológico, como es el caso de El Ocote, donde vive su propietario.
Para lograr reunir una información socio-cultural y económica precisa que permitiera adaptar los contenidos y el enfoque de las actividades formativas (tanto didácticas como de capacitación) al perfil de sus pobladores actuales, se ha puesto especial énfasis en el proceso de participación de la población local en el desarrollo del diagnóstico.
Las técnicas de participación comunitaria empleadas fueron: la encuesta, las entrevistas en profundidad, los grupos de discusión y la observación directa. Para ello, fueron entrevistados todos los alcaldes auxiliares de las seis poblaciones seleccionadas, que a su vez son los presidentes del COCODE (Comisión Comunitaria de Desarrollo) en sus respectivas comunidades, así como sus respectivos líderes religiosos.
También se procedió a realizar otras entrevistas entre los distintos grupos beneficiarios que pudimos identificar en ellas: miembros del COCODE, personal sanitario (médicos, enfermeras y comadronas), personal educativo (maestros y alumnos), y hombres y mujeres de diferente condición socio-económica.
De esta forma, los datos obtenidos con las entrevistas en profundidad son susceptibles de proporcionar información acerca del índice de desarrollo local real de cada comunidad, a partir del análisis de los siguientes items-indicadores: agua, saneamiento, luz eléctrica, seguridad alimentaria, salud, educación, vivienda, recursos económicos, religión, procedencia geográfica, lenguas habladas, órgano de fortalecimiento comunitario en estado activo y paritario (COCODE), y conocimiento entre los habitantes de las ruinas arqueológicas del entorno, entre ellas Chilonché. Este conjunto de datos, a su vez, fue contrastado y verificado con los obtenidos a través de la observación directa y los grupos de discusión.
En términos generales, la identificación-diagnóstico comunitario realizada en las seis poblaciones citadas señala a La Nueva Verapaz (El Aguacate) y La Nueva Esperanza como las más vulnerables de esta micro-región, siendo El Ocote y La Unión (La Amapola), en ese orden, las que cuentan con una mejor situación.
El agua procede de pozos en todas las comunidades. En El Nueno Porvenir, Caserío Villanueva y La Unión el agua se impulsa a través de un generador desde el pozo a un tanque, y desde éste llega a las viviendas del poblado a través de un sistema de canalización. En el Ocote, donde no hay tanque de agua, cada casa dispone de su propio pozo, desde dónde el agua se impulsa a las pilas domésticas a través de una bomba o sistema similar.
Desde noviembre empieza a haber escasez de agua, que se agudiza en los meses de mayor sequía: marzo y abril. Entonces, el agua la consiguen en las piletas para lavar, ubicadas cerca de los arroyos y otras fuentes naturales de agua que no se han secado. En La Nueva Verapaz y La Nueva Esperanza son las mujeres y sus hijas las que tienen que ir a buscar el agua a diario para cubrir las necesidades básicas diarias (hidratación, higiene personal, lavado de ropa, cocinar). Entre marzo y abril, coincidiendo con el periodo más seco del año, deben desplazarse hasta otros pozos pertenecientes a comunidades vecinas.
En referencia al estado del agua cuando llega a las viviendas para ser consumida, cabe resaltar que se trata de agua no segura, pues procede directamente del pozo. El tanque no incorpora mecanismos de cloración y el agua tampoco se clora en las casas, por lo que las familias consumen agua no segura, y por lo tanto transmisora de diversas enfermedades infecto-contagiosas. En la Nueva Esperanza, el agua procede directamente del pozo e incluso de las aguadas en las que beben el ganado y otros animales.
En cuanto al saneamiento, las viviendas cuentan con letrinas en El Nuevo Porvenir, Caserío Villanueva, La Unión y El Ocote. El estado higiénico de las letrinas se considera de alto riesgo por falta de higiene y su accesibilidad a los animales domésticos.
Además, en La nueva Verapaz y la Nueva Esperanza no todas las viviendas cuentan con ellas, y con frecuencia, las familias que no disponen de ellas utilizan las situadas en los patios de las escuelas, lo que acentúa en ellas la transmisión de enfermedades infecciosas para el sector social más vulnerable: la infancia.
De las seis comunidades, sólo La Unión y El Ocote cuentan con energía eléctrica, pero no todas las familias tienen acceso a ella. En el Nuevo Porvenir y El Caserío Villanueva pocas familias tienen generador propio, mientras que en La Nueva Verapaz y La Nueva Esperanza ningún vecino en la comunidad tienen planta propia.
La única comunidad que cuenta con un centro de salud activo es El Ocote, la asistencia sanitaria en la comunidad es diaria y el personal sanitario activo se divide para atender a los enfermos de la población local y hacer las visitas de salud a otras comunidades más vulnerables del entorno.
En El Nuevo Porvenir y La Unión, el pequeño edificio que tienen para ello no está atendido por personal sanitario; reciben asistencia sanitaria un día al mes.
Ni La Nueva Verapaz, ni La Nueva Esperanza cuentan con Centro de Salud. En estas comunidades, la asistencia sanitaria se reduce a un día cada dos o tres meses, cuando un enfermero procedente de El Ocote o El Mango visita la comunidad para atender a los enfermos, administrar la vacunación infantil y visitar a los niños recién nacidos.
En cuanto a la salud infantil, los bebés y niños de todas las comunidades reciben todas las vacunas que les corresponden, de acuerdo con la cartilla de vacunación infantil. Sobre la salud reproductiva, tanto en el Nuevo Porvenir, como en el Caserío Villanueva, La Unión y El Ocote, cada vez son más las mujeres que son atendidas en el hospital de Santa Ana –cabecera municipal- cuando llega el momento del parto. En cambio, en La Nueva Verapaz y La Nueva Esperanza, predominan los casos atendidos por la comadrona de la comunidad. El promedio de hijos es entre 7 y 10 hijos.
En cuanto a los centros de educación, todas las comunidades cuentan con escuela de primaria; El Nuevo Porvenir, La Nueva Verapaz, La Unión y El Ocote cuentan también con parvulario, y los dos últimos poseen además escuela de básico (secundaria).
En todas las comunidades se identifican viviendas de cemento, de cemento con cubierta de lámina, de lámina y construidas en su mayor parte con materiales perecederos.
En El Ocote, la mayoría de viviendas son de cemento, la lámina y los materiales perecederos se identifican en vivirendas más periféricas y sitas en zonas de exclusión.
El grado de seguridad alimentaria es medio-alto en La Unión y El Ocote, medio en El Nuevo Porvenir y el Caserío Villanueva y bajo en La Nueva Verapaz y La Nueva Esperanza.
En todas las comunidades se cultiva maíz, frijol y calabaza. Además, en los patios-huertos de las casas se cultivan muchos árboles frutales que representan un recurso alimenticio y económico.
En El Nuevo Porvenir, Caserío Villanueva, La Unión y El Ocote, muchas familias tienen algún caballo, como mínimo. No ocurre lo mismo en La Nueva Verapaz y La Nueva Esperanza, donde muy pocas familias disponen de algún caballo.
Entre los animales domésticos son frecuentes los cerdos, gallinas, pavos y patos, que representan recursos económicos y alimenticios. Además, todas las comunidades cuentan al menos con un molino de maíz.
La proporción de evangélicos supera notablemente a la de católicos en cada aldea, pero en todas ellas, excepto en La Nueva Esperanza donde han desaparecido, hay también católicos. En el Ocote hay además Testigos de Jehová, aunque su presencia es minoritaria.
En cuanto a la procedencia geográfica, casi todos los habitantes de El Nuevo Porvenir, Caserío Villanueva y El Ocote proceden de la Baja y la Alta Verapaz (Altiplano de Guatemala). En esas aldeas se habla castellano, achí y quekchí; mientras que en La Unión, La Nueva Verapaz y La Nueva Esperanza, la mayoría procede de la Baja Verapaz. En esas aldeas se habla sobre todo castellano y achí.
El COCODE está activo en todas las comunidades excepto en La Nueva Verapaz y La Nueva Esperanza, sus COCODE están inactivos, y por lo tanto son inoperativos como órganos de fortalecimiento comunitario.
Sólo en El Nuevo Porvenir, Caserío Villanueva y El Ocote tienen conocimiento del sitio de Chilonché.
Reflexiones finales
De los datos obtenidos de las poblaciones seleccionadas en esta micro-región, se puede deducir una situación muy distinta entre el caso de Chilonché y el de La Blanca. En La Blanca existe una población cercana en donde se han focalizado todas las actuaciones desde los inicios del Proyecto, siendo de ella la mayoría de los trabajadores que participan en el mismo, y es a las dos escuelas de esa aldea a las que se han dirigido todos los programas y acciones de concienciación. Los habitantes de la Blanca tenían desde el comienzo un conocimiento claro de la existencia de las ruinas, y con el proceso seguido se ha conseguido que ahora tengan una conciencia clara del valor cultural de su patrimonio y de cómo su puesta en valor y su conservación pueden beneficiarlos, contribuyendo al desarrollo social, económico y cultural de su entorno.
Sin embargo, en el caso de Chilonché la situación es, como hemos visto, muy distinta. Este sitio parte de una situación de abandono y expolio continuado. Nunca tuvo protección de ningún organismo público y hay una animadversión de sus propietarios hacia cualquier proyecto de protección y conservación del sitio. A esto se une la falta de recursos que argumenta la administración para poder establecer un sistema de vigilancia que evite el saqueo y expolio sistemático al que está sometido.
Aunque en esta primera fase de identificación se ha intentado abarcar un ámbito muy extenso, con algunas poblaciones bastante lejanas al sitio arqueológico, se ha llegado a la conclusión final que solamente dos de ellas, El Nuevo Porvenir y El Caserío Villanueva podrían ser beneficiarios directos de un proceso de desarrollo vinculado con la conservación y puesta en valor de Chilonché.
Las otras poblaciones, quizás por la lejanía como por su poco interés cultural por estos temas no parecen muy propicios a participar en un proceso de desarrollo social y económico basado en el patrimonio cultural de estas ruinas arqueológicas.
Por tanto, y como conclusión, parece necesario el poner en marcha un programa de acciones encaminadas a la integración de las poblaciones de El Caserío Villanueva y el Nuevo Porvenir en el proyecto de investigación y conservación del patrimonio cultural de Chilonché así como implicar a sus habitantes tanto en los proyectos de intervención en dicho patrimonio cultural como en las diferentes acciones de concienciación dirigidas a la población escolar y adulta.
De los datos derivados del estudio de la situación de desarrollo de estas poblaciones se deduce la necesidad urgente de crear un sistema que posibilite el acceso de la población a algunos recursos necesarios para su desarrollo social y económico. Consideramos que el proyecto Chilonché, mediante el rescate, restauración y puesta en valor de las ruinas para su integración en el circuito de Turismo Cultural Sostenible en la región, puede ser una oportunidad idónea para ponerlo en marcha.
Agradecimientos
Los autores agradecen expresamente el patrocinio del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España a través de la financiación obtenida por el Proyecto arqueológico La Blanca y su entorno, dentro del programa de ayudas para Proyectos Arqueológicos en el Exterior, así como el apoyo del Ministerio de Economía y Competitividad, a través de la financiación de los proyectos de investigación coordinados sobre Arquitectura maya, sistemas constructivos, estética formal y nuevas tecnologías (BIA2014-53887-C2). También se agradece el apoyo de la Fundación Príncipe Claus de Holanda y del Ministerio de Cultura y Deportes de Guatemala, que ha contribuido de forma determinante a hacer posible el presente trabajo.
Referencias
Muñoz Cosme, Gaspar; Cristina Vidal Lorenzo, Patricia Horcajada Campos, Óscar Quintana Samayoa, Zacarías Herguido Alamar y Miriam Salas Pol
2014 Del Preclásico al Postclásico, la historia constructiva de un sitio del sureste de Petén. En XXVII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2013 (editado por B. Arroyo, L. M. Salinas y A. Rojas), pp.757-763. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.
Muñoz Cosme, Gaspar; Cristina Vidal Lorenzo y Óscar Quintana Samayoa
2011 Hallazgo de un mascarón en el sitio arqueológico de El Chilonche. En XXIV Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2010 (editado por B. Arroya, L. Paiz, A. Linares y A. L. Arroyave), pp. 281-290. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.
Vidal, Cristina y Gaspar Muñoz (eds.)
2010 Informe de las investigaciones arqueológicas del Proyecto La Blanca, Petén, Guatemala (Octubre-Diciembre 2009). Informe inédito presentado al Instituto de Antropología e Historia de Guatemala y al Ministerio de Cultura de España. Valencia.
2011 Informe de las investigaciones arqueológicas del Proyecto La Blanca, Petén, Guatemala (Octubre-Diciembre 2010). Informe inédito presentado al Instituto de Antropología e Historia de Guatemala y al Ministerio de Cultura de España. Valencia.
2012 Informe de las investigaciones arqueológicas del Proyecto La Blanca, Petén, Guatemala (Noviembre 2011-Enero 2012). Informe inédito presentado al Instituto de Antropología e Historia de Guatemala y al Ministerio de Cultura de España. Valencia.
2013 Informe de las investigaciones arqueológicas del Proyecto La Blanca, Petén, Guatemala (Noviembre-Diciembre 2012). Informe inédito presentado al Instituto de Antropología e Historia de Guatemala y al Ministerio de Cultura de España. Valencia.
Fig. 1: Mapa de la cuenca del río Mopán con indicación de los principales sitios arqueológicos pertenecientes a esta región. (© Proyecto La Blanca 2012).
Fig. 2: Sección del ala norte de la Acrópolis de Chilonché en la que se aprecia los saqueos practicados en este sector y se indican los diferentes períodos cronológicos a los que pertenecen las construcciones documentadas por el Proyecto La Blanca. (© Proyecto La Blanca 2011).