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Evidencia de la presencia de Siyaj K’ahk’ en Río Azul. Nuevo registro de los monumentos esculpidos de la ciudad y nuevos enfoques para entender el “Nuevo Orden” en el área maya
El registro de los monumentos
Río Azul se encuentra ubicado en la esquina noreste del Petén guatemalteco, a menos de 5 km al sur de la frontera con México y 16 km al este de Belice, al margen del río del mismo nombre (Grazioso y Valdez 2008:7). Es una antigua ciudad maya que, por su posición geográfica en el contexto geopolítico actual, es de difícil acceso. Aun así, a lo largo de tres décadas se han realizado en el sitio varias investigaciones a cargo de diferentes proyectos (Fig.1).
En el sitio arqueológico de Río Azul se han identificado, hasta la fecha, cuatro estelas halladas todas durante el proyecto dirigido por Richard Adams. Uno de los objetivos de aquel proyecto fue el registro de los monumentos (estelas) identificados en el sitio, ya sea que hubieran sido descubiertos por las exploraciones del equipo de investigadores o por el saqueo desmesurado que tuvo lugar en la antigua ciudad maya (Adams 1984). De este modo, en 1987, se realizó el registro gráfico de tres estelas, a las cuales se uniría una cuarta encontrada fuera de contexto (Adams 2000:35-53).
Posteriormente, durante la temporada de campo del proyecto arqueológico PABA-PITRA 2010, dirigido por Liwy Grazioso y Fred Valdez, se diseñó un plan de actividades en el cual se contempló la realización de dibujos, imágenes y tomas fotográficas de las cuatro estelas y algunas estructuras. El objetivo de este plan era aplicar diferentes técnicas de registro gráfico (tradicionales y nuevas) y obtener mejores dibujos de estos monumentos.
Los resultados de la investigación, de los que aquí se presenta una parte, serán detallados en su totalidad en la tesis de licenciatura de Eduardo Salvador para optar al grado de arqueólogo por parte de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).
Uno de los planteamientos del registro era la realización de fotografía nocturna con luz rasante sobre los monumentos, pero la temporada presentó condicionantes climáticos que redujeron el tiempo de los trabajos y, por ende, de los registros gráficos. Las lluvias llegaron antes de lo esperado con la entrada de la tormenta tropical Agatha, lo cual, sumado a la erupción del volcán Pacaya al suroeste del país, fue en detrimento del ritmo laboral en el sitio. Como resultado, los caminos de acceso al lugar se vieron perjudicados provocando que los vehículos se atascaran, impidiendo la toma de fotografías nocturnas.
Dadas las circunstancias, fue necesario buscar soluciones que ayudaran a oscurecer los monumentos para realizar las fotografías durante el día. Esto se solucionó utilizando un poco de guano para construir muros que cubrieran las estelas a partir de los techos que las protegen. Los resultados fueron óptimos y logramos trabajar en las jornadas establecidas durante el día.
Otra cuestión que condicionó estos trabajos fue el contexto de cada monumento, es decir, dos de las cuatro estelas (la 1 y la 2) se ubican en recintos o estructuras arquitectónicas destinadas a contenerlas, lo que minimiza la maniobrabilidad de los trabajos. La Estela 3 está a un lado de un pequeño edificio, bordeada al frente por una escalera y en la parte posterior por un derrumbe. Por su parte, la Estela 4 no presenta ningún problema de maniobrabilidad ya que está fuera de contexto.
Las lecturas que se realizaron de los textos epigráficos fueron hechas por Hugo García Capistrán, quien ha supervisado, además, la elaboración de los dibujos del texto jeroglífico. Se revisó hasta el más mínimo rasgo en la piedra y examinamos exhaustivamente todo el corpus fotográfico con el que se contaba, logrando así las realizar nuevas lecturas de cada uno de los textos de las estelas y del costado del Edificio A2.
Las cuatro estelas
La Estela 1 se encuentra ubicada dentro de un recinto, a los pies de la fachada principal de la Estructura A-I. Este es el monumento más grande del sitio y también uno de los más afectados por el paso del tiempo. La estela fue identificada a partir de una gran trinchera de saqueo que destruyó la pared sur del recinto orientado este-oeste, esta afectación realizada al cuerpo principal del complejo lo atravesaba de lado a lado (Adams 2000:35). Es probable que se cuente con un registro fotográfico realizado por Ian Graham pero, si existe, éste no fue publicado en los informes del sitio y debe de estar resguardado por las universidades americanas de Texas, en Austin, o de Harvard.
Esta estela había sido registrada en los ochenta, pero, posiblemente por la escasa calidad y detalle del dibujo, no se había dado una lectura de su texto epigráfico. En la investigación que aquí se presenta, se logró elaborar un dibujo que supera visiblemente al anterior, lo que posibilitó realizar una lectura del monumento.
La Estela 1 se encuentra en un proceso muy avanzado de deterioro, tanto en la cara principal como en los costados. A pesar de esto, se logra leer parte del texto epigráfico esculpido en los laterales, arrojando datos relevantes sobre el estudio de la política de la antigua ciudad maya y su región. Dentro del texto se menciona el nombre de un personaje muy importante dentro de la dinámica sociopolítica y bélica de la región durante el Clásico Temprano y que se asocia a la presencia de Teotihuacán en el Petén (Fig.2).
La Estela 2 fue localizada por Ian Graham quien, además, realizó un invaluable registro fotográfico de este monumento y, probablemente, de los demás monumentos en la primera temporada del proyecto Río Azul. La Estela 2 está ubicada en el Grupo B y dentro en la estructura B-XIII, la cual forma parte de un gran edificio llamado B-XI. Esta estructura, al parecer, tiene dos pequeños recintos adosados al frente, uno de los cuales contiene el monumento (sureste). Esta estela es la que contiene los textos jeroglíficos esculpidos en roca caliza mejor preservados del sitio, aunque hoy en día algunos de esos glifos se han perdido y es gracias al registro de Graham que se pueden reconstruir (Adams 1984: Figs.34 y 35).
Con el registro realizado de la Estela 2 durante la temporada 2010, se elaboraron mejores dibujos de los textos que están esculpidos en los costados y la cara posterior del monumento. Los nuevos dibujos obtenidos permitieron afinar la lectura de los textos (Fig.3).
La Estela 3 se ubica en el lado frontal de la Estructura F1, al sur del Grupo B. Dicha estructura es un montículo muy largo, pero bastante angosto, y tiene una orientación norte-sur. La estela se encuentra de forma perpendicular con su cara principal orientada hacia el oeste y está rodeada, en parte, por el relleno constructivo del edificio. Justo frente a la cara principal desplanta una escalinata, de la Estructura F1, que muy probablemente sea de una etapa constructiva anterior (Pereira 200542-43).
Este monumento está esculpido por tres de sus lados. La cara principal (oeste) presenta un personaje, muy probablemente un gobernante, y, a sus pies, frente a él, se representa un cautivo de rodillas con un glifo sobre su cabeza (Pereira 2005:43). Los costados izquierdo y derecho (norte y sur, respectivamente) presentan escritura jeroglífica, pero está muy erosionada. El lado posterior no tiene rastro de escritura o iconografía alguna.
El registro de la Estela 3 realizado en los años ochenta no es muy riguroso, probablemente debido al grado de deterioro que presenta el monumento. Con el registro realizado en 2010 se logró mejorar la definición de la cara frontal, donde está representado el personaje principal y un cautivo. De este último, se trató de definir su posición anatómica, así como un supuesto glifo que se ubica sobre su cabeza. Sin embargo, el grado de deterioro de los relieves y bordes impidió precisar las formas de los elementos mencionados, por lo cual se optó por realizar los trazos con línea punteada, lo mismo ocurre en el caso de los laterales y de los textos ahí esculpidos.
La Estela 4 fue descubierta en 1984 siendo, por tanto, la última hallada hasta el momento. Fue removida de su lugar original y ahora se localiza sobre el montículo rectangular F3A que tiene una orientación norte-sur y se localiza al sur de las estructuras F1 y E3 (Pereira 2005:33).
Esta estela está fragmentada y no se sabe dónde se encuentran las partes faltantes. Muestra el esbozo de un personaje en el lado principal, el único lado que tiene trabajo. El dibujo está realizado de forma lineal, como si se tratara de un boceto que luego sería trabajado dando volumen a los relieves en el lugar donde estaba destina a ser colocada. Por esto se ha planteado la posibilidad de que esta estela se hubiera quebrado en el traslado hacia su lugar definitivo en la ciudad, donde se esperaba terminarla, por lo que habría sido abandonada inconclusa (Adams 1986:32).
El dibujo anterior de la Estela 4 había sido realizado por Richard E.W. Adams y Cathy Dodt Ellis (Adams 1999:106). Cabe señalar que este monumento carece de textos epigráficos y tiene solo iconografía esgrafiada en la roca caliza. En la temporada 2010, y con el reciente registro, se realizó un nuevo dibujo donde se identificaron algunos nuevos elementos.
Los levantamientos arquitectónicos
Durante la temporada 2010, las cuatro estelas no fueron los únicos monumentos que se trabajaron mediante un registro gráfico. En el complejo monumental A-I, se trabajó el Edificio A2, que alberga un texto epigráfico en el costado sur de su crestería. En esta misma estructura también se registró una sección de la fachada polícroma de la Subestructura 3.
El levantamiento arquitectónico que se realizó en el complejo monumental A-I, Edificio A2, durante la temporada 2010 sirvió para hacernos una mejor idea de cómo estaba conformado originalmente. Mientras que los dibujos previos de esta estructura solo abarcaban los rasgos arquitectónicos generales, en este nuevo levantamiento se unificaron los rasgos arquitectónicos con el levantamiento epigráfico e iconográfico (Fig.4). Además, se llevó a cabo una investigación bibliográfica con el objetivo de identificar elementos que ya no estaban presentes, pero que si habían sido registrados en las primeras fotografías.
En la sección media de la crestería ubicada en la fachada posterior se habían identificado, ya en la década de los ochenta, los restos de una decoración bastante elaborada hecha en estuco. Esta decoración, a pesar de que está bastante bien conservada, fue, probablemente, más extensa de lo que observamos hoy en día. Sin embargo, el único registro con el que contábamos hasta la temporada 2010 era un dibujo previo de Adams y Gatling (1964:108), el cual contiene apenas un croquis del personaje.
El texto epigráfico de la crestería del Edificio A2 de Río Azul es uno de los lugares donde se ha identificado el Glifo Emblema del sitio. Existen dibujos y fotografías de este costado de A2 desde los años sesenta (Adams y Gatling 1964:106) que nos permiten constatar que, después de casi tres décadas, se ha producido la pérdida de material en algunas secciones del texto.
El nuevo registro de los textos y la iconografía de la crestería del Edificio A2 generó una nueva lectura, pero al estar perdido gran parte del texto jeroglífico resulta difícil hacer una traducción. En cuanto al personaje ubicado en la parte posterior del edificio, se trata, probablemente, de un K’ihnich, si tenemos en cuenta la forma del ojo.
Los elementos que se incluyeron en los dibujos del Edificio A2 y que no están actualmente in situ son el murete abovedado que sobresalía enfrente del balcón y algunos glifos del costado derecho de la crestería.
Dentro del mismo complejo monumental A-I, la Subestructura 3, tiene una fachada zoomorfa a la cual sólo se accede por medio de los túneles de saqueo. Es por esto que solo se exploró una pequeña sección aledaña donde se trabajó la Tumba 12, realizándose un registro fotográfico exhaustivo y un levantamiento de la sección.
En el área liberada se pudo identificar una fachada con decoración polícroma montada sobre una banqueta de unos 25 centímetros de altura decorada en color rojo. Tanto la banqueta como la fachada presentan un arreglo ataludado. En el lado destruido por los saqueadores se presentan dos arreglos orgánicos, como si fueran volutas de humo, decorados en color blanco y rojo. Además, entre estos arreglos, se observan dos círculos rojos y un tercero de color rosa apagado con textura. Al costado derecho de estas volutas, y también sobre la banqueta que sostiene la fachada, se identificó un ser fantástico, al parecer un saurio mitológico maya. De este saurio sobresalen su ojo serpentino; una ceja bastante grande; el pómulo que rodea al ojo; el colmillo curvo, que es típico en las representaciones iconográficas mayas de las serpientes y un diente pequeño.
Los volúmenes en que está esculpida esta serpiente en estuco generan profundidad y sombras. Además, se utilizó la policromía entre dos tipos de rojos, generando un juego visual en el ser mitológico; en Río Azul podemos encontrar este tipo de serpientes en los murales laterales de la Tumba 1.
La ilustración fue coloreada con los tonos que se registraron en esa sección de la fachada. El resultado es un registro que nos da una idea de lo impresionante que debió de ser la fachada zoomorfa y polícroma en su totalidad (Fig.5).
El texto de la estela 1 de Río Azul
En su libro de 1999, Richard Adams describió los textos y la iconografía de las estelas de Río Azul. Al hablar de la Estela 1 reconoce la aparición de un posible gobernante cuyo nombre es Sak B’ahlam y la presencia de Siyaj K’ahk’, personaje que había sido previamente identificado por Federico Fahsen. Un año más tarde, en el marco del XXIV Foro de Escritura jeroglífica maya en Texas, Nikolai Grube y Simon Martin discutieron sobre la importancia de Tikal y sus vecinos y sobre la relevancia de la aparición de elementos teotihuacanos en las inscripciones y la iconografía del Clásico temprano en la región de Petén.
En el caso particular de la figura de Siyaj K’ahk’, se habló sobre su glifo nominal, sobre su origen y se mostró el posible recorrido que siguió a partir de su mención en diversos monumentos de Petén.
Es ya bien sabido que muchos autores plantean una ruta oeste-este, misma que se asocia fuertemente con uno de sus títulos, el de Ochk’in Kalo’mte’. Que posiblemente su primera aparición fue en el sitio de El Perú y que de ahí se trasladó a Tikal, lugar donde su presencia pudo ser aún más relevante que en otros sitios. Grube planteó la posibilidad de su aparición en la Estela 1 de Río Azul a partir del dibujo publicado por Richard Adams en 1999, reconoce que el dibujo de Adams y Cathy Dodt Ellis no es de buena calidad y dice: “Sólo hay unos cuantos monumentos en el sitio y no sólo están muy erosionados, sino que los dibujos disponibles no presentan los estándares de la documentación epigráfica. Este es verdaderamente un importante monumento y quisiéramos tener un mejor dibujo de él”. Por tanto, en este trabajo, y a través del registro previamente comentado, mostramos un nuevo dibujo de la Estela 1, con él confirmamos la presencia de Siyaj K’ahk’ en Río Azul y discutimos acerca de la fecha y otros elementos del texto. Cabe mencionar que en el tiempo en que se envió este trabajo para su dictamen y presentación en el Simposio, así como durante su propia elaboración, el equipo dirigido por Dmitri Beliaev, bajo el Proyecto Atlas Epigráfico del Petén, hizo un nuevo registro de los monumentos del sitio, aunque hubo secciones de algunas estelas que no pudieron realizar por estar enterradas y que en este trabajo sí se presentan. La comparación de ambos trabajos nos dará una mejor visión de lo escrito en este y otros monumentos del sitio.
La inscripción de la Estela 1 comienza con una serie inicial de 8.17.15.12.*15 10 Men 3 K’umk’u, 10 de abril de 393 DC, tan sólo 15 años después de la fecha de la supuesta “entrada” teotihuacana al área maya. Es importante mencionar que el numeral correspondiente al periodo de los días está muy erosionado, pero los pocos rasgos visibles del tzolk’in nos lleva a pensar que se trata de un día Men y por tanto el numeral de los días debe ser 15. Esto parece estar acorde con otros elementos que son poco más claros, como el numeral de la posición del tzolk’in que parece ser 10. Tras la fecha, el texto continúa con la expresión ALAY-ya, alay, ’se dice’, una fórmula introductoria muy común en textos del Clásico Temprano, como puede verse en las estelas 114 y 43 de Calakmul (Vázquez et al. 2013). Desafortunadamente, el lado norte de la estela 1 está muy erosionado, sin embargo el nuevo registro nos permitió ver algunos elementos. Quizá esta parte del texto inicie con un agentivo AJ, no obstante, lo que sigue es muy difícil de identificar. Los siguientes grafemas tampoco pudieron ser leídos con seguridad, aunque el que se encuentra en la posición B3 podría tener un numeral. Es hasta el signo en B6 donde ya podemos tener una mejor idea del texto. Aquí se observa la expresión ’u-2/3-TAL-la, ucha’/hux tal, que nos indica que una de las personas mencionadas es la segunda o tercera en un orden determinado. En B7 está la expresión u-MAM, umam, ’su abuelo’ y a continuación el nombre del personaje previamente identificado por Adams y más tarde por Grube y Martin y conocido como “Sak B’ahlam”. Es clara la presencia de logograma SAK, sin embargo, el rostro que continúa, aunque parece tener oreja de felino y quizá un parche de piel en la quijada, tiene rasgos muy antropomorfos, por lo que la lectura de este nombre es tentativa. De B9 a B11 no podemos hacer una lectura concreta, pero en B12 mostramos un mejor dibujo donde aparece Siyaj K’ahk’, desafortunadamente las acciones que realizó no son muy claras.
No cabe duda que la aparición de elementos teotihuacanos y el llamado “Nuevo Orden” fue un suceso histórico que marcó la vida de las capitales mayas durante este periodo y muchos elementos iconográficos se integraron más tarde al corpus de imágenes y símbolos propios de la cultura maya.
Sabemos que fue Tatiana Proskouriakoff (2003) quien por primera vez trató el tema de la famosa “llegada” de grupos teotihuacanos al área maya y a partir de ella, muchos otros autores han hecho estudios acerca de este importante evento (Braswell 2003; Coggins 1975; Fash y Fash 2000; Fash, Tokovinine y Fash 2009; García Capistrán 2007; 2000; Martin y Grube 2008; Stuart 2000). También se han elaborado trabajos específicos sobre Siyaj K’ahk’, uno de los más recientes es la recopilación presentada por Milan Kovác y Ramzy Barrois (2012) para el caso de su presencia en Uaxactun.
Entre los diversos trabajos sobre el tema se han identificado dos claras posturas o modelos, las cuales fueron identificadas por David Stuart (2000) como “internalistas” y “externalistas”. Los defensores de la primera postura consideran que la aparición de los diseños teotihuacanos en el área maya fue producto de una apropiación en búsqueda de prestigio y legitimación por parte de las élites gobernantes; por su parte, los que se adhieren al segundo modelo, consideran que Teotihuacan fue el motor que permitió el desarrollo de estados secundarios en el área maya. En este trabajo, nos adherimos al modelo internalista y aprovechamos la ocasión para proponer una nueva forma de entender este suceso conocido como “Nuevo Orden” a partir de un modelo teórico planteado por Marshall Sahlins (2008) conocido como “El rey extranjero”.
El nuevo orden: Estrategia de legitimación del poder durante el Clásico Temprano
La aparición de elementos teotihuacanos a finales del siglo IV, casi al mismo tiempo en que las capitales mayas comenzaron a utilizar el Glifo Emblema, no es una mera coincidencia, se trató de una serie de estrategias políticas de legitimación del poder. A inicios del periodo Clásico Temprano, las Tierras Bajas Mayas experimentaron un crecimiento sin precedentes en el número de ciudades. Este hecho trajo consigo un ambiente de competencia política y económica que llevó a los gobernantes a buscar nuevas formas de diferenciación entre sus pares. Es probable que a principios del siglo IV DC o quizá antes, algún gobernante decidió innovar y agregó a su título de ajaw el prefijo K’uhul, lo que daría inicio a la tradición del uso de los Glifos Emblema. Hasta ahora, la aparición más temprana de un Glifo Emblema data de la segunda mitad del siglo IV DC y aparece en la Estela 23 de Naachtun (Cases y Lacadena 2015), sin embargo, antes de este hallazgo, Tikal era la ciudad con el empleo más temprano de este título. Aunque ambos ejemplos son los más antiguos registrados, aún no sabemos con exactitud qué gobernante maya fue el que decidió separarse del resto de los ajaw, sin embargo, el hecho de que sea Tikal donde más claro se ve la introducción de la iconografía del “Nuevo Orden”, parece indicar que fueron los señores de Mutu’l quienes comenzaron a utilizar este discurso político.
La Antropología Política reconoce diversas estrategias de legitimación entre las que podemos mencionar: la producción y distribución económica, la consolidación, la socialización, la validación y la distancia social (Kurtz 2001). De esta manera, tanto el uso del Glifo Emblema como la aplicación del “Nuevo Orden” fueron estrategias de legitimación del poder practicada por los señores mayas, especialmente de validación y distancia social. Según Kurtz (2001: 64), la validación consiste en reforzar el status de los dirigentes a través de formas místicas y sobrenaturales. Dicha estrategia está fuertemente basada en las instituciones religiosas de la comunidad y en la cosmovisión. El empleo del título k’uhul dotó de un halo sagrado a los gobernantes que lo emplearon. Su primera utilización, como se mencionó, debió tener el objetivo de apartar a un ajaw en particular del resto de los señores mayas, pero también de alejarlo del resto de su población.
Por su parte, la distancia social consiste en crear una separación real y ficticia entre el señor y sus seguidores. Se puede dar a través de factores cognitivos o materiales, a través de los cuales se hace creer a la comunidad que los dirigentes tienen acceso especial a poderes sobrenaturales que son exclusivos del cargo (Kurtz 2001) o que se trata de personas que tienen vínculos con ciudades lejanas o que provienen de lugares lejanos. Mucho ha avanzado el tema de los Glifos Emblema desde aquel trabajo seminal de Heinrich Berlin (1958), hoy sabemos que el signo principal de los Glifos Emblema remite a un topónimo, muchas veces mitológico, lugar del cual argumentaban provenir las dinastías gobernantes (Helmke 2012; Helmke y Kupprat en prensa; Tokovinine 2013; ver también Lacadena y Ciudad 2009 para la idea de migraciones como parte de la propaganda maya). Pero también aquí puede utilizarse un tipo de indumentaria, el uso de ciertos objetos exógenos, para dar un aire de extranjería al señor. Esta distancia social enriquece la autoridad del gobernante, genera respeto y obediencia y reduce la familiaridad entre la gente de diferente status social. Por supuesto que esta distancia no puede ser muy amplia, pues puede ocasionar que el gobernante sea incapaz de reconocer las necesidades de su gente o que sus seguidores no lo reconozcan como alguien a quien acudir. Pensamos que el uso de indumentaria, iconografía y objetos de tipo u origen teotihuacano, fue una forma de crear distancia social y validación a través del mensaje de que el gobernante era un “Extranjero”, sin que necesariamente fuera teotihuacano.
Según Marshall Sahlins (2008) en diversas sociedades en el mundo, desde la antigüedad hasta nuestros días, existen distintos tipos de narraciones utilizadas para conferir de un carácter extranjero a los gobernantes. Ya sea por medio de narrativas mitológicas que hablan de la llegada de un lugar lejano por medio del mar, de señores con rasgos celestes, salvajes, por los orígenes dinásticos, por su naturaleza heredada o por el contacto con grupos u objetos exógenos durante rituales, los gobernantes son vistos como extraños a su gente, como extranjeros y por ello, concedían ciertos privilegios a la gente “nativa” (Sahlins 2008:178). Como se mencionó, el uso de materiales foráneos, ya sea indumentaria u objetos rituales forma parte de esta estrategia, dichos objetos, al ser obtenidos por medio de viajes o por contacto con otros grupos, permiten incrementar la autoridad del dirigente.
Recordemos que en todas las narrativas indígenas del siglo XVI se mencionan migraciones y la llegada de o viajes a un lugar lejano. La mayoría de las veces, dicho lugar es identificado como “El lugar de los tules o carrizos”. Fuentes como la Historia Tolteca-Chichimeca, el Códice Xólotl, el Popol Wuj o la Relación de Michoacán hablan de una transición desde un pasado “salvaje” y “pobre” a un presente “civilizado”, “toltequizado” y “poderoso”. En el Popol Wuj se dice:
Allí fue donde se alteró el idioma de los pueblos,
Sus idiomas empezaron a diferenciarse.
Ya no se entendían bien entre sí, cuando salieron de Tulán.
Allí fue entonces, donde se apartaron unos de otros:
Algunos siguieron hacia el Oriente,
Pero muchos más se vinieron para acá.
Sólo con pieles se cubrían,
Todavía no vestían muy buenas ropas,
sólo con pieles de animales se adornaban.
Eran pobres,
no tenían nada; pero era prodigiosa su naturaleza cuando salieron de Tulán Suywa (Popol Wuj, 2011 [Traducción y notas de Sam Colop]): 125)
Según este documento, los primeros hombres habían ido a Tulán Suywa por las imágenes de los dioses, por el poder ideológico que les permitiría gobernar sobre el resto de los pueblos asentados en los altos de Guatemala, también se puede observar la mención a otro punto, utilizado constantemente en este y otros documentos indígenas coloniales, “Oriente”. Hay que entender que cuando las fuentes se refieren a Oriente no necesariamente expresan una dirección cardinal, a un punto físico ubicado específicamente al oriente de un centro, sino a un lugar anecuménico, el mismo que estuvo estrechamente ligado con el concepto de Quetzalcóatl.
En diversos textos se hace mención que Quetzalcóatl viajó a Oriente. En otros se habla de la llegada de Quetzalcóatl, pero no necesariamente se tienen que referir a un personaje, sino que a un “nuevo orden” político-religioso, el cual se gestó tras la caída de Teotihuacan, construido por la participación de diversas élites mesoamericanas en búsqueda de mantener su statu quo y su poder, y que se extendió por gran parte de Mesoamérica. El Chilam Balam de Chumayel menciona la llegada de Quetzalcóatl-Kukulkan, referencia que ha llevado a algunos autores a hablar de la existencia de más de un personaje histórico con este nombre (Boot 2005; Tozzer 1957); es más, el mismo Tozzer (1957) llegó a indicar que hubo dos Kukulkán. Lo que sí nos dicen los textos, por ejemplo el Chilam Balam de Chumayel, es que en el k’atun 4 Ajaw llegó Kukulkan tras los Itzas, referencia que también aparece en el Chilam Balam de Tizimin (Boot 2005:198). También se le menciona en el Chilam Balam de Maní y de Tizimin, en ambos con el apelativo Nacxit, uno de los nombres de Quetzalcóatl. En este caso, la mención está asociada con el k’atun 8 Ajaw. Erik Boot (2005:202) considera que la llegada de Kukulkan puede fecharse hacia los años 711-731 DC, por otra parte, las menciones del 8 Ajaw son fechadas entre 1185-1204, por lo que existe una gran diferencia de años entre la llegada y la segunda mención (Boot 2005). Esto lleva a preguntarse al autor qué significa esta diferencia de años. Otra referencia a Kukulkan aparece en la obra de Diego de Landa quien apunta que en Chichén Itza gobernaron tres señores hermanos los cuales llegaron de la parte de poniente y que eran muy religiosos, también que entre los Itzas que poblaron la ciudad, reinó un gran señor llamado Cuculcan [kukulcán], […] y dicen que entró por la parte de poniente y que difieren en si entró antes o después de los yzaes o con ellos… (Landa 2003:93-94). En la misma obra se dice que Kukulkan está asociado tanto con Chichén Itza como con Mayapán, y sabemos que las épocas de esplendor de ambas ciudades están separadas por varios años. La conclusión del autor es que debieron existir distintos personajes que adoptaron el nombre de Kukulkan, que procedían del Centro de México. Por último, que los nombres Nacxit y Kukulkan estaban estrechamente asociados con un tipo de señorío o poder temporal (Boot 2005). Empero, aquí queremos proponer que en realidad, aunque algunas personas pudieron utilizar el nombre-título de Kukulkan-Quetzalcóatl, esté también tuvo la implicación de referir a un concepto de gobierno y poder, utilizado a finales del Clásico y durante parte del Postclásico temprano. Este nuevo concepto de gobierno y poder estuvo relacionado con nuevos cultos y rituales, así como con una estrategia de poder coercitiva a partir de un grupo militar fuerte, encargado de la dispersión de los nuevos cultos y la nueva ideología. Es, en este sentido, un “Nuevo Orden” político-religioso, al igual que el que se presentó durante el Clásico temprano en el área maya. Es más, muchos de los conceptos asociados con este Nuevo orden que aparecen en las distintas fuentes, también aparecen en los textos jeroglíficos. Personas que provienen de “Oriente” o “Poniente”, muy similar al título portado por Siyaj K’ahk’ de Ochk’in Kalo’mte’, ’kalo’mte’ del Oeste’, el cual, posteriormente, se modificó y adoptó otros rumbos como Norte, Sur y Este (Tokovinine 2013). Aunque estos títulos pueden hacer referencia a un punto cardinal, consideramos que en realidad son referencias a lugares mitológicos.
Estas narraciones, tanto las coloniales, como las prehispánicas, no son meros recuentos de hechos históricos, sino una estrategia de legitimación de los nuevos linajes ante su población y, más tarde, ante el régimen colonial. Son narraciones en donde el mito se confunde con la historia, donde el ecúmeno y el anecúmeno se entreveran. Su amplia distribución por el territorio mesoamericano da cuenta de su larga tradición.
Así, consideramos que en el Clásico temprano se gestó la creencia de una ciudad arquetípica y anecuménica, conocida posteriormente como Tollan o “El lugar de los carrizos” y coincidimos con otros autores en que Teotihuacan fue la primera ciudad mesoamericana en ser considerada la expresión mundana de aquella urbe sagrada (Stuart, 2000; Florescano, 2009). La importancia alcanzada por la gran capital del altiplano central mexicano, llevó a que se quisiera emular en otros lugares, ya sea al utilizar su estilo arquitectónico, su iconografía, su indumentaria o ciertos objetos de carácter elitista tanto de barro como de lítica. A pesar de los intentos de varios autores por afirmar una política expansionista imperial por parte de Teotihuacan, consideramos que los datos arqueológicos siguen sin sustentar dicha hipótesis. Hay que intentar buscar otras posibles alternativas al uso de dicha iconografía y una posibilidad es entenderla como una estrategia de legitimación a través de la distancia social por medio de un mensaje del “rey extranjero”. Con base en lo apuntado por Sahlins (2008) se puede ver que los gobernantes mayas utilizaron este discurso. A través del glifo emblema, argumentaban que su dinastía procedía de lugares lejanos, lugares mitológicos como Kanu’l, B’aake’l o Pa’chan (Helmke 2012; Helmke y Kupprat en prensa). Por medio del uso de indumentaria y objetos suntuarios teotihuacanos, enviaban un doble mensaje, no sólo a la población común, sino sobre todo a las élites competitivas, por un lado que tenían contactos estrechos con aquella ciudad lejana del altiplano central mexicano, quizá hasta que procedían, simbólicamente, de ella, por otro, que su poder emanaba de la mismísima Tollan arquetípica y anecuménica. El objetivo principal fue el de separarse simbólicamente del resto de los linajes que participaban de la lucha interdinástica. Ya hace varios años, Juan Pedro Laporte (1989) propuso que en realidad Siyaj K’ahk’ y Yax Nu’n Ahiin serían miembros de un linaje competitivo que llegó al poder rompiendo la línea dinástica imperante de Chak Tok Ihch’aak. Es importante que no hagamos de lado su hipótesis, pues de ser cierta, el uso de parafernalia e iconografía teotihuacana tendría el objetivo de legitimar al nuevo linaje gobernante, según la propuesta presentada aquí, por medio de un discurso de “rey extranjero”.
La importancia que tuvo Siyaj K’ahk’, evidenciada por el gran número de menciones tanto en iconografía como en textos, indica, como otros han dicho, que fue el promotor del Nuevo Orden, pero que no necesariamente fue un teotihuacano encargado de llevar a cabo una serie de conquistas. Es más, al comparar los discursos de los textos tardíos, con los jeroglíficos, podríamos aventurarnos a proponer que Siyaj K’ahk’, al igual que Quetzalcóatl-Kukulkan, pudo ser más un concepto que representaba este “Nuevo Orden” en las tierras bajas mayas y de la cual, Río Azul también pudo haber participado.
A lo largo de esta investigación se han presentado dibujos y estudios que aportan nueva información a la que ya se tenía de los monumentos del sitio. De este, se lograron subsanar algunas lagunas de información, al mismo tiempo que surgían nuevas preguntas e interrogantes. Es por esto que se plantea como necesaria la continuidad de las investigaciones en esta ciudad maya y el seguimiento de nuevas líneas de investigación que podrían enriquecer el conocimiento del sitio, así mismo brindar distintos enfoques interpretativos que generen nuevas interrogantes y así, develar el significado del empleo de los símbolos teotihuacanos en diversas ciudades del Clásico temprano en el área Maya.
Agradecemos afectuosamente el apoyo de la Arqlga. Liwy Grazioso Sierra, al Proyecto Arqueológico del Bajo Azúcar y al PITRA. También queremos agradecer a Norma García Huerta, a Daniel Juárez Cosío, a Margarita Cossich y a Pilar Regueiro Suárez.
Referencias
Adams, Richard E. W.
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Fig. 1: Plano de Río Azul con ubicación de estelas, tomado de Adams 1984.
Fig. 2: Estela 1 de Río Azul. Dibujo H. García Capistrán.
Fig. 3: Evolución del registro de la Estela 2. Fotografías de I. Graham y E. Salvador. Dibujos de H. Robichaux y E. Salvador.
Fig. 4: Estudio arquitectónico del Edificio A2 del Complejo monumental A-I, realizado por E. Salvador.
Fig. 5: Dibujo de una sección de la fachada zoomorfa de la Subestructura 3 del complejo monumental A-I, realizado por E. Salvador.
Fig. 6: Costado Sur, Estela 1. Dibujo y lectura epigráfica: H. García C.
Fig. 7: Costado Norte, Estela 1. Dibujo y lectura epigráfica: H. García C.