17. LA ARQUEOLOGÍA Y SU DIMENSIÓN SOCIAL: PROYECTO LA BLANCA, MÁS DE UNA DÉCADA DE PATRIMONIO PARA EL DESARROLLO

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La arqueología y su dimensión social: Proyecto La Blanca, más de una década de patrimonio para el desarrollo

Abstract

One of the main objectives of La Blanca Project is the enhancement of the cultural and heritage values of this archaeological site. Since 2004, this project combines archaeological research and architectural heritage conservation with actions that pursue to increase local communities awareness about the importance of preserving their cultural and natural heritage and its potential to become a driving force for a sustainable development. This paper analyses the awareness-raising programs and formative actions carried out with different collectives of La Blanca village, located just 2km away from the archaeological site, and its impact on the community. The experience of La Blanca Project shows the viability of these interventions and has allowed for defining a model of action translatable to other archaeological sites linked to local communities.

El Proyecto La Blanca

Desde sus inicios en el año 2004, el Proyecto La Blanca se planteó como un proyecto piloto en el que se combina la arqueología con la cooperación al desarrollo (Muñoz y Vidal 2004). Por ello, de forma paralela a los trabajos de excavación del antiguo asentamiento urbano Maya de La Blanca, se vienen realizando diferentes actividades en la comunidad aledaña y en el mismo sitio arqueológico, con el fin último de salvaguardar este valioso patrimonio cultural e impulsar a través del mismo el desarrollo socioeconómico de la región. Dichas actividades se han ido diseñando y ejecutando según las necesidades identificadas en las diferentes temporadas de campo y giran en torno a estos tres ejes: educación y concienciación de la población en patrimonio cultural, puesta en valor del sitio arqueológico y capacitación técnica.

Los talleres de educación y concienciación en la conservación del patrimonio cultural

Las primeras acciones que se llevaron a cabo en la comunidad de La Blanca tenían un doble objetivo, por un lado se pretendía concienciar a sus habitantes sobre la importancia de respetar y conservar el patrimonio cultural, y por otro, reforzar su identidad histórica y cultural.

Se consideró que en primer lugar era fundamental que la comunidad fuese conocedora del tipo de actividades que se estaban desarrollando en el sitio arqueológico, que entendiesen la dinámica de una excavación y comprendiesen con qué objetivos se realizaban los trabajos, así como la necesidad de respetar y no alterar cualquier hallazgo o vestigio para el correcto avance de la investigación.

También era muy importante transmitir a sus habitantes que el Proyecto no se lucra económicamente con la realización de estos trabajos y que todos los materiales y objetos arqueológicos encontrados durante las excavaciones, una vez documentados e investigados, son entregados a las instituciones gubernamentales nacionales encargadas de la salvaguarda y custodia del patrimonio. Al respecto de esto último, se hacía hincapié en que la conservación de estos materiales en dichas instituciones permitiría su futuro disfrute y se fomentaba también que se sintiesen orgullosos por ver expuestos en los museos piezas recuperadas de su entorno y haber participado en su descubrimiento y exhumación. Asimismo, era necesario hacerlos partícipes de las investigaciones que estaban desarrollando los integrantes del Proyecto.

Para alcanzar estos objetivos se han realizado diferentes talleres y charlas dirigidas tanto a la comunidad adulta como a la infantil, si bien las actividades dirigidas a esta última han sido más frecuentes debido a que se han realizado en las dos escuelas de educación básica que dispone la aldea de La Blanca.

Como se comentó anteriormente, las actividades se fueron planificando y adaptando según las necesidades detectadas cada año, tratando temáticas diversas relacionadas con las investigaciones llevadas a cabo por el Proyecto y los hallazgos producidos, repitiendo algunas de ellas debido al éxito obtenido.

Así, en las primeras ediciones de los talleres de educación y concienciación en la conservación del patrimonio se realizó un monográfico dedicado a la pintura mural Maya, dado que una de las líneas prioritarias era el análisis de los vestigios pictóricos en el sitio de La Blanca. En dichos talleres se abordaron distintas cuestiones sobre las propiedades de las materias primas para la elaboración de los pigmentos, su procesamiento y aplicación, todo ello desde la doble vertiente teórica y práctica (Vázquez de Ágredos et al. 2008; Vidal et al. 2009).

Asimismo, conforme se iba avanzando en los trabajos de excavación de los edificios ubicados en el corazón del antiguo asentamiento urbano de La Blanca, la Acrópolis, se fueron descubriendo numerosos grafitos en sus muros interiores, hecho que demostraba que este tipo de manifestación artística fue muy frecuente en este lugar. Al mismo tiempo, se constató que en los paramentos expuestos era habitual la presencia de grafitos realizados por visitantes modernos al sitio. Por ello, con el fin de transmitirles la importancia que tenían esos dibujos realizados en las superficies de los estucos por los antiguos habitantes de La Blanca y la necesidad de preservarlos, se planificó un taller dedicado a los grafitos en el que se explicaron las características de sus representaciones y las técnicas utilizadas por el Proyecto para su documentación. Este taller se completó con una visita al sitio arqueológico en la que los asistentes pudieron ver in situ los grafitos, guiados por el equipo técnico del Proyecto. La actividad concluyó con una sesión de dibujo en la que cada participante trazó sobre un papel el grafito que más le había gustado o llamado la atención. Posteriormente estos dibujos fueron expuestos en el patio de la Escuela Oficial Rural Mixta de La Blanca que fue visitada por los familiares de los niños del taller y otros habitantes de la aldea. Esto último fue muy gratificante, pues en las explicaciones que los niños ofrecían a los visitantes se pudo constatar que habían asimilado los contenidos impartidos en el taller y cómo éstos además eran transmitidos a otros habitantes de la comunidad (Vázquez de Ágredos et al. 2008; Vidal et al. 2009).

Por alguna razón, quizás por su abundancia en el sitio, por las características de su trazado y los temas representados, los grafitos siempre despiertan la curiosidad de los visitantes del sitio arqueológico de La Blanca, tanto al público infantil como al adulto. Por ello, y también por el éxito logrado en la edición de 2007, en la recién concluida temporada de campo de 2016, los grafitos fueron nuevamente los protagonistas de los talleres de concienciación y educación en patrimonio cultural impartidos este año. En esta ocasión, como novedad respecto a la edición anterior, los participantes aprendieron a estucar y pintar un muro utilizando las técnicas que empleaban los antiguos mayas, en el que posteriormente plasmaron dibujos incisos empleando lascas de pedernal, comprendiendo así la complejidad que envuelve a estas singulares manifestaciones artísticas (Vidal y Feliu 2016) (Figs.1 y 2).

La realización de los talleres en los sucesivos años de campo del Proyecto La Blanca permitió también una mayor interacción entre el personal técnico del mismo y los habitantes de la comunidad, a la vez que se incrementaron las visitas al sitio para ver de primera mano los trabajos que se estaban realizando allí y ser testigos de cómo se iban descubriendo, bajo las capas de vegetación y tierra, los monumentales edificios. En dichas visitas les llamaba mucho la atención los materiales que se iban hallando en las excavaciones y constantemente preguntaban a los arqueólogos para qué servirían. Además, en las primeras temporadas, algunos de estos visitantes relataban, a modo de anécdota, que en cierta ocasión, paseando por las ruinas o realizando trabajos agrícolas en el terreno que abarca el sitio, habían encontrado algunos materiales o fragmentos de éstos en la superficie, e incluso algunas veces, con buena intención, entregaban a los arqueólogos fragmentos de materiales que habían encontrado en cualquier área dentro del sitio. Ambas circunstancias, la curiosidad mostrada y la recolección casual, condujo a planificar una serie de talleres con el fin de concienciar sobre la importancia de conservar todos los materiales in situ para el correcto avance de la investigación científica. En ellos se explicaron los diferentes materiales que son habitualmente encontrados en los trabajos arqueológicos, cerámicos y líticos principalmente, se les mostró las tipologías y los distintos usos de los mismos, así como el modo en que se procede a su estudio y cómo estos objetos o restos de cultura material permiten acercarse al conocimiento del modo de vida de los antiguos mayas. Cabe señalar que en algunos de estos talleres, se intercambiaban los papeles de docentes y alumnos, pues muchas veces los niños realizaban comentarios sobre usos de materiales similares en época actual e incluso algunos comentarios o interpretaciones que aportaban pistas interesantes a los especialistas de cada materia.

Una vez lograda esa familiaridad con el Proyecto, con su personal y con los trabajos que se estaban desarrollando en el sitio arqueológico, resultaba necesario abordar una de las problemáticas que se había detectado desde la primera temporada de campo: la escasa o total ausencia de la identificación de los habitantes de La Blanca con su legado patrimonial. Es más, los vestigios arqueológicos eran considerados como un obstáculo, pues el área en la que éstos se localizan no podía ser empleada como terreno agropecuario.

Con la finalidad de afianzar su identidad con su pasado cultural, se realizaron diversas actividades con la comunidad entre las que cabe destacar la que fue denominada “La Blanca a escena”. Ésta consistió en la preparación de una obra de teatro protagonizada por varios niños de la aldea y que fue estrenada en el propio sitio arqueológico, concretamente en el Patio de la Acrópolis. La obra estaba ambientada en la época prehispánica, y a través del juego y su representación, los participantes asimilaban importantes nociones sobre la antigua civilización Maya, es decir, sobre su pasado histórico. Del mismo modo que la realización de exposiciones sobre los trabajos resultantes de los talleres en los años anteriores había servido para implicar a familiares y otros habitantes de la aldea, también en esta ocasión la repercusión social de esta actividad fue muy positiva. El día del estreno, el Patio de la Acrópolis se llenó de público que escuchaba atentamente la historia interpretada por los jóvenes actores. Una vez más, si bien los destinatarios del taller eran los niños, a través de los ensayos y el estreno de la obra, el discurso alcanzó a una parte importante de la comunidad adulta de la aldea (Vidal et al. 2014:799; Vidal y Muñoz 2015:217).

Otra actividad que llenó el sitio arqueológico de visitantes e hizo que la antigua ciudad pareciera recuperar la vida a través del trajín de personas por sus espacios públicos y edificios, fue la del taller “Construyendo una maqueta urbana”. Los avances en la excavación del sitio habían sacado ya a la luz sus principales estructuras arquitectónicas y era importante que la comunidad conociese el sitio en todo su conjunto. Para ello se planificó un ejercicio de construcción a pequeña escala del sitio arqueológico de La Blanca, para que a través de su elaboración los niños conocieran cómo es el sitio, qué dimensiones tuvo, cómo estaba configurado, qué forma tenían las construcciones mayas e incluso aprender a hacer maquetas, saber para qué se utilizan y, finalmente, acercar a los participantes a la profesión de arquitecto, enseñándoles cómo este profesional puede intervenir en un sitio arqueológico y trabajar conjuntamente con los arqueólogos, restauradores y otros especialistas, creando un equipo interdisciplinar. Este taller se impartió en las dos escuelas de La Blanca y también en el mismo sitio arqueológico, con el fin de que los participantes observaran directamente sus edificios y espacios urbanos y que pudieran, de este modo, asimilar la estructura general del antiguo asentamiento urbano y la monumentalidad de sus edificios (Vidal y Martínez 2015)(Fig.3).

Puesta en valor del sitio arqueológico

Desde los inicios del Proyecto, la puesta en valor del sitio arqueológico ha sido uno de los objetivos prioritarios, abogando siempre por una conservación sostenible que pueda aportar unos beneficios económicos, sociales y culturales a la región.

A lo largo de estos años, se han llevado a cabo las acciones necesarias para alcanzar los siguientes objetivos específicos (Vidal et al. 2015):

–    Recuperar, mantener y difundir el patrimonio cultural de La Blanca y convertir el sitio arqueológico en un punto turístico y cultural de referencia para la región.

–    Conservar y poner en valor sus estructuras arquitectónicas.

–    Realizar una labor de interpretación y comunicación, mediante actuaciones de calidad, siguiendo unos criterios de integración y reversibilidad, orientando el discurso museológico con rigurosidad científica, haciéndolo atractivo a todo tipo de público y garantizando la accesibilidad y comunicación para todos los visitantes, con el fin de fomentar así una actitud de respeto al patrimonio cultural a través de su conocimiento.

Es importante señalar que en el sitio arqueológico La Blanca la mayoría de las estructuras intervenidas, han sido excavadas de forma extensiva y se han realizado las operaciones necesarias con el fin de dejarlas expuestas para que el visitante pueda conocer y admirar sus edificios. Esto ha supuesto uno de los mayores esfuerzos del Proyecto.

Dejar en exposición un edificio tras su excavación, implica haber realizado previamente: los trabajos necesarios de consolidación y restauración arquitectónica, incluyendo la estabilización de muros colapsados, la limpieza y consolidación de estucos y sus vestigios artísticos (grafitos y pinturas), la construcción de sistemas de cubrición que garanticen su conservación a largo plazo y que a la vez, permitan su total contemplación, así como la creación de puntos o áreas de acceso a los edificios que salven los distintos desniveles (Figs.4 y 5).

Además, cabe destacar, que de forma paralela a la conservación y adaptación de los edificios, se han llevado a cabo otras acciones con el fin de acondicionar el sitio arqueológico para su visita.

En primer lugar, se construyó un Centro de Interpretación a la entrada del sitio como un espacio de acogida, recepción, información y apoyo a los visitantes, que a su vez, sirviera para el desarrollo de programas formativos, cursos y talleres para la población local (Muñoz et al. 2010)(Fig.6).

En su interior se exhibe un conjunto de paneles explicativos que narran los trabajos del Proyecto La Blanca, cómo se ha ido descubriendo el sitio y sus principales hallazgos. Se recreó un muro estucado y pintado empleando los mismos materiales y técnicas constructivas que los antiguos mayas, en cuya superficie se reprodujeron a escala real los grafitos más emblemáticos hallados en los palacios de la Acrópolis, y se construyó, siguiendo los mismos criterios, una maqueta arquitectónica de una bóveda a escala 1:5 (Muñoz et al. 2010).

Este conjunto constituye un perfecto punto de partida para el visitante, ya que le ofrece una información inicial sobre La Blanca, previa al comienzo del recorrido, que puede ayudar a una mejor comprensión del sitio y garantizar que su experiencia sea lo más satisfactoria y completa posible.

Para facilitar el recorrido y potenciar el disfrute de la visita, se trazaron varios senderos que configuran un itinerario para cuya planificación se tomaron en cuenta las siguientes recomendaciones formuladas por la especialista en patrimonio y turismo de la Universidad Politécnica de Valencia, la Dra. Mª José Viñals Blasco: itinerario circular, acceso y visibilidad clara de los monumentos, secuencia interpretativa coherente, accesibilidad física viable y mantenimiento del sendero de forma fácil y poco costosa, así como que éste supusiese el menor riesgo posible para los visitantes (Vidal et al. 2015).

Una vez trazado el itinerario, se procedió a definir los temas sobre los que se basaría el discurso interpretativo a lo largo del recorrido, es decir, las ideas principales que querían transmitirse a los visitantes acerca del sitio de La Blanca.

El resultado fue un total de seis paneles explicativos (Fig.7), escritos en español e inglés, ubicados en enclaves estratégicos a lo largo del sendero que recorre el sitio en los que se tratan los siguientes aspectos: 1) La importancia de la situación geopolítica de La Blanca en el contexto territorial, 2) El bosque como proveedor de elementos para la vida de los antiguos mayas, 3) La religión, 4) El urbanismo de La Blanca, 5) La Plaza Norte y el uso de los grandes espacios públicos y 6) El valor artístico-monumental de la Acrópolis (Vidal et al. 2015).

Talleres de formación técnica y capacitación

Otra de las acciones emprendidas por el Proyecto ha sido el desarrollo de actividades de formación y capacitación de hombres y mujeres de la aldea de La Blanca en determinadas tareas técnicas relacionadas con la conservación y la difusión del patrimonio cultural y natural, con el objetivo de contribuir a promover oportunidades económicas para la población del entorno del sitio arqueológico.

La construcción del Centro de Interpretación del sitio ha sido clave en este sentido, pues ha servido como infraestructura y centro neurálgico de las diferentes actividades de formación llevadas a cabo hasta el momento.

Por un lado, se han realizado talleres de formación técnica en materia de excavación arqueológica, lavado y siglado de los materiales cerámicos, líticos, malacológicos y óseos, limpieza y conservación de estucos y restauración arquitectónica (Fig.8). De todos estos talleres se han obtenido resultados muy satisfactorios, pues además de contribuir favorablemente al avance de los trabajos e investigaciones del propio Proyecto, un alto porcentaje de las personas que han recibido estas capacitaciones han sido contratadas por otros proyectos arqueológicos de la región. Esto supone una alternativa a las principales actividades económicas que se desarrollan en la aldea, la agricultura y la ganadería, las cuales, debido a su vulnerabilidad e inestabilidad, no son suficientes para impulsar el desarrollo socioeconómico de la comunidad.

Por otro lado, el Proyecto gestiona la impartición de cursos de capacitación de guías culturales (Fig.9), a través de un programa de formación especializado y auspiciado por el Instituto Técnico de Capacitación y Productividad (INTECAP) y el Instituto Guatemalteco de Turismo (INGUAT). Los cursos de capacitación son programas de formación de 160 horas, distribuidas en siete sesiones teóricas y prácticas, en las que se tratan diversos contenidos sobre la historia, la cultura y el arte Maya en general y del sitio de La Blanca en particular, así como conceptos en torno a la gestión y los protocolos de turismo (Vidal, Vázquez de Ágredos y Horcajada 2010).

Desde 2011 y hasta el momento un total de 17 habitantes de La Blanca han optado al título oficial de guía turístico, o bien de anfitrión comunitario para el caso de aquellas personas que no tienen los estudios mínimos exigidos por el INTECAP (grado de 6º de primaria). Este programa permite que la población local reciba la capacitación adecuada para participar de las nuevas actividades generadoras de ingresos que impulsa la incorporación del sitio arqueológico de La Blanca al circuito de turismo cultural de la región. Además, podría propiciar la constitución de una cooperativa de guías desde la cual administrar, gestionar y promover las actividades turísticas en el entorno, lo que generaría oportunidades laborales vinculadas con su patrimonio cultural cercano, convirtiéndose éste en un motor de desarrollo local sostenible.

Conclusiones

Tras 13 años de trabajo en el sitio arqueológico de La Blanca se puede considerar que la idea inicial de realizar un proyecto que conjugara el patrimonio cultural y la cooperación al desarrollo se ha hecho realidad. En estos momentos se ha conseguido una actuación modélica de intervención sobre el patrimonio en un sitio arqueológico vinculado a una pequeña población, realizada con pocos recursos y de forma sostenible, que permite su réplica en otros muchos lugares de similares características existentes en Petén guatemalteco. Constituye, por tanto, una propuesta innovadora para poder poner en valor el patrimonio cultural heredado del pasado como una ventana al desarrollo social, económico y cultural para un futuro mejor de las poblaciones que lo detentan.

Dichos resultados permiten afrontar con garantías la fase final de este Proyecto: la conversión del sitio arqueológico La Blanca en Parque Arqueológico, fase en la que se está trabajando actualmente. Esto permitiría una mayor proyección de La Blanca, tanto a nivel nacional como internacional, y por lo tanto un mayor incremento de los visitantes.

Agradecimientos

Los autores agradecen expresamente el patrocinio del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España a través de la financiación obtenida por el Proyecto arqueológico La Blanca y su entorno, dentro del programa de ayudas para Proyectos Arqueológicos en el Exterior, así como el apoyo del Ministerio de Economía y Competitividad, a través de la financiación de los proyectos de investigación coordinados sobre Arquitectura maya, sistemas constructivos, estética formal y nuevas tecnologías (BIA2014-53887-C2). También se agradece el apoyo de la Universidad de Valencia por la ayuda concedida en las Convocatorias de Proyectos de Cooperación al Desarrollo y de la Universidad Politécnica de Valencia por la financiación del proyecto Fortalecimiento comunitario para el desarrollo sostenible de La Blanca (Guatemala) de la convocatoria ADSIDEO 2015, así como al Ministerio de Cultura y Deportes de Guatemala, que ha contribuido de forma determinante a hacer posible los presentes trabajos.

Referencias

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2014   Resultados de las recientes investigaciones realizadas en La Blanca (Petén). En XXVII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2013 (editado por B. Arroyo, L. Méndez y A. Rojas), pp.795-804. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.

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Fig. 1: Participantes del taller de grafitos realizado en la temporada de campo  2016 (G. Muñoz, 2016).

Fig. 2: Detalle de la realización de un gafito mediante una lasca de pedernal (G. Muñoz, 2016).

Fig. 3: Participantes del taller “Construyendo una maqueta urbana” en el patio de la Acrópolis de La Blanca (A. Peiró, 2015).

Fig. 4: Construcción de la cubierta del edificio 6J1 de la Acrópolis de La Blanca (G. Muñoz, 2010).

Fig. 5: Vista desde la calzada del ala oeste de la Acrópolis (L. Gilabert, 2016).

Fig. 6: Centro de Interpretación de La Blanca (G. Muñoz, 2011).

Fig. 7: Panel explicativo situado en el interior del Patio de la Acrópolis (A. Peiró, 2015).

Fig. 8: Taller de formación técnica en lavado y siglado de materiales cerámicos (A. Toepke, 2007).

Fig. 9: Curso de capacitación de guías culturales en el Centro de Interpretación de La Blanca (P. Horcajada, 2010).