10. El estudio epigráfico e iconográfico de las placas de jade y discos de pizarra mayas encontrados en Costa Rica

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El estudio epigráfico e iconográfico de las placas de jade y discos de pizarra mayas encontrados en Costa Rica
Introducción

El hallazgo de artefactos mesoamericanos ha sido un tema de gran interés para los especialistas en la arqueología de Costa Rica desde los años sesenta (Easby 1963; Stone 1964; Stone y Balser 1965; Balser 1974; Stone 1977; Snarskis 1979; Lange 1986). En la presente ponencia tenemos como objetivo principal resumir el trabajo de documentación y análisis epigráfico e iconográfico de las placas de jade y discos de pizarra provenientes de Costa Rica que los autores han venido realizando desde 1987 (Reents-Budet y Fields 1987; Fields 1989; Reents-Budet y Fields 1990; Fields y Reents-Budet 1992; Mora-Marín 2001, 2002; Mora-Marín, Reents-Budet y Fields 2013; Mora-Marín 2017). Nuestro estudio se enfoca principalmente en los artefactos mayas provenientes de Costa Rica caracterizados por contenido iconográfico y epigráfico.

Comenzaremos con un repaso del marco cultural-histórico de las placas de jade según la evidencia arqueológica e iconográfica. Seguidamente ofreceremos una clasificación formal del corpus de placas de jade mayas. Después proveeremos una sinopsis de los métodos de análisis y extraeremos los patrones más importantes del contenido epigráfico, destacando la clasificación émica de los artefactos mismos, por un lado, y las pistas para la identificación de personajes y sitios históricos específicos, por el otro. Finalmente ofreceremos una serie de conclusiones y sugerencias para investigaciones futuras.

Contexto cultural-histórico y artístico

La tradición de placas de jade en la región Maya se remonta al Preclásico Tardío, según ejemplos de representaciones de las mismas empleadas como colgantes en la escultura de Kaminaljuyu y Nakbe, entre otros ejemplos (Tak’alik Ab’aj, San Bartolo, El Mirador). El ejemplo más temprano de una placa de jade incisa con la figura de un personaje y un texto jeroglífico es la placa de la Colección de Dumbarton Oaks, que data del 120 DC o antes (Schele y Miller 1986; Mora-Marín 1997, 2001, 2008, 2010) y cuya iconografía concuerda con la iconografía contemporánea de la Estela 5 de Tak’alik Ab’aj (Mora-Marín 1996, 1997, 2001), que data del 125 DC, aunque más recientemente Fields y Tokovinine (2012:189) observaron una correspondencia con el Mural del Muro Occidental de la estructura Pinturas Sub-1A de San Bartolo, que se remonta posiblemente al 100 AC (Taube et al. 2010:3). Las más tardías hasta el momento son la placa fragmentada posiblemente de El Perú/Waka’ en la colección del Princeton University Art Museum (#1999-208), la cual data del 675-725 DC (Just 2007), y la placa de Michol, fechada para el 687 DC por Stuart (2007). El 92.7% de los ejemplos conocidos con contenido iconográfico y epigráfico datan del periodo Clásico Temprano (200-600 DC). En general, el conjunto de placas de jade parece provenir de las Tierras Bajas Mayas. Previo al ejemplo de la placa de Dumbarton Oaks, los artefactos mayas más tempranos con temáticas artísticas y textuales equivalentes son tres pectorales del periodo Preclásico Tardío: el pectoral alado de cuarcita de Dumbarton Oaks (Coe 1966, 1976; Mora-Marín 2001, 2016); el pectoral efigie de concha bivalva sin proveniencia (Mora-Marín 2001), para los cuales se propone un fechamiento para el 300-100 AC; y el pectoral efigie de concha bivalva de Nakum, probablemente manufacturado a finales del Preclásico Tardío, pero descubierto como herencia en un contexto del Clásico Tardío (Źralka et al. 2011). Dos artefactos tempranos podrían constituir antecesores a la tradición de placas con textos jeroglíficos mayas: la placa de jade olmeca del sitio de San Andrés, que data del 650 AC y contiene dos glifos (Pohl et al. 2002), y el hacha de El Sitio (Navarrete 1972).

Las placas de jade de cinturón mesoamericanas se remontan el periodo Preclásico Medio (1000-400 AC). Éstas parecen ser simplificaciones de las hachas celtiformes que facilitaron la difusión del complejo ceremonial Olmeca (Justeson 1986; Reilly 1990). Las hachas celtiformes olmecas innovaron las representaciones figurales en las cuales el personaje principal voltea hacia la izquierda, justo como en la tradición maya. También exhiben una relación formal con las estelas celtiformes contemporáneas (Porter 1992, 1996). De hecho, Clark (2016) arguye que el conjunto de seis placas de jade de la Ofrenda 4 de La Venta, datadas para el 650 AC, correspondían al conjunto de seis estelas celtiformes alineadas a lo largo de la base sur de la pirámide principal en ese sitio. Los olmecas del Preclásico Medio utilizaban las hachas celtiformes o placas de jade como colgantes en su atuendo, o bien, las amarraban a sus extremidades (Taube 1995). Taube (1995) ha sugerido que las placas amarradas a las extremidades evolucionaron hasta convertirse en las “marcas de deidades” tan comunes en el arte maya. Y más recientemente, Mora-Marín (2012) observa que estas placas, como marcas de deidad, se extienden no sólo a las extremidades, sino que también a los ojos de deidades.

El jade mesoamericano muestra asociaciones directas e indirectas con varios conceptos de importancia, como el complejo de agua/lluvia/fertilidad, la agricultura y el maíz en particular, la autoridad de los gobernantes, la riqueza y la salud, y el aliento sagrado (p.ej. Fields 1989, 1991; Freidel 1993; Taube 2005). Las placas de jade, como colgantes generalmente articulados en tríos, seguramente funcionaban como sonajas de viento activadas con el movimiento del gobernante; de hecho, en muchas ocasiones las placas de jade eran marcadas con el signo T503 (Fields 1989; Reents-Budet y Fields 1990; Mora-Marín 2001; Taube 2005), el logograma ?IK’ para ?iik’ ‘aire, viento’. Las hachas celtiformes muestran una asociación con el concepto de los puntos cardinales y el axis mundi, según lo sugieren los depósitos cruciformes como el de Cival (Estrada-Belli 2008:12, Figure 6). Las placas de jade, formas simplificadas de las hachas celtiformes, también demuestran esta asociación: los gobernantes mayas en ciertas ceremonias vestían cuatro tríos de placas colgantes alrededor de su cinturón, cada uno estableciendo un punto cardinal, mientras que el gobernante mismo se transformaba en el eje del mundo (Fields 1989, 1991; Reents-Budet y Fields 1990; Mora-Marín 2016).

Clasificación y documentación del corpus

Reents-Budet y Fields (1990:4-5) clasifican las placas de jade mayas en seis grupos formales (Figura 1, y 7). Como se puede apreciar, los grupos 1 y 3 incluyen el 62% de los ejemplares con contenido iconográfico o epigráfico estudiados. No contamos con una cantidad aproximada de los ejemplos del grupo 6, pero no creemos que igualen o rebasen a los miembros de los grupos 1-5. Los tres hemos participado en la documentación del corpus tanto en museos como colecciones privadas.

Placas vs. Hachas vs. Pectorales

Es posible diferenciar, en términos formales, entre las placas, hachas celtiformes y hachas no-celtiformes incisas (Figura 8). Solo las placas parecen permitir contenido tanto iconográfico como epigráfico; las hachas celtiformes y no-celtiformes incisas sólo incluyen textos jeroglíficos, generalización que debe considerarse como provisoria, dado que hasta el momento sólo se han documentado tres hachas incisas.

Además de las hachas celtiformes y no-celtiformes (p.ej. Gann 1918:Lámina 12; Thompson 1931:Lámina XXXIII), hemos incluido varios ejemplos de pectorales de jade con un propósito comparativo. Aunque no es una placa de jade, el pectoral efigie de concha de Nakum exhibe una representación muy comparable a la de la placa A/22 de Costa Rica y por lo tanto correspondería al grupo formal 5, mientras que el pectoral efigie de concha sin proveniencia (K763) correspondería al grupo formal 1.

Factores para el análisis epigráfico

El análisis epigráfico del corpus de placas de jade se dificulta por varios factores, entre ellos: 1) la diversidad de la composición iconográfica y epigráfica de los miembros del corpus; 2) el estado fragmentario de la mayoría de los miembros; 3) las prácticas de abreviación típicas de colocaciones frecuentes; 4) la excentricidad e unicidad de muchos de los glifos presentes en el corpus; y 5) el hecho de que algunas placas parecen ser partes de un conjunto de placas cuyos miembros no se conocen en su totalidad. Hasta el momento existe solamente un ejemplo de fragmentos de placas de jade localizados en diferentes colecciones, el Museo del Jade y el Denver Art Museum, que concuerdan: es probable que ambos hayan sido saqueados del mismo sitio en Costa Rica, pero vendidos a diferentes coleccionistas. En algunos casos, la dificultad de identificación de glifos específicos seguramente se debe a las prácticas de combinación de dos o más signos, incluyendo infijación y mezcla (conflation), además de la práctica de superimposición de dos palabras resultando en orden de lectura no lingüístico (p.ej. ?u-ya-CH’AB’[?AK’AB’]-li para u ch’ahb’(-il) y-ahk’ab’(-il) ‘es su ayuno, es su oscuridad’, referencia metonímica a las sangrías rituales). En general, es necesario aplicar un análisis estructural comparativo para poder rellenar los vacíos causados por el estado fragmentario de las placas. Más recientemente hemos contado con el Maya Hieroglyphic Database, una base de datos preparada por Looper y Macri (2015), la cual ha sido de gran utilidad para la tarea comparativa y también para el análisis paleográfico.

Los primeros pasos para el estudio del corpus se deben a Eric Thompson y Tatiana Proskouriakoff, cuyas opiniones, en particular sobre el fechamiento absoluto de una de las placas de jade y el fechamiento relativo y proveniencia original de los discos de pizarra de Bagaces y El Tres, fueron citadas en Stone (1964, 1977), Stone y Balser (1965) y Balser (1974). Por su parte, Thompson reconoció que uno de estos materiales, el disco de pizarra de La Fortuna/El Tres, data del Clásico Temprano y propuso fechamientos relativo del siglo 4º al siglo 5º (Stone 1964:56; Stone y Balser 1965:316). Proskouriakoff se refirió específicamente al disco de Bagaces, identificando el glifo de nacimiento y un posible glifo emblema (Stone 1977:64). Varios años más tarde, Moisés León (1982) realizó el primer estudio epigráfico detallado de dos de las placas de jade mayas de Costa Rica, A/1 y A/8, ambos supuestamente provenientes de la zona de Bagaces (Pacífico Norte). León identificó la presencia, en A/1, de una colocación referentes al acceso al poder basada en el glifo T684, hoy en día leído como JOY para joy ‘circunvalar’. También explicó que ambos A/1 y A/8 contienen la colocación T51.168:518, que fue identificado como la frase preposicional ta ?aajaaw(-iil/-iil-eel ‘en el señorío’ poco tiempo después (Mathews y Justeson 1984). Más o menos al mismo tiempo, pero independientemente, Schele (1982) también describió varias de las expresiones glíficas de algunos de los textos de las placas de jade de Costa Rica; ambos León y Schele concordaron en sus identificaciones. Por su parte, Peter Mathews (1985) documentó la mayoría de textos del Clásico Temprano conocidos hasta entonces, y en el proceso recalcó la similitud ya observada por Morley y Morley (1939), Thompson (1950) y Proskouriakoff (1950) entre las placas de jade como la de Leiden y las estelas de piedra. Mathews también destacó la recurrencia de la colocación que incluye los glifos T712 y T504/848, la cual consideró como consistente con la frecuencia de su recurrencia en las estelas con temas similares.

Evidencia calendárica

La placa de Leiden (8.14.3.1.12, 320 DC) continúa siendo la única placa de jade con una notación de Cuenta Larga completa. Las dos placas provenientes de Río Azul (9.0.0.0.0, 435 DC; 9.1.0.0.0, 455 DC) también están completas y proveen suficiente información calendárica para fijar sus fechas. Es muy probable que la placa A/16 de Costa Rica haya incluido una Cuenta Larga y Serie Suplemental, pero por su estado fragmentario éstas no han sobrevivido (Figura 2). Otra de las placas de Costa Rica, B/1, podría ser una falsificación. Si no lo es, sería otro ejemplo con Cuenta Larga. La mayoría de las placas restantes carecen de información calendárica suficiente para proponer fechas absolutas, con la posible excepción de la placa A/1 (Figura 3). Ésta contiene suficiente información calendárica (3 Ajaw 17 [18] Yax), astronómica (3 lunaciones completas) para proponer una fecha específica consistente con su estilo iconográfico y los rasgos paleográficos: 8.19.10.14.0, viernes 5 de noviembre, 426 DC (GMT). Vale la pena mencionar la presencia del topónimo CHAN-NAL-la-CHAK-wa (Figura 4a) también en la misma placa: éste aparece en la placa de Leiden:A11-B11 (320 DC) (Figura 4b). Consideramos que la evidencia onomástica y toponímica, aunque circunstancial, podría relacionar a la placa A/1 con un sitio aledaño a Tikal, probablemente el mismo sitio de donde proviene la placa de Leiden, pero no Tikal en sí: la fecha mencionada en el texto para el acceso al trono del rey no concuerda con ningún paso de poder en Tikal, dado que Sihjyaj Chaan K’awil accedió al poder en el 411 DC y falleció en el 456 DC. Como ya se ha documentado antes, uno de los nombres mencionados en la placa de Leiden:A10, mi-?-NAL/nal, también aparece en la Estela 31 de Tikal:D6. A este nombre se le ha apodado “Cero Luna Pájaro”. En el contexto de la placa de Leiden parece funcionar como parte de una frase nominal refiriéndose a una persona. Pero en el contexto de la Estela 31 de Tikal parece funcionar como un topónimo. Por ahora lo importante es que tal concordancia suministra apoyo adicional a una proximidad geográfica y política entre el sitio de proveniencia de la placas de Leiden y A/1, por un lado, y el sitio de Tikal, por otro.

Evidencia estilística iconográfica y paleográfica

La evidencia estilística se puede utilizar para proponer fechas relativas para artefactos que carecen de evidencia calendárica. El estilo artístico de la representación incisa de la placa del escondite de jades de Cerro de las Mesas (Figura 5a) concuerda con el de las placas de Río Azul (Figura 5b), fechadas para el 9.0.0.0.0 (435 DC) y 9.1.0.0.0 (455 DC), respectivamente, por lo que se le puede asignar una fecha relativa de mediados del siglo 5º (Mora-Marín 2008).

El uso de la paleografía también nos permite asignar fechas relativas a textos sin información calendárica. Dos ejemplos que hemos estudiado con este fin son el disco de pizarra de Bagaces, y el disco de pizarra de El Tres. El primero contiene diseños gráficos (p.ej. de los glifos T168 y T757, entre otros) consistentes con una fecha del 200-437 DC, según el estudio seminal de Lacadena (1995). Su texto hace referencia a un personaje de Uaxactún (Sihjyaj Chaan ?Ahk K’uhul Chaan ?aajaaw) (Mora-Marín 2001:35-36) que fue el hijo de un personaje llamado Chak B’ahlam ?Ahk ‘Puma Tortuga’; el disco en sí parece haber sido un regalo (?u-si) de otro personaje llamado K’iinich B’ahlam K’uhul Waka? ?aajaaw, un soberano de El Perú/Waka’ (Mora-Marín 2001:35-36, 2005:10), cuyo Glifo Emblema había sido identificado anteriormente por Houston y Amaroli (1988) en la posición B8 del texto. Tomando en cuenta los hechos que sucedieron a partir del 378 DC con “la entrada”, después de la cual Uaxactún fue conquistado por Tikal y El Perú se alineó con Calakmul, es posible que este disco de pizarra haya sido confeccionado y regalado antes de esa fecha, y que por lo tanto date de mediados del siglo cuarto.

El disco de pizarra de El Tres, puede fecharse para el 379-445 DC. El estilo de los diseños gráficos del texto es muy similar al del Marcador de Juego de Pelota de Tikal (dedicado en 416 DC). Los diseños gráficos de varios signos (p.ej. T16 y T124, entre otros) son consistentes con una fecha entre el 379-445 DC. Este disco fue encontrado en un contexto funerario en Cosat Rica que data del 400-500 DC (Hoopes 2005:19-20), por lo que se puede inferir que no transcurrió mucho tiempo desde el momento en que fue creado hasta el momento en que llegó al territorio costarricense.

Categorías émicas

Uno de los temas de interés en nuestro estudio concierne la clasificación émica de la cultura material evidenciada en la escritura maya (Figura 9). Los jades de diversos tipos pueden denominarse con el glifo T528 TUN para tuun ‘piedra’, por ser un tipo de piedra, pero también pueden denominarse por su forma y función. Por ejemplo, los aretes pueden denominarse silábicamente como tu-pa-j(a) y también logográficamente como TUP(AJ) para tuup-aaj ‘arete(s)’. Las cuentas de cualquier material, jade o concha, por ejemplo, se denominaban yu-ha para y-uh(-al) ‘su cuenta’. Iconográficamente, el glifo T16 YAX para ya?x ‘verde’ solía insertarse en representaciones de artefactos de jade para indicar su color. En el caso de las placas de jade, hay diversas maneras de describirlas. Al parecer, el glifo T617, un signo polivalente y frecuentemente incluido como componente de dígrafos (p.ej. T617:69 or 33B, el silabograma je), corresponde iconográficamente a un hacha celtiforme de jade y seguramente también a su forma simplificada, la placa de jade de cinturón. Su valor logográfico depende del contexto: ?AY o ?AYAL o ?A[Y]LAY para ?ay(-al) ‘existe/hay’ o ?a[y]-lay ‘existe aquí’ cuando se utiliza como el “signo inicial” de los textos dedicatorios (Mora-Marín 2001, 2004; Boot 2003; MacLeod y Polyukhovich 2005); WIN para win ‘ojo, cara’ cuando se utiliza en el compuesto win=b’aah ‘retrato’ y como complemente fonético win al nombre WINIK-NAL para winiknal ‘dios del maíz’ (Mora-Marín 2012); y posiblemente LEM (Stuart 2010) o KAYWAK en referencia a placas de jade. En la placa del Lago Güija, un signo en forma de cabeza de tiburón posiblemente sirve para referirse a la placa misma.

También es aparente que las placas de jade podían poseer nombres propios y dueños (Figura 6a): la placa K8217 comienza con la claúsula wa-CHAN-WIN ?u-K’AB’A?[b’a]-b’a ?u-ka-ya-wa-ka… que se puede traducir como “Wa… Chaan Win es el nombre del kaywak de…,” donde kaywak parece ser el nombre genérico para placas de jade. Es importante observar que parte de este mismo nombre, wa-CHAN, aparece en otra placa de jade, una de las tres placas de Calakmul (Figura 6b). Y por supuesto, debemos mencionar el término ka-ya-wa-ka. La Figura 10 resume las principales menciones de esta expresión en la literatura epigrafista y algunas de las propuestas, incluyendo las de sus servidores: no consideramos probable la etimología Náhuatl propuesta por Pallán Gayol y Meléndez Guadarrama (2010), ni tampoco consideramos como particularmente convincente ninguna de las propuestas hasta la fecha. Lo que sí podemos concluir es que ninguna hacha celtiforme o no-celtiforme contiene este término: solo las placas de jade hasta el momento parecen poder llevarlo.

Resumen de contenido epigráfico

Ya hemos ilustrado varios ejemplos del tipo de información epigráfica presentes en estos artefactos. Ahora simplemente ofreceremos generalizaciones. Durante el periodo Clásico Temprano, las placas de jade parecen concordar en términos de género literario con las estelas que conmemoran el acceso al poder de los soberanos: se menciona el acceso al trono (joy-oy-i ta ?aajaaw), los rituales realizados antes de tales eventos (u tsak-aw ‘él lo conjuró’, u ch’ahb’ y-ahk’ab’(-al)-il ‘su ayuno, su oscuridad’, un difrasismo asociado con sangrías rituales), y la genealogía del soberano (u mam ‘su abuelo/nieto’, y-aal ‘su hijo (de madre)’). Solo existe un ejemplo, hasta el momento, de una placa que se puede considerar como ejemplar del género literario exclusivamente dedicatorio, y éste data del Clásico Tardío y supuestamente proviene de Quiriguá, aunque es probable que el pectoral sin proveniencia del Preclásico Tardío también constituya un ejemplo de tal género, y que el pectoral de Nakum (Zralka et al. 2011), probablemente del Preclásico Tardío o Clásico Temprano, constituya un ejemplo de un género propietario (‘es el pectoral de…’). Los Cuadros 8-13 proveen la mayoría de la información epigráfica del corpus.

Consideraciones sobre la importancia de las placas de jade

El establecimiento de legitimidad genealógica claramente constituía una preocupación constante para los soberanos mayas. Por su portabilidad y durabilidad, las placas de jade bien podrían haber funcionado como certificados de legitimidad real. Es posible que por esta razón hayan sido blancos de saqueo y destrucción. Por otro lado, cabe considerar la posibilidad de que, por su asociación tan estrecha con los soberanos mayas, tales placas hayan funcionado como “sellos de autenticidad” y que hayan sido cruciales para establecer conexiones comerciales o políticas. Talvez así es como ingresaron a la red de intercambio de jade que conectaba la región maya con la región chibcha en Costa Rica, un tema que desarrollamos en más detalle en nuestra otra ponencia.

Placas falsificadas

Existen aproximadamente una docena de placas falsificadas. Varias de éstas han surgido en el mercado de arte en Estados Unidos y Europa en los últimos años; algunas hasta han llegado a las vitrinas de exhibición en algunos museos y colecciones. Generalmente se pueden identificar como falsificaciones, entre otros factores, por su similitud extrema a placas conocidas ya desde los años sesentas, las cuales sin duda sirvieron como modelos para los falsificadores. Hacemos, por ende, un llamado para un estudio más detallado de las placas de jade de cinturón –sobre los materiales, las herramientas y técnicas de trabajo– para contrarrestar los esfuerzos de los falsificadores.

Resumen y conclusiones

En general, las placas de jade mayas provenientes de Costa Rica llegaron a ese país por medio de la red de intercambio a larga distancia durante el periodo Clásico Temprano, pero otros artefactos seguramente desde el periodo Preclásico Tardío. Por lo menos algunos ejemplos pudieron haber sido depositados en Costa Rica poco tiempo después de su fecha de manufactura en la región Maya.

Las placas de jade eran formas simplificadas de hachas celtiformes, asociadas con el Dios del Maíz desde tiempos olmecas. En tiempos Mayas también mostraban una asociación con el Dios del Trueno. Los términos glíficos para referirse a las placas son variados, pero sólo uno parece referirse exclusivamente a las placas de jade, el término kaywak; el resto sirviendo como referentes más generales para ‘pendientes’ o ‘piedras’ o ‘piedras verdes’ o ‘instrumentos musicales’. La etimología del término kaywak permanece sin esclarecer.

Las placas de jade se caracterizaban por textos y representaciones típicas de las estelas que conmemoraban el acceso al poder de los soberanos. Como tales, se pueden considerar como estelas miniaturas, o las estelas mismas como placas a gran escala. Es probable que hayan servido como documentos de evidencia de legitimidad.

Agradecimientos

Nuestro agradecimiento a muchas de los docentes en el Museo del Jade Fidel Tristán en San José, Costa Rica, especialmente la Lcda. Zulay Soto Méndez, la Lcda. Laura Rodríguez Rodríguez y el Sr. Sergio García Piedra. El primer autor del presente artículo desea reconocer el apoyo del University Research Council y el Institute for the Arts and Humanities en la Universidad de Carolina del Norte para esta investigación. Finalmente, queremos agradecer a los organizadores del Simposio y al equipo de editores.

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Figura 1. Ejemplos de placas de jade ilustrando los grupos formales 1-5.  A/3 ilustra el grupo formal 1.  Dibujo por Dorie Reents-Budet y Virginia Fields.  A/6 ilustra el grupo formal 2.  Dibujo por David Mora-Marín.  A/9 ilustra el grupo formal 3.  Dibujo por David Mora-Marín.  A/18 ilustra el grupo formal 4.  Dibujo por Dorie Reents-Budet y Virginia Fields.  A/22 ilustra el grupo formal 5.  Dibujo por Dorie Reents-Budet y Virginia Fields.

Figura 2. Placa de jade fragmentada (A/16) con evidencia de una Cuenta Larga y Serie Suplemental.  Dibujo por Dorie Reents-Budet y Virginia Fields.

Figura 3. Placa de jade fragmentada (A/1) con evidencia calendárica. a) Lado con inscripción.  b) ‘Tres lunaciones fueron completadas’.  c) Rueda Calendárica 3 Ajaw 17 [18] Yax.  Dibujos por David Mora-Marín.

Figura 4. a) Topónimo CHANNALlaCHAKwa en placa A/1.  Dibujo por David Mora-Marín.  b) Topónimo CHAN-la CHAK-wa en Placa de Leiden.  Dibujo por William Coe.

Figura 5.  a) Placa fragmentada y modificada de Cerro de las Mesas.  Dibujo por David Mora-Marín (Mora-Marín 2008:3).  b) Detalle de placa de Río Azul.  Dibujo por David Mora-Marín.

Figura 6.  a) Placa K8217.  Dibujo por David Mora-Marín.  b) Una de las tres placas inscritas de Calakmul (Folan et al. 1995).  Dibujo por David Mora-Marín.

Figura 7.  Clasificación en grupos formales y caracterización de 42 placas de jade mayas según Reents-Budet y Fields (1990)

Figura 8. Diferencias entre placas, hachas celtiformes y hachas no-celtiformes.

Figura 9. Términología glífica émica para jades (y artefactos de otros materiales)

Figura 10. Propuestas para término ka-ya-wa-ka