24. Guerras y refugios: investigaciones recientes en el sitio Macabilero, Río Usumacinta, Guatemala 

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Guerras y refugios: investigaciones recientes en el sitio Macabilero, Río Usumacinta, Guatemala

El conflicto violento, o la amenaza del mismo, requiere la coordinación de personas, recursos, al igual que la construcción de espacios defensivos. Entre los grupos Maya precolombinos, fortalezas y sistemas de murallas nos indican que amenazas, tanto reales como percibidas, influenciaron el desarrollo de esta sociedad (Demarest et al. 1997; Inomata 2014; Scherer y Golden 2009; Rice y Rice 1981; Webster 1976). La abundante evidencia arquitectónica y epigráfica de conflicto durante el periodo Clásico ha llevado a muchos investigadores a concluir que la guerra era un fenómeno tardío entre los grupos Mayas. Para el Clásico Tardío, arqueólogos resaltan que la guerra era una de varias causas por la cual se fortificaron sitios en las Tierras Bajas, al igual que un contribuyente al colapso de los reinos dinásticos en el periodo Clásico Terminal (Demarest et al. 1997; Russell 2013; Aimers 2007; Chase y Chase 2002; Barrett y Scherer 2005). Sin embargo, en años recientes un creciente número de datos nos indica que instantes de guerra también ocurrieron en momentos más tempranos en la sociedad Maya. Dicha evidencia del periodo Preclásico incluye redes de murallas defensivas, representaciones de cautivos, armas, al igual que artefactos con representaciones de cabezas decapitadas (Webster 1972; Rice y Rice 1981; Brown y Garber 2003; Golden y Scherer 2006; Inomata 2014; Morales-Aguilar et al. 2015; Medina 2012; Inomata et al. 2017). Con esto en mente, nuestros estudios en el Río Usumacinta se enfocan menos en investigar estrategias de guerra, la formación del estado, o cuestiones de nucleación urbana y más en como la violencia podría haber estructurado la sociedad Preclásica en la región, su función en el surgimiento de autoridades locales, y la promoción de cooperación entre grupos regionales.

Durante el periodo Preclásico, el valle del Río Usumacinta nos presenta una constelación de asentamientos pequeños y dispersos, con solo algunos sitios, incluyendo Piedras Negras y La Técnica, manteniendo pequeños centros rituales. Los sitios en esta época y región son variables, no solo en su tamaño y distribución geográfica, sino también en su composición arquitectónica, sugiriendo que posiblemente estos sitios ejercían distintas funciones a nivel regional durante el periodo Preclásico. Al suroeste de Yaxchilan se encuentran los sitios de Zancudero y La Técnica. Zancudero nos presenta una muralla extensa al oeste del sitio, y un manglar hacia el este que rodean un pequeño grupo de montículos en la cima del cerro. La arquitectura y localización de Zancudero nos sugiere que el sitio mantuvo una función defensiva durante el periodo Preclásico (Scherer et al. 2006). La Técnica, cuyo nombre proviene de la comunidad donde se encuentra el sitio, se encuentra al sureste de Zancudero, y nos presenta el único Grupo-E en el Río Usumacinta, un complejo arquitectónico de naturaleza ritual extensamente documentado en el Golfo de México, las tierras altas de Chiapas, y en el centro de Petén.

Al norte en el Río Usumacinta se encuentran los sitios Preclásicos de Esmeralda, Ana, Fideo y Fajardo, El Cayo, y Macabilero. Dichos sitios se encuentran en un paisaje diverso, con una variabilidad de ecosistemas en un espacio relativamente pequeño. Estudios preliminares por el autor usando imágenes satelitales de alta resolución, indican que el paisaje donde se ubicaron estos sitios era uno variable, con cenotes, lagos, manglares, arroyos, y una diversidad en flora que seguramente era importante para los antiguos pobladores. Entre estos, Macabilero se encuentra en la cima de un cerro empinado a la par del Río Usumacinta, rodeado por cuevas, un cenote y el arroyo Macabilero de donde proviene el nombre del sitio.

Macabilero es uno de los sitios más enigmáticos en la Sierra de Lacandón. El mismo presenta murallas defensivas y terrazas monumentales que encierran el sitio y los valles que dan acceso al cerro. Localizado al suroeste sitio de El Cayo en México, Macabilero es una de las pocas fortificaciones Preclásicas documentadas en las tierras bajas. Las ruinas fueron visitadas por primera vez por Edwin Shook en 1934 durante su reconocimiento del área. Luego Linton Satterthwaite, reconociendo el área como parte del proyecto del Museo Universitario en Piedras Negras, volvió a Macabilero a fotografiar las murallas y las terrazas defensivas (Shook y Love 2002; Golden et al. 2001). Tras esta primera visita a finales de los años treinta, el sitio no recibió atención de parte de arqueólogos hasta el año 2000, cuando Charles Golden, Alejandro Gillot Vassaux y John Jacob Parnell, como parte del Proyecto Brigham Young-del Valle, visitaron las áreas circundantes del sitio. Durante esta visita, Golden y sus colegas (2001) crearon mapas preliminares de siete grupos de terrazas y plataformas al este del cerro mirando hacia el Río Usumacinta. Además, los arqueólogos excavaron pozos de sondeo en dichos grupos donde recuperaron material del periodo Clásico Temprano y Clásico Tardío(ver Golden, Gillot y Parnell 2001:518). En el 2004, Luis Romero, como parte del Proyecto Arqueológico Sierra del Lacandón, visitó el sitio con el propósito de reconocer las ruinas y recolectar material arqueológico para obtener una cronología del asentamiento regional alrededor de la Laguneta Lacandón. Romero recuperó materiales provenientes de las cuevas cerca de Macabilero que sugieren que la ocupación del sitio era más temprana de lo que se pensaba, con cerámica fechada para el periodo Preclásico Tardío y el periodo Clásico Temprano. Además, durante esta visita Romero levantó un mapa preliminar de la plaza y las estructuras principales de Macabilero.

Entre los sitios defensivos en las Tierras Bajas, Macabilero sobresale como uno de los más enigmáticos, con su localización en la cima de un cerro, abundantes murallas y terrazas monumentales, material Preclásico, y evidencia de armas en la forma de piedras de honda. Las terrazas de Macabilero no solo son únicas en la región, sino también en el resto del área Maya donde fortificaciones Preclásicas casi no se han documentado. Durante el 2017, como parte del Proyecto Paisaje Piedras Negras Yaxchilan, nuestras excavaciones en Macabilero se enfocaron en investigar la cronología de dichas estructuras para evaluar si la guerra afectó el desarrollo del sitio y las áreas cercanas durante el periodo Preclásico (800 BC-AD 250). Para clarificar el posible papel que jugó la violencia en el desarrollo de Macabilero, nuestro proyecto a largo plazo se enfoca en contestar las siguientes preguntas: (1) ¿Son contemporáneas las estructuras defensivas en Macabilero con el resto de la ocupación Preclásica del sitio?, (2) ¿Si las estructuras defensivas fueron construidas en el Preclásico, que procesos llevó a su construcción previo a la llegada de una autoridad centralizada en el Usumacinta?, y por último (3) ¿Es Macabilero el único sitio defensivo en la región, y cómo las personas de esta fortificación se relacionaban con aquellos en sitios contemporáneos? La hipótesis que vamos aclarar con nuestras investigaciones es si grupos pequeños y dispersos se unieron para crear Macabilero en respuesta a un incremento en la violencia durante el periodo Preclásico Tardío, o si esto representa un grupo foráneo en la región. Los resultados de esta investigación aclararán la trayectoria de la civilización Maya en el valle del Río Usumacinta, una región donde sabemos muy poco acerca de sus primeros asentamientos.

Durante el 2016, el autor montó una expedición hacia el sitio de Macabilero con el propósito de excavar una unidad en la plaza principal del sitio para obtener material cronológico de estos espacios. Durante dicha expedición se documentaron nuevas terrazas, murallas defensivas, montículos y una serie de cuevas con escondites de armas, tal como piedras de honda. La unidad excavada en la plaza presentó material cultural del periodo Preclásico Tardío con algunos fragmentos pertenecientes al Clásico Tardío en la superficie. En el 2017, el enfoque fue en recuperar datos que nos proveyera información acerca del desarrollo y cronología del sitio. Como parte de estos esfuerzos se inició la campaña de mapeo en las áreas principales del sitio, incluyendo sus plazas, pirámides y terrazas monumentales. Para recuperar la mayor cantidad de información, se incorporó el uso de una estación total marca Topcon, en conjunto con fotos en alta resolución, para crear modelos fotogramétricos. Durante esta temporada llegamos a documentar varias de las estructuras principales del sitio, incluyendo la Pirámide B4-2 que se distingue por tener una plataforma grande y amplia que forma la base de una superestructura. Esta pirámide se expande entre dos plazas que están divididas por una serie de grietas. Durante el mapeo se documentó que el grupo principal del sitio presenta una gran cantidad de grietas, muchas de la cuales fueron rellenadas con piedras talladas, similar a las que se documentaron en las terrazas, para expandir dichas plazas. También se documentó la estructura alargada B4-3, que se encuentra en el centro de la plaza sur y presenta una serie de plataformas escalonadas. También se inició con la documentación de las siete terrazas monumentales que se encuentran al este del grupo principal. Combinando nuestros puntos de la estación total con imágenes capturadas con un drone llegamos a crear un modelo en tres dimensiones de una sección de 40 metros de la terraza monumental. Este modelo georreferenciado no solo permite documentar con mayor exactitud las terrazas del sitio, sino tambiénmanejar en futuras temporadas las condiciones de las mismas.

Durante esta temporada también se trabajó en tres operaciones cuyo propósito era recuperar información cronológica de las áreas principales del sitio, al igual que datos acerca de las estrategias constructivas empleadas en el mismo. La Operación 3 en la plaza norte del sitio se enfocó en recuperar material cronológico tanto de la plaza como de las estructuras B4-2 y B4-1. En esta operación se recuperaron fragmentos de cerámica del piso estucado y en el relleno de la plaza que se ha fechado para el Preclásico Tardío y Preclásico Terminal, sugiriendo que esta sección del sitio fue construida durante, o poco después, de esa época. Además, encima del nivel de plaza se recuperaron varios artefactos de interés, tal como piedras de honda, un posible soporte de botón, o peso de telar, y un pedazo de cuarzo tallado en forma de colmillo. Con el dron, la estación total y fotogrametría completamos modelos en tres dimensiones de las excavaciones, al igual fotos ortorectificadas de cada lote que excavamos. Esto no solo nos permite documentar nuestras excavaciones con mejor precisión, sino también produjo nuevos datos que complementan nuestros dibujos y notas de campo. Esta metodología se repitió en todas las unidades, produciendo fotos ortorectificadas, modelos en tres dimensiones de cada excavación, al igual que un modelo de elevación digital con una resolución de 30 milímetros que nos ayudó a mejor orientar las estructuras del sitio.

La Operación 4 se completó a la par de la terraza más alta en Macabilero. Estas excavaciones aclararon que las mismas probablemente no ejercían una función agrícola, ya que encima del relleno de piedras grandes que forma la base de las terrazas documentamos un piso estucado. El material recuperado del relleno de la unidad fecha la construcción de la base de la terraza para el periodo Preclásico Tardío y Terminal. La Operación 5 se llevó a cabo en la parte sur del sitio en el eje de la estructura B4-3. La misma se excavó para documentar la fachada arquitectónica y recuperar material cronológico que ayudara a fechar la construcción de esta parte del sitio. Las excavaciones encontraron la fachada norte de la estructura en buen estado de preservación, con estuco ancho en el colapso de la fachada. Aunque no dio tiempo para continuar excavando esta operación hasta la roca madre, el material recuperado de la misma nos sugiere que esta área también fue construida durante el Preclásico Tardío, aunque esto se tendrá que confirmar con fechas de radiocarbono.

Los autores, en conjunto con Luis Martinez y Pablo Montenegro, llevaron a cabo el reconocimiento de dos cuevas que rodean al sitio con el fin de recolectar materiales de superficie y determinar el posible uso de estos espacios. En la cueva El Chango se recolectaron materiales de superficie, incluyendo una acumulación de fragmentos de huesos humanos, entre ellos un fémur, una falange de pie humano; además de algunos huesos de animal, incluyendo una tortuga, venado y cocodrilo. En el exterior de la cueva también se encontró una mandíbula humana, además de otros huesos indeterminados. La cerámica se encontró esparcida por toda la cueva; con una variedad perteneciente al Preclásico Tardío, Preclásico Terminal, Protoclásico y Clásico Tardío.

La cueva principal del sitio, denominada Nameku, se encuentra al sur de la cueva El Chango, al pie de la parte norte del cerro donde se encuentra el grupo principal de Macabilero. En una de las recámaras del sitio se puede observar una gran cantidad de esferas o piedras de honda pequeñas y una muy grande de entre 15 y 20 cm de diámetro. Dichas piedras posiblemente funcionaban como armas. La mayoría de los materiales recuperados de esta cueva provienen de pasillo oeste, donde la concentración de cerámica era muy grande, representada por una gran variedad de formas y tipos. La cerámica encontrada en ambas cuevas parece indicar que fueron focos de actividad continua desde el Preclásico Tardío hasta más allá del Clásico Tardío, incluso con presencia de comunidades Lacandonas. Esto contrasta con la información obtenida de las excavaciones en el sitio que indican una posible interrupción de la ocupación para el Clásico Temprano.

Finalmente, durante esta temporada expandimos el reconocimiento que comenzamos en el 2016 alrededor de Macabilero. Este año documentamos nuevas murallas que restringen el paso desde el valle sur subiendo al cerro de Macabilero, formando la contraparte de las murallas que se encuentran en el valle norte. En conjunto con la información recuperada en el 2016, podemos confirmar que los valles que dan acceso al sitio, tanto al norte como al sur, presentaban murallas defensivas que restringían el movimiento en la región. Las fechas de dichas murallas todavía se tienen que confirmar, pero dado a la similitud en forma de construcción con los bloques de las terrazas, es posible que estas estructuras fueran creadas en el periodo Preclásico. De ser así, Macabilero presenta un paisaje adaptado a la defensa desde el periodo Preclásico. Un aspecto que resaltó durante el reconocimiento es la falta de grupo de patios en las cercanías de Macabilero. En esta temporada solo documentamos dos grupos de patios, ambos cerca al cenote y el Arroyo Macabilero. Una posibilidad es que la mayoría de las áreas residenciales se encuentran cerca de El Cayo en el lado Mexicano del Río Usumacinta. La cercanía de ambos sitios sugiere que posiblemente estos sean parte de una misma entidad social, una pregunta de investigación para las siguientes temporadas.

Cuando se contextualizan los datos de Macabilero con otros sitios contemporáneos se notó que no solo se han documentados muy pocos sitios comparables en las Tierras Bajas, sino también que ninguno de estos tiene la escala de Macabilero en términos de estructuras defensivas. David Webster (1972, 1973:439) investigó estructuras defensivas similares en el sitio de Becan en Campeche, fechadas para el Clásico Temprano. Descrito como un centro ceremonial fortificado, los terraplenes de Becan consisten en una larga zanja y parapeto que circulan el sitio (Webster 1973:436). En el centro de Petén, el sitio de Muralla de Leon, investigado por Rice y Rice (1981), presenta evidencia de una de las murallas defensivas más tempranas en la región. El sitio fue construido a las orillas del Lago Macanche, con una muralla de piedras cerrando el acceso en tierra hacia el sitio. Muralla de Leon nos provee evidencia de que las comunidades Mayas no solo se prepararon para conflictos tan temprano como el periodo Preclásico, sino que también usaban el paisaje kárstico en su ventaja (Rice y Rice 1981:274–275). Otras estructuras defensivas de esta naturaleza se han documentado en El Mirador (Morales-Aguilar et al. 2015:10–11; Medina 2012), Cival (Estrada-Belli 2011:131) y en Cerros en Belice (Scarborough 1983), aunque muchas de estas estructuras todavía se tienen que estudiar con mayor profundidad. Estas estructuras defensivas nos indican que regionalmente el Preclásico vivió un momento de violencia que promocionó la construcción de dichos espacios.

La información recuperada en dos temporadas de campo sugiere que los habitantes de Macabilero se prepararon para la guerra tan temprano como el periodo Preclásico Tardío.

Dado a la falta de asentamiento visible y la contemporaneidad de las terrazas, plazas, y estructuras, es posible que Macabilero fue desarrollado como un refugio defensivo durante el Preclásico Tardío, un espacio protegido para los habitantes en la región, posiblemente aquellas personas viviendo en El Cayo, Esmeralda, Ana, y Fideo. Todavía se tiene que determinar la función de las estructuras principales y sus plazas adyacentes, pero con los datos recuperados podemos sugerir que Macabilero posiblemente no era un lugar de ocupación continua, sino un refugio temporal. Hay preguntas de interés que todavía no podemos contestar, tal como la naturaleza de conflictos en esta época, quien se entendía como los grupos en conflicto, y quien vivía y organizó la construcción de Macabilero. Emergiendo a finales del periodo Preclásico, los sitios defensivos en las tierras bajas sugieren un cambio social y político en la cultura Maya, cuyas ramificaciones quedan por explorar (Inomata y Triadan 2009:66). En Macabilero, los datos hasta el momento nos indican que la guerra si tuvo un efecto importante en el desarrollo temprano de los grupos Mayas del Río Usumacinta, y su estudio merita nuestra atención.

Referencias

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Figura 1          Mapa con los sitios Preclásicos del Río Usumacinta.