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Fields, Virginia y Dorie Reents-Budet
2001 Los orígenes y el desarrollo del K’Inich Ajaw. En XIV Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2000 (editado por J.P. Laporte, A.C. Suasnávar y B. Arroyo), pp.839-857. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).
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LOS ORÍGENES Y EL DESARROLLO DEL K’INICH AJAW
Virginia Fields
Dorie ReentsBudet
El arte es la expresión externa del andamiaje ideológico de una sociedad y por lo tanto, las investigaciones de las formas artísticas proveen el medio para entender las bases conceptuales de la sociedad. Algo común en las civilizaciones antiguas, así como en las sociedades contemporáneas de menor escala, es la creación de analogías entre el orden social humano y el mundo natural, las cuales se expresan dentro del ritual y poseen forma tangible en el arte y la arquitectura (Durkheim 1915; Horton 1960). No es sorprendente, pues, que los símbolos más fuertes que expresan el orden cultural y la jerarquía política sean tomados del universo biológico. La razón de su potencia se debe a que los ciclos del universo son inherentemente permanentes y naturales. Su aplicación al universo social humano implica un «imperativo rítmico» similar para éstas construcciones artificiales de jerarquía y poder. Estos símbolos de la naturaleza, a su vez, sirven para legitimar el mundo sociopolítico artificial de una cultura humana (Moore y Meyerhoff 1977:8).
Todas las culturas Mesoamericanas legitimaron la jerarquía social por medio de los ciclos cósmicos observables y los patrones biológicos. Aunque cada cultura empleaba estos motivos en diferentes grados y formas idiosincrásicas, simbólicas y artísticas, el contenido temático de los símbolos de gobierno primarios es sorprendentemente similar a través del tiempo y el espacio. Por esta razón, podemos ver a los Olmecas como la «cultura madre» de Mesoamérica y podemos trazar temas fundamentales de jerarquía social y autoridad política, desde el periodo Preclásico Temprano en la Costa del Golfo de México, hasta Oaxaca, las Tierras Altas centrales de México, el oeste de México, Yucatán, Guatemala, Belice y Honduras durante los 2000 años subsecuentes. Entre estos temas hay tres que pertenecen a la realeza y al reinado: (1) maíz y fertilidad; (2) desangramiento humano ritual y adivinación shamánica por los gobernantes, cuyo fin incluía el mantenimiento del balance cósmico; y (3) ancestros deificados con poderes para afectar el mundo natural y el mundo social humano. Esta continuidad semántica entre las culturas Mesoamericanas se expresa en los varios símbolos compartidos de la realeza, los cuales toman frecuentemente la forma de atributos reales y ornamentación corporal.
La capacidad de los gobernantes para interactuar con las fuerzas sobrenaturales e interceder entre humanos y dioses por el bienestar de la sociedad, es una de las características primarias de la realeza divina. Este fenómeno se asocia comúnmente con sociedades en proceso de transición de simples e igualitarias a más complejas y jerárquicas (Adams 1975; Service 1975; Webster 1976). Como un rey divino, el gobernante utiliza nociones de orden cósmico para sostener la disparidad sociopolítica del dominio humano (Cannadine 1987:3). Según David Cannadine, el ritual de la realeza se enfoca en la doble identidad del rey, siendo sagrado y secular al mismo tiempo, y siendo su papel un enlace entre las jerarquías terrenas y sobrenaturales. Como lo discute David Webster (1976), el reinado divino es una etapa en la evolución sociopolítica que aparece como una respuesta adaptable a los problemas organizacionales que se derivan de la creciente complejidad de la sociedad.
Las habilidades sobrenaturales de un gobernante legitiman su posición social, así como las estructuras jerárquicas que emergen a través de la sociedad, sirviendo esta sanción sobrenatural para integrar las instituciones ideológicas, políticas y económicas de la sociedad. La doctrina del reinado divino, entonces, le permite al gobernante transformar poder en autoridad (Hoffmann 1979:299). El arte es un medio interrelacionado para dicho fin, especialmente el atavío real, cargados del poder sobrenatural que simboliza la habilidad del gobernante para ganar acceso a la sabiduría divina y ancestral.
El atavío real es esencial para expresar la relación entre cosmología y organización social (Kuper 1973a, b). El simbolismo se basa con frecuencia en el medio ambiente natural, especialmente de los animales se creía que poseían poderes sobrenaturales, como el jaguar entre las culturas Mesoamericanas. Dichos animales personifican las características específicas, los poderes y los rasgos del gobernante ideal de acuerdo a la sociedad, y vestirse con símbolos de autoridad de origen natural era prerrogativa exclusiva del rey. Estas metáforas reales obtenidas del mundo natural, entonces, refuerzan el rango terreno y sobrenatural del gobernante y comunican los fenómenos sociales, naturales y sobrenaturales de existencia mundana.
Regresando a los tres temas fundamentales de la jerarquía social y de la autoridad política en Mesoamérica, citadas anteriormente, la simbología del maíz es primordial. Entre los Olmecas, el tallo del maíz, el retoño y el follaje aparecen constantemente sobre la frente de los personajes o emergiendo de las cabezas partidas de seres sobrenaturales (Figura 1a). La imaginería también es central a la autoridad de los gobernantes Olmecas, representada frecuentemente como un elemento trilobulado enmarcado por semillas retoñando (Reilly 1994, 1996; ver Figura 1b; ver también el Monolito 1 de Teopantecuanitlan, México; 1200 AC). Cuando el formato de estela se convirtió en la forma dominante de los retratos de la realeza, la imaginería del maíz se representaba en la frente y en los tocados de los gobernantes, significando que tanto el poder del icono como el del gobernante, podían asegurar la fertilidad agrícola (Figura 2).
La misma representación trilobulada de maíz aparece en el arte Maya del Preclásico Tardío como parte del atavío de la autoridad real. Entre los ejemplos más tempranos están la Estela 11 de Kaminaljuyu (200 AC 1 DC), el Pectoral OlmecaMaya de Dumbarton Oaks (ca. 100 AC100 DC), la Estela 5 de Izapa (1200 DC), la Estructura 5C2a de Cerros (50 AC50 DC) y la máscara de piedra verde del Entierro 85 de Tikal (1 DC; Figura 3a-e). Durante el periodo Clásico, esta representación simbólica del maíz se transforma en lo que Linda Schele llamó como jester god o «dios bufón» (Schele 1976; Schele y Miller 1983). El «dios bufón» embellece la mayoría de retratos reales porque representa el tocado emblemático hunal que era atado a la frente del gobernante al momento de su ascensión al trono (Figura 3f).
Entre los Mayas del Clásico, la iconografía del maíz como un símbolo de autoridad sociopolítica fue de tal importancia, que se convirtió en la equivalencia semántica del título real de mayor rango, el ajaw (Fields 1989:19). La versión del título ajaw para el Clásico Temprano tiene una forma lobulada, algunas veces con dos o tres proyecciones similares a una hoja, y generalmente con un elemento «U» infijo (Figura 4a). Este glifo ajaw lobulado se encuentra en varias inscripciones del Clásico Temprano desde alrededor del tercer siglo DC (8.10.0.0.0; 238 DC). Sin embargo, sus raíces pueden trazarse hasta el periodo Preclásico Tardío (ca. 350 AC). Uno de los ejemplos más tempranos es un tiesto de El Mirador (Figura 4b), fechado alrededor del 250 AC. Signos similares al ajaw también se encuentran en el panel inferior este de la Estructura 5C2a en Cerros (50 AC; Figura 3c).
Durante el periodo Clásico Temprano, la versión lobulada del glifo ajaw funciona como un título en las frases nominales de deidades y gobernantes (Figura 5a), como un verbo para «ascensión» (Figura 5b), y también podía funcionar como la expresión «hijo de padre» (Figura 5c). Es en estas versiones del Clásico Temprano podemos trazar el ajaw lobulado y el icono del «dios bufón» desde sus orígenes en la iconografía del maíz del periodo Preclásico hasta su función como emblema de autoridad real entre los Mayas del Clásico. Compare las versiones en algunas placas de cinturón de Costa Rica (Figura 5d), la calavera de pecarí de Copán (Figura 5e), y el Monumento 26 de Quirigua (Figura 5f). En la Estela de Quirigua, el ajaw lobulado se encuentra en el tocado del gobernante. Está coronado por una espina de manta raya, ambos incorporando el título ajaw del rey y su responsabilidad en el rito de desangramiento (Fields 1989:48). Un ejemplo más temprano que combina la navaja sacrificadora con el signo ajaw lobulado se encuentra en la Estela Hauberg (199 dC, 8.8.0.0.0; Figura 5g).
K’INICH AJAW COMO UNA INNOVACIÓN MAYA DURANTE EL CLÁSICO
Cuando los Mayas pasaron por la dramática transformación cultural durante el periodo Preclásico Tardío, fue necesario desarrollar símbolos para expresar el nuevo orden social jerárquico y legitimar al ahora primordial gobernante por medio de sanciones sobrenaturales. Como se resume con anterioridad, los Mayas tomaron ideas de los sistemas simbólicos mesoamericanos ya establecidos para expresar conceptos elitistas. Sin embargo, dicha innovación ocurrió en varios aspectos simbólicos, particularmente en el traslape conceptual del gobernante con el dios solar. El rey se transformó en un ser divino, sirviendo sus habilidades de transformación y su rango sobrenatural para legitimar su autoridad primordial en una época cuando la sociedad Maya se transformaba en una más compleja y jerárquica. La asociación del gobernante con una fuerza natural poderosa es consonante con el concepto de realeza divina, tal como se manifiesta en varias culturas alrededor del mundo.
Durante el Preclásico Tardío, la imagen del dios solar decora la arquitectura monumental cuyos programas iconográficos relatan temas de estructura cósmica, siendo uno de los ejemplos mejor preservados la fachada de la Estructura 5C2a en Cerros, Belice (Figura 6). Freidel y Schele (1988) describen la fachada como una expresión de un cosmograma basado en la oposición del sol y Venus, representada por zoomorfos de nariz aguileña y labio largo. El zoomorfo de nariz aguileña está marcado en la mejilla con un signo k’in del sol, y el de labio largo carga un signo ak’bal relacionado a Venus y el cielo nocturno. La misma díada se encuentra ampliamente difundida en el arte del Preclásico Tardío, tal como la Orejera de Pomona, Belice (Figura 7a). Sus orígenes parecen estar en el arte de los sitios de las Tierras Altas de Guatemala como el Altar 10 y la Estela 11 (Figura 7b) de Kaminaljuyu.
De los muchos ejemplos del Preclásico Tardío emerge un patrón de asociación entre el zoomorfo ak’bal de labio largo con el desangramiento ritual, y entre el zoomorfo solar de nariz aguileña con el evento de ascensión al trono (Fields 1989:5959). Juntos incorporan los temas duales del poder real: ascensión y desangramiento. Como un aspecto fundamental de la realeza divina, estos ejemplos demuestran que al final del Preclásico Tardío, el poder de los gobernantes Mayas se manifestaba dentro de un contexto cosmológico que servía para dar una sanción sobrenatural al cargo de reinado. Esta dualidad se expresa claramente en la Estela 39 de Tikal, en donde las sandalias del gobernante están decoradas con los símbolos kin y ak’bal, coronados por el hacha humeante de K’awil, la deidad asociada con el linaje real.
Durante el Preclásico Tardío, el dios solar raramente aparece en el arte monumental y portátil (por ejemplo, la Estela 2 de Tak´alik Ab´aj). Cuando aparece en las estelas, la deidad solar se encuentra en la parte superior de la composición, marcando los cielos, mientras practicantes humanos de ritos y gobernantes aparecen debajo. Durante el Preclásico Tardío, la deidad más común representada en escenas narrativas rituales es Itzam Yeh, el Ave Deidad Principal o el Pájaro Sagrado (Figura 8; Cortez 1986; Kappelmann 1997). Este ser sobrenatural se identifica por Julia Kappelman como el portal cósmico del norte hacia el Otro Mundo (Kappelmann 1997:132). Los gobernantes del Preclásico Tardío eran transformados durante rituales chamánicos en Itzam Yeh, siendo estos ritos de transformación críticos para el despliegue y actuación del reinado (Kappelmann 1997:163). La transformación del gobernante en una entidad sobrenatural, que correlacionaba los poderes del gobernante con aquellos de la deidad, fue un concepto compartido tanto por los Mayas del Preclásico Tardío como por los del Clásico Temprano.
La innovación del Clásico Temprano es la substitución del K’inich ajaw, el dios solar, por Itzam Yeh, el Ave Deidad Principal del Preclásico Tardío. Los gobernantes de este periodo pueden llevar un signo k’in como marca de autoridad, pero nunca son representados como el dios solar (Figura 9). Al transformarse la sociedad Maya en más compleja al final del Preclásico Tardío y los primeros siglos del Clásico Temprano, una época en la que el cargo de gobernante estaba investido de un creciente poder, los gobernantes Mayas tomaron una identidad solar. Esta identidad como K’inich ajaw creó una relación equivalente entre el rey terreno y la poderosa deidad celestial (Figura 10a). Generalmente es el fundador del linaje quien es representado como K’inich ajaw en el arte y arquitectura del Clásico Temprano. Por ejemplo, Yax K’uk Mo’, el fundador de Copan, aparece en las etapas arquitectónicas Rosalila y Margarita de la Estructura 16 como el dios solar K’inich ajaw (Figura 10b), y frases nominales de fundadores de varios linajes reales incluyen el título k’inich del dios solar o ajaw (Figura 10c). De hecho, este título aparece frecuentemente en las frases nominales de los gobernantes a lo largo del periodo Clásico (por ejemplo, véase Reents-Budet et al. 1994:167-171).
En algunos monumentos del periodo Clásico, el dios solar es un icono central del poder llevado por los gobernantes o adornando sus atavíos rituales. Un ejemplo del Clásico Temprano es la Estela 31 de Tikal (Figura 11). Aquí el gobernante divino Siyaj Chan K’awil viste el sol diurno en su cinturón y sostiene el sol nocturno con su brazo. Flotando sobre él está su padre deificado Nuun Yax Ayiin, quien ha tomado los atributos de K’inich ajaw. Esto quiere decir, que Nuun Yax Ayiin está siendo conjurado como el dios del sol, una identidad tomada al momento de su muerte. El mismo concepto de gobernantes llegando a la apoteosis como K’inich ajaw se encuentra en la Estela 16 de Copan, en donde el fundador Yax K’uk Mo’ es conjurado como el dios solar, en este caso representado como emergiendo de un espejoescudo solar.
Una vasija del tipo Lucha Inciso del Clásico Temprano representa la muerte y la resurrección de un gobernante, quien toma la identidad del dios del sol al momento de morir (Schele y Mathews 1998:122). Un lado muestra el entierro de un noble en la mitológica Montaña de Maíz. Levantándose de su cuerpo envuelto aparece el dios del sol emergiendo de un espejoescudo solar. Del otro lado del vaso, el gobernante se levanta de un montón de huesos humanos, posiblemente suyos, y llega a su apoteosis como un árbol sagrado. El adquiere la banda de cabeza de Itzamna e Itzam Yeh. Esta imaginería y su significado conceptual se expresan completamente en la Tumba B/1 de Altun Ha, conocida como «La Tumba del Dios del Sol» (Pendergast 1969). Aquí el gobernante masculino llevó hacia la otra vida un trozo de jadeíta tallada a modo de representar al dios solar, su frente adornada con el título ajaw lobulado (Pendergast 1969: figura 5). Este título y la presencia de la figura tallada en la tumba crean una conexión entre el gobernante y el dios solar, al mismo tiempo que funciona como una promesa material de su resurrección como un sol divinizado. Es interesante notar que durante el Preclásico Tardío, un gobernante sepultado en la Tumba II de Estructura E-III-3 de Kaminaljuyu estaba adornado con una máscara del Ave Deidad Principal, o Itzam Yeh, en lugar de una máscara solar, como ocurre durante el Clásico Temprano (Kappelmann 1997:443; Shook y Kidder 1952: Figura 81a, b).
Integral a las innovaciones del poder simbólico en el periodo Clásico Temprano es la expresión jeroglífica para la ascensión al trono o categoría de ajaw. Este generalmente se expresa como un conjunto «ajawenmano» (Figura 12a). Sin embargo, durante este periodo de innovación se desarrolla una nueva expresión, el conjunto «k’inenmano» (Figura 12b). Virginia Fields demostró que este glifo es semánticamente el mismo que el conjunto ajawenmano, ambos significando ascensión al trono o categoría de ajaw (Fields 1989:50).
Por lo tanto, el rey es K’inich ajaw como el gobernante primordial, en vida, y como un ancestro deificado, en la muerte. En ambos papeles, el poder de transformación permitió al gobernante divinizado entrar al Otro Mundo e interceder con las fuerzas cósmicas en nombre del populacho general. Esta identidad de los gobernantes Mayas del Clásico con el dios del sol es una manifestación de los cambos sociopolíticos que caracterizan este periodo de notable desarrollo en la historia Maya. El concepto de realeza divina imbuyó al gobernante con el poder real y de percepción necesario para mantener la estabilidad social, política y económica que sostenía la civilización Maya Clásica por casi mil años.
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Figura 1 a) hacha de El Sitio, Guatemala (dibujo de Navarrete 1974:Figura 25); b) el bajorelieve de Xoc,
Chiapas, México (dibujo de Ekholm-Miller 1973:Figura 15)
Figura 2 La Estela 2 de La Venta, Tabasco, México (dibujo según Reilly 1994)
Figura 3 La representación trilobulada de maíz en el arte Maya del Preclásico Tardío como parte del
atavío de la autoridad real: a) detalle de la Estela 11, Kaminaljuyu; b) detalle del pectoral Olmeca-Maya
de Dumbarton Oaks (dibujo por L. Schele); c) detalle de la Estela 5, Izapa, Chiapas, México (dibujo por
Mary Ellen Miller; en Schele y Miller 1986:Figura III.6); d) detalle de la fachada de la Estructura 5C-2da,
Cerros, Belice. (dibujo por L. Schele, en Schele y Freidel 1990:Figura 3:12); e) Máscara del Entierro 85,
Tikal (dibujo por L. Schele); f) el símbolo de maíz como el diós bufón durante el periodo Clásico como el
emblema hunal que era atado a la frente del gobernante al momento de su ascensión al trono (dibujo
por L. Schele)
Figura 4 a) el hacha de Kendall, Belice (dibujo por L. Schele); b) un tiesto de El Mirador, Guatemala
(dibujo por D. Mora Marín)
Figura 5 El ajaw lobulado en usos diferentes (a-c), y su transformación al dios bufón, un emblema de
autoridad real, durante el Clásico Temprano (d-f): a) como un título real; Placa A/2, Costa Rica (dibujo
por D. Reents-Budet); b) como un verbo para «ascensión»; Estela 31, Tikal (dibujo por D. Reents-Budet);
c) como la expresión «hijo de padre»; Placa A/8, Costa Rica (dibujo por D. Reents-Budet); d) la Placa
A/14, Costa Rica (dibujo por D. Reents-Budet); e) la Calavera de Pecarí, Copan, Honduras (dibujo por B.
Fash, según W. Fash 1991:52); g) el Monumento 26, Quirigua, Guatemala; g) el ajaw lobulado en
combinación con la navaja sacrificadora en el tocado de un gobernante; la Estela Hauberg (199 DC;
dibujo por L. Schele)
Figura 6 Lado este de la fachada de la Estructura 5C-2a, Cerros, Belice (dibujo por L. Schele)
Figura 7 a) la orejera de Pomona, Belice (dibujo por L. Schele); b) Altar 10, Kaminaljuyu, Guatemala
(dibujo según L. Parsons 1986:figura 140)
Figura 8 El pájaro sagrado como Itzam Yeh; Estela 25, Izapa, Chiapas, México (dibujo por V. Smith
1984:figura 56)
Figura 9 a) Monumento 65, Kaminaljuyu, Guatemala (dibujo por Ryntha Johnson, en L. Parsons
1986:figura 149); b) detalle del Monumento 65; el tocado del gobernante lleva un signo k´in como marca
de su autoridad
Figura 10 El título k´inich ajaw en las frases nominales de los gobernantes divinos del periodo Clásico,
creando una relación equivalente entre el rey terreno y la poderosa deidad celestial: a) Placa 1 de Río
Azul, Guatemala (dibujo por D. Hales); b) la fachada de la Estructura 16, etapas arquitectónicas Rosalila
y Margarita, Copan, Honduras (dibujos por R. Agurcia); c) Estela 39, Tikal, Guatemala (dibujo por
Ontiveros)
Figura 11 El retrato del gobernante divino Siyaj Chan K´awil, Estela 31, Tikal (dibujo por W. Coe, según
Jones y Satterthwaite 1982:figura 51)
Figura 12 Expresiones jeroglíficas para la ascensión al trono o categoría de ajaw: a) ajaw-en-mano;
Placa 1 de Río Azul, Guatemala (dibujo por D. Hales); b) k´in-en-mano, Dintel 22, Yaxchilan, México
(dibujo por I. Graham)