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Castillo Aguilar, Víctor, Yeny Gutiérrez Castillo y Edgar Carpio Rezzio
2011 Proyecto arqueológico La Pileta: Resultados de las excavaciones realizadas al este de la alameda de El Calvario en La Antigua Guatemala. (Editado por B. Arroyo, L. Paiz, A. Linares y A. Arroyave), pp. 742-755. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).
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PROYECTO ARQUEOLÓGICO LA PILETA: RESULTADOS DE LAS EXCAVACIONES REALIZADAS AL ESTE DE LA ALAMEDA DE EL CALVARIO EN LA ANTIGUA GUATEMALA
Victor Castillo Aguilar
Yeny Gutiérrez Castillo
Edgar Carpio Rezzio
PALABRAS CLAVE
Arqueología Colonial, Antigua Guatemala, Alameda de el Calvario, calzada
ABSTRACT
Archaeological excavations were undertaken in 2009 in two areas located east of the Alameda de El Calvario in the city of Antigua, Guatemala. The work revealed a dense midden of modern and Colonial materials, as well as some lesser architectural traces and remnants from the destroyed Via Este (East Way) of the alameda. The proximity of the El Calvario temple, the ruins of the Los Remedios parish, as well as the presence of the two chapels of the Stations of the Cross form a monumental group which offers an interesting framework for analyzing the archaeological evidence in the context of the growth and urbanization of the southeastern sector of the ancient city of Antigua, a sector known in the Colonial era as “El Paseo del Campo”. In addition, it offers insights on natural and cultural processes of transformation in more recent times.
Durante los meses de mayo a octubre de 2009 se realizó un proyecto de prospección arqueológica en un terreno particular en el sureste de la ciudad de La Antigua Guatemala. Este terreno se ubica en la Alameda de El Calvario, entre el templo de Nuestra Señora de los Remedios y el templo de El Calvario, con rumbo a San Juan del Obispo (Figura 1). El terreno investigado cuenta con una extensión de 28,838 m² y es de forma casi triangular, cuya parte más ancha colinda con la ruina de la iglesia de Los Remedios hacia el norte y la parte más angosta con El Calvario, hacia el sur. Al oeste está delimitado por la Alameda de El Calvario y al este con la Calle del Ganado, que es la que se dirige a San Juan del Obispo. Una calle, denominada “Calle del Agua” divide al terreno en dos sectores que se denominaron sector norte y sector sur (Figura 2). Durante el inicio de la investigación, el terreno presentaba un sembradío de café, numerosos árboles de sombra, especialmente gravileas, así como la presencia de abundante basura contemporánea, especialmente en los sectores colindantes con las calles aledañas.
Los vestigios arquitectónicos visibles en el terreno son: las ruinas de los muros de una construcción de adobe en la esquina de la Alameda de El Calvario y la Calle del Agua, y las capillas restauradas de las estaciones X y XI del Viacrucis. El resto del terreno no presenta evidencias arquitectónicas en la superficie, a excepción de una parte del muro sur del arruinado templo de Los Remedios, que en el terremoto de San Gilberto en 1976, se derrumbó y cayó en la sección norte del terreno. Los objetivos de la investigación fueron: establecer la presencia de vestigios arqueológicos muebles o inmuebles ya fueran coloniales, prehispánicos o contemporáneos y reconstruir la historia de esta área de la ciudad en base a la evidencia encontrada. Para una descripción detallada de la metodología y los hallazgos consúltese Carpio et al. (2009).
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Los conjuntos arquitectónicos más notables asociados al terreno excavado son al norte, las ruinas de la parroquia de Nuestra Señora de Los Remedios y el templo de El Calvario al sur. Estos dos conjuntos se encuentran urbanísticamente interconectados por medio de la Alameda de El Calvario, la cual presenta en su límite este, dos capillas de los pasos del Viacrucis correspondientes a las estaciones IX y X. De manera indirecta se asocian al área de excavación los antiguos pueblos de Santa Isabel y Santa Ana, este último reviste de especial importancia ya que la Calle del Agua, que atraviesa el terreno de excavación de este a oeste, desciende desde los lugares más altos de este antiguo pueblo ahora convertido en aldea.
LA PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LOS REMEDIOS
La historia del templo de Los Remedios es de suma importancia para la comprensión del desarrollo urbano del sur de la ciudad de Santiago de Guatemala. Es importante mencionar que los asentamientos coloniales más tempranos ubicados al sureste de la ciudad de Santiago e indirectamente asociados al terreno excavado, son los pueblos de Santa Ana, Santa Isabel y San Cristóbal El Bajo. El pueblo de Santa Ana fue fundado alrededor de 1530 probablemente por el padre Juan Godínez, quien fundó también el pueblo de Santa Isabel Godínez, al sur de Santa Ana; San Cristóbal fue fundado alrededor de 1530 por Juan Pérez Dardón (Lutz 2005:35-48). Todos estos eran pueblos de indios; recuérdese que para la fecha de fundación de estos pueblos la ciudad de Santiago se encontraba todavía asentada en Almolonga, hoy Ciudad Vieja.
Con el traslado de la ciudad al valle de Panchoy en 1543 se dio el trazo de las calles de la ciudad de acuerdo al modelo renacentista de damero con la Plaza principal al centro. Sin embargo, los grandes complejos conventuales de La Merced, Santo Domingo y San Francisco se establecieron en las afueras del trazado original. Conforme avanzaba el Siglo XVI las autoridades fueron autorizando la venta de solares en las afueras de las cuadras trazadas originalmente con lo que la ciudad comenzó a extenderse territorialmente.
Los estudios demográficos de Lutz (2005) revelan cómo pronto la ciudad de Santiago se quedó corta con las 42 manzanas trazadas originalmente en 1541 y la obvia necesidad de expansión de los españoles y criollos y el desplazamiento de las castas hacia todos los puntos cardinales, alejándose cada vez más del centro de la ciudad. En esta dinámica los límites de la ciudad llegaron a rozarse con los antiguos asentamientos indígenas como Santa Ana, La Santa Cruz y otros que databan del Siglo XVI, convirtiéndolos en barrios.
En este proceso de expansión resulta interesante la historia de la erección de las parroquias o iglesias matrices de la ciudad. Si bien la ciudad, a mediados del Siglo XVIII contaba con más de 30 templos y capillas, únicamente cuatro ostentaban la categoría de Parroquias: la primera y más antigua de todas era La Parroquia de El Sagrario fundada en 1530, tenía su asiento en la catedral de Guatemala; la Parroquia de San Sebastián cuya primera construcción data de 1565; la parroquia de Los Remedios erigida el 1641 y la de Candelaria cuya primera construcción databa del Siglo XVI (Juarros 1999; Pardo et al. 1969).
Si bien, Los Remedios fue erigida en parroquia hasta mediados del Siglo XVII, por noticia de Juarros se sabe que la iglesia (entendida como templo) más antigua de la ciudad de Santiago era precisamente la Capilla de Nuestra señora de los Remedios que se había levantado en 1530 en el antiguo asentamiento de Ciudad Vieja. Luego del traslado de la ciudad a Panchoy, se tiene noticia que para 1575 esta capilla había sido remodelada, agregándole techo de teja, por lo que se infiere que ya para antes de esa fecha existía un templo más modesto (Juarros 1999:168).
En 1594 se emite una Real Cédula en la que el Rey sugiere se funde una parroquia en la Ermita de Los Remedios “y que se podrán aplicar algunos indios que están junto a la dicha Hermita” (Cruz 2006:23), lo que sugiere la idea de una población de indígenas asentados alrededor del templo, incluso los indios de los pueblos de Santa Ana y Santa Isabel. Para mediados del Siglo XVII se tiene notica ya de “el barrio de Los Remedios” en la parroquia del mismo nombre, el cual al parecer había surgido a principios del Siglo XVII. Cruz reporta sobre la fácil inundación de dicho barrio debido a su cercanía con el río Pensativo, tal como sucedió en 1693 y 1762 (Cruz 2006:21).
EL TEMPLO Y LA ALAMEDA DE EL CALVARIO
La construcción del templo de El Calvario y el trazo de la Alameda están estrechamente relacionados histórica y urbanísticamente con la disposición original de la Parroquia de Los Remedios. Se tiene noticia que en el año 1618 se edificó una cruz en el lugar que ocuparía el presbiterio del Templo de El Calvario (Annis 1968: 217). La primitiva iglesia fue terminada en 1655 y fue destruida por los terremotos de 1717; una posterior reconstrucción permitió la reinauguración del templo en 1720, que es la construcción que se ve en la actualidad.
La Calle de los Pasos, el puente sobre El Pensativo y el templo de Los Remedios se comunican con El Calvario por medio de la ahora llamada Alameda de El Calvario. Meza Valladares (1994) sostiene la tesis que tanto el templo de El Calvario como la Alameda fueron trazados y pensados tomando en cuenta la ubicación de la plazuela y el templo de Los Remedios, ya que aunque sufrió posteriores modificaciones y reconstrucciones, puede suponerse que “la iglesia de Los Remedios, y, por consiguiente su lonja, y cruz atrial, es el edificio más antiguo del conjunto, por lo que definitivamente debió ser tomado en cuenta dentro del trazo de la Alameda.” (Meza Valladares 1994).
Una de las conclusiones del estudio de Meza Valladares sobre la Alameda dice que: “La construcción de la fuente y la Alameda, se desarrollaron cuando ya existía la 1ª Iglesia del Calvario; por lo que la actual iglesia y su portal (2ª Iglesia del Calvario) obedece su ubicación al trazo de la Alameda, y no la Alameda a la Iglesia, de dónde se comprende la alineación al eje central de la Alameda, la fuente y el portal. Es decir, que el trazo original de la Alameda es anterior al del portal. Es muy posible que esto obedezca también al pequeño desfase que existe entre los ejes centrales de la Iglesia y el Portal” (Meza Valladares 1994).
Es de suponerse que para 1618, fecha en que inicia la construcción del templo de El Calvario, existía una vía que intercomunicaba el templo de Los Remedios con el emplazamiento elegido para El Calvario, aunque quizás no tan formal como una calzada empedrada. Esto parece confirmarse con la información que ofrece Pardo et al. (1969: 254) cuando menciona que en 1618, fecha en que la ciudad dio posesión del predio destinado a El Calvario a los franciscanos, éstos “ya habían señalado los sitios donde se iban a construir las estaciones destinadas al Vía Crucís”, las que iniciarían justo en la esquina noroeste del convento franciscano, se distribuirían por toda la calle recta hasta finalizar en el mismo templo de El Calvario. Es muy probable que el trazo original de la Alameda haya tomado como punto de partida la cruz atrial de la iglesia de Los Remedios como límite este de la Alameda, y también como referencia para la construcción del portal de El Calvario.
LA FUENTE DEL CAMPO Y EL TRAZO ORIGINAL DE LA ALAMEDA
Según lo refiere Johnston (2009: 27) antes de la Alameda existía una pequeña calle sencilla que unía el conjunto de San Francisco con los pueblos de Santa Ana, Santa Isabel y el camino que conducía a San Juan del Obispo; esta calle atravesaba una llanura sin construcciones, aunque por una referencia de Fuentes y Guzmán se sabe de la existencia de un rastro al poniente de la Alameda. El cronista Francisco Vásquez menciona que en 1619, luego que se estableció el lugar para los pasos del Viacrucis, se sembraron árboles “y los pasos quedaron al centro de la calle” (Johnston s.f.: 19). Quizás la indicación de que los pasos quedaron “al centro” haga alusión a la ampliación y trazo formal de la Alameda con dos vías laterales adicionales a la vía central.
Un aspecto muy interesante para la comprensión del desarrollo urbanístico de la Alameda es la Fuente del Campo, ya que su construcción indica un remozamiento o reconstrucción de la primitiva Alameda de El Calvario. Ésta fuente fue iniciada en el año 1679, con el patrocinio del miembro del cabildo José Aguilar y Rebolledo y fue finalizada, estrenada y puesta en servicio público en el año 1680 (Annis 1968; Pardo et al. 1969: 219). La fuente, la cruz atrial de El Calvario (que lleva en la base la fecha 1686) y la puerta central del Portal del templo están alineadas y este eje marcaba simétricamente el medio de la Alameda original.
Según las investigaciones de Meza Valladares (1994), basado en documentación histórica y en el análisis estético y arquitectónico de la actual Alameda, es evidente que originalmente ésta tuvo tres vías o carriles, siendo el carril donde se encuentra la fuente el carril central, ya que la disposición tanto de la fuente como de la cruz atrial corresponden al eje normativo central de la Alameda. Al respecto puede citarse a Fuentes y Guzmán que para finales del Siglo XVII escribiendo sobre la Alameda del Calvario decía que es: “… de las hermosas y recreables salidas que con inmediación tiene la ciudad de Goathemala para la frecuencia de los concursos. En la calle de en medio de la Alameda, está una graciosa y peregrina fuente de cantería, que por diversos caños de bronce, vierte sobre una corona gran cantidad de agua…” (Fuentes y Guzmán 1932:154; Meza Valladares 1994).
La indicación de una calle central hace suponer la presencia de calles laterales, es decir, de al menos tres calles o vías, lo cual contrasta con la disposición actual de la Alameda ya que ésta solo presenta dos carriles (Meza Valladares 1994). Actualmente la calle este ha desaparecido, con lo que el límite de la moderna Alameda lo constituye la alineación de las capillas de los pasos IX y X, que en los Siglos XVI y XVII lo fue de la vía central. Es difícil precisar con seguridad la fecha en la que la Alameda se redujo a dos carriles, aunque probablemente sucedió a finales del Siglo XVIII o en la primera mitad del Siglo XIX, ya que en una pintura de la Antigua Guatemala fechada a mediados del Siglo XIX y resguardada en el archivo de la municipalidad de dicha ciudad aparece la Alameda luciendo un único carril, con la Fuente del Campo en el centro (Figura 3).
La presencia de la fuente al medio de la calle central está documentada también en una fotografía de principios del Siglo XX, guardada en la fototeca de CIRMA, en la que las capillas del Viacrucis aparecen en el borde este del carril central. Es interesante notar que en dicha pintura aparece una calle directamente al sur de las ruinas del templo de Los Remedios, la cual ha desaparecido en la actualidad, así como la Calle del Agua que procedente de Santa Ana desemboca justo en la fuente de la Alameda.
Debido a las crecidas del río Pensativo, luego del abandono de la ciudad, las calles originales fueron enterradas por numerosas capas aluvión y otros materiales de deposición. El nivel del suelo aumentó tanto que casi llegó hasta el borde del tazón de la Fuente del Campo. La colección de la fototeca de CIRMA con fotografías referentes a dicha fuente tomadas a finales del Siglo XIX y principios del XX confirman que el suelo estuvo a diferentes altitudes según las épocas, seguramente por efecto de los eventos de aluvión y coluvión del río Pensativo. Al respecto, es interesante notar los cambios de color en la pared exterior del tazón de la fuente, que tal vez sean los indicadores de los distintos niveles de los suelos a lo largo del tiempo que dejaron su marca en la piedra.
Para recuperar el nivel original de la fuente, la facultad de Humanidades emprendió varias excavaciones en los años 70’s que revelaron las gradas de la base sobre la que se encuentra la fuente así como el empedrado original de la calzada, sin que se conozca si existen reportes sobre dichas excavaciones (Magaña Juárez 2009:45; M. Ubico, comunicación personal 2009). Eso explica como el nivel contemporáneo de la Alameda se ve alterado por un rehundimiento, que es el espacio recuperado para exponer el nivel del empedrado original y la base de la fuente.
LAS CAPILLAS DEL VIACRUCIS
Como se mencionó anteriormente, en 1618 fue designado el lugar en el que se deberían de levantar las capillas de los pasos del Viacrucis, lo que marca probablemente el origen del trazo de la Alameda. Annis (1968) menciona que las primeras estaciones fueron cruces de madera, las que fueron sustituidas posteriormente por lienzos que ilustraban las escenas de los pasos. Finalmente en 1691 se estrenaron las capillas de mampostería y bóveda, las cuales flanqueaban el límite este de la calle central de la Alameda (Annis 1968:217). A simple vista es obvio que actualmente las capillas se encuentran a un nivel superior que el empedrado original descubierto en las excavaciones para revelar la base de la fuente.
Las excavaciones realizadas en el área de lo que correspondería a la calle este de la calzada reveló un piso de tierra también a una altura superior a la del empedrado descubierto al pie de la fuente. Por ello cabe preguntarse si al momento de la construcción de las capillas de las estaciones del Viacrucis los eventos de aluvión habían hecho ya que el nivel del suelo subiera, así como dan pie a suponer que las calles laterales, o al menos la calle este de la Alameda fuera posterior a la calle central.
Cuando Annis fotografió los pasos de la Alameda en 1934 éstos se encontraban en muy mal estado, sin embargo, fueron restaurados para la celebración del 400 aniversario del asentamiento de la ciudad de Guatemala en Panchoy en 1942 (Annis 1968). Las excavaciones del sondeo A revelaron los cimientos de la capilla de la estación X cubiertos por una gruesa capa de tierra negra. Sin embargo, el área alrededor de las capillas presenta una depresión y montículos de tierra cubiertos de vegetación que quizás sean evidencia de los movimientos de tierra realizados en 1942 para desenterrar y restaurar las capillas.
EL PASEO DEL CAMPO Y LOS RASTROS DE GANADO MAYOR Y MENOR
Llama la atención el nombre con el que fue conocido este paseo desde siempre: El Paseo del Campo o la Calle del Campo. Quizás ello haga alusión precisamente a un campo, a la abundancia de árboles y probablemente a la ausencia de construcciones y está acorde a lo reportado por Fuentes y Guzmán sobre que al poniente de la Alameda se encontraba un terreno “llano y claro” (citado por Johnston 2009:27). Fuentes y Guzmán también menciona sobre lo agradable del paseo de la Alameda, que servía para tertulias y distracciones y paseos a caballo o a pie (Ibíd.).
Relacionados con la Alameda, el templo de El Calvario y la Parroquia de Los Remedios se encontraban los dos rastros de la ciudad. Según las investigaciones de Johnston, ya en el Siglo XVII al oeste de la Alameda se encontraba el rastro de ganado mayor, ubicado al final de una calle que partía de la cruz atrial de El Calvario hacia el occidente; y el rastro de ganado menor, también llamado Rastro de carneros de San Juan, ubicado en la parte posterior del templo de Los Remedios, cerca del desaparecido puente de La Cochera; actualmente no queda evidencia de estos rastros (Johnston 2009: 27). En una referencia del Siglo XIX, más precisamente de 1873, la viajera Caroline Salvin hace referencia a la Alameda de El Calvario: “Una bella avenida con árboles es un paseo de moda entre los habitantes y termina en una gran fuente de piedras con máscaras talladas. Una manada de reses muy finas estaba bebiendo cuando pasamos –el cuadro era para dibujarlo” (Salvin 2000:110).
Tanto en los escritos de Fuentes y Guzmán como en los de Fray Francisco Vásquez se encuentra implícita la idea de este paseo como un lugar lleno de vegetación y sin abundantes construcciones aledañas, lo cual se confirma con la presencia de los rastros de la ciudad así como por otras referencias como la pintura de mediados del Siglo XIX mencionada anteriormente y la referencia de Salvin.
OTROS VESTIGIOS ARQUITECTÓNICOS VISIBLES ASOCIADOS
Como se mencionó anteriormente, en el sector norte se encuentran restos del muro sur del templo de Los Remedios que se derrumbó para el terremoto de San Gilberto de 1976. Este es un bloque grande de ladrillo y argamasa. La Calle del Agua, que divide el terreno en el Sector Norte y Sector Sur es también un elemento urbano importante a considerar. Según una pintura del Siglo XIX que se conserva en el Archivo Municipal de La Antigua Guatemala y que ilustra esta parte de la ciudad, es posible deducir que ésta calle existía al menos para la mitad del Siglo XIX. Una calle más ilustrada en dicha pintura, ubicada justo al sur de las ruinas de Los Remedios no existe ahora y tampoco se encontraron vestigios de la misma en las excavaciones arqueológicas.
En la esquina de la Alameda de El Calvario y Calle del Agua se encuentran los restos de una construcción de adobe en algunos sectores con recubrimiento de repello. Se conserva la esquina de mampostería y el muro oeste que corre hacia el norte por una distancia de 1. 80 m hasta desaparecer. El muro sur tiene una longitud total de 22.70 m con algunos faltantes. A 15.30 m de la esquina se encuentra un espacio en donde no hay adobe sino un tapiado de mampostería y da la impresión de ser una puerta sellada. A 17.60 m de la esquina se encuentra el arranque de un muro que parte hacia el norte, que da la impresión de conformar un cuarto.
El grosor de las paredes es aproximadamente de 0.80 m y la altura es variable entre 0.80 m y 1.50 m. Las excavaciones realizadas en el área aledaña al muro revelaron materiales como ladrillo, teja, tiestos y metales. El sondeo B, realizado al pie de uno de los muros reveló el arranque del mismo sobre un piso de arcilla apisonado, así como los cimientos del muro. Las unidades 63, 64, 65 y 66, ubicadas en el área de estos vestigios arrojaron en niveles profundos una cantidad importante de materiales contemporáneos, como plástico, vidrio, así como artefactos de metal de factura contemporánea (Siglo XX). Es importante mencionar que esta área se encuentra cubierta por una gran cantidad de basura contemporánea.
LAS EXCAVACIONES
Previo a realizar la exploración arqueológica fue necesario hacer la limpieza del terreno, pues este se encontraba cubierto de árboles de café y maleza. Para llevar a cabo un adecuado control de las excavaciones aleatorias, se contempló reticular el terreno formando 16 cuadrantes de diferente tamaño, de acuerdo a la forma del terreno, nombrándolos con letras mayúsculas de la A a la P en pares de norte a sur. Se excavaron 150 unidades distribuidas de manera conveniente en los cuadrantes referidos (estimando nueve pozos por cuadrante, o más según el potencial del área). Cada pozo fue numerado en orden correlativo del 1 al 149 y el 150 correspondió al Pozo Maestro, ubicado en el sector norte, justo al norte de la Calle del Agua.
La dimensión de los pozos fue de 1 x 1 m y la profundidad de promedio fue de 2.40 m, con excepción del pozo maestro, ubicado en la parte central del terreno sobre el sector norte. Este tuvo una profundidad de 6 m y su extensión fue de 3 x 3 m. Las excavaciones se realizaron por niveles arbitrarios cada uno de 40 m. Toda la tierra fue cernida. Los hallazgos permiten concluir sobre las evidencias arqueológicas encontradas en el terreno excavado.
EVIDENCIAS ARQUITECTÓNICAS EN LOS SECTORES A Y B
Las evidencias arquitectónicas subterráneas encontradas en estos sectores pueden asociarse formal e históricamente a la fábrica del templo de Los Remedios. En la unidad A2, a 1.20 m debajo de la superficie se encontró un muro de ladrillo. A 1.30 m de profundidad en el lado norte del pozo apareció una capa de arena de río (probablemente de un evento de inundación) en la parte central del pozo hacia el sur apareció una pared que es continuación del muro citado en el nivel anterior; ésta forma un muro que enmarca un relleno de piedra y ladrillo que corría hacia el sur del pozo (probablemente se trate de un drenaje).
A 2.40 m de profundidad desde la superficie, apareció en el perfil este los fragmentos de una vasija semi-completa, de pasta naranja, alisada y decorada con pintura con diseños geométricos. Los análisis de laboratorio revelaron que esta vasija pertenece a la vajilla Navarrete, específicamente al tipo Navarrete Policromo, el cual parece ser una continuación de una tradición de alfarería prehispánica y puede datarse para el Siglo XVI (Romero 2006a). En la unidad A3 se descubrió un muro de tapial que corría en sentido norte-sur, el cual se levantaba sobre un piso de arcilla amarillenta compacta. Un piso de baldosa, en perfecto estado de conservación, fue encontrado en la unidad A1, a 1.63 m de profundidad desde la superficie.
PISO DE LA CALZADA
Las excavaciones en los pozos A4, A5, A7, E48, G60, I78, I84, K96, K99, K102, M115, revelaron la presencia de un piso que corre paralelo a la vía central de la Alameda. Como se ha mencionado anteriormente, en la época colonial la calzada tenía tres vías, perdiéndose la vía este con el paso del tiempo. El piso de barro apisonado y duro localizado en las unidades mencionadas confirma la existencia del carril este en el terreno excavado. Este piso se localizó hasta 22 m al este de la esquina SE de la capilla del paso X. Cabe mencionar que en muchos pozos dónde se supone debería estar el piso, éste no fue detectado, quizás debido a la intensiva actividad agrícola en el lugar y a una mala conservación. Los pozos J90, J93 y L105 también presentan apisonados de barro, pero por su ubicación demasiado al este, sin duda no corresponden ya al apisonado de la vía este de la calzada.
Resulta interesante comparar los niveles del piso con los del empedrado original de la vía central de la Alameda, ya que el piso detectado en la excavación se encuentra a un nivel superior al de la vía central, incluso dicho piso está 0.07 m por encima del arranque de los cimientos de la construcción de la capilla de la estación X. No obstante las nivelaciones realizadas con la cota de piso que el Consejo para La Protección de La Antigua Guatemala tiene en la jamba norte del templo de Los Remedios parece no indicar gran diferencia, ya que en promedio el piso detectado en el Cuadrante A se encuentra unos 0.20 m por encima de la cota mencionada. No se detectaron pisos inferiores al piso mencionado anteriormente. Una probabilidad es que en 1691, cuando se construyeron las capillas de los pasos, el nivel de la calzada en sus tres vías había subido ya del nivel original de 1618 y del que conservaba en 1680, cuando fue inaugurada la fuente en el carril central.
BASURERO AL ORIENTE DEL TERRENO
Además de la basura contemporánea que se encuentra en el oriente del terreno excavado, las excavaciones revelaron un estrato de descarte o basurero que sin duda data de tiempos coloniales. Este basurero fue detectado inicialmente en el pozo D31, que presentó una enorme cantidad de huesos de animal y fue confirmada en el pozo F56 dónde se localizó un estrato de casi 2 m de grosor de ceniza. No se considera que se trate de ceniza volcánica, sino más bien de ceniza producto de la combustión de restos orgánicos. Este estrato presentaba abundante carbón, e incluso restos de madera quemada. A lo largo de los sectores F, H, J, L, N y P, la presencia de este estrato fue consistente, aunque su grosor variaba entre 0.50 m y 2 m. Este estrato se caracterizaba por una alta frecuencia de materiales cerámicos, restos de ladrillo y teja, abundante hueso animal, semillas quemadas, caracoles, metales y en algunos casos obsidiana. Resulta interesante la presencia de huesos quemados y la notable frecuencia de tiestos de la vajilla Villalpando.
LOS MATERIALES, LA CERÁMICA
Los estudios cerámicos se realizaron en base a las propuestas metodológicas de Paredes y Romero (Romero 2005, 2006b). Un total de 41,315 tiestos fueron analizados, luego de la depuración de rigor. Para efectos de este estudio, los grupos cerámicos se estudiaron de la siguiente forma: vajillas burdas, engobadas y/o alisadas, vajillas vidriadas, vajillas mayólicas, cerámica de Puebla, tipos foráneos, cerámica moderna y vajillas prehispánicas. Las vajillas burdas, con engobe y/o alisadas son las predominantes en los materiales recuperados con el 61.33% de los tiestos identificados. Estas vajillas pueden estar asociadas a usos domésticos y utilitarios, ya que muchos de los tiestos recuperados presentan evidencias de quema o combustión.
Sobresalen de manera especial los comales de baño micáceo. La Vajilla Chinautla es la vajilla engobada más frecuente con el 6.69% del universo. La forma más común en la muestra es el plato de paredes gruesas, con el interior de color rojo y el exterior con pintura roja sobre blanco en diseños abstractos o geométricos que probablemente representen aves. Muchos tiestos de esta vajilla presentaban evidencias de quema en la parte exterior, es decir en la base, a pesar de la presencia de pintura. Las formas con cántaros o tinajas se reducen a unos cuantos tiestos, siendo una cantidad insignificante para la muestra. Un plato de la vajilla Chinautla, casi completo, fue recuperado bajo un piso sellado, en un estrato de ceniza que probablemente esté asociado al basurero mencionado anteriormente. Una impresión preliminar que se tiene es que los platos de la vajilla Chinautla con decoración pintada zoomorfa parecen ser más tardíos que los cuencos y cántaros.
La vajilla Villalpando es la vajilla vidriada más común y además, la vajilla más abundante del universo, con un total de 4,047 tiestos, es decir el 9.79% de la muestra. Las formas más frecuentes recuperadas son ollas de gran tamaño, comales y en algunos casos sartenes. Esta vajilla se caracteriza por una pasta rojiza, un vidriado delgado y a veces verdoso y por presentar vasijas de gran tamaño. La mayoría de los tiestos Villalpando analizados presentan evidencias de combustión o quema en las paredes exteriores y muchas presentan restos de sedimento o calcificación en el interior (Figura 6), lo que sugiere que probablemente se utilizaban en la cocción de líquidos con cal u otro tipo de material sedimentario.
Un rasgo importante sobre este tipo es su alta frecuencia en un estrato de ceniza que apareció consistentemente en los pozos ubicados en los sectores F, H, J, L, N y P. Este estrato de dimensiones variables presentaba abundantes restos de carbón y una densidad alta de materiales arqueológicos, especialmente restos de ladrillo, teja y hueso de animal. No hay duda que una de las características de este estrato era la presencia de grandes tiestos de Villalpando que en algunos casos podían unirse o reconstruirse parcialmente. Desafortunadamente, según los estudios de Axpuac, De León y Ramos (2007), la vajilla Villalpando resulta poco útil como marcador diagnóstico temporal, debido a que es una cerámica de fuertes raíces prehispánicas, con una larga tradición en la época colonial hasta llegar al presente.
En cuanto a las cerámicas mayólicas, el tipo más frecuente de la vajilla San José lo constituye el tipo Leonor, caracterizado por su decoración en amarillo, negro y líneas verdes ondulantes. Este tipo presenta varias formas pero la más común detectada fue la de cuenco. Otro tipo representativo en la muestra fue el tipo Monocromo, caracterizado por su esmaltado crema-gris y las formas de cuenco y plato. Los tipos Ximena y Villacañas también tienen una frecuencia significativa y se caracterizan también por un esmalte monocromo de color verde-crema-grisáceo.
El análisis reveló 63 tiestos que pueden asignarse a la tradición de cerámica mayólica Poblana; la mayoría de ellos posiblemente pertenezca al tipo Puebla Policromo. Esta cerámica se caracteriza por tener una base de color blanco, por su decoración azul y/o negro sobre blanco frecuentemente fitomorfa, y se ha reportado en otros lugares de Antigua Guatemala (2006a). La presencia de estos tiestos se concentra mayormente en el Sector Norte.
La cerámica prehispánica analizada procede casi totalmente de los niveles más profundos del pozo maestro. Predominan tiestos de las vajillas Amatle y Esperanza Flesh, así como cerámicas de pastas rojizas y naranjas con baño blanco y pastas rojas con pómez como desgrasante. Cabe mencionar que debido a la composición heterogénea de los estratos es imposible establecer una secuencia cerámica confiable, ya que debido a la presencia del río Pensativo y sus constantes crecidas (evidenciadas en los estratos de arena que se alternan con tierra negra, arcilla y talpetate) los materiales se encuentran mezclados, por lo que no fue extraño encontrar tiestos de tradición prehispánica en niveles superficiales.
EL HUESO ANIMAL
La abundancia de hueso es una de las características más interesantes y notables de toda la excavación. Se contó un total de 49,078 huesos de animal. La mayoría de ellos correspondiente a fragmentos pequeños, aunque se encontraron huesos largos y completos. La deposición de los huesos de animal siguen un patrón interesante: aparecen en cantidades abundantes en los Cuadrantes F, H, J, L, N y P. La mayoría de los huesos recuperados en estos cuadrantes procede de un estrato de ceniza de dimensiones variables pero que se detectó desde el pozo F56 hacia el sur hasta el fin del terreno.
Varios de los huesos encontrados en estos cuadrantes presentan evidencias de combustión o quemado. Los análisis de Ana Luisa Arévalo y Henry Pérez a una pequeña muestra de los huesos de animal revelaron la presencia de huesos de equino, porcino, bovino, pequeño rumiante y canino. Debido a la abundante cantidad de fragmentos y huesos completos, fue imposible analizarlos todos, sin embargo, se tomaron muestras de los lotes de los Cuadrantes A, B (pozo B17) y D (pozo D31). Un caso interesante lo constituye el pozo B17, de dónde procede una gran cantidad de huesos de animal, lo que probablemente indique un depósito especial. Las excavaciones revelaron un equino parcialmente articulado. Este lote fue analizado por Ana Luisa Arévalo y reveló los siguientes datos:
- 2 vertebras de perro
- 1 axis de equino
- 4 vertebras cervicales de pequeño rumiante
- 3 vertebras torácicas de equino
- 2 sacros de perro
- 10 costillas de equino
- 1 costilla de perro
- 2 fémures de equino
- 3 tibias de equino
- 1 tibia de perro
- 2 falanges de equino
- Varios huesos de especies no identificadas.
Otro aspecto interesante lo constituye la presencia de conchas, aunque estas aparecen en menor cantidad. Se registró un total de 201 caracoles, la mayoría de ellos procedentes del estrato de ceniza mencionado anteriormente. La mayoría de estas conchas de caracol corresponden a la especie Melanoides tuberculata, llamado popularmente jute.
LADRILLO Y TEJA
La presencia de restos de ladrillo y teja es abundante, especialmente en los Cuadrantes A, B, F, H, J, L, N y P. El estrato de ceniza que se ha mencionado anteriormente es abundante en fragmentos de este tipo. Estos pedazos aparecen como material de descarte y en total suman 8,704 fragmentos. La presencia de estos fragmentos tan abundantes sugieren que esta área de la ciudad fue utilizada como un terreno para descarte, como quedó evidenciado con la presencia del basurero.
CONCLUSIONES
Las investigaciones del Proyecto Arqueológico La Pileta revelaron la existencia de una gran cantidad de materiales arqueológicos ligados a actividades cotidianas, en particular los artefactos elaborados de cerámica, tanto tradicional como cerámica mayólica, muy característica de la época colonial. Sin embargo, no se reportaron cimientos de casas u otro tipo de construcción doméstica ligada a estos hallazgos. Por lo tanto, todo el material podría corresponder a deposiciones a lo largo de toda la época colonial y en épocas más recientes, ya sea por acción humana deliberada o bien por eventos de origen natural, como material de acarreo por inundaciones, desborde del río Pensativo u otros.
Por otro lado, se encontró, en casi todo el terreno, una gran cantidad de huesos grandes de animal. De acuerdo a la documentación histórica la calle paralela a la Alameda del Calvario, que corre hacia el este del terreno era conocida como la Calle del Ganado y por ese sector se encontraba un rastro en la época colonial. Eso explicaría la gran cantidad de restos óseos de animales sobe todo de origen vacuno.
Asimismo, se encontraron algunos restos constructivos de arquitectura colonial, ligados a la iglesia de Los Remedios. Estos consistieron en restos de muros y cimientos, así como un piso de baldosa en perfecto estado. La nivelación topográfica efectuada tomada a partir del banco de marca ubicado en el umbral de la iglesia de Los Remedios, permitió situar dichos restos a la misma altura que los del piso de dicha iglesia, por lo que guardan estrecha relación y puede tratarse de restos de algunos ambientes de la misma iglesia.
En el resto del terreno no se encontró evidencia arquitectónica colonial de orden monumental o de viviendas (Figuras 4 y 5). No obstante, si se detectó un apisonado de tierra, de color claro y muy compacto, que fue frecuente en la fila de pozos del extremo oeste del terreno. De acuerdo a las fuentes históricas que mencionan la existencia de tres segmentos que componían la Alameda del Calvario, este piso de tierra podría corresponder al carril o calle situado al este, el cual quedó situado dentro del terreno. Según las fuentes aludidas este segmento nunca fue empedrado y se trataba de un carril formado por tierra apisonada.
El otro rasgo constructivo se encuentra en el límite sur del sector norte, colindante con la Calle del Agua que separa el terreno en dos sectores. Este consiste en restos de muros o paredes de una vivienda del siglo pasado que fueron abandonados y sufrieron deterioro por el paso del tiempo. Una excavación cercana asociada a estos muros no reportó evidencias que ligaran dichos restos a la época colonial. Los restos arqueológicos localizados por el Proyecto La Pileta, han servido para corroborar algunos aspectos mencionados por las fuentes documentales históricas de la época colonial, pero sobre todo para conocer la intensa actividad que se vivió en los alrededores de la Alameda del Calvario, no obstante que el área del terreno de La Pileta no formó parte de un asentamiento permanente. En conclusión se puede decir que el terreno investigado funcionó como un área de paso y que, como hasta la fecha, sirvió como lugar para descarte de restos de todo tipo y como receptor de materiales de acarreo producto de las inundaciones frecuentes en el sector.
Aunque en los documentos y crónicas se mencione el barrio de Los Remedios, no se debe olvidar también que una parte estuvo ligada a la iglesia de Los Remedios, aunque hubo una pequeña calle que los separaba en algún momento. El extremo oeste del terreno formó parte de La Alameda del Calvario, pues aquí se encontraba la porción este de la misma, consistente en una calzada de tierra que remataba en la iglesia del Calvario.
AGRADECIMIENTOS
Se agradecen a las distintas personas e instituciones que colaboraron durante el desarrollo de la investigación, tanto en la fase de campo como de laboratorio. Se agradece de manera especial al Mtro. Mario Ubico y a la Licda. Betzabé Cruz del CNPAG por sus observaciones y sugerencias. Al Lic. José Luis Garrido por su apoyo en la logística. Al Ing. Miguel Fernández, Ing. Saúl Cardoso, Arq. Rocío Meza Rezzio, Ing. María Inés Aguilar y Sr. Raúl Pérez por su colaboración y anuencia a los requerimientos logísticos del Proyecto.
A los practicantes y voluntarios que colaboraron en campo y laboratorio: Regina Moraga, Oswaldo Sal Ávila, Marielos López, Fidel Brito, Gabriel Guerra, Giovanni González, Oscar Asturias, Henry Pérez, Fernando Paniagua, Ana Luisa Árevalo, Danilo Illescas; de manera especial se agradece el apoyo y colaboración de Pedro Morán y Sergio Garzona. Agradecimientos especiales al Lic. Donaldo Castillo por sus observaciones y comentarios sobre los materiales cerámicos.
REFERENCIAS
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Figura 1 Ubicación del terreno investigado en La Antigua Guatemala. En recuadro la traza original del siglo XVI y la Plaza Real.
Figura 2 Plano del terreno con la ubicación de las unidades excavadas (los pozos están sin escala).
Figura 3 La Fuente del Campo y la Alameda de El Calvario. Nótese la diferencia de niveles entre la base de la fuente y el nivel actual de la Alameda.
Figura 4 Perfil del pozo B17, que ilustra la estratigrafía típica del terreno. Proyecto Arqueológico “La Pileta” 2009. Excavación y dibujo G. Guerra. Digitalización S. Garzona.
Figura 5 Perfil de la unidad P142 que ilustra la estratigrafía típica del basurero ubicado al este del terreno. Excavación y dibujo V. Castillo. Digitalización S. Garzona.
Figura 6 Vasija semicompleta de la Vajilla Villalpando encontrada en la Unidad D31.